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En primer lugar, previo a modificar la duración teórica de las carreras, las instituciones universitarias deben identificar los factores que explican el retraso en la titulación. Entre ellos figuran la alta tasa de deserción, el fracaso académico y la falta de un sistema de acompañamiento cercano para los estudiantes con dificultades de aprendizaje. Especial mención requiere la nivelación de los estudiantes en los primeros semestres, reflejo de la diferente calidad del sistema escolar. Un segundo aspecto está relacionado con temas curriculares que exigen un proceso de cambio en la cultura académica. En este sentido, la modificación del tiempo de dictación de los cursos, de semestres a trimestres, por ejemplo, es una estrategia que puede colaborar con una mejor utilización del tiempo. Es necesario identificar los conocimientos fundamentales del currículo de pregrado respecto de aquellos que se deben abordar en el posgrado. El desafío supone articular de manera apropiada estas dos etapas de la formación universitaria.
La experiencia internacional revela que es posible formar profesionales en un tiempo menor; sin embargo, esto debe estar acompañado de varios factores: una oferta curricular articulada en el tiempo, instrumentos que permitan la educación continua, sistemas de certificación de competencias, y un mercado laboral flexible que esté dispuesto a validar y emplear a los profesionales en sus diferentes etapas de formación.
Un tercer aspecto lo constituyen las actividades de graduación. Es positivo que la mayoría de los programas hayan eliminado las tesis de pregrado e incorporado los exámenes profesionales o actividades de graduación en el posgrado. Por otra parte, la exigencia de 10 semestres cursados para el contrato en la administración pública debe suprimirse a la brevedad. Un cuarto factor es que en nuestro país el diploma universitario habilita para ejercer la profesión, lo que no es así en la mayoría de los países desarrollados en los que, además del primer grado universitario, se requiere de un magíster u otros estudios.
La experiencia internacional revela que es posible formar profesionales en un tiempo menor; sin embargo, esto debe estar acompañado de varios factores: una oferta curricular articulada en el tiempo, instrumentos que permitan la educación continua, sistemas de certificación de competencias, y un mercado laboral flexible que esté dispuesto a validar y emplear a los profesionales en sus diferentes etapas de formación. Los cambios curriculares suponen monitorear el entorno con estudios de seguimiento de los egresados y empleadores de una manera sistemática.
La duración de las carreras universitarias es un tema que requiere una mirada global para poder identificar los factores que aseguren la calidad y utilizar el tiempo de educación universitaria de la mejor forma. El desafío propuesto de examinar los currículos y contenidos es muy importante. Este proceso permite evaluar la pertinencia de lo que se enseña, con un diálogo permanente con la sociedad que acoge a nuestros egresados.
Publicado en el diario La Tercera el 13 de abril de 2012.
Análisis de la deserción universitaria
Recientemente, el ministro de Educación destacó la importancia de disminuir los niveles de deserción de las carreras universitarias, con el objeto de mejorar el rendimiento de las universidades en la formación de científicos y profesionales. Esta labor es muy importante para poder contener los costos de las carreras. Así, anunció que la deserción de las carreras en las instituciones tendrá una influencia en la determinación de los nuevos aranceles de referencia. La deserción es un tema muy importante, en el cual existen varias aristas y puntos a considerar.
En primer término, definimos deserción como el abandono de un estudiante de una institución, y aquí lo prioritario es conocer sus causas. Los principales motivos se relacionan con problemas socioeconómicos del estudiante y su familia, con dificultades de orientación vocacional y con un rendimiento académico insuficiente. Así, podemos actuar en cada uno de los factores, considerando un apoyo significativo en becas y créditos; creación de programas de formación general y orientación académica; y apoyo remedial y cursos de nivelación para los alumnos con mayores necesidades, en especial en los primeros años, en donde se observa la mayor deserción. Especial mención requiere la nivelación de los estudiantes debido a la desigual calidad del sistema escolar de origen. Es necesario evaluar los contenidos curriculares y las competencias que cada estudiante debiera dominar. El desafío supone articular los diferentes contenidos y etapas de la formación universitaria.
Las acciones a realizar deben instalar al estudiante en el centro de la atención e interés de las instituciones universitarias; solo asi se podrá avanzar en una educación superior centrada en la persona y en el desarrollo integral de los estudiantes
En segundo lugar, la deserción varía entre las instituciones, y al interior de cada una de ellas es diferente dependiendo de áreas y carreras. El rango de deserción a los tres años en las universidades del Consejo de Rectores varía entre 17% y 51%, lo que influye en el costo final de la matrícula. Nuestra institución –la de menor deserción del sistema universitario– tiene tasas al término del primer año de 3,6%; del segundo, de 9,2%, y del tercero, de 17%. En todas las universidades existe relación entre la proveniencia educacional y la deserción. Alumnos de establecimientos municipales y subvencionados tienen tasas más altas de las que exhiben los alumnos de colegios particulares. Las acciones a implementar aquí tienen que ver con las ayudas socioeconómicas y con los apoyos remediales desde el punto de vista académico. Es notable destacar iniciativas para disminuir las tasas de deserción implementadas por universidades con altos porcentajes de alumnos vulnerables.
Un tercer aspecto a considerar es que hay una diferencia significativa entre las distintas carreras y áreas del saber y sus tasas de deserción. Las carreras con alta exigencia de ingreso en nuestra universidad, elegidas en primera preferencia, muestran niveles de deserción muy bajos. Por el contrario, carreras con menores puntajes de ingreso, o que son elegidas en segunda prioridad por los estudiantes, son las que presentan una mayor deserción. En este sentido, la creación de licenciaturas en estudios generales, como nuestro Programa College, junto a una adecuada orientación vocacional pueden tener un impacto en la disminución de la deserción. Así también, jóvenes con rendimiento escolar en el 10% superior de sus cursos presentan un menor nivel de deserción, lo que sugiere la importancia del hábito y esfuerzo en el logro de las metas educacionales.
En resumen, la deserción y duración de las carreras universitarias son temas complejos que requieren una mirada global para identificar los factores que permitan asegurar la calidad y equidad en la educación universitaria. Si bien la deserción es un elemento crucial a analizar y se deben tomar todas las acciones para disminuirla, es importante destacar que el dato global y aislado puede llevar a equívocos. De esta manera, el análisis detallado de las tasas de deserción y de los costos de las carreras adquiere un sentido para implementar cambios en la formación de nuestros alumnos. Las acciones a realizar deben instalar al estudiante en el centro de la atención e interés de las instituciones universitarias. Solo así se podrá avanzar en una educación superior centrada en la persona y en el desarrollo integral de los estudiantes.
Publicado en el diario El Mercurio el 16 de mayo de 2012.
Aseguramiento de la calidad en educación superior
Debido a la evaluación internacional del sistema de Acreditación, el Ministerio de Educación ha formado una comisión de expertos para analizar su estado actual. Mejorar la calidad de las instituciones de educación superior debe ser el punto central de las reformas que se llevan a cabo en nuestro país. Este proceso debe incluir a todos los niveles de nuestra educación, y requiere modificaciones significativas en tres ejes fundamentales: acreditación, fiscalización e información relevante y transparente para una decisión informada de los estudiantes y sus familias.
Es necesario reconocer la diversidad de instituciones que componen el sistema de Educación Superior. Estas se diferencian en universidades complejas, con diferentes grados y niveles de docencia e investigación, y otras de predominio docente. El fortalecimiento y obligatoriedad del sistema de acreditación debe hacer más exigente el proceso de evaluación, cuyo foco principal hoy está puesto en los procesos, operación y funcionamiento. A estos habría que incorporar otros indicadores, tales como resultados en las pruebas de egreso, calidad de sus programas, competencias de profesores y empleabilidad de sus titulados. Además, es necesario relacionar la acreditación institucional con la de las carreras y programas. Las agencias actuales deben tener un análisis crítico y evaluar su desempeño. Por otra parte, existe un consenso en que la acreditación en una escala de años no es apropiada; es necesario cambiarla por plazos más prolongados que tengan una evaluación y mejoramiento continuos dentro del período.
Existe un consenso en que la acreditación en una escala de años no es apropiada; es necesario cambiarla por plazos más prolongados que tengan una evaluación y mejoramiento continuos dentro del período.
Se requiere avanzar hacia una mayor participación de los grupos relevantes, lo que implica visibilizar las necesidades y demandas de los empleadores. Además, es mandatorio reestructurar las atribuciones del aseguramiento de la calidad de la CNA, del Consejo Nacional de Educación y de las agencias acreditadoras, al regular los conflictos de interés y fortalecer la fiscalización, información y transparencia de los procesos de acreditación.
La creación de una Superintendencia de Educación Superior contribuirá de manera importante a normar y fiscalizar la labor de las instituciones. Un reciente informe de la Comisión de la Cámara de Diputados destaca el tema. La ley se encuentra actualmente en el Parlamento para ser perfeccionada, con el aporte de todos los actores. Sus funciones se refieren a la fiscalización en el ámbito económico y financiero, a la recopilación y publicación de información veraz, a la creación de sedes y nuevas carreras, a la fiscalización de las agencias acreditadoras y a la recepción de reclamos de la población. Todos estos son aspectos clave, orientados a velar por la calidad del sistema.
Los últimos acontecimientos ocurridos en una universidad privada destacan la necesidad de una efectiva fiscalización en relación a los contratos con empresas relacionadas. Además, la Superintendencia requiere de atribuciones para resguardar la utilización de fondos públicos, en especial de los beneficios estudiantiles, junto a los traspasos de propiedad entre instituciones relacionadas.
El aseguramiento de la calidad debe estar orientado a apoyar de manera decidida el proceso de transformación de una persona que se prepara a dar un salto mayor en su formación humana, valórica, ciudadana, intelectual e integral. Esta es la educación superior que debemos cuidar y potenciar.
Publicado en el diario La Tercera el 22 de junio de 2012.
Una nueva acreditación en educación superior
En las últimas semanas, la acreditación de las Instituciones de Educación Superior (IES) ha tenido gran repercusión en los medios, debido a irregularidades y delitos que han involucrado a rectores y directivos de la Comisión Nacional de Acreditación (CNA). Esta investigación está en proceso y debiera determinar las responsabilidades de todos los implicados en estos inaceptables ilícitos.
Es indudable que el sistema de aseguramiento de la calidad, que data de 1998 y que fuera mejorada por la Ley 20.129 del año 2006, significó un real avance en esta materia. Sin embargo, el crecimiento y complejidad del sistema nos interpela a realizar cambios profundos. El ministerio ha anunciado que presentará un proyecto de ley en las próximas semanas, para corregir las actuales debilidades y actualizar el funcionamiento del sistema. Existen importantes aspectos que esta nueva ley debiera incluir.
La agencia, denominada así por su rol técnico, debe estar formada por un directorio elegido mediante Alta Dirección Pública, con dedicación completa y remuneración adecuada a sus funciones. La duración debiera ser al menos de 5 años, con una reelección y renovación parcial de sus miembros. El proceso debe ser transparente y obligatorio para todas las IES. Los años de acreditación deben ser por un período relacionado con la duración de los planes de estudio (sería adecuado un período de 6 años), con una aprobación condicional no menor a tres años para las instituciones que no cumplan con los estándares en el proceso inicial. Si al cabo de este plazo persisten las deficiencias, se debe negar la acreditación, con posibilidad de apelación al Consejo Nacional de Educación (CNEd).
La acreditación debe avanzar en medir resultados, y no solo procesos, por lo que las pruebas de egreso, la opinión de los empleadores y el seguimiento de sus egresados debiera ser una parte fundamental de su trabajo.
Es importante correlacionar la acreditación con el plan de desarrollo de la institución y realizar un seguimiento de este. También, debe haber una correlación entre la acreditación institucional y la de los programas y carreras. Debido al gran número de carreras de pregrado y programas de posgrado, lo lógico es realizar una muestra aleatoria de estos, lo que debe ser determinado por la agencia, dando un breve plazo a la institución para presentarse al proceso; de esta manera, todos los programas debieran estar preparados para someterse a la evaluación. En este sentido, debiera permitirse la labor de agencias privadas nacionales y extranjeras, certificadas por su calidad, con asignación de sus tareas determinada por la agencia, y no a solicitud de cada IES, como ocurre en la actualidad. Las acreditaciones de las carreras de medicina y pedagogía deben seguir siendo obligatorias aumentando sus exigencias de calidad.
La acreditación debe avanzar en medir resultados, y no solo procesos, por lo que las pruebas de egreso, la opinión de los empleadores y el seguimiento de sus egresados debiera ser una parte fundamental de su trabajo. Es necesario avanzar en la clasificación de las universidades y de los diferentes proyectos educativos, para medir la docencia, la innovación curricular, la creación e investigación y los vínculos y aportes a la sociedad. La nueva Agencia establecerá las relaciones institucionales con el CNEd, en relación con la creación de nuevos proyectos de IES, su licenciamiento, el seguimiento y el control de su crecimiento. Por otra parte, hay que normar el procedimiento de apelación respecto de las decisiones que emanen del nuevo organismo.
Todo este trabajo requiere instalar un adecuado sistema de fiscalización a través de la creación y puesta en marcha de la Superintendencia de Educación Superior, proyecto que se encuentra hace más de un año en el Parlamento. Por último, es fundamental velar por que la información a las familias y postulantes sea veraz, disponible y oportuna, de modo que las decisiones sean libres. Debemos transformar esta crisis de institucionalidad de la acreditación de IES en una oportunidad para su renovación bajo los actuales estándares, que hoy representan el mínimo que requiere el sistema. Un gran esfuerzo en mejorar la calidad y equidad en la educación superior es lo que la sociedad demanda.
Publicado en el diario El Mercurio el 23 de diciembre de 2012.
Pruebas de egreso universitario
En los últimos meses ha habido polémica generada por la medición de las pruebas de egreso en las áreas de Medicina y Pedagogía. En el caso del examen de Medicina (Eunacom), la filtración de preguntas empañó la calidad de una prueba que por 10 años ha permitido evaluar el conocimiento teórico de nuestros egresados y colaborar en la certificación de médicos formados en el extranjero. La prueba de egreso de Pedagogía (Inicia) ha sido criticada por ser voluntaria, por tener contenidos solo teóricos y considerar a un bajo número de egresados. El cuidado de la salud y la formación de los niños y jóvenes son prioritarios. Por esto, es necesario perfeccionar la calidad de estas mediciones.
Es importante distinguir entre los procesos de acreditación de la calidad, que evalúa los procesos y resultados de las instituciones, y el de certificación de los egresados, que evalúa el conocimiento de cada profesional. Esto es relevante en nuestro país, en el que el grado académico y el título profesional lo entregan las universidades, realidad diferente a la de países extranjeros, donde hay agencias de certificación de la actividad profesional.
El valor del instrumento de medición es de la mayor importancia. La calidad de sus preguntas debe ser acorde a estándares internacionales con contenidos alineados con los contenidos curriculares de nuestro país. Además, es prioritario considerar aspectos prácticos, debido a que la relación personal con el paciente y su familia, y en Pedagogía, con el alumno y su familia, es de gran importancia en el desarrollo e impacto de la labor profesional.
Es importante distinguir entre los procesos de acreditación de la calidad, que evalúa los procesos y resultados de las instituciones, y el de certificación de los egresados, que evalúa el conocimiento de cada profesional.
En las actuales pruebas de egreso, son varios los aspectos que se deben perfeccionar. Es necesario crear una institucionalidad independiente que administre y desarrolle estas mediciones, con altos estándares en la variedad y calidad de las preguntas, que incluya aspectos teóricos y evaluación obligatoria de competencias prácticas. Los resultados deben ser considerados una información vital para perfeccionar la enseñanza en las respectivas universidades. Estas pruebas no están construidas para realizar rankings o publicidad de las instituciones de educación superior. Es importante que la información sea pública y accesible a la sociedad, lo que no significa que se constituyan en elementos publicitarios para promover la admisión y prestigio de las universidades.
Es posible avanzar en pruebas de egreso en otras profesiones. El trabajo pionero de Medicina y que ha sido seguido por Pedagogía abre un camino para otras pruebas de egreso. La autocrítica y evaluación de los errores cometidos en la implementación y desarrollo de estos exámenes de egreso son importantes para su perfeccionamiento futuro y deben ser considerados en la eventual incorporación de otras profesiones.
El desarrollo integral y equitativo del país está muy relacionado con la educación de sus profesionales. Las áreas de la salud y pedagogías están en el centro de la labor y aporte de las universidades al servicio del país. Asegurar la calidad de la formación de sus egresados es labor de las instituciones de educación superior. Demostrar sus conocimientos, competencias y habilidades debe ser un requisito para poder desempeñarse con exigentes estándares de calidad en nuestro país.
Publicado en el diario La Tercera el 28 de octubre de 2013.
No nos perdamos, la calidad es la prioridad
En estos días se conocerán las nuevas autoridades del Ministerio de Educación, las que tendrán grandes desafíos, planteados en el programa del próximo gobierno. La educación es un derecho, un proceso de transformación personal en que el estudiante desarrolla sus talentos en un entorno favorable a su crecimiento. De esta manera, el objetivo de la Educación Superior es la formación de personas integrales, solidarias y con vocación de servicio. En los últimos años, hemos dado pasos significativos en acceso, equidad y financiamiento del sistema. La necesidad de mejorar la calidad de las universidades es lo prioritario.
Es importante avanzar a una nueva etapa que distinga e identifique la calidad de las instituciones según su misión y complejidad, reconociendo su diversidad. Las universidades se pueden diferenciar entre complejas (con docencia e investigación avanzada) y otras de predominio docente. Su diferencia está en la planta y formación de sus profesores e investigadores, la calidad de sus alumnos, su infraestructura en laboratorios y bibliotecas, la orientación de sus programas de estudio e investigación, entre otros. Todas estas universidades son necesarias y requieren diferente apoyo del Estado para aportar al desarrollo del país.
El aseguramiento de esta calidad tiene al menos tres ejes fundamentales: acreditación, fiscalización e información. Un cuarto eje corresponde al aporte de las universidades a la educación inicial y escolar, lo que permitirá que los estudiantes ingresen a la educación superior con una mejor preparación. Esta es la principal siembra a largo plazo de nuestro sistema educativo terciario.
Es importante avanzar a una nueva etapa que distinga e identifique la calidad de las instituciones según su misión y complejidad, reconociendo su diversidad.
El fortalecimiento y obligatoriedad del sistema de acreditación debe hacer más exigente el proceso de evaluación, cuyo foco actualmente está puesto en la operación y el funcionamiento. A eso habría que incorporar otros indicadores para evaluar la calidad a través de resultados y competencias de profesores y estudiantes, así como los conocimientos y capacidades de los egresados. También se requiere avanzar hacia una mayor participación de otros grupos relevantes, lo que implica visibilizar las necesidades de los empleadores.
Otro aspecto importante es reestructurar las atribuciones del aseguramiento de la calidad de la CNA, del Consejo Nacional de Educación y de las agencias acreditadoras, regulando los conflictos de interés y fortaleciendo la fiscalización y la transparencia de los procesos de acreditación.
La Superintendencia de Educación Superior contribuirá a normar y fiscalizar la labor de las instituciones. Tendrá un rol central, pues no solo fiscalizará el cumplimiento de la ley, sino que también supervisará diversos temas asociados a la calidad, como la creación de nuevas sedes y carreras por parte de las instituciones, y la recepción y análisis de los reclamos de los estudiantes y sus familias.
Sus funciones incluyen la fiscalización económica y financiera, la recopilación y publicación de información veraz, la fiscalización de las agencias acreditadoras y la recepción de reclamos de la población. Además, el Mineduc, a través de la reciente propuesta de una nueva Subsecretaría de Educación Superior, tendrá una importante labor en las funciones normativas y de coordinación del sistema.
Todos los aspectos descritos son vitales para poder avanzar en la calidad del sistema. Las universidades son un espacio único y privilegiado de reflexión cultural, investigación científica y debate de ideas. En ellas se cultiva la creación en todas las áreas del saber, el nuevo conocimiento, la verdad, el desarrollo del bien y de la belleza, para aportar al mejor crecimiento del país y de sus habitantes. Esta es la educación superior que soñamos y la que debemos cuidar y potenciar.
Publicado en el diario La Segunda el 28 de enero de 2014.
Calidad y libertad académica
Las autoridades recientemente designadas en el Ministerio de Educación tendrán el desafío de implementar las reformas educacionales planteadas por el nuevo gobierno. La educación es un proceso de transformación y crecimiento personal del estudiante en un entorno comunitario. El objetivo de la educación superior es la formación de personas integrales con un sólido conocimiento de su disciplina y la creación de nuevo saber en todas las áreas. Ambos objetivos aportan directamente al desarrollo del país. En años recientes se ha avanzado en acceso, equidad y financiamiento del sistema, acciones que se deben seguir perfeccionando para permitir que todos los jóvenes con talento y dedicación puedan acceder a la educación superior.






