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Mirko Lauer (Žatec, Checoslovaquia, 1947). Un libro de poesía cada tantos años. Falso politólogo. Periodismo en el diario La República, todos los días. Cinco libros sobre gastronomía, pronto seis. Chevalier de l´Ordre des Arts et des Lettres. Teoría de las artes visuales. Natación, casi a diario. Tres novelas cortas. Codirección de Hueso húmero. Muy poco Twitter. Cero Facebook. Una tésis doctoral y cuatro libros sobre poesía vanguardista. Destacan sus poemarios Ciudad de Lima (1968), Sobre vivir (1984), Trópical cantante (2000), Alcools (2013).



Sologuren
Primera edición electrónica: diciembre de 2020
© Mirko Lauer
© Paracaídas Soluciones Editoriales S.A.C., 2020
para su sello Paracaídas Editores
APV. Las Margaritas Mz. C, Lt. 17,
San Martín de Porres, Lima
http://paracaidas-se.com/
editorial@paracaidas-se.com
Composición: Juan Pablo Mejía
Arte de portada: De la serie «Prent 190», Jesús Rafael Soto (1945)
Retrato del autor: Diario La República
isbn ePub: 978-612-4405-29-7
Se prohibe la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio sin el correspondiente permiso por escrito de la editorial.
Producido en Perú
[El título del libro es un homenaje a mi maestro y amigo Javier Sologuren (1921-2004). Muchos de estos poemas han aparecido en diversos números de Hueso húmero, Lima. El poema que comienza «Entrego el último inédito» es una parodia del célebre poema «El yak furioso», de Gregory Corso, 1958. El poema «Tola» apareció en el catálogo de la retrospectiva de José Miguel Tola «El artista como demiurgo», ICPNA, 2008. Alusiones a otros poetas aparecen a lo largo del libro.]
~ Poesía reaparecida ~
[La poesía ha reaparecido...]
La poesía ha reaparecido, no dice cómo.
La cosa
Es que llega y acomoda sus letras,
Más que sus palabras o sus frases,
Y por las noches suelta un silbido asmático
Que la presenta al alba
Desordenada o no sobre la página.
Ha vuelto
Con una claridad de la que no sé nada,
Fácil como un plagio, sucia
Como si hubieran frotado
Sin éxito contra sus versos,
Cincuenta borradores.
Simplicissimus.
Antes no estaba, y ahora está
En la punta del lápiz hb2,
En páginas tentativas de una libretita,
En la fantasía de un libro definitivo.
Yo dejo que me estafe
Haciéndome sentir que es una poesía nueva,
Joven, renacida,
Con versos que no duelen,
Que no van a regresar a perseguirme.
Pero todo es late style,
la poesía de un viejo construida
Con la constante negación
De sus locuras juveniles.
Con la vanidad de esas traiciones
Evita imaginar lectores, y ya no explora
Valiosos lenguajes de la juventud.
Hoy reliquias traspapeladas en antiguos cajones.
¿Volvió para quedarse? No se sabe,
Pues de nada depende,
De nada azul, de nada plateado.
Para Sologuren
Todo estaba en el diccionario,
Esa sala de espera de los significados,
Donde hay palabras que pueden matar poemas
O salvarlos.
«Nunca dejes de ser poeta», me decía.
Pero yo aprendí
Que todo está en el tiempo dedicado
A tratar de no escribir poesía.
Ya está aquí otra vez. ¿Cómo tratarla?
Como siempre,
No consumándola, dejándola partir
Convertida en silencio,
Tiras de tinta,
Rastro de sueños sin aroma.
Pero también el hedor
de los poemas no escritos
Puede ser insoportable.
Podría ser peor. La poesía
Podría haber vuelto
Recitada a través
De alguno de mis agujeros,
Profanando mi cuerpo en su llegada.
Bajando por la boca pastosa, subiendo
Por las súbitas catedrales de aire,
Instalándose
En mis oídos hambrientos de música.
Poesía hasta por los poros,
Por así decirlo.
Un verso de Sologuren: Poesía
No me niegues tus dones / por más tiempo.
¿Sabía
Lo que estaba escribiendo?
[Volver a comenzar...]
Volver a comenzar, ¿por cuánto tiempo
Puede la originalidad colgar
De ramas viejas?
Frutas que nadie ha probado,
Tiemblan a la espera del reconocimiento,
Extraño momento.
La realidad
Está tirada por el suelo,
Un poco seca, un poco podrida,
Extraña trufa.
Lo original es prisionero de sí mismo,
Y condenado a disolverse en la repetición.
No tiene dónde ir,
Ni es un lugar al cual se puede regresar.
Volver a comenzar,
Salto a mil vacíos.
Lo convencional, en cambio, tiene un fondo,
Que acoge la locura de la invención,
La arrogancia suicida
De palabras que se deslumbran
Ante el espejo
De lo nunca antes dicho,
Camino del espasmo epiléptico
Del vómito dadá.
Página tasajeada por espantadas cesáreas,
Por alaridos sin vértebras,
Extraña la calma de un soneto,
O la tranquilidad en las babosas mieles
De lo ya escrito.
En el mundo de la originalidad,
Volver a comenzar
Es desaparecer.
[Los jóvenes empiezan a llegar...]
Los jóvenes empiezan a llegar.
Mientras hurgan,
Preguntan por mis papeles,
& todo lo que pueden devorar
Teléfono-cámara-grabadora,
Y su sincera curiosidad.
Han leído mis antiguos poemas y ahora
Quieren saber qué pasa con ellos,
Y conmigo.
Les informo que no pasa nada.
¿Qué interés podría tener
Esta frágil serenidad entrenada
En mis sesiones de natacion?
El tema es papeles a medio borronear,
Aquello que Yuri Lotman llama
La comunicación yo-yo,
Violentos garabatos de intimidad.
Acaso los jóvenes intuyen
Que en realidad lo más valioso
Está en lo que ya hace mucho
Perforan ágiles polillas:
Cartas de amigos desaparecidos,
Libros dedicados con frases vehementes,
Anécdotas presas del olvido,
Gruesas indiscreciones de lo literario
Son jóvenes ambiciosos y severos,
Que llegan sabiendo exactamente cómo
Me estoy volviendo mugre.
No les pueden pasar inadvertidos
Los cuellos volteados,
Los zurcidos apenas invisibles,
Los calzoncillos secretos
Manchados a diario por la próstata.
En entrevistas infidentes
Les pago el amable interés
Con una irresponsable vanidad
Y les alcanzo
También perfumes y pestilencias
De un panteón de colegas
cuyos célebres nombres omito en vano:
Intensos desaseos,
Letales desencuentros familiares,
Falsas biografías,
Severas tristezas,
Veladas mezquindades,
Santidades burdeleras,
Duras elegancias. Todo ello
Intentando hacer interesante
Una vida entre poetas.
Nada de eso es mío,
Pero esta misma tarde
Se lo pueden llevar
Los interesados.
[Entrego el último inédito...]
Entrego el último inédito
Que me van a sacar.
Están esperando que me jubile
Y ponga en remate mis bibliotecas.
Quieren exprimir conceptos de mi poesía.
Este catedrático que revisa mis textos
Y los mete a su archivador,
Ya le conozco
Su único terno horrible y lustroso.
A sus asistentes, entre idiotas y pendejos,
Ágiles burócratas de la literatura,
Nunca los he visto antes.
Pero al final son todos ellos
Los que me van a pasar la notificación.
Seguro que me ven triste y cansado.
Me pregunto
Qué van a hacer con mis ensayos.
¿Y mis poemas
Que sin duda jamás han entendido?
Mejor así.
[Luego de haber adornado...]
Luego de haber adornado
Rosáceas plaquetas los poemas,
Que descarté apenas escritos,
Se volvieron indescifrables
Pruebas de mi vanidad.
Pero aun así, olvidados y feos,
Todos están allí, juntos
Como la obra de otra persona
Que no me cae bien.
Culpables de sí mismos,
Ocupando páginas que no reconozco.
Sin duda esperan reaparecer
En las obras reunidas, en las completas,
En la reedición, en la antología,
En la página pirata de Internet,
Usurpando mi nombre
Sin pudor alguno.
[Ahora la vejez me ha vuelto...]
Ahora la vejez me ha vuelto
Un verdadero artista de la mentira:
Debilidad por todos los poros,
Modestia en cada frase,
Sentimientos hábilmente impostados,
Versos falsamente confesionales.
Hay una ganancia canosa y neta
En el paso de nunca decir lo que hay
A siempre decir lo que no hay:
De esa manera nada se disipa,
Y todo empieza a regresar
A una farsa originaria asentada
En un jardín de flores patulecas
Donde bandadas de pájaros calvos
Vuelan hacia atrás
En busca de sus plumas perdidas.
El día las esparce desordenadas
En un moaré indescifrable y apestoso.
Pero en realidad siempre soy yo
Juntando palabras derribadas
Que luego no tengo fuerza para recoger.
Viene otro poema
Una vez resuelta su confusión
Para las deliciosas frases multibarrocas
El acto más mendáz es desnudarse
Sibilinas. Son acertijos,
A los que un legerdemain les pone
Entre los brazos helados papagayos
De tan extraños sabores.
Frases bañadas en lentos sonrojos,
Rellenas de breves astillas,
Su complicada cópula coloca
Al lector frente a la densa,
Espesa levitación de una poesía
De versos que aspiran a ser únicos.
Lectura/locura, sentido/sonido rotan,
Cual manos de novios furiosos
Que buscan de alcoba en alcoba
Sus anillos recién traspapelados.
La vana ilusión de un lenguaje atado
Con supercuerdas de líquidos nudos,
Camino a su mejor instante:
¿Es verdad que el lenguaje e-barroco
Siempre finge un último momento
En el que estalla y desaparece
Dejando al poema violentamente deshecho
En una indecencia de severas estrofas
Con versos desnudos como salchichas?
Es verdad.
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