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Sin embargo, retrocedamos la vista atrás para aclarar más esta materia. Las partes de la definición, los elementos en que puede esta descomponerse, son primeros todos o solamente algunos. Pero la noción del ángulo recto no puede dividirse en muchas partes, una de las cuales sea la del ángulo agudo; la del ángulo agudo, por lo contrario, puede dividirse también con relación al ángulo recto. Porque se define el ángulo agudo con referencia al ángulo recto, afirmando: un ángulo agudo es un ángulo más pequeño que un recto. Lo propio ocurre con el círculo y el semicírculo. Se define el semicírculo por medio del círculo, el dedo por medio del todo, porque el dedo es una parte del cuerpo que posee tales caracteres. De forma que todas las cosas que son partes de un ser en tanto que materia, y los elementos materiales en que puede dividirse, son posteriores. Al contrario, las cosas que son partes de la definición de la forma sustancial, son todas anteriores, o por lo menos algunas.
Acorde con esto, puesto que el alma de los seres animados es la forma sustancial, la esencia misma del cuerpo animado, porque el alma constituye la esencia de los seres animados, la función de cada parte y el conocimiento sensible que es su condición deberán entrar en la definición de las partes del animal, si se desea definir bien. De forma que existe prioridad de las partes del alma, de todas o de algunas relativamente al conjunto del animal. La misma prioridad existe relativamente con las diferentes partes del cuerpo. El cuerpo y sus partes son posteriores al alma, el cuerpo puede dividirse en sus diversas partes, tenidas como materia; no el cuerpo esencia, sino el conjunto que constituye el cuerpo. Desde un punto de vista, las partes del cuerpo son anteriores al conjunto; desde otro, son posteriores; no pueden, en efecto, darse independientemente del cuerpo; un dedo no es realmente un dedo en todo estado posible, sino únicamente cuando goza de vida; sin embargo, se da el mismo nombre al dedo muerto. Existen ciertas partes que no sobreviven al conjunto; por ejemplo, aquellas partes que son esenciales, la base primero de la forma y de la sustancia; como el corazón o el cerebro si realmente desempeñan este papel, importando poco que sea el uno o el otro. El hombre, el caballo, todos los universales residen en los individuos; la sustancia no es cierta cosa universal; es un conjunto, un compuesto de tal forma y de tal materia: la materia y la forma son universales; pero el individuo, Sócrates, o cualquier otro, es un conjunto de forma y de materia.
La forma misma, y por forma entiendo la esencia pura, posee igualmente parte, lo mismo que el conjunto de la forma y de la materia; pero las partes de la forma no constituyen más que partes de la definición, y la definición no es más que la noción general, porque el círculo y la esencia del círculo, el alma y la esencia del alma, son una sola y misma cosa. Pero por lo que atañe a lo compuesto, por ejemplo, a tal círculo particular sensible o inteligible (por inteligible entiendo el círculo matemático, y por sensible el círculo de bronce o de madera), no existe definición. No por definiciones, sino por medio del pensamiento y de los sentidos es como se los conoce. Cuando hemos dejado de ver realmente los círculos particulares, no tenemos idea de si existen o no; sin embargo, conservamos la noción general de círculo, no una noción de su materia, porque nosotros no percibimos la materia por sí misma. La materia es sensible o inteligible; la materia sensible es, por ejemplo, el bronce, la madera, y toda materia capaz de movimiento. La materia inteligible es la que se encuentra ciertamente en los seres sensibles, pero no en tanto que sensibles; por ejemplo, en los seres matemáticos.
Acabamos de fundamentar todo lo que atañe al todo, a la parte, a la anterioridad y a la posterioridad. Si se pregunta si la línea recta, el círculo, el animal, son anteriores a las partes en que pueden dividirse y que los constituyen, es necesario, para responder, establecer una distinción. Si efectivamente el alma es el animal, o cada ser animado, o la vida de cada ser; si el círculo es idéntico a la forma sustancial del círculo; el ángulo recto a la forma sustancial del ángulo recto; si es la esencia misma del ángulo recto, ¿qué será lo posterior, y qué será lo precedente? ¿Será el ángulo recto en general expresado por la definición, o tal ángulo particular? Porque el ángulo recto material constituido de bronce, por ejemplo, es tan ángulo recto como el constituido por líneas. El ángulo inmaterial será posterior a las partes que entran en su noción, pero precede a las partes del ángulo realizado. Sin embargo, no puede señalarse del todo que es anterior. Si el alma, por lo contrario, no es el animal, si difiere de él, existirá anterioridad para las partes. Y así, en ciertos casos es necesario decir que hay anterioridad, y en otros que no existe.
Parte XI
Es una auténtica dificultad el determinar qué partes pertenecen a la forma y que partes pertenecen, no a la forma, sino al conjunto de la forma y de la materia; y sin embargo, si este punto no se deduce con claridad, no es posible definir los individuos. Lo que entra en la definición es lo universal y la forma; si no se descubre, por tanto, qué partes son o no son materiales, no se verá tampoco cuál tendrá que ser la definición del objeto. En los casos en que la forma se aplica a cosas de especies diferentes, por ejemplo, el círculo, el cual puede aparecer en bronce, en madera, en piedra, en todos estos casos la distinción parecerá fácil; ni el bronce ni la piedra forman parte de la esencia del círculo, puesto que el círculo posee una existencia independiente de la suya. ¿Pero qué impide que ocurra lo mismo en todos los casos en que esta independencia no salte a la vista? Aunque todos los círculos visibles fueran de bronce, no por esto el bronce constituiría una parte de la forma. Sin embargo, es difícil al pensamiento probar esta separación. Y así lo que a nuestros ojos constituye la forma es la carne, los huesos y las partes semejantes. ¿Serán estas, por tanto, partes de la forma, las cuales entren en la definición, o es más bien la materia? Pero la forma no se aplica jamás a otras cosas que a aquellas a las que nos referimos, de aquí la imposibilidad para nosotros de separarlas.
La separación parece posible, es verdad, pero no se observa con claridad en qué circunstancias, y esta dificultad, según algunos, recae asimismo sobre el círculo y el triángulo. Piensan que no se les debe definir por la línea y por la continuidad, las cuales se dan en ellos bajo el mismo concepto que se ofrecen la carne y los huesos en el hombre, y la piedra y el bronce en el círculo. Todo lo reducen a los números, y reclaman que la definición de la línea es la noción misma de la dualidad.
Entre los que defienden las ideas, unos dicen que la díada es la línea en sí, otros que es la idea de la línea, porque si algunas veces existe identidad entre la idea y el objeto de la idea, entre la díada, por ejemplo, y la idea de la díada, la línea no se encuentra en este caso. De aquí se infiere que una sola idea es la idea de muchas cosas, que parecen heterogéneas, y a esto conducía ya el sistema de los pitagóricos; y finalmente, la posibilidad de constituir una sola idea en sí de todas las ideas; es decir, el aniquilamiento de las demás ideas y la reducción de todas las cosas a la unidad.
Nosotros hemos señalado la dificultad relativa a las definiciones, y hemos manifestado la causa de esta dificultad. Y así no tenemos necesidad de reducir de esta forma todas las cosas y de suprimir la materia. Lo probable es que en algunos seres existe reunión de la materia y de la forma, en otros de la sustancia y de la cualidad. Y la comparación de que se servía habitualmente Sócrates el joven con relación al animal, carece de precisión. Ella nos hace salir de la realidad y da pie a pensar que el hombre puede existir independientemente de sus partes, como el círculo existe independientemente del bronce. Pero no hay paridad. El animal es un ser sensible y no se le puede definir sin el movimiento, por consiguiente, sin partes organizadas de cierta y determinada manera. No es la mano absolutamente hablando, la que es una parte del hombre, sino la mano capaz de realizar la obra, la mano animada; inanimada, no es una parte del hombre.
Pero ¿por qué en los seres matemáticos las definiciones no entran como partes en las definiciones? ¿Por qué, por ejemplo, no se define el círculo por los semicírculos? Los semicírculos, se dirá, no son objetos sensibles. Pero ¡qué importa! Puede haber una materia hasta en seres no sensibles; todo lo que no es la esencia pura, la forma propiamente dicha, todo lo que tiene existencia real, tiene materia. El círculo, que es la esencia de todos los círculos, no puede tenerla; pero los círculos particulares deben tener partes materiales, como ya dijimos; porque hay dos clases de materia: la una sensible, la otra inteligible.
Es evidente, por otra parte, que la sustancia primera en el animal es el alma, y que el cuerpo es la materia. El hombre o el animal, en general, es la unión del alma y del cuerpo; pero Sócrates, y lo mismo Corisco es, a causa de la presencia del alma, un animal doble; porque su nombre designa tan pronto un alma como el conjunto de un alma y un cuerpo. Sin embargo, si se dice simplemente: el alma de este hombre, su cuerpo, lo que hemos dicho del hombre en general se aplica entonces al individuo.
¿Existe alguna otra sustancia fuera de la materia de estos seres, y es preciso que averigüemos, si acaso tienen ellos mismos otra sustancia, por ejemplo los números u otra análoga? Este punto lo examinaremos más adelante, porque en interés de esta investigación nos esforzamos por llegar a la definición de las sustancias sensibles, sustancias cuyo estudio pertenece más bien a la física y a la segunda filosofía. Lo que efectivamente debe conocer el físico no es solo la materia, sino también la materia inteligible, y esta sobre todo. ¿Cómo, pues, las partes son partes en la definición, y por qué hay unidad de noción en la definición de la esencia pura? Ver en qué consiste la unidad de un objeto compuesto de partes, lo examinaremos más adelante.
Hemos demostrado respecto de todos los seres en general lo que era la esencia pura, cómo existía en sí, y por qué en ciertos casos las partes del definido entraban en la definición de la esencia pura, mientras que no entraban en las demás. Ya hemos explicado también que las partes materiales del definido no entraban en la definición de la sustancia, porque las partes materiales no son partes de la sustancia y sí solo de la sustancia total. Esta posee una definición y no la tiene, según el punto de vista. No se puede abrazar en la materia, la cual es lo indeterminado, pero se puede definir por la sustancia primera, la definición del alma, por ejemplo, es una definición del hombre. Porque la esencia es la forma intrínseca que mediante su concurso con la materia, constituye lo que se llama sustancia realizada. Supongamos por ejemplo lo romo. Su unión con la nariz es lo que constituye la nariz chata, y lo chato, porque la noción de nariz es común a estas dos expresiones. Pero en la sustancia realizada, en nariz chata, en Calias, existe a la vez esencia y materia.
Por lo que atañe a ciertos seres, respecto de las sustancias primeras, ya lo hemos explicado, existe identidad entre la esencia y la existencia individual. Y así existe identidad entre la curvatura y la forma sustancial de la curvatura, con tal que la curvatura sea primera; y doy por sentado por primero lo que no es atributo de otro ser, que no tiene sujeto, materia. Pero en todo lo que existe materialmente, o formando un todo con la materia, no puede existir identidad, ni incluso identidad accidental, como la identidad de Sócrates y del músico, los cuales son idénticos entre sí accidentalmente.
Parte XII
Vamos a debatir ante todo los puntos relativos a la definición, que hemos pasado de puntillas en los Analíticos. La solución de la dificultad que no hemos hecho más que indicar, nos servirá para nuestras pesquisas concernientes a la sustancia. He aquí esta dificultad. ¿Por qué hay unidad en el ser definido, en el ser cuya noción es una definición? El hombre es un animal de dos pies. Demos por sentado que sea esta la noción del hombre. ¿Por qué este ser es un solo ser, y no varios, animal y bípedo? Si se dice hombre y blanco existe pluralidad de objetos, cuando el uno no existe en el otro, pero existe unidad cuando el uno es atributo del otro, cuando el sujeto, el hombre, experimenta cierta modificación. En el último caso, los dos objetos se reúnen en uno solo, y se tiene el hombre blanco; en el primero, por lo contrario, los objetos no participan el uno del otro, porque el género no participa, al parecer, de las diferencias; de no ser así, la misma cosa participaría a la vez de los contrarios, siendo contrarios la una a la otra las diferencias que marcan las precisiones en el género. Si hubiera participación, el resultado sería el mismo. Existe pluralidad en las diferencias: animal, que anda, con dos pies, sin pluma. ¿Por qué existe en este caso unidad y no pluralidad? No es porque sean estos los elementos del ser, porque en tal caso la unidad sería la reunión de todas las cosas. Pero es necesario que todo lo que está en la definición sea realmente uno, porque la definición es una noción una, es la noción de la esencia. La definición debe ser la noción de un objeto uno, puesto que esencia significa, como hemos explicado, un ser determinado.
De momento tenemos que ocuparnos de las definiciones que se formulan para las divisiones del género. En la definición no hay más que el género primero y las diferencias. Los demás géneros no son más que el género primero y las diferencias reunidas al género primero. Y así el primer género es animal; el siguiente, animal de dos pies; y otro, animal de dos pies sin plumas. Lo propio ocurre si la proposición contiene un número mayor de términos; y en general poco importa que contenga un gran número de ellos o uno pequeño, o dos solamente. Cuando no existen más que dos términos, el uno es la diferencia, el otro el género; en animal de dos pies, animal es el género; la diferencia es el término. Sea, pues, que el género no exista absolutamente fuera de las especies del género, o bien que exista, pero exista solo como materia (el sonido es, por ejemplo, género y materia, y de esta materia derivan las diferencias, las especies y los elementos), está claro que la definición es la noción proporcionada por las diferencias.
Todavía hay más: es necesario marcar la diferencia en la diferencia; tomemos un ejemplo. Una diferencia en el género animal, es el animal que tiene pies. Es necesario conocer de inmediato la diferencia del animal que tiene pies, en tanto que tiene pies. Luego unos que no se debe decir: entre los animales que tienen pies, existen unos que tienen plumas y otros que no las tienen; aunque esta proposición sea verdadera, no deberá utilizarse este método, a no mediar la imposibilidad de dividir la diferencia. Se dirá, pues: unos tienen el pie dividido en dedos, otros no tienen el pie dividido en dedos. Estas son las diferencias del pie: la división del pie en dedos es una manera de ser del pie. Y es necesario proseguir de esta forma hasta que se llegue a objetos entre los que no haya diferencias. En este concepto, existirán tantas especies de pies como diferencias, y las especies de animales que tienen pies, serán iguales en número a las diferencias de pie.
Ahora bien, si es así, está claro que la última diferencia debe ser la esencia del objeto y la definición; porque en las definiciones no es necesario repetir muchas veces la misma cosa; esto sería inútil. Y, sin embargo, se hace cuando se dice: animal con pies, bípedo, ¿qué quiere decir esto, si no animal que tiene pies, que tiene dos pies? Y si se divide este último término en las divisiones que le son propias existirán muchas repeticiones, tantas como diferencias.
Si se ha llegado a la diferencia de la diferencia, una sola, la última, es la forma, la esencia del objeto. Pero si es por el accidente por el que se diferencian, como por ejemplo, si se dividiesen los animales que tienen pies en blancos y negros, entonces existirían tantas esencias como divisiones.
Se observa, por tanto, que la definición es la noción aportada por las diferencias, y que conviene que sea la de la última diferencia. Esto es lo que se demostraría con claridad, si se invirtiesen los términos de las definiciones que abarcan muchas diferencias, como si por ejemplo se dijese: el hombre es un animal de dos pies, que tiene pies. Que tiene pies es inútil, cuando se ha dicho: que tiene dos pies. Además, en la esencia no hay precedencia o categorías, porque, ¿cómo se puede concebir en ella la relación de prioridad y de posterioridad?
Tales son las primeras observaciones a realizar sobre las definiciones que se formulan por la división del género.
Parte XIII
Lo que nosotros intentamos estudiar es la sustancia: regresamos, pues, a nuestro objetivo. Sustancia se toma por el sujeto, por la esencia pura, por la reunión de ambos, por lo universal. Dos de estas definiciones han sido examinadas: la esencia pura y el sujeto. Hemos citado que el sujeto se entiende de dos maneras: existe el ser determinado, como el animal, sujeto de las modificaciones: y existe la materia, sujeto del acto. Al parecer el universal es también, y más que ningún otro, causa de ciertos seres, y el universal es un principio. Ciñámonos, pues, al universal.
Resulta imposible, a nuestro parecer, que ningún universal, cualquiera que él sea, sea una sustancia. En principio, la sustancia primera de un individuo es aquella que le es propia, que no es la sustancia de otro. El universal, por lo contrario, es común a muchos seres; porque lo que se llama universal es lo que se halla, por la naturaleza, en un gran número de seres. ¿De qué será el universal sustancia? Lo es de todos los individuos, o no lo es de ninguno; y que lo sea de todos no es posible. Pero si el universal fuese la sustancia de un individuo, todos los demás serían este individuo, porque la unidad de sustancia y la unidad de esencia forman unidad del ser. Por otra parte, la sustancia es lo que no es atributo de un sujeto, pero el universal es siempre atributo de algún sujeto.
¿El universal no puede ser, por tanto, sustancia a título de forma determinada, el animal no puede ser la esencia del hombre y del caballo? Pero en este caso existirá una definición de lo universal. Ahora bien, que la definición abarque o no todas las nociones que están en la sustancia, es lo de menos; el universal no por eso dejará de ser la sustancia de algo: hombre será la sustancia del hombre en quien él reside. De forma que iremos a parar en la misma consecuencia que antes. En efecto, la sustancia será sustancia de un individuo; el animal lo será del individuo en que reside.
Es imposible, por otra parte, es absurdo que la esencia y la sustancia, si son un producto, no sean ni un producto de sustancia ni un producto de esencia, y que ellas procedan de la cualidad. Entonces lo que no es sustancia, la cualidad, tendría la preferencia sobre la sustancia y sobre la esencia, lo cual resulta imposible. No es posible que ni en el orden de las nociones, ni en el orden cronológico, ni en el de producción, las modificaciones precedan a la sustancia; de otro modo serían susceptibles de tener una existencia independiente. Por otra parte, en Sócrates, en una sustancia existiría entonces otra sustancia, y Sócrates vendría a ser la sustancia de dos sustancias. La consecuencia en general es que si el individuo hombre es una sustancia, y todos los individuos como él, nada de lo que entra en la definición es sustancia de cosa alguna, ni existe fuera de los individuos, ni en otra cosa que en los individuos; es decir, que, fuera de los animales particulares, no hay ningún otro, ni nada de lo que entra en la definición.
Está por lo tanto claro, conforme a lo anterior, que nada de lo que se encuentra universalmente en los seres es una sustancia, y que ninguno de los atributos generales señala la existencia determinada, sino que designan el modo de la existencia. Sin esto, prescindiendo de otras muchas consecuencias, se cae en la del tercer hombre.
Existe todavía otra prueba. Es imposible que la sustancia sea un producto de sustancias contenidas en ella en acto. Dos seres en acto nunca se harán un solo ser en acto. Pero si los dos seres solo existen en potencia, podrá existir unidad. En potencia, el doble, por ejemplo, se compone de dos mitades. El acto separa los seres. A causa de ello, si existe unidad en sustancia, la sustancia no puede ser un producto de sustancias contenidas en ella, y de esta forma la expresión de que se sirve Demócrito está fundada en razón: es imposible, dice, que la unidad venga de dos, o dos de la unidad. En efecto, para Demócrito, las magnitudes individuales son las sustancias.
La misma consecuencia se aplica también al número, si el número es, como afirman algunos, una colección de mónadas. O la díada no es una unidad, o la mónada no existe en acto en la díada.
Sin embargo, estas consecuencias provocan una dificultad. Si el universal no puede constituir ninguna sustancia, porque designa la manera de ser, y no la existencia determinada, y si ninguna sustancia puede componerse de sustancias en acto, en este caso toda sustancia debe ser simple. No podrá, por tanto, definirse ninguna sustancia. Sin embargo, todo el mundo cree, y nosotros lo hemos dicho anteriormente, que solo la sustancia, o al menos ella principalmente, posee una definición. Y ahora resulta que ni ella la tiene. ¿Será que no es posible la definición de absolutamente nada? ¿O bien lo será en un sentido y en otro no? Este es un punto que se aclarará después.
Parte XIV
Obsérvense claramente las consecuencias de lo anterior en el sistema de los que admiten las ideas como sustancias, y como si tuviesen una existencia independiente, y que constituyen al mismo tiempo la especie con el género y las diferencias. Si existen las ideas y si en el hombre y en el caballo está el animal, o el animal y sus especies son una sola y misma cosa numéricamente, o difieren. Está claro que hay unidad de noción, para definir uno y otro término sería necesario enumerar los mismos caracteres. Así pues si existe un hombre en sí que tenga una existencia determinada e independiente, necesariamente en este caso lo que le constituye, el animal y lo bípedo, poseen asimismo una existencia determinada, son independientes, son sustancias; y por tanto son el animal en sí. Supongamos que el animal en sí reside en el caballo, en el mismo concepto que tú estás en ti mismo, ¿cómo será uno en seres que existen separadamente y por qué en este caso el animal de que hablamos no ha de estar separado de sí mismo?
Pero todavía hay más: si el animal en sí participa del animal que solo tiene dos pies y del que tiene un mayor número de ellos, se infiere de aquí una cosa imposible. El mismo ser, un ser uno y determinado, reunirá a la vez los contrarios.
Pero si no existe participación, ¿en qué concepto se dirá que el animal es un bípedo, que es un ser que anda? ¿Podrá quizá admitirse que existe composición, contacto, mezcla? Pero todas estas suposiciones son absurdas. ¿Será diferente el animal en cada individuo? Existiría en este caso una infinidad de seres, si puede decirse así, que tendrían lo animal por sustancia; porque el hombre no es un accidente de lo animal. Añádase que el animal en sí sería múltiple. Por una parte el animal es efectivamente en cada individuo sustancia; no es el atributo de otro ser, porque si no este ser sería el que constituiría el hombre, y sería su género. Por otra parte, todas las cosas que constituyen el hombre son ideas. El animal no será, pues, la idea de una cosa, la sustancia de otra; esto es imposible; el animal en sí sería cada una de las cosas contenidas en los animales. Y, por otra parte, ¿qué animal en sí consistiría los animales, y cómo sería el mismo animal en sí? ¿Cómo es posible que el animal, cuya sustancia es el animal en sí, exista fuera del animal en sí?
Consecuencias idénticas aparecen con respecto a los seres sensibles, y más absurdas todavía. Si existe imposibilidad de mantener la suposición, es evidente que no existe idea de los objetos sensibles, en el sentido en que lo entienden algunos filósofos.
Parte XV
El conjunto y la forma definida son sustancias diferentes la una de la otra. Entiendo por conjunto la sustancia que se compone mediante la reunión de la forma definida y de la materia; la otra sustancia es pura y simplemente la forma definida. Todo lo que es sustancia en concepto de conjunción se halla sujeto a la destrucción, porque existe producción de semejante sustancia. Por lo que respecta a la forma definida, no está sujeta a destrucción, porque no es producida, es producto, no la forma sustancial de la casa, sino tal casa particular. Las sustancias formales existen o no existen, independientemente de toda producción, de toda destrucción. Hemos demostrado que nadie las produce, que nadie las hace. Y por esta razón no es posible definición ni demostración de las sustancias sensibles particulares. Estas sustancias poseen una materia, y es tal la naturaleza de la materia que puede ser o no ser; de donde se infiere que todas las sustancias sensibles particulares son sustancias perecederas. Ahora bien, la demostración se aplica a lo que es necesario, y la definición pertenece a la ciencia; y así como es imposible que la ciencia sea tan pronto ciencia como ignorancia, y que lo que en este caso es tan solo una opinión, de igual manera no existe tampoco demostración ni definición, sino una opinión relativa a lo que es susceptible de ser de otra manera de como es. Las sustancias sensibles no deben evidentemente poseer definición ni demostración. Los seres perecederos no se manifiestan al conocimiento cuando están fuera del alcance de los sentidos y, por lo tanto, aunque las nociones sustanciales se conserven en el alma, no puede haber definición ni demostración de estos seres. Así es que los que sirven de definiciones deben saber que siempre se puede suprimir la definición de un ser particular, no existiendo posibilidad de definir verdaderamente estos seres.