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El silencio es la música del alma
Manuel J. Fernández Márquez

© SAN PABLO 2021 (Protasio Gómez, 11-15. 28027 Madrid) Tel. 917 425 113 - Fax 917 425 723
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Manuel J. Fernández Márquez
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ISBN: 9788428561389
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Prólogo
Parecería imposible que, en medio de la polifonía de la vida, pudiéramos escuchar las melodías del silencio como deleite espiritual de nuestras almas. Nuestra mente está cargada de palabras estiradas y nuestra consciencia embotada, oscura, incapaz de iluminar nuestras dimensiones más profundas, donde el silencio es soplo de vida, es suspiro y es puntos suspensivos donde el alma canta melodías infinitas.
El ruido entorpece y perturba, interfiere y estorba. El barullo nos hace emigrar de nuestra propia armonía, de nuestro ser interior para convertirnos en caminantes errantes, descentrados de nuestra propia vida y protagonistas de nuestro propio desorden corporal, mental y afectivo.
Manuel J. Fernández Márquez, en El silencio es la música del alma, nos ayuda a regresar al lugar desde donde hemos huido, a mi yo profundo, para sintonizar con los acordes interiores de mi propio ser en una relación armoniosa conmigo y con los demás, en el encuentro de las manos y la unión de nuestros corazones. Nos hace recobrar ese silencio de nuestro interior profundo donde podríamos ser nosotros mismoznuestros propios reyes, como diría W. Shakespeare.
El silencio es don del que ofrece y el P. Fernández Márquez, en este tesoro de su fructífera inspiración, nos ofrece ese don como meditación de su creatividad, como figura de pausa, soplo de aliento, solaz en la escritura musical de la vida. El autor en este libro no solo hace del silencio la canción del alma que respira en cada flor y vuela en cada pájaro, el silencio también es un maestro que nos habla, nos enseña, nos guía y nos introduce en el manantial de su sabiduría de la que el bullicio de la vida agitada nos destierra.
El silencio en esta obra es un seductor que con sus mágicos encantos, en cada verso y cada estrofa, seduce y cautiva la palabra, con ella intima en su interior para que ella encuentre su más clara contradicción en su pretensión de querer explicar y darle nombre a todo y para que vuelva al mundo renovada, regalada a nuestros labios y revestida de su significado más profundo. ¡Qué sería de la palabra si no existiera el silencio!
Jesús M. de León, sj.
Santo Domingo, R.D.
20 de mayo de 2010.
Presentación
El silencio es un tesoro y un milagro.
Es un milagro y un misterio que sólo podemos sentir y vivir en el centro de nuestra alma.
El silencio es «algo más», infinitamente más que estar callados o habitar un lugar o espacio donde no hay ruidos ni sonidos.
El silencio existe. Es una melodía infinita, eterna y amorosa, una música sin notas, porque las contiene todas.
El silencio es, existe, aquí y ahora, donde estás tú y donde estoy yo, en el centro de cada cosa, de cada persona y de cada criatura y envolviendo el aire que respiramos y toda la creación.
Descúbrelo.
Siéntelo.
Escúchalo.
Saboréalo.
Experiméntalo.
Vívelo.
El silencio es un sonido del ser, de la misma esencia de Dios, es una melodía de la música de Dios que resuena en el hondón del alma sosegada.
Sólo la experiencia del silencio interior nos abrirá las puertas a la paz, a la quietud y la armonía de todo nuestro ser en comunión con Dios y con toda la creación.
El silencio es la melodía de Dios que transforma toda nuestra existencia en música de Dios, en transparencia de Dios, en mitad de la vida.
Gusta y saborea cada palabra, cada frase y cada párrafo de estos textos, leyéndolos lenta…, lentamente y en silencio, una y otra vez las mismas palabras, sintiéndote todo tú presente mirando, percibiendo, sintiendo y escuchado cada palabra. Deja que ella te hable al corazón y te revele su misterio.
La lectura silenciosa y contemplativa de estas páginas, que han brotado del silencio, puede ayudarte a despertar tu silencio interior y abrirte las puertas al silencio sagrado y divino, a la melodía y la música de Dios en tu alma.
1. Introducción
El silencio es un sonido inefable más allá del ruido, que sólo percibe el alma sosegada.
Escucha, escucha en silencio la música que existe a tu alrededor, escucha el susurro del viento y la brisa fresca que acaricia tu rostro.
Escucha el silencio de las cosas, porque las cosas están en silencio, pero cada objeto tiene su propia música.
Escucha el sonido de tus pasos, el crujido de la puerta, el sonido del agua de la fuente o del grifo, el sonido de tu boli, de las hojas del libro que estás leyendo, el sonido de cuchillo cortando el pan y del vaso al colocarlo en la mesa.
Escucha los sonidos de tu alrededor, de los coches, de la música ambiental y de las palabras que salen de los labios de la persona que está a tu lado.
Escucha el silencio y el sonido de las cosas, del aire que respiramos, del espacio que existe entre las cosas, de la luz y de la sombra, escucha el silencio y el sonido de tu propia respiración.
Silencios y sonidos nos envuelven en todas las situaciones que vivimos. Siempre estamos rodeados de sonidos y silencios, porque las personas, los objetos, las cosas, están silencio y tienen su propia música.
El silencio y el sonido son dos notas de la misma música, que se alternan entre sí, en la sublime danza y armonía de toda la creación.
Sonidos que perciben mis sentidos, acarician mi corazón y esponjan mi alma. Silencios que acarician mi rostro, serenan mi corazón y besan mi alma.
Sonidos y silencios, música de toda la creación que resuena en todo mi ser y se escucha con los cinco sentidos, con la mente, con el corazón y con toda el alma.
Pero el silencio, en su misterioso secreto, esconde notas que sólo se perciben en el alma sosegada, en el centro del alma. Notas que vienen de la otra orilla, donde la tierra se funde con el cielo, donde lo sagrado y divino se transparentan en cada cosa y en cada criatura.
Así, es posible que un día escuchemos, más allá de los sonidos y silencios, el mismo Silencio, sagrado y divino, que es la música del alma.
El Silencio, misterioso y sagrado Silencio, esconde en su ser la presencia de una palabra, un beso y una calma infinita, que llenan tu alma de la misma música de Dios.
El Silencio sagrado y divino es la música del alma, es la presencia amorosa del Espíritu de Dios, que nos transforma por dentro y por fuera, haciendo que nuestra vida sea transparencia amorosa de Dios.
El Silencio es la música del alma. Escúchalo…
2. La noticia es El Silencio…
La gran noticia es El Silencio infinito…
La noticia es El Silencio…
La noticia es el silencio
de cada criatura,
de cada cosa,
de cada objeto,
de cada persona,
de cada situación…
La Noticia es percibir Lo No-Percibido,
escuchar Lo No-Audible,
tocar Lo No-Manifestado,
sentir Lo No-Sensible,
ver Lo No-Visible…
La gran noticia es percibir,
escuchar,
sentir,
gustar,
saborear
y vivir El Silencio,
más allá de cualquier sonido,
más allá de cualquier silencio…
La Noticia, la Gran Noticia es
notar Lo que No-Se Nota,
descubrir Lo que está cubierto,
percibir Lo que está detrás, más allá,
descubrir Lo No-Descubierto,
ver Lo No-Visible,
percibir Lo No-Percibido,
escuchar Lo-Audible,
sentir Lo No-Manifestado…
La Gran Noticia es
respirar El Aliento que hay detrás de cada aliento,
sentir el Espíritu que anima cada ser,
vivir el Espíritu que vive y vibra en cada criatura…
La noticia es El Silencio…
La gran noticia es El Silencio,
El Silencio infinito, eterno y amoroso,
música de Dios,
que envuelve toda la creación,
en eterna comunión de amor.
3. Silencio, silencio
Sosiego.
Serenidad.
Cielo de plata.
Eco de la tierra.
Todo tranquilo.
Espacio limpio.
Susurro del viento.
Descanso del alma.
Todo en su sitio.
Sencillez.
Calma interior.
Mirada suave.
Tranquilidad del camino.
Caricia que ablanda.
Aroma del viento.
Música sin notas.
Quietud interior.
Espacio de amor.
Anchura de corazón.
Presencia inadvertida.
Lenguaje de Dios.
Sabiduría de corazón.
Luz del alma.
Plena consciencia.
Gozo interior.
Abrazo del Espíritu.
Humildad del Ser.
Transparencia azul.
Armonía del cielo con la tierra.
Eternidad, “ahora”.
Presencia sagrada.
Milagro del sonido.
Música del alma.
Comunión eterna.
Aliento de vida.
Beso del alma.
Horizonte divino.
Comunión de todo en Dios.
Eternidad ahora.
Todo en Dios.
4. Canto al silencio
Con este libro pretendo que el silencio hable por sí mismo y de sí mismo con un lenguaje que vaya más allá de las palabras.
Es verdad que usaré palabras para ello. ¿De qué otra forma podría hablar del silencio así, a distancia, como nos encontramos tú y yo? ¿De qué otra forma sino con la palabra podría hablar del silencio sino dejando su mensaje impreso en unos pliegos de papel?
Quizás algún día el mismo silencio te hable a ti sin intermediarios. Ese día será fiesta para ti, porque cuando el silencio te habla, la vida se transforma.
El silencio, si es auténtico, profundo y liberador, transmite algo más que palabras, ideas y reflexiones; va más allá de ellas; o, mejor dicho, viene de más allá de ellas.
El silencio transmite luz, liberación, esperanza, vida, amor, ternura, nuevo espíritu... El silencio transmite luz porque viene de la luz; liberación porque viene de la libertad y de la esperanza; transmite vida y espíritu porque viene de la fuente de la vida; y nos descubre el amor porque viene del amor y la ternura infinita.
El silencio, si viene de la otra orilla de nuestra vida, transmite Espíritu de Dios, vida divina, Reino de Dios. El silencio, si viene de la otra orilla, si viene desde las profundidades del mismo ser de Dios, unifica, crea lazos de amor y comunión, descubre la unidad y el amor, la vida de Dios, que corre como manantial en el ser profundo de todo ser.
El silencio, cuando es lenguaje de amor del corazón humano, crea fraternidad, familia divina, hijos de Dios llamados a vivir y compartir la vida por estas tierras nuestras y por los mismos senderos de Dios.
El silencio, si es Silencio –con mayúsculas– nos abre a la sabiduría del alma: gustar y vivir el Reino de Dios, aquí y ahora, en nosotros mismos, en todas las personas y en toda la creación.
5. Existe el silencio, el espacio, la quietud
Existe el silencio
existe el espacio interior,
existe la quietud
donde yo vivo en plenitud.
Más allá del sonido,
existe el silencio,
existe la armonía sin notas,
donde oyes la música de Dios.
Más allá de los objetos.
existe el espacio interior,
existe la armonía sin nada,
donde percibes la presencia de Dios.
Más allá del movimiento de las cosas
existe la quietud,
existe la calma infinita del alma,
donde percibes la eternidad de Dios.
Más allá del silencio,
del espacio y de la quietud,
existe una presencia amorosa,
que transforma tu alma en Dios.
Existe el silencio
que te habla de Dios,
existe el espacio interior,
que te eterniza en Dios.
Existe la quietud
que te asienta en Dios.
Existe la comunión amorosa,
que te hace uno con Dios.
Existe la plenitud de tu vida divina,
que te transforma en Dios.
Señor, silénciame.
Señor, vacíame.
Señor, lléname.
Señor, enamórame.
Señor, transfórmame.
6. Pensamientos del viento 1
Cuida el silencio
y el silencio cuidará de ti.
Sólo nos habla el silencio
cuando nosotros escuchamos en silencio.
Cuando vivo en silencio,
todo está es su sitio,
dentro y fuera de mí
y una gran quietud
invade mi alma.
Las palabras más bellas son
las que brotan del silencio,
las que expresan el silencio,
las que llevan al silencio…
El silencio es un sonido
inefable más allá del ruido,
que sólo percibe
el alma sosegada.
7. Quietud, silencio, calma infinita…
Quietud, silencio, calma infinita…
Quietud en el espacio de las cosas,
silencio en el suave gesto de mis manos,
paz y calma en mis pensamientos,
quietud que embarga mi alma.
Quietud, silencio, calma infinita…
Quietud, silencio en cada objeto,
silencio en el aire que respiro,
armonía y sosiego en cada paso de mis pies,
quietud y silencio en la caricia que respiro.
Quietud, silencio, calma infinita…
Quietud en mis manos y en la yema de mis dedos,
quietud en mis labios y en mis mejillas,
silencio en la mirada de mis ojos,
quietud y suavidad en el aire que respiro.
Quietud, silencio, calma infinita…
Quietud en mis manos y en mis gestos,
quietud en la vida que corre por mis venas,
silencio en los latidos de mi corazón,
quietud y calma infinita en el hondón de mi alma.
Quietud, silencio, calma infinita…
Quietud en todo mi cuerpo,
silencio en mi mente suave y calmada,
quietud en el lago de mi alma,
silencio y quietud en la presencia dibujada.
Quietud, silencio, calma infinita…
Quietud, presencia enamorada,
silencio amoroso que unifica,
quietud amorosa que enamora,
silencio y quietud, unidos en uno los dos.
Quietud, silencio, calma infinita…
Quietud, paz infinita, dentro y fuera,
silencio infinito y eterno, ahora,
quietud amorosa del alma en su presencia,
comunión íntima que nos hace uno a los dos.
Quietud, silencio, calma infinita…
8. Leyendo a los místicos 1
«Son muchos los que andan buscando constantemente, pero sólo encuentran los que permanecen en constante silencio...
El hombre que se complace en la abundancia de palabras, aunque diga cosas admirables, está vacío por dentro.
Si amas la verdad, sé amante del silencio.
El silencio, como la luz del sol, te iluminará en Dios y te librará de los fantasmas de la ignorancia.
El silencio te unirá con el propio Dios...
Más que cualquier otra cosa, ama el silencio, que habrá de darte un fruto que ninguna lengua humana es capaz de describir.
Al principio hemos de violentarnos a nosotros mismos para permanecer silenciosos, pero luego nace algo en nosotros que nos arrastra al silencio.
Ojalá te haga Dios experimentar ese «algo».
Si lo logras, una luz inefable te iluminará... y, al cabo de un tiempo, una indecible dulzura nacerá en tu corazón, y el cuerpo se verá casi obligado a permanecer en silencio.»
Isaac de Nínive, un monje sirio.
Citado por A. de Mello,
Contacto con Dios, págs. 53-54, Sal Terrae.
9. Miedo al silencio
Tenemos muchos miedos. Es humano tener miedos: al dolor, a la soledad, al futuro, al qué dirán, al fracaso, al absurdo...
Pero sobre todo tenemos miedo al silencio. No sabemos qué hacer con el silencio.
No sabemos a dónde nos acabará llevando.
No sabemos a qué mundo desconocido nos acabará conduciendo.
El silencio nos lleva a una experiencia de soledad...
El silencio como soledad nos lleva a situarnos ante nosotros mismos, desnudos, sin ropajes ni artificios, solos ante nuestra cruda y bella realidad.
A esta soledad, sin nadie que nos arrope, sin nadie que nos comprenda o proteja; a esta soledad le tenemos miedo. Nos cuesta vernos tal como somos y aceptarnos tal como somos...
Por eso, una razón para huir del silencio es nuestro miedo a la soledad, miedo a nosotros mismos, miedo a encontrarnos con nuestra propia realidad.
Si tenemos paciencia y afrontamos ese miedo a la soledad sin buscar compensaciones, recuperaremos el paraíso perdido, descubriendo la riqueza de vivir y existir tal como somos; recuperaremos el paraíso perdido y encontraremos el hogar, nuestro hogar. Un hogar lleno de vida y de paz. La vida y la paz que brota del silencio, la vida y la paz que da el amor del corazón, la vida y la paz que da la luz de Dios, iluminando nuestra mente y nuestro corazón.
Si tenemos paciencia y vivimos el miedo a la soledad más allá de ella, encontraremos el valor del silencio en su pleno sentido: encontraremos nuestra comunión con nosotros mismos, con Dios y con toda la creación.
10. Señor, todo es sonido silencioso
Señor, todo es y no-es infinito.
todo es y respira el aliento eterno,
todo es sonido silencioso,
eco de tu música silenciosa y divina.
Señor, palabra es tu silencio
en mi corazón,
silencio amoroso es tu caricia,
llenando de paz el hondón de mi alma.
Señor, sumergido en tu quietud
callada y amorosa,
vislumbro tu eterna presencia
en un mar sin orillas y sin música.
Señor, silencio y quietud es todo,
amor y ternura es tu presencia.
Señor, silencio, hecho palabra inefable,
es tu voz misteriosa en mi alma.
Señor todo es sonido silencioso,
presencia callada, beso del cielo,
envuelto en tu abrazo amoroso
me dejo todo yo en tu alma.
11. Leyendo a los místicos 2
Es preciso recuperar el silencio
«Lo hemos expulsado de las ciudades.
En el campo, en el monte, en la orilla del mar
es acosado por aparatos de estridente potencia.
Todo y todos se esfuerzan por ahogar su silencio.
Por eso es preciso crear islas de silencio
en torno a nosotros y en nuestras ocupaciones.
Islas para defendernos; islas para recuperarnos.
El silencio no nos engaña con propuestas fantásticas,
no nos distrae con milagros imposibles,
no nos cansa con estrépito fastidioso.
Es preciso repatriar el silencio que hemos desterrado.
Ese silencio que aporta calma, da paz y hace crecer
la sabiduría.
Los momentos más grandes de la vida humana
son siempre momentos de profundo silencio.
Los momentos más grandes del arte, de la ciencia,
de la creatividad, son momentos de absoluto silencio.
De cuando en cuando tenemos que retirarnos al interior
de nosotros mismos, y en el silencio, descubrir la verdad
y dirigir con seguridad el timón de nuestra vida.
Hay que crear islas de silencio en medio de las ocupaciones
más absorbentes para no ser arrastrados,
para ser dueños de las cosas y no dejarnos triturar por ellas.
Dios quiere que seamos dueños de las cosas
y no pajas que arrastra la corriente.»
F. Mieza
12. Sed de silencio
Siempre nos ha llamado la atención el silencio, cuando se hace presente, en una situación concreta.
Siempre nos ha llamado la atención el silencio, cuando se hace presente, en una situación concreta.
Siempre nos ha llamado la atención el silencio de una calle solitaria, el silencio de un camino hacia la montaña, entre los troncos de unos pinos centenarios.
Siempre nos ha llamado la atención el silencio de una gruta o de un sótano, o del espacio recogido y oscuro de una capilla o catedral románica.
El silencio nos llama la atención, no pasa inadvertido. No sabemos de dónde viene ni adonde va, pero nos llama la atención, nos despierta y nos abre por dentro a algo desconocido, a algo que se nos escapa y no sabemos qué hacer con él.
El silencio, cuando se hace presente, está ahí, sin más, sin decir nada diciéndolo todo, porque el silencio habla con sola su presencia callada y desnuda.
El silencio cuando se hace presente, no pasa inadvertido, te llama la atención sin pretenderlo, nos habla sin decir nada, nos interroga sin hacer preguntas, nos sitúa y nos descubre el lugar donde nos encontramos, sin análisis ni cálculos mentales.
El silencio es un misterio, un misterio desconocido en nuestros caminos rutinarios, en nuestros trabajos estresados y estresantes, en nuestras tareas y conversaciones superficiales, en nuestras idas y venidas inconscientes y agobiadas.
El silencio es un misterio que, cuando se hace presente en nuestra vida rutinaria, dividida y ausente, nos llama la atención y despierta de pronto, en nosotros, sin pretenderlo, asombro, temor, sosiego, descanso, nerviosismo, calma serena, inquietud angustiosa, o qué sé yo de cosas positivas o negativas.
Sin saber cómo explicarlo, el silencio siempre nos desencadena un cúmulo de pensamientos y reacciones emocionales, que nos llevan a valorar, despreciar o temer el silencio, sin acabar de saber qué es realmente y qué podemos hacer con él.
El silencio, sin saber cómo ni por qué, es amado o temido, valorado o despreciado, buscado ardientemente o evitado a toda costa, porque con él y en su presencia, podemos sentirnos vivir o morir. «Hay silencio que matan», decimos, pero también sabemos que hay silencios que nos abren a un mundo nuevo, a un paraíso, un silencio que nos llena de vida infinita, amorosa y divina.
Ante la presencia del silencio no permanecemos indiferentes, siempre nos despierta por dentro y por fuera, unos pensamientos, reflexiones y reacciones emociones, positivas y gozosas para unos, pero también negativas y angustiosas para otros.
1. ¿Qué es el silencio?
2. ¿Qué es realmente el silencio?
3. ¿En qué consiste el silencio?
4. ¿Dónde está el silencio?
5. ¿Está dentro de nosotros?
6. ¿Está fuera de nosotros?
7. ¿Cómo notamos su presencia?
8. ¿De qué depende su presencia?
9. ¿Por qué a veces viene y a veces se va y desaparece?
10. ¿Sabes qué es el silencio?
11. ¿Te relacionas con el silencio?
12. ¿Qué relación tienes con el silencio?
13. ¿Te interesa el silencio? ¿Por qué?
14. ¿Ignoras el silencio? ¿Por qué?
15. ¿Desprecias el silencio? ¿Por qué?
16. ¿Valoras el silencio? ¿Por qué?
17 ¿Temes el silencio? ¿Por qué?
18. ¿Qué idea tienes tú del silencio? Descríbela.