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Y si pensamos ahora en las dificultades extraordinarias del tiempo de hoy o de nuestra vida familiar, volvemos a esa misma gran intuición católica: las dificultades extraordinarias significan aceleración de la repatriación.
Meditemos muy bien lo que esto significa. A menudo solemos hacer comentarios como: "¡Qué buena vida se da Fulano o Mengano! ¡Miren cómo le va a él y como me va a mí!". Dicho de manera popular: "Unos nacen con estrella y otros nacen estrellados"... "Yo siempre tengo mala suerte, una y otra vez fracaso en tales y cuales cosas”… Pero ahora podemos tener una visión muy distinta de tal situación. En efecto, cuanto más grande sea la cruz, tanto mayor la celeridad con la que Dios estará repatriándome a su corazón de Padre.
Tomemos, por ejemplo, el caso de la esposa enferma. Yo noto que ella físicamente todavía está bastante bien, pero que a veces la cabeza “no le funciona” como debiera. ¿Se dan cuenta de lo que esto significa? ¿Qué habré de pensar entonces a la luz de la fe? ¡Aceleración de mi repatriación al Padre! Naturalmente es difícil asumirlo en la práctica; pero es muy importante entender que ésa es la interpretación que hay que hacer a la luz de la fe.
O bien imagínense que un día vienen los rusos10 y se nos recluye a todos en un campo de concentración. O quizás sólo a una parte (de nosotros), y los demás se libran del confinamiento. Si nosotros formamos parte de los destinados al campo de concentración, ¿acaso habremos de decir?: “¡Qué bien les va a los demás! ¡Los campesinos más tontos son los que cosechan las papas más grandes! ¡Otra vez volvieron a sacarse el premio! ¿Y yo? ¿Y yo? ¿Por qué me pasa esto?”.
Fíjense que mi reflexión sobre la realidad hecha desde un punto de vista puramente humano es también una reflexión correcta. Pero si lograse pensar desde un ángulo sobrenatural, entonces diría lo siguiente: "Me tocó una parte mejor que la de aquellos que se libraron del campo de concentración; porque, ¿qué es lo que quiere Dios con esta prisión mía? ¡Acelerar mi repatriación!
Teóricamente podemos vislumbrar ya un poco que esta actitud es la acertada ¿no les parece? Ahora bien, ¡qué difícil es llevarla a la práctica! Sin embargo ser cristiano estriba justamente en ese llevar las cosas a la práctica. Por eso es que hay tan pocos cristianos de verdad.
Para formular con mayor detalle esta propuesta de contemplar la situación que vivimos desde la perspectiva de Dios, podríamos decir lo siguiente: A través de todo el acontecer mundial, a través de la alegría, el dolor y la cruz, a través del éxito o del fracaso que Él me envíe, el Padre cielo tiene siempre un solo objetivo: Acelerar de manera eminente mi regreso a Él, en Cristo y a través de María Santísima.
Mediten cada una de estas palabras. En primer lugar regreso al corazón del Padre. Nosotros, que estamos juntos desde hace años, gracias a Dios hemos ido descubriendo que Dios es Padre. Pero existen millones de cristianos que no tienen ninguna idea de ello. Ven en Dios sólo una abstracta o bien el Dios al que adoran es un dictad porque sienten miedo ante ese Dios corren a refugiarse en Cristo. ¿Qué significa (en este contexto) "refugiarse en Cristo"? Pues bien, ellos tampoco comprenden que el Padre de cielo haya maltratado tanto a su Divino Hijo. Vale decir que entre Jesús y yo —así se lo imaginan—existe una cierta simpatía mutua y una antipatía común en relación con el Padre del cielo. Porque "a nosotros dos se nos maltrata allá arriba".
Tomen muy en serio este diagnostico de la situación porque en la vida cotidiana realmente se da a menudo caso.
¡Cuántos cristianos cultivan el contacto con Cristo, pero ninguno con el Padre del cielo! De ahí la gran importante de la misión de volver a mostrarle y trazarle al mundo de hoy la imagen de Dios como Padre.
Meditemos la historia de aquel humilde muchacho pastor. Se le había enseñado a meditar. Había aprendido la lección y comenzó a meditar el padrenuestro. Luego de cierto tiempo, el que le había ensenado le preguntó cuánto había avanzado en la meditación de dicha oración. La respuesta fue: “Todavía estoy en la primera palabra".
¿Se dan cuenta de lo que esto significa? Fíjense que aquel muchacho había sabido extraer todos los contenidos de esa palabra. El Dios infinito es mi padre. El es nuestro padre…Pero insisto en que hay que pedir en la oración la gracia de comprender que Dios es padre, que no es ningún dictador ni policía. Esta es una tarea esencial.
Y nosotros que estamos juntos desde hace ya tanto tiempo, ¡cuánto nos hemos esforzado a lo largo de estos años por profundizar más y más el concepto de que "Dios es padre”!
Nos llamamos "niños del Padre". Pues bien, ¿qué significa esto? ¿De qué manera puedo ser niño?
Creo que en este punto deberíamos volver a contemplar la vida cotidiana; descubriremos entonces que existen tres grados o clases de ser niño. Puedo ser un niño adulto, puedo ser un niño recién nacido y, por último, un niño no nacido.
¿Qué significa un niño no nacido? Pensamos en una madre y lo comprenderemos enseguida. Es el niño que está en el seno materno. Fíjense que el niño en el seno materno participa por entero de la vida de su madre. Vale decir, toda la corriente de vida de la madre pasa a través de la vida de niño no nacido.
Ahora bien, ¿qué clase de niños tenemos que ser frente a Dios Padre? Creo que podríamos decir lo siguiente: Frente a Dios no debemos ser nunca niños adultos. Si queremos ser, ciertamente, hombres adultos hacia afuera, en nuestro trato con los demás hombres. Pero cuanto más sea yo interiormente pequeño y niño ante Dios, tanto mayor la fuerza con la que, como hombre o mujer, estaré plantado y afirmado en la vida exterior.
Sigamos un poco más adelante. ¿Qué significa ser un niño no nacido? Significa vivir en profundísima dependencia de Dios Padre. ¿En qué medida puedo ser yo, en mi relación con el Padre, como un hijo suyo no nacido? Lo podemos aplicar con una imagen sencilla: en la medida en que todo mi yo viva en el corazón paternal de Dios.
Y de esta manera estamos en profunda consonancia con la visión de San Pablo. Acabo de decirles que el niño nacido comparte, en el seno materno, la vida de su madre. Fíjense que de este mismo modo se imagina San Pablo al verdadero hijo de Dios. Cuando decimos: "¡Padre, Abba, querido padre!" y vivimos plenamente en el corazón del Padre, entonces es Él quien en mí —nos dice San Pablo- exclama con gemidos inefables: "Abba, querido padre".
Por lo tanto es Él quien clama en mí. Pues bien, ¿y qué dice él en mí? San Pablo nos lo dice expresamente: El Espíritu Santo —y no ante todo (Cristo), por supuesto también es Él; ese es otro tema— es quien clama en mí, y lo hace en verdad con gemidos inefables: “Abba, Abba, querido padre”11.
De ahí surge una pregunta que naturalmente reviste mucha importancia para nosotros: En mi vida cotidiana, ¿me considero en verdad como un hijo del Padre? Al contemplar la vida cotidiana, constatamos que actitud común es la siguiente: “De alguna manera se puede ser amigo de Cristo. Sí soy amigo de Cristo, pero en lo que hace al trato con Dios Padre, no tengo ninguna relación con Él”. Y precisamente por esto no logramos asumir las dificultades y crisis que nos depara la vida.
Fíjense que ahora ya sabemos como Dios interpreta tales dificultades: como una repatriación. A través de todas las situaciones que nos toque vivir, Él quiere acogernos en su corazón. ¿Qué debo hacer yo entonces? A la repatriación le corresponden de mi parte, el regreso. Pues bien, ¿hacia dónde regresar? Cuando tenga dificultades, ¿hacia dónde habré de ir finalmente? Puedo acudir a otras personas, correcto, pero en última instancia todas ellas deberán conducirme hacia el Padre.
¿Qué significa ir hacia el Padre? Volver a ofrecerle el corazón, experimentar la completa dependencia de Él o, tal como nos enseñó el Señor, vivir siempre de aquella convicción: Hacer siempre lo que alegra al Padre, lo que alegra al Padre del Cielo12.
Ahora bien, el Padre no sólo me habla a través de palabras, sino a través de los reveses de la vida.
Por lo tanto, si súbitamente caigo enfermo o sufro otra desgracia como, por ejemplo, a nivel económico: o quizás se enferma mi esposa o surgen problemas con los hijos; fíjense entonces, ¿cuál habrá de ser la actitud fundamental de un verdadero hijo del Padre? ¿Cuál será la primera pregunta que me plantearé? No aquella: “Señor, ¿qué delito he vuelto a cometer para que me pase esto?”.
O también si mi esposo tiene que luchar contra la competencia, porque en el barrio se ha abierto una nueva tienda... ¿Cuál será mi reacción? "¿Qué delito cometí? Pero ¡Señor! ¿Acaso no te hemos sido siempre fieles?”.
He aquí la pregunta equivocada: “¿Qué delito cometí?". Se trata siempre de la misma idea: Si Dios me envía algo, eso es un castigo. No; lo que Él envía constituye un gesto de amor de su parte.
Allá en Alemania, en Friburgo, hay una lápida en el cementerio sobre la cual se lee unas hermosas palabras: Hacia la casa del Padre va el camino. Esta debería ser mí propia respuesta, mi respuesta personal a todos los reveses que pueda sufrir en mi vida. No apartarse de Dios Padre sino ir hacia la casa de Dios Padre. Ya aquí, en esta tierra, y algún día en la eternidad.
Nosotros, esposo y esposa, nos hemos prometido mutuamente ser guía uno del otro en el camino hacia el cielo. Por eso debemos darnos la mano, por decirlo así, e ir hacia el Padre juntos, en Cristo y a través de María Santísima.
Ya en la conclusión de esta conferencia, creo que debería recordarles lo que nosotros, hijos de Schoenstatt esperamos de nuestro Santuario de un modo especial: No sólo que la Santísima Virgen nos una más profundamente a Cristo, sino también que ella, en Cristo, nos conduzca hacia el Padre. En la hora de su crucifixión el Señor le dijo a San Juan: ¡he ahí tu madre!13. Lo que, en la práctica, equivalía a decir: Esta es tu madre, aquella que tiene la responsabilidad de que tú halles finalmente un hogar en el corazón del Padre.
Cuando hoy nos preguntamos por qué son tan pocas las personas que tienen una imagen cabal de Dios Padre, naturalmente hay una gran cantidad de respuestas posibles. Pero una de las más importantes es la siguiente: Porque en el mundo existen muy pocas personas que sean reflejos auténticos del Padre del Cielo. Por eso en nuestros días es tan difícil tener una imagen correcta y una concepción correcta de Dios Padre.
Esta reflexión nos permite asimismo comprender mejor por qué hemos repetido tantas veces que el padre debe estar en familia para que los hijos experimenten al padre como padre. Tomando como punto de partida esta vivencia será entonces relativamente fácil hallar el camino hacia el corazón paternal de Dios o para forjarse una imagen cabal de Dios Padre.
De esta manera comprenden ahora cuán importante es que crezca en nosotros la luz de la fe. Vale la pena orar para que la Santísima Virgen reencienda una y otra vez la lamparilla de la fe en nosotros. Ya sabemos lo que se dijo de ella: “Beata quia credidisti”14. Por eso nosotros somos también felices en la medida en que brille en nosotros la luz de la fe. ¿Qué habrá de iluminarnos? Nuestro propio ser, nuestro propio destino, pero también el sentido de todo el acontecer mundial, y luego también el sentido del acontecer en nuestra pequeña familia y por último el sentido de nuestra propia vida.
Ahora se dan cuenta de lo que significa llevar una vida conyugal en primer lugar desde el punto de vista zoológico, en segundo lugar desde el punto de vista antropológico y por último, desde el punto de vista teológico.
Escuchemos de nuevo a San Pablo: "Justus autem ex fide vivit"15. Aquellos que hayan pasado por mis manos, por mi escuela, vivirán siempre por la fe.
1 Cf. 1 Jn. 5,4
2 Alusión al proceso de Eichmann. Cf. nota 1.pág.23.
3 Fidel Castro, que en 1959 había asumido el poder en Cuba, instauró un sistema socialista en la isla. Con la anuencia y el apoyo de los Estados Unidos, el 10 de abril de 1961 un grupo de cubanos exiliados intentó reconquistar el país. La invasión anticomunista fue derrotada en la Bahía de Cochinos. El 20 de abril de 1961 Fidel Castro daba a conocer la victoria sobre las tropas que habían arribado a la isla.
4 Desde el s. XIX Argelia había pasado a ser colonia francesa. Entre 1954 y 1962 este país se alzó en armas para recuperar su independencia. Dentro del ejército francés hubo confrontaciones entre quienes aprobaban la independencia argelina y quienes se oponían a ella. Desde Argelia, el 22 de abril de 1961, generales de la oposición intentan un golpe de Estado contra el gobiernos francés, que había entrado en negociaciones con los rebeldes, el golpe de Estado fu frustrado.
5 Cf. Tomo 20: "El amor conyugal camino a La Santidad".
6 Cf. Mc 12, 31.
7 Cf. Mt 25, 31-46.
8 Cf. Jn 13, 34.
9 Cf. Mt 18,20.
10 Corrían los años de la guerra fría.
11 Cf. Rm 8, 15.
12 Cf. Jn. 8, 29.
13 Cf. Jn. 19, 27.
14 Cf. Lc 1,45: “¡Feliz la que ha creído…! Por lo común esta cita era traducida antaño según la traducción de la Vulgata: “¡Feliz porque has creído!”.
15 Cf Rm 1, 17: “El justo vivirá por la fe". En el pasado solía traducirse este pasaje según la traducción de la Vulgata; “Mi justo vivirá por la fe".
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