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LA PERSPECTIVA DE DIOS
Al cambiar la actitud de Lupita hacia Dios, también alteró su actitud hacia su familia. Decidió dejar que Dios determinara lo que realmente tenía valor en su vida. Las Escrituras le hicieron ver que Dios tiene a la familia en un lugar muy importante. Decidió aceptar la opinión que tiene Dios del lugar que su familia debería ocupar en su vida.
Aunque Lupita siguió involucrada en algunas de sus actividades fuera del hogar, las abordó con una actitud y un propósito diferentes. Se estaba convirtiendo en una persona orientada hacía la familia, sirviendo en vez de exigir ser servida, y ministrando más de la plenitud de su relación con Dios que para verse realizada.
La esposas y madres cristianas fueron hechas con el propósito de ser vides fructíferas en sus casas (Sal.128:3). Si eres casada, tu familia debe ser tu ministerio sobresaliente en la vida. La contribución que puedes hacer allí para el reino de Dios y la sociedad no puede ser pasada por alto. No hagas caso al que quiere subestimar la importancia de la familia. Tu Dios declara otra cosa distinta. ¡Créele!
Como la mujer descrita en Proverbios 31, puedes involucrarte legítimamente en muchas cosas fuera del hogar. Se supone que usarás los dones que Dios te dio para servir a Cristo y su pueblo en la iglesia y en la sociedad; y hasta puedes ayudar a otras organizaciones cristianas. Puedes estar empleada legalmente en alguna ocupación fuera del hogar pero te animo a hacer todo para la gloria de Dios y por el bien de tu familia. No dejes que nada interfiera con estas relaciones tan importantes.
LA NECESIDAD DE UN CARACTER NOBLE
En vista de lo que ya vimos la base para la conducta cristiana, podemos enfatizar que la mujer a la manera de la “vid fructífera” es una mujer de “carácter noble” (Prov. 31:10). Lo que hacía era consecuencia de su entrega y su relación con Dios. Su reverencia profunda para Dios había producido dentro de ella una nobleza de carácter, el cual era expresado por las actitudes y acciones ejemplares descritas en ese pasaje: es altruista, generosa, y solícita; tiene cuidado de su familia, de sus servidores y de los pobres y necesitados; es disciplinada, y puede madrugar o trasnochar; cuida su dieta y hace suficiente ejercicio para mantenerse en forma y que sus brazos estén fuertes.
Está contenta y confiada, y disfruta lo que hace. Puede reflexionar sobre lo que ha hecho y percibir que su ventaja es buena. No está tan obsesionada en su trabajo que no tiene tiempo para sentarse y disfrutar de sus labores. Puede acariciar a sus hijos y escucharles. Sospecho que hasta juega con ellos.
Esta mujer sabe sonreír y alegrarse. Su perspectiva del futuro es optimista y positiva. Es divertido estar con ella. Puede relajarse, trabajar duro y confiar en Dios. Le gusta la gente y quiere comunicarse con otros en una manera animada. Abre su boca con sabiduría, y la ley de la bondad está en sus labios.
Algunas cosas en este pasaje sugieren que esta mujer no es necesariamente graciosa, radiante ni de naturaleza hermosa. “Engañosa es la gracia, y vana la hermosura” (Prov. 31:30). Sin embargo era hermosa en el sentido más importante: su carácter y su conducta. Esto la hacía ser una influencia poderosa en su hogar, entre el pueblo de Dios y en su mundo. Era una vid fructífera.
LOS CUATRO FACTORES ESENCIALES
Esta mujer es el ejemplo para todas las casadas cristianas. Había establecido cuatro prioridades en su vida, las cuales siguen siendo relevantes para las mujeres de hoy: 1) su relación con Dios, (2) su ministerio con su familia, (3) su desarrollo de un carácter piadoso y (4) su expresión de conducta piadosa hacía los demás dentro y afuera de su hogar. Mantén vigentes estas cuatro prioridades en tu vida y también serás una persona a la manera de “vid fructífera”. Tu vida impactará a tu familia, a la iglesia y a la sociedad.
Lupita tenía que aprender esto, y por la gracia de Dios lo hizo. Que Dios en su gracia te ayude a hacer lo mismo.
Tareas Para Estudio y Aplicación
Haz estas tareas individualmente y luego discute las respuestas con tu cónyuge o tu grupo de estudio.
1. Reflexiona sobre (o si es necesario, repasa) este capítulo y contesta las preguntas siguientes:
a. Describe los problemas de Lupita y cómo afectaban a su persona y a su familia.
b. ¿Cómo trató de resolver estos problemas? ¿Cuánto éxito tuvo?
c. ¿Cómo describe el Sal. 128 a la esposa y madre en la familia que Dios quiere?
d. ¿Qué sugiere el símil de la vid respecto de la esposa y madre? ¿Qué sugiere la palabra “fructífero” en cuanto al papel y la responsabilidad de la mujer en la familia?
e. ¿Qué enseña Gén. 2:18 acerca del papel de la mujer en la familia?
f. ¿Qué clase de frutos hará que la mujer sea exitosa en su privilegio y responsabilidad de construir su familia como Dios quiere?
g. ¿Cuál es la primera prioridad de una esposa y madre a la manera de “Vid fructífera”? (Vea Prov. 31:30)
h. ¿Por qué es tan importante esta prioridad en la mujer de Prov. 31? ¿Cómo relaciona esta prioridad con su éxito evidente?
i. ¿Qué se sugiere el que la llamen “mujer de carácter noble”? (Vea Prov. 31:10) ¿Qué es carácter? ¿Está viviendo esta mujer de adentro para afuera o de afuera para adentro?
j. ¿Cómo manifiesta el carácter noble esta mujer?
k. ¿Cómo (Dónde) hace esta mujer su contribución más grande a Dios y a la sociedad?
l. ¿Qué tipo de relación tiene con su esposo y sus hijos? ¿con los que trabajan para ella? ¿con la gente fuera de su hogar?
m. ¿Qué indica Prov. 31 respecto de una actividad fuera del hogar para una mujer?
n. ¿De qué manera Prov. 31 indica que esta mujer estaba satisfecha y satisfacía a los demás?
o. Piensa en dos ejemplos contemporáneos de mujeres que están satisfechas y satisfacen como la mujer de Prov. 31. ¿Encuentras las mismas cualidades en ellas? ¿Cuáles son sus prioridades? ¿En qué forma son iguales y en qué forma son desiguales a esta mujer?
p. ¿Cuáles enseñanzas básicas fueron dadas en el cap. 2 para ser una mujer satisfecha y que satisface a los demás?
q. ¿Tienes algunas sugerencias bíblicas de cómo ser una mujer a la manera de la “vid fructífera”?
r. ¿Cómo describirías tu relación con Dios (respecto de tu temor de Dios)? (Excelente_____, Buena_____, Vacilante _____, Débil_____, Muy débil_____, No existe_____) Da razones para tu evaluación.
s. Evalúate según los parámetros de las enseñanzas de este capítulo. ¿Cómo podrás saber si tú eres una mujer a la manera de la “vid fructífera”—una mujer de carácter, una mujer que reconoce y cumple el papel importante que tiene en su familia, y una mujer cuya conducta refleja generalmente la conducta de la mujer de Prov. 31?
Acepta las diferencias de cultura y situación, y usa los principios básicos. No valores con base en los resultados; sino valora basada en tu propia vida comparada con las prioridades y características descritas. No puedes controlar los resultados en tu esposo, en tus hijos o en la sociedad.
Con la ayuda de Dios, puedes progresar ordenando tu vida según las prioridades mencionadas en este capítulo. Con el poder del Espíritu Santo, puedes crecer en las características descritas. “Al ver mi vida, veo mucha____, algo de____, poca____, nada de____ evidencia que me estoy convirtiendo en una mujer a la manera de la “vid fructífera”. Explica tu evaluación. (Si tienes dificultad en contestar esta pregunta, el inventario de “Vid Fructífera” que encontrarás más adelante, en esta tarea, te ayudará.)
2. Estudia los siguientes versículos acerca de mujeres, esposas, madres, fruto, y ser fructífera. Escribe lo que dicen y la aplicación a tu propia vida. Nota lo que sugieren acerca de los privilegios, las responsabilidades, el papel y el valor de las mujeres.
a. Gén. 1:26-28
b. Éx. 20:12
c. Josué 16:3-6
d. 2 Reyes 4:8-10
e. Prov. 1:8, 9; 6:20; 11:16; 12:4; 14:1; 18:22; 19:14; 20:20; 21:9, 19; 23:22-25; 31:10; 31:11, 12; 31:26; 31:28-31
f. Eze. 24:16
g. Mat. 26:13; 27:55, 56
h. Luc. 1:30-38; 2:36-38; 8:3; 10:42
i. Juan 15:1-16; 20:11-18
j. Hechos 1:14; 2:17, 18; 9:36-39; 16:14-15; 21:9
k. Rom. 16:1-2; 16:3; 16:6; 16:14-15
l. 1 Cor. 7:2-5
m. Efe. 5:22-24, 33
n. Fili. 4:3
o. 1 Tim. 5:1-2; 5:9-14
p. 2 Tim. 1:5; 3:15
q. Tit. 3:2-5
r. 1 Ped. 3:1-6
3. Reflexiona en todo lo que acabas de estudiar y trata de recordar las impresiones más importantes que has recibido para ser una mujer satisfecha y que satisface. ¿Cuáles principios amplios y generales encontraste? Haz una lista.
4. Completa el siguiente inventario. (Como este inventario fue diseñado tanto para esposas como para esposos, los esposos harán bien en usar el mismo inventario). Una evaluación honesta debe resultar en alabanza a Dios por el bien que ha producido en tu vida; confesión a Dios y a otros por pecados revelados; dedicación renovada de construir tu familia como Dios quiere, y buscar la ayuda de Dios en cambiar aquellas cosas que necesitan cambiar.
INVENTARIO DE VID FRUCTÍFERA O CONYUGE DIGNO
Basado en Gál. 5:22, 23; 1 Ped. 3:1-7; Prov. 31:10-31; y otros pasajes bíblicos.
Lee cada declaración con cuidado y luego pregúntate, ¿Es esto verdad de mí, siempre (=4), con frecuencia (=3), a veces (=2), poco (=1), nunca (=0)? Haz un círculo en el número que refleja honestamente lo que es verdad en tu vida. No sobreestimes ni subestimas (Rom. 12:3). Haz de esto una experiencia de aprendizaje.
1. Tengo una relación profunda y significativa con Dios.____
2. Soy amoroso(a). ____
3. Estoy gozoso(a). ____
4. Soy apacible. ____
5. Soy pacificador(a). ____
6. Soy benigno(a). ____
7. Soy paciente, sufrido(a). ____
8. Soy bondadoso(a). ____
9. Soy fiel, confiable, cumplidor(a). ____
10. Tengo dominio de mí mismo(a). ____
11. Tengo carácter noble. ____
12. Me respeta mi familia. ____
13. Estoy dedicado(a) mi familia. ____
14. Cumplo con la familia que Dios me dio. ____
15. Fortalezco a mi familia; soy animador. ____
16. Me dedico a ministrar a otros. ____
17. Soy consistente y constante en hacer lo correcto. ____
18. Soy industrioso(a), trabajador(a). ____
19. Me importan más el carácter, los motivos y actitudes correctos buenos que la hermosura externa. ____
20. Soy agradable. ____
21. No soy trabajador(a) empedernido(a). Puedo gozar de la vida, sonreír y relajarme. ____
22. Básicamente estoy contento(a) y satisfecho(a). ____
23. Soy flexible y aguantador(a). ____
24. Soy considerado(a) con los demás. ____
25. Hago que otros se sientan bien con mi presencia. ____
26. Honro y respeto a los demás. ____
27. Mi manera de hablar es constructiva y sana. ____
28. Practico la prudencia y planeo mis actividades. ____
29. Manejo con sabiduría el dinero; practico la buena mayordomía. ____
30. Estoy dispuesto a sacrificarme por los demás. ____
31. Soy ordenado(a) y organizado(a). ____
32. No soy impulsivo(a). ____
33. Soy accesible a la súplica. ____
34. Soy sincero(a) y honesto(a). ____
35. Soy agradecido(a). ____
36. Estoy comprometido profundamente con Jesucristo. ____
37. Reconozco que necesito constantemente la gracia y la misericordia de Dios. ____
38. Reconozco que cualquier cosa buena que hay en mí es el resultado de la labor de Dios en mí. 43210
5. ¿Qué aprendiste de ti mismo por medio de este estudio? ¿Cuáles son tus puntos fuertes y débiles? ¿Qué diferencia debe hacer todo esto en tu propia vida y en tus relaciones familiares?
Notas:
1 Puedes encontrar información adicional con lineamentos para mujeres en la familia en tres libros de Wayne Mack; Reforzando Tu Matrimonio, Un Manual de Tareas para Vivir Bíblicamente, vol. 2, y Preparando para Matrimonio Como Dios Quiere. Puedes obtener un cassette enfocado en cómo ser una esposa satisfecha y cumplidora. Puedes conseguir estos materiales para estudio en Biblical Counseling and Living Supplies, 2299 Brodhead Road, Bethlehem, Pa. 18017.
3
CÓMO CULTIVAR LAS RELACIONES
ENTRE PADRES E HIJOS
A LA MANERA DE OLIVO
Si te pidiera que describieras las relaciones entre padres e hijos en una familia como Dios la quiere, ¿cuáles palabras usarías? Mejor todavía, ¿cuáles palabras crees que Dios usaría?
No tenemos que especular sobre esto, el salmo 128, la canción de la familia, describe la opinión que Dios tiene de las relaciones entre padres e hijos en la clase de familia que Él quiere: “Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa” (Sal. 128:3). Si sigues los conceptos contenidos en estas palabras te ayudarán a hacer que tu familia funcione efectivamente. Por el contrario, serias dificultades entre padres e hijos emanarán si las verdades contenidas en esta oración son malentendidas o ignoradas.
UNA CASA DIVIDIDA
Enrique y María Brown y su hija Susan (seudónimos) son ejemplos vivos de lo que pasa cuando el concepto del olivo es ignorado. Cuando buscaron asesoria, estaban experimentando una gran disfunción familiar.
En algún tiempo todos profesaron su fe en Cristo pero Susan, de 14 años, ya no reconocía ser cristiana. “Si ser cristiana me va a convertir en alguien como mi mamá, es lo último que quiero,” me explicaba. Susan odiaba a su madre y no tenía ningún interés en el Cristo que pensaba que su madre representaba. Evitaba lo más que podía tener contacto y comunicación con su mamá.
La actitud de Susan hacia su padre, en cambio, era lo opuesto. Normalmente lo respetaba y amaba, y compartía con él libremente lo que pasaba en su vida. Estaba dispuesta a escucharlo, y tomaba en serio sus sugerencias. Susan parecía admirar a su padre por la manera en que aguantaba el abuso de su madre; y al mismo tiempo, lo despreciaba por no tener la voluntad o habilidad de enfrentar tal maltrato. “No sé porqué la aguanta,” solía decir.
Al progresar la consejería surgían más datos, fue evidente que padre e hija habían formado una coalición entre ellos cuando Susan estaba muy pequeña. Por años, María Brown fue considerada una enemiga común (o por lo menos una extraña) por ambos. Enrique buscaba aliento y simpatía en su hija, y Susan dependía de su padre para que la protegiera de su madre, y para justificar sus actitudes y reacciones hacía ella. Juntos hicieron muy buen equipo.
Como era de esperar, la coalición de padre e hija mostró ser una fuente mayor de frustración y hostilidad para María. Parecía que Enrique se preocupaba más en dar gusto a su hija que dar gusto a ella. María también estaba convencida de que Enrique trataba a Susan con demasiada rienda suelta. “La está echando a perder con su indulgencia,” se quejaba. “No sabe, en realidad, lo que ocurre en su vida.”
Todos los datos parecían indicar que Susan no era abiertamente “mala” en el sentido popular. No tomaba drogas ni practicaba la inmoralidad sexual. Cuando trataba a la gente, no era maliciosa, endurecida ni resentida. Con todos, menos con su mamá, era bien educada y respetuosa, y cooperaba en lo que le pidieran. Esta fue mi experiencia con ella, como consejero.
Pero Susan veía nada más dos maneras de resolver su problema de familia: o ella y su padre podían salir juntos, o ella podía salir sola. Tenía la certeza de que ella y su madre nunca podrían vivir en paz en la misma casa.
Varias veces, tratando de aliviar las tensiones, se había quedado varios días con una amiga sin el consentimiento o conocimiento de sus padres. Por lo menos dos ocasiones Enrique había arreglado para que se quedara con una familia cristiana hasta que las cosas en casa estuvieran mejores. A veces decía Enrique mismo, “Ya no aguanto. Tal vez la única solución es que mi hija y yo nos mudemos lejos de María.” De igual manera solía decir María, “Si no cambia Enrique, no puedo prometer que voy a hacer algo. Más le vale que empiece a ser el que dirige o se va a arrepentir.”
En medio de todo esto, los Brown eran gente amable en muchos aspectos. Individualmente, eran simpáticos, honestos, sinceros y generosos. Asistían a su congregación con regularidad y se involucraban en grupos de estudio de la Biblia. Hacían lo que los cristianos deben hacer.
Pero al llegar a las relaciones familiares, no hicieron mucho caso a lo que Dios dice. En muchos asuntos familiares hacían lo que consideraban natural en vez de aplicar lo que dice la Biblia. Enrique tenía sus ideas de lo que era bueno para Susan, y María tenía las suyas. Desdichadamente, chocaban sus ideas. Si llegaban a estudiar juntos las Escrituras, cada uno usaba esta oportunidad para comprobar su propio punto. En vez de buscar ser enseñados, reprendidos, corregidos e instruidos en justicia (2 Tim. 3:16), buscaban versículos para justificar las posiciones que ya tenían.
Como resultado, la casa de los Brown era una casa dividida, destruyéndose mutuamente con su egoísmo. No podrían recibir la bendición como la familia de lo cual habla el Sal.128 hasta que tuvieran voluntad de hacer hincapié en la Palabra de Dios como regla para su familia. Estaban fracasando como familia porque ni Enrique ni María habían entendido claramente o procurado una perspectiva bíblica de las relaciones entre padres e hijos, como lo representa el concepto del olivo. Asegurémonos de no cometer el mismo error.
LOS HIJOS COMO PARTE DEL DESEÑO DE DIOS
Creo que vale la pena notar que cuando Dios inspiró al salmista para escribir esta canción a la familia, intuyó que la familia incluía niños. Para mí, esto parece indicar que normalmente está dentro de la voluntad de Dios que familias tengan hijos. Esta implicación es enseñada específicamente o por lo menos implicado en otros pasajes de la Escritura. En Génesis, Dios da una enseñanza clara al respecto en sus instrucciones a Adán y Eva: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra.” (Gen. 1:28)
En el último libro del Antiguo Testamento, Malaquías desafió la percepción informal que la gente de su día tenía del matrimonio al recordarles que Dios había ordenado el matrimonio. Además dice que una de las razones que Dios tuvo para ordenar el matrimonio fue para criar una descendencia piadosa (Mal. 2:13-16).
La enseñanza del Nuevo Testamento concuerda con estas declaraciones del Antiguo Testamento. En cierto lugar, Pablo dice que quiere que las viudas jóvenes se casen y tengan hijos (1 Tim. 5:14). En otro lugar declara que las mujeres jóvenes sean animadas (o enseñadas) a amar a sus esposos y sus hijos (Tit. 2:4). Esta declaración supone que la mayoría de las mujeres jóvenes se casarán y tendrán hijos.
Por todas estas razones, cuando las parejas dicen que no quieren tener hijos, los alabo por su honestidad, pero también les urjo a que evalúen sus razones. Si la pareja cristiana está en la disyuntiva de si tener hijos o no, debe preguntar —Señor, ¿qué quieres tú que hagamos? Las Escrituras parecen indicar que, a menos que haya impedimentos físicos o espirituales para no tener hijos, Dios quiere que las parejas cristianas produzcan una descendencia piadosa.
Una vez dicho esto, quiero añadir que no creo que la gente deba ser obligada a concebir hijos. Los individuos que son obligados a tener hijos no serán buenos padres. El daño puede ser devastador
Así era en la familia Brown. Al casarse, María Brown estaba involucrada en una carrera motivadora. Le gustaba su trabajo y lo hacía bien. Mas, el pensar en la maternidad con todas su responsabilidades la dejó sintiéndose insegura e inadecuada. La realidad era que María no quería tener hijos.
Enrique tenía ideas distintas. Pedía, rogaba y, al fin, hacía que María tuviera complejos de culpa. Usó todas las formas legales para persuadir a María a tener hijos. Después de mucho tiempo, María accedió. Pronto concibió a Susan. María estaba encinta pero no le agradaba. Estaba resentida contra Enrique y después contra su hija por haber cambiado su vida. Y para colmo, se declaró culpable porque sabía que su actitud hacía Susan y Enrique era pecado.
María estaba entre la espada y la pared. Sabía que debía luchar contra su resentimiento pecaminoso, pero no quería soltarlo, porque era su manera de castigar a Enrique por lo que la había hecho. Renuente a perdonar completamente a Enrique, escogió alimentar su resentimiento. María tuvo la niña, pero sólo porque la forzaron. Y esto preparó el terreno de los tremendos problemas de la familia.
RAZONES PARA SER PADRES
Ambos estaban equivocados en su planteamiento acerca de tener hijos. El enfoque principal de María no era lo que quería Dios, sino en lo que ella quería. El enfoque principal de Enrique no eran los deseos de Dios, sino sus propias aspiraciones. Y estaba determinado a hacer su voluntad aunque tuviera que manipular a María hasta lograr cuando menos su consentimiento superficial. Ella accedió por fuera pero se rebelaba por dentro. Su vida es una ilustración trágica del hecho de que la gente no debe ser obligada a la paternidad o maternidad.
Los que tienen razones que no son bíblicas para no tener hijos deben ver dónde está la raíz de su problema. Deben identificar y resolver, con honestidad, las razones no bíblicas de su aversión. Deben enfrentar y resolver los asuntos pecaminosos del corazón. Deben buscar el perdón de Cristo y su ayuda para cambiar por dentro. Debe entender y creer la perspectiva que Dios tiene de los hijos.
Al escribir estas palabras, estoy consciente de que algunos de ustedes pueden ser gentes muy piadosa que no tienen hijos, tal vez por razones buenas, espirituales que honran a Dios. Tal vez han sido llamados a cierto tipo de ministerio que imposibilita cumplir las responsabilidades de la paternidad/maternidad bíblica. Posiblemente, están en una situación temporal que sería muy difícil para los niños. Tal vez están posponiendo la paternidad/maternidad hasta que ciertos problemas personales o interpersonales sean resueltos. Lo que es mejor para los niños y para el reino de Dios son factores importantes en su decisión de tener o no tener hijos, o cuándo tener hijos.
Tal vez algunos de ustedes no pueden tener hijos físicamente. Quieres pero no puedes. Favor de no deprimirte tratando de enfocarte en lo que no puede ser. En vez de eso, busca la ayuda de Dios para aprovechar las oportunidades que tienes de formar niños piadosos en tu familia mas grande: la iglesia (Mar. 3:35; 1 Tim. 5:1, 2). Pide a Dios que te enseñe cómo y con quién puedes hacer tu parte para criar una descendencia piadosa para Él.
LA PATERNIDAD ES UN PRIVILEGIO
Hay un sentido en que toda pareja cristiana puede tener hijos. Todos los cristianos casados pueden y deben involucrarse en algún tipo de Paternidad. Y esto es emocionante, porque según la canción de la familia (Sal. 128) la paternidad es un privilegio. La declaración acerca de los hijos en la canción de la familia (Sal. 128:3) sigue con una exclamación sobre las bendiciones de la paternidad (Sal. 128:4). De manera similar, un salmo previo afirma que “herencia de Jehová son los hijos” y que la persona que tiene su aljaba llena de ellos es bendecida (Sal. 127:3-5).
Al darte hijos, el Dios todopoderoso te ha dado una de las oportunidades más importantes, emocionantes, gratificantes y desafiantes que jamás podrías tener. Te está llamando para que ayudes a criar a otro ser para Él; te ha comisionado para que trabajes con Él edificando esa vida por la cual Él va a ser glorificado, y proporcionará grandes beneficios a otras gentes.
Como padre o madre, tienes el reto de hacer que ese ser sea un discípulo fructífero de Jesucristo. En las palabras de Salmo 128, tu principal función es criar hijos que parezcan plantas de olivo, frondosos y prolíficos.
María y Enrique Brown necesitaban captar esta perspectiva de la paternidad. Su percepción estaba demasiada limitada, su actitud no era muy piadosa, que digamos. No alcanzaban a comprender que sus vida y relaciones mutuas estaban impactando negativamente en otro ser humano. A los dos les faltaba ver el cuadro completo de que la paternidad, según Dios, involucra privilegios, responsabilidades y métodos. Los dos eran demasiado egoístas, demasiado miopes, demasiado concentrados en el concepto humano de su papel de padres. Ninguno de ellos tenía un entendimiento claro de las implicaciones de la planta de olivo que Dios usa en el Salmo 128 para describir las relaciones entre padres e hijos.