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Clarín, sección Policía
Matar por matar. Un caso que conmueve a Italia
Tres chicas asesinan a una monja para “matar el aburrimiento”
Fue en un pueblo del norte de Italia donde desde hace 50 años que no ocurría un asesinato. Las acusadas tienen 16 y 17 años, son de clase media alta y están presas. Engañaron a la monja y le dieron 19 puñaladas.
Eran tres chicas “normales” de clase media alta, estudiantes de la escuela comercial y del Instituto de Hotelería, dominadas al parecer por un enorme vacío existencial. Las tres habían intentado sacudir esta cultura de la nada acercándose al satanismo, al rock pesado, a elogiar a la “familia” Manson (que en los años 60 mató en un rito satánico en Los Ángeles a la actriz Sharon Tate, que esperaba un hijo del director Roman Polanski).
“Queríamos matar a un cura o a alguien de la Iglesia”… “Había que matar a esa bastarda”… Las tres se comunicaban continuamente por medio de sus respectivos celulares. En Italia hay más de treinta millones de estos teléfonos y todos los chicos “bien” los tienen. “Las tres manejaron bien los tiempos”.
Lunes 3 de julio - Jueves 6 de julio
El aburrimiento como experiencia del tiempo
A veces, en el 2000, me atacaba el aburrimiento. Es un agujero o un pozo de tiempo que altera el mundo, como en algunos estados semejantes del sueño. Parece sin fin y no distingue pasado, presente y futuro. El aburrimiento es una experiencia subjetiva del tiempo típicamente moderna; nació en la misma era que las ideas de ocio y de persecución de la felicidad. A diferencia de su más distinguido primo el ennui, el aburrimiento es considerado una afección tonta o reaccionaria. Dado el oprobio político y moral, de victimización y confinamiento, que algunos atribuyen al aburrimiento, muchos lo niegan para sí mismos mientras lo ven en los otros, de otro tipo: clase, sexo, edad. En el siglo XVIII las mujeres lo atribuían a los hombres; en el XIX, los hombres lo atribuían a las mujeres y la clase media a la aristocracia. El aburrimiento puede ser una intriga capitalista o el efecto inevitable de los avances tecnológicos. Repudiado, atribuido, pretendido, está en todas partes y cambia de forma según los tiempos.
El aburrimiento se presenta como la forma negativa del deseo. Asegura a su víctima la incapacidad de desear o de realizar el deseo; esa sería la forma atroz del aburrimiento como pozo de tiempo. Hoy algunas alternativas al aburrimiento, además de especular y escribir, son la transgresión y el delito. Pero si ya no hay transgresión ni siquiera en el satanismo, o si la esfera de la transgresión se amplía hasta cubrirlo todo y perderse (no solamente abarca el adulterio y la cocaína sino también los cigarrillos, el café y el chocolate…) solo queda matar como única alternativa. El 8 de diciembre de 1991 The Washington Post titula: “Para luchar contra el aburrimiento, algunos en los suburbios se dedican a la bebida y al crimen”.
Los miércoles a las 23 entre octubre y diciembre de 2000
La vida cotidiana como experiencia del tiempo
Veo por TV Okupas. ¡Felicidad!
Yo adicta
En la televisión, en Okupas, en la realidadficción, encontré la temporalidad de lo cotidiano. Una organización de las horas del día (Max Weber la remonta a los monasterios y las reglas de ciertas órdenes religiosas que cultivaban la tierra); una organización del tiempo que no solo depende de la tecnología y los medios (reloj, radio, TV, diarios, blogs, e-mail, Internet) sino de una política de la representación y del sentido. La temporalidad cotidiana es una categoría tecnológica, capitalista, de la mercancía y de los valores.
Imaginemos que la temporalidad cotidiana es la forma misma de la vida cotidiana. A la vida cotidiana se la define como en negativo, como lo otro y lo que no es… Lo cotidiano sería el concepto filosófico que designa lo no filosófico, el concepto literario que designa lo no literario, el concepto histórico que designa lo no histórico: lo que escapa a la historia, a la literatura, a la filosofía.
La vida cotidiana fue un tema central para los surrealistas (de donde lo tomó Walter Benjamin para tratarlo como objeto privilegiado de una experiencia histórica). Y para Henri Lefebvre, que dijo en 1947 y en 1958: la vida cotidiana y las mercancías, papeles y discursos que la habitan, son la base de toda experiencia social y el verdadero ámbito de la crítica política. Y para los situacionistas: Guy Debord (La sociedad del espectáculo, 1967) dijo que la vida cotidiana es la medida de todas las cosas, de la realización (o mejor dicho, la no realización) de las relaciones humanas, del uso del tiempo vivido, de la experimentación artística y de la políti-ca revolucionaria. El ideal situacionista era que los medios técnicos se usaran para terminar con la pobreza de esta vida cotidiana que es la vida misma: la riqueza y la energía que nos faltan en el día a día del capitalismo y de la sociedad del espectáculo.
Cada tiempo tiene su realidad. Para algunos el tiempo cotidiano es “la realidad”, no una realidad histórica sino uno de los grados de realidad de hoy: una realidadficción que hace porosas las fronteras entre vivido e imaginado.
La temporalidad cotidiana (para algunos el puro presente y la realidad) traza un dibujo y parece tener un sentido y un sujeto específico. Es una temporalidad intimapública cortada en fragmentos o bloques de tiempo (instantes, horas, días, días de la semana) que incluyen una variedad de ciclos repetitivos. El tiempo cotidiano es un tiempo roto, hecho de interrupciones y fracturas, que se repite cada vez como lo mismo y lo diferente: comer, dormir, mirar TV, leer diarios… Los bloques fluyen en sucesión en una serie que nunca se unifica ni totaliza. Fluyen en tiempo presente. Esa compleja forma-temporalidad cotidiana es la de los medios y del melodrama, y una de las formas narrativas dominantes de la literatura del presente.
La temporalidad de la TV, del melodrama y de la vida cotidiana (y de una forma de narrar) parecen ser casi las mismas; tienen el mismo diagrama de tiempo fragmentado y repetitivo en flujo sin totalización ni unificación.
Esa temporalidad cotidiana y esa forma narrativa postulan un tipo de sentido y un tipo de sujeto.
Un sentido. En el tiempo de la vida cotidiana (de lo que no es especializado), de la TV y del melodrama, el sentido de lo que se ve y vive es transparente, rápido y accesible a todos, a veces engañosamente simple o accesible: el sentido es lo que se da a ver explícita y espectacularmente. Como en Okupas.
Y un sujeto. La subjetividad del tiempo cotidiano es privada y pública a la vez: el sujeto cotidiano es intimopúblico porque estoy compartiendo la experiencia con una cantidad de otros al mismo tiempo. Los miércoles a la noche con Okupas en el canal público me instalo en la familiaridad, en casa, en cama, en plena experiencia afectiva de habitar y pertenecer en un ahora público.
La ficción de Okupas se integra en mi vida cotidiana de Buenos Aires año 2000, se incorpora a las rutinas de los miércoles, entra en la repetición. Y me constituye en sujeto cotidiano que contempla, adicta, el cuento de los chicos okupas que no eran verdaderos okupas sino la defensa contra los okupas.
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