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La Santísima Virgen asume esta grandiosa meta y, en las situaciones difíciles, cree, confía. ¡Confianza por confianza! La Santísima Virgen nos regala esa confianza, esa confianza heroica en las situaciones más difíciles, (frente a) la grandiosa meta, (esa confianza) que ella demostró tan espléndidamente.
Pero la confianza de la Santísima Virgen tiene también otro lado: se dirige también a nosotros.
Para que entendamos la magnitud de su confianza haré referencia a una gran ley del orden de la salvación: Dios es omnipotente, el Salvador es omnipotente, pero ambos son «impotentes», es decir, no pueden hacer nada sin nosotros. El Dios omnipotente, el Hijo de Dios omnipotente se ha hecho pequeño, desvalido frente a nosotros. Es un misterio verdaderamente tremendo, como dice Pío XII20. Y san Agustín nos advierte: Dios ha creado el mundo sin nosotros, pero no quiere redimirlo sin nosotros21.
La Santísima Virgen está también bajo esa misma ley. Ella tiene la gran tarea de ayudar a salvar el tiempo actual, a colocarlo a los pies del Señor. Y ella depende de nuestra colaboración. Por eso leemos también: nada sin la Santísima Virgen, pero también nada sin nosotros22.
Preguntamos, pues, nuevamente: ¿cómo es la confianza que la Santísima Virgen deposita en nosotros? Aquí tenemos que investigar, una vez más:
primero, los fundamentos de su confianza,
segundo, el grado de su confianza en nosotros,
y tercero, el límite.
El fundamento es nuestro poder y nuestra bondad. ¿Qué quiere decir esto?
También nosotros tenemos un poder en el Reino de Dios. Cada uno de nosotros lo tiene. Todo cristiano tiene un poder porque Dios, en su «impotencia», se ha hecho en cierto sentido dependiente de nuestra «omnipotencia». Y esto vale especialmente de nosotros, los hijos de Schoenstatt, porque gozamos de una elección especial y tenemos una misión especial23.Si ella nos ha invitado a sellar una alianza de amor consigo, es que tiene una confianza ilimitada en nosotros. ¿En qué confía ella? En nuestro poder. ¡Tendríamos que tomar mucho más consciencia del poder que representamos en el Reino de Dios!
Pero ella deposita su confianza también en nuestra bondad, en nuestra misericordia. Basta que leamos nuevamente el Acta de Fundación. ¡Háganlo, por favor! Entonces entenderán qué disposición de espíritu tiene que animarnos a todos.
En primer lugar, es la disposición de espíritu para actuar de forma libre y voluntaria. Allí está expresado con gran claridad24: la meta que persigo con Schoenstatt es tan grande que no puedo exigirla como una obligación. Dependo de vuestra acción libre y voluntaria. Por eso os pido y os suplico. ¿Con qué espera contar, pues, la Santísima Virgen? Con nuestra decisión libre y voluntaria.
¿Con qué espera contar, en segundo lugar? Con nuestra magnanimidad. ¿Y qué quiere hacer ella de nosotros? Lo hemos escuchado a menudo: quiere hacer de nosotros santos, santos de la vida diaria.
¿Cuál es, por último, el tercer punto con el que espera contar? Nuestra determinación. ¿Qué meta persigue la Santísima Virgen con nosotros? Por nuestra aspiración a la santidad quiere dejarse mover a establecerse en este lugar y a renovar desde aquí el mundo de hoy.
Por tanto, ¿en qué basa ella su confianza? Ella nos da una vez más la verde hoja de rosa. Confía en nuestro poder, confía, segundo, en nuestra bondad y, tercero, en nuestra fidelidad, en que seremos fieles a ella en todas las situaciones, también en las más difíciles.
¿Y no está ella también hoy en una situación difícil? Si quiere engendrar nuevamente a los hombres en Cristo, tiene que vencer al demonio. Y el demonio celebra hoy sus triunfos por todas partes en el mundo. Percibimos cómo el bolchevismo avanza victorioso por el mundo. Hablando humanamente, la Santísima Virgen es «impotente» frente a ello. ¿Qué significa impotente? Que ella no puede realizar hoy su tarea sin la cooperación humana. Y qué pocos seres humanos se le ofrecen para ayudar a redimir el mundo. Entendemos, pues, que el grado de su confianza sea magnánimo. Ella confía en que, en su difícil situación, le ayudaremos a salvar el mundo.
Y si pensamos ahora en las hojas con tantos dientes en el borde, que nos recuerdan la gran meta, nos preguntamos: ¿cuál es la meta que ella25 persigue con Schoenstatt? Ella quiere llevar el mundo y la Iglesia a una ribera de tiempos nuevos.
Así es, pues, la hoja con la compleja nervadura y los muchos dientes en el borde. Ésta es la confianza que la Santísima Virgen nos regala hoy.
¿Y qué hacemos nosotros? Nosotros tomamos nuestra hoja y se la regalamos y consagramos a la Santísima Virgen. También aquí: hoja de rosa por hoja de rosa, confianza por confianza.
En efecto, también aquí preguntamos: ¿dónde reside el fundamento de nuestra confianza en la Santísima Virgen? ¿En qué grado confiamos en la Santísima Virgen? Y ¿qué meta persigue ella con nosotros?
Ahora puedo ser breve: confiamos en el poder, en la bondad y en la fidelidad de la Madre Tres Veces Admirable.
Basamos nuestra confianza en su poder. Para nosotros, católicos, es evidente: la Santísima Virgen es la «omnipotencia suplicante»26. Ella lo puede todo. No hay gracia alguna sin ella. Ella tiene voz y voto en el seno, en el consejo de la Trinidad27.Nosotros confiamos en su poder, en su «omnipotencia».
Confiamos en su bondad. Como Dios la hizo madre de los hombres, le ha dado también un corazón maternal. ¿Qué significa eso? Como es la percepción y el sentimiento de una madre para con el hijo de sus entrañas, así son los sentimientos de la Santísima Virgen para con nosotros. Ella es la bondad y misericordia personificadas. Por eso, el pueblo cristiano la llama sin más como la Madre de Misericordia28, más aún, la misericordia personificada.
Y como una madre es fiel, así también la Santísima Virgen es fiel a sus hijos.
Como ven, éste es el pensamiento que vive en nuestra Familia de Schoenstatt: Mater perfectam habebit curam29. Es decir: en todas las situaciones, por difíciles que sean, la Santísima Virgen es poderosa, la Santísima Virgen es bondadosa, la Santísima Virgen es fiel.
¡Y por difíciles que sean las situaciones! ¡Oh, ya sabemos qué difícil es hoy hasta vivir cristianamente! Y nosotros no queremos vivir sólo cristianamente, sino que queremos ser santos. ¿Quién ha de ayudarnos? Aquí lo decimos: hoja de rosa por hoja de rosa, confianza por confianza.
¿Cómo es la grandiosa meta a la que queremos consagrar todas las fuerzas de nuestra vida? La Santísima Virgen quiere utilizarnos a todos como instrumentos para crear un mundo nuevo, es decir, para llevar el mundo actual a una ribera de tiempos nuevos.
Entonces entendemos qué importante es que, en este mes, repitamos siempre de nuevo la idea: hoja de rosa por hoja de rosa. Es decir, confianza por confianza.
Hemos dicho que la alianza de amor es un intercambio de corazones. Y podemos agregar: la alianza de amor es también, al mismo tiempo, un intercambio de bienes.
Y este mes, la Santísima Virgen nos ofrece de su corazón el bien de la confianza, y nosotros le regalamos la confianza de nuestra parte.
San Bernardo nos ha transmitido una frase muy hermosa. Él ve a la Santísima Virgen como la gran estrella del mar y dice: nuestra vida hoy en día es como la vida de un timonel, de un marinero en el mar proceloso. Y realmente, hoy tenemos borrasca tras borrasca, todo es tormenta tras tormenta. San Bernardo enumera después en qué dificultades pueden encontrarse un barco y sus pasajeros. (Y repite una y otra vez:)
«Respice stellam, voca Mariam»: Mira la Estrella, invoca con confianza a María30. Suena hermosísimo: Respice stellam, voca Mariam.
Entonces, cuando pienso en dificultades interiores —quisiera estar con el mundo, disfrutar, y hacerlo como el mundo que me rodea— y siento que tengo que llevar una vida santa, cristiana, ¿quién me ayudará en esas tormentas? Mira la Estrella, invoca a María.
Cuando estoy inseguro acerca de cuál ha de ser mi vocación, de qué haré en el futuro, de cómo cumpliré las intenciones de Dios para con mi vida, la respuesta es siempre la misma: mira la Estrella, invoca a la Santísima Virgen.
Y cuando no sé cómo he de educar a mis hijos, cuando estoy angustiado pensando qué será de ellos cuando sean arrastrados a la tormenta del mar, siempre lo mismo: respice stellam, voca Mariam.
O cuando no sé cómo seguir en la lucha existencial de la vida, siempre lo mismo: respice stellam, voca Mariam.
Para expresar lo mismo, nosotros solemos decir: Mater perfectam habebit curam.
Así podríamos enumerar todas las dificultades de nuestra vida. Y siempre lo mismo: ¿dónde está la Estrella del mar?
Y cuando vemos cómo del otro lado el Bolchevismo avanza triunfalmente por el mundo y notamos que los católicos no sabemos qué hacer, siempre lo mismo: respice stellam, voca Mariam.
En nuestra Familia31 se reza una oración sumamente sencilla y hermosa. Dice así:
En tu poder
y en tu bondad
fundo mi vida;
en ellos espero
confiando como niño.
Madre Admirable,
en ti y en tu Hijo
en toda circunstancia
creo y confío
ciegamente.
Amén.
De ese modo queremos tener presente durante este mes la hoja de nuestra rosa. Si lo hacemos, la renovación de la alianza que hoy realizamos se tornará en una bendición sin fin para nosotros, para nuestros hijos y nuestros nietos.
1 Plática en el santuario.
2 En su primera consagración, celebrada el 2 de febrero de 1956, los matrimonios recibieron como símbolo de su alianza una rosa. Véase tomo 1 y siguientes. El P. Kentenich interpretó en los encuentros subsiguientes los diferentes elementos del símbolo.
3 Sí, hija mía.
4 Véase Lc 1,46-55.
5 Lc 1, 49.
6 Lc 1, 46.
7 El P. Kentenich ha hecho una aportación importante en la formulación de un principio mariológico fundamental que contiene todas las diferentes afirmaciones sobre María, las fundamenta e integra. En la Semana de Octubre de 1950, él formuló ese principio de la siguiente manera: María «es, por oficio, la digna compañera y colaboradora permanente de Cristo, Cabeza de todo el mundo y de la Iglesia, en toda la obra de la salvación» (edición pro manuscripto de 1993). Del conjunto de la obra de salvación forma parte como primer paso la encarnación de Dios. Según el designio divino, la encarnación se dio gracias a la cooperación de María, que en libertad y amor dijo sí a los planes de Dios y, de ese modo, se convirtió en Madre de Dios. Así, su condición de madre es su primer y fundamental servicio como compañera y colaboradora de Cristo —pero no el único—. A partir de ese momento, María coopera ininterrumpidamente en la redención objetiva y subjetiva. La formulación del P. Kentenich según la cual María es la «colaboradora permanente del Señor en toda la obra de salvación» expresa frente a la caracterización de María como «Madre de Dios» una determinación mayor y más amplia.
8 Véase Lc 1,5s.
9 Véase Sal 104,32; 144,5.
10 Lc 1,54.
11 Lc 1,50.
12 Véase Lc 1,55.
13 En este punto se interrumpe brevemente la grabación. La frase ha sido completada en base a apuntes.
14 Véase Lc 1,26-38.
15 Lc 1,33.
16 Véase Lc 2,1-20.
17 Véase Mt 2,16-18.
18 La Santísima Virgen.
19 Véase Jn 19,25.
20 Véase la encíclica Mystici Corporis, del 29-6-1943, n. 19.
21 Véase Sermones de Scripturis 169,11.
22 En el ribete bordado que, a modo de delgado antependium, se coloca en el borde del altar de los santuarios de Schoenstatt suele aparecer la frase: «Nada sin ti – Nada sin nosotros».
23 Así como Dios, en la historia de salvación, da una y otra vez a determinadas personas y comunidades una misión especial, así ha entregado una misión original también a los miembros de la Familia de Schoenstatt. Cuando en ese contexto se habla de una misión especial debe entenderse siempre en sentido afirmativo, no exclusivo.
24 Véase Schoenstatt, Primera Acta de Fundación, n. 5.
25 La Santísima Virgen.
26 En la fe y en la experiencia de vida de la Iglesia, la participación de María en el plan de salvación concreto de Dios supera de forma incomparable el de todos los otros santos. Como testimonios escriturísticos para fundamentar la doctrina de la cooperación de la Santísima Virgen en la salvación de los hombres se mencionan en la tradición patrística y en las enseñanzas pontificias más recientes el Protoevangelio (Gn 3,15) y la frase pronunciada por Cristo en la cruz («Ahí tienes a tu madre», Jn 19,27). Por su sí a la maternidad divina, su comunión de sufrimiento y de voluntad con Cristo, la participación en el sufrimiento al pie de la cruz y su intercesión pidiendo el Espíritu Santo, María ha merecido de alguna manera la dignidad de ser también distribuidora de todas las gracias que Jesús nos ha obtenido por su muerte. La cooperación de María se da en dependencia de la mediación de Cristo, la única necesaria, y esa cooperación sólo es posible en base a los merecimientos de Cristo. Pero la Santísima Virgen ha entrado de una forma totalmente personal en la mediación única entre Dios y los hombres, en la mediación del Dios hecho hombre, Jesucristo. Véase Eva Selbald, «Fürbitte», en: Marienlexikon, ed. R. Bäumer y L. Scheffczyck, t. 2, St. Ottilien 1989, 549-558.
27 La expresión «voz y voto en el consejo de la Trinidad» aparece de continuo en los textos del P. Kentenich para caracterizar el puesto especial de María. Véase Paul Vautier, Maria, die Erzieherin, Vallendar-Schoenstatt 1981, 73ss.
28 Por ejemplo, en la oración «Dios te salve, Reina y Madre de misericordia», la Salve.
29 La Madre cuidará perfectamente.
30 Sermones in laudibus virginis Mariae, Homilía 2 super «Missus est», n. 17.
31 La Familia de Schoenstatt.
25 de marzo de 1956
ESQUEMA
LA ALIANZA DE AMOR COMO CONSAGRACIÓN DE FAMILIA
La alianza de amor de hoy tiene un carácter singular y único
Por vez primera, toda una familia se regala a la Santísima Virgen
La Santísima Virgen contempla hoy con mirada cálida a esta familia
Sobre el significado de una consagración de familia como ésta nos ilustra la Sagrada Escritura. De allí destacamos tres visitas
Primero: la familia de Zaqueo, jefe de publicanos
La casa de Zaqueo recibe la visita del Señor
• La actitud: Zaqueo no está apegado a la riqueza, sino que tiene anhelo de Dios.
También en la actualidad hay a menudo hombres ricos que están insatisfechos, que buscan valores más elevados
• El encuentro: El Señor sella una alianza de amor con la familia de Zaqueo
• La bendición: toda la familia permaneció fiel al Señor
Hoy ha llegado la salvación también a la casa de la familia Horning
• La actitud: tampoco la familia Horning está apegada a los bienes terrenos, pues hace donaciones a los pobres
El materialismo moderno se expresa en Norteamérica como afán por un estándar de vida y como fanatismo por el deporte
• El encuentro: la Santísima Virgen toma hoy a esta familia
bajo su protección especial y quiere regalarla a Dios
• La bendición: la familia quiere llevar una vida santa en el mundo actual
Segundo: la familia de Zacarías
La actitud: la Santísima Virgen visita la familia; como mediadora de gracias quiere hacer mucho bien a la familia
El encuentro: la casa de Zacarías experimenta una doble bendición de parte de Dios
• Isabel comienza a profetizar
• Zacarías recupera el habla
• El niño es santificado en el seno materno
La bendición permanente: la familia entera se convirtió en una familia santa
San Juan Bautista se yergue ante nosotros como vigorosa figura de varón y como figura virginal de lirio grande en la riqueza interior
• grande en la pequeñez
• grande en la madurez
• grande en la pureza
En nosotros se despierta el anhelo: ¡ojalá también nuestra familia pueda engendrar vigorosas figuras de lirio como él!
Tercero: el joven matrimonio de Caná
La Santísima Virgen visita con el Señor a la joven familia y le presta ayuda en el apuro de no tener más vino
También para la familia Horning vale, en virtud de la alianza de amor: en virtud de la alianza de amor: no tienen más vino.
La Santísima Virgen asume la responsabilidad por todo al decir, una y otra vez: ¡no tienen más vino!
Ella pone como condición: haced lo que él os diga
La Santísima Virgen va en busca de familias que le ayuden a cumplir su gran misión
Queremos pedir la gracia de que también nuestra familia pertenezca por entero a la Santísima Virgen
Mi querida familia de Schoenstatt:1
La pequeña celebración que, sin gran apariencia exterior, nos reúne hoy en este lugar, tiene un carácter singular. Diría, casi, que tiene un carácter único.
¿Qué quiere decir «un carácter singular»? Aparentemente, esta celebración no es más que la última que hemos vivido juntos en este lugar. ¿En qué consiste entonces la singularidad de la celebración de hoy? La alianza de amor que hoy se sellará es exactamente la misma que la que hemos sellado aquí el 2 de febrero pasado2. ¿En qué estriba la diferencia?
Basta que contemplemos con más detalle a los contrayentes de alianza que están hoy frente a nosotros y frente a la Santísima Virgen. Si los contemplamos uno por uno, encontramos que hoy tendremos una consagración de familia, una consagración mutua de familia. Esto significa que una familia entera, con hijo y todo, se consagra hoy a la Santísima Virgen, y que la Santísima Virgen sella la alianza de amor con esa familia.
Y digo que esta consagración, esta celebración, es única, no sólo singular. ¿Qué significa esto, en la práctica? Es la primera vez que celebramos aquí una consagración, una alianza de este tipo. Es la primera vez que toda una familia se regala a la Santísima Virgen en alianza de amor.
Y realmente no me resulta difícil imaginarme con cuánta calidez mira hoy la Santísima Virgen a esta familia. Ella sabe cuánto valora el Señor la familia. Durante treinta años se dedicó él en su juventud a la familia. Y ella misma, la Santísima Virgen, visitó y regaló gracias a las familias cuando, durante su vida histórica, hizo su aparición como mediadora de gracias3. Ella sabe que, también hoy, el mundo a cuya renovación ella tiene que ayudar sólo puede ser renovado a través de familias renovadas, santificadas.
Ella quisiera tener a la familia toda: no sólo a los padres, sino también a la generación joven. Quisiera tener a ambas generaciones y sellar una alianza de amor con ambas. Ella sabe, al igual que nosotros, que quien tiene a la juventud, tiene el futuro. Y no en vano nos dice en el Acta de Fundación: quisiera atraer hacia mí a los corazones jóvenes y educarlos como instrumentos aptos en mi mano4.
Considero como algo evidente que, en el día de hoy, la Santísima Virgen mire con ojos inmensamente cálidos a esta joven familia, como «cubriéndola con su sombra».
Pienso que estaré cumpliendo un deseo de ustedes si me esfuerzo ahora por exponer un poco todo el significado de una tal consagración de familia. Y la mejor manera en que puedo y debo hacer esta exposición es internándome un poco con ustedes en la Sagrada Escritura.
¿Hay en la Sagrada Escritura alguna enseñanza que ilustre todo lo grande que encierra en sí una tal consagración de familia? La Sagrada Escritura no habla de consagraciones de familia. En lugar de ello, habla de visitas.
Quisiera destacar tres visitas que aparecen en la Sagrada Escritura y, basándome en esa ilustración, explicar qué importancia tiene una consagración de familia de este tipo. ¿Cómo son las tres visitas a las que me refiero? ¿Qué familias reciben la visita?
Se trata ante todo de la familia de Zaqueo, jefe de publicanos.
En segundo lugar, se trata de la visita a la casa y a la familia de Zacarías.
Y en tercer lugar, se trata de la visita a la familia y a la casa de los jóvenes esposos de Caná de Galilea.
Aquí tenemos al mismo tiempo el símbolo para una familia de más edad y otra más joven. Tenemos una familia madura: la familia de Zacarías. Tanto el hombre como la mujer eran ya de edad avanzada. Y la otra familia5 era todavía joven, estaba apenas en formación.
Tenemos, pues, tres visitas a una familia. Contemplemos un poco estas tres visitas con una mirada muy serena.
Comenzamos por Zaqueo. Tres son los pensamientos que queremos considerar aquí brevemente.
Primero, consideramos el tema,
preguntamos después por la interpretación del sentido,
y en tercer lugar por la bendición.
En realidad, la situación, el hecho, el tema debería resultarnos conocido6. El Señor había iniciado su actividad pública. Obraba un milagro tras otro. A través de los milagros quería demostrar que era el Salvador, que era Dios, el Dios hecho hombre. La masa del pueblo lo sigue. Los eruditos, los «capitalistas», no quieren saber en general nada de él.
Pero hay un jefe de publicanos llamado Zaqueo, del cual se afirma que era un hombre rico7. En nuestro lenguaje: era un capitalista. Había escuchado hablar mucho del Señor y tenía la necesidad de encontrarse con él. De pronto, oye decir que viene por allí, por esa calle. Pero como es de baja estatura, teme que, tal vez, no pueda verlo cuando pase por allí. Por eso se adelanta a la multitud y se sube a un árbol. Quisiera verlo a toda costa. Por supuesto, también quisiera que él lo viese.
El Señor pasa junto al árbol, mira hacia arriba, ve a Zaqueo y, entonces, le dice: Zaqueo, baja, que hoy quiero hospedarme en tu casa. La masa del pueblo que lo rodea se admira. ¿Cómo es posible que ese Salvador se hospede en lo de un pecador?
¿Qué responde el Señor? No se preocupa de las habladurías de la gente. Es más, pronuncia una frase enormemente significativa: Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues el Hijo del hombre ha venido a liberar a los pecadores de sus pecados8.
Ahí tenemos, pues, la visita. El Señor visita la casa de Zaqueo.
Si observamos con más detenimiento el asunto, si queremos penetrar con nuestro intelecto la situación, tenemos que distinguir:
primero, la actitud del alma,
segundo, el encuentro, y
tercero, la bendición.
Veamos la actitud: ¿qué actitud tenía Zaqueo? Una actitud singular. Hace un momento dije que era un capitalista, que era muy rico. Pero no estaba apegado a esa riqueza, a las cosas materiales. Estaba exento de un apego desordenado al dinero y a los bienes, a las cosas terrenas.
¿Hemos de presentar pruebas de esta afirmación? En la Sagrada Escritura dice explícitamente que Zaqueo declara al Señor: repartiré la mitad de mis bienes entre los pobres. Y si he cometido alguna injusticia en mi servicio, en mi cargo, devolveré no sólo eso sino cuatro veces más9.
Está claro, entonces: a pesar de que era rico, no tenía un apego desordenado a la riqueza, a las cosas terrenas. Por eso, también es simbólico su gesto de dejar la tierra, de ascender a lo alto, de trepar a un árbol.
Una vez más pregunto por la actitud, la actitud interior de Zaqueo en este encuentro. A pesar de que tenía bienes y era rico, a pesar de que no estaba apegado a las cosas terrenas, estaba interiormente insatisfecho consigo mismo y tenía una gran aspiración de ir hacia lo alto, hacia algo más elevado, algo espiritual, algo religioso, algo profundo.
No raras veces encontramos también hoy en la vida que hay personas que son ricas pero que están totalmente insatisfechas en su interior. Es decir que los bienes no dan la felicidad.
Un ejemplo de Pullman,10 el inventor de las comodidades para dormir en los trenes. Evidentemente, era millonario, multimillonario. De él se cuenta que, un día, vio a un simple trabajador que tomaba muy contento su almuerzo. Dijo entonces Pullman: ¡si yo pudiese comer tan contento y tranquilo como este simple trabajador! ¡Cuántas dificultades, cuántas preocupaciones tengo para mantener y aumentar mi capital! Nunca puedo estar tranquilo.






