- -
- 100%
- +
El séptimo capítulo, “La inclusión de los adultos mayores en el sistema universitario”, de Araceli Hernández Velasco y Everardo Camacho Gutiérrez, además de enumerar los primeros esfuerzos de las universidades regionales por incluir programas dirigidos a esta población, implementó un programa para los adultos mayores para mejorar hábitos saludables: con la actividad física se obtuvieron mejores hábitos alimenticios y nutricionales, en tanto que las actividades recreativas fomentaron las relaciones sociales.
El capítulo final, “Análisis comparativo del estado de ansiedad, somatización y procesos cognoscitivos en adultos mayores institucionalizados y en centro de día”, de Bersabee Aguirre Gutiérrez, Ania Itzel Bautista Monge y Martha Yareni Pulido Murillo, compara diferentes centros de día en relación con la cantidad de redes de apoyo, el estado de salud (y la potencial somatización generada por ansiedad), de ansiedad y cognoscitivo de los adultos mayores. Es evidente que un centro de día como el estudiado, al mismo tiempo que estimula y cuida a los adultos mayores, posibilita que las personas mantengan el vínculo con sus familiares e interactúen con mayor frecuencia con ellos, y expone que hubo diferencias significativas en los niveles de ansiedad y deterioro cognoscitivo entre ambas poblaciones, lo que muestra que quienes viven en asilos tienen peores puntajes en estos dos rubros. El estudio llama la atención para generar en los asilos programas estimulativos semejantes a los centros de día para contener el deterioro cognoscitivo y los niveles de ansiedad en los asilados.
Los reportes aquí desarrollados dan luz respecto de la relevancia tanto de los vínculos socioafectivos como de la actividad física e intelectual para mantener funcionales y en buen estado de ánimo a los adultos mayores.
Será importante reconocer que las experiencias reportadas aquí con adultos mayores con características socioculturales particulares, podrán ser útiles en otros contextos semejantes. Sin embargo, se requerirá todo un proceso de adaptación a las condiciones específicas de la población.
A MANERA DE CIERRE
Los trabajos presentados en el primer eje están enmarcados de manera significativa en la pobreza. Hay un amplio número de estudios empíricos tanto en lo urbano como rural (Salgado & Wong, 2003, 2007), así como informes demográficos del Inegi, el Consejo Estatal de Población (Coepo) y Coneval que nos proporcionan indicadores sobre los niveles de pobreza en el país, tanto en la población en general como de los adultos mayores. La situación de pobreza impacta de manera significativa en este sector, lo cual se refleja en la precariedad en la salud, los bajos niveles de educación, la violencia, el aislamiento social y la falta de recursos de apoyo, por mencionar algunos. Si bien erradicar la pobreza es una tarea de corresponsabilidad desde los altos niveles gubernamentales, que en sus declaraciones oficiales lo ponen como prioridad, también es necesario que el sector privado, vía las organizaciones de la sociedad civil (OSC), la empresa, el sector salud o la academia confluyan en esfuerzos coordinados para hacer visible la pobreza, plantear estrategias de intervención para mejorar los niveles económicos de esta población y por consiguiente brindarles mejores oportunidades de acceso a los servicios públicos, de salud y educación.
Por otra parte, los trabajos del eje sobre el cuidado y la vejez muestran la escasez de instituciones dedicadas a atender y cuidar a las personas mayores, las cuales tienen en su mayoría enfoques y alcances limitados, como advierte Ham–Chande (1999). Es necesario avanzar en la normatividad en materia de salud de las instituciones en donde están asignadas las personas mayores, así como en la calidad del trabajo que se hace, favoreciendo la materialización del paradigma de envejecimiento activo y saludable.
Por otro lado, como muestran algunos de los materiales empíricos, las personas están teniendo menos hijos y hay menos probabilidad de que cuando envejezcan estos cuiden a sus mayores (Guzmán, 2002; Robles, 2003). El estado ha depositado el cuidado físico y emocional, así como la asistencia económica de los adultos mayores, en las redes familiares y sociales informales (Viveros, 2001). Este fenómeno tiene repercusiones importantes para las personas mayores que viven en situación de pobreza (Salgado & Wong, 2003). La invisibilización de las acciones de cuidado que realizan de forma cotidiana las mujeres a lo largo de sus vidas y que van dirigidas a vínculos familiares pertenecientes a generaciones que les preceden y continúan, y sin lugar a duda es un aporte económico asentado en el trabajo reproductivo y no remunerado, uno de los argumentos centrales para nombrar y problematizar la economía del cuidado (Pautassi, 2010; Marco & Rodríguez, 2010). Es menester el reconocimiento de las acciones de las mujeres en la economía en sus distintas escalas y desde ahí elaborar alternativas de desarrollo con equidad donde las acciones de cuidado tienen un lugar importante (Pautassi, 2010). Bazo (2002) considera que es necesario cuestionar las posibilidades y responsabilidades de las familias y mujeres en cuanto al cuidado de los distintos miembros. En el futuro, la verdadera crisis de los estados de bienestar será una crisis en la provisión de los cuidados. Es imprescindible la formulación de recomendaciones en política pública que pongan en el centro el cuidado, que se busque la profesionalización del mismo y se sostenga una visión de largo plazo que tome en cuenta el ciclo vital del sujeto (Lowenstein, 2003). Así, trabajar en un régimen de cuidado que siente las bases de una distribución equitativa de las tareas entre los distintos agentes del bienestar social es una tarea impostergable que convoca a los distintos actores, tanto públicos como de la sociedad civil organizada y la academia.
Los estudios reportados en el campo de la salud y el envejecimiento nos muestran la importancia de las relaciones sociales y redes de apoyo, así como de la actividad física como elementos fundamentales en la calidad de vida de los adultos mayores, como también reportan los estudios de Fernández Ballesteros realizados en contextos españoles (2000, 2002, 2009). Con respecto a estas redes, en nuestro contexto la familia juega un rol fundamental, aunque no único.
Por otra parte, el aprendizaje de estilos de vida saludables y tener competencias de autocuidado, como la autoobservación, es fundamental para que los adultos mayores puedan detectar a tiempo cualquier anomalía en su funcionamiento corporal y pueda ser atendido de manera temprana. Como elemento consecuente, la adherencia al tratamiento prescrito por los profesionales y la ausencia de automedicación son factores importantes en la conservación de su salud y una buena calidad de vida.
Un estilo de vida saludable en el cual el adulto mayor tenga un proyecto de vida, así sea el cuidado de sus nietos o contar sus experiencias de vida a las siguientes generaciones, es también factor sustancial para promover la salud de las personas, en la concepción amplia de salud ofrecida por la OMS: el bienestar físico, psicológico y social. Cuando un adulto mayor tiene un sentido de vida, un para qué de su existencia, hay este elemento psicológico y social que orienta su energía a atender a los otros y olvidarse un poco de sus eventuales achaques y el deterioro natural del cuerpo.
En el contexto de las universidades y su continua innovación, es importante ofrecer programas educativos para adultos mayores que los estimulen y llenen de satisfacción al generar nuevos aprendizajes.
Deseamos que los lectores de este libro, a través de los diversos aportes aquí presentados, profundicen en algunos aspectos del fenómeno del envejecimiento en nuestro contexto, los cuales puedan ser considerados cuando se articulen programas de intervención desde las diferentes instancias corresponsables en promover la calidad de vida en los adultos mayores de nuestro país.
REFERENCIAS
Arriagada, I. (2007). Transformaciones familiares y políticas de bienestar en América Latina. En I. Arriagada (Comp.), Familias y políticas públicas en América Latina: Una historia de desencuentros (pp. 125–152). Santiago de Chile: CEPAL / UNFPA.
Bazo, M. (2002). Intercambios familiares entre las generaciones y ambivalencia: una perspectiva internacional comparada. Revista Española de Sociología, No.2, 117–127.
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) (2009). Políticas públicas y crisis de cuidado en América Latina: alternativas e iniciativas. En CEPAL (Ed.), Panorama social, 2009 (pp. 227–240). Santiago de Chile: CEPAL.
Consejo Nacional de Evaluación de la Política del Desarrollo Social (Coneval) (2016). Informe de evaluación de la política de desarrollo social 2016. Principales hallazgos.
Fernández Ballesteros, R. (2000). Gerontología social. Madrid: Pirámide.
Fernández Ballesteros, R. (2002). Envejecer bien: qué es y cómo lograrlo. Madrid: Pirámide.
Fernández Ballesteros, R. (2009). Psicología de la vejez: una psicogerontología aplicada. Madrid: Pirámide.
Guzmán, J.M. (2002). Envejecimiento y desarrollo en América Latina y el Caribe. Santiago de Chile: Celade.
Ham–Chande, R. (1999). Conceptos y significados del envejecimiento en las políticas de población. En Conapo (Ed.), Envejecimiento demográfico en México: retos y perspectivas (pp. 41–54). México: Conapo.
Ham–Chande, R. (2003) El envejecimiento en México: el siguiente reto de la transición demográfica. México: Porrúa.
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) (2013). Estadísticas a propósito del Día Internacional de las personas de edad (3 de diciembre).
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) (2016). Estadísticas a propósito del Día Internacional de las personas de edad (30 noviembre).
Lowenstein, K. et al. (2003). Findings: Research Project. Israel: University of Haifa.
Marco, F. & Rodríguez, C. (2010). Pasos hacia un marco conceptual sobre cuidado. En CEPAL (Ed.), El cuidado en acción. Entre el derecho y el trabajo (pp. 93–114). Santiago de Chile: CEPAL.
Montaño, S. (2010). Pasos hacia un marco conceptual sobre cuidado. En CEPAL (Ed.), El cuidado en acción. Entre el derecho y el trabajo (pp. 13–68). Santiago de Chile: CEPAL.
Montaño, S. & Milosavljevic, V. (2010). La crisis económica y financiera. Su impacto sobre la pobreza, el trabajo y el tiempo de las mujeres. Santiago de Chile: CEPAL (Serie Mujer y Desarrollo, No.98).
Organización Mundial de la Salud (OMS) (2002). Envejecimiento activo: un marco político. Revista Española de Geriatría y Gerontología, 37(S2), 74–105.
Organización Mundial de la Salud (OMS) (2015). Informe Mundial sobre el Envejecimiento y la Salud. Ginebra: OMS.
Pautassi, L. (2010). Cuidado y derechos: la nueva cuestión social. En CEPAL (Ed.), El cuidado en acción. Entre el derecho y el trabajo (pp.69–92). Santiago de Chile: CEPAL.
Robles, Leticia (2003). Una vida cuidando a los demás. Una carrera de vida en ancianas cuidadoras. Simposio Viejos y Viejas. Participación, Ciudadanía e Inclusión Social. En 51 Congreso Internacional de Americanistas, Santiago de Chile.
Salgado, N. & Wong, R. (2007). Género y pobreza: determinantes de la salud en la vejez. Salud Pública de México, 49(4), s515–s521.
Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) (2013). Programa Sectorial de Desarrollo Social 2013-2018. Plan gubernamental.
Viveros, A. (2001). Envejecimiento y vejez en América Latina y el Caribe: políticas públicas y las acciones de la sociedad. Santiago de Chile: Celade.
I. Envejecer en situación de pobreza urbana y semiurbana
Factores relacionados con el bienestar subjetivo en ancianos que viven en situación de pobreza semiurbana
MARGARITA MALDONADO SAUCEDO
En México, el envejecimiento poblacional se refleja en su cambio de estructura por edades: en 1970 la edad promedio era de 21.8 años, para 2000 de casi 27 años, para 2030 se espera que sea de 37 años, y en 2050 de poco menos de 43 años. Esto pone de manifiesto el acelerado incremento de adultos mayores en el país, ya que para 2050 se calcula que uno de cada cuatro habitantes lo sea. Este incremento expone la incapacidad del sistema de gobierno para atender y asegurar un bienestar para los adultos mayores, sector de la población caracterizado por su vulnerabilidad (Torres & Flores, 2018).
El estudio del bienestar subjetivo surge a partir del interés por identificar factores que incrementen la calidad de vida de las personas. Este concepto se refiere en términos generales a la evaluación que hace la persona de su propia vida y contiene una dimensión centrada en aspectos afectivos–emocionales y otra en los cognitivos–valorativos (Alvarado, Toffoletto, Oyanedl, Vargas & Reynaldos, 2017; Cuadra & Florenzano, 2003).
Se han identificado factores sociodemográficos (edad, género, escolaridad, estado civil, educación e historia personal), culturales y psicosociales (relaciones familiares, redes de apoyo, participación social, religiosidad, actitud ante la vida, estilos de enfrentamiento, metas en la vida y dar un sentido a su vida) y de percepción de salud biológica relacionados con el bienestar subjetivo de los adultos mayores (Vivaldi & Barra, 2012; Arroyo & Vázquez, 2015; González–Celis, Chávez–Becerra, Maldonado–Saucedo, Vidaña–Gaytán & Magallanes–Rodríguez, 2016; Alvarado, Toffoletto, Oyanedl, Vargas & Reynaldos, 2017; Torres & Flores, 2018).
En los países en desarrollo, la pobreza se agudiza debido a que disminuyen las posibilidades de generar ingresos de forma autónoma, además de que la falta de seguridad social, las enfermedades crónicas y discapacitantes limitan su permanencia en el mercado laboral e incluso la discriminación por su edad. Así, ser pobre en la vejez significa mayor vulnerabilidad e inseguridad económica, la que difícilmente puede ser resuelta por los propios adultos mayores (Garay & Montes de Oca, 2011).
De acuerdo con lo anterior, el propósito de este trabajo fue conocer cuáles son los factores que se relacionan con el bienestar subjetivo en ancianos que viven en situación de pobreza.
METODOLOGÍA
Para este estudio se optó por el paradigma cualitativo y algunos elementos de teoría fundada, para así conocer “desde la voz de los ancianos” ¿cuáles son los factores que se relacionan con su propio bienestar? (Tarrés, 2008).
La investigación se realizó en Lomas de Tabachines, colonia semiurbana de la zona metropolitana de Guadalajara (ZMG) en la que el Voluntariado Estamos Contigo (VEC), organización no gubernamental (ONG), apoya a un grupo de ancianos que viven en pobreza.
La muestra fue de nueve ancianos (siete mujeres y dos hombres), cuya edad osciló entre 62 y 83 años, con un promedio de

Se les realizó una entrevista semiestructurada que abordó los siguientes temas: a) datos sociodemográficos, b) contexto familiar y social, c) condiciones generales de salud, d) aspectos importantes en este momento de su vida, e) significado de la vejez, y f) expectativas de vida. Cada entrevista se realizó en el hogar del anciano y tuvo una duración de aproximadamente una hora.
RESULTADOS
Después de sistematizar y analizar la información de las entrevistas, se identificaron los factores que los nueve ancianos mencionaron como los más representativos de su bienestar subjetivo. En total se encontraron 12 factores, los cuales se agruparon en tres dimensiones: realidad concreta (RC), creencias y valores (CV) y factibilidad de cambio psicológico y de salud (FCPS). De igual forma, en cada una de estas dimensiones se incluyen cuatro factores (figura 1.1).
DIMENSIÓN REALIDAD CONCRETA:
En esta dimensión se agruparon los factores que los ancianos mencionaron que afectan su bienestar en su cotidianidad, pero que difícilmente pueden modificar por sí mismos, por ejemplo, la imposibilidad de salir de noche para no enfrentar a los drogadictos, ya que existe mucha violencia en las calles; la dificultad para caminar por la colonia debido a que sus calles son muy empinadas, por lo que sufren caídas; sus limitados recursos económicos hacen que recurran a créditos que no pueden pagar.
FIGURA 1.1 FACTORES DE BIENESTAR SUBJETIVO EN ANCIANOS QUE VIVEN EN SITUACIÓN DE POBREZA

Vivienda
La importancia de la vivienda propia en este tipo de población se ha descrito en diferentes investigaciones (Enríquez, 2003; Pantoja, 2010). En los casos que nos atañen, la falta de servicios de alcantarillado y electricidad, así como una orografía irregular (pequeñas barrancas) dan características particulares a las viviendas, las cuales están distribuidas en dos niveles o se tiene que subir una escalera empinada para llegar al acceso principal. Si bien la mayoría eran asentamientos irregulares al comienzo de la colonia, poco a poco se han ido legalizando. Un porcentaje de 88.8% de las personas entrevistadas viene de pueblos o rancherías de estados como Michoacán, Zacatecas y Colima, para quienes, a pesar de las condiciones de pobreza, es muy importante sentir su lugar como propio, una meta para algunos inalcanzable como menciona AG a continuación: “Yo nunca pensé que pudiera tener una sombrita”. O como el caso de MR: “Si el cielo existiera, yo ya vivo en él, porque cuando llegué a Guadalajara con mi suegra y nuera, dormíamos en los atrios de los templos”. RD menciona: “Vivo en un pequeño espacio, un cuarto, una cocina y un baño que me construyó mi yerno atrás de su casa, la manera de agradecerle y contribuir es vendiendo dulces, llevando nietos a la escuela y cuidando el jardín”.
Ninguno de los entrevistados rentaba casa, por lo que debe considerarse que para poder hacerse de una propiedad en sus situaciones de pobreza, debieron ser lotes muy económicos y con facilidades de pago.
Mi cuñada me dijo: “Arriba hay terrenos, agárrate uno; yo conozco a la doña de tal parte” [Y dije] “bueno si me dan con facilidad sí lo agarro”. Ella me metió el hombro; en aquel entonces eran 15,000: daba 500 pesos cada ocho días, se lo daba en dos o tres partes. Aquí donde vivo es mío y lo que tengo (bóveda y el piso) se lo daban a mi marido (velador). Como le digo a mi señor: de perdis aquí no estorbo (AG).
Contrario a lo que pudiera pensarse, el anciano en pobreza extrema busca tener una vivienda propia, ya que por su misma situación le sería muy complicado pagar la más mínima renta mensual. Una vez que logra tenerla, difícilmente puede mejorar la vivienda, por lo que muchas están en obra negra y solo tienen un cuarto, un baño y una cocina, en donde en ocasiones viven hasta tres generaciones, lo cual genera una situación de hacinamiento.
Recursos económicos
En México, la estrategia más adecuada para enfrentar situaciones económicas en la vejez es el sistema de pensión o jubilación, pero para este sector de adultos mayores no es un recurso viable. Ante tal precariedad, el gobierno federal ha implementado diversos programas como Oportunidades y 70 y Más. En el caso de nuestra muestra, únicamente dos recibían apoyo de 70 y Más, mientras que todos recibían una despensa mensual a un mínimo costo de Voluntariado Estamos Contigo.
En relación con los ingresos, aparecen aquellos generados por el sujeto mismo (trabajo informal) y por los familiares (esposo, hijos o yernos). En esta etapa de la vejez, la situación económica es uno de los factores a los que el anciano se debe adaptar, ya que muchos ven mermar su economía, lo que afecta su bienestar general.
Los resultados del estudio fueron consistentes parcialmente con otros donde se menciona que en situaciones de pobreza extrema, 41% del ingreso total lo proporcionan los hijos (Márquez, Pelcastre & Salgado, 2006). Ejemplo de ello es la siguiente respuesta de MR: “Mi hija, ella nos mantiene, gana 800 pesos por quincena”. Solo en dos casos de personas que viven solas, buscan la manera de generar sus propios recursos, como con JP: “Rento el cuartito de arriba a mi sobrina y me dan despensa, con eso me ayudo y la voy pasando”, e YG: “Trabajo limpiando casas”. Así, en cinco casos había apoyo económico de sus hijos. Pero, si bien en algunas situaciones se percibe este respaldo de los hijos, en otras estos son quienes resultan ser más una carga que un apoyo, como comenta CM: “Le firmé a mi hija para sacar un colchón y se me desapareció; no ha pagado las mensualidades y constantemente me llegan a cobrar, cosa que yo he tenido que hacer, pero con muchas dificultades” (esto le generó un problema de salud que la incapacitó debido a su constante nivel de estrés).
Es necesario fomentar en los ancianos una cultura de planeación económica a pesar de los limitados recursos; además, replantear las estrategias en los programas de apoyo por parte del gobierno federal, para que realmente sea un apoyo y evitar seguir perpetuando el paternalismo social.
Situaciones que tienen que enfrentar en su contexto sociocultural
Dada las características socioeconómicas de la colonia, algunos de los problemas más mencionados por los entrevistados fueron el alcoholismo, la drogadicción, el desempleo y las condiciones insalubres.
Estas problemáticas son la mayoría de las veces algo que se vuelve normal, se acepta y favorece desde algunos actores del propio entorno o externos. Es el caso de MR, quien vivió con un hombre alcohólico y golpeador que le quitaba el poco dinero que ganaba con la venta de cosas usadas, para comprar su “alcohol”; actualmente, la drogadicción se hace presente en sus nietos.
Asimismo, JM asistía a un “borrachito” que a veces le hacía compañía y a quien regañaba para que ya no tomara, pero, aunque su conducta era recurrente, lo seguía apoyando, porque decía que “su familia no lo quiere por borracho”.
Se observaron condiciones de insalubridad en algunos puntos de la colonia, como en la vivienda de YG, cuya casa está casi al borde de un arroyo de aguas negras que es un foco de infección y, a pesar de las constantes quejas a las autoridades responsables, no hay respuesta. “Frecuentemente tengo que cerrar las ventanas por los malos olores”, señala.
Los anteriores comentarios reflejan la realidad que vive Lomas de Tabachines, una de las 10 colonias de la ZMG que vive condiciones de pobreza extrema, sin agua potable ni luz, con muy pocos centros de salud y escuelas, y en donde los ingresos por familia van de uno a tres salarios mínimos (Aceves, 2011); también se le menciona como una de las más inseguras e insalubres (Barrera, 2016), con condiciones complejas en su orografía que hace que las familias vivan en un riesgo continuo (GDL, 2014).
Redes sociales: se identifican quiénes son las fuentes de apoyo más relevantes
Existe una amplia literatura acerca de las redes de apoyo y su rol favorecedor del bienestar personal y social. Por ejemplo, Aranda y Pando (2013), a lo largo de varias décadas, realizaron una revisión sobre la conceptualización del apoyo social, el cual coincide en lo general en el involucramiento de las personas, ya sea de forma afectiva, material y / o económica en favor de otra persona en situación crítica. Por su parte, Ponce, Velázquez, Márquez, López y Bellido mencionan que el apoyo social “es un proceso interactivo en el que la persona obtiene ayuda emocional, instrumental y afectiva de la red en la que se encuentra inmerso” (2009, p.25).
Por lo general, el apoyo social se ha tipificado en dos grandes fuentes: formales e informales. Las primeras están constituidas con reglas y procedimientos estandarizados, en tanto las segundas por lo general son actividades espontáneas y con reglas implícitas, entre las que se cuentan las relacionadas con las redes personales (familia, amigos y vecinos) (Arias, 2013).