Heredera por sorpresa

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—Oh —murmuro. Así que tengo una gemela perdida. Y resulta que tiene millones de seguidores y un estilo de vida de lo más glamuroso—. Entonces, Alyssa Chua es famosa por… ¿hacer qué, exactamente?
El chófer se encoge de hombros.
—Tiene la vida que todo el mundo desea —se limita a decir.
Entiendo. Alyssa es famosa porque tiene más dinero del que puede gastar y sale de fiesta con otras adolescentes famosas. Vuelvo a mirar su foto y pienso en las advertencias de mi madre para que me mantenga alejada de Pekín y en su negativa a hablar de su familia. ¿Podría Alyssa estar relacionada conmigo? Pero mis padres son hijos únicos. Entonces, ¿cómo podría tener un pariente de mi edad que se parece tanto a mí? No, estoy segura de que es solo una coincidencia.
Sin embargo, a causa de mi parecido accidental con Alyssa, ahora tengo que preocuparme porque dondequiera que vaya me acosan personas desconocidas. «Si no me muero antes». Con una brusca sacudida que hace que me preocupe por si vomito mi última comida, el chófer consigue adelantar al vehículo que va delante del nuestro por fin. Pero el coche del carril de al lado baja la ventanilla y mi chófer le imita. Vamos tan despacio que ambos conductores pueden tener una acalorada discusión. Entonces el tráfico vuelve a acelerar y mi chófer sube la ventanilla de nuevo como si nada.
—¿Es su primera vez en Pekín? —pregunta.
Siento un dolor en el pecho.
—Sí. Eh…, la gente parece agradable. —Si descarto el hecho de que me hayan acosado nada más llegar a Pekín. Y de que todo el mundo conduzca como si no le importara morir.
—Oh, sí —responde—. Disfrutará de su visita aquí.
Para mi alivio, llegamos al hotel de una pieza. Me pongo unas grandes gafas de sol oscuras que no me quito cuando hago el registro. Combinadas con mis vaqueros y mi camiseta lisa de algodón, son suficiente para que pueda llegar a mi habitación sin que nadie me confunda con Alyssa Chua.
Mi habitación, como todos los espacios interiores hasta el momento, tiene el aire acondicionado muy fuerte. Ahora que no estoy acalorada ni asustada porque me persiga una multitud, se me empiezan a entumecer los dedos por la incesante ráfaga de aire gélido. El mando a distancia del aire acondicionado tiene un montón de botones que no entiendo, todos etiquetados en chino, y, tras unos cuantos esfuerzos sin mucho entusiasmo, desisto en mi intento de bajar el aire y me pongo un jersey. Aparte del excesivo aire acondicionado, la habitación no está mal. Es bastante simple. Tiene una cama doble, un escritorio y un pequeño baño, pero todo parece limpio y cómodo.
«Bueno, ha sido un día intenso». La cabeza me da tumbos y el cuerpo me duele por el cansancio. Lo único que quiero es meterme en la cama y dormir unas cien horas. Pero lo primero es lo primero. Pongo el despertador a las tres de la mañana, que es más o menos la hora del almuerzo en Los Ángeles, y cuando llame a mis padres puedo fingir que estoy en mi pausa para comer en el plató de rodaje, que, por supuesto, no está en Pekín.
* * *
A la mañana siguiente, tengo los ojos arenosos y estoy mareada por la falta de sueño cuando llega el coche del estudio para llevarme al plató de Butterfly. Esta vez, las gafas de sol de gran tamaño que llevo son para ocultar los estragos del jet lag y una conversación nocturna con mi madre en la que me las arreglé para crear una trama semificticia de Butterfly que no implica que la película esté ambientada en Pekín de ninguna manera o forma. Sobra decir que volver a dormirme después de nuestra llamada telefónica no fue fácil.
Decidí sacrificar el lavarme el pelo en favor de dormir un poco más esta mañana, y por eso me he puesto un sombrero en la cabeza. Pensé que también resultaría útil para evitar que me confundan con Alyssa Chua otra vez.
El coche me deja a las afueras de Pekín, donde estamos rodando en una calle cortada y vigilada por guardias de seguridad, quienes comprueban mi identificación antes de permitirme la entrada al plató. Mi primera impresión es un caos. Decenas de ayudantes y asistentes personales corren de un lado a otro mientras montan la iluminación, los micrófonos y el atrezo. Hay un pequeño grupo de personas que parece que no tiene nada que hacer; los otros actores, quizás. Esquivo a los atareados asistentes personales para acercarme al grupo, y todos se presentan. Ninguno de ellos tiene un papel importante y, cuando les digo que voy a interpretar a Sonia Li, me miran con sorpresa. Un repentino ataque de inseguridad me invade. Está claro que soy la actriz más joven con diferencia. ¿Se estarán preguntando por qué me han dado el papel de actriz protagonista?
Tal vez yo también debería preguntármelo.
Mi mirada se dirige a Jake y Eilene, que se encuentran en el epicentro del bullicio y la acción del plató. «¿Y si he conseguido este papel porque me parezco a Alyssa Chua?». Todo mi cuerpo se congela y se entumece. Murmuro una excusa a los demás actores y me apresuro a acercarme a Jake y Eilene.
Con el estómago hecho un nudo a causa del miedo, levanto mi teléfono para mostrarles una imagen de Alyssa.
—¿Por eso he conseguido este papel? ¿Porque parezco la reina rica de las redes sociales de China?
Jake se encoge de hombros, y eso hace que se me caiga el alma a los pies.
—¿Por qué, si no, iba a aceptar contratar a una actriz adolescente sin experiencia? —Señala la pantalla—. Esa chica tiene millones de seguidores en las redes sociales y se parece a ti. Ese tipo de publicidad no tiene precio.
Me entran náuseas. «Así es como Eilene convenció a Jake para que me eligiera a mí y no a Vivienne». ¿Todo su discurso sobre cambiar la película era una mentira? Con la garganta seca, me dirijo a Eilene:
—¿Por eso me querías para el papel?
Una arruga se forma en el entrecejo de Eilene.
—Es cierto que me di cuenta del parecido cuando hiciste la audición —admite—, pero no es por eso por lo que te quería para el papel, Gemma. —Me sostiene la mirada—. Eres la actriz adecuada para interpretar a Sonia, y eso no tiene nada que ver con Alyssa Chua.
Quiero creerla. De verdad que sí. Pero es difícil saber la verdad cuando Jake todavía está mirando con avidez la foto de Alyssa. Después de todo, a Eilene se le olvidó mencionar mi parecido con Alyssa en su discurso sobre que «nos apropiáramos» de la película juntas.
Parece que puede leerme la mente.
—Lo siento, Gemma. Debería habértelo dicho.
—¿Decirle qué? —Jake resopla—. ¿Que yo no estaba de acuerdo en que ella interpretara el papel hasta que me dijiste quién era Alyssa Chua y lo mucho que Gemma se parecía a ella? Venga ya. Le hiciste un favor, Eilene. Sí, su prueba no estuvo mal, pero, aun así, tuvo suerte de conseguir este papel justo después de terminar el instituto.
Eilene frunce los labios.
—Ya está bien. Como he dicho, Gemma es la actriz adecuada para el papel, y por eso he luchado para que lo consiga.
Sus palabras me levantan el ánimo.
—Agradezco este papel. —Entiendo la suerte que tengo, pero, a pesar de ello, me fastidia saber que no he conseguido el papel por mí misma—. Aun así, me ganaré mi lugar aquí por mi actuación, no por a quién me parezco.
—No me cabe ninguna duda de que así será —dice Eilene.
—Bien —continúa Jake—. Ahora, si has terminado con tu discursito, ¿podrías, por favor, irte a peluquería y maquillaje? No tenemos todo el día.
Mientras aprieto los dientes, miro a mi alrededor porque hay una docena de tráileres preparados y no tengo ni idea de cuál es el de peluquería y maquillaje.
Eilene se compadece de mí y me indica la dirección correcta. Jake me pide que «no tarde mucho».
Sin perder un segundo, me dirijo al tráiler que Eilene ha señalado, todavía irritada por la actitud de Jake. Todo va a ser una mierda si el director me guarda rencor porque no soy la actriz que eligió en un principio.
La mujer encargada de mi peinado y maquillaje es estadounidense y se presenta como Liz. Es una mujer blanca y mayor que se queja angustiada de mis ojeras. Las dos mujeres que asisten a Liz y que se encargan de la limpieza general son chinas y ninguna de ellas se presenta. Parece que creen que no entiendo nada de chino porque hablan sobre mí con total libertad. Pero, como muchos chinos nacidos en Estados Unidos, lo entiendo mucho mejor de lo que soy capaz de hablarlo. Aun así, aunque no entendiera el idioma, su repetida mención de Alyssa Chua me habría dado una pista sobre el tema de su conversación: lo mucho que me parezco a la glamurosa estrella de las redes sociales. De su charla, deduzco que Alyssa es hija de una socialite y de un rico empresario.
—Xie xie —digo para darles las gracias en chino mientras una mujer me tiende una taza de té y la otra me quita la toalla del cuello.
Se miran con ansiedad y no dicen nada más sobre mí. Me habría gustado decirles que no me importa que hablen de mí, pero soy demasiado tímida para expresarlo en mi chino forzado.
Entonces Liz hace girar mi silla para que pueda mirarme en el espejo del camerino y me quedo boquiabierta ante lo que veo. No me extraña que las dos mujeres chinas no paren de hablar de mi parecido con Alyssa Chua. Me han cortado el pelo a capas con tanta elegancia y me han maquillado de forma tan profesional que… somos como dos gotas de agua.
Capítulo 9
Es más fácil tratar con Jake cuando vuelvo al plató. Lo cierto es que sigue comportándose como un capullo, pero al menos es un capullo que parece saber lo que hace. Por suerte, Aidan Keller, mi coprotagonista, no solo es profesional, sino que parece un ser humano decente de verdad. Eilene me dijo que es una rareza en Hollywood: todo el mundo sabe que es fiel a su esposa. De hecho, tuvieron que pagarle una cantidad obscena de dinero para que aceptara un papel que le obliga a estar tan lejos de su familia. En cuanto a mí… Yo no calificaría como obscena la cantidad que cobro, de hecho, es bastante modesta. No obstante, es mucho más de lo que jamás soñé que me fueran a pagar como actriz, así que no me quejo.
Cuando se lo comenté a Eilene, me dijo que tal vez tenía razón, ya que estoy empezando, pero que no debería esperar a avanzar mucho más en mi carrera para quejarme. «Créeme, estoy acostumbrada a la disparidad salarial», añadió en tono sombrío. No es la primera vez que me pregunto cuánto le pagan a Eilene por ser codirectora. No lo suficiente y no tanto como a Jake, seguro.
Jake nos hace ensayar a Aidan y a mí una escena varias veces antes de empezar a grabar. La escena que vamos a rodar hoy es una en la que Sonia no se hace pasar por un hombre. Se topa con Ryan mientras está disfrutando de una cena solitaria en un restaurante. Es la escena que hice para mi primera prueba, y, en lugar de estar nerviosa, lo que estoy es ansiosa por sumergirme en ella. Empezamos con el ensayo de la escena, y va bastante bien. De hecho, Aidan es un buen actor, e incluso hace fácil el rodaje de las escenas sentimentales.
Eilene deja que Jake tome la iniciativa y no hace ningún comentario mientras este hace una crítica rápida que empieza por la actuación de Aidan. Él no parece inmutarse lo más mínimo y acepta todas las indicaciones con una inclinación de cabeza o un «entiendo». Cuando me toca a mí, no estoy tan tranquila, pero tengo que admitir que todo lo que dice Jake tiene sentido, y el segundo ensayo de la escena transcurre sin problemas.
Son necesarias varias tomas para que Jake quede satisfecho. La única indicación que da Eilene durante el ensayo y el rodaje de la escena de la cena es «relájate, Gemma», con una voz tensa como un carrete de hilo. Lo extraño es que hasta ahora estaba relajada. Todo lo posible si tenemos en cuenta que es mi primer día de rodaje. Pero ahora ya no lo estoy. ¿Qué estará tramando Eilene? Asegura que quiere que la ayude a cambiar la dirección de la película, pero ¿cómo voy a hacerlo si no está dirigiendo nada?
Cuando nos tomamos el primer descanso, Jake me sugiere (de una forma muy casual) que dé un paseo cerca de la barrera que separa el plató del resto de la calle. Hay algunos curiosos a los que los guardias de seguridad disuaden de manera eficaz, pero está claro que Jake espera sacar provecho de mi parecido con la chica famosa.
Cruzo los brazos sobre el pecho.
—Ni hablar —respondo.
Puede que tenga que seguir las indicaciones de Jake cuando rodamos las escenas, pero no voy a permitir que me exhiba cual caballo ganador frente a los paparazzi.
—Déjala, Jake —le advierte Eilene con tono grave.
Para mi sorpresa, le hace caso.
Acabamos el rodaje antes de que termine el día, y Jake decide que vamos a ensayar la siguiente escena, la que hice para mi segundo casting. En esta, Ryan persigue a Sonia bajo la lluvia después de su discusión en el restaurante.
Cuando estamos en medio de nuestro ensayo para esta escena, Eilene interviene.
—No está saliendo bien. —Se levanta de su silla de director, que está junto a la de Jake.
Me pilla desprevenida y miro a Aidan con cara de tonta. Sin embargo, me enderezo inmediatamente y miro a Eilene. Tiene razón. Los dos nos esforzamos al máximo, pero esta escena no nos sale.
Aidan y yo tenemos suficiente química en pantalla, así que ese no es el problema. La cuestión es que estamos repitiendo las mismas líneas que leí hace dos semanas durante mi casting, y son igual de repelentes.
—¡Tienes que estar de broma! —Jake lanza las manos al aire—. ¿Cómo puedes decir que no va bien si ni siquiera han terminado la escena?
—¿A ti te convence, Jake? —pregunta ella de forma razonable.
—No —admite él enfurruñado—. Pero podemos arreglarlo.
—De acuerdo. —Eilene se sienta y cruza las piernas a la altura de los tobillos—. Entonces, arréglalo.
Jake le da a Aidan algunas indicaciones de blocking y le indica que tiene que «generar calor». Para mí, sus instrucciones se reducen a «sexualizar» la escena.
Genial. Si sexualizo esta escena todavía más, me enrollaré sobre Aidan como una envoltura de plástico con mi lengua en su oreja. Aidan y yo intercambiamos una mirada, pero ¿qué podemos hacer? Jake es el director.
Repetimos la escena y el resultado es incluso peor.
Mis hombros se encogen a la defensiva cuando Jake grita:
—¡Corten!
Espero a que explote, pero, en lugar de eso, se vuelve hacia Eilene y, para mi sorpresa, añade:
—Tienes razón. —Me quedo con la boca abierta. «¿El gran Jake Tyler está admitiendo que otra persona puede tener razón?»—. ¿Alguna idea? —«¿Y que alguien más pueda tener ideas?». Es oficial: el infierno se ha congelado.
—Me gustaría reescribir la escena —propone Eilene con calma. No hay regodeo ni pedantería, solo confianza. Mi admiración por ella, ya de por sí elevada, se dispara a la estratosfera—. A ver si podemos conseguir algo con lo que Gemma y Aidan se sientan más cómodos.
Jake echa un vistazo a Aidan.
—¿Qué te parece?
—Haré lo que tú decidas —dice Aidan con tono tranquilo.
Jake dirige su mirada hacia mí.
—¿Y tú? ¿Te sientes incómoda con esta escena tal como es?
—Bueno —me cohíbo—, la parte en la que le digo a Ryan que tenga cuidado no supone ningún problema para mí, pero hay otra justo antes…
—¿Cuál? —inquiere Jake.
A decir verdad, la mayor parte del diálogo hace que quiera que la tierra me trague. ¿Cómo puedo elegir solo una cosa? A espaldas de Jake, Eilene me hace un gesto de ánimo, así que tomo aire y digo:
—Como cuando Ryan me llama su pequeña mariposa.
—La película se llama así, Butterfly —señala Jake con tono sarcástico—. ¿O no te habías dado cuenta?
—Esa frase hace que Ryan parezca un idiota —indica Aidan de repente.
Le lanzo una mirada de agradecimiento y espero a que Jake lo fulmine con los ojos o diga algo sarcástico, pero se limita a encogerse de hombros. Se dirige a Eilene:
—Parece que nuestros dos protagonistas están de acuerdo contigo. Trabaja con Henry y haz una reescritura, pero rápido. Tenemos una agenda muy apretada. —Se vuelve hacia Aidan y hacia mí y añade—: En cuanto Eilene y Henry os den las nuevas líneas para esta escena, memorizadlas. Retomamos los ensayos mañana. —Coge su megáfono y, con voz resonante, anuncia—: ¡Esto es todo por hoy!
Mientras todo el mundo se dispersa para cerrar el plató, Eilene me lleva aparte.
—Gracias por tu sinceridad, Gemma —murmura.
Me sonrojo mucho.
—No ha sido nada.
—Claro que sí —me corrige con suavidad—. Es una oportunidad para sacar esta película adelante.
* * *
Al día siguiente, ensayamos la escena reescrita de Eilene bajo la lluvia, y estoy tan nerviosa por no estropearla que, por supuesto, fracaso en mi intento.
Jake grita mucho y mi estómago se tensa porque sé que tiene razón. Interpreté esa escena con tanta emoción como un fideo mojado.
Pero, por horrible que sea el enfado de Jake, no es tan malo como cuando Eilene me lleva aparte para decirme que confía en mí. Como si no lo supiera. Como si mi preocupación por decepcionarla no fuera precisamente la razón por la que he arruinado la escena.
Para el segundo ensayo, Jake me recuerda que debo interpretar a Sonia como una «gatita sexy con tacones». Uf, Jake es un completo idiota. Como si hubiera alguna duda. Para colmo, sus palabras me recuerdan mis empeines doloridos y el par de zapatos de charol que me están aplastando los dedos de los pies como si se tratase de una cámara de torturas.
—Recuerda que estás confundida. No has superado tu relación con Ryan, pero tienes miedo de quemarte. Es una atracción peligrosa a la que no puedes resistirte —añade Eilene.
Aliviada, sigo sus indicaciones. No puedo interpretar a Sonia a menos que cobre vida para mí. «¿Una gatita sexy en tacones?». Lo único que esa idea evoca es una imagen mental de una «gatita» que se tambalea con tacones de aguja y un corsé, y me distrae por completo. Pero… «¿Atracción irresistible? ¿Jugar con fuego?». Eso me gusta.
El segundo ensayo sale mejor. Y, después de un par de tomas, dejo de dudar de mí misma y empiezo a meterme en el personaje. Al terminar el día, siento que lo he logrado.
Jake farfulla su aprobación y Aidan me felicita por mi gran trabajo.
—Bu cuo —me dice Eilene con una sonrisa.
Me sonrojo por su elogio. Como ya he dicho, no hay nada como un «no está mal» en chino. ¿Y uno de mi ídolo? Aún mejor.
En efecto, bu cuo.
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