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El tercer designio divino para el matrimonio es la procreación de hijos (Gn 1:28). En medio de su intimidad, esposo y esposa son capaces de crear vida, tanta como para llenar la tierra. Tim y Beverly LaHaye ofrecen un acertado comentario de Hebreos 13:4, que enfatiza este privilegio (que al mismo tiempo también es responsabilidad), dado por Dios. Escriben así:
Esto cambió cuando descubrí que la palabra en Hebreos 13:4 en griego era koite, que significa «cohabitar mediante la implantación del espermatozoide masculino». Koite tiene su raíz en la palabra keimai, que significa «acostarse» y tiene parentesco con la palabra koimao, que a su vez significa «causar sueño». Aunque nuestra palabra «coito» proviene de la palabra latina coitio, la palabra griega koitetiene el mismo significado e indica la relación experimentada por una pareja casada en la cama al «cohabitar». Basado en este significado, el texto de Hebreos 13:4 se traduce de esta manera: «El coito en el matrimonio es honorable en todo y es sin mancilla». La pareja, en el coito, se apropia del privilegio posible y dado por Dios de crear nueva vida para otro ser humano, como un resultado de la expresión de su amor. 24
De acuerdo a los dos testamentos, Dios ha declarado con claridad que el matrimonio debe ser permanente (Gn 2:24-25; Mt 19:1-15). Dios lo ha instituido. Él ha delineado sus propósitos o diseño. Él ha declarado su permanencia.
Si el matrimonio es instituido por Dios, ¿no debería el pastor que habla en nombre de Él para establecer este pacto entre hombre y mujer (“los declaro marido y mujer”) ser muy cuidadoso y estar razonablemente seguro de que la pareja que él une comprende la naturaleza y responsabilidad del matrimonio? ¿No deberíamos preocuparnos de que estén concientes de las implicaciones prácticas y las demandas que vienen sobre ellos? ¿No hará Dios responsable al pastor por un pacto que se ha ejecutado ignorantemente? Creo que una evaluación teológica y honesta demanda una respuesta afirmativa a cada una de estas preguntas.
La naturaleza del hombre y la naturaleza del matrimonio
El cristiano es aquel que tiene el poder de romper el pecado en su vida por estar unido a Cristo Jesús a través de la fe (Ro 6:1-10). Sin embargo, él es un pecador salvo por la gracia. El pecado no ha sido erradicado de su vida. Demasiado a menudo el cristiano escoge no disfrutar de los beneficios de su unión con Cristo y prefiere ponerse bajo el control de ese dictador defenestrado: el pecado. Siempre que esto suceda, se volverá egoísta, resentido, amargado y capaz de cometer cualquier pecado tales como el adulterio o el asesinato. En general, se podría decir que se vuelve orientado a sí mismo.
Jane es una mujer cristiana cálida, afectuosa y dinámica. Usualmente, ella escoge ejercitar su libertad de la atadura del pecado en términos de su matrimonio. Pero periódicamente, la responsabilidad que tiene sobre cuatro niños pequeños, además de un esposo vendedor que viaja tres o cuatro días por semana, hacen que sienta autocompasión, la cual pronto se convierte en resentimiento. Para cuando Pablo llega a casa el jueves o el viernes por la tarde, Jane está totalmente orientada a sí misma. Sus palabras son agudas y llenas de resentimiento, no es afectuosa y no responde como compañera sexual.
Pablo, frecuentemente, tiene tensión en su trabajo, los clientes están insatisfechos con las entregas, los aviones fallan en sus itinerarios, y esa mujer sexualmente provocativa le ha hecho aún más difícil mantener su mente pura. Todo esto le da la oportunidad de cuestionar por qué Dios ha permitido que tenga una existencia tan anormal.
Tales situaciones representan la realidad del cristianismo, y es este conocimiento el que la pareja debe tener antes de entrar al matrimonio cristiano.
El matrimonio es una relación íntima y permanente. No se trata de una relación en la que las personas puedan esconder lo que son en algún momento, tampoco se puede tolerar el egoísmo. El matrimonio es la relación más desinteresada que los humanos conocen. Todo lo que uno es, toca e influencia al otro. Es nuestra oportunidad suprema para lograr compañía; pero como el Señor mismo lo diría: «¿Pueden dos caminar juntos a menos que estén de acuerdo?». Esta compañía demanda unidad, y la unidad requiere amor, y el amor es posible solo en la unión con Cristo (Ro 6:11; 1 Co 13: 4-8). La emoción romántica pronto se verá afectada por las responsabilidades y tentaciones de la vida.
La consejería prematrimonial puede ser usada efectivamente para clarificar a cada pareja joven que la naturaleza humana no puede ser cambiada por una ceremonia nupcial. Presenta la oportunidad para el pastor-consejero de cultivar el aprecio de la pareja por la naturaleza del matrimonio y de enseñar a los dos a aplicar las soluciones de Dios frente a las dificultades creadas por sus propias naturalezas pecaminosas salvas por gracia.
Hallarás que este programa se orienta a la solución de problemas. Es un esfuerzo para ayudar a las personas a enfrentar, de manera realista, la naturaleza humana y la del matrimonio. Está diseñado para tratar problemas reales —como los de Pablo y Jane— y buscar soluciones desde la perspectiva de Dios.
La responsabilidad del pastoreo
¡Las ovejas necesitan un pastor! La comprensión de las ovejas en nuestra cultura moderna es muy limitada. Pero cuando las Escrituras fueron hechas, la sociedad agraria a la que pertenecían sentía el impacto cuando Dios hablaba a su pueblo como a ovejas y a sus ministros como pastores. Como personas modernas que somos, podemos aprender mucho acerca de ovejas y pastoreo; sin embargo, podemos hacerlo simplemente observando las figuras que Dios emplea para describirse a sí mismo y a sus siervos.
En Isaías 40:11 y Ezequiel 34:14-15, Dios habla de su liderazgo y cuidado, diciendo: «Como pastor apacentará su rebaño. En su brazo llevará los corderos, junto a su pecho los llevará; y pastoreará con ternura a las recién paridas». «En buenos pastos las apacentaré y en los altos montes de Israel estará su pastizal; allí dormirán en buen redil y con pastos suculentos serán apacentadas sobre los montes de Israel. Yo apacentaré mis ovejas y les daré aprisco, dice Jehová, el Señor».
Todo buen asistente de la iglesia está familiarizado con la figura del Salmo 23; pero podría no estar conciente de sus implicaciones en el contexto histórico. En el Nuevo Testamento, el Señor Jesucristo en Juan 10 se refiere a sí mismo como el buen pastor que lleva, va delante y que, incluso, da su vida si es necesario. ¡Cómo requieren pastoreo las ovejas! Son esparcidas cuando no lo tienen (Ez 34:5). Una vez que el rebaño es desparramado, las ovejas se confunden, «cada una irá por su camino» y «vagarán» (Isaías 47:15).
Mientras Dios describe su relación con su pueblo como la de un pastor con sus ovejas, emplea la misma figura para tratar las implicaciones con sus ministros. Pablo, escribiendo a los ancianos en Éfeso, en Hechos 20:28 dice: «Por tanto, mirad por vosotros y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre». Posteriormente, en su carta a los efesios, habla del pastor-maestro como uno de los individuos dotados por el Espíritu Santo y dado a la iglesia para capacitar a los santos (Ef 4:11-12). La palabra que se traduce como pastores es literalmente «pastor de ovejas». La forma en infinitivo para la misma palabra es la que Pablo usa en Hechos 20:28, en donde se traduce «apacentar», haciendo referencia a la responsabilidad que tenían los ancianos hacia la iglesia de Dios. Acerca de esta palabra, el obispo Trench comenta: «… todo el oficio del pastor, guiar, guardar y cuidar del rebaño, así como alimentarlo»25 es a lo que a esto se refiere. Entonces, es el pastor, bajo el pastoreo de Dios, quien tiene la responsabilidad de cumplir con estas obligaciones hacia la grey.
¿No requiere tal cuidado que el pastor se involucre en la consejería prematrimonial? ¿No es esta una justificación teológica para que el pastor involucre a la pareja en la exploración de las aplicaciones prácticas de los principios bíblicos que se relacionan con el matrimonio?
Si el Pastor en jefe guía a su rebaño a «sendas de justicia», entonces, como sus siervos, también es lo menos que nosotros podemos hacer. Así como Dios nos guía hacia una meta (léase pastos verdes y agua fresca en el lenguaje del Salmo 23), así mismo la consejería prematrimonial nos guía para evitar la tendencia de vagar y, al mismo tiempo, para cimentar metas y objetivos que mantengan a la pareja sujeta a ellos.
Mayordomía de las vidas y riqueza
En el capítulo 19 del libro de Lucas, el Señor Jesús enseñó acerca de la mayordomía en una parábola. Habló sobre cierto hombre noble que entregó dinero a tres de sus siervos mientras él se iba de viaje a un país lejano. A su regreso, llamó a los siervos para pedirles cuentas de su mayordomía en su ausencia y para recompensarlos de acuerdo a los resultados. La mayordomía es un tema importante en el Nuevo Testamento y tiene que ver con la teología de la consejería prematrimonial.
Desde el punto de vista de un pastor, se debe recordar que aquellas personas que Dios ha puesto a su cuidado son su responsabilidad. Debe estar determinado a invertir su vida sabiamente en estas personas y así lograr los mejores réditos para su Señor. El pastor además tiene la responsabilidad de extender estos principios para que estas personas también sean buenos mayordomos de sus vidas (Heb 13:17). Si él descarga esta responsabilidad, pero ellos no son buenos mayordomos, entonces deberán rendir cuentas ellos y no el pastor. La consejería prematrimonial provee al pastor una excelente ocasión para actuar como mayordomo de los hijos de Dios. Habrá pocas oportunidades más en la vida de una pareja cuando estén tan altamente motivados a responder a la guía de un pastor como lo están ahora que se preparan para el matrimonio. Por ejemplo, cuando estaba enlistando parejas para participar en mi proyecto de doctorado, un hombre joven escribió: «Beth y yo queremos que nuestras vidas sean para el Señor Jesús, y creo que su programa de consejería prematrimonial nos podría ayudar». El pastor que logre capitalizar esta motivación tendrá la oportunidad de desarrollar una mayordomía que irá mucho más allá de este contacto inicial. Este encuentro de siete a doce horas puede proveer el fundamento para la continua construcción de una vida productiva en pareja. Tal vez no habrá mejor tiempo ni mejores circunstancias para que el pastor tenga la ocasión de invertir directamente en la vida de los futuros cónyuges. Podrá probar las actitudes, el desarrollo espiritual y el conocimiento bíblico de estas personas. Dado que está en control, podrá dirigir el curso de las sesiones para potenciar una vida cristiana creativa. Este intercambio personal coloca además al consejero en una posición única para un ministerio duradero.
Otro asunto en el que la teología impacta en la consejería prematrimonial es el uso o la administración de la riqueza. Una pareja promedio de clase media en los Estados Unidos llegará a ganar cerca de novecientos mil dólares en conjunto durante toda su vida. ¿Cómo usarán esta riqueza? ¿Destinarán la mayor parte en gastos médicos y psiquiátricos como resultado de una relación equivocada entre los dos? La guía del pastor será un factor determinante. ¿Podrá él cumplir, por lo menos en parte, efectivamente su deber a través de un buen programa prematrimonial?
Redimiendo el tiempo
El mandato de Efesios 5:16 —«... aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos»— tiene su fuerza contextual, la cual es compatible con algunos argumentos de la consejería prematrimonial y aquí se usa teológicamente. El pastor-consejero siempre tendrá más demandas de las que pueda cumplir, por lo tanto la consejería prematrimonial debería tener una alta prioridad en ayudarlo a redimir el tiempo. Un amigo pastor me dijo un día: «Pastoreo un iglesia de 500 personas y soy el único en mi equipo. No tengo tiempo para consejerías prematrimoniales». Lo tendría si sus prioridades estuvieran en orden. Un programa bien diseñado no le tomará, en la mayoría de los casos, más de siete horas. En otra conversación, este mismo amigo se quejaba de las numerosas horas que tiene que dedicar en consejerías para remediar problemas. Muchos de los casos que él mencionó involucraban a parejas y a sus familias. Me pregunto cuántos de estos casos serán producto de su sobreocupación como pastor y podrían ser prevenidos a través de la consejería prematrimonial. Mi experiencia personal en ella me ha convencido que el pastor promedio podría aumentarle a su futuro un número indefinido de horas a través de un correcto programa de consejería prematrimonial.
Otro aspecto de este concepto es la responsabilidad de guiar a los futuros esposos de su rebaño para que puedan redimir su propio tiempo. Un mal ajuste en el matrimonio resulta en una cantidad no determinada de tiempo perdido en cuanto a servicio a Jesucristo. El caso de Joe y Ruth es un buen ejemplo.
Joe y Ruth llegaron al centro de consejería después de tres años de matrimonio. Su relación se había deteriorado desde que Joe presionó a Ruth para que se casaran. Los dos eran cristianos cuando se casaron, sin embargo, tenían pocos conceptos de lo que es la vida cristiana en general y un matrimonio cristiano en particular.
Cuando entraron en la oficina de consejería, Ruth estaba enfadada y gritaba, Joe estaba molesto y callado. Ambos trabajaban; Ruth era una secretaria, y Joe trabajaba para una agencia legal, hacía varios turnos. Para evitar la tensión en su hogar, él además tomó un trabajo a tiempo parcial que le permitía trabajar las horas que él quería. Esto efectivamente los mantenía separados bajo el mismo techo.
Como cristianos, esta pareja nunca se involucró activamente en la vida de la iglesia. Cuando llegaron buscando consejería, ante la insistencia de Ruth, asistían irregularmente a la congregación. Luego la consejería revelaría un desconocimiento virtual del diseño de Dios para la iglesia local así como para la institución del matrimonio.
Después de la segunda sesión, Joe desertó jurando nunca regresar a una consejería. Ruth solo volvió para reportar que lo había dejado y que había «regresado con su madre». Durante la hora de charla, ella se convenció de su responsabilidad delante de Dios de regresar con su esposo y dijo: «Está bien, si eso es lo que Dios dice, debo hacerlo, y lo haré. Pero no me gusta». Ruth había aprendido cómo funcionar como una esposa cristiana, independientemente de la respuesta de Joe. Cuatro sesiones más tarde (ocho semanas) Joe retomó la consejería. Reportó que los cambios en su esposa lo habían convencido de que no todo estaba perdido.
Seis semanas más tarde, el consejero preguntó: «Joe, ¿qué más te gustaría que haga por ti?». Él respondió: «Puede enseñarme más acerca de lo significa vivir una vida cristiana». ¿No podría haberse evitado tres años de agonía para esta pareja con una correcta preparación para el matrimonio? ¿No es posible que esto hubiera prevenido su falta de compromiso en el servicio? ¿No sería esto redimir el tiempo tanto para el pastor como para la pareja?
Esta discusión acerca de la teología de la consejería prematrimonial busca dos cosas: (1) demostrar la responsabilidad teológica del pastor de realizar una consejería prematrimonial y (2) animar a futuras exposiciones, ideas y escritos acerca de la obligación pastoral desde un punto de vista teológico.
2 LA IMPORTANCIA DE LA CONSEJERÍAPREMATRIMONIAL A LA LUZ DE SUS VENTAJAS
La palabra ventaja habla de beneficio, ganancia o utilidad. Aplicada a la consejería prematrimonial sugiere que contribuye, prácticamente, a un ajuste saludable del matrimonio. Considerando la actual crisis de la familia y sus repercusiones tanto en la iglesia como en la sociedad, este aspecto tan prometedor del ministerio debería ser recibido sin reservas. Sin embargo, es probable que la respuesta inicial de algunos líderes cristianos latinoamericanos acerca del uso o de las ventajas de la consejería prematrimonial sea reservada. Es importante considerar las razones para esto, tres de las cuales son las siguientes:
• Para algunos, tal asociación les parecerá hacer de la consejería prematrimonial un acercamiento pragmático para evitar el conflicto matrimonial; un curso de acción introducido a la iglesia por la simple razón de que parece funcionar. Estos individuos reconocen perceptivamente que los beneficios prácticos no justifican un procedimiento dado. La prioridad debe darse al asunto de la garantía o validación bíblica.
• Para otros, el tópico de las ventajas suena a una «charla de éxito». Esto despierta un sentido de descontento por su asociación con las muchas técnicas ministeriales lanzadas en la tan programada y orientada al éxito cultura norteamericana; muchas de ellas promovidas en Latinoamérica como la respuesta a todas las necesidades relacionadas con la iglesia. Desafortunadamente, muchos de estos métodos se han exportado al sur con poca o ninguna preocupación de su relevancia, y sus sensibilidades y valores. Y como era de esperarse, los resultados no siempre han sido beneficiosos.
• Para otros, el énfasis en las ventajas despertará malos entendidos asociados con la psicología. Aunque parece que los evangélicos en Latinoamérica están abiertos, mayoritariamente, a esta disciplina (en parte por la gran cantidad traducida de materiales de psicólogos norteamericanos), muchos líderes permanecen aprehensivos. Están conscientes de que los métodos terapéuticos propuestos por la psicología prometen grandes beneficios; pero existe preocupación porque quizá la búsqueda de tal ganancia pueda hacer que los fieles estén receptivos a ciertas concepciones humanísticas que son insostenibles desde el punto de vista bíblico. Contra este peligro, es comprensible que para algunos el hecho de que el presente capítulo se enfoque en las ventajas parezca, a primera vista, más bien algo acoplado a la psicología secular que a un ministerio bíblico.
Tales preocupaciones serán tratadas satisfactoriamente para que la consejería prematrimonial se convierta en una opción viable para el ministerio de la iglesia en Latinoamérica. Para lograr este fin, hay dos consideraciones fundamentales que deberían ser enfatizadas:
1. Este libro se desenvuelve en el campo de la consejería prematrimonial bíblica. La designación bíblica indica que la fuente de este procedimiento no es el pragmatismo ni algunos conceptos ministeriales importados, tampoco la agenda de la psicología. Como se trató de demostrar en el capítulo anterior, la consejería bíblica prematrimonial está construida en un fundamento teológico sólido: el matrimonio es divinamente ordenado y es una institución permanente a la que se ingresa mediante un pacto. La solemnidad de este hecho llama a la iglesia a hacer todo lo que sea posible para salvaguardar la naturaleza inviolable de este pacto. Esto implica que un pastor debe estar convencido, más allá de cualquier duda razonable, de que el matrimonio que él está bendiciendo no terminará en fracaso. Y para que esto sea posible, él debe conocer a la pareja, enseñarles acerca del matrimonio bíblico y ayudarles para aplicar estas verdades a sus vidas. Esto podría parecer una tarea demandante, aunque en realidad refleja el corazón mismo del ministerio pastoral: guiar a las ovejas hacia senderos seguros y prósperos, porque eso es lo que Dios espera.
2. Las ventajas de la consejería prematrimonial reflejan profundos principios bíblicos. Como se evidenciará a lo largo de este capítulo, hay un valioso soporte bíblico detrás de cada una de las ventajas consideradas. El lector observador podrá notar, sin embargo, que en algunos puntos también hay algún grado de correspondencia con ciertas ventajas ofrecidas por sistemas extra bíblicos de ayuda a la gente. Por ejemplo, tanto la consejería bíblica como la psicología están de acuerdo en que la consejería prematrimonial ayuda a la pareja a manejar las situaciones prácticas (punto 1. e.). Pero este acuerdo puede ser considerado sin consecuencia alguna en la presente discusión, dado que los beneficios descritos no buscan o necesitan de soporte alguno de fuentes distintas de la Escritura.
Las ventajas de la consejería prematrimonial se dividirán en cuatro categorías generales: para (1) la pareja, (2) el pastor consejero, (3) la iglesia y (4) la sociedad. Esta división sugiere la diversidad y riqueza de los beneficios de este aspecto del ministerio. Para propósitos puramente prácticos, las letras CBPM se usarán a menudo en lugar de la designación completa: «Consejería Bíblica Prematrimonial».
1. Ventajas para la pareja. La mayoría de las ventajas que se tratarán bajo las cuatro categorías benefician a la pareja.
a. CBPM ofrece la oportunidad para que las parejas desarrollen una filosofía bíblica de la vida y un punto de vista cristiano. Aunque la mayoría de la gente no está consciente, todos tenemos una filosofía de vida o una manera de mirar el mundo. Este es el sistema de ideas que cada persona mantiene acerca de la vida y el universo. Incluye las presuposiciones (asumir lo que es verdad), los valores y las creencias básicas. Una visión del mundo nos ayuda a llevar cuenta de los hechos y las experiencias, y a ponerlos juntos. Es como un par de lentes a través de los cuales vemos e interpretamos nuestro medio. El punto de vista de alguien tiene mucho que ver con su comportamiento, dado que mucho de lo que uno asume influencia fuertemente lo que uno cree, y lo que hace o deja de hacer. Aplicando esto a la relación matrimonial, cuando los esposos hablan de valores, estándares y prioridades de la Escritura, inevitablemente comienzan a vivir un estilo de vida que glorifica a Dios, es decir mantienen su diseño para la institución del matrimonio. Por esta razón, la CBPM impulsa activamente a una pareja a adquirir una forma bíblica de ver las cosas. Por ejemplo, se les pide desarrollar un tiempo devocional juntos como un paso inicial hacia el objetivo de ver la vida con los ojos de Dios.
Cada uno de los siguientes seis puntos —de la b a la g— hace una contribución significativa en ayudar a la pareja a desarrollar una filosofía de vida verdaderamente bíblica.
b. CBPM ayuda a las parejas a desarrollar confianza en la efectividad y suficiencia de la Escritura. El presente libro se basa en la convicción de que la Palabra de Dios tiene todos los recursos necesarios para comprender los problemas de la gente y proveer las soluciones (Sal 19:1; 2 Ti 3:16-17; 2 P 1:3-4). Se enseña a las parejas a descansar en la Escritura y apropiarse de sus verdades. Descubrir que la Palabra de Dios es práctica, útil y poderosa (Heb 4:12) traerá verdad y cambios duraderos. Esto a cambio impulsa una vida confiada en su suficiencia. Cuando surjan las dificultades, los esposos estarán mucho más capacitados para ver la Escritura en lugar de otras fuentes que ofrecen su ayuda. Al construir sus vidas juntos sobre el fundamento de un apoyo efectivo y suficiente (Mt 7:24-27), la pareja tendrá las mejores probabilidades de éxito matrimonial.
c. CBPM ayuda a la pareja a establecer un matrimonio centrado en Dios. Una de las manifestaciones del pecado es el centrarse en uno mismo. Expresándolo bíblicamente, esto se refiere a la preferencia de uno mismo (deseos y metas) sobre Dios; el hombre ocupa el centro del escenario y se convierte en la medida de todas las cosas. Cuando se ve esto dentro del contexto del matrimonio, el centrarse en uno mismo es siempre algo que debilita porque provoca un conflicto incesante entre los intereses de las dos partes. Los consejeros bíblicos creen que la solución no está meramente en mayores esfuerzos para ser más considerado o menos presuntuoso. Claro que esto es importante, pero insuficiente. La respuesta puede hallarse en el compromiso con una perspectiva teocéntrica de la vida. Esto significa que toda la existencia de la persona, cada pensamiento, actividad, deseo, plan, etc., deben estar centrados en dar la gloria a Dios (Sal 29:1, 2; Ap 4:11). Esto involucra reconocer su grandeza (Éx 34:5-7) y significa también conducir aun las actividades más banales para su honra (1 Co 10:31). Glorificar a Dios es el fin principal del hombre, la razón última por la que ha sido creado (Lv 10:3; 1 Cr 16:24-29; Ro 15:5-6). Es precisamente esta actitud la que la CBPM busca lograr, ayudando a las parejas comprometidas a buscar la gloria de Dios como su prioridad. Esto hace una invalorable contribución a la armonía futura porque anima a la pareja a cambiar su enfoque en sí mismos, demandas personales, heridas y, aun caprichos, para dirigirlos hacia Dios. El resultado final será una vida matrimonial de confianza y equilibrio (Dn 11:32b).