- -
- 100%
- +


ÍNDICE
PORTADA
PORTADA INTERIOR
PREÁMBULO
PRÓLOGO PRIMERO
PRÓLOGO SEGUNDO
21 GRAMOS DEL ALMA
AGRADECIMIENTOS
CADA DÍA AMANECE
CRÉDITOS
AUTOR
PREÁMBULO
Recuerdo perfectamente el día que te fuiste, Eva. Estaba trabajando sobre mi Tesis Doctoral. Llegó un correo electrónico comunicando que nos habías dejado. No lo dudé un momento. Le dije que me iba, que quería despedirme de ti. Él, que me conocía más que nadie, no trato de argumentar que quizá no tenía mucho sentido recorrer los 150 km que nos separaban. Sabía que iría dijera lo que dijera. No era una decisión. Era un impulso que ahora entiendo que nos conectaba de alguna manera. Quizá el inicio de lo que años más tarde supondría una unión trascendental que va más allá de las dimensiones, que nuestra limitada capacidad, entiende que existen.
Recuerdo al llegar que se respiraba una extraña paz. Y cuando ví a Quique supe que esa paz era la que él transmitía, la que tú le habías dejado. Allí estaba, consolando a todo el mundo. Sonriendo, sí, sonriendo. Claro, él ya intuía que no te habías ido del todo. Es curioso, pero lo que no consigo recordar es cómo ni cuando le abracé, ni lo que le dije, ni siquiera lo que sentí. Sí que tengo muy presente cuando me senté y lo vi abrazando a su hija mayor. Y te confieso que lo miré con admiración. En ese momento sabía, intuía, que muy pronto me tocaría a mí estar ocupando ese lugar. Y yo no sería capaz de hacerlo tan bien.
Recuerdo un tiempo después, cuando algo empezó a cambiar en la forma en que nos mirábamos, en la que hablábamos, las reuniones de la tesis se convirtieron en momentos especiales, que dieron paso a encuentros en restaurantes, a tomarnos algo después. Y me acabé enamorando del que había sido mi profesor, mi amigo. Y no entendía cómo no lo había “visto” antes de esa forma. Era todo. Era él.
Recuerdo la desolación de ir siendo testigo silencioso de una historia de amor que quería que fuera mía. Ver desde la barrera cada foto, cada momento compartido fue doloroso. Y no podía entenderlo. Era un duelo, otro duelo. Diría que incluso más doloroso, aunque sea difícil de entender.
Pero un día soñé contigo. Estabas al lado de Rafa, y me entregabas un corazón. Supe que era una señal. Era tu forma de decirme “paciencia”.
Y tuvo que irse tu hermana para que juntas recolocarais las piezas. Y la llamada de pésame se convirtiera en un reencuentro, en una invitación a la presentación de Más allá de esta vida. La senda estaba iniciada y en ese punto estaba decidida mi entrada. El paso a escena.
Y a partir de ahí, ya lo sabes: magia. Mucha magia. Un universo completo. La magia del amor aquí y allí, la magia que todo lo trasciende, que crea realidades espectaculares, que hace que la vida sea chula, muy chula, cada día que amanece.
Más allá de esta vida resultó ser la historia de ese amor que tuve que vivir como espectadora desde un papel que nadie más que yo veía. Leer cada letra de esa obra me trasportaba de nuevo al dolor de saber que mientras esas situaciones se habían dado yo también estaba sufriendo. Al terminar de leerlo, lo entendí. Ese dolor no era amor. El amor no duele aunque no esté con nosotros, el amor es más. Está más allá de todo.
Y luego vino Magia más allá de esta vida, donde están mis hijos, mi amiga Inma, tú y un ángel que no supimos hasta después que era Rafa. Y es que me imagino a los dos, a ti y a él, divertidos viendo lo que pasa aquí abajo, cómo a veces torpes no captamos señales, cómo otras veces una brisa de viento, una ducha que se abre, un arco iris, nos permite volver a conectar con vosotros.
Y cierra la trilogía “21 gramos”, lo que no quiero que pase. No sé si será tal cual le has dictado, algo me dice que sí. Y tiemblo de pensarlo pero también con el convencimiento que todo lo que hemos vivido nos permite pensar que lo que esté por venir, será provisional y que nos reencontraremos otra vez, todos. Y que el amor estará presente como lo ha estado hasta ahora, jugando con nuestras almas, envolviéndolas para que podamos saber el sentido de la vida.
Qué bien lo has hecho: tres obras, tres momentos: pasado, presente y futuro.
Todos los días te doy las gracias porque sé que este hueco lo ocupo gracias a ti. Me diste el regalo de ver en primera línea como Quique recibe tus palabras y las transforma en obras de teatro, como una especie de éxtasis hace que fluyan las tramas. Me dejaste el regalo de estar cerca de ellos, de vivir donde vivo, de vivir lo que vivo. Tú me has mandado y sabes que no te defraudaré. Lo cuidaré, lo amaré cada día. Gracias por crear estas tres obras. Gracias por crear un Universo. Gracias más allá de esta vida.
Ana Peinado
PRÓLOGO PRIMERO
Tengo varias preguntas.
Cuando una persona muere, ¿a dónde se va todo ese amor que teníamos guardado para ella? ¿Qué pasa con todas las sonrisas, con todos los abrazos, con todos los besos que íbamos a regalarle? ¿Y con los momentos que íbamos a compartir? ¿Qué pasa con ellos? ¿A dónde se van?
¿Qué pasa si ahora no me parece bien que se haya ido? ¿Qué pasa si quiero que vuelva porque la echo de menos? ¿Qué pasa si estoy tan triste que siento que se me rompe el corazón cada vez que pienso en ella? ¿Qué pasa si se me olvida su voz o no me acuerdo de cuál era su olor?
¿Qué pasa si mañana encuentro el amor justo cuando pensaba que todo había terminado? ¿Qué pasa si soy feliz? ¿Qué pasa si sonrío? ¿Qué pasa si, por un momento, siento que todo vuelve a estar bien de nuevo? ¿Qué pasa si soy egoísta y no me siento culpable por ello? ¿Qué pasa si me quiero ir?
Una vez leí que una persona creó su propio archipiélago de personas. ¿Sabes para qué? Ella dijo que no quería vivir en un mundo donde las mentiras estuviesen a la orden del día y la falsedad se llevase por bandera. Ella, quería tener la posibilidad de vivir en un lugar donde nunca, nunca, se le mintiese.
Pero yo creo que va más allá, ¿sabes? Me refiero: puedes encontrar miles de situaciones y de lugares donde la gente no mienta. E, incluso, muchas veces, somos nosotros quienes luchamos por conseguir esas mentiras. Tú, mejor que nadie, sabes que a veces decir la verdad duele tanto… Como no queremos hacer daño, hacernos daño, mentimos. Necesitamos mantener nuestro corazón y el de aquellos a quienes queremos intacto y, por ahora, esa es la única manera que tenemos de salvarlo. Por eso creo que la idea de construir un archipiélago de personas va más allá. Creo que ella no se refería solamente a que le dijesen siempre la verdad. Ella quería formar un equipo. Quería contar con personas que fuesen su suelo firme cuando todo lo de alrededor se viene abajo. Quería saber, que pasase lo que pasase, ellos estarían ahí, que podría mirarles a los ojos y sentir que también, eso pasaría.
Yo creo que quizá le pasó un poco como a mí, que un día perdió a alguien. Así, de la noche a la mañana sin poder pelear porque se quedase, y sintió que las preguntas no hacían más que acumularse en su cabeza. Y se asustó porque pensó que estaba mal. Que no estaba llegando a la altura. Que estaba defraudando a alguien. Y se asustó porque, ¿sabes qué? Por muy fuerte que nos sintamos, por muy invencibles que creamos que somos los seres humanos, por muy extraordinarios que seamos, solo nos hace falta perder el abrazo de la persona a la que queremos para que todo nuestro mundo se derrumbe y necesitemos, como sea, encontrar suelo firme.
Por eso pienso que creó su archipiélago de sinceridad.
Y me he dado cuenta que yo ya lo he encontrado. Que cuando te fuiste, y no pude pelear por que te quedases, sin saberlo, lo creé. Porque necesité suelo firme. Y, la verdad, es que lo encontré. Pero hoy me he dado cuenta que nunca os pregunté si queríais formar parte de ese archipiélago.
Y quiero que ambos forméis parte de él. ¿Se lo preguntas mañana y me decís que os parece la idea?
Ahora me tengo que ir. Javi me está llamando y ya sabes como es. Es igualito a papá y para ellos un «ven» significa que ya estás llegando tarde.
Por cierto, se me olvidaba. ¿Tú has leído el libro de papá? Yo creo que te va a gustar. No tengo duda alguna de que él aprendió a ser magia contigo, y este libro, al igual que él, lo es.
Mañana hablamos y me dices qué piensas de todo esto, ¿vale?
Te quiero con locura.
Con amor,
Eva
PRÓLOGO SEGUNDO
Escribir algo para alguien especial es una tarea complicada. No por no saber qué escribir, sino por dejar en claro lo que le quieres decir. Me encomendaron un prólogo y yo le escribiré una carta.
Siempre recuerdo que nadie muere hasta que no se olvida, y normalmente esto se le atribuye a personas famosas. No sé si Enrique será famoso o no. Ni tampoco sé si está tratando de dejar una huella en el mundo. Pero, amigo, te diré algo: dejas un poco de ti en todas aquellas vidas que tuvieron el placer de entrelazarse con la tuya, incluso solo por un efímero momento.
No me ceñiré a escribir lo típico que todos escribís, o escribiríais, si se os pidiera hacer un prólogo. Os dan la oportunidad para decirle y hacerle saber todo lo que pensáis o sentís acerca de él. Perdonad, pero yo no desecharé este momento.
Me enseñaron a jugar la partida tal cual venía. Después, aprendí a destrozar el juego, bien por quemarlo, bien porque no me parecía justo. Aun así, se juega. La muerte y el dolor es algo que nunca podrás cambiar, y esto bien lo sabe Enrique.
¿Quién soy? No lo sé. Ayúdame. Sigue escribiendo y ayúdame. Déjame entrar en ese mundo mágico, de amor y dolor donde quiero desfallecer y no sentir. O sentir de más. Déjame, déjame llorar a tu lado. O simplemente junto a tus letras, tus escritos. ¿Podrás hacerlo?
¿Sabéis? Esto que ha empezado ahora ya había comenzado hace ya algún tiempo. ¿Eso de publicar? Eso, sí, pero, ¿lo de sentir como un condenado y de vez en cuando expresarlo en escritos? Puf... Demasiado tiempo hace ya.
Nunca podré expresarlo. Expresar el inmenso agradecimiento a sus jodidas letras, sus poemas, sus novelas, obras de teatro... Sus jodidas y malditas palabras. Disculpad por excederme, pero hay palabras que cortan más profundo que cualquier cuchillo.
Fui educado, como dice la película, para sacarle el meollo a la vida: heredé el don y la agonía de llorar en folios y sonreírle a un lápiz. Pero no lo cambio. No quiero cambiar quienes me educaron. Ojalá, algún día, lea alguno de mis más profundos escritos. Ojalá, algún día la gente valore tus obras como yo lo hago con 21 gramos, o la que sea.
No sabrá nunca lo mucho que lo he necesitado, ni lo mucho que los echo de menos.
Hasta luego,
Javi.
Pd: yo nunca digo adiós. Te quiero, Enrique, te amo.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.






