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122 Confesión de Augsburgo, p. 25.
123 Lutero, Tratado sobre las buenas obras (1520), Selected Writings of Martín Luther, 1967, 1:154b.
124 Lutero, p. 174.
125 Winton V. Solberg, Redeem the Time, 1977, pp. 15-19; A. G. Dickens, The English Reformation, 1964, p. 34; George H. Williams, The Radical Reformation, 1962, pp. 38-58, 81-84, 815-865.
126 Catechism of the Council of Trent, J. Donovan, trad., 1908, p. 342.
127 Ibíd., p. 343.
128 La supresión del segundo Mandamiento por parte de la Iglesia Católica ha sido compensada avanzando la posición de los ocho restantes y dividiendo en dos preceptos el décimo Mandamiento. La inconsistencia de este arreglo arbitrario aparece claramente en el Catecismo del Concilio de Trento, donde los Diez Mandamientos son examinados uno por uno, con excepción de los dos últimos, que son tratados como uno solo (p. 401).
129 Catecismo del Concilio de Trento, III, capítulo 4, preguntas 18 y 19, p. 347. En su alocución ante el Concilio de Trento, Gaspar della Fossa dijo: “El sábado, el día más glorioso de la Ley, ha sido cambiado por el Día del Señor. [...] Esta y otras cosas no han desaparecido en virtud de las enseñanzas de Cristo (pues él dijo que vino a cumplir la Ley, no a abrogarla), sino que han sido cambiadas en virtud de la autoridad de la iglesia. Si esta autoridad es desechada (y eso es lo que quisieran hacer los herejes), ¿quién podrá mantener la verdad y confundir la obstinación de los herejes?” (Mansi 33:533, citado por Andrews y Conradi, p. 589). Sobre el uso de este argumento por parte de las autoridades católicas en la Suiza francesa, véase Daniel Augsburger, “Sunday in the Pre-Reformation Disputations in French Switzerland”, Andrews University Seminary Studies 14 (1976), pp. 265-277.
130 Johann Eck, Enchiridion locorum commumium adversus Lutherum et alias hostes ecclesiae, 1533, p. 79.
131 Ibíd.
132 Catecismo del Concilio de Trento, pp. 344, 345.
133 Ibíd., p. 346.
134 Ibíd., p. 347.
135 Sobre las ideas y la influencia de los sabatarios, véase el documentado artículo de G. F. Hasel, “Sabbatarian Anabaptists” Andrews University Seminary Studies 5 (1967), pp. 101-121; 6 (1968), pp. 19-28. Sobre la existencia de observadores del sábado en diferentes países, ver Andrews y Conradi, pp. 633-716. Ver Richard Muller, pp. 110-129.
136 Stredovsky de Bohemia, en su lista de las once principales sectas, pone en tercer lugar a los sabatarios, justo después de los luteranos y los calvinistas. La lista fue publicada por Josef Beck, ed., Die Geschichts-BUcher der Widertáufer in OsterreichUngarn (“Fontes Rerum Austriacarum”, Viena, 1883), 43:74. Para un análisis de esta y otras listas, véase Hasel, pp. 101-106, quien concluye diciendo: “Estas antiguas enumeraciones parecen indicar que los sabatarios anabaptistas fueron considerados como un grupo numeroso y fuerte” (p. 106). Ver Henry A. DeWind, “A Sixteenth Century Description of Religious Sects in Austerlitz, Moravia”, Mennonite Quarterly Review (1955), p. 51.
137 Desiderio Erasmo, “Amabili ecclesiae concordia”, Opera Omnia V: 505-506; cf. Hasel, p. 107.
138 Lutero dijo: “En nuestro tiempo hay un grupo de necios que se llaman a sí mismos sabatarios [Sabbather] y que afirman que el sábado debe ser guardado según la costumbre judía” (D. Martin Luthers Werke, Weimer ed. 42:520). En su Comentarios sobre Génesis (4:46), Lutero nos proporciona una información semejante: “Me he enterado de que en Austria y Moravia ciertos judaizantes apoyan el sábado y la circuncisión; si continúan con tal audacia, no dejándose amonestar por la Palabra de Dios, ciertamente causarán muchos males” (citado por Andrews y Conradi, p. 640).
139 J. G. Walch, ed., Dr. Martin Luthers sámmtliche Schriften, 1910, 20: 1828ss. Ver D. Zscharnack, “Sabbatharier”, Die Religion in Geschichte und Gegenwart, 1931, 5:8.
140 Sobre Oswald Glait, véase el reciente estudio de Richard Muller, pp. 117-125. Ver Hasel, pp. 107-121.
141 Sobre Andreas Fisher, véase Richard Muller, pp. 125-130; Petr Ratkos, “Die Anflinge des Wiedertáufertums in der Slowakei”, Aus 500 Jahren deutsch-tschechoslowakischer Geschichte, Karl Obermann, ed., 1958, pp. 41-59.
142 Caspar Schewenckfeld refuta la obra de Glait en S. D. Hartranft y E. E. Johnson, eds., Corpus Schwenckfeldianorum, 1907, 4: 451ss.
143 Ibíd., p. 458.
144 Ibíd., p. 491.
145 Ibíd., pp. 457, 458.
146 Una crónica anabaptista cuenta el trágico desenlace de la vida de Glait: “En 1545, el hermano Oswald Glait es encarcelado en Viena por causa de su fe. [...] Están también con él dos hermanos, Antonio Keim y Hans Standach, que lo reconfortan. A ellos les encomendó su esposa y su hijo, dejados en Jamnitz. Después de pasar en la cárcel un año y seis meses, lo sacaron a la medianoche fuera de la ciudad para que nadie lo viera ni oyera y lo arrojaron al Danubio” (A. J. F. Zieglschmid, ed., Die álteste Chronik der Hutterischen Brüder, 1943, pp. 259, 260, 266).
147 Para una reseña histórica de los observadores del sábado desde el siglo XV hasta el XVII, ver Andrews y Conradi, pp. 632-759; y Kenneth A. Strand, ed., El sábado en las Escrituras y la historia, 2014.
148 R. J. Bauckham, “Sabbath and Sunday in the Protestant Tradition”, p. 526. En 1618, por ejemplo, John Traske comenzó a predicar que los cristianos están obligados por el cuarto Mandamiento a observar escrupulosamente el sábado. Sin embargo, forzado por las presiones, se retractó de sus ideas en A Treatise of Liberty from Judaism (1620). Teófilo Brabourne, otro pastor anglicano, publicó en 1628 Discourse upon the Sabbath Day, en el que defendía la observancia del sábado en vez del domingo. La High Commission anglicana lo forzó a abandonar sus posiciones y amoldarse a lo establecido por la iglesia. Ver Robert Cox, The Literature of the Sabbath Question, 1865, 1, pp. 157, 158.
149 Ver W. Y. Whitley, A History of British Baptists, 1932, pp. 83-86; A. C, Underwood, A History of the English Baptists, 1947, caps. 2-5.
150 Seventh Day Baptist General Conference, Seventh Day Baptists in Europe and America, 1910, 1, pp. 127, 133, 153.
151 Raymond F. Cottrell señala lo siguiente: “La dependencia de los pioneros adventistas del séptimo día de los bautistas del séptimo día en la cuestión del sábado se hace patente en el hecho de que en el primer volumen de Advent Review and Sabbath Herald más de la mitad del material publicado procede de publicaciones bautistas” (“Seventh Day Baptists and Adventists: A Common Heritage”, Spectrum 9 [1977], p. 4).
152 La Iglesia de Dios del Séptimo Día remonta su origen al movimiento millerista. Gilbert Cranmer, uno de los seguidores de Miller, quien durante un tiempo estuvo en relación con los adventistas del séptimo día, fue elegido en 1860 como primer presidente del grupo llamado “Iglesia de Cristo y última Iglesia de Dios del Séptimo Día”. Un informe de 1977 estimaba su membresía en 25.000 personas (“Sinopsis de la Historia de la Iglesia de Dios del Séptimo Día”, informe proporcionado por la sede de esta iglesia en Denver, Colorado).
153 El Directory of Sabbath-Observing Groups de 1974, publicado por The Bible Sabbath Association, registra más de 120 confesiones que observan el sábado.
154 Para un estudio exhaustivo sobre la posición de Calvino acerca del cuarto Mandamiento, ver Daniel Augsburger, pp. 248, 284.
155 Juan Calvino, Commentaries on the First Book of Moses called Genesis, John King, 1948, p. 106. La misma opinión se repite unas líneas más abajo: “Puesto que fue ordenado al hombre desde el principio para que se dedicara al culto divino, es normal que deba perdurar hasta el fin del mundo” (p. 107).
156 Juan Calvino, Commentaries on the Four Last Books of Moses, trad. Charles William Bingham, 1950, p. 437.
157 Ibíd., p. 439.
158 Ibíd., p. 440. Zwinglio también reconoció el sábado como instituido en la Creación, destinado a servir como tipo del sábado eterno y a proporcionar tiempo para “considerar con agradecimiento las mercedes divinas, escuchar su Ley y su palabra, alabarlo, servirlo y beneficiar al prójimo” (H. Zwinglis Camtliche Werke. Corpus Reformatorum, 1905-1953, 13:16, 395). Ver Edwin Kunzli, “Zwingli als Ausleger von Genesis und Exodus”, Tesis doctoral, Zurich, 1951, p. 123.
159 Juan Calvino, Institutes of the Christian Religion, trad. Henry Beveridge, 1972, 1, p. 341.
160 Juan Calvino, p. 106.
161 Ibíd.
162 Juan Calvino, p. 343.
163 Ibíd. Calvino resume la diferencia entre los aspectos ceremonial y moral del sábado diciendo: “Podemos resumirlo todo con estas palabras: Así como la verdad fue confiada de un modo figurado a los judíos, a nosotros nos ha sido impartida sin figura; en primer lugar, para que durante toda nuestra vida anhelemos constantemente el descansar de nuestros trabajos, y el Señor pueda actuar en nosotros mediante su Espíritu; en segundo lugar, para que cada hombre, según sus oportunidades, pueda dedicarse en privado a la meditación piadosa de las obras de Dios, y al mismo tiempo, para que todos puedan observar las legítimas normas establecidas por la iglesia para la predicación de la palabra, la administración de los sacramentos y la oración pública; y en tercer lugar, para evitar que oprimamos a los que están sujetos a nosotros” (ibíd.).
164 Juan Calvino, pp. 435, 436.
165 Zacharias Ursinus, The Summe of Christian Religion, Oxford, 1587, p. 955.
166 Acerca de la enorme influencia del libro de Nicolas Bownde, The Doctrine of the Sabbath, ver Winton U. Solberg, pp. 55-58. El libro fue revisado y ampliado en 1606. Bownde insiste en el origen edénico del sábado, lo que convierte el cuarto Mandamiento en un precepto que obliga tanto a judíos como a cristianos. Los últimos deben observar el domingo tan cuidadosamente como los judíos guardaban el sábado.
167 En la 163a sesión del Sínodo de Dort (1619), una comisión de teólogos holandeses aprobó un documento en el que se presentaban seis puntos distintivos entre los aspectos ceremonial y moral. Los primeros cuatro puntos son los siguientes: “1. En el cuarto mandamiento de la Ley de Dios, hay algo ceremonial y algo moral. 2. El descanso en el séptimo día (según la Creación), y su estricta observancia, que fueron impuestas al pueblo judío, constituyen los aspectos ceremoniales de la Ley. 3. Pero la parte moral es que debe fijarse un día y dedicarse al servicio de Dios, al descanso necesario y a la meditación en la cosas de Dios. 4. Habiendo sido abolido el sábado judío, los cristianos están obligados solemnemente a santificar el Día del Señor” (Gerard Brandt, The History of the Reformation and Other Ecclesiastical Transsactions in and about the Low Countries, Londres, 1722, 3:320; cf. pp. 28, 29, 289, 290).
168 La Confesión de Westminster, en su capítulo 21, artículo 7, dice: “Como es de ley natural que, en general, una debida proporción de tiempo se dedique al culto divino, del mismo modo, en su Palabra, por medio de un mandamiento concreto, moral y perpetuo, que obliga a todos los hombres de todos los tiempos, él ha designado específicamente un día de cada siete para que le sea santificado como sábado: el cual, desde el principio del mundo hasta la resurrección de Cristo, era el último día de la semana, y a partir de la resurrección de Cristo fue cambiado por el primer día de la semana” (Philip Schaff, The Creeds of Christendom, 1919, 3, pp. 648, 649).
169 R. J. Bauckham, “Sabbath and Sunday in the Protestant Tradition”, p. 510 del manuscrito.
170 Willem Teellinck, De Rusttijdt: Ofte Tractaet van d’onderhoudinge des Christelijken Rust Dachs [Tiempo de reposo: Tratado sobre la observancia del sábado cristiano], Rotterdam, 1622. William Ames, Medulla Theologica, Amsterdam, 1623, presenta una base teórica para la observancia del domingo. Antonio Walaeus, Dissertatio de Sabbatho seu Vero Sensu atque Usu Quarti Praecepti [Disertación sobre el sábado o sentido y uso verdaderos del cuarto Mandamiento], Leiden, 1628. Este trabajo representa la mejor defensa literaria del origen edénico del sábado y su aplicación a la observancia del domingo.
171 Uno de los primeros tratados contra el sabatismo fue el de Jacobus Burs, Threnos, o Lamentación mostrando las causas de la deplorable condición del país y la transgresión del sábado, Tholen, 1627. Andreas Rivetus, en sus Praelectiones (1632), refutó el postulado de Gomarus de que el sábado es una observancia mosaica abrogada por Cristo. Gomarus respondió con su voluminosa Defensio Investigationis Originis Sabbathi [Defensa de la investigación sobre los orígenes del sábado], Gronigen, 1632. Rivetus contraatacó con su Dissertatio de Origine Sabbathi [Disertación sobre el origen del sábado], Leyden, 1633.
172 La controversia surgió de nuevo en Holanda en los años 1650. Gisbertus Voetius y Johannes Cocceius fueron los antagonistas en este nuevo combate. Winton U. Solberg, p. 200, presenta en un excelente informe la controversia sobre el sábado en la Inglaterra del siglo XVII (pp. 27-85) y especialmente en las primeras colonias norteamericanas (pp. 82-282).
173 La obra de Willy Rordorf fue publicada por primera vez en 1962 en alemán. Posteriormente ha sido traducida al francés, al inglés y al español. Su influencia se hace ver en los numerosos y diversos comentarios que ha suscitado.
174 Roger T. Beckwith y Wilfrid Stott, This is the Day, The Biblical Doctrine of the Christian Sunday, Londres, 1978.
175 Rordorf rechaza cualquier relación entre el domingo y el cuarto Mandamiento, siguiendo así en la línea de una larga historia de teólogos antisabatarios, entre los que se encuentran: Lutero; William Tyndale, An Answer to Sir Thomas More’s Dialogue (1531), ed. Henry Walter, Cambridge, 1850, pp. 97, 98; las fórmulas de fe de la Iglesia de Inglaterra tales como The Institution of a Christian Man (1537); Francisco Gomarus; Francis White, A Treatise of the Sabbath-Day: Concerning a Defense of the Orthodox Doctrine of the Church of England against Sabbatarian Novelty (Londres, 1635); Peter Heylyn, The History of the Sabbath (Londres, 1636); James A. Hessey, Sunday: Its Origin, History, and Present Obligation (Londres, 1866); Wilhelm Thomas, Der Sonntag im fruhen Mittelater (Gottingen, 1929); C. S. Mosna, Storia della Domenica dalle Origini fino agli Inizi del V Secolo (Roma, 1969); D. A. Carson, ed., From Sabbath to Lord’s Day: A Biblical, Historical and Theological Investigation, 1980.
176 Este riesgo ha sido expresado también por P. Falsioni, en Rivista Pastorale Liturgica (1967), pp. 311, 229, 97, 98; (1966), pp. 549-551. En términos semejantes, Beckwith y Stott declaran: “Es extremadamente dudoso que el domingo cristiano hubiese sobrevivido hasta hoy si la actitud actual (según la opinión de Rordorf) hubiese prevalecido en el pasado; y si continúa la actitud que se está generalizando en nuestros días, es igualmente improbable que sobreviva en el futuro” (p. ix).
177 Beckwith observa que, “si Jesús consideraba el sábado como puramente ceremonial y puramente temporal, es extraño que le conceda tanta atención en sus enseñanzas, y que en ninguna de ellas mencione su carácter temporal. Esto es aún más sorprendente cuando recordamos cómo subrayó el carácter temporal de otros aspectos del ceremonial del Antiguo Testamento, como las leyes de purificación en Marcos 7:14 al 23 y Lucas 11:39 al 41, o el Templo (con sus sacrificios) en Marcos 13:2 y Juan 4:21. Al contrario, según hemos visto, parece hablar del sábado en Marcos 2:27 como de uno de los preceptos inmutables para toda la humanidad” (p. 26; cf. pp. 2-12).
178 Beckwith, pp. 45, 46. Beckwith y Stott ven el sábado como una disposición procedente de la Creación, inalterable, pero transferida al descanso dominical, bajo un punto de vista heredado de la teología tomista (ns. 115, 116, 117) y compartida por Calvino (ns. 173-181); Richard Hooker, Laws of Ecclesiastical Polity (1597), t. 70, p. 3; fórmulas de fe como la Confesión de Westminster y el Sínodo de Dort; E. W. Hengstenberg, Uber den Tag des Herrn (1852); recientemente por J. Francke, Van Sabbat naar Zondag (Amsterdam, 1973); Karl Barth, Church Dogmatics, 1956, III, pp. 47-72; Paul K. Jewett (en parte), The Lord’s Day: A Theological Guide to the Day of Worship (1971); Francis Nigel Lee, The Covenantal Sabbath (1966). El estudio de Lee, aunque patrocinado por la Lord’s Day Observance Society [Sociedad para la observancia del Día del Señor], difícilmente puede ser tomado en serio a causa de sus excentricidades. Tiene un apartado, por ejemplo, en el que especula acerca del “sábado y el pecado original” (pp. 79-81).
179 Beckwith y Stott, pp. 141, 143.
180 Ver especialmente los primeros cuatro capítulos de mi libro From Sabbath to Sunday, en el que examino los presuntos argumentos bíblicos sobre el origen apostólico del domingo.
181 Nahum M. Sarna, p. 21, indica que “el séptimo día es lo que es porque Dios lo escogió, y lo bendijo y lo santificó. Su carácter sagrado es parte del orden cósmico divinamente establecido. Por lo tanto, no puede ser abrogado por el hombre, ya que su santidad es independiente de la actitud humana”.
182 Elizabeth E. Platt, “The Lord Rested. The Lord Blessed the Sabbath Day”, Sunday 66 (1979), p. 4.
183 Este aspecto del mensaje del sábado se examina en el próximo capítulo y en el VI, parte IV.3, en el apartado titulado “El sábado y la crisis ecológica”.
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