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Lo mismo se cuenta de Krupp,11 el «rey de los cañones». Su abuelo sufría de cáncer al estómago. Era también millonario y había atesorado mucho dinero. Pero no podía comer. Siempre temía que, si comía, sufriría una indisposición de estómago. Por eso, cuando veía comer a un simple trabajador, se sentía siempre insatisfecho y decía: ¡Qué hago yo con mis millones!
Como ven, el dinero y los bienes no procuran en sí la felicidad. Así lo encontramos también en Zaqueo. En su caso, notamos que no estaba apegado a las cosas terrenas, por lo cual tenía un fuerte anhelo de lo alto. Dice con gran claridad en la Sagrada Escritura que a toda costa quería ver al Señor12. Quería encontrarse con él. ¿Por qué quería encontrarlo? Esperaba de él una respuesta a la acuciante pregunta: ¿cómo puedo llegar a ser feliz? Ahí tenemos, pues, la actitud de Zaqueo.
¿Y cómo fue el encuentro? Una vez más, tenemos que preguntar a la Sagrada Escritura. Es un encuentro mutuo. Zaqueo subió presuroso al árbol. No se avergonzó de hacerlo: la gente, ¿qué dirá la gente? ¡Yo, el capitalista, subo al árbol frente a este desconocido y quiero verlo a toda costa!
Con gran anhelo mira desde el árbol al Señor que se acerca. ¿Y qué hace el Señor? Mira hacia arriba y lo ve. Los dos pares de ojos se encontraron y penetraron unos en los otros. Se encontró un corazón con el otro. Ambos sellaron una alianza de amor. Y lo que dijo la mirada del Señor lo expresó también su boca: baja rápido del árbol, que hoy tengo que hospedarme en tu casa. ¡Y qué rápido bajó Zaqueo! El Señor le dijo: ¡baja rápido! Hoy quiero hospedarme en tu casa.
Como ven, la alianza se eterniza. El Señor quiere permanecer un día entero en su casa para consolidar la alianza de amor con él. Y el Señor sabe que las masas murmuran porque hace algo semejante. También hoy en día sucede de ese modo: si un capitalista hace algo bueno, se dice: sí, sí, tendrá sus intenciones, sus intenciones capitalistas. Pero no siempre es ése el caso, como tampoco lo fue esa ocasión.
Y ahora viene la gran frase: ¿qué dice el Señor? Hoy ha llegado la salvación a esta casa. ¿Qué significa «a esta casa»? Ha llegado la salvación a toda esta familia. Es decir, no sólo a Zaqueo, sino a toda la casa, a toda la familia.
Así aparece a menudo en la Sagrada Escritura. El padre que dirige la familia determina la actitud de la familia. Así lo vemos también más tarde, cuando el centurión fue a ver al Señor y quería ver curado a su hijo. El Señor lo curó, y, en vista de ello, el centurión creyó. Pero como era el padre de la familia, que determina la actitud de la familia, dice el Evangelio: toda la casa creyó con él13.
Entonces, ¿qué encuentro fue éste? Un encuentro de amor entre el Señor y toda la familia de Zaqueo.
¿Y cuál fue la bendición? ¿Qué efectos tuvo la bendición? Después, el Señor se separó, se separó exteriormente de la familia. Pero, interiormente, la familia permaneció fiel a él y a la alianza con él. La tradición nos relata que, posteriormente, el apóstol Pablo consagró obispo a Zaqueo14. Y podemos suponer que la misma actitud de fidelidad ante el Señor, la actitud de amor, fue mantenida por toda la familia. En efecto, según la concepción bíblica, el padre es símbolo de toda la familia.
Hoy ha llegado la salvación a esta casa. ¿A qué casa me refiero ahora? A la familia Horning. Hoy ha llegado la salvación a esta casa, a esta familia, pues toda la familia recibe hoy al Señor. En efecto, la alianza de amor con la Santísima Virgen es, en última instancia, una alianza con el Señor.
Si queremos, podemos detenernos ahora aquí y elaborar nuevamente los mismos puntos que escuchamos anteriormente. Preguntamos
primero, por la actitud,
segundo, por el encuentro,
tercero, por la bendición.
¿Cómo es la actitud? Si la actitud del padre marca la dirección de la actitud de toda la familia, ya sabemos, entonces, cuál es.
Zaqueo era rico. ¿Qué encontramos en este caso? Sin embargo, Zaqueo no estaba apegado a los bienes terrenos. Se esforzaba por incrementar su riqueza pero no estaba apegado a ella, sino que hacía beneficencia tras beneficencia. Regaló la mitad de sus bienes a los pobres.
La comparación es evidente: ¡cuánto bien hace la familia15 por los pobres, por la Iglesia! ¡Y con cuánta fuerza se mantiene libre la familia del materialismo moderno! No es que como hijos de Schoenstatt y familia de Schoenstatt no podamos ser ricos. Pero no debemos estar apegados, apegados de forma desordenada a Mammon, a la riqueza.
¿Cómo es el materialismo moderno aquí en Norteamérica? Sólo necesito mencionar dos palabras:
primero, es un afán por el estándar de vida y,
segundo, un fanatismo por el deporte.
¿Qué entiendo por afán por el estándar de vida? Es el fuerte impulso a elevar cada vez más el nivel de vida, el estándar de vida, a elevarlo más y más para comprender y adorar ese estándar de vida como si fuese una religión, como un dios.
Es evidente que cada cual debe vivir de acuerdo a su posición social. Está claro que quien pertenece a las clases de mejor posición económica tendrán un coche diferente que los demás. Pero una cosa es vivir de acuerdo la propia posición económica y otra es estar apegado a ese estándar de vida como a un dios, como a la religión.
No es difícil constatar que, a pesar de su riqueza, la familia Horning no se ha entregado hasta ahora a esos ídolos modernos.
Un segundo ídolo moderno, un sucedáneo de la religión, es el fanatismo por el deporte.
Está claro que los jóvenes tienen que practicar deporte. Todo un pueblo puede practicar deporte. Para un hombre joven, el deporte reviste gran importancia, es expresión de la posesión de sí mismo por parte de la personalidad. Pero no es eso lo que entiendo por fanatismo del deporte.
La forma en que el deporte se ha configurado hoy en día en Estados Unidos es la de un deporte pasivo y colectivo. Por un lado, organización racional en el trabajo. Por el otro, a través del deporte se impulsa más y más a que emerja en el pueblo estadounidense una misteriosa profundidad. Es el misterioso impulso del corazón a entregarse en alguna parte. Antes era a Dios a quien se entregaban totalmente el hombre y el pueblo cristiano. Hoy, son cosas terrenales, es el deporte. Basta que observemos atentamente cómo se comporta el pueblo en su conjunto cuando se celebran los grandes eventos deportivos. Comparen la visita a esos eventos y la visita a la iglesia. No es que no debiéramos participar también en esos eventos deportivos ni alegrarnos por ellos. Pero lo que no debemos es concebir el deporte como sucedáneo de la religión y de Dios.
Comparen ahora la actitud en un caso y el otro:16 riqueza, pero independencia interior de la riqueza. Y, en lugar del apego a la riqueza, el fuerte anhelo de lo alto, el anhelo de estar siempre junto a Dios y de encontrar, a través de las cosas terrenas, el camino hacia Dios. Así pues, la actitud en un caso y el otro es la misma.
¿Y el encuentro? Hoy ha llegado la salvación a esta casa. Hoy, la Santísima Virgen acoge a esta familia bajo su especial protección y quiere regalarla y consagrarla totalmente a Dios, el Eterno, el Infinito.
¿Cuál será, cual habrá de ser y tendrá que ser la bendición de una visita semejante? A semejanza de lo sucedido en la familia de Zaqueo, la bendición será una vida santa en el mundo actual, superficializado, secularizado.
Permítanme que abra una vez más la Sagrada Escritura. Una segunda visita. ¿Quién recibe aquí la visita? Una vez más, se trata de una familia: la familia de Zacarías17.
La situación nos es conocida: Zacarías quería tener un hijo con su mujer. Años de oración y súplica no habían conducido a la meta. Por fin, después que ambos habían llegado a viejos, Dios el Señor dice sí a su petición. Zacarías recibe la aparición de un ángel que le avisa del hecho. Pero él no cree. Por eso, en castigo, debe quedar mudo. Y debe poner a su hijo por nombre Juan.
Hoy, en que celebramos la fiesta de la Anunciación a la Santísima Virgen, el ángel le anuncia: tu prima va a tener un hijo. De inmediato, dice la Sagrada Escritura, la Santísima Virgen se fue con prontitud a la región montañosa para servir a su prima en el alumbramiento18. ¿Qué tenemos aquí? La Santísima Virgen visita a la familia de Zacarías.
Contemplemos, pues, una vez más detalladamente, primero, la actitud, segundo, el encuentro, y tercero, la bendición.
¿Con qué actitud va la Santísima Virgen con prontitud a la región montañosa? Es la actitud de la mediadora de gracias: ella quisiera hacer mucho bien, hacer el bien en lo terreno, pero también en lo espiritual.
Y ahora, el encuentro. Apenas la Santísima Virgen llega a la casa, ésta experimenta una múltiple bendición.
Primero, la mujer comienza a profetizar;
segundo, el hombre recupera el habla; y
tercero, el niño es santificado y salta en el seno materno.
Como vemos, la mujer comienza a profetizar. Adquiere una profunda captación de todo el orden sobrenatural. Y lo que hasta ese momento no había sabido, se le vuelve de pronto claro: María, que está allí para ayudarle, se ha convertido en Madre de Dios. «¿De dónde a mí que venga a verme la madre de mi Señor?» Por eso: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno». Y, finalmente: «En cuanto tu saludo llegó a mis oídos» —¿quién debe saludar primero, quién debe hablar primero, quién debe realizar primero el acto de amor? La Santísima Virgen tenía que venir— «saltó de gozo el niño en mi seno». «¡Feliz la que ha creído!»19. Como ven, con esto se desveló a Isabel toda la personalidad de la Santísima Virgen y su puesto en el plan de salvación.
¿Y el hombre? De pronto, queda libre de su mudez20. Y comienza a alabar a Dios. Lo hace en nombre de su familia. Y si leen lo que Zacarías proclamó, hallarán que también él ha sido profundamente introducido en todo el orden de salvación. Ve muchas cosas que otros hombres no ven. Ve la misericordia de Dios en su pueblo y en el mundo entero. Y reconoce la posición de su hijo, de Juan, en todo el orden de salvación. «Será profeta del Altísimo, irá delante de él a preparar el camino del Señor»21. Como ven, encuentro con María, una bendición de Dios.
¿Y el niño? Está todavía en el seno materno, y salta. Se había anunciado a Zacarías que, estando aún en el seno materno, quedará lleno del Espíritu Santo22. Y ahora que la Santísima Virgen viene y saluda, el Niño es liberado del pecado original en el seno materno. Por eso es costumbre en la Iglesia celebrar el nacimiento, y no (sólo) la muerte de san Juan Bautista23. El pueblo cristiano tiene afecto a este acontecimiento y ha adquirido la costumbre de encomendar a la Santísima Virgen ya a los niños que se encuentran el seno materno.
Éste es el encuentro de esta familia con la Santísima Virgen.
¿Qué hay que comprender como fruto permanente, como bendición permanente de este encuentro? Toda la familia se ha convertido en una familia santa. Por eso hablamos de san Zacarías, de santa Isabel y de san Juan.
Por la característica propia de la fiesta de hoy pienso que deberíamos considerar un poco más detenidamente a san Juan como san Juan, que fue elevado por Dios a través de ese encuentro de amor.
¿Cómo se yergue hoy ante nosotros san Juan como hijo de esa familia? Como una vigorosa figura de varón y como una delicada e intocada figura virginal de lirio.
¿Qué significa una vigorosa figura de varón? Basta con que leamos lo que el Señor dice posteriormente sobre él. ¿No le había anunciado ya antes (el ángel) a Zacarías: «será grande ante el Señor»?24 ¿En qué consiste la grandeza de san Juan?
Grande es él en la apertura a Dios,
grande en la pequeñez,
grande en la madurez,
grande en la pureza.
¡Grande en la riqueza! Juan está totalmente abierto a Dios y a lo divino. Ésa es la verdadera santidad: estar abierto a Dios y a lo divino. Hoy se tiene un concepto totalmente diferente de grandeza y de riqueza. Se extiende la mano hacia la genialidad de la ciencia, la genialidad del arte, la genialidad de la técnica y de la industria. Seguro, también el santo puede ser un genio de ese tipo. Pero esa genialidad no lo hace santo. ¿Qué lo hace santo? ¿Qué lo hace rico? La apertura a Dios, (la capacidad) de ver a Dios a través de todas las cosas y de permanecer constantemente en contacto y en unión con Dios.
Ésta es la riqueza de san Juan: estar constantemente en contacto con Dios, en contacto con el Señor.
Él es grande en su riqueza, grande en su pequeñez. ¿Qué dice de sí mismo? Ni siquiera soy digno de desatarle la correa de sus sandalias, de las sandalias del Señor25.
Él es grande en su madurez. ¿En qué estriba la madurez, la madurez moral? ¿Qué dice el Señor? ¿A qué habéis venido al desierto? ¿Qué queréis ver? ¿A un hombre vestido con ropas suaves? Juan no es así. ¡Es una vigorosa figura de varón! ¿Qué queréis ver en Juan? ¿A un hombre arrastrado de un lado a otro por el viento? ¡Qué va! ¡No es un hombre que esté siempre mirando lo que hacen los demás! Es un hombre que tiene el coraje de nadar contra la corriente. Es una vigorosa figura de varón26.
Continuemos: es grande en su riqueza, grande en su pequeñez, grande en su madurez, grande en su pureza. He ahí ante nosotros a la figura virginal de lirio. Para nosotros es evidente: donde reina y triunfa la Santísima Virgen tiene que estar arraigada la pureza. No en vano la Sagrada Escritura caracteriza a la Santísima Virgen así: el ángel fue enviado a una virgen, y el nombre de la virgen era María;27 ambas veces se reitera la palabra «virgen». Por eso se aplica a la Santísima Virgen todo lo que se dice en el Cantar de los cantares acerca de los lirios, las azucenas. Como azucena entre cardos, así es mi amada, así es la Santísima Virgen entre las hijas de Israel28.
Y si contemplamos hoy ante nosotros al Señor y a la Santísima Virgen tal como bendicen la casa, la familia de san Zacarías, y si vemos cómo bendijeron la casa a través de esa figura vigorosa de varón y figura virginal de lirio, se despertará también en nosotros el anhelo de que nuestra familia pueda engendrar asimismo hijos como él.
Si contemplamos el altar, hoy no vemos solamente rosas sino también azucenas. Eso debe señalarnos qué fuerte es también nuestro anhelo de que, de nuestras familias, broten azucenas.
¿Qué entendemos por azucenas? Son hombres virginales que se entregan de forma total e indivisa a Dios. Por supuesto, es una gracia el ser llamado a un carisma tal, a una tal condición de azucena. Pero donde la Santísima Virgen posa su pie, allí crecen azucenas, no sólo rosas.
¿Habremos visto ya lo suficiente en la segunda familia y en la segunda visita de la Santísima Virgen? ¿Entendemos qué significado tiene una consagración de familia como ésta?
¿Y la tercera visita? Una familia joven. Apenas se habían casado. Celebraban sus bodas. La Santísima Virgen visita junto con el Señor a esa familia29.
¿Y qué obra esta visita? Basta con que escuchemos dos frases que aquí se pronuncian, que pronuncia la Santísima Virgen. Es casi como si ella repitiera el Acta de Fundación: «Señor, no tienen más vino».
Como ven, la Santísima Virgen está preocupada por las pequeñas cosas de esta familia. No tienen más vino. Sí, ya han bebido suficiente vino, pero están en un aprieto: se les ha acabado.
¡Cuán a menudo se dirá nuestra joven familia:30 no tenemos más vino. No tenemos más el vino del amor a Dios, que es necesario para que nuestra familia llegue a ser santa y pura. No tenemos más el vino de una vigorosa firmeza de carácter, a fin de imponernos en la vida actual. Entonces le escuchamos decir una y otra vez a la Santísima Virgen, en virtud de la alianza de amor: no tienen más vino.
O, más adelante, vienen las preocupaciones por la educación de los hijos. La Santísima Virgen asume la responsabilidad también por el hijo que la madre lleva en su seno. También el niño debe ser regalado y consagrado hoy con los padres. No tienen más vino: es una y otra vez la preocupación de la Santísima Virgen en virtud de la alianza de amor que hoy sella con la familia.
Pero ¿qué condición pone ella? «Haced lo que él os diga». Eso significa para nosotros: seguir siendo una familia católica, aplicar en la familia los principios de Cristo. Es lo mismo que está en el Acta de Fundación: amo a los que me aman, cuido de ellos. Pero primero deben demostrar que me aman viviendo de forma auténticamente cristiana, aspirando a la palma de la santidad31.
Mi querida Familia de Schoenstatt, así es la alianza de amor que la Santísima Virgen sella hoy con una familia.
Y puedo imaginarme muy bien que todos los padres que el 2 de febrero sellaron la alianza de amor dicen ahora: ¡Oh, si mis hijos estuvieran ya preparados! ¡Si también yo pudiese decir: mi casa y yo nos hemos consagrado por entero a la Santísima Virgen, y ella nos utiliza como su instrumento!
La Santísima Virgen va hoy desvalida por el mundo. Tiene la gran misión de depositar el mundo a los pies de Cristo. Por eso anda en busca de familias y, entre las familias, especialmente las de la generación joven.
Nuestra familia Horning sellará así hoy en su conjunto su alianza de amor con la Santísima Virgen. Y nosotros nos alegramos de corazón con ella.
Y nosotros, los padres de otras familias, queremos pedir a la Santísima Virgen una gracia semejante para nuestra familia.
Por eso, todos queremos depositarnos a nosotros mismos, depositar todos nuestros deseos y a todos nuestros hijos en la patena, y ofrecérselo todo de nuevo al Dios trino por las manos de la Santísima Virgen. Esperamos, entonces, que de esta pequeña fiesta del día de hoy brote una inmensa bendición para nosotros, para nuestros hijos y nuestros nietos.
1 Plática en el santuario.
2 El P. Kentenich se refiere a la consagración de matrimonios celebrada el 2-2-1956 (véase tomo 1 y siguientes). El carácter especial de la alianza de amor del 25-3-1956, para la cual el P. Kentenich pronuncia esta plática, estriba en que es la primera vez en que una familia entera se entrega a la Santísima Virgen: el señor y la señora Horning, junto con el hijo que esperan.
3 Bodas de Caná Jn 2, 1-12
4 Véase Schönstatt, Primera Acta de Fundación, n. 11 (versión publicada en 1919).
5 El joven matrimonio de Caná.
6 Véase Lc 19,1-10.
7 Véase Lc 19,2.
8 Véase Lc 19,9s.
9 Véase Lc 19,8.
10 George Mortimer Pullman, 1831-1897, empresario estadounidense que construyó en 1858 el primer coche cama para ferrocarril.
11 Alfred Krupp, 1812-1887, empresario siderúrgico alemán que se especializó en la fabricación de cañones y fue proveedor de material bélico para el ejército alemán.
12 Véase Lc 19,3.
13 Véase Jn 4,53.
14 Véase Josef Schmid, «Zacchäus», en: K. Rahner et al. (dir.), Lexikon für Theologie und Kirche, t. 10, Friburgo de Brisgovia 1965, col. 1303.
15 Referencia a la familia Horning.
16 El P. Kentenich se refiere a la familia de Zaqueo y a la familia Horning, que también era de buena posición. El señor Horning era agente inmobiliario.
17 Véase Lc 1,15-80.
18 Véase Lc 1,39.
19 Véase Lc 1,39-45.
20 Más tarde, cuando pone nombre a su hijo. Véase Lc 1,63s.
21 Véase Lc 1,76.
22 Véase Lc 1,15.
23 Fiesta de la natividad de san Juan Bautista el 24 de junio, y del martirio de san Juan Bautista el 29 de agosto.
24 Véase Lc 1,15.
25 Véase Lc 3,16.
26 Véase Lc 7,24-28.
27 Véase Lc 1,26.
28 Véase Cant 2,2.
29 Véase Jn 2,1-11.
30 Se refiere a la familia Horning
31 Véase Schönstatt, Die Gründungsurkunden, Vallendar-Schönstatt ⁵1987.
9 de abril de 1956
ESQUEMA
SOBRE LA HISTORIA DEL RECONOCIMIENTO DEL DEMONIO
Queremos colocar este mes bajo la consigna
«hoja de rosa por hoja de rosa», confianza por confianza
Lo que nos hace difícil la confianza es la psicosis de angustia del tiempo actual
Causas de la angustia condicionadas por la época
• impresiones no digeridas
• influencia extraordinaria del demonio
• vaciamiento de sentido del dolor
Esta tarde nos ocuparemos de la influencia extraordinaria del demonio en el tiempo actual
Antes que nada: ¿qué nos dice el pensamiento católico sobre el demonio?
Primera ley fundamental: Hay tres potencias que hacen historia:
la voluntad libre del hombre, Dios y el demonio
• Hay potencias de primer plano y de segundo plano
• Los factores principales son las potencias de segundo plano: Dios y el demonio
Segunda ley fundamental: Hay tiempos en los que la influencia del demonio es mayor que en otros
• Un tiempo semejante es el que vivimos hoy
• Dios y el demonio luchan entre sí por el corazón del hombre
¿Qué nos dice la literatura moderna sobre el demonio?
Ya no se cree más en el demonio
Detrás de esa actitud se encuentra la mayor muestra de habilidad del demonio: él mismo hace creer al mundo que no existe más
Debemos considerar más profundamente tres puntos:
• la historia del reconocimiento del demonio
• la historia de vida del demonio
• la forma de luchar del demonio
Primero, una palabra sobre la historia del reconocimiento del demonio
La Sagrada Escritura cuenta con la realidad del demonio como persona
Hasta el fin de la Edad Media, el cristianismo sostuvo firmemente esta doctrina
La época moderna ha olvidado al demonio
• La razón consiste en que ha colocado en primer plano al hombre y en segundo plano a Dios y al demonio
• Es verdad que muchas cosas malas en el mundo pueden explicarse por el pecado original
• Pero cuando se trata de una maldad extraordinaria, está detrás el demonio
En virtud de ese reconocimiento, la literatura moderna se ocupa
nuevamente con el demonio
Hay una relación entre el reconocimiento de Dios y el reconocimiento del demonio
¿Qué se sigue de lo dicho para mí personalmente?
Tenemos que contar con la potencia del demonio en nuestros hijos
Tenemos que aplicar los medios correspondientes para vencer al demonio
• Bendición y exorcismo
• Amor a la Santísima Virgen
Cuanto más nos unimos a la Santísima Virgen, tanto más interés tiene en nosotros el demonio
• Una antigua concepción afirma que los muros de los conventos están ocupados por legiones de demonios
• El demonio tiene un interés especial en las personas que aspiran a la santidad
El demonio influye en los estados de angustia del alma
• Con la angustia se relaciona la tristeza
• La tristeza abre la puerta al demonio
La alianza de amor con la Santísima Virgen es muy importante porque, por una parte, incita al demonio, pero, por la otra, también lo vence
El 2 de febrero pasado, cuando sellamos nuestra alianza de amor en el santuario, elegimos como símbolo de nuestro intercambio de corazones la rosa roja1.Desde ese momento, hemos comenzado a iluminar el contenido simbólico de la rosa2.
Queremos colocar este mes bajo la consigna «hoja de rosa por hoja de rosa». Todavía recordamos lo que simboliza para nosotros la hoja de rosa3.En ella vemos, por un lado, el color, el color verde. Es símbolo de la confianza. Por el otro lado, vemos la nervadura. Ella significa la confianza también en las mayores dificultades. Y si pensamos en las puntas del borde aserrado de la hoja de rosa, tomamos consciencia de que esa confianza no sólo resiste en las mayores dificultades sino también ante las metas más elevadas.
Las metas que perseguimos son sumamente grandes, sea que pensemos en la santidad de nuestra familia o en la renovación del mundo. En efecto, es imposible imaginarse metas aún mayores. Y son tanto mayores cuanto más nos examinamos a nosotros mismos, es decir, cuanto más observamos qué débiles somos. Por eso, una vez más: ¡confianza por confianza! La Santísima Virgen confía en nosotros, y nosotros confiamos en ella.






