El padre de Luis, Lancelot, y su hermana y hermano se casan con tres hermanos y hermanas Cocquebert: Lancelot con
Barbe Cocquebert, Juan con Antonieta y María con Juan. Hermanos y hermanas son varias veces cuñadas o cuñados.
Jacqueline de La Salle (1632-1696), prima de Luis y tía de Juan Bautista, se casa con un Cocquebert, Nicolás (1624-1687). Su hermano Luis (1636-698) toma por esposa a
María Cocquebert (1639-1693), etcétera. La segunda familia es la de los Moët, que se une al menos cuatro veces a los Cocquebert y dos veces a los Lespagnol. Dos Moët, tíos maternos de Juan Bautista, se casan con señoritas Cocquebert, luego, nuevamente, el hijo de uno de ellos, primo de Juan Bautista. Una de sus tías se casa con
Claudio Lespagnol. En fin, la familia Maillefer se unió tres veces con los Cocquebert. Entre ellas, estas tres familias tejen directamente los lazos. Los más fuertes son los que, a partir de cuatro matrimonios, asocian a los La Salle y los Maillefer, mientras que estos últimos y la familia de Juan Bautista están unidos al menos una vez cada uno a los Moët. Más periférica, la familia
Frémyn se une al menos una vez a todas esas familias, excepto a los Cocquebert. La red se extiende a las familias Roland, bien instaladas en la municipalidad, de las cuales salió el canónigo del mismo nombre, quien fue por un momento director espiritual de Juan Bautista.
La apariencia social de esas familias se debe analizar a la luz de la red que forman entre ellas. Cada miembro de las familias se encuentra en un juego de relaciones intergeneracionales que puede conducir al riesgo de la consanguinidad. Así, la suegra de
Luis de La Salle,
Perrette Lespagnol, es hija de Juana Cocquebert y su abuela materna es
Juana Lespagnol.
Claudio Cocquebert, nacido en 1612, se casa con su prima
Nicole Cocquebert, quien muere en 1677.
Simón de La Salle, hijo de
Barbe Cocquebert, hermano mayor de Luis y tío de Juan Bautista, se casa con
Rosa Maillefer, viuda de su primo, también llamado Simón, hijo de
Antonieta Cocquebert. El último hijo de esta, Luis de La Salle (1636-1698), quien se casa con una
María Cocquebert, tiene por suegra a
Isabela Lespagnol: él obtiene de Alejandro VII una breve dispensa por consanguinidad; sobre los ocho hijos nacidos de ese matrimonio, seis murieron probablemente a temprana edad. De la misma manera, en la misma época,
Santiago Moët (1635-1716), tío de Juan Bautista, se casa con su prima Ana Moët con dispensa del propio Papa. A la red de alianzas se suma la de los parentescos espirituales: entre Moët, Cocquebert, Lespagnol, La Salle y Frémyn ya ni se cuentan más las alianzas en la pila bautismal.
Conservando su anclaje en el comercio (el cuñado de Juan Bautista,

Juan Maillefer, es comerciante de telas), esas familias extienden sobre la ciudad de Reims una red que les permite retener en sus mallas las posiciones de poder, de influencia o de prestigio. Detrás de una red de alianzas tan cuidadosamente entrelazadas entre varias generaciones se adivinan verdaderas estrategias sociales con intereses tanto políticos como económicos. Se trata de mantener e incluso de acrecentar los patrimonios familiares, lo que puede explicar los frecuentes ingresos a la vida religiosa de cada generación. Se trata también de garantizar su reproducción social consolidando las posiciones adquiridas en las principales instituciones de la ciudad por las familias asociadas en esa red. En primer lugar, ellas están implantadas con fuerza en la sede del Tribunal de Reims, como en un bastión: al menos tres Cocquebert, tres Moët, dos Lespagnol, un Frémyn, un Maillefer y dos La Salle (Luis, el padre de Juan Bautista, y Pedro, su propio hermano) detentan allí algunos cargos. Es evidente que Luis adquiere el puesto de consejero con la protección de Juan Moët, su cuñado. En el momento en que Luis asume este cargo su primo

Nicolás Cocquebert (1624-1662) es el asesor adjunto de asuntos civiles y criminales, y
Luis Lespagnol (1618-1692) es el fiscal. Así, beneficiándose de los lazos familiares creados antes, él se puede instalar en la magistratura.
En paralelo, estas familias acceden en gran número a las funciones municipales. El primero en entrar al consejo de la ciudad de Reims es
Lancelot II, en la segunda mitad del siglo XVI. Algunas décadas más tarde, con ocasión de la reunión del 5 de marzo de 1649, los padres y aliados más o menos cercanos a los La Salle, con un número de diez, forman casi la mitad del consejo, que tiene veintiún miembros (Poutet, 1970, t. I, p. 111). Ellos ejercen con frecuencia el cargo más importante: mandatario o lugarteniente de los habitantes de Reims.
Nicolás Lespagnol, cuñado de Juan Moët, el abuelo de Juan Bautista, asume el cargo desde 1633 a 1637 después su padre, quien lo había ejercido al final de las guerras de religión en el periodo 1595-1596.
Juan Maillefer fue mandatario de los habitantes de Reims de 1630 a 1632,
Antonio Frémyn en 1615,
Felipe Frémyn de 1644 a 1648. Las generaciones siguientes asumen también la función:
Claudio Cocquebert (1612-1700) está en el cargo en el periodo 1678-1680, cuando Juan Bautista vive las primicias de su conversión radical a los pobres;
Luis de La Salle (1636-1700), su tío, en el periodo 1697-1698, cuando había dejado desde hacía un buen tiempo su ciudad natal. Otros, a ejemplo del padre de Juan Bautista en 1666 y 1669, ejercieron «solo» el puesto en el tribunal, al cual la familia Moët se había dedicado desde el siglo XIV:
Nicolás de La Salle (1650-1725), primo hermano, y
Juan Maillefer (1651-1718) en el periodo 1692-1693. El primero dirigió también a los fusileros de la ciudad igual que
Juan Cocquebert (1596-1650). No sorprende mucho este verso de la época:
basta con ser Favart, Cocquebert o Roland. / Ante esos apellidos toda rodilla se dobla, todo se humilla. / Los grandes apellidos representan el saber, el genio. / No hay, fuera de esos nombres, ningún predestinado. / Con esos nombres, en fin, se es magistrado de nacimiento.
Tal hegemonía no impide las divisiones entre los miembros del clan. En 1688
Luis Lespagnol de Bouilly rechaza la elección de
Andrés Cocquebert al puesto de magistrado; en las quejas que dirige a Colbert y a Lionne lo acusa de malversación. Andrés Cocquebert se toma muy mal este asunto y Luis va al exilio por algún tiempo a Bourges antes de entrar en gracia de nuevo (Poutet, 1970, t. I, p. 112).
Además de la magistratura y del tribunal, tres de esas familias ocupan puestos en la Iglesia en un segundo momento, según parece. Ellas son parte importante de la red devota y militante que va a producir el florecimiento de vocaciones religiosas. La existencia de una sucursal de la Compañía del Santo Sacramento a partir de 1641 es segura y ella se implanta por intermediación de un consejero del Tribunal de la Champaña (Tallon, 1999, p. 33). Las vocaciones comienzan a multiplicarse en la mitad del siglo. Seis primas y primos, hermanos de
Luis de La Salle, tías y tíos de Juan Bautista, entran en las órdenes religiosas: Juana y
María de La Salle hacen sucesivamente su profesión en la Congregación de Nuestra Señora en 1642 y 1643, Elisabet en la abadía real de San Pedro las Damas en 1651. Sus tres hermanos,
Anselmo, Francisco y Pedro, se hacen genovevos: el primero sacerdote prior de Château-Landon, el segundo viceprior en Nuestra Señora de Bourg-Moyen en Blois. De la generación de Juan Bautista, tres Maillefer entran en las órdenes:
Carlos (1653-1720) se integra al clero diocesano de Reims,
Juana (1656-1712) toma el velo en la Congregación de Nuestra Señora y Francisco (1658-1716) pronuncia sus votos entre los premostratenses. De la generación siguiente, tres hijos de
María de La Salle, hermana de Juan Bautista, y de
Juan Maillefer, siguen la misma vía: Juan Francisco (1682-1723) obtiene una prebenda en la colegiata San Symphorien de Reims, Simón Luis (1683-1752) y Francisco Elías (1684-1761), el biógrafo de Juan Bautista, se integran a la Congregación de San Mauro, mientras que
María Carlota realiza una tentativa en San Pedro las Damas, pero no termina su noviciado y se casa con un consejero del tribunal,
Rigoberto Dorigny. Sus primas
Juana Remieta y
Juana Elisabet, hijas de
Pedro de La Salle, entran a la Congregación de Nuestra Señora y su
hermano Juan Bautista Luis se hace benedictino en San Remí. La familia
Frémyn provee a los rangos del clero con bastante regularidad desde el final del siglo XVI: cuatro religiosas y dos canónigos.
Las numerosas vocaciones en la familia de Juan Bautista no aparecen como un fenómeno singular, incluso si ellas vienen a reforzar sensiblemente el peso de los La Salle en la contribución de esas familias a la Iglesia católica.

María Rosa toma el velo en San Esteban de las Monjas en noviembre de 1671, cuatro meses después del deceso de su madre33, Santiago José entra a la Congregación de Francia probablemente hacia 1676 y Juan Luis, después de obtener su doctorado en la Sorbona en 1693, toma posesión de una prebenda en el capítulo de la catedral de Reims el año siguiente. Que la devoción haya sido desarrollada con fuerza en los La Salle está fuera de duda, pero no es imposible que el deceso prematuro de los dos padres haya contribuido a orientar a una parte de sus hijos hacia las órdenes, incluso aunque tres de ellos, una hija y dos hijos, al final se casaran. No es raro que la historia de las vocaciones religiosas presente casos similares. Conviene también no equivocarse sobre la preferencia notoria de las vocaciones por ciertas órdenes o por ciertos establecimientos en esas familias. La espiritualidad o la forma de vida entran sin duda menos en juego que su prestigio, por una parte, y el peso de la familia, por otra. La abadía San Pedro las Damas recluta en la élite de la Champaña: meter a sus hijas allí contribuye al honor de la familia. Sucede lo mismo con el capítulo de la catedral o con las abadías de San Dionisio y de San Remí de Reims. No se puede decir esto de la Congregación de Nuestra Señora, de creación mucho más reciente, impulsada por el movimiento de la Reforma católica; sin embargo, al entrar en ella de manera metódica, estas familias la erigen en la vitrina eclesial de su propio capital social simbólico. Las tías también preparan allí la acogida de sus sobrinas.
Por el contrario, este grupo de familias, anclado con solidez en la notoriedad de Reims y de la Champaña, casi no se extiende más allá de sus horizontes. Algunos Moët, llevados por el fuerte apego de la familia a una nobleza que, en un tiempo, habría podido parecer dudosa, entraron en la carrera de las armas: Juan (1642-1700) como lugarteniente coronel en el regimiento de Dauphin y Juan Bautista (1664-1724) como lugarteniente coronel en el regimiento de Provenza. La corte permanecía aún muy lejana:
Antonio Frémyn (1559-1640) obtuvo el cargo de consejero ordinario y secretario de las casas, finanzas y órdenes de la reina María de Médicis, bajo la recomendación de la
duquesa de Guisa;
Nicolás Lespagnol (1617-1701) logró el de hombre noble de la duquesa de Orleans.
Felipe de Orleans y
Ana de Austria se declararon padrino y madrina de
Felipe Maillefer en 1654, con ocasión de la entronización de
Luis XIV, cuando la reina eligió domicilio en casa de
Juan Maillefer (Boussinesq y Laurent, 1933, pp. 68-70).
La formación
En la familia
Luis de La Salle heredó la casa de su padre Lancelot, quien murió el 10 de abril de 1651, unos veinte días antes del nacimiento de su nieto. Vivió allí desde su matrimonio y la pareja cohabitó con la abuela

Barbe Cocquebert hasta su desaparición el 12 de febrero de 1653. La casa —que aún existe hoy— estaba situada en la parroquia de San Pedro el Viejo, calle de la Chanvrerie, que después se convirtió en calle del Arbalète, en la parte más antigua de la ciudad, donde se concentraba la élite comerciante, oficial y administrativa. Muy próxima se encontraba la plaza de mercado de grano, conectada con la calle del mercado de caballos por la callejuela Orde; detrás de la casa estaban la plaza del mercado de telas, el tribunal y la alcaldía. Se necesitaban solo diez minutos para llegar a la catedral en el sur, a la Casa de las Monedas al norte, a la mercería al oeste, donde se realizaban las ferias. Llamada Casa del Campanario, la construyó en el estilo del Renacimiento, a partir de 1545, un mercader enriquecido en el negocio de las telas, Henri
Choilly; en 1609 la compró
Francisco de La Salle, el padre de Lancelot.
El testamento mutuo de Lancelot y de su mujer, con fecha del 9 de marzo de 1648, declaraba a
Simón de La Salle, su hijo mayor, único propietario de la casa, mediante una indemnización a sus dos hermanas y a su hermano Luis, a quien debía ceder el uso de las habitaciones necesarias cuando se casara. A la muerte de Barbe Cocquebert, Luis y su familia recuperaron las habitaciones que ella ocupaba y en junio de 1660 él le compró a su hermano toda la parte de la cual era arrendatario, que llevaba la insignia de la cruz de oro. Vimos que la revendió en mayo de 1664 para comprar una nueva vivienda a donde llevó a toda su familia el 24 de junio de 1665 (Poutet, 1970, t. I, p. 36). Después de Juan Bautista, siete de los otros once hijos e hijas nacieron en la Casa del Campanario. Casi no hay información sobre la vida cotidiana de la familia en esos lugares.
La primera instrucción de Juan Bautista tiene lugar en el marco familiar, lo que explica que casi no se puedan conocer detalles. El único testimonio es el de los primeros biógrafos; uno de los más creíbles quizás sea el de su sobrino Maillefer: «su padre […] le dio una educación conforme a su nacimiento […] Él formó esta joven planta bajo sus ojos y no perdió de vista a este niño hasta que alcanzó la edad de comenzar sus estudios» (Maillefer, 1966, CL 6, ms. 1723, p. 3). ¿En qué consistió esa primera educación? ¿Recurrieron sus padres a un preceptor? ¿No fue su madre quien se consagró a ello en lugar de su padre? ¿Tuvo un maestro de música, puesto que su padre tenía gran apego por este arte? Tantas preguntas que solo se pueden responder con hipótesis. Sin gran riesgo de error, es posible afirmar que él sabía leer, escribir y contar cuando entró al colegio, probablemente las bases de latín y su catecismo, las principales oraciones y el oficio de las horas, aprendido al lado de su abuelo Juan Moët, quien lo recitaba a diario34. No hay que olvidar tampoco, en el curso de estos años decisivos de la primera pequeña infancia, el papel que pudieron jugar las reuniones de familia35 en la casa La Salle o donde los padres de Nicole Moët y donde los tíos y primos de ambos lados. No se puede definir mejor que como lo hizo Y. Poutet la manera en que ellas pudieron contribuir a forjar las representaciones sociales de Juan Bautista:
la acción de
Perrette Lespagnol y Juan Moët de Brouillet impidió que la formación de su nieto se efectuara de manera cerrada. Los tíos abuelos y tías abuelas, tíos y tías, primos y primas lo insertaron en una red de relaciones humanas que pertenecían al ambiente de la nobleza y de la espada como a la burguesía comerciante. El espíritu corporativo, el sentido de la vida en común, la facilidad para plegarse a las exigencias de una colectividad, el respeto de la urbanidad y el espíritu cívico encontraron en este ambiente la más grande facilidad de eclosión. (Poutet, 1970, t. I, p. 61)
El Colegio de Bons-Enfants
La ciudad de Reims dispone de un colegio municipal que ella financia y protege: el de Bons-Enfants. Juan Bautista comienza allí su escolaridad en el mes de octubre de 1661, el 10 exactamente. El año se deduce del hecho de que él obtiene su Maestría en Artes en 1669, el día y el mes de los estatutos del colegio de 1662, que fijan la entrada escolar al día siguiente de la Fiesta de San Denis (Bernardo, 1965, CL 4, p. 139, n.º 3, 5). El mismo autor, comparando el trayecto de Juan Bautista con el de su hermano menor, Santiago José, piensa que él pudo haber entrado al colegio en 1660, a los nueve años. Pero refiriéndose a Blain él estima que esa prórroga de un año puede resultar de la débil constitución de Juan Bautista, a quien sus padres habrían preferido guardar un año más en su casa.
En esta época el Colegio de Bons-Enfants pertenece a la Universidad de Reims desde hace un poco más de un siglo. De fundación medieval, es reservado, entonces, los niños pobres entre nueve y dieciséis años que siguen los cursos de la escuela capitular llevan una vida comunitaria regulada y austera, vestidos de hábitos de colores oscuros y de una capa gris; además, deben hablar en latín en la casa. A mitad del siglo XVI, después de una fase de decadencia, se restablece bajo el modelo de los colegios parisinos e instala en nuevos edificios construidos entre 1544 y 1546. Repartidos en clases, de la sexta a la retórica, los estudiantes siguen los cursos en los locales del colegio, donde ellos están internos. El maestro también es el director: él atribuye las becas y escoge a los maestros. El

cardenal de Lorena, desde el primer año de su pontificado, aprovecha la restauración del Colegio de Bons-Enfants para adosarle la universidad. De ahí en adelante el colegio se integra a la nueva institución, en específico a la Facultad de Artes. Se pone bajo la tutela del gran maestro, doctor en Teología, nombrado por el arzobispo. Los profesores, nombrados por el director, son clérigos y célibes, habitan y toman sus comidas en el colegio, llevan sotana, cinturón, capa y gorro cuadrado. El colegio acoge a estudiantes internos, la mayoría becados, algunos pensionados que pagan, y estudiantes externos, la mayoría. Los internos llevan el hábito largo, el cinturón y un gorro redondo. La enseñanza es gratuita. Cuando se establece el seminario en 1563, sus estudiantes siguen los cursos del Colegio de Bons-Enfants como externos.