Cartas II (Edición crítico-histórica)

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1a 1 Mt 28,19. | 2 Mt 28,20. | →
1b 3 Pr 8,1-3. | →
1c 4 Ef 4,12-13. | →
2a 5 PÍO XI, enc. Divini illius Magistri, 31 de diciembre de 1929, AAS 22 (1930), p. 54. Cfr. LEÓN XIII, enc. Libertas, 20 de junio de 1888, ASS 20 (1887), pp. 593-613. | 6 Ef 1,10. | →
2c 7 A Diogneto, 6 (SC 33, p. 65). | →
3a «euntes ergo...»: cfr. Mt 28,19. | «misión específica de los seglares»: entre los años veinte y cincuenta del siglo XX, el apostolado de los laicos era generalmente visto como una mera participación en el apostolado jerárquico, consecuencia de haber recibido un mandato o misión canónica. En aquellos momentos ese planteamiento supuso un progreso en el papel eclesial de los laicos y le dio una gran vitalidad, principalmente a través de la Acción Católica y organizaciones afines. Pero, como hizo notar el Concilio Vaticano II, esa visión tenía algunos límites, pues «el apostolado de los laicos es participación en la misma misión salvífica de la Iglesia, apostolado al que todos están destinados por el Señor mismo en virtud del bautismo y de la confirmación» (LG, 33), es decir, no en virtud de un mandato o misión canónica, sino por fuerza de la propia vocación bautismal. Lo cual no quita, como añade enseguida la Lumen gentium, que los laicos puedan ser llamados a colaborar de manera «más inmediata con el apostolado de la Jerarquía», incluso ejerciendo ciertos cargos eclesiásticos; pero, como deja claro el texto conciliar, su misión propia está en la santificación del mundo, en su evangelización, en la dilatación del reino de Dios en medio de las cuestiones temporales (cfr. ibid. n.º 35), porque son, como dice aquí Escrivá, «miembros vivos de la Iglesia de Dios». Sobre este tema, ver Conversaciones, OC,I/3, n.º 21, pp. 194-195.
3b →
3c 8 Pr 14,34. | 9 Pr 11,11. | →
4c 10 Sb 7,13.
5a 11 Jn 1,4-5,9-12.
5c →
5d 12 S. Th. II-II, q. 188, a. 5 ad 2. | →
6a 13 PÍO XI, enc. Divini illius Magistri, p. 51.
6b 14 LEÓN XIII, enc. Inscrutabili, 21 de abril de 1878, ASS 10 (1877-1878), p. 590.
6c 15 Cfr. PÍO XI, enc. Divini illius Magistri, p. 77. | 16 TERTULIANO, De idololatria, 14 (SVC 1, p. 50).
7a 17 S. Th. II-II, q. 188, a. 5 ad 3. | «una actividad laical y secular»: en este y en los siguientes párrafos, san Josemaría realiza una distinción que puede parecer sutil, pero que para él es importante, ya que le permite explicar mejor un aspecto del espíritu que predica. El profesor o maestro del Opus Dei no enseña solamente movido por el deseo de realizar un apostolado eficacísimo, sino porque desea ejercitar su profesión, que es la docente, y de este modo dar gloria a Dios. Como cualquier otro cristiano, puede y debe santificar esa noble actividad, y tratar de acercar a sus alumnos a Dios, dando una visión y un criterio cristianos acerca de muchos aspectos filosóficos, históricos, éticos, etc., que son objeto de su enseñanza. Pero esto no quita que el trabajo profesional deba regirse por sus propios principios humanos, independientemente del apostolado que con él se realiza, como en cualquier otra profesión. Para Escrivá, la vocación profesional y la vocación a la santidad confluyen en la persona, pero son distintas. | →
7b «no pretenden nunca ejercer una profesión»: por el contexto y otras afirmaciones de Escrivá, cuanto dice en este párrafo no debe tomarse como una crítica velada a la meritoria tarea que realizan los religiosos en la enseñanza, llevada frecuentemente a cabo con altos niveles de profesionalidad y rigor científico. Lo que quiere subrayar san Josemaría, usando el contraste, es que el laico del Opus Dei no está llamado a trabajar en la enseñanza como consecuencia de su vocación a la santidad sino por su propia vocación profesional. Su trabajo es plenamente laical, no sacralizado, aunque esté ofrecido amorosamente a Dios. No es un mero apostolado, sino un trabajo civil que obtiene resultados apostólicos. Su visión acerca de la vida consagrada puede no coincidir con la que hoy día tienen de sí mismos muchos miembros de órdenes y congregaciones religiosas, pero para Escrivá el trabajo profesional de un religioso es consecuencia de una llamada a ejercer un apostolado. En el caso de un miembro del Opus Dei, ocurre lo contrario: un trabajo profesional se convierte en instrumento de apostolado. Las realidades seculares se quieren elevar a Dios sin que dejen de ser lo que son: trabajo laical de seglares responsables y al mismo tiempo atentos a la trascendencia cristiana de su tarea. | →
8a 18 Cfr. PÍO XI, enc. Divini illius Magistri, p. 63.
9a «no convendrá que trabajemos con los religiosos»: el criterio que establece aquí responde a lo que se ha venido diciendo: que los miembros del Opus Dei ejerzan su profesión con libertad, en medio del mundo, purificando e iluminando con el Evangelio tantos ambientes educativos alejados de Dios, porque a eso han sido llamados, sin confundir su vocación profesional con la llamada a la santidad, que ilumina aquella sin anularla, y sin querer refugiarse en ambientes oficialmente católicos para desempeñar su trabajo. De ahí también que los colegios promovidos por personas del Opus Dei no aparecerán como oficialmente católicos o confesionales, aunque sus valores estén firmemente inspirados en la doctrina de Cristo, porque son ante todo tareas profesionales y laicales. Esta indicación no supone para Escrivá un desapego hacia los religiosos, con los que sus lazos de comunión fueron siempre fortísimos (como botón de muestra, se encuentran testimonios al respecto en el libro de Rafael SERRANO [ed.], Así le vieron. Testimonios sobre Monseñor Escrivá de Balaguer, Madrid, Rialp, 1992), sino prudencia para que no se termine por equiparar a los miembros de la Obra con ellos, haciendo más difícil —si no imposible— su trabajo en una sociedad secularizada. | →
9b →
10a →
10b 19 Sal 25[24],5. | →
12a 20 LEÓN XIII, enc. Sapientiae christianae, 10 de enero de 1890, en ASS 22 (1889-1890), p. 403.
12c 21 PÍO XI, enc. Divini illius Magistri, p. 68.
13a 22 Jn 8,12. | «centros dirigidos por la Obra»: se está refiriendo a las obras corporativas, en las que el Opus Dei se hace responsable de la orientación cristiana de tales centros, y en ese sentido se puede decir coloquialmente que los dirige. No significa que ejercite un control total sobre su gestión, sino que inspira sus valores, vivificando cristianamente esas actividades, proporcionando una garantía moral y una asistencia pastoral específica, y, en este sentido, se puede afirmar que las dirige en el plano espiritual (cfr. Ernst BURKHART, “Actividad del Opus Dei”, en DJE, pp. 63-71). Las
obras corporativas son relativamente pocas, en comparación con el otro tipo de centros que describe en este párrafo, en los que el Opus Dei presta solo alguna ayuda pastoral, o ni siquiera eso, pues son promovidas por personas y entidades que buscan realizar una tarea profesional y cristiana, tras haber sido estimulados por el espíritu que difundió Escrivá. Cfr. introducción a esta Carta. | →
13b 23 S. Th. II-II, q. 180, a. 4 c. | →
14a →
14b →
14c «haya en todas las Regiones»: se trata de un proyecto que todavía no ha llegado a realizarse tal como lo describe aquí, aunque sí se han promovido centros de formación superior para quienes se dedican profesionalmente a la enseñanza, de los que habla a continuación.
15a 24 Jn 8,31-32. | →
[41]15b «en Casa»: en el Opus Dei. | →
16b 25 Mt 5,19.
17a →
17b →
17c «socios de la Obra»: hoy se prefiere la terminología “miembros” o “fieles” de la Obra.
17d →
17e 26 Hch 18,25. | →
18a «el control de la dirección»: se refiere a que personas formadas en el espíritu de la Obra —normalmente los mismos propietarios o gestores del ente en cuestión— deben poder garantizar con su trabajo e influencia que tal instrumento no se aparte de la finalidad profesional y apostólica para el que fue creado, de acuerdo con los propios estatutos, como es habitual en múltiples organizaciones, católicas o no. | →
18b 27 Jn 8,50.
18c →
19a →
20b «obras de San Rafael y de San Gabriel»: los colegios obtienen frutos apostólicos y de evangelización, porque buscan formar cristianamente a los alumnos. Es frecuente que haya quienes deseen mejorar su trato con Dios y aspirar a la santidad en la vida ordinaria. En estos casos, con plena libertad, tanto los alumnos como las familias pueden participar en las labores específicas que el Opus Dei desarrolla para la juventud (obra de San Rafael) o para personas adultas (obra de San Gabriel). Estas dos obras son independientes de la formación cristiana que se imparte en el colegio, y suelen dessarrollarse en otros lugares, como centros juveniles, casas de retiro, etc., o también —en el caso de los padres— en las instalaciones del propio colegio, pero fuera del horario escolar. Cfr. Ernst BURKHART, “Actividad del Opus Dei”, en DJE, pp. 63-71).
20c * 28 1 Co 9,16. | →
21a →
21b 29 Ef 4,14-15.
22a →
22b 30 Cfr. PÍO XI, enc. Divini illius Magistri, p. 59.
23b →
23c 31 Ibid., p. 59. | 32 Ibid., p. 64. | →
24a «oficial u oficiosamente eclesiásticas»: estos criterios, que pueden parecer algo categóricos, quieren impedir la pérdida del carácter eminentemente laical que tienen los colegios de los que está hablando. Ser englobados entre los colegios confesionales terminaría por privarles de una característica, que para el fundador era esencial, como puede verse a lo largo de estas páginas. | →
24c →
25b 33 3 Jn 8.
25c 34 PÍO XI, enc. Divini illius Magistri, p. 63.
26b 35 2 Tm 2,6-7. | →
28a →
28b 36 Tt 3,14.
28d 37 1 P 2,16.
29b →
30b 38 Lc 12,31.
31a 39 Mt 5,14-16.
31b →
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