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Hasta ese momento, debido a que las bases las había puesto el


Sin embargo, la implantación del colegio jesuita suscita en Reims las mismas tensiones que en París con la universidad, que recibe aquí el apoyo de los oficiales del Tribunal Civil y allá el del Parlamento. Las observaciones del muy galicano Coquault, resueltamente hostil a los jesuitas por razones muy difundidas en la magistratura del reino, no deben hacer extrapolar con rapidez lo de un caso particular al conjunto de la nobleza remense. Los jesuitas encontraron también una acogida favorable en este medio, menos monolítico de lo que a menudo se le presenta: Pedro Maillefer, quien había entrado a la compañía en 1599, a los diecisiete años, es confesor en el colegio en el periodo 1625-1626 y muere en Reims en 1634. Uno de sus sobrinos, Juan, entra a los dieciséis años, en 1633, y muere en 1699;


Los nuevos establecimientos se instalan dentro de los muros en las zonas habitables y poco densas ocupadas ampliamente por jardines y prados. Ellos se agregan a los establecimientos más antiguos, más cercanos al corazón de la ciudad: por una parte, el monasterio de los cartujos y el de los antoninos, los benedictinos de San Remí, San Nicasio y San Dionisio, las abadías femeninas de San Pedro las Damas y San Esteban de las Monjas; por otra parte, los establecimientos de los mendicantes: cordeliers y clarisas, agustinos, carmelitas, dominicos. Para ser completo conviene no olvidar a las religiosas hospitalarias que dirigen el Hospital General ni a las que aseguran el servicio de este —formado en 1633 por la reunión de todos los hospitales y enfermerías de la ciudad en el barrio de la Alcaldía—, la comunidad de Magneuses, quienes en el Hospital de Santa Marta forman un personal femenino para el cuidado de los enfermos y la instrucción de los niños. A mediados de los años 1650, las beguinas unen su Hospicio Santa Inés con el Hospital San Marcoul, donde se acoge a los tuberculosos, aquellos que no han tenido aún la suerte de ser tocados por el rey.
Como muchos otros cuerpos consulares de la misma época, los magistrados de Reims se inquietan ante la influencia decisiva de los establecimientos religiosos y sus consecuencias económicas y fiscales —esto se ha hecho bastante notable después de que en su trabajo pionero Alain Lottin (1984) puso en evidencia esta actitud en Lille—. En 1667 el consejo de la ciudad rechaza la implantación de los Padres de la Misión, aunque su acción haya sido decisiva para el «alivio de los pueblos» en 1651. El consejo hace «saber a esos padres que solicitan inútilmente su admisión, puesto que la ciudad ya está demasiado cargada de casas religiosas que disfrutan de comodidades públicas». Coquault se hace eco de esta explicación en sus memorias: «desde hace cuarenta o cincuenta años se han hecho tantos nuevos monjes […] que eso arruina a la república». En 1660


Así, en la época en que Juan Bautista es un niño, si se agregan las tres agrupaciones de San Symphorien, San Timoteo y Santa Balsamia, y las catorce iglesias parroquiales, el tejido urbano está erizado con una treintena de campanarios y campaniles, y el paisaje sonoro nutrido de muchas más campanas. Con sus casi ochocientos miembros, el clero forma entre el 2 % y el 3 % de la población, lo que no excede el promedio del reino.
Si fuera necesario caracterizar Reims en los años de juventud de Juan Bautista, más allá de las tensiones sociales entre comerciantes y obreros que la atraviesan, entre la ciudad y el capítulo, entre los gremios, también más allá del recuerdo de las divisiones de la liga, la ciudad aparece en una fase de transición marcada por las últimas chispas de un catolicismo cívico o comunitario y por un sistema municipal político-religioso que permite a un número restringido de familias manejar la ciudad, lo que moviliza una red de lazos matrimoniales y de parentescos gracias a los cuales esta élite controla al consejo de la ciudad, al tribunal y a las cofradías mayores apoyándose en el capítulo y en algunas comunidades religiosas.
Una infancia en el entorno del oficio
El núcleo familiar
Juan Bautista nace el domingo 30 de abril de 1651. El mismo día lo bautizan en las fuentes de la parroquia de San Hilario presentado por sus abuelos maternos Juan Moët y

Otra «anomalía» ha hecho correr mucha tinta erudita, aunque la importancia no sea considerable. ¿Por qué la ceremonia, en este caso mucho más discreta y rápida que en nuestros días, se celebró en la parroquia de San Hilario, cuando los padres de Juan Bautista vivían en la de San Pedro el Viejo? Se puede suponer, como lo hizo Poutet en 1970, que la joven mujer de dieciocho años termina su primer embarazo en casa de su madre para aprovechar su experiencia. El parto era entonces ante todo un asunto de mujeres y quizás no había alguna partera experimentada en la joven familia. Luego se verá que la señora de La Salle parece haber permanecido siempre cercana a sus padres. Pero también en Reims se acostumbraba a bautizar a los niños en la parroquia del lado materno sin que allí vivieran los papás. Monseñor Le Tellier puso fin a esto mucho más tarde por medio de su mandato del 27 de abril de 1685, que «obliga a bautizar a los niños en la parroquia de sus padres» (Poutet, 1970, p. 31, n.º 13; Aroz, 1966a, CL 26, p. 239). Se concluye subrayando, por un lado, que después de Juan Bautista el resto de los hermanos y hermanas se bautizaron en las dos parroquias y, por otro lado, que luego de los minuciosos trabajos de Aroz se considera que no hay lugar para suponer que Juan Bautista haya nacido en un sitio distinto a la casa paterna, en la calle de la Arbalète.
Según el modelo demográfico que prevalecía entonces, Nicole Moët llevó hasta el final once embarazos en unos veinte años, entre 1650 y 1670. Después de Juan Bautista, vinieron Remí (11 de diciembre de 1652), María (26 de febrero de 1654),


En esta familia los intervalos intergenésicos se sitúan en su mayoría entre diecinueve y catorce meses. Dos son muy breves: doce y catorce meses; otros dos son mucho más amplios: 35 meses entre los dos últimos hijos, y 41 meses, casi tres años y medio, entre Santiago José y Juan Luis I. En este último caso, dada la regularidad del ritmo de las concepciones y de los nacimientos en la pareja, se puede suponer que Nicole Moët habría tenido un aborto natural sin dejar huellas en los archivos, lo que no tiene nada de sorprendente. Para el nacimiento de


Luis de La Salle, un magistrado en ascenso social
El padre de Juan Bautista, Luis de La Salle, proviene de una familia de comerciantes cuyo itinerario social es muy representativo26. El primer ancestro directo conocido y cierto es









La familia de La Salle comienza su ascenso social gracias al comercio textil. Con este adquiere mucho más que la holgura, la riqueza. Al menos estaba en capacidad de practicar el comercio financiero. Así, cuando Henri de Navarra, en su reconquista de la Champaña de la liga, pone su sede frente a Épernay en 1592, los hijos de

Los La Salle se aproximan insensiblemente a la nobleza por medio de una estrategia matrimonial clásica.





Nicole Moët y sus ascendientes
El matrimonio de Luis de La Salle refuerza esa lenta limpieza de la condición popular original31. Tres años después de haber adquirido un cargo de consejero en el bailiazgo y sede del Tribunal de Reims, él se casa con

Es difícil dar una estimación exacta de la evolución de esta fortuna, pero parece que su aumento fue moderado. El cargo de


Después de su matrimonio, Luis de La Salle adquiere, no se sabe cómo, tierras, praderas y bosques, y un vivero y una casa en Tinqueux, a menos de una legua de la ciudad. El 2 de julio de 1660 él intercambia todo con su hijo mayor, Simón, por dos bienes inmobiliarios: por una parte, la mitad del Hotel de la Cloche, que él ocupaba hasta ese momento como inquilino; por otra parte, una casa en la callecita Crocs —con una fachada sobre el mercado de telas—, que colinda con una propiedad del capítulo de San Symphorien. En mayo de 1664 revende a su hermano Simón la parte del Hotel de la Cloche que él ocupa desde 1650, de la cual se había hecho propietario tan solo cuatro años antes. Las 7500 libras de Tours que él saca de esta venta lo ayudan a adquirir un nuevo hotel en la calle Santa Margarita por 7600 libras. Este hotel en el ángulo de la calle Santa Margarita y de la calle de la Grue, en la parroquia de San Symphorien, desapareció hace mucho tiempo. Para efectuar esa adquisición tuvo que vender otros bienes, en este caso dos viñas, probablemente heredadas de sus padres, sobre el lado sur de la montaña de Reims en la región de Ay. Al morir, Luis de La Salle posee aún algunas casas en la parroquia de Trois-Puits —situada hoy en los suburbios del sur de Reims—, que Juan Bautista hereda en 1672. Luis de La Salle recibe en 1671 una renta de 126 libras anuales por una casa en la calle de los Deux-Anges —heredada por su hija María—, que proviene quizás de la herencia de su mujer —fallecida el 19 de julio—, legataria de su padre, muerto en 1670.
Este breve inventario da la impresión de que Luis de La Salle casi no buscó incrementar su fortuna, incluso que él no logró mantenerla. Como lo sugirió Y. Poutet, es probable que la pareja, encargada de una familia numerosa, cuidara sus gastos porque tenía que satisfacer las necesidades de la representación social. El fin de la década de 1660 le trajo un poco más de holgura, de la cual casi no tendrá tiempo de disfrutar. En 1666 la prebenda canonical de Juan Bautista, con quince años, aporta una renta anual de mil libras para un capital de alrededor de 20.000. El mismo año su tío canónico, que abandonó su beneficio en provecho de Juan Bautista, constituyó a

Pero Luis de La Salle no quiere fundar la honorabilidad y el capital social simbólico de su familia principalmente sobre su fortuna. Desde ese punto de vista, el aporte de Nicole Moët y de los suyos es determinante. Su padre, Juan Moët, tiene el título de gentilhombre y también un cargo de consejero en el Tribunal de Reims. La familia está bien instalada en la magistratura. El padrino y la madrina de Nicole, nacida el 30 de noviembre de 1633, pertenecen al mismo medio:

Juan Moët agrega al prestigio de la toga el de la tierra, como señor de Brouillet, Dugny, Louvergny, Bronville, Le Griffon, Terron-sur-Aisne, Thillois y Saint-Étienne-à-Arnes. Su nobleza se reconoce con ocasión de la encuesta de 1668. Podía haber alguna sospecha de usurpación en la medida en que un antepasado de Juan, Felipe, había tenido que solicitar una rehabilitación de nobleza en 1519 por un «asunto de comercio»: se había lanzado en el negocio para pagar sus deudas y logró que lo removieran del trabajo de tallador habiendo podido dar fe de que vivía de nuevo «noblemente, como lo habían hecho sus predecesores». El abuelo materno de Juan Bautista velaba por hacer respetar su nobleza y no dudaba en acudir a la justicia para proteger sus privilegios. Como algunos de sus ancestros, Juan acumula también el prestigio del evergetismo municipal: en 1643 lo eligen administrador del hospital. Completamente benévola y con frecuencia costosa, la función reposa sobre la dedicación a la ciudad. A menudo ella constituye también el trampolín hacia las responsabilidades municipales (Gutton, 1999). Su yerno, Luis de La Salle, beneficiándose de este antecedente familiar, lo ejerce en 1662 y 1665, lo que le abre las puertas del consejo de la ciudad. Al terminar esta responsabilidad, en la fábrica parroquial de San Symphorien lo eligen auditor de las cuentas y cumple esta función hasta 1671. En la iglesia la familia disfruta de un gran banco alquilado de por vida por Nicole Moët en 1667, a la vez vitrina y componente suplementario de la notoriedad hasta la cual se alzaron los La Salle.
Un sistema de clanes
Por su matrimonio,
