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Colección Indócil ballenato
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Primera edición, abril de 2012
Director general: Alejandro Zenker
Coordinadora editorial: Fatna Lazcano
Director de la colección Indócil ballenato: Víctor Roura
Cuidado editorial: Elizabeth González
Coordinadora de producción: Beatriz Hernández
Coordinadora de edición editorial: Itzbe Rodríguez Ciurana
Portada: Xiluén Zenker
Agradecemos el apoyo para esta publicación al Centro Cultural El Juglar, A. C.
© 2012, Solar, Servicios Editoriales, S.A. de C.V.
Calle 2 número 21, San Pedro de los Pinos.
Teléfonos y fax (conmutador): 5515-1657
solar@solareditores.com
www.solareditores.com
www.edicionesdelermitano.com
ISBN 978-607-8312-23-8
Hecho en México
Índice
De la espera de la vida y la muerte
El cuento de la lluvia
Relámpago (28 de julio)
Luciérnaga
Agua salada
Así, aquí
Desnudo
Sirenas
Sábanas
Los motivos de la serpiente
Claro de Luna
Las horas
Luces
Lunares
Luna vacía
Y un día despiertas
Aniversario
Una vez más
Aromas
Infinito
Adiós
Árboles y ballenas
Diez y trece
Mujer luciérnaga
Invierno
Jardín
Evolución
Marzo
Los gatos
Encajes negros
Padre
Mi Luna
Lejos
Como toda la gente
Boleto 40-2000
Trenes
Hoy
Profunda muerte
Ser universal
Una mujer y un hombre
a Alfredo
De la espera de la vida y la muerte
¿Has aprendido a esperar?,
te preguntarás en el umbral del atardecer.
Por la noche aguardarás el amanecer
y, con él, reanudar
—qué bella palabra—
los vínculos con la vida.
Al final de la jornada
el sueño los desatará
y vagarás por la luna
o las profundidades del mar
y encontrarás a la ballena
que se llevó a tu padre
y revivirás el adiós
en la magia del sueño
donde es posible
hallar y perder
la pequeña muerte
que a diario ensaya la vida.
¿Has aprendido a esperar?,
te preguntarás en el atardecer
¿Cuál será tu respuesta?
Que el final no es definitivo,
sino infinito.
Que has aprendido a guardar
esperanzas de resucitar
en un arcoiris o en un cantar.
Y si preguntasen a una mujer:
¿qué espera en su ser?
Ella dirá: espero la vida.
Esa palabra nos determina:
somos hijos de la espera,
nadie ha nacido
de un árbol o de una piedra.
Somos hijos de la espera.
¿Quién habrá de juzgar una espera?
Todos lo hacemos
y sólo la que alumbró
una vida habrá de saber esperar:
la continuidad de su esencia.
¿Has aprendido a esperar?
Acaso las lumbres que encendiste
te responderán.
El cuento de la lluvia
Existió una mujer que buscó el tiempo de ver llover.
Era muy joven y veía el comienzo de la lluvia
añorando un espacio propio
en donde detener sus afanes
para contemplar la caída del agua.
Sabía que esa visión encerraba un presagio
y se dolía de no hallar el tiempo para descifrarlo.
Al pasar las estaciones
una y otra vez
cierta tarde se detuvo en la lluvia.
Y no halló ya el presagio sino la certeza
de haber encontrado el tiempo y
melancólicamente
sus ojos se llenaron de lluvia.
Relámpago (28 de julio)
Llovió y todo fue igual.
El mismo extrañamiento
ante todo el rededor.
¿Qué pasa, qué no pasa?
La sensatez, la cordura,
el destino, la locura.
Si todo está dicho y todo está trazado,
¿por qué me obstino
en no irme sola a la muerte,
tal como llegué contigo, vida?
No lo puedo responder.
No lo sé.
Me hundo y me salvo.
Esta sensación de ahogo es mitológica.
A diario vuelvo a vivir la misma asfixia
de morir sin muerte.
De seguir el viaje sin retorno,
sola, y captar que la vida
sólo ahí es un relámpago
predecesor de la tormenta
en la que habré, también,
de conocerte muerta.
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