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Es posible que de una sola materia provengan objetos diferentes, en virtud de una causa motriz diferente. Y así de madera pueden provenir un cofre, una cama. Sin embargo, existen también objetos cuya materia tiene necesariamente que ser diferente; no se puede construir una sierra con madera; la causa motriz no hará nunca una sierra con lana o madera, si es posible producir las mismas cosas con materias diferentes, es necesario que en este caso el arte, el principio motor, sea el mismo, porque si la materia y el motor difieren a un tiempo, el producto será también diferente.
Cuando se desee, por tanto, estudiar las causas, será necesario enumerar todas las causas posibles, puesto que la causa se entiende de diferentes maneras. Así ¿cuál es la causa material del hombre? Los menstruos. ¿Cuál es la causa motriz? La esperma, quizá. ¿Cuál es la causa formal? La esencia pura. ¿Cuál es la causa final? El fin. Quizá estas dos últimas causas son iguales. Es necesario también tener cuidado de indicar siempre la causa más próxima; si se pregunta, por ejemplo, cuál es la materia, no responder el fuego o la tierra, sino referirse a la materia propia. Tal es, con relación a las sustancias físicas sujetas a producción, el orden de investigación que necesariamente tiene que seguirse, si se quiere proceder en debida forma, puesto que tal es el número y tal la naturaleza de las causas, y lo que es necesario conocer son las causas.
En cuanto a las sustancias físicas eternas es necesario proceder de otra manera; porque algunas quizá no tienen materia, o por lo menos su materia no es de la misma naturaleza que la de los demás seres, y solo es móvil en el espacio. Tampoco existe materia en las cosas que, aunque producciones de la naturaleza, no son sustancias; su sustancia es el sujeto mismo que es modificado. Por ejemplo, ¿cuál es la causa, cuál es la materia del eclipse? No tiene, y solo la Luna experimenta el eclipse. La causa motriz, la causa de la destrucción de la luz, es la Tierra. En cuanto a la causa final, quizá no exista. La causa formal es la noción misma del objeto, pero esta noción es vaga, si no se le une la de la causa productora. Y así, ¿qué es el eclipse? Es la privación de la luz. Se añade: esta privación resulta de la interposición de la Tierra entre el Sol y la Luna; esto es indicar, al definir el objeto, la causa productora. No se conoce cuál es, en el sueño, la parte que es primero afectada. ¿No es el animal? Sí, sin duda, pero el animal en una de sus partes; ¿cuál es esta parte, base primera de la afección? Es el corazón o cualquiera otra parte. De inmediato se debe examinar la causa motriz; después ¿en qué consiste esta afección de una parte, que no es común al todo? Se dirá que es tal especie de inmovilidad. Muy bien; pero esta inmovilidad, es necesario añadir, proviene de que el asiento primero del sueño ha experimentado cierto cambio.
Parte V
Existen seres que existen o no existen, sin que exista para ellos producción, ni destrucción: como los puntos, si existen realmente puntos; y también las formas y las figuras. No es lo blanco lo que deviene, es la madera la que se transforma o se hace blanca. Y todo lo que se produce proviene de algo; y se hace o se transforma en algo. De aquí se sigue que los contrarios no pueden provenir todos los unos de los otros. El hombre negro se hace un hombre blanco de otra manera que lo negro se hace blanco. Tampoco tienen los seres una materia, sino solo aquellos para los que existe producción, y que se transforman unos en otros. Todos aquellos seres que existen o no, sin estar sujetos a cambio, no poseen materia.
Pero se plantea una dificultad. ¿Cómo se relaciona la materia de cada ser con los contrarios? Cuando el cuerpo, por ejemplo, tiene la salud en potencia, siendo la enfermedad lo contrario de la salud, ¿es que se encuentran en potencia una y otra en el cuerpo? ¿Es en potencia como el agua es vinagre y vino? ¿O bien uno de los contrarios detenta el estado habitual y la forma de la materia, mientras que el otro no es más que una privación, una corrupción contra la naturaleza? Otra dificultad es la de saber por qué el vino no es ni la materia del vinagre ni el vinagre en potencia, por más que sea del vino de donde se origine el vinagre. ¿Y el ser vivo es un cadáver en potencia, o bien no lo es, y toda destrucción es tan solo un accidente?
Pero la materia del animal es en potencia el cadáver por el hecho de la destrucción, y es el agua la materia del vinagre. El vinagre y el cadáver vienen del agua y del animal, como la noche viene del día. En todos los casos en que existe, como en este, transformación recíproca, es necesario que en la transformación los seres vuelvan a sus elementos materiales. Para que el cadáver se haga un animal, debe por lo pronto pasar de nuevo por el estado de materia; y después, mediante esta condición, podrá hacerse un animal. Es necesario que el vinagre se cambie en agua para hacerse vino.
Parte VI
Hemos señalado una dificultad relativamente a las definiciones y a los números. ¿Cuál es la causa de la unidad? Porque la unidad de lo que tiene muchas partes, cuya reunión no es una especie de montón, cuyo conjunto es algo independiente de las partes, tiene sin duda una causa.
La causa de la unidad de los cuerpos es, en opinión de unos, el contacto; de otros, la viscosidad o cualquiera otra modificación de este género. En cuanto a la definición, es un discurso que es uno, no a la manera de la Ilíada consecuencia del encadenamiento, sino por medio de la unidad del ser definido. ¿Qué es lo que forma la unidad del hombre y por qué es uno y no múltiple, animal y bípedo, por ejemplo, sobre todo si existe, como algunos pretenden, un animal en sí y un bípedo en sí? ¿Por qué el hombre en sí no será lo uno y lo otro, existiendo los hombres consecuencia de su participación, no es un solo ser, el hombre en sí, sino en dos seres en sí, el animal y el bípedo? En la hipótesis en que hablamos, el hombre no puede absolutamente ser uno; sino varios, animal y bípedo. Se observa, por tanto, que con esta manera de definir las cosas y de tratar la cuestión, es imposible ofrecer la causa y resolver la dificultad. Pero si existe, según nuestra opinión, de una parte la materia, de otra la forma, de una el ser en potencia, de otra el ser en acto, tenemos, al parecer, la solución que perseguíamos.
Si se da el nombre de vestido al cilindro de bronce, no ofrecería embarazo la dificultad. Entonces la palabra vestido representaría lo que contiene la definición. Sería necesario investigar cuál es la causa de la unidad del ser, del cilindro y del metal, cuestión que se soluciona por sí misma: el uno es la materia, el otro la forma. ¿Cuál es, pues, independiente del agente, la causa que hace pasar de la potencia al acto los seres respecto de los que tiene lugar la producción? No existe otra que la que hemos dicho, que haga que la esfera en potencia sea una esfera en acto, de la esfera, como del hombre, lo es la esencia individual.
Existen dos clases de materia, la materia inteligible y la sensible y, en toda definición, en esta, el círculo es una figura plana, existe la materia de una parte, el acto de la otra. En cuanto a las cosas que no tienen materia ni inteligible ni sensible, cada una es una unidad inmediata, una unidad pura y simple, y cada una pertenece al ser propiamente dicho. Tales son la esencia, la cualidad, la cantidad, etcétera. Por esto no entran en las definiciones ni el ser ni la unidad. La forma sustancial es igualmente una unidad pura y simple, un ser propiamente tal. Así estas cosas no tienen ninguna causa extraña que constituya su unidad ni su ser; cada una de ellas es por sí misma un ser y una unidad, no porque tengan un género común ni porque tengan una existencia independiente de los seres particulares.
Existen algunos que, para resolver esta cuestión de la unidad admiten la participación; pero no conocen, ni cuál es la causa de la participación, ni lo que es particular. Según otros, lo que forma la unidad es el enlace con el alma; la ciencia, dice Licofrón, es el enlace del saber con el alma. Otros, por último afirman, que la vida es la reunión, el encadenamiento del alma con el cuerpo. Lo mismo puede afirmarse de todas las cosas. La salud será en este caso el enlace, el encadenamiento, la reunión del alma con la salud; el triángulo de metal la reunión del metal y del triángulo; lo blanco la reunión de la superficie y de la blancura.
La pesquisa de la causa es la que produce la unidad de la potencia y del acto, y el examen de su diferencia es lo que ha dado origen a estas opiniones. Ya dijimos: la materia inmediata y la forma son una y sola cosa, solo que la una es el ser en potencia, y la otra el ser en acto. Investigar la causa de la unidad y de la forma sustancial, es investigar lo mismo. Porque cada unidad individual, sea en potencia, sea en acto es, desde este punto de vista, la unidad. No existe otra causa de unidad que el motor que hace pasar los seres de la potencia al acto. Respecto a los seres que no poseen materia, no son todos ellos más que pura y simplemente seres.
Libro IX
Parte I
Nos hemos referido al ser primero, de aquel al que se refieren todas las demás categorías; en una palabra, de la sustancia. Consecuencia de su relación con la sustancia de los demás seres son seres, y en este caso están la cuantidad, la cualidad y los atributos análogos. Todos estos seres, como hemos citado en los libros anteriores, contienen implícitamente la noción de la sustancia. El ser no solo se toma en el sentido de sustancia, de cualidad, de cuantidad, sino que existe también el ser en potencia y el ser en acto, el ser con relación a la acción. Hablemos, pues, de la potencia y del acto. Por lo pronto, en cuanto a la potencia, observemos que la que merece verdaderamente este nombre no es el objeto único de nuestro estudio presente; la potencia, lo mismo que sucede con el acto, se aplica a otros seres que los que son susceptibles de movimiento. Hablaremos de la potencia motriz en lo que vamos a decir de la actualidad; pero también hablaremos de otras clases de potencia.
La potencia y el poder, que ya hemos caracterizado en otro lugar, se toman en muchas acepciones. No tenemos que ocuparnos de las potencias que solo son de nombre. Una semejanza ha sido motivo de que se diera a algunos objetos, en la geometría por ejemplo, el nombre de potencias; y otras cosas se las ha supuesto potentes o impotentes a causa de una cierta manera de ser o de no ser.
Las potencias pueden referirse a un mismo género; todas ellas son principios, y se ligan a un poder primero y único, el de cambio, que reside en otro ser en tanto que otro. La potencia de ser modificado es en el ser pasivo el principio del cambio, que es capaz de experimentar mediante la acción de otro ser en tanto que otro. La otra potencia es el estado del ser, que no es susceptible de ser modificado en mal, ni destruido por otro ser en tanto que otro por el ser que es el principio del cambio. La noción de la potencia primera entra en todas estas definiciones. Las potencias de que hablamos se distinguen, además, en potencia simplemente activa o simplemente pasiva, y en potencia de hacer bien o de padecer el bien. Las nociones de estas últimas encierran, por tanto, en cierta manera, las nociones de las potencias de que ellas se derivan.
Un ser tiene poder, ya porque tiene la potencia de modificarse a sí mismo, ya porque tiene la de modificar a otro ser. Ahora bien; es evidente que la potencia activa y la potencia pasiva son, desde un punto de vista, una sola potencia, y desde otro son dos potencias. Se da ante todo la potencia en el ser pasivo; y porque hay en él un principio, porque la materia es un principio, por esto el ser pasivo es modificado, y un ser modifica a otro ser. Y así, lo que es graso es combustible; lo que cede de cierta manera es frágil y lo mismo en todo lo demás. Luego hay la potencia en el agente: como el calor y el arte de construir, el uno en lo que calienta y el otro en la arquitectura. Un agente natural no puede hacerse experimentar a sí mismo ninguna modificación; hay unidad en él, y no es otro que él mismo. La impotencia y la imposibilidad son lo contrario de la potencia, la privación de esta; de manera que existe respecto de cada potencia la impotencia de la misma cosa sobre el mismo ser. Pero la privación se entiende de muchas formas. Existe la privación de una cosa que naturalmente no se tiene, y la privación de lo que se tendría que naturalmente tener; un ser padece privación, bien de forma absoluta, bien en la época de la posesión; también la privación es completa o parcial; en fin, cuando la violencia impide a los seres tener lo que es propio de su naturaleza, hablamos de que estos seres padecen privación.
Parte II
Entre los principios a los que nos referimos, existen unos que residen en los seres animados, en el alma, en la parte del alma en que se halla la razón. Como se observa, debe de haber potencias irracionales y racionales; y todos los actos, todas las ciencias prácticas, todas las ciencias, en fin, son potencias, pues son principio de cambio en otro ser en tanto que otro. Cada potencia racional puede generar por sí sola efectos contrarios, pero cada una de las potencias irracionales genera un solo y mismo efecto. El calor solo es causa de la calefacción, mientras que la medicina puede serlo de enfermedad y de salud. Se comprueba así, porque la ciencia es una explicación racional. Sin embargo, la explicación racional explica el objeto y la privación del objeto, solo que no es de la misma forma. Desde un punto de vista, el conocimiento de lo uno y de lo otro es el objeto de la explicación racional: pero desde otro punto, es principalmente el del objeto mismo.
Las ciencias de esta especie son por lo mismo necesariamente ciencias de los contrarios, pero uno de los contrarios es su propio objeto, mientras que el otro no lo es. Ellas explican el uno en sí mismo; y solo accidentalmente, si puede mencionarse así, tratan del otro. Valiéndose de la negación es como presentan al contrario, haciéndole desaparecer. La privación primera de un objeto es en efecto su contrario; y esta privación es la eliminación del objeto.
Los contrarios no se dan en el mismo ser; pero la ciencia es una potencia en tanto que contiene la razón de las cosas, y que hay en el alma el principio del movimiento. Y así lo sano no genera más que salud, lo caliente calor, lo frío la frialdad, mientras que el que sabe genera los dos contrarios. La ciencia conoce lo uno y lo otro, pero de una forma diferente. Porque la noción de los dos contrarios se encuentra, pero no de la misma forma, en el alma que tiene en sí el principio del movimiento; y del mismo principio, del alma, aplicándose a un solo y mismo objeto, hará salir ambos contrarios. Los seres racionalmente potentes están en un caso opuesto al que se encuentran los que no tienen más que una potencia irracional; no hay en la definición de estos últimos más que un principio único.
Está claro que la potencia del bien lleva consigo la idea de la potencia activa o pasiva; pero no acompaña siempre a esta. El que obra el bien, necesariamente obra; mientras el que solamente obra, no obra necesariamente el bien.
Parte III
Existen filósofos que pretenden, como los de Mégara, por ejemplo, que no existe potencia más que cuando existe acto; que cuando no existe acto no existe potencia; y así que el que no construye no posee el poder de construir, pero que el que construye posee este poder cuando construye; idénticamente en todo lo demás. No es difícil descubrir las consecuencias absurdas de este principio. Evidentemente, entonces no se será constructor si no se construye, porque la esencia del constructor es el poseer el poder de construir. Lo propio ocurre con las demás artes. Es imposible poseer un arte sin haberlo aprendido, sin que se nos haya trasmitido, y el dejar de poseerlo sin haberlo perdido (se pierde olvidándolo, o por cualquiera circunstancia, o por efecto del tiempo; porque no hablo del caso de la destrucción del objeto sobre el que el arte opera; en esta hipótesis el arte subsiste siempre). Sin embargo, si se deja de obrar, no se poseerá ya el arte. Ahora bien, se podrá poner a construir inmediatamente; ¿cómo habrá recobrado el arte? Lo mismo será respecto de los objetos inanimados, lo frío, lo caliente, lo dulce; y en una palabra, todos los objetos sensibles no serán cosa alguna independientemente del ser que siente. Se viene a parar entonces al sistema de Protágoras. Añádase a esto que ningún ser tendrá ni tan solo la facultad de sentir si realmente no siente, si no tiene sensación en acto. Si llamamos ciego al ser que no ve, cuando está en su naturaleza el ver y en la época en que debe por su naturaleza ver, los mismos seres serán ciegos y sordos muchas veces al día. Más todavía; como aquello para lo que no hay potencia es imposible, será posible que lo que no es producido actualmente sea producido jamás. Pretender que lo que tiene la imposibilidad de ser existe o existirá, sería sentar una falsedad, como lo señala la propia palabra imposible.
Semejante sistema anula el movimiento y la producción. El ser que está en pie estará siempre en pie; el ser que está sentado estará siempre sentado. No podrá levantarse si está sentado, porque el que no tiene el poder de levantarse se halla en la imposibilidad de levantarse. Si no se pueden admitir estas consecuencias, está claro que la potencia y el acto son dos cosas diferentes; y este sistema lo que hace es identificar la potencia y el acto. Lo que aquí se intenta suprimir es una cosa de grandísima importancia.
Queda, pues, admitido que unas cosas pueden existir en potencia y no existir en acto, y que otras pueden existir realmente y no existir en potencia. Lo propio ocurre con todas las demás categorías. Suele ocurrir que un ser que posee el poder de andar no ande; que ande un ser que tiene el de no andar. Digo que una cosa es posible cuando su tránsito de la potencia al acto no comporta ninguna imposibilidad. Por ejemplo: si un ser tiene el poder de estar sentado; si es posible, en fin, que este ser esté sentado, el estar sentado no producirá para este ser ninguna imposibilidad. Igual ocurre si tiene el poder de recibir o imprimir el movimiento, de tenerse en pie o mantener en pie a otro objeto, de ser o de devenir, de no ser o de no devenir.
Con relación al movimiento se le ha conferido principalmente el nombre de acto a la potencia activa y a las demás cosas; él, en efecto, parece ser el acto por excelencia. Por esta razón no se atribuye el movimiento a lo que no existe; se le liga a algunas de las demás categorías. De las cosas que no existen se dice con razón que son inteligibles, apetecibles, pero no que se encuentran en movimiento. Y esto porque no existen al presente en acto, sino que solo pueden existir en acto; porque entre las cosas que no existen, algunas existen en potencia, aunque en realidad no existen porque no existen en acto.
Parte IV
Si lo posible es, como dijimos, lo que pasa al acto, está claro que no es exacto decir: tal cosa es posible, pero no se comprobará. De otra manera el carácter de lo imposible huye. Decir por ejemplo: la relación de la diagonal con el lado del cuadrado puede ser medida, pero no lo será, es no tener en cuenta lo que es la imposibilidad. Se dirá que nada priva que respecto a una cosa que no existe o no existirá exista posibilidad de existir o de haber existido. Pero admitir esta proposición, y suponer que lo que no existe, pero que es posible, existe realmente o ha existido, es admitir que no hay nada imposible. Pero hay cosas imposibles: medir la relación de la diagonal con el lado del cuadrado. No hay identidad entre lo falso y lo imposible. Es falso que estés en pie ahora, pero no es imposible.
Es evidente, por otra parte, que si existiendo A lleva consigo necesariamente la existencia de B, pudiendo existir A, necesariamente B puede existir igualmente. Porque si la existencia de B no es necesariamente posible, nada obsta a que su existencia sea posible. Supóngase, pues, que A es posible; en el caso de la posibilidad de la existencia de A, admitir que A existe no supone ninguna imposibilidad. Ahora bien, en este caso B existe necesariamente. Pero hemos admitido que B podría ser imposible. Supóngase a B imposible. Si B es imposible, necesariamente A lo es igualmente. Pero antes A era posible; luego B es posible; luego siendo posible A, necesariamente B es posible si entre A y B hay una relación tal que, existiendo A, B necesariamente existe. Luego si A y B están en este caso, admitir entonces que B no es posible, es admitir que A y B no están entre sí como lo habíamos admitido. Y si siendo posible A, es necesariamente posible B, la existencia de A arrastra tras sí la de B. En efecto, B es necesariamente posible cuando A lo es, lo cual significa que cuando A existe en cualquier circunstancia y de cualquier manera que pueda existir, entonces B existe igualmente y es necesario que exista en el mismo concepto A.
Parte V
Unas potencias son puestas en nosotros por la naturaleza, como los sentidos; otras nos vienen de un hábito contraído, como la habilidad de tocar la flauta; y otras son fruto del estudio, por ejemplo, las artes. Es preciso que haya habido un ejercicio anterior para que poseamos las que se adquieren por el hábito o por el razonamiento; pero las que son de otra clase, así como las potencias pasivas, no exigen este ejercicio. Potente es el que puede algo en cualquiera circunstancia y manera y con todos los demás caracteres que entran necesariamente en la definición. Ciertos seres que pueden producir el movimiento racionalmente, y sus potencias son racionales, mientras que los otros están privados de razón y solo tienen potencias irracionales; las primeras residen necesariamente en un ser animado, mientras que estas moran en seres animados y en seres inanimados. Respecto a las potencias de esta última especie, desde que el ser pasivo y el ser activo se aproximan en las condiciones solicitadas por la acción de la potencia, entonces es necesario que el uno obre y el otro sufra la acción; pero esto no es necesario en las potencias de la otra especie. Esto consiste en que cada una de las primeras, todas sin excepción, solo causan un solo efecto, mientras que cada una de las racionales causa lo contrario.
La potencia, se manifestará, produce entonces simultáneamente lo contrario. Pero esto es imposible. Es necesario, por tanto, que haya alguna otra cosa que determine el modo, la acción; como por ejemplo, el deseo o la resolución. La cosa cuya realización se desee, será la cosa que tendrá que realizarse cuando haya verdaderamente potencia y el ser activo se encuentra en presencia del ser pasivo. Luego desde el momento en que el deseo se deje sentir en él, el ser dotado de una potencia racional efectuará la cosa que tiene poder de hacer con tal que la condición requerida se verifique. Ahora bien, la condición de su acción es la presencia del objeto pasivo y cierta manera de ser en este objeto. En el caso opuesto existiría imposibilidad de obrar. Por lo demás, no necesitamos añadir que es indispensable que ningún obstáculo exterior obstaculice la acción de la potencia. Un ser posee la potencia en tanto que posee poder de obrar; poder, no absoluto, sino subordinado a ciertas condiciones, en las que va embebida la de que no habrá obstáculos exteriores. La supresión de estos es la consecuencia misma de algunos caracteres que entran en la definición de potencia. Por esto la potencia no puede generar a un tiempo, bien se quiera o desee, dos efectos, o los efectos contrarios. No posee el poder de producirlos a la vez, ni tampoco el poder de producir a la vez efectos diversos. Lo que puede hacer es lo que hará.
Parte VI
Nos hemos referido a la potencia motriz; ocupémonos del acto y determinemos qué es el acto y cuáles son sus modos. Esta investigación nos llevará a demostrar que por potente no se entiende solo lo que tiene la propiedad de mover otra cosa, o de recibir de ella el movimiento; movimiento propiamente dicho, o movimiento de tal o cual naturaleza, sino que posee también otras significaciones, y fijaremos estas significaciones en el curso de esta investigación. El acto es respecto a un objeto, el estado opuesto a la potencia; decimos, por ejemplo, que el Hermes existe en potencia en la madera; que la mitad de la línea existe en potencia en la línea entera, porque podría sacarse de ella. Se da asimismo el nombre de sabio en potencia hasta al que no estudia, si puede estudiar. Puede inferirse de estos diversos ejemplos particulares lo que entendemos por acto, no precisamente para definirlo con exactitud, pues debemos a veces contentarnos con analogías. El acto será el ser que construye, relativamente al que tiene la facultad de construir; el ser despierto; el ser que ve con respecto al que tiene los ojos cerrados, teniendo la facultad de ver; el objeto que sale de la materia, relativamente a la materia; lo hecho, con relación o lo no hecho. Concedamos el nombre de acto a los primeros términos de estas diversas relaciones; los otros son la potencia.