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El énfasis de la parábola son los altibajos del agricultor en la cosecha de un cultivo.17 Él puede perder su cultivo, en este caso en tres instancias, pero al final recoge una abundante cosecha. En la misma forma, los misioneros, evangelistas y pastores son muy conscientes de los corazones endurecidos, las respuestas hostiles y los tristes fracasos entre sus oyentes. Pero convencido del innato poder de la Palabra de Dios, ellos continúan predicando y consecuentemente, esperando una asombrosa cosecha. La parábola asegura el creciente éxito del evangelio a través de los predicadores y maestros, a pesar del hecho de que algunos de sus oyentes rechacen el mensaje de salvación.
Aplicación
Al mencionar detalles como el camino, los lugares rocosos y las zonas de espinas, Jesús evidentemente intenta aplicar la lección de la semilla y el suelo a las personas que oían el mensaje del reino (Mateo) y la Palabra de Dios (Lucas). Mateo hace uso del tiempo presente de los participios griegos (oyendo y entendiendo); estos participios se refieren a la gente a la que se le pidió aceptar y escuchar la Palabra de Dios. El pasaje también explica cómo cuatro distintas clases de oyentes escuchan la Palabra de Dios.18
Mateo, tal como Lucas, introduce la palabra corazón, cuando dice: “viene el maligno y arrebata lo que se sembró en su corazón” (13:19). La Palabra de Dios llega al corazón del oyente, pero antes que la Palabra pueda tener algún efecto, el maligno (Mateo), Satanás (Marcos) o el diablo (Lucas) viene y la arrebata. En la parábola, las aves caían en picada sobre el camino y devoraban las semillas de grano. Marcos dice: “Algunos son como lo sembrado junto al camino, donde se siembra la palabra. Tan pronto como la oyen, viene Satanás y les quita la palabra sembrada en ellos” (4:15). Nosotros diríamos que “por un oído entra y por el otro sale”, es decir, que no tiene ningún efecto. Algunas personas escuchan por cortesía el evangelio, pero sólo lo oyen. El evangelio no es precioso para ellos, pues sus corazones están tan duros como el camino junto al campo de cultivo. Ellos ignoran completamente la síntesis de la Ley de Dios: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón” (Mateo 22:37).
Primero, parece que la semilla sembrada en lugares rocosos logra un temprano comienzo. El calor del verano, capturado en el sustrato de la roca, es liberado ahora gradualmente en los meses más fríos de Noviembre y Diciembre. Hay suficiente lluvia, así que el calor necesario y la humedad hacen posible una germinación temprana. Los verdes brotes surgen rápidamente y mientras el resto del campo está aún árido, ofreciendo todo un espectáculo impresionante. El ojo entrenado del agricultor ve la diferencia. Él sabe que la aparición de los verdes tallos sobre los lugares rocosos es engañosa; cuando las lluvias han cesado y el sol de la primavera se levanta con más calor, las plantas se marchitan, pues no tienen raíces profundas en el suelo que les provean agua. Las plantas se marchitan y finalmente mueren.
En la interpretación y aplicación de este segmento de la parábola, tanto Mateo como Marcos ponen en evidencia el aspecto de lo urgente. “Otros son como lo sembrado en terreno pedregoso: cuando oyen la palabra, en seguida la reciben con alegría, pero como no tienen raíz, duran poco tiempo. Cuando surgen problemas o persecución a causa de la palabra, en seguida se apartan de ella” (Marcos 4:16-17). La urgencia se refleja en la rápida germinación de las semillas sembradas en terreno rocoso.
Mientras que Mateo y Marcos atribuyen el apartamiento a los problemas y la persecución, Lucas habla de un “tiempo de prueba” (Lucas 8:13). Los evangelistas mencionan las dificultades que llevan a la gente a tener pensamientos alternativos respecto a la religión. Cuando llega el tiempo de tomar una posición y pagar el precio, ellos cambian su interés y su participación en la fe que una vez abrazaron con gozo. Una palabra los describe: superficialidad. El sol, generalmente considerado la fuente de felicidad y gozo, es descrito aquí en términos de problema y persecución.19 La razón para esta aparente dureza es la falta de humedad. Por el contrario, el justo florece como un árbol plantado a la orilla de un río (Salmo 1:3). Las personas superficiales carecen de convicción, valor, estabilidad y perseverancia. Ellas son influenciadas por cada viento de doctrina que sopla su camino. Debido a su falta de profundidad, su vida espiritual carece de importancia.
La semilla sembrada entre espinos parece tener una mejor oportunidad para crecer y desarrollarse que la que fue sembrada en terreno superficial. Primero, después de un período de germinación, las plantas empiezan a crecer. De hecho, en la primavera ellas lucen completamente prometedoras y no se distinguen del todo de otras plantas. Pero cuando el calor del sol se hace más fuerte y calienta la tierra, las raíces de las espinas y los cardos entran en la escena. Después del invierno, ellas ya están listas para una nueva estación y en asunto de semanas, las espinas y los cardos han superado en altura a las plantas de trigo. Ellos las privan de la humedad y de los nutrientes del suelo y literalmente las ahogan hasta la muerte.
El suelo en el que la semilla ha sido sembrada no es duro como un sendero peatonal ni superficial con un sustrato rocoso. Más bien, es un buen suelo, fértil y retenedor de humedad. El único inconveniente es que el suelo tiene otros residentes permanentes, otras raíces. La semilla que es sembrada en suelo fértil con mucha humedad debe en poco tiempo competir con raíces crecientes y desarrolladas bajo la superficie. Pronto, dos tipos de plantas están luchando por un lugar en el sol y aquella cuyas raíces se afirmaron primero, está ganando la batalla.
“Otros son como lo sembrado entre espinos: oyen la palabra, pero las preocupaciones de esta vida, el engaño de las riquezas y muchos otros malos deseos entran hasta ahogar la palabra, de modo que ésta no llega a dar fruto” (Marcos 4:18-19). La gente que lleva una doble vida, religiosa el domingo pero sin religión durante la semana, pronto descubrirán que las “preocupaciones de esta vida, el engaño de las riquezas y muchos otros malos deseos” toman el control, así que su fe se vuelve inútil. El mensaje del evangelio no puede florecer y dar fruto; en lugar de eso, los intereses mundanos la ahogan. Estas personas han llevado una doble vida desde el comienzo. Ellas han encontrado seguridad en las riquezas y las posesiones; ellas han relegado decididamente su fe a un segundo lugar. Estas son las personas que eventualmente recogen una cosecha de espinas y cardos y ni un solo grano de trigo. Incluso lo que tienen les es arrebatado.
Estas tres imágenes del campo no deberían desanimar al agricultor. Igualmente, las tres descripciones de la gente cuya fe se ha vuelto infructuosa no deberían descorazonar al verdadero creyente; ellas son el rechazo a atender a la Palabra, la negación en tiempos de persecución y las trampas mortales del mundo. En contraste, la semilla sembrada en buena tierra produce una abundante y extraordinaria cosecha. La gente que responde con fe al evangelio es una incontable multitud. “Pero el que recibió la semilla que cayó en buen terreno es el que oye la palabra y la entiende. Éste sí produce una cosecha al treinta, al sesenta y hasta al ciento por uno” (Mateo 13:23).20 Marcos da un orden ascendente de “treinta, el sesenta y hasta el ciento por uno.” Lucas simplemente nombra “cien veces” en la parábola misma, pero en la interpretación él escribe: “Pero la parte que cayó en buen terreno son los que oyen la palabra con corazón noble y bueno, y la retienen; y como perseveran, producen una buena cosecha” (8:15). Lo que Lucas quiere decir con “retener”, en Marcos es “aceptar” y en Mateo es “entender”.
¿Quién entonces es la persona con un corazón bueno y noble? Mateo da la respuesta. Él dice: “el que oye la palabra y la entiende”. Obviamente, Mateo trae a la mente la cita de Isaías. El hombre con un corazón noble y perfecto hace la voluntad de Dios y en respuesta al llamado de Dios de “¿a quién enviaré?”, él responde confiadamente: “Envíame a mí, Señor.” Él es oidor y hacedor de la Palabra. Él entiende porque su corazón es receptivo a la Palabra de Dios. Todo su ser (su voluntad, su intelecto y sus emociones) es tocado por esa Palabra. Un crecimiento espiritual tiene lugar y el creyente da fruto; él hace la voluntad de Dios.21
¿Qué enseña la parábola? Algunos estudiosos han llamado a la parábola del sembrador, la parábola de las parábolas. Esto no significa que esta parábola es la más sobresaliente de los evangelios sinópticos, sino más bien que contiene cuatro parábolas en una. Sin embargo, todas las cuatro son simplemente aspectos de una verdad particular: la Palabra de Dios es proclamada y causa una división entre quienes la escuchan; el pueblo de Dios recibe la Palabra, la entiende y la cumple obedientemente. Otros no la escuchan por causa de su endurecido corazón, una superficialidad básica o un interés personal en las riquezas y posesiones. Esta gente no puede dar fruto e incluso lo que ellos tienen, espiritualmente hablando, les será quitado. Por lo tanto, la parábola se refiere a gente que está verdaderamente en la iglesia y a aquellos que están “afuera”. Esta es la idea central de la parábola. Todos los detalles en la parábola enfocan la atención en ese único punto. La fiel proclamación del evangelio nunca dejará de dar fruto, “produciendo una cosecha que rinde el treinta, el sesenta y hasta el ciento por uno.”
CAPÍTULO 5
La Semilla que Crece
“Jesús continuó: «El reino de Dios se parece a quien esparce semilla en la tierra. Sin que éste sepa cómo, y ya sea que duerma o esté despierto, día y noche brota y crece la semilla. La tierra da fruto por sí sola; primero el tallo, luego la espiga, y después el grano lleno en la espiga. Tan pronto como el grano está maduro, se le mete la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha.»”
Marcos 4:26-29
El Evangelio de Marcos no es conocido por los discursos; en lugar de eso, es una narración en la que el autor describe de una manera vivaz a Jesús como un hombre de acción. Sin embargo, Marcos incorpora material didáctico como el discurso sobre las señales del fin de los tiempos (capítulo 13) y tres parábolas de crecimiento (capítulo 4). Marcos no está interesado en expandir la cantidad de parábolas. Él parece indicar que ha sido selectivo en su escogencia del material disponible.1 Marcos ha escogido las parábolas del sembrador, de la semilla que crece y de la semilla de mostaza. Estas parábolas, obviamente detallan la plantación de la semilla, el crecimiento, la maduración, la cosecha y su recolección.2 Marcos usa las parábolas para ilustrar la naturaleza del reino de Dios enseñada por Jesús.
El Escenario
Debido a la falta de una cantidad de detalles, la historia de la semilla que crece es en sí misma de alguna manera simplista. Nada se dice acerca de la preparación del suelo, la lluvia, el sol, el control de malezas o de fertilizantes orgánicos. La vida del agricultor parece tener el mismo ritmo de la siembra de la semilla, durmiendo en la noche y siendo activo en la mañana. En el tiempo de la cosecha, él pone la hoz en el grano.
La parábola no explica todos los detalles por importantes que puedan ser y pone el énfasis en la siembra, el crecimiento y la siega. No deberíamos asumir que el agricultor pasa sus días sin trabajar. Por supuesto que no; él tenía trabajo por hacer. Arar, fertilizar y deshierbar tomaba mucho de su tiempo. Además de las tareas diarias, él tenía que comprar y vender, planear y preparar la cosecha. Todo esto es entendido y dado por hecho en la parábola. También tengamos en cuenta que Dios daría la lluvia necesaria,3 pues Él está en control de los elementos naturales.
Ese es exactamente el punto. Desde el momento en que el agricultor siembra la semilla, debe dejar la germinación, el crecimiento, la polinización y la maduración en manos de Dios. Él puede describir el proceso de crecimiento del trigo pero no puede explicarlo. Después de que el trigo ha sido sembrado, la semilla absorbe la humedad del suelo, se hincha y germina. Después de una o dos semanas, las primeras pequeñas hojas aparecen sobre la superficie y gradualmente, las plantas empiezan a crecer, aumentando su altura y desarrollando las espigas. Luego, cuando las plantas mueren, su color pasa de verde a dorado; el grano madura y el tiempo de la cosecha ha llegado. El agricultor no puede explicar este crecimiento y desarrollo.4 Él es sólo un trabajador que en el momento indicado siembra y cosecha. Dios tiene el secreto de la vida. Dios está en control.
La Interpretación
La parábola de la semilla que crece se encuentra sólo en el Evangelio de Marcos. Mateo y Lucas no la incluyen y no tenemos información más que la encontrada en estos pocos versículos de Marcos 4:26-29.5 La parábola comienza con la frase, “el reino de Dios se parece a”.
Las interpretaciones de esta parábola son variadas. Algunos comentaristas explican el relato de manera alegórica: Cristo ha sembrado y ya vendrá el tiempo de la cosecha; el resto de la parábola se refiere a la obra invisible del Espíritu Santo en la iglesia y en el alma.6 Otros han enfatizado uno de los siguientes aspectos: la semilla, el período de crecimiento, la cosecha o el contraste entre sembrar y cosechar.7 Seguramente, todas estas interpretaciones, incluso la alegórica (con calificaciones), tienen ventajas.
Juan Calvino miró más allá del Originador de esta parábola y vio a los ministros de la Palabra sembrando la semilla. Ellos no deberían desanimarse, dijo Calvino, cuando no ven resultados inmediatos. Jesús les enseña a ser pacientes y les recuerda el proceso de crecimiento en la naturaleza. Ellos no deberían inquietarse o escandalizarse; después de haber proclamado la Palabra, ellos deben ir a sus diarias tareas ordinarias, dormir en la noche y salir en la mañana para hacer lo que se supone que deben hacer. Así como el trigo llega a la madurez en el momento exacto, así también el fruto de las labores del predicador eventualmente aparecerá. Los ministros del evangelio deberían animarse y continuar su labor ansiosa y fielmente.8
Dios está trabajando en la germinación de la semilla, su proceso de crecimiento, desarrollo y recolección. “El fruto es el resultado de la semilla; el final está implícito en el comienzo. Lo infinitamente grande siempre está activo en lo infinitamente pequeño.”9 Es apropiado traer a la memoria las animantes palabras de Pablo acerca de su confianza en que “el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús” (Filipenses 1:6).
En la parábola, el agricultor es sólo un asistente del divino empleador. Él siembra la semilla y día tras día hace la labor necesaria (él atiende sus asuntos). Él confía en que la cosecha eventualmente vendrá. De hecho, él sabe por experiencia cuántos días se toma desde que siembra hasta el tiempo de la cosecha.10 Y cuando la cosecha debe ser recolectada, no espera un día más. El tiempo de la cosecha ha llegado. De la misma manera, los ministros de la Palabra tienen un empleo divino, proclamando las buenas nuevas de salvación en Cristo Jesús. Ellos también deben hacerse a un lado mientras Dios realiza la obra secreta de crecimiento y desarrollo. En el tiempo de Dios, el ministro verá los resultados cuando llegue la cosecha.
La parábola de la semilla que crece es realmente una parábola de secuencia: la cosecha es el resultado de la siembra en el tiempo indicado. La manifestación del reino de Dios es el resultado del fiel ministerio de la Palabra de Dios. El uno lleva al otro y nada sucede sin la obra secreta del poder de Dios. “La lección es: la victoria es segura; la cosecha se acerca y ciertamente llegará en el instante dispuesto en el eterno plan de Dios. Luego el reino de Dios será revelado en todo su esplendor.”11
Las últimas palabras de la parábola son en cierta forma una reminiscencia de Joel 3:13: “Mano a la hoz, que la mies está madura”. Inequívocamente, la Escritura se refiere finalmente al día del juicio cuando el Señor, según Apocalipsis 14:12-16, envíe a sus ángeles a recolectar la cosecha de la tierra. Mientras tanto, los que son enviados lejos a proclamar la Palabra deben aprender la paciencia del agricultor. “Tengan paciencia hasta la venida del Señor. Miren cómo espera el agricultor a que la tierra dé su precioso fruto” (Santiago 5:7). La falta de paciencia es una característica humana. Incluso aparece en la descripción que hace Juan de las almas de quienes han sido asesinados por causa de la Palabra de Dios. Ellos gritaron fuerte: “¿Hasta cuándo, Soberano Señor?” Y la respuesta que recibieron es que ellos deberían esperar un poco más (Apocalipsis 6:9-11). Dios está en control y determina cuándo es el tiempo de la cosecha. Nadie, ni siquiera Jesús, sabe el día y la hora (Mateo 24:26).
CAPÍTULO 6
La Mala Hierba
“Jesús les contó otra parábola: «El reino de los cielos es como un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero mientras todos dormían, llegó su enemigo y sembró mala hierba entre el trigo, y se fue. Cuando brotó el trigo y se formó la espiga, apareció también la mala hierba. Los siervos fueron al dueño y le dijeron: “Señor, ¿no sembró usted semilla buena en su campo? Entonces, ¿de dónde salió la mala hierba?” “Esto es obra de un enemigo”, les respondió. Le preguntaron los siervos: “¿Quiere usted que vayamos a arrancarla?” “¡No! — les contestó—, no sea que, al arrancar la mala hierba, arranquen con ella el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha. Entonces les diré a los segadores: Recojan primero la mala hierba, y átenla en manojos para quemarla; después recojan el trigo y guárdenlo en mi granero.”
Mateo 13:24-30
La parábola de la mala hierba es única del Evangelio de Mateo, así como la de la semilla que crece en secreto se encuentra sólo en el de Marcos. Las palabras mala hierba no son una traducción adecuada de la palabra griega original zizania, la cual se refiere a “una mala hierba problemática en los campos de grano, que se asemeja al trigo”.1 No se puede determinar si la palabra se refiere a la variedad venenosa o no venenosa de esta mala hierba. Cualquiera que sea el caso, la planta tiene la apariencia del trigo y crece exclusivamente en los campos cultivados.2 De hecho, la planta es una degeneración de la del trigo. La mala hierba puede ser comparada a la avena silvestre, la cual crece libremente en los campos de trigo de Norteamérica y es difícil de erradicar.
El Campo del Agricultor
Después de la parábola del sembrador y su interpretación, Mateo reporta que Jesús le narró a la multitud otra parábola, una historia de un agricultor más que holgado. Este agricultor tiene sirvientes y empleados segadores al mismo tiempo.
Como cualquier agricultor eficiente, el hacendado ha adquirido buena semilla. Obviamente, él no está interesado en sembrar la semilla de la mala hierba, lo que le causaría un dolor incalculable. La buena semilla está libre de mala hierba. El agricultor ha sembrado buena semilla en su campo (cuándo y cómo se hizo no es importante para la historia).
Tan pronto como él ha terminado la tarea de sembrar el trigo en el invierno, su enemigo viene mientras todos están durmiendo y oculto en la oscuridad, siembra las semillas de la mala hierba encima de las del trigo. Ciertamente, él no tiene suficiente para cubrir todo el campo, pero esparce la semilla por doquier. Nadie sabrá hasta la primavera qué malezas están creciendo junto a las plantas de trigo.3 La mala hierba luce exactamente como el trigo. Cuando surgen las espigas, todos pueden distinguir el trigo de la mala hierba, pues “por sus frutos los conocerán” (Mateo 7:20).
Por ese tiempo, se ha tornado imposible hacer algo acerca del problema. Cualquiera que entrara al cultivo a remover la mala hierba, también arrancaría el trigo, pues las raíces del trigo y la mala hierba están muy entrelazadas.
Los siervos del agricultor lo alertaron acerca del problema e incluso mostraron su disposición de hacer algo al respecto. Ellos querían saber de dónde había venido esta mala hierba. El agricultor simplemente les informa que un enemigo ha hecho esto y que ellos deben dejar todo así hasta la cosecha. En ese momento, los segadores recibirán instrucciones para recolectar la mala hierba y atarla en manojos, y juntar el trigo para almacenarlo en su granero. El agricultor usará los manojos de la mala hierba como combustible. De esa manera, él convierte una desventaja en una ventaja: combustible para el invierno.
Aun cuando el agricultor ve lo mejor de una mala situación, él sabe que la mala hierba ha tomado humedad y nutrientes que deberían haber ido a las plantas de trigo. Su cosecha de grano es por tanto sustancialmente menos de la que esperaba. A pesar de todas sus habilidades agrícolas, él no es capaz de diferenciar entre el trigo y la mala hierba hasta que las plantas empiecen a formar espigas y el tiempo de la cosecha se aproxime.4 Al final, meses después de que la labor se ha realizado, el agricultor entiende que su enemigo lo ha atacado insidiosamente y que debe enfrentar las consecuencias del acto perpetrado por su enemigo.
La Interpretación
“Una vez que se despidió de la multitud, entró en la casa. Se le acercaron sus discípulos y le pidieron:
—Explícanos la parábola de la mala hierba del campo.
—El que sembró la buena semilla es el Hijo del hombre —les respondió Jesús—. El campo es el mundo, y la buena semilla representa a los hijos del reino. La mala hierba son los hijos del maligno, y el enemigo que la siembra es el diablo. La cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. Así como se recoge la mala hierba y se quema en el fuego, ocurrirá también al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los que pecan y hacen pecar. Los arrojarán al horno encendido, donde habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán en el reino de su Padre como el sol. El que tenga oídos, que oiga.”
Mateo 13:36-43
Según Mateo, los discípulos de Jesús pidieron una explicación de la parábola de la mala hierba.5 En relativamente pocas palabras, Él les da la explicación. En forma de paradigma se lee como sigue:
1 El que sembró la buena semilla… es el Hijo del Hombre.
2 El campo… es el mundo.
3 La buena semilla… representa a los hijos del reino.
4 La mala hierba… son los hijos del maligno.
5 El enemigo que la siembra… es el diablo.
6 La cosecha… es el fin del mundo.
7 Los segadores… son los ángeles.
Aunque Jesús da la interpretación de la parábola, la exposición de la explicación viene de la mano de Mateo. Mateo toma la enseñanza de Jesús y dispone sus palabras en una lista de siete conceptos.6 (La disposición de nombres y fechas es una característica del estilo literario de Mateo, tal como se evidencia en el primer capítulo de su evangelio.)
En la interpretación no se menciona el hecho de que los enemigos vinieron mientras la gente estaba durmiendo. También se omite la referencia al crecimiento y la maduración del trigo y la mala hierba, y no se dice nada acerca de juntar el trigo en el granero y los manojos de mala hierba para el fuego. Jesús omite la referencia a los siervos en la interpretación. Tal vez Él hizo esto para llamar la atención en el significado más profundo de la parábola: el conflicto entre el bien y el mal, es decir, entre Dios y Satanás, en el cual Satanás pierde la batalla. Igualmente, la conversación entre los siervos y el agricultor parece no ser importante para la interpretación de la parábola. La conversación se queda fuera; la referencia a ella se da a manera de resumen en el que arrancar la mala hierba y quemarla en el fuego se convierte en un punto importante (Mateo 13:40). De hecho, la conclusión de la interpretación es una visión de cosas que sucederán al final de los tiempos. En efecto, lo que Jesús dijo fue: “Por medio de las Escrituras del Antiguo Testamento, déjenme decirles lo que está por suceder.”
“El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los que pecan y hacen pecar. Los arrojarán al horno encendido, donde habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán en el reino de su Padre como el sol. El que tenga oídos, que oiga.”
Mateo 13:41-43
Como siempre, la enseñanza de Jesús refleja directa e indirectamente las Escrituras del Antiguo Testamento.7 Jesús parece referirse a la profecía de Sofonías (“Arrasaré por completo cuanto hay sobre la faz de la tierra… Arrasaré con hombres y animales” [1:2-3]) cuando habla de eliminar de su reino todo lo que cause pecado y todo lo que haga el maligno. La frase, “los arrojarán al horno encendido”, se parece a Daniel 3:6 (“será arrojado de inmediato a un horno en llamas”). El concepto en sí mismo es parecido a Malaquías 4:1: “Miren, ya viene el día, ardiente como un horno. Todos los soberbios y todos los malvados serán como paja.” La sentencia, “entonces los justos brillarán en el reino de su Padre como el sol”, se parece a Daniel 12:3: “Los sabios resplandecerán con el brillo de la bóveda celeste; los que instruyen a las multitudes en el camino de la justicia brillarán como las estrellas por toda la eternidad.” Y para terminar, deberíamos también mirar Malaquías 4:2: “Pero para ustedes que temen mi nombre, se levantará el sol de justicia.”