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Continuemos: ninguna idea es susceptible de definición. La idea, tal como se entiende, es un ser particular, y es independiente. Ahora bien, la definición se compone necesariamente de palabras, y estas palabras no deben ser obra del que define, porque no tendrían significación conocida. Las expresiones que utilice tienen que ser inteligibles para todos. Sería necesario, además, que las que entrasen en la definición de la idea formaran parte de la definición de los demás seres. Si se tratare de definirte a ti, se diría: animal, flaco o blanco, o cualquiera otra palabra, la cual puede convenir a otro ser que a ti. Se pretenderá, sin duda, que nada impide a que todas las expresiones convengan separadamente a un gran número de seres, y que al mismo tiempo solo convengan a tal ser determinado. Pero en principio animal bípedo es común a los dos seres, quiero decir, al animal y al bípedo. Esta observación se aplica necesariamente a los seres eternos. Son anteriores a todo, y son parte de los compuestos. Son, además, independientes; porque o ningún ser lo es o el hombre y el animal lo son ambos. Ahora bien, si ninguno lo fuese, no habría género fuera de las especies; y si el género es independiente, la diferencia lo es igualmente. Por otra parte, ella tiene la anterioridad de ser, y no hay reciprocidad de destrucción entre el género y la diferencia. Diremos, además, que si las ideas se componen de ideas, las más simples son las ideas componentes. Será preciso también que lo que constituye la idea, que el animal y lo bípedo, por ejemplo, se refieran a un gran número de seres. Sin esto, ¿cómo llegar a conocer? Resultaría una idea particular, que sería imposible aplicar a más de un individuo. Pues bien, en el sistema, por lo contrario, toda idea es susceptible de participación en los seres.
Conforme con lo que hemos dicho, no se ve que hay imposibilidad de definir los seres eternos, y sobre todo lo que son únicos, como el Sol y la Luna. Es un error añadir caracteres cuya supresión no impediría que hubiese aún Sol, como por ejemplo, los epítetos: que da vuelta a la Tierra, que se oculta durante la noche. Sin esto, si el Sol se detuviera o apareciera durante la noche, no habría ya Sol, y sería un absurdo que no lo hubiese, porque el Sol es una sustancia1. Además, estos caracteres pueden convertir a otros seres, y si otro ser los posee, este ser será el Sol, y habrá comunidad de definición. Pero es cosa admitida que el Sol es un ser particular, como Cleón, como Sócrates. En fin, ¿en qué consiste que ninguno de los que admiten las ideas da una definición de ellas? Si intentasen hacerlo se vería claramente la verdad de lo dicho.
Parte XVI
Es evidente que entre las cosas que parecen ser sustancias, la mayor parte de ellas solo lo son en potencia, como las partes de los animales, ninguna de las cuales tiene una existencia independiente. Si están separadas de su sujeto, en este caso ya solo existen en el estado de materia, y lo que con ellas, sucede con la tierra, el fuego y el aire; porque no hay unidad en los elementos; son como un montón de cosas antes de la cocción, antes de componer algo que sea uno. Podría creerse que las partes, sobre todo los seres animales, y las partes del alma, reúnen en cierta manera los dos caracteres, y que existen en acto y en potencia. Existen en las articulaciones principios de movimiento, principios producidos ciertamente por otro principio, pero que hacen que ciertos animales continúen viviendo aún después de ser divididos en partes. Sin embargo, no hay sustancia en potencia, sino cuando existe unidad y continuidad natural; cuando la unidad y la continuidad son resultado de la violencia o de una conexión arbitraria, entonces no es más que una multiplicación.
La unidad se acepta en el mismo sentido que el ser, y la sustancia de la unidad es una, y los seres, cuya sustancia es una en número, son numéricamente un solo ser. Se observa, puesto que así es, que ni la unidad ni el ser pueden ser sustancias de las cosas, como tampoco pueden serlo el elemento ni el principio, Cuando preguntamos: ¿cuál es el principio?, lo que queremos es relacionar el objeto en cuestión a un término más conocido. El ser y la unidad poseen más títulos a ser sustancia de las cosas que el principio, el elemento y la causa; y sin embargo no lo son. Lo que es común a los seres no es sustancia; la sustancia no existe en ningún otro ser que en sí misma, y en el ser a que pertenece, del que es sustancia. Por otra parte, tampoco la unidad puede ser al mismo tiempo sustancia en muchos seres; pero lo que es común a todos los seres debe encontrarse a la vez en cada uno de ellos.
Está claro que nada que sea universal posee una existencia aislada de los seres particulares. Sin embargo, los que admiten las ideas tienen razón en un sentido, al darle una existencia independiente, puesto que son sustancias. Pero en otro no tienen razón al hacer de la idea una unidad en la pluralidad. La causa de su equivocación es la imposibilidad en que están de decir cuál es la naturaleza de estas sustancias imperecederas, que se hallan fuera de las particulares y sensibles. De esta manera hacen estas sustancias a imagen de las sustancias perecederas, de aquellas que nosotros conocemos: el hombre en sí, el caballo en sí; no hacen más que añadir al ser sensible la expresión: en sí. Y sin embargo, incluso aunque no viésemos los astros, no por eso dejaría de haber, creo, sustancias sensibles, eternas, fuera de las sustancias que nosotros conociésemos. Y así, incluso cuando ignoráramos qué sustancias son eternas, deberían, sin embargo, existir algunas.
Hemos demostrado que nada de lo que se aplica a todos los seres es sustancia, y que no existe ninguna sustancia compuesta de sustancias.
Parte XVII
¿Qué es la sustancia y en qué consiste? Vamos a exponerlo. De esta forma constituiremos, por decirlo así, otro principio; porque saldrá probablemente de esta investigación alguna luz relativamente a esta sustancia, que existe separada de las sustancias sensibles.
La sustancia es un principio y una causa; de este punto de vista debemos partir. Preguntar el porqué es preguntar siempre por qué una cosa existe en otra. En efecto, si se investiga por qué el hombre músico es un hombre músico, o equivale a investigar lo que se acaba de expresar, es decir, por qué el hombre es músico, o bien se investiga otra cosa. Investigar por qué una cosa es una cosa es no investigar nada. Es necesario que el porqué de la cosa que se busca se manifieste realmente; es necesario por ejemplo, que se haya observando que la Luna está sujeta a eclipses. En los casos en que se pregunta por qué un ser es el mismo, por qué el hombre es hombre, o el músico músico, no cabe más que una respuesta a todas estas preguntas, no existe más que una razón que dar, a menos, sin embargo, de que no se conteste: es porque cada uno de estos seres es indivisible en sí mismo, es decir, porque es uno; respuesta que se aplica asimismo a todas las preguntas de este género, y que las resuelve en pocas palabras. Pero se puede preguntar: ¿por qué el hombre es tan animal? En este caso, evidentemente no se trata de investigar por qué el ser que es un hombre es un hombre, y sí de investigar por qué un ser se encuentra en otro ser. Es necesario que se vea claro que se encuentra en él, pues de no ser así la investigación no tendría objeto. ¿Por qué truena?, porque se produce un ruido en las nubes. En este ejemplo lo que se busca es la existencia de una cosa en otra, lo mismo que cuando se pregunta: ¿por qué estas piedras y ladrillos son una casa?
Está claro que lo que se busca es la causa. Pero la causa, desde el punto de vista de la definición, es la esencia. En ciertos casos la esencia es la razón de ser; como ocurre probablemente respecto a la cama y a la casa; ella es el primer motor en otros porque también es una causa. Pero esta última causa solo se encuentra en los hechos de producción y destrucción, mientras que la causa formal actúa hasta en el hecho de la existencia.
La causa se nos oculta, sobre todo, cuando no se refieren los seres a otros: si no se ve por qué el hombre es hombre, es porque el ser no es referido a otra cosa, porque no se determina que es tales cosas o tal cosa. Pero esto es necesario decirlo, y decirlo claramente, antes de investigar la causa; porque si no sería a la vez buscar algo y no buscar nada. Puesto que es necesario que el ser por cuya causa se pregunta tenga una existencia cierta y que se refiera a otro ser, está claro que lo que se busca es el porqué de los estados de la materia. Esto es una causa, ¿por qué?, porque se encuentra en ella tal carácter, que es su esencia. Por la misma causa, tal hombre, tal cuerpo es tal o cual cosa. Lo que se busca es la causa de la materia. Y esta causa es la forma que determina el ser, es la esencia. Se observa, que respecto de los seres simples no da lugar a pregunta ni respuesta sobre este punto, y que las preguntas que se refieren a estos seres son de otra naturaleza.
Lo que tiene una causa es compuesto, pero hay unidad en el todo; no es una especie de montón, sino que es uno como la sílaba. Pero la sílaba no es únicamente las letras que la componen, no es lo mismo que A y B. La carne tampoco es el fuego y la tierra solo. En la disolución, la carne, la sílaba, cesan de existir, mientras que las letras, el fuego y la tierra subsisten. La sílaba es, por tanto, algo más que las letras; la vocal y la consonante son también otra cosa; y la carne no es solo el fuego y la tierra, lo caliente y lo frío, sino que es también otra cosa.
¿Se aceptará como una necesidad que esta otra cosa sea también o un elemento o un compuesto de elementos? Si es un elemento, repetiremos nuestro razonamiento anterior, lo que constituirá la carne será este elemento con el fuego y la tierra, y otra cosa además, y de esta manera se irá hasta el infinito. Si es un compuesto de elementos, está claro que ya no se compone de uno solo, sino de muchos; de lo contrario, sería el elemento componiéndose a sí mismo. El mismo razonamiento que hemos expuesto respecto de la carne se puede hacer en cuanto a la sílaba.
La causa planteada es, al parecer, algo que no es elemento, y que es causa de que aquello sea carne y esto una sílaba, y lo mismo en los demás casos. Ahora bien, esta causa es la sustancia de cada ser, porque esta es la causa primera de la existencia. Pero entre las cosas las hay que no son sustancias; solo son sustancias los seres que existen por sí mismos, y cuya naturaleza no está constituida por otra cosa que por ellos mismos. De lo que se desprende que esta naturaleza que es en los seres, que es no un elemento sino un principio, es evidentemente una sustancia. El elemento es aquello en que se divide un ser; es una materia intrínseca. Los elementos de la sílaba son A y B.
Aristóteles cree en un sistema geocéntrico en el que la Tierra es el centro del sistema.
Libro VIII
Parte I
Necesitamos ahora deducir las consecuencias de lo que hemos dicho, y resumiendo sumariamente cada punto llegar a la conclusión. Hemos dicho que el objeto de nuestras indagaciones era averiguar las causas de las sustancias, sus principios y sus elementos. Entre las sustancias hay unas que son universalmente admitidas; otras, por el contrario, solo son reconocidas por algunos filósofos. Las sustancias universalmente admitidas son las físicas, como, por ejemplo, el fuego, la tierra, el agua, el aire y los demás cuerpos simples; después las plantas y sus partes, los animales y las partes de los animales; en fin, el cielo y las partes del mismo. Las sustancias admitidas solo por algunos filósofos, son las ideas Y los seres matemáticos. Existen también, como hemos mostrado, otras sustancias, que son la forma sustancial y el sujeto. Además hemos dicho que el género es sustancia más bien que las especies, y lo universal más que lo particular; las ideas son análogas a lo universal y al género, porque por el mismo motivo se las considera como esencias.
Siendo la forma sustancial una esencia, y estando su noción encerrada en la definición y el ser en sí. Y como la definición es la expresión de la noción del ser, y esta noción tiene partes, era necesario ocuparse de las partes, ver cuáles son partes de la sustancia y cuáles no y, por último, si hay identidad entre las de la sustancia y las de la definición.
Después hemos visto que ni lo universal ni el género eran sustancias. De las ideas y de los seres matemáticos nos ocuparemos más tarde; pues algunos hacen de ellas sustancias independientes de las sustancias sensibles. Ocupémonos ahora de las sustancias unánimemente reconocidas. Estas son las sustancias sensibles, y todas las sustancias sensibles tienen una materia: el sujeto es una sustancia, ya se le considere como materia, y por materia entiendo lo que es en potencia tal ser determinado, pero no en acto; ya se le considere como forma y figura del ser, es decir, esta esencia que es separable del ser, pero separable solo por el pensamiento. En tercer lugar viene el conjunto de la materia y de la forma, único que está sometido a producción y a destrucción, y único que es totalmente separable. Porque entre las sustancias que no hacemos más que concebir, unas son separables, otras no.
Está claro que la materia es una sustancia; porque en todos los cambios de lo contrario a lo contrario existe un sujeto sobre el cual se opera el cambio: y así, en los cambios de lugar, lo que ahora está aquí más tarde estará en otra parte; en los cambios por aumento y disminución, lo que ahora tiene tal magnitud será más tarde menor o mayor; en los cambios por alteración, lo que hoy está sano mañana está enfermo; y de igual manera, por lo que respecta a la sustancia, lo que ahora se produce más tarde se destruye, el que es actualmente sujeto como ser determinado será más tarde sujeto por privación. Todos los demás cambios acompañan siempre a este último, la producción y la destrucción; este, por lo contrario, no se encuentra necesariamente unido a uno o a alguno de los otros, este sujeta otros. Porque no existe necesidad de que porque tenga un ser una materia que ocupa un lugar, esté sujeta una materia a producción y destrucción. ¿Qué diferencia hay entre la producción simple y la que no lo es? Esto es lo que hemos expuesto ya en los tratados relativos a la Naturaleza.
Parte II
Puesto que existe acuerdo unánime con relación a la sustancia considerada como sujeto y como materia, y que esta sustancia solo existe en potencia, nos falta decir cuál es la sustancia en acto de los objetos materiales.
Demócrito, al parecer, cree que existen entre los diversos objetos tres diferencias fundamentales: el cuerpo, sujeto común en tanto que materia, es uno e idéntico; pero los objetos se diferencian o por la configuración, es decir, la forma, o por la estructura, que es la posición, o por la colocación, es decir el orden. Pero existe, al parecer además, un gran número de diferencias; y así ciertas cosas resultan de una composición material, por ejemplo, las que provienen de la mezcla, como el aguamiel; en otras entran las clavijas, como en un cofre; en otras las ligaduras, como en un manojo; en otras la cola, como en un libro; y en algunos objetos entran varias de estas cosas a la vez. Para algunas cosas solo existe diferencia de posición, como el umbral de la puerta y el coronamiento; diferencia de tiempo: el comer y el cenar; diferencia de lugar; los vientos. Los objetos pueden diferenciarse también por las cualidades sensibles, la dureza y la blandura, lo denso y lo poroso, lo seco y lo húmedo; unos se diferencian por algunas de estas relaciones y otros por todas a la vez. Resumiendo, puede haber diferencia en más o en menos. Está claro, en vista de todo esto, que el ser se tomará en tantas acepciones como diferencias hemos señalado: tal objeto es un umbral de puerta, porque se halla en tal posición; ser respecto de él quiere decir estar colocado de tal manera. Ser hielo quiere decir, respecto del agua, posea tal densidad. En algunas circunstancias, el ser estará determinado por todas estas diferencias juntas, por la mezcla, la composición, el encadenamiento, la densidad y todas las demás: por ejemplo, la mano y el pie. Necesitamos, por tanto, reunir los géneros de las diferencias, y estos géneros serán los principios del ser. Y de esta forma lo más grande y lo más pequeño, lo denso y lo raro, y otros modos análogos pueden referirse a un mismo género; porque todo se reduce al más y al menos. La forma, lo liso, lo áspero, se pueden reducir a lo recto y a lo curvo. Respecto de otros objetos, ser equivaldría a ser mezclado; lo contrario será el no-ser.
Está claro, según esto, que si la sustancia es la causa de la existencia de cada ser, en la sustancia es donde es necesario buscar cuál es la causa de la existencia de cada una de estas diferencias. Ninguna de estas diferencias es sustancia, ni tampoco lo es la reunión de muchas de estas diferencias: poseen, sin embargo, con la sustancia algo en común. Así como tratándose de sus sustancias, cuando se quiere referirse de la materia, por ejemplo, se refiere siempre de la materia en acto, lo mismo y con más razón ocurre con las demás definiciones: y así, si se quiere definir el umbral, se dirá que es una piedra o un pedazo de madera colocado de tal manera; si de una casa, como son vigas y ladrillos dispuestos de cierto modo. Se define también en ocasiones por el fin. Por último, si se quiere definir el hielo, se definirá como el agua congelada, condensada de tal manera. Un acorde músico representará cierta mezcla del sonido agudo y del sonido grave; y lo propio ocurrirá en todo lo demás. De aquí resulta claramente que para las diferentes materias existen diferentes actos, nociones diversas: el acto es para la una la composición, para la otra la mezcla, o alguno de los demás caracteres que hemos indicado. De donde se deriva que los que definen una casa, diciendo que es piedra, ladrillos, madera, se refieren a la casa en potencia, porque todo esto es la materia; los que dicen que es un abrigo destinado a refugiarse los hombres y guardar los muebles, o singularizar algún otro carácter de este género, estos definen la casa en acto. Los que juntan estas dos especies de caracteres determinan la tercera sustancia, el conjunto de la materia y de la forma (en efecto, la definición por las diferencias al parecer se trata de la definición de la forma y del acto: aquella que solo recae sobre el objeto constitutivo, se trata más bien de la definición de la materia). Las definiciones que ha enunciado Arquitas son de este género: recaen sobre el conjunto de la forma y de la materia. Por ejemplo ¿qué es la calma? Es el reposo en la inmensidad de los aires. El aire es, en este caso, la materia, y el reposo es el acto y la esencia. ¿Qué es la bonanza? Es la tranquilidad del mar; el sujeto material es el mar, el acto y la forma es la tranquilidad.
Se observa con claridad, después de lo que hemos expuesto, qué es la sustancia sensible y en cuántos sentidos se toma; es la materia, o la forma cuando existe el acto o, en tercer lugar, el conjunto de la forma y de la materia.
Parte III
Es necesario recordar que a veces no se puede reconocer si el nombre expresa la sustancia compuesta, o solamente el acto y la forma; por ejemplo, si casa quiere significar el conjunto de la forma y de la materia; un abrigo compuesto de ladrillos, maderas y piedras dispuestas de tal manera; o solamente el acto y la forma; un abrigo. Línea ¿quiere decir la díada en longitud o simplemente la díada? Animal ¿expresa el alma en un cuerpo o simplemente el alma? Porque el alma es la esencia y el acto de un cuerpo. En uno y otro caso podrá decirse animal; pero será en dos sentidos diferentes, aunque ambos se refieren a algo común. Esta distinción puede servir en otro concepto; pero en nuestras investigaciones sobre la sustancia sensible no nos sirve, porque respecto a la esencia siempre existe forma y acto. Existe identidad entre alma y forma sustancial del alma. Pero no existe identidad entre hombre y forma sustancial del hombre; a menos, sin embargo, que por hombre se desee entender solo el alma. De esta forma existe identidad en un sentido, y en otro no.
Si se recapacita no se dirá que la sílaba resulte de los elementos y de la composición; que en la casa hay ladrillos y composición; y ciertamente, porque la composición, la mezcla, no son cosas que se unan a los seres compuestos y mezclados. Y lo propio sucede en los demás casos: y así, a causa de la posición es tal cosa un umbral; pero la posición no es cosa extraña al umbral, más bien lo contrario. De igual manera el hombre no es el animal, y es bípedo; pero es necesario que además de esto exista algo, si se toman el animal y el bípedo como materia. Este algo no es un elemento, ni se origina de un elemento: es la esencia, aquello que, suprimido, únicamente deja subsistente la materia indeterminada. Así pues, si esta esencia es la causa de la existencia, si es la sustancia, a ella debe concederse el nombre de sustancia. La esencia debe ser necesariamente eterna, o bien perecer en un objeto, sin perecer ella por esto; o generarse en un ser, sin estar ella misma sujeta a la producción. Hemos probado y demostrado más arriba, que nadie produce la forma; que no nace, y que únicamente se realiza en un objeto. Lo que nace es el conjunto de la materia y de la forma.
Si se encuentran separadas las sustancias de los seres caducos, no es todavía una cosa evidente. Sin embargo, sí lo es que respecto a algunos seres no puede ser así, como ocurre con los que no pueden tener existencia fuera de lo particular, por ejemplo, una casa, un vaso. Quizá estos objetos no son verdaderamente sustancias, a lo mejor debe decirse que la forma natural es la única sustancia de los seres caducos.
Esto no ofrece ocasión para resolver la objeción hecha por la escuela de Antístenes y por otros ignorantes de esta especie. Afirman que no se puede definir la forma sustancial, porque la definición constituye una larga serie de palabras; que se puede muy bien dar a conocer cuál es la cualidad de un objeto, la de la plata, por ejemplo; pero no mencionar en qué consiste: podrá decirse que la plata es semejante al estaño. Ahora bien, resulta de lo que hemos explicado que existen sustancias respecto de las que son posibles la noción y la definición; estas son las sustancias compuestas, sean sensibles o inteligibles. Pero no se pueden determinar los elementos primeros de estas sustancias, porque determinar una cosa es referirla a otra. Es necesario que exista para ello, de una parte la materia, de la otra la forma.
Está claro también que las sustancias, si son números, es a título de definición, y no, según la opinión de algunos, como compuestas de mónadas. La definición, en efecto, es una especie de número (es divisible como el número en partes indivisibles, porque no existe una infinidad de nociones en la definición); si que existe, bajo esta relación, analogía entre el número y la definición. Y así como si se quita alguna de las partes que constituyen el número, o si se añade, no se tiene ya el mismo número, sino uno diferente, por pequeña que sea la parte añadida o quitada, así la forma sustancial no queda la misma, si de ella se quita o se añade algo.
Además, es preciso que haya en el número algo que constituya su unidad, y los que le componen con mónadas no pueden decirnos en qué consiste esta unidad, si él es uno. Porque, o el número no es uno, y se parece a un montón o, si es uno, es preciso que se nos diga lo que constituyen la unidad de la pluralidad. En igual forma la definición es una; pero tampoco pueden afirmarlo, y es muy natural. Es una por la misma razón que el número; no, como dicen algunos, en tanto que mónada o punto, sino porque cada esencia es un acto, una naturaleza particular. Y así como el número, si permanece el mismo, no es susceptible de más o de menos, lo mismo sucede con la sustancia formal; sin embargo, unida a la materia, es susceptible de más o menos.
Bástenos con lo dicho por lo que hace a la producción y destrucción de las sustancias. Hemos expuesto claramente en qué sentido se puede decir que hay o no posibilidad de producción, y cuál es la analogía entre definición y número.
Parte IV
En cuanto a la sustancia material, es preciso no perder de vista que si todos los objetos vienen de uno o de muchos elementos primeros, y si la materia es el principio de todos los seres materiales, cada uno, sin embargo, tiene una materia propia. Así la materia inmediata de la flema es lo dulce y craso, la de la bilis lo amargo, o cualquier otra cosa de este género; pero quizá estas diversas sustancias proceden todas de una misma materia. Un mismo objeto puede tener muchas materias, cuando una de estas viene de otra, y en este sentido es como podrá decirse que la flema viene de lo craso y de lo dulce, si lo craso viene de lo dulce. La flema, en fin, podrá venir de la bilis, mediante la resolución de la bilis en su materia prima. Porque una cosa viene de otra de dos maneras: puede haber producción inmediata o bien producción después de la resolución de la una en sus primeros elementos.