La sexualidad es quizá el componente más importante de nuestras vidas. Tratarla desde detrás de una cortina, como si sus causas y sus consecuencias no fuesen la simiente de las motivaciones humanas, es relegar a un rincón una de las piezas fundamentales con las que construimos nuestra cotidianeidad. Porque, a fin de cuentas, ¿cuántas vidas no han comenzado (y cuántas más no habrán terminado) por un arranque de deseo?
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Las historias que Sandro Cohen nos relata en «Por la carne también» versan sobre situaciones humanas comunes y corrientes, con la diferencia de que éstas son tratadas sin el velo del pudor que nos permite verlas (y de paso vernos a nosotros mismos) en carne viva.