- -
- 100%
- +
J. Jeremías continuó la obra de Dodd. Él también quiso descubrir las enseñanzas parabólicas que regresan a Jesús mismo. Sin embargo, Jeremías se dedicó a rastrear el desarrollo histórico de las parábolas, el cual él creía que había ocurrido en dos etapas. La primera etapa pertenece a la actual situación del ministerio de Jesús, y la segunda es una reflexión de la manera en que las parábolas fueron usadas al comienzo de la iglesia cristiana. La tarea a la que Jeremías se dio fue recuperar la forma original de las parábolas para oír la voz de Jesús.19 Con su profundo conocimiento de la tierra, la cultura, las costumbres, la gente y las lenguas de Israel, Jeremías pudo acumular una valiosa información que hace de su obra uno de los más influyentes libros sobre las parábolas.
Sin embargo, la pregunta puede ser si la forma original puede ser separada del contexto histórico sin sucumbir a una buena cantidad de conjeturas. Por otra parte, uno puede también tomar el texto de las parábolas y aceptarlo como una verdadera presentación de la enseñanza de Jesús. Es decir, el texto bíblico que los evangelistas nos han dado puede reflejar los contextos históricos en los que las parábolas fueron enseñadas originalmente. Tenemos que depender del texto que hemos recibido y hacemos bien en dejar intactas las parábolas y su escenario histórico. Esto exige medidas confiables para saber que los evangelistas, al registrar las parábolas, entendieron la intención de Jesús para enseñarlas en los contextos que ellos describen.20 Al tiempo que las parábolas eran registradas, los testigos oculares y ministros de la Palabra transmitieron la tradición oral de las palabras y hechos de Jesús (Lucas 1:1-2). Gracias al vínculo con los testigos oculares podemos confiar que los contextos en los que las parábolas fueron puestas se refieren a los tiempos, lugares y circunstancias en los que Jesús las enseñó originalmente.
En tiempos recientes, representantes de la nueva escuela hermenéutica han movido las parábolas cada vez más lejos de su escenario histórico a un énfasis literario de base amplia dentro de una estructura existencial.21 Es decir, estos eruditos tratan las parábolas como literatura existencial, removiéndolas de su muelles históricos y reemplazando su significado original con un mensaje contemporáneo. Ellos niegan que el mensaje de una parábola tenga su origen en la vida y el ministerio de Jesús; 22 ellos no están interesados en su fuente y contexto sino en su forma literaria e interpretación existencial.23 Ellos ven las parábolas como una superposición de capas de interpretaciones de lo que Jesús dijo originalmente. Como ellos enseñan que la iglesia primitiva creó la substancia de las parábolas, el lector moderno tiene que remover las capas de adherencias para determinar la autenticidad e historicidad de las palabras dichas por Jesús.24
Para estos eruditos la estructura literaria de la parábola es importante porque conduce a la gente de este tiempo a un momento de decisión: ellos deben aceptar o rechazar el desafío que las parábolas ponen delante de ellos.
Que las parábolas llaman a una persona a la acción, estamos de acuerdo; en la aplicación de la parábola del buen samaritano, al experto en la Ley que le preguntó a Jesús, Él le dijo: “Anda entonces y haz tú lo mismo” (Lucas 10:37). Sin embargo, el existencialista en su interpretación de la parábola, capitaliza el modo imperativo y no tiene en cuenta el modo indicativo en el que la parábola es presentada. Él separa las palabras de Jesús de su contexto cultural y por tanto, las priva del poder y la autoridad que Jesús les ha dado.
Más aún, al tratar las parábolas como estructuras literarias separadas de sus contextos originales, el existencialista debe darles un nuevo contexto. De esa manera, él ubica las parábolas en un contexto contemporáneo. Pero este método difícilmente puede ser llamado exégesis, pues una filosofía existencial ha sido introducida al texto bíblico. Esto es eiségesis, no exégesis. Desafortunadamente, el cristiano común que busca ser guiado en su comprensión de las parábolas por los representantes de la nueva escuela hermenéutica, debe primero buscar entrenamiento en filosofía existencial, teología neoliberal y la jerga literaria del estructuralismo antes de poder beneficiarse de sus conocimientos.
Principios
Interpretar las parábolas no pide una formación completa en teología y filosofía, pero implica que el exégeta se adhiere a algunos principios básicos de interpretación. Estos principios, en resumen, se relacionan con la historia, gramática y teología del texto bíblico. Donde sea posible, el intérprete debe hacer un estudio del contexto histórico de la parábola, incluyendo un detallado análisis de las circunstancias religiosas, sociales, políticas y geográficas reveladas en la parábola. Por ejemplo, el escenario de la parábola del buen samaritano exige alguna familiaridad con la instrucción religiosa del clero de ese tiempo. El experto en la Ley se acercó a Jesús para preguntarle qué debía hacer para heredar la vida eterna, provocando la conversación que condujo a la historia del buen samaritano.
Con respecto a la parábola del buen samaritano, el exégeta debería familiarizarse con el origen, la condición y la religión de los samaritanos; las funciones, el oficio y la residencia del sacerdote y el levita; la topografía del área entre Jerusalén y Jericó; y el concepto judío de buena vecindad. Al tomar nota del contexto histórico de la parábola, el intérprete ve la razón por la que Jesús enseñó esta historia y conoce el objetivo de la lección que Jesús buscó transmitir en la parábola.25
Segundo, el exégeta debe prestar mucha atención a la estructura literaria y gramatical de la parábola. Los modos y tiempos que un evangelista emplea mientras él relata las parábolas son más importantes, pues ellos arrojan luz sobre la principal enseñanza de la historia. Estudios de la Palabra en su contexto bíblico como también en escritos extracanónicos son una parte esencial del proceso de interpretar una parábola. De esa manera, un estudio de la palabra prójimo en el contexto del mandamiento, “ama a tu prójimo como a ti mismo”, como se da en el Antiguo y Nuevo Testamento, prueba ser un gratificante ejercicio. También, el intérprete necesita mirar en la introducción y conclusión de una parábola; estas pueden contener un recurso literario como una pregunta retórica, una exhortación o un mandamiento. La parábola del buen samaritano concluye con el mencionado mandamiento, “anda entonces y haz tú lo mismo” (Lucas 10:37). El experto en la Ley que había preguntado a Jesús acerca de la herencia de la vida eterna se vio inevitablemente involucrado en el cumplimiento del mandamiento de amar a su prójimo como a sí mismo. Las introducciones y especialmente las conclusiones, contienen los vínculos que ayudan al intérprete a encontrar los puntos principales de las parábolas.
Tercero, el principal punto de una parábola debería ser verificado teológicamente frente a las enseñanzas de Jesús y al resto de la Escritura.26 Cuando la enseñanza básica de una parábola ha sido plenamente explorada y es correctamente entendida, la unidad de la Escritura será evidente y el significado apropiado del pasaje puede ser alcanzado en toda su simplicidad y lucidez.
Finalmente, el intérprete de la parábola debe traducir su significado en términos relevantes a las necesidades de hoy. La tarea es aplicar la enseñanza central de una parábola a la situación cotidiana de la persona que escucha la interpretación. En la parábola del buen samaritano, el mandamiento de amar al prójimo se vuelve significativo cuando la persona que ha sido asaltada y está sangrando junto al camino de Jericó no es sólo una figura más del pasado. En lugar de eso, el prójimo que clama nuestro amor es un refugiado desposeído. Él nos encuentra en el camino a Jericó del diario y el reporte de televisión de las noticias de la tarde.
Clasificación
Las parábolas de Jesús pueden ser agrupadas y clasificadas en varias maneras. Las del sembrador, la semilla que crece, la mala hierba, la higuera y la higuera sin fruto, son todas parábolas de la naturaleza. Una cantidad de las parábolas que Jesús narró tienen que ver con el trabajo y los salarios. Algunas de estas son las parábolas de los viñadores, los labradores malvados y el mayordomo astuto. Otras parábolas se refieren al tema de las bodas y otras ocasiones festivas o solemnes. Estas incluyen las parábolas de los niños sentados en la plaza, las diez vírgenes, el gran banquete y el banquete de bodas. Y aún otras muestran el tema general de lo perdido y lo encontrado. Entre ellas están las parábolas de la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo pródigo.
Sin embargo, no siempre se sabe cómo una parábola debe ser categorizada. ¿La parábola de la red es una parábola de la naturaleza o debería ser listada con las de los trabajos y salarios? ¿Y dónde encaja la parábola del buen samaritano? Es fácil ver que categorizar las parábolas puede ser un tanto arbitrario y en algunas instancias, forzado.
Los evangelios sinópticos presentan parábolas con paralelos en dos o a menudo tres de los evangelios y también parábolas que son peculiares para un evangelista. Mientras Marcos sólo tiene una parábola que únicamente está en su evangelio (la semilla que crece), Mateo y Lucas contienen un buen número. En mi presentación de las parábolas he seguido la secuencia de los evangelios, exponiendo primero las de Mateo, con aquella peculiar de Marcos tomada en el orden de las parábolas del sembrador y de la mala hierba, y luego las que se encuentran en el Evangelio de Lucas. En las parábolas que tienen paralelos, he adoptado casi uniformemente la secuencia de Mateo, Marcos y Lucas. Este procedimiento ha sido empleado para ayudar al lector que desee consultar un estudio de los paralelos en los sinópticos, por ejemplo, Sinopsis de los Cuatro Evangelios, de K. Aland.27
En este estudio de las parábolas, las referencias a las palabras del griego y el hebreo no son frecuentes. Cuando aparecen, se dan en una forma de transliteración y se brinda una traducción. La versión usada es la NVI (Nueva Versión Internacional). Para beneficio del lector, el texto bíblico está impreso totalmente al comienzo de cada parábola. Las parábolas que tienen paralelos en los tres evangelios sinópticos aparecen en la secuencia de Mateo, Marcos y Lucas. Un total de cuarenta parábolas y refranes parabólicos son expuestos en este libro. Todas las parábolas importantes son listadas y también la mayoría de los refranes parabólicos. Por supuesto, debió hacerse una selección de estos refranes, así que la parábola de la sal está incluida pero la de la luz omitida.28 Sólo los refranes parabólicos de los evangelios sinópticos han sido estudiados, pero no los del Evangelio de Juan.
La literatura sobre las parábolas es voluminosa, encontrándose un sinfín de libros y artículos. Difícilmente los eruditos recientes han descuidado una parábola. Nuevos puntos de vista de estudios en la cultura judía y en la Ley han sido muy valiosos para una mejor comprensión de la enseñanza de Jesús. El objetivo de este libro es presentar al pastor y a los consagrados estudiantes de la Biblia un recorrido adecuado y contemporáneo de los escritos sobre las parábolas sin perderse en todos los detalles. Las notas y la bibliografía seleccionada ayudarán al teólogo que desee profundizar el estudio de las parábolas de Jesús. Por medio del material bibliográfico y el índice, se tendrá acceso a la literatura disponible sobre las parábolas de Jesús.
Capítulo 1
La Sal
“Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee.”
Mateo 5:13
“La sal es buena, pero si deja de ser salada, ¿cómo le pueden volver a dar sabor? Que no falte la sal entre ustedes, para que puedan vivir en paz unos con otros.”
Marcos 9:50
“La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera. El que tenga oídos para oír, que oiga.”
Lucas 14:34-35
La sal ha sido usada a través de la historia para preservar y darle sabor a la comida. Es una de las necesidades básicas de la vida. Su uso es universal y su suministro aparentemente inagotable. Pero además de las cualidades benéficas, la sal también tiene poderes destructivos, como poder convertir un suelo fértil en tierra estéril.1 El área alrededor del Mar Muerto es un ejemplo de esto.
En los tiempos modernos encontramos impensable que la sal pueda perder su sabor. El Cloruro de Sodio (el nombre químico para la sal de mesa común) es un compuesto estable y libre de cualquier impureza. Sin embargo, en el antiguo Israel, la sal se obtenía mediante la evaporación del agua del Mar Muerto. Esa agua contiene otras varias sustancias además de la sal. La evaporación produce cristales de sal y también cloruro de potasio y de magnesio. Como los cristales de sal son los primeros en formarse durante el proceso de evaporación, pueden recolectarse y así proveerse de sal relativamente pura. Sin embargo, si la sal evaporada no es separada y con el tiempo los cristales de sal atraen la humedad, se disuelven y son filtrados, el residuo pierde su salinidad y se vuelve inútil.2
¿Qué podemos hacer con la sal sin sabor? ¡Nada! Un agricultor no quiere estos químicos en su tierra porque en su estado crudo, dañan las plantas. Tirar el residuo en una pila de estiércol tampoco ayuda, pues de vez en cuando el estiércol es guardado y esparcido sobre la tierra como fertilizante. Lo único que puede hacerse con la sal sin sabor es tirarla fuera, donde la gente puede pisotearla.3 Si la sal pierde su propiedad básica de estar salada,4 no puede recobrar su sabor de nuevo.
En el Sermón del Monte, Jesús se dirige a las multitudes junto con sus discípulos y les dice: “Ustedes son la sal de la tierra.” Como la sal tiene la característica de detener el deterioro, los cristianos deberían ser una influencia moral en la sociedad en la que viven. Por sus palabras y hechos, ellos deberían detener la corrupción espiritual y moral. Y así como la sal es invisible (por ejemplo, en el pan) siendo un potente agente, los cristianos no siempre son visibles pero individual y colectivamente permean la sociedad y constituyen una fuerza de contención en un mundo depravado y perverso.
Jesús dijo: “Que no falte la sal entre ustedes, para que puedan vivir en paz unos con otros” (Marcos 9:50). Él exhorta a sus seguidores a usar sus recursos espirituales para promover la paz,5 primero en casa y luego fuera. Pues si los cristianos no son capaces de vivir en paz entre ellos mismos, ellos han perdido su efectividad en el mundo. Puede que muchas personas no hayan leído la Biblia, pero ellos constantemente observan a los que sí lo hacen. Al comienzo de la iglesia, el elocuente Crisóstomo dijo una vez que si los cristianos vivían como se esperaba de ellos, la incredulidad desaparecería.
Capítulo 2
Los Dos Constructores
“Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca. Pero todo el que me oye estas palabras y no las pone en práctica es como un hombre insensato que construyó su casa sobre la arena. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa, y ésta se derrumbó, y grande fue su ruina.”
Mateo 7:24-27
“¿Por qué me llaman ustedes “Señor, Señor”, y no hacen lo que les digo? Voy a decirles a quién se parece todo el que viene a mí, y oye mis palabras y las pone en práctica: Se parece a un hombre que, al construir una casa, cavó bien hondo y puso el cimiento sobre la roca. De manera que cuando vino una inundación, el torrente azotó aquella casa, pero no pudo ni siquiera hacerla tambalear porque estaba bien construida. Pero el que oye mis palabras y no las pone en práctica se parece a un hombre que construyó una casa sobre tierra y sin cimientos. Tan pronto como la azotó el torrente, la casa se derrumbó, y el desastre fue terrible.”
Lucas 6:47-49
Jesús observaba con frecuencia el repentino chaparrón de un aguacero que causaba que los lechos de arroyos secos se volvieran violentas corrientes. Semejantes escenas son comunes en Israel, donde el clima puede cambiar rápidamente y a veces alterar drásticamente el paisaje.
Las casas rurales en tiempos de Jesús eran generalmente construcciones de barro endurecido. Los ladrones podían romper las paredes de esas casas (Mateo 6:19). Incluso, una vez cuatro hombres rompieron el techo de la casa donde Jesús estaba enseñando, para bajar a su amigo paralítico (Marcos 2:3-4). Para los constructores era buen negocio construir lejos de posibles corrientes de agua, aun cuando estos barrancos pudieran permanecer secos por muchos años seguidos.1
El constructor prudente selecciona un lugar sobre una roca, así no se preocupará por la lluvia torrencial o la repentina creciente de una corriente de agua que pudiera arrastrar lejos una casa o por los fuertes vientos que la pudieran golpear. Una casa construida sobre la roca tiene un cimiento que resiste.
Un constructor necio construye su casa como si estuviera levantando una tienda de campaña. No se le ocurre que una casa debería ser construida como una estructura permanente y por eso, la construye sobre la arena, tal vez debido al fácil acceso al agua en un arroyo cercano. Mientras el clima esté estable y el cielo permanezca azul, los ocupantes de la casa no tienen nada que temer. Sin embargo, cuando con poca advertencia el clima cambie, las nubles se junten, las lluvias desciendan, los riachuelos crezcan y los vientos soplen, esa casa se vendrá abajo con gran estrépito.
Los evangelistas Mateo y Lucas narran la parábola en forma diferente. Hasta cierto grado, las variaciones pueden ser explicadas con referencia a las audiencias a las que ellos se dirigían. Mateo escribía para un lector judío que vivía en Israel, mientras que Lucas llevó el Evangelio a los griegos que residían en Asia Menor y otras partes del mundo mediterráneo. Para un judío conocedor de las técnicas de construcción prevalentes en el antiguo Israel, la parábola de los dos constructores escrita por Mateo se explicaba a sí misma. Sin embargo, Lucas no escribió para quienes vivían en Galilea o Judá. Él se dirigía a los griegos. De esta manera, Lucas sustituyó los procedimientos de construcción que diferían de los de Israel.2 Lucas escribe que el constructor cava profundo y pone el cimiento de la casa sobre la roca. Además de la diferencia en la construcción de una vivienda, Lucas debía tomar en consideración los cambios geográficos y climatológicos. Mientras que Mateo escribe acerca de la lluvia que cae, los ríos que crecen y los vientos que soplan, Lucas se refiere a la inundación que venía y a los torrentes que azotaban. Mateo habla de construir sobre la arena, pero Lucas de construir sobre la tierra. Estas diferencias, en detalle, no alteran el significado de la parábola. El constructor es previsivo al construir una casa sobre un cimiento permanente.
Una persona que oye las palabras de Jesús y las pone en práctica es como el constructor prudente. Es una insensatez escuchar las palabras de Jesús y no obedecerlas. Esa persona puede ser comparada a un constructor que edifica su casa sobre la arena o la tierra y sin cimientos.
Esta parábola recoge las palabras del profeta Ezequiel. Él describe la construcción de una pared endeble que enfrenta lluvias torrenciales, abundante granizo y vientos huracanados. Como resultado, la pared colapsa (Ezequiel 13:10-16).
En la conclusión del Sermón del Monte (Mateo 5-7) o el Sermón en el Llano (Lucas 6), Jesús quería que su audiencia no fuera sólo de oyentes sino también de hacedores de la palabra que Él les había hablado. No es suficiente sólo con escuchar las palabras de Jesús. El creyente debe llevar la Palabra de Jesús y edificar su casa de fe sobre ella. Jesús es el cimiento sobre el que el hombre sabio construye. En palabras de Pablo, “según la gracia que Dios me ha dado, yo, como maestro constructor, eché los cimientos, y otro construye sobre ellos. Pero cada uno tenga cuidado de cómo construye, porque nadie puede poner un fundamento diferente del que ya está puesto, que es Jesucristo” (1 Corintios 3:10-11).
Quien es sabio, escucha seriamente y dirige su vida de acuerdo a las palabras de Jesús. El que escucha pero no pone sus palabras en práctica, se dirige a la ruina total. Así es el que escucha pero no ha tomado tiempo para cavar y poner un cimiento. Su casa está lista en muy poco tiempo y es temporalmente adecuada para sus necesidades, pero cuando la adversidad golpea en los torbellinos de la vida, la casa que no tiene a Jesús como su cimiento colapsa y es completamente destruida.
Esta parábola llama indirectamente la atención hacia el juicio de Dios, el cual todos, el constructor prudente y también el insensato, debemos enfrentar. El hombre prudente que ha construido su casa de fe sobre Jesús es capaz de resistir las tormentas de la vida. Él se levanta seguro, las supera y triunfa. En las Bienaventuranzas, Jesús llama bienaventurados a los pobres, mansos y oprimidos. En la parábola, esas personas que han construido sobre la Roca demuestran una gran fortaleza en todo lo que hacen. Ellos escuchan las palabras de Jesús y las ponen en práctica. Por eso, ellas nunca irán a la ruina. Ellas creen en Jesús y obedecen su Palabra.
CAPÍTULO 3
Los Niños Sentados en la Plaza
“¿Con qué puedo comparar a esta generación? Se parece a los niños sentados en la plaza que gritan a los demás:
“Tocamos la flauta, y ustedes no bailaron;
Cantamos por los muertos, y ustedes no lloraron.”
Porque vino Juan, que no comía ni bebía, y ellos dicen: “Tiene un demonio.” Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Éste es un glotón y un borracho, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores.” Pero la sabiduría queda demostrada por sus hechos.”
Mateo 11:16-19
“Entonces, ¿con qué puedo comparar a la gente de esta generación? ¿A quién se parecen ellos? Se parecen a niños sentados en la plaza que se gritan unos a otros:
“Tocamos la flauta, y ustedes no bailaron;
entonamos un canto fúnebre, y ustedes no lloraron.”
Porque vino Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y ustedes dicen: “Tiene un demonio.” Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y ustedes dicen: “Éste es un glotón y un borracho, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores.” Pero la sabiduría queda demostrada por los que la siguen.”
Lucas 7:31-35
Jesús narró una encantadora parábola de niños jugando en la plaza de mercado. Él tomó la escena directamente de la vida diaria, una imagen familiar de niños componiendo sus propias obras y actuándolas fuera. El pequeño drama podía muy bien haberse desarrollado así: varios niños y niñas estaban jugando juntos en la plaza de mercado, muy probablemente cuando ya no había actividad. Algunos de ellos querían jugar actuando lo que parecía ser una boda. Además de la novia y el novio, se necesitaba un flautista, pues había una cantidad de niños para bailar en ella. Aunque la novia y el novio estaban listos y uno de los niños tocaba con su flauta la música de la boda, el resto de los niños se rehusaron a bailar. Ellos no estaban interesados en ese juego.
Luego, algunos de los niños querían representar un funeral. Uno de ellos debía hacer la actuación de una persona muerta mientras los demás entonaban un lamento. El resto tenía que llorar, pero se rehusaron. Ellos no deseaban ser parte de ese juego del funeral. Los niños que habían planeado los juegos se sentaron y le gritaron a los otros:
“Tocamos la flauta,
y ustedes no bailaron;
entonamos un canto fúnebre,
y ustedes no lloraron.”
Aplicación
Según el Evangelio de Mateo, los niños sentados en el mercado llamaron a sus compañeros de juego. En el Evangelio de Lucas, los niños se gritan unos a otros. En la presentación de Mateo, un grupo de niños es creativo y le sugiere dos diferentes juegos al otro grupo.1 El relato de Lucas da la impresión de que un grupo de niños quería jugar un juego feliz, mientras que el otro grupo decidió jugar uno triste. Ningún grupo quería seguir la sugerencia del otro. También puede ser que sólo se registrara la mofa de sólo un grupo,2 y que el uso de “unos a otros” no debe hacerse indebidamente.