Johannes Kepler

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En lo que a monografías se refiere, dada la excepcional trascendencia de la Astronomia nova (1609), señalamos la existencia de un estudio hoy por hoy imprescindible para comprender el complejo proceso de gestación teórica y redaccional de esa obra y que por tanto complementa admirablemente la biografía de Caspar. Nos referimos a James R. Voelkel, The Composition of Kepler’s ‘Astronomia nova’, Princeton University Press, Princeton y Londres, 2001. El volumen colectivo, editado por Edouard Mehl con la colaboración de Nicolas Roudet, Kepler. La physique céleste: Autour de l’Astronomia nova’, Les Belles Lettres, París, 2011, recoge importantes contribuciones sobre el tema de diferentes estudiosos.
Sobre el Harmonice mundi (1619), la obra cumbre de Kepler desde su propia perspectiva, admirablemente presentada por Caspar (infra, pp. 285-310), resulta asimismo imprescindible en estos momentos el libro de Bruce Stephenson –autor de una también fundamental Kepler’s Physical Astronomy, reimpresión Princeton University Press, Princeton, 1994–, The Music of the Heavens: Kepler’s Harmonic Astronomy, Princeton University Press, Princeton, 1994.
Son importantes sobre la nueva concepción de la astronomía y sus fundamentos filosóficos y religiosos: Rhonda Martens, Kepler’s Philosophy and the New Astronomy, Princeton University Press, Princeton y Oxford, 2000 –donde se insiste en la deuda de Kepler con Aristóteles–; Job Kozhamthadam, The Discovery of Kepler’s Laws: The Interaction of Science, Philosophy, and Religion, University of Notre Dame Press, Notre Dame, 1994.
En lo que hace referencia a la atmósfera intelectual en la Tubinga de Kepler y las premisas teológicas de su pensamiento, es muy rico el estudio de Charlotte Methuen, Kepler’s Tübingen: Stimulus to a Theological Mathematics, Ashgate, Brookfield, Vt., 1998. Sobre la relación de Dios y matemáticas y la identificación de Dios con las verdades matemáticas, así como sobre la reacción crítica de Descartes en su doctrina de la creación de las verdades eternas, es fundamental y rico de sugerencias Jean-Luc Marion, Sur la théologie blanche de Descartes: Analogie, créations des vérités éternelles et fondement, P.U.F., París, 1991.
Para la relación de Kepler con la astrología y su reforma de esta disciplina es imprescindible Patrick J. Boner, Kepler’s Cosmological Synthesis: Astrology, Mechanism and the Soul, Leiden, Brill, 2013.
Por lo que hace a la relación de Kepler con las confesiones religiosas, sus concepciones políticas, su actitud ante la reforma gregoriana del calendario, y en general su posición ecuménica y verdaderamente «católica», es importante el reciente estudio de Aviva Rothman, The Pursuit of Harmony: Kepler on Cosmos, Confession, and Community, The Univeristy of Chicago Press, Chicago y Londres, 2017.
Sobre el personalmente dramático proceso de brujería contra su madre y la decidida defensa de Kepler, puede leerse con provecho el libro de Ilunka Rublack, The Astronomer and the Witch: Johannes Kepler’s Fight for his Mother, Oxford University Press, Oxford, 2017.
Dada la importancia de la relación de Kepler con Galileo, se puede encontrar una muy buena confrontación –si bien algo escorada de la parte de Galileo– en Massimo Bucciantini, Galileo e Keplero: Filosofía, cosmologia e teologia nell’età della Controriforma, Einaudi, Turín, 2003 –hay trad. francesa, Galilée et Kepler, Les Belles Lettres, París, 2008–. Y dado el papel de Galileo y Kepler en la cuestión del telescopio y los primeros descubrimientos astronómicos con ese instrumento, es recomendable la lectura de Massimo Bucciantini, Michele Camerota, Franco Giudice, Il telescopio di Galileo: Una storia europea, Einaudi, Turín, 2012.
Todas las referencias bibliográficas anteriores remiten a libros. Tomar en cuenta artículos de revista hubiera sido una empresa, además de imposible, enojosa para el lector. Se nos permitirá, no obstante, mencionar un artículo magistral que ilustra la introducción de Kepler del término «órbita» para designar la trayectoria de un planeta en torno al Sol como resultado de la acción de fuerzas físicas –dinámica o física celeste, como reza el subtítulo de la Astronomia nova– en sustitución de la vieja cinemática de las esferas celestes portadoras de los planetas inmóviles, dando así solución a la cuestión de A quo moventur planetae? Se trata del artículo de Bernard R. Goldstein y Giora Hon, «Kepler’s Move from Orbs to Orbits: Documenting a Revolutionary Scientific Concept», Perspectives on Science, 13, 2005, pp. 74-111. Y el lector nos disculpará si, dada la importancia de la discusión de Kepler con Giordano Bruno acerca del universo infinito y la pluralidad de sistemas solares con planetas girando en torno a las estrellas-soles,8 osamos terminar con una referencia a nuestro artículo «Kepler and Bruno: On the Infinity of the Universe and of Solar Systems», Journal for the History of Astronomy, 39, 2008, pp. 469-495.
MIGUEL Á. GRANADA
Universidad de Barcelona
1. El volumen XVIII, que recoge la correspondencia de los años 1620-1630, se publicó en 1959, tres años después de la muerte de Caspar, que murió antes de completar la edición del volumen, cuya terminación corrió a cargo de su colaborador Franz Hammer. Merece señalarse la colaboración en la edición de las obras de Kepler de Martha List, a quien también agradece Caspar su colaboración en la redacción de la presente biografía.
2. Véase infra, p. 54 y M. Caspar, Johannes Kepler, trad. de C. D. Hellman, Abelard-Schu-man, Londres 1959. Sobre el cometa véase C. D. Hellman, The Comet of 1577: Its Place in the History of Astronomy, Columbia University Press, Nueva York, 1944.
3. Max Caspar, Kepler, traducido y editado por C. Doris Hellman, con una nueva introducción y referencias de Owen Gingerich, citas bibliográficas de Owen Gingerich y Alain Segonds, Dover Publications, Nueva York, 1993.
4. De Owen Gingerich, además de los títulos recogidos en la Bibliografía de esta obra, queremos recordar su importantísimo An Annotated Census of Copernicus’ ‘De revolutionibus’ (Nuremberg, 1543 and Basel, 1566), Brill, Leiden-Boston-Colonia, 2002. Alain Segonds, además de autor de una riquísima traducción francesa del Mysterium Cosmographicum (J. Kepler, Le secret du monde, Les Belles Lettres, París, 1984; 2ª ed. Gallimard, Paris, 1993), es el autor en colaboración con Nicholas Jardine de la reciente La guerre des astronomes: La querelle au sujet de l’origine du système géohéliocentrique à la fin du XVIe siècle, dos vols. en tres tomos, Les Belles Lettres, Paris, 2008, que ofrece una nueva edición crítica de la Apología de Tycho contra Ursus, acompañada de traducción francesa, en el marco de un estudio exhaustivo de esta obra y este momento de la vida de Kepler, así como de su relación con Tycho Brahe (1597-1601). Este importantísimo trabajo, lamentablemente no recogido entre los títulos recientes añadidos a la «Bibliografía» de esta edición, complementa el breve espacio concedido por Caspar a este componente de la relación de Kepler con Brahe (véase infra, pp. 126 y 137 s.). Y ya que hemos mencionado la obra de Copérnico, creemos útil señalar al lector la reciente edición crítica con traducción francesa y extensísimo comentario, que mejora en muchos puntos la edición alemana recogida infra, p. 492: Nicolas Copernic, De Revolutionibus orbium coelestium / Des révolutions des orbes célestes, edición de M.-P. Lerner, A.-P. Segonds et J.-P. Verdet, 3 vols., Les Belles Lettres, Paris, 2015.
5. Trad. española: Los sonámbulos: el origen y desarrollo de la cosmología, Salvat, Barcelona, 1986, pp. 171-336.
6. Véase infra, pp. 378-383.
7. Véase en la presente edición las páginas 27 s.
8. En 2009 –año internacional de la astronomía, en recuerdo y homenaje al 400 aniversario de la publicación de la Astronomia nova de Kepler, que iniciaba la astronomía moderna– la NASA lanzó al espacio la sonda bautizada con el nombre de Kepler para la búsqueda de planetas extrasolares, especialmente planetas de tamaño similar a la Tierra y situados en una zona de habitabilidad con respecto a su estrella. Mientras estuvo operativa, la sonda Kepler encontró un total de 2740 candidatos a exoplanetas, y se han confirmado 114 planetas en 69 sistemas. En enero de 2013, los astrónomos del Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics (CfA) utilizaron datos de Kepler para estimar en «por lo menos 17 000 millones» los exoplanetas de tamaño similar a la Tierra que existen en la Vía Láctea (véase Wikipedia, «Kepler (satélite)»). El proyecto, sin embargo, estaba en contradicción con las concepciones más fundamentales de Kepler, que merece sin duda mucho más que el nombre de una sonda, pero estaba convencido de que el Sol era un astro único y sólo existían los seis planetas que lo circundan en consonancia con los cinco sólidos regulares que determinan sus distancias al centro solar. Coincidía, por el contrario, con las concepciones de Giordano Bruno, decididamente rechazadas por Kepler en su De stella nova (1606) y en la Dissertatio cum Nuncio Sidereo (1610).
Prólogo de la traductora
Johannes Kepler es uno de los personajes más atractivos de la historia de la ciencia, tal vez por la trascendencia de sus aportaciones científicas, o por el rigor intelectual que guiaba sus reflexiones científicas, filosóficas y religiosas, o por la integridad que manifestó siempre a pesar de las dificultades, o por el carácter novelesco de su vida, o quizá por todo eso junto. Como el mismo Max Caspar afirma en el prólogo de su biografía, estas son las claves que explican la simpatía que despierta Kepler en las generaciones que lo han sucedido. Pocos personajes comparables suscitan tanta fascinación en el público general y, sin embargo, el panorama editorial en castellano disponía hasta hace unos años de una oferta muy limitada de textos sobre Kepler y de Kepler, en contraste con la abundancia de bibliografía existente sobre otros pensadores de su misma época. Por suerte, en los últimos años el panorama editorial en castellano ha apostado por Kepler, y se han publicado diversas obras sobre su producción científica y hasta traducciones al castellano de obras suyas.
El erudito alemán Max Caspar (1880-1956) dedicó su vida entera al estudio de Kepler. Realizó múltiples análisis, traducciones y ediciones de las obras del astrónomo, pero sus dos mayores proyectos consistieron en la edición de las obras completas de Kepler (Johannes Kepler Gesammelte Werke) y en la elaboración de la biografía cuya traducción al español presentamos aquí. Esta biografía fue aclamada desde su aparición por su profundidad y rigor, puesto que aborda todos los aspectos de la vida de Kepler, desde el ámbito científico hasta el más personal. Un volumen de esta calidad solo podía materializarlo un autor alemán con sólidos conocimientos tanto científicos como teológicos e históricos, así como de lengua alemana antigua y de latín. La biografía elaborada por Caspar sigue siendo hoy la fuente de referencia esencial para quienes aspiran a obtener una visión integral de la figura de Kepler. El ensayo Los sonámbulos de Koestler, que se convirtió desde su publicación en castellano en la principal referencia biográfica sobre Kepler para hispanohablantes no especialistas, se evidencia permeado de influencias casparianas de principio a fin, hasta el punto de ser inconcebible sin el trabajo previo del erudito alemán. Tanto la biografía que escribió Caspar como el trabajo de Koestler han aportado contenidos y emoción a obras posteriores, entre ellas la novela Kepler, de John Bainville. Todas las historias de la astronomía publicadas desde la década de 1950 atribuyen un lugar destacado a la biografía que escribió Caspar. Sin embargo, el universo castellanohablante no dispuso de esta obra fundamental de referencia hasta el año 2003, cuando la traducción que presentamos ahora en PUV apareció publicada por primera vez en castellano. Quince años después, con aquella edición descatalogada, hay lectores que siguen interesándose por la adquisición de esta obra, y no pocos científicos me han insistido desde entonces en que promoviera la reedición en castellano de este trabajo intemporal y único. Las amables indicaciones que recibí desde el primer momento por parte de Juan Pérez Moreno, editor de PUV, y el criterio favorable del Consejo Editorial de esta casa fueron decisivos para la consecución de ese objetivo.
Las dificultades que plantea un trabajo de traducción como este explican que la publicación de esta obra en castellano tardara tanto en llegar. La abundancia de citas originales de la época de Kepler, las complicaciones añadidas que plantean los contenidos científicos, unidas al estilo y la erudición de Caspar y a la sintaxis tradicional alemana, requieren un esfuerzo adicional de investigación, asesoramiento y contraste de fuentes. Con el cotejo y la reelaboración de cada ángulo y cada pasaje conflictivo, pero, sobre todo, con grandes dosis de tiempo, interés y entusiasmo, espero haber logrado un equilibrio adecuado entre la flexibilidad de la lengua española y el peculiar estilo de Caspar. Confío en que el resultado satisfaga las expectativas de los estudiosos de la historia de la astronomía, de la teología y la filosofía que no estén en condiciones de consultar el original alemán. A la vez, esta versión castellana ofrecerá un texto de referencia para astrónomos profesionales y aficionados y, en general, para todos los admiradores de la figura personal y científica de Kepler que hasta ahora habían tenido que conformarse con fuentes secundarias, parciales o incompletas.
Verter a una lengua universal y de cultura como el español la monumental obra biográfica de Caspar, honra y difunde el esfuerzo, la pasión, el rigor y la exhaustividad de este estudioso alemán del siglo XX. Al mismo tiempo, espero que hacer accesible este texto a la inmensa comunidad hispanohablante sirva para rendir tributo a la memoria de Kepler, cuyo conocimiento y reconocimiento aún deberían aumentar en nuestro entorno para alcanzar el nivel que corresponde a su talla intelectual y humana.
Caspar introdujo en su obra multitud de citas textuales cuyas fuentes se identifican en la versión original en alemán en un apéndice al final del libro. Una novedad de la versión en castellano de la obra es que, para facilitar la localización de estas citas textuales, se han insertado llamadas numéricas (entre corchetes y en los lugares correspondientes del texto en castellano) que remiten a este apéndice.
La idea de traducir esta obra surgió de David Galadí-Enríquez años antes de que se publicara por primera vez en castellano en el año 2003, y yo tuve la osadía de aceptar el desafío. Sin su iniciativa, apoyo, paciencia, asesoramiento científico y sugerencias constantes, esta obra no existiría hoy en el mercado editorial en español. Aprovecho estas líneas para manifestarle mi agradecimiento expreso y más sincero.
Como he comentado más arriba, la presente traducción planteó una serie de dificultades que solo pude salvar con la colaboración desinteresada de un buen número de personas que quiero agradecer aquí. Me habría sido imposible resolver multitud de detalles lingüísticos conflictivos sin la inestimable ayuda de Macià Riutort Riutort (Universitat Rovira i Virgili), Hugo Kubarth (Karl-Franzens-Universität Graz), Ramón López Gordillo, María Teresa Galadí Enríquez, Cristina Rodríguez Díaz, Doris Gigerl y José Luis Rodríguez Moreno. La diversidad del quehacer intelectual y la aventura vital de Kepler han requerido el empleo de terminología de disciplinas específicas en las que no soy experta, y para la que he contado con la amable colaboración de muchas personas más. Entre ellas quisiera mencionar a Inmaculada González López y Ramón López Gordillo por su ayuda con la terminología jurídica, y a Carlos Briones Llorente, Miriam Ridruejo Santamaría y Carolina Fraile Maldonado por su asesoramiento en cuestiones musicales. A todos ellos, mi agradecimiento más sincero.
Además, para concluir con éxito un proyecto de traducción como este he necesitado ayuda en aspectos que exceden lo lingüístico y conceptual, desde el aporte de ideas, material diverso y apoyo logístico, hasta el asesoramiento editorial y la búsqueda de contactos personales y profesionales. Quiero agradecer el auxilio brindado en todo este tipo de asuntos por Marisa Barreno Rodríguez, Enrique Ellemberg, María Teresa Galadí Enríquez y Miguel Ángel Sabadell Melado. Gracias a Silvia Behrend Kupiec, José Antonio Cantos Rueda, José Caro Ramón, Antonio Gaspar García, Reyes Peláez Muñoz, María de los Ríos Pinés y Ana María Valverde García por la colaboración prestada en cuestiones puntuales.
Mi agradecimiento más sincero también a Eduardo Battaner López y a Vicent J. Martínez García por creer en este trabajo sin reservas y apoyarlo abiertamente para lograr su nueva publicación.
Por último, todo lo anterior no habría tenido ningún sentido si Juan Pérez Moreno y el Consejo Editorial de PUV no hubieran respaldado la nueva publicación de esta obra en castellano en esta editorial. A todo el equipo de PUV, gracias por la confianza depositada en este proyecto.
DULCINEA OTERO-PIÑEIRO
Monachil, abril de 2018
Prólogo del autor
Siempre que se pronuncia el nombre de Kepler se aguzan los oídos de muchos. El mundo científico alaba al gran portador de ese nombre como el sabio que abrió nuevos caminos para la astronomía con el descubrimiento de las leyes planetarias. Pero con toda seguridad los especialistas no son los únicos que se complacen en estudiarlo, ni tan siquiera los que lo hacen en primer lugar. El círculo de sus simpatizantes llega mucho más allá. Se puede decir que entre los hombres que ampliaron y afianzaron el conocimiento humano con resultados fecundos y geniales en la minuciosa tarea científica, no hay ninguno que goce de tan amplia acogida como Kepler. Y ello a pesar de que su restringido campo de estudio está alejado de la gran mayoría, y es difícil entender y apreciar por completo el legado de su trabajo intelectual. El aura de su personalidad cautiva a muchos con su hechizo; la nobleza de su humanidad le granjea amistades; las vicisitudes de su vida mueven a la solidaridad; el misterio de su compenetración con la naturaleza seduce a todos los que buscan en el universo algo más y distinto a lo que ofrece la ciencia rigurosa. Todos ellos sienten en su interior aprecio y cariño hacia este hombre singular. Porque quien penetra una sola vez a la zona de radiación que lo circunda, nunca más vuelve a salir.
Dadas las circunstancias, extraña que hasta ahora no dispongamos de ninguna biografía de Kepler que por su extensión y contenido atienda las demandas que, con razón, exigen de una obra semejante tanto los estudiosos como los aficionados a la astronomía. En los últimos años solo han aparecido unos cuantos relatos breves que resultan insuficientes porque no ofrecen más que una pincelada rápida que solo permite intuir la gran riqueza de su vida y obra. Es verdad que algunas biografías más tempranas son extensas, pero anticuadas o fragmentarias, en parte incluso parciales, en sus consideraciones. No enumeraré aquí esos trabajos. Christian Frisch nos brinda la obra de este tipo más extensa hasta la fecha en el último tomo de su valiosa edición de las obras completas de Kepler (1858-1871). Sin embargo, esta biografía no sigue una exposición lineal, ni un desarrollo metódico, sino que ofrece una recopilación de datos de la vida de Kepler dispuestos con meticulosidad un año detrás de otro que sirven como fuente valiosísima para un biógrafo. La presentación más antigua de la vida de Kepler se la debemos al erudito de Leipzig Michael Gottlieb Hansch, la cual incluyó en la introducción a su publicación una parte del epistolario kepleriano en 1718. Esta obra constituye la base de las biografías posteriores. Sin embargo, el estudio de Kepler ha sacado a la luz mucho material nuevo desde entonces, principalmente por la aportación de Christian Frisch, aunque después de él ha habido una serie de figuras destacadas entre las que merece una mención especial Walther von Dyck. Todas estas aportaciones tienen gran relevancia para el estudio de la vida y la obra de Kepler, y quien no conozca por completo los resultados de estos trabajos de investigación corre el riesgo de incorporar y perpetuar los errores que en algún momento han llegado a deslizarse. A ello se debe también que en la bibliografía sobre Kepler encontremos constantemente afirmaciones falsas, o al menos sesgadas, que un autor ha tomado de otro por no recurrir a las fuentes. Es evidente que quien pretenda exponer y valorar en adelante no ya la vida de Kepler, sino también su producción intelectual, debe estudiar cuando menos sus obras principales, que son de una complejidad indudable. Sin embargo, es fácil comprobar que este requisito no lo satisfacen en absoluto todos los autores.
Estas observaciones críticas no deben interpretarse como reproches. La extensión tanto de las obras y cartas de Kepler como de la bibliografía que versa sobre él, explica la existencia de vicios como los mencionados. El análisis de todo ese material requiere un esfuerzo de muchos años. Considero una gran suerte que me permitieran dedicarme durante decenios al estudio de la vida y la obra de este gran hombre, y encargarme desde hace varios años de la nueva edición completa de sus obras, ahora en curso. Por eso me gustaría creer, además, que el público lector captará mi vocación al presentar aquí una exposición de su vida y obra. Lo que ofrezco surgió del estudio de aquello a lo que encomendé mi vida. La oportunidad externa para escribir esta obra se me presentó cuando, después de la derrota,1 se produjo una pausa en la prosecución de las obras completas.
Quien emprende la tarea de exponer la biografía de Kepler a partir de las fuentes, queda asombrado por la profusión de pequeños detalles que revelan. Se han conservado alrededor de cuatrocientas cartas de su puño y letra en las cuales, con su habitual tono expresivo, comenta a menudo acontecimientos y sentimientos, preocupaciones y alegrías de su vida, junto a controversias científicas. También contamos con unas setecientas cartas dirigidas a él, que aportan aclaraciones valiosas sobre sus intereses y sus contactos. Varios cientos de documentos adicionales concernientes a su vida esclarecen su situación financiera, sus quehaceres profesionales, su relación con los príncipes electores y las autoridades de los que dependía, así como más de un acontecimiento familiar. A todo ello hay que sumar aún las innumerables notas familiares que tomó para sí mismo y las múltiples observaciones personales que dejó deslizarse en las obras que publicó. La elaboración de este volumen fue posible porque dispongo de reproducciones fotográficas, en miles de hojas, de todos estos documentos, y porque cuento con gran parte de las obras de Kepler y la bibliografía que versa sobre él, a pesar de que por entonces no se me permitía el acceso a las bibliotecas públicas.
El presente libro se basa sobre todo en esos documentos y en las obras publicadas por el propio Kepler. No se ha adoptado nada esencial de otros escritos sin haberlo verificado previamente con las fuentes. Para la literatura empleada debo remitirme a la obra Bibliographia Kepleriana, editada por mí mismo en 1936, donde se recopila la totalidad de las obras sobre Kepler. Aunque el libro que nos ocupa también satisface las demandas del rigor científico, he evitado cubrirlo con el manto de una ostentación docta para atribuirle un crédito mayor. El material para hacerlo estaría ciertamente disponible. Pero, como no he escrito la obra tan solo con fines eruditos, quise presentarla sin interrumpir constantemente la lectura con notas de aclaraciones críticas, con comprobaciones aisladas y con apuntes bibliográficos. Por la misma razón, tampoco aparecen las referencias de las innumerables citas textuales en las que cedo la palabra al propio Kepler.2 Estas se reproducen, eso sí, con la mayor fidelidad posible, de manera que se puede confiar en su legitimidad.
La abundancia de erudición, con todo lo satisfactoria que resulta, crea no obstante ciertas dificultades expositivas. Requiere un examen cuidadoso y una planificación muy meditada de la estructura y el contenido. Sin perder el hilo principal, procuré dar vida a cada escena con la incorporación de detalles menores. También insisto en exponer del modo más completo posible los sucesos vitales que me parecieron significativos en alguna medida. He concedido un valor especial a la descripción del marco temporal, del entramado de la vida personal de Kepler y de las circunstancias y los acontecimientos políticos. Solo así se dibuja con claridad la figura del hombre que supo vencer de manera ejemplar las adversidades que se cruzaron en su camino.