El infierno está vacío

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2 M. Gibson: «Pamphlets», en R. Golden (ed.): Encyclopedia of Witchcraft: The Western Tradition, California, ABC Clio, 2006, p. 873. Sobre los panfletos sobre brujería en Alemania, véase A. Rowlands: Witchcraft Narratives in Germany. Rothemburg 1561-1652, Manchester, Manchester University Press, 2003. No obstante, en ningún territorio de las islas británicas se publicaron tantos panfletos como en Inglaterra. P. G. Maxwell-Stuart: The British Witch. The Biography, Gloucestershire, Amberley, 2014, p. 152.
3 J. Sharpe: Instruments of Darkness. Witchcraft in Early Modern England, Londres, Penguin Books, 1996, p. 71. P. Elmer: Witchcraft, Witch-hunting and Politics in Early Modern England, Oxford, Oxford University Press, 2016, p. 279. S. Clark: Thinking with Demons: The Idea of Witchcraft in Early Modern Europe, Oxford, Clarendon Press, 1997, p. 552. Para una recopilación de los panfletos tempranos y tardíos, véanse J. Sharpe, R. Golden y M. Gibson (eds.): English Witchcraft, 1560-1736. Early English Trial Pamphlets, vol. 2, Londres, Routledge, 2003; J. Sharpe, R. Golden y P. Elmer (eds.): English Witchcraft, 1560-1736. The Later English Trial Pamphlets, vol. 5, Londres, Routledge, 2003.
4 P. Burke: Popular Culture in Early Modern Europe, Londres, Harper Torchbook, 1979 (1978), p. 253. La Licensing Act prohibía el establecimiento de imprentas fuera de Londres, excepto en las universidades. B. Shapiro: A Culture of Fact England, 1550-1720, Ithaca / Londres, Cornell University Press, 2000, p. 87.
5 Desde luego, había panfletos muy extensos, como A true and just Recorde (1582) o The Wonderfull Discoverie of Witches (1613), cuyas ediciones modernas superan las cien y las doscientas páginas respectivamente.
6 Gibson, 2006, p. 873. J. Barry: «Literacy and Literature in Popular Culture», en T. Harris (ed.): Popular Culture in England, c. 1500-1850, Nueva York, St. Martin’s Press, 1995, p. 80. Como sucede actualmente, el precio final de las publicaciones dependía de factores como la extensión total y la existencia, cantidad y calidad de imágenes.
7 D. Cressy: Literacy and the Social Order: Reading and Writing in Tudor and Stuart England, Cambridge, Cambridge University Press, 1980, p. 176. Cressy construyó ese cálculo a partir de los registros de firmas, es decir, en relación con la capacidad de escribir. Sin embargo, la cifra debe ser tomada con precaución. El número de individuos masculinos y femeninos capaces de leer puede haber sido mayor, debido a que no existe una correlación necesaria entre la facultad de leer textos escritos y la de escribir. M. Spufford: Small Books and Pleasant Histories: Popular Fiction and Its Readership in Seventeenth-Century England, Londres, Methuen, 1981, p. 22. Sobre las lecturas públicas de panfletos sobre brujería y otros textos, M. Gibson: Early Modern Witches: Witchcraft Cases in Contemporary Writing, Londres, Routledge, 2000, p. 5; C. R. Millar, 2017, p. 15; R. Chartier: «Lecturas y lectores “populares” desde el Renacimiento hasta la época clásica», en G. Cavallo y R. Chartier (eds.): Historia de la lectura en el mundo occidental, Taurus, Madrid, 2004 (2001), p. 395. T. Harris: «Problematising Popular Culture», en T. Harris (ed.), 1995, pp. 7 y 18; R. W. Scribner: Popular Culture and Popular Movements in Reformation Germany, Londres, Hambledon Press, 1987, pp. 54-60. C. Ginzburg: El queso y los gusanos. El cosmos según un molinero del siglo XVI, Barcelona, Ediciones Península, 2011, pp. 12-13.
8 M. Gibson: Reading Witchcraft. Stories of Early English Witches, Londres, Routledge, 1999, p. 6. Debido a que no se consideraban publicaciones duraderas, la calidad de su confección era pobre, uno de los motivos por los cuales pocos lograron conservarse hasta la actualidad.
9 Para estadísticas sobre las persecuciones en Inglaterra, véase A. Macfarlane: Witchcraft in Tudor and Stuart England, Nueva York, Routledge, 2008 (1971), pp. 3-80. Sharpe, 1996, pp. 105-127. Para facilitar el funcionamiento del sistema judicial sin descentralizar su control, el territorio inglés estaba dividido en diferentes «circuitos», cada uno de ellos compuesto por diferentes regiones y localidades. Geográficamente, el Home Circuit era el más cercano a Londres y comprendía los condados de Hertfordshire, Essex, Kent, Sussex y Surrey. Este distrito es el que legó el mayor número de registros sobre la persecución de la brujería en Inglaterra, por lo que la mayoría de las estadísticas refieren a lo ocurrido allí. Véase infra.
10 J. Sharpe: «England». R. Golden (ed.): Encyclopedia of Witchcraft: The Western Tradition, California, ABC Clio, 2006, p. 312. Barbara Rosen asoció la disminución del número de panfletos sobre brujería con el frenesí de publicaciones dedicadas a casos de posesión y exorcismos que tuvo lugar entre 1597 y 1603, lapso de tiempo en el que ningún panfleto sobre brujería –ni tratado demonológico, agrego yo– fue publicado en Inglaterra. El eco de la polémica sobre los exorcismos, que incluyó al arzobispo de Canterbury Richard Bancroft y nada menos que al rey Jacobo I entre sus participantes, y que acabó con el desenmascaramiento de casos de posesión fingida, inhibió temporalmente las publicaciones sobre distintos fenómenos preternaturales. B. Rosen (ed.): Witchcraft in England, 1550-1618, Amherst, The University of Massachusetts Press, 1991 (1969), p. 213.
11 Gibson, 1999, pp. 188-190. Nuevamente, la ausencia de panfletos sobre casos de brujería entre 1621 y 1643 coincidió con un periodo de notable disminución en los procesos por aquel crimen. Elmer, 2016, p. 71. Ambas cuestiones no implican, sin embargo, que la conciencia pública sobre la brujería hubiera desaparecido, sino que las autoridades se mostraban más renuentes a judicializar las acusaciones, lo que potenciaba las ansiedades a partir de generar en la población la sensación de que las leyes y quienes debían forzar su cumplimiento no ofrecían la protección adecuada. M. Gaskill: «Witchcraft, Politics, and Memory in Seventeenth-Century England», The Historical Journal, 50(2), 2007, p. 296. Por ello, durante la guerra civil, cuando las autoridades volvieron a mostrarse predispuestas a reprimir la brujería, el número de condenas alcanzó un nivel sin precedentes. M. Gaskill: Witchfinders: A Seventeenth Century English Tragedy, Londres, John Murray, 2005, p. 32.
12 Durante el conflicto bélico se publicaron, entre otros: Observations upon Prince Rupert’s white Dog, called boy (1642); A Most Certain, Strange, and True Discovery of a Witch: Being taken by some of the Parliament forces, as she was standing on a small planckboard and sayling on it over the river of Newbury (1643); The Examination, Confession, Triall, and Execution, of Joane Williford, Joan Cariden, and Jane Hott (1645). Sheilagh O’Brien escribió un artículo sobre el panfleto de 1643 y la evolución de las creencias sobre brujería durante el periodo 1642-1649. S. O’Brien. «A ‘Divelish’ Woman Discovered: The Witch of Newbury, 1643», Ceræ: An Australasian Journal of Medieval and Early Modern Studies, 2, 2015, pp. 1-31. Tampoco debe perderse de vista como uno de los factores determinantes para el auge de la publicación de panfletos durante el periodo bélico la abolición de las leyes contra la censura, hecho que facilitaba la publicación del creciente número de juicios. C. R. Millar, 2017, p. 4.
13 Para un estudio detallado de los procedimientos legales previos a la constitución y desarrollo de los juicios, consúltese O. A. Darr: Marks of an Absolute Witch: Evidentiary Dilemmas in Early Modern England, Londres, Routledge, 2011, pp. 29-48.
14 J. Sharpe: Crime in Early Modern England, 1550-1750, Londres / Nueva York, Routledge, 1999 (1984), p. 52.
15 Los Courts of Assize fueron cortes itinerantes y periódicas (bianuales, típicamente en febrero/marzo y julio, cuando el clima permitía trasladarse por todo el reino y los magistrados tenían menos trabajo en Londres) encargadas de juzgar los casos judiciales más serios, aquellos sobre los Quarter Sessions (tribunales locales que se reunían cuatro veces al año) no poseían jurisdicción. J. Sharpe, 1999, p. 33. Los jueces de los Assizes eran profesionales enviados en parejas (uno encargado de los casos civiles y el otro de los penales) desde la capital del reino a los seis circuitos (Home, Midland, Norfolk, Oxford, Northern y Western) que componían la geografía judicial inglesa. Cada una de las divisiones administrativas tenía asignada su pareja de magistrados con comisión especial para tomar testimonios, juzgar y condenar. J. P. Kenyon: The Stuart Constitution. Documents and Commentary, Cambridge, Cambridge University Press, 1986, p. 74. La duración de los Assizes variaba en función del tamaño de cada circuito, aunque normalmente ninguno se extendía por menos de quince días ni por más de un mes. Aunque con cambios a través del tiempo, el sistema se mantuvo vigente entre el siglo XII y 1972, cuando fueron abolidas en beneficio de la Crown Court, una única corte permanente. El estudio más completo sobre los Assizes continúa siendo el clásico trabajo de J. S Cockburn, publicado un año después de la desaparición de dichos tribunales: A History of English Assizes 1558-1712, Cambridge, Cambridge University Press, 1973.
16 El Assize grand Jury determinaba si a partir de esa acusación existía efectivamente un caso judicial: si no era así el indictment era catalogado de «ignoramus»; pero si efectivamente creían que había algo que juzgar, se lo consideraba «billa vera». En ese caso, el juez de los Assizes y doce petty jurors (siempre propietarios masculinos) escucharían las declaraciones de las partes involucradas y determinarían de manera expeditiva la culpabilidad o inocencia de cada acusado por separado. Cockburn, 1973, pp. 111-113; Sharpe, 1999, p. 54; Darr, 2011, p. 13.
17 Gibson, 2000, pp. 3-6.
18 [«A true and just Recorde, of the Information, Examination and Confession of all the Witches, take at S. Oses in the Countie of Essex: whereof some were executed, and other some entreated according to the determination of lawe»]. W.W. A true and just Recorde, Londres, 1582, A2.
19 Gibson, 1999, pp. 114-115.
20 [«She told him therewith that she could gette no yeest of Pooles wife and therefore willed the same Spirite to goe to her and plage her»]. E. White: A Detection of damnable driftes, Londres, 1579, A4v. Los pedidos de caridad rechazados fueron considerados por Keith Thomas como uno de los catalizadores fundamentales de las acusaciones de brujería en Inglaterra entre los siglos XVI y XVIII. Gibson, 1999, pp. 78-83; Thomas, 1971, pp. 652-668. En los panfletos el apellido de Elizabeth figura como Fraunces en lugar de Francis. A lo largo del presente trabajo utilizaremos la versión modernizada, aunque en el caso de extraer citas textuales de los documentos se mantendrá la grafía original.
21 [«When this Andrew had thus abused her he would not mary her, wherefore she willed Sathan to waste his goodes (...) and not beyng contentid with this, she wild him to touch his body (...) whereof he died»]. The Examination and Confession of certaine Wytches, Londres, 1566, A7. Prácticamente sin lugar a dudas, la Elizabeth Francis mencionada en el panfleto de 1566 es la misma persona referida en el de 1579. Durante su primer encuentro con la justicia, Elizabeth se declaró culpable de haber embrujado a un niño, por lo que fue condenada a un año de prisión, la pena establecida por la Witchctaft Act de 1563 por una primera ofensa no fatal por brujería. En 1573 fue hallada culpable de un delito similar, aunque en lugar de ser ejecutada, el escarmiento estipulado para una reincidente, fue castigada con otro año de encierro. Los tres procedimientos tuvieron lugar en Essex; en los dos primeros Elizabeth fue anotada como la esposa de Christopher Francis, mientras que en el que desembocó en su ahorcamiento (el de 1579) figuraba como viuda. Maxwell-Stuart, 2014, pp. 155-156. Sobre las leyes y las penas por el delito de brujería, véase capítulo VII.
22 [«Elleine in greate rage saied vnto hym, that it had been better for hym, he had never fallen out with her, and so it came to passe, for the same Jhon Chaundeler confessed before his death, that after the same hower that she had saied so unto hym, he never eate any meate that digested in hym, but ever it came up againe as soone as it was done, by whiche meanes he consumed, and wasted awaie to his death»]. White, 1579, A5v. Robin Briggs asoció las tensiones propias de las divisiones de bienes de parientes muertos con el surgimiento de acusaciones de brujería. R. Briggs: Witches and Neighbors: The Social and Cultural Context of European Witchcraft, Londres, Penguin Books, 1996, p. 245.
23 Gibson, 2000, pp. 8-9. Desde luego, existieron excepciones. Es posible hallar textos posteriores a 1590 donde los documentos jurídicos continuaban dando forma a los relatos, como The Wonderfull Discoverie of Witches, de Thomas Potts, y The wonderfull discoverie of Elizabeth Sawyer, a witch, de Henry Goodcole. El texto de Potts también es excepcional en cuanto a la pertenencia social de las víctimas, puesto que, a pesar de haber sido publicado en la segunda década del siglo XVII, la mayoría no pertenecía a un estrato social superior al de los acusados. Estas salvedades llevaron a Marion Gibson a recomendar evitar clasificaciones cronológicas inflexibles. Gibson, 1999, pp. 115-116.
24 El caso fue retratado en el panfleto The Most strange and admirable discoverie of the three witches of Warboys. Sobre los acontecimientos de 1593, véase P. Almond: The Witches of Warboys. An Extraordinary Story of Sorcery, Sadism and Satanic Possession, Londres / Nueva York, I.B. Tauris, 2008. Otro caso donde un miembro de la baja nobleza rural fue víctima de maleficia fue narrado en el libelo Witches Apprehended. Los ejemplos se multiplican si se toman en consideración los panfletos dedicados a analizar casos de posesiones diabólicas. Sharpe, 1996, p. 55. Para una recopilación de aquellos, véase P. Almond: Demonic Possession and Exorcism in Early Modern England: Contemporary Texts and Their Cultural Contexts, Cambridge, Cambridge University Press, 2007.
25 Gibson, 1999, p. 7.
26 Gibson, 2000, p. 3. R. Hutton: The Witch. A History of Fear, from Ancient Times to the Present, Nueva Haven / Londres, Yale University Press, 2018, p. 183.
27 Briggs, 1996, p. 254.
28 Gibson, 2000, p. 5
29 No desconocemos que esta precaución debe ejercerse con cualquier clase de documento histórico. En palabras de Chartier: «ningún texto, ni siquiera el más aparentemente documental, ni siquiera el más “objetivo” (por ejemplo, un cuadro estadístico creado por una administración), tiene una relación transparente con la realidad que capta». R. Chartier: El mundo como representación. Estudios sobre historia cultural, Barcelona, Gedisa, 1992, p. 40. El particular hincapié que Gibson hace en relación con los panfletos tiene que ver con que historiadores como Keith Thomas, Alan Macfarlane y James Sharpe los habrían utilizado como testimonios directos y fidedignos acerca de lo ocurrido. Gibson, 1999, p. 4. Véase también Millar, 2017, pp. 13 y 16-17.
30 Rosen, 1991, p. 333. D. Purkiss: The Witch in History. Early Modern and twenti-eth-century representations, Londres / Nueva York, Routledge, 1996, p. 92.
31 En efecto, autores y editores podían sacrificar veracidad en su historia en favor de una mayor cuota de sensacionalismo y entretenimiento. Gibson, 2006, p. 874. Si bien muchas veces permanecían en el anonimato, su identidad era conocida por los editores, quienes podrían recomendar al autor en caso de recibir consultas de clientes para contactar al responsable de un determinado panfleto para ofrecerles un nuevo trabajo.
32 Rosen, 1991, p. 213. John Throckmorton fue un cabal ejemplo de defensa del honor familiar a través del encargo de la publicación de un panfleto cuya intención esencial era probar que los Samuel eran culpables del sufrimiento de sus hijas, de la muerte de Lady Cromwell y, en consecuencia, de que la ejecución de la familia de hechiceros había sido más que merecida. Almond, 2008, p. 7. También los jueces intervinientes en procesos judiciales con mucha exposición y resoluciones polémicas podían recurrir a escritores para justificar y publicitar sus acciones, limpiar su imagen o reforzar su prestigio. El caso paradigmático fue el extenso libelo publicado por Thomas Potts en 1613, como resultado del encargo realizado por Edward Bromley y James Altham, los jueces del Northern Circuit que decidieron el destino de las brujas de Lancashire. P. Almond: The Lancashire Witches. A Chronicle of Sorcery and Death on Pendle Hill, Londres / Nueva York, I.B. Tauris, 2012, p. 5.
33 Purkiss, 1996, pp. 61-62. Como señaló Barbara Shapiro: «un reporte de noticias podría contar una batalla, pero probablemente no una guerra completa. Podría relatar un crimen, pero no examinar la naturaleza del asesinato o la traición». Shapiro, 2000, p. 86.
34 Véase N. Cohn: Europe’s Inner Demons: The Demonization of Christians in Medieval Christendom, Chicago, The University of Chicago Press, 2000 (1973), pp. 144-181.
35 C. Ginzburg: The Night Battles. Witchcraft & Agrarian Cults in the Sixteenth and Seventeenth Centuries, Londres, Routledge & Kegan Paul, 2011 (1983). C. Ginzburg: Historia nocturna. Un desciframiento del aquelarre, Barcelona, Muchnik, 1991.
36 Purkiss, 2000, pp. 166-181. Gibson, 1999, pp. 20-21.
37 Sharpe, 1996, p. 78. Gibson, 1999, pp. 26-7. Gaskill, 2007, p. 291. C. Holmes: «Popular culture? Witches, Magistrates, and Divines in Early Modern England», en S. L. Kaplan (ed.): Understanding Popular Culture. Europe from the Middle Ages to the Nineteenth Century, Berlín, De Gruyter, 1984, p. 97.
38 N. García Canclini: Hybrid Cultures. Strategies for Entering and Leaving Modernity, Mineápolis, University of Minnesota Press, 1995, p. 189.
39 Véase L. Roper: Oedipus and the Devil: Witchcraft, Religion and Sexuality in Early Modern Europe, Londres, Routledge, 1994, pp. 200-251.
40 Burke, 1979, pp. 77-87. Si bien resulta complejo distinguir en las narraciones sobre brujería qué ideas provienen de los acusados y cuáles de sus interrogadores, la tarea se facilita si se contrasta esos documentos con otros de origen popular como baladas, relatos míticos, obras de teatro e ilustraciones, tarea realizada por Darren Oldridge: The Devil in Tudor and Stuart England, Gloucestershire, The History Press, 2010 (2000), pp. 78-113.
41 Gramsci utiliza específicamente el término Estado, que aquí evitaremos por entenderlo poco apropiado para el periodo estudiado en este libro. A. Gramsci: Cuadernos de la cárcel, t. 1, Puebla, Universidad Autónoma de Puebla, 1999, pp. 151-152.
42 Millar, 2017, pp. 2-3.
43 Sharpe, 1996, p. 75. Oldridge, 2010, p. 79. N. Johnstone: The Devil and Demonism in Early Modern England, Cambridge, Cambridge University Press, 2006, p. 7.
44 A true and just Recorde. La apariencia completamente negra era una clara alusión a la maldad de la entidad a la que se estaba haciendo referencia. E. Wilby: Cunning Folk and Familiar Spirits. Shamanistic Visionary Traditions in Early Modern British Witchcraft and Magic, Sussex, Sussex Academic Press, 2010, p. 62.
45 [«In the shape of a Boy, the one halfe of his Coate blacke, and the other browne»]. T. Potts: The Wonderfull Discoverie of Witches, Londres, 1613, B2v-B3.
46 [«First, the sayd Anne Whittle, alias Chattox, sayth, that about foureteene yeares past she entered, through the wicked perswasions and counsell of Elizabeth Southerns, alias Demdike, and was seduced to condescent & agree to become subject unto that divelish abhominable profession of Witchcraft»]. Potts, 1613, B4. Las trece personas juzgadas por brujería en Lancashire fueron: Jane y John Bulcock, Elizabeth «Dembdike» Sowtherns; su hija, Elizabeth Device; sus nietos, James y Alizon Device; Katherine «Mould-heeles» Hewyth; Alice Nutter; Margaret Pearson; Jannet Preston; Anne «Chattox» Whittle; su hija Anne Redfearne; y Isabel Robey. A excepción de Dembdike, que murió en prisión, y de Margaret Pearson, que fue hallada culpable de un crimen no capital (matar a un animal por medio de magia nociva), todas las personas mencionadas fueron condenadas a la horca. Aclaramos, también, que Jannet Preston fue juzgada el 27 de julio en York, a diferencia del resto de los reos que comparecieron en Lancaster entre el 18 y el 19 de agosto. No incluimos en las cifras a las tres brujas de Samlesbury (Ellen Bierley, Jennet Bierley y Jane Southworth), juzgadas junto a las de Lancashire, aunque por un episodio no conectado con el de aquellas. Las tres fueron halladas inocentes. La gran cantidad de juzgados y condenados a muerte fue inusual en la historia inglesa, tanto que esas cifras fueron superadas únicamente por las arrojadas durante las persecuciones llevadas a cabo entre 1645-1647. Almond, 2012, pp. 12-13.
47 [«The Divel appeared unto her againe in the shape of a handsome young man, saying that he came to marry her»]. A True Relation of the Arraignment of Thirty Witches at Chensford in Essex, Cornell University Library’s Witchcraft Collection, 1645, p. 4, en línea:
48 [«To renounce God and his Word, and to geve of her bloudde to Sathan (as she termed it) whyche she delyvered her in lykenesse of a whyte spotted Catte»]. The Examination and Confession of certaine Wytches, A6v
49 [«The devil himself in a Cats likenes»]. R. Galis: A brief treatise, Londres, 1579, C3.
50 [«Alwayes in the shape of a dogge and of two collars, sometimes of blacke and sometimes of White»]. H. Goodcole: The wonderfull discoverie of Elizabeth Sawyer, a witch, Londres, 1621, C2v.
51 Sharpe, 1996, pp. 69-70; Wilby, 2010, p. 3; P. Patterson: The Debate over the Corporeality of Demons in England, c.1670-1700, tesis de maestría inédita, University of North Texas, 2009, p. 17. S. Pumfrey: «Potts, plots and politics: James I’s Daemonologie and The Wonderfull Discoverie of Witches», en R. Poole (ed.): The Lancashire Witches, p. 28. F. Matteoni: Il famiglio della Strega. Sangue e stregoneria nell’ Inghilterra moderna, Fano, Aras Edizioni, 2014, pp. 87-112. También podían adquirir forma humana, aunque ello resultaba excepcional en comparación con la frecuencia en que aparecían como animales. De hecho, como se verá más adelante, el familiar Tibb, aquel que inició a Elizabeth Sowtherns de Pendle Hill en la brujería, apareció por primera vez como un niño, pero luego como gato, liebre y perro. John Walsh también había señalado que su familiar «a veces tomaba la apariencia de una paloma gris oscura, otras la de un perro y en ocasiones la de un hombre» [«Would somtyme come unto hym lyke a gray blackish Culver, and somtime lyke a brended Dog, and somtimes lyke a man in all proportions»]. The Examination of John Walsh, Londres, 1566, A5v. Una de las regiones europeas que presentó una idea no idéntica pero sí semejante a la de estos espíritus asistentes fue Dinamarca. Louise Kallestrup describe a los dreng como demonios auxiliares que colaboraban con los brujos en la realización de sus hechizos, aunque adquirían forma humana en vez de animal. L. Kallestrup: Agents of Witchcraft in Early Modern Italy and Denmark, Basingstoke / Nueva York, Palgrave Macmillan, 2015, p. 146.
52 Wilby, 2010, p. 63. Millar, 2017, p. 63. F. Arpaci: «Tares among the wheat»: Early Modern English Witchcraft in its Socio-Cultural and Religious Context, tesis de maestría inédita, Bilkent University, 2008, p. 52.
53 En esa fecha, el arzobispo Christopher Bainbridge acusó a John Stewart de Knaresborough (Yorkshire) de poseer tres espíritus en forma de abejorros. G. L. Kittredge: Witchcraft in Old and New England, Cambridge, Harvard University Press, 1929, p. 179. Sharpe, 1996, p. 72. Rosen, 1991, p. 69.










