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Ejemplos como el de la palabra cojudear podrían llevar a la conclusión de que la información que se brinda mediante acotaciones como coloq! o desp atañe siempre a características inherentes a la respectiva unidad léxica como tal. Pero acotaciones de este tipo se refieren solo al uso de la respectiva unidad léxica con la acepción a cuya explicación preceden (lo que no excluye la posibilidad de que a una unidad léxica corresponda la misma marcación en todas sus acepciones registradas en el diccionario o incluso también en aquellas que no están consignadas en este por pertenecer tanto al uso lingüístico peninsular como al ecuatoriano). Una palabra cuya marcación estilística cambia en el español del Ecuador según la acepción con la que se use es, por ejemplo, manuela:
manuela f ⊕ 1 coloq Mano de una persona. | 2 coloq! Masturbación masculina [E, Ec: paja; Ec: jalada de tripa, pajazo].
La primera de las definiciones que contiene el artículo citado corresponde a un uso estilísticamente marcado como coloquial y la segunda a un uso considerado como grosero (coloq!).
Las definiciones encabezadas por “Se usa [...]” o “Es usado por [...]” tienen la función de explicar acepciones que consisten primordial o exclusivamente en el papel gramatical o pragmático que desempeña la respectiva unidad léxica con la acepción que es objeto de explicación (véase 9. 2. 5). Podría pensarse que en casos en los que ya la definición se refiere al valor pragmático de una voz, resultan redundantes las acotaciones que informan sobre rasgos no referenciales del significado; pero, como puede apreciarse en los siguientes dos ejemplos, no es así (“hum”: “humorístico”):
¡ticinco! interj ∅ coloq hum Se usa para contestar una pregunta sobre la propia edad, evitando una respuesta exacta y expresando tan solo que es entre los 25 y los 95 años.
¡vetu! interj ∅ coloq hum Se usa para expresar plena ignorancia de aquello por lo que pregunta el interlocutor [E: vete tu a saber; E, Ec: qué sé yo, yo qué sé]. Obs: Forma truncada de: ve tu a saber (→ ir).
9. 5. 4 Relación entre la definición y la indicación de sinónimos
El grado de precisión y formalización, el nivel de abstracción, la estructura compleja de muchas definiciones y la intención de evitar el uso de elementos léxicos no usuales en el español peninsular o en el ecuatoriano pueden tener como consecuencia que la lectura de estas sea con frecuencia mucho más difícil que la de una explicación mediante sinónimos. Esta desventaja resulta compensada, en el DEEc, por la indicación sistemática de sinónimos (véase 15) en los casos en los que existan. El usuario del diccionario podrá aprovechar la indicación de sinónimos para formarse una idea más exacta de lo que significa una unidad léxica consignada, cuando la definición no le resulte clara o unívoca; podrá cotejarla con la definición cuando no esté seguro de haber entendido esta sin pérdida de información; también podrá, a veces, identificar un concepto con ayuda de los sinónimos cuando la información ofrecida de modo analítico mediante la definición no le permita esta identificación a pesar de que esté bien familiarizado con el concepto en cuestión. El ejemplo de la palabra abanderizar se presta para ilustrar cómo se logra una comprensión más eficaz de una definición con ayuda de la información paradigmática, que se brinda adicionalmente:
abanderizar v ⊕ 1 {una persona abanderiza algo} Encabezar una persona una agrupación política o social, un movimiento, una revolución, etc. [E, Ec: liderar]. | 2 ~se {una persona se abanderiza} Adoptar una persona una ideología o afiliarse a un partido, asumiendo una actitud fanática.
Aunque la función primaria de la indicación de sinónimos es la de proporcionar información sobre lo que se dice o puede decirse en el español peninsular o en el ecuatoriano en vez de la unidad léxica registrada, también para informarse sobre lo que significa esta, el usuario del diccionario puede partir de este tipo de indicación. Así, en un caso como el del siguiente artículo, la lectura de la indicación del sinónimo –“E, Ec: cremallera”– proporciona la información deseada sobre el significado de zíper más rápidamente y exigiendo menos concentración que la lectura de la definición:
zíper m ⊕ Dispositivo que permite cerrar y abrir aberturas, especialmente en una prenda de vestir o en un bolso, y que consta de dos tiras de tela, provista cada una de ellas de una fila de dientes de metal o plástico, y una pieza que al deslizarse traba y destraba los dientes [E, Ec: cremallera; Ec: cierre relámpago].
Sin embargo, fijándose solo en la indicación de sinónimos, el usuario del diccionario no podrá, generalmente, estar seguro de recibir información unívoca sobre una acepción de la respectiva unidad léxica. Al leer una unidad léxica aislada de los contextos en los que suele utilizarse, no relacionará espontáneamente su forma gráfica y fónica con todas las acepciones que pueda tener. Quien lea la palabra defensa aislada, en un contexto meramente metalingüístico, podrá pensar en varias acepciones que tiene esta palabra sin pensar en aquella acepción que tiene como sinónimo de defensor, tal como está registrada en este diccionario:
defensor, -a m/f ⊕ En el fútbol, jugador que juega en la defensa [E, Ec: defensa].
Así, quien encuentre la palabra cremallera presentada como sinónimo de zíper tampoco puede estar seguro de que no esté presentada como sinónimo con una acepción distinta de aquella en la que se piensa espontáneamente. Para obtener seguridad sobre la acepción con la que se indica como sinónimo, le resultará necesario el cotejo con la definición. Con frecuencia, el usuario del diccionario se dará cuenta de la polisemia del sinónimo sin leer la definición. Si el usuario del diccionario parte del sinónimo para informarse sobre la acepción junto a cuya definición está indicado este, tendrá que leer después la definición para saber de qué acepción se trata. Es muy posible que en un caso como este, antes de leer la definición, se dé cuenta de la polisemia del sinónimo indicado, pero sin pensar en aquella acepción en la que este coincide con la unidad léxica explicada.
De todos modos, el usuario del diccionario, en muchos casos solo con buenos conocimientos del español, y en muchos otros casos solo con buenos conocimientos del español ecuatoriano, sabrá apreciar la indicación de un sinónimo como explicación de una acepción que tiene la unidad léxica sobre la que busca información. Así, por ejemplo, en el artículo dedicado a guinguiringongo, el sinónimo balancín, usual en el español peninsular, resultará muy útil, a pesar de su polisemia, a quien domine bien el español de España, pero no a una persona cuya competencia lingüística se restrinja al español del Ecuador:
guinguiringongo m ∅ Costa coloq Tabla de madera o de hierro, con asientos en cada extremo, fijada en su parte media sobre una estructura de hierro que le sirve de eje y apoyo, y sobre la cual dos personas, especialmente niños, se balancean por diversión. Se pone en plazas y en parques [E: balancín; E, Ec: sube y baja].
Si el usuario del diccionario domina solo el español ecuatoriano, conocerá la palabrá balancín, pero no con la acepción en la que coincide con guinguiringongo. Ya que esta voz se halla indicada como sinónimo solo usual en el español peninsular (E:), pero no en el ecuatoriano (Ec:), puede prescindir de intentar deducir de la indicación del sinónimo información sobre cuál es la acepción registrada. Obtendrá esta información sea por medio de la definición o por el sinónimo común para el español del Ecuador y el de España. La indicación del sinónimo balancín le servirá solo en su función primaria. Algo parecido ocurrirá, con papeles invertidos, en el caso de la palabra agrio, -a como adjetivo:
agrio, -a […]| II adj ⊕ 2 Ref. a una broma: de mal gusto [Ec: ácido, -a]. | 3 coloq Ref. a una persona: antipático [Ec: ácido, -a, cortante]. ¡que ~! interj coloq Se usa para expresar disgusto ante la actitud de una persona.
A quien consulte el diccionario partiendo de un buen dominio del español ecuatoriano, la indicación del sinónimo ácido, -a le servirá para identificar con más seguridad el concepto al que se refiere la palabra agrio, -a con la acepción definida. A quien pueda partir, en la consulta del diccionario, solo de conocimientos del español peninsular, la indicación del sinónimo no le proporcionará información sobre el significado de agrio, -a ni le ayudará a identificar el concepto al que se refiere esta palabra. Para este usuario del diccionario la utilidad de la indicación “[Ec: ácido, -a]” se restringirá a la función de información paradigmática, es decir, le contestará solo a la pregunta sobre qué se puede decir en el español ecuatoriano en vez de agrio, -a.
10 Acotaciones formalizadas que anteceden a las definiciones y que se refieren a diversos tipos de marcaciones y restricciones de uso
10. 1 Función y validez de las acotaciones
En el DEEc se emplea una serie de siglas, en letra cursiva, que proporcionan la información de que el uso de la unidad léxica representada por el lema al que siguen, en la acepción a cuya definición preceden, obedece a determinadas restricciones o implica determinados efectos generalmente no señalados por la definición. En la interpretación de estas acotaciones formalizadas, el usuario del diccionario tiene que tener en cuenta las siguientes consideraciones con respecto a su función y su validez, relacionadas con tres problemas:
•el rigor relativo con que están delimitadas las respectivas categorías, fundadas parcialmente en criterios prácticos;
•las diferencias que pueden observarse entre los hablantes con respecto al uso de los distintos elementos léxicos;
•y la falta de criterios empíricos infalibles para la adscripción de los distintos elementos léxicos a las categorías establecidas.
Las categorías a las que hacen referencia las acotaciones empleadas en el DEEc no corresponden a una rigurosa clasificación teórica que se base en conceptos lingüísticos científicamente delimitados, como ‘subsistemas lingüísticos’, ‘variedades de lengua’, ‘estilos funcionales’, etc. Ni siquiera reflejan una distinción nítida de criterios de tipos de marcación (por ejemplo, marcación diatópica, diastrática, diafásica, etc.). Las acotaciones no pretenden una clasificación del vocabulario registrado en subconjuntos delimitados según criterios paralelos o jerárquicamente ordenados, sino que tienen solo la función de brindar información adicional no contenida en las otras clases de indicaciones que ofrece el diccionario. Las acotaciones formalizadas que se han elegido corresponden a restricciones de uso y funciones que pueden observarse en un número relativamente elevado de unidades léxicas registradas. No siempre es rentable la información mediante acotaciones formalizadas. Cuando la información sobre un determinado factor implicado por el uso de una unidad léxica resulta necesaria en relativamente pocos casos, esta se brinda generalmente en una observación ad hoc al final del artículo (OBS:), o cuando atañe únicamente a una de varias acepciones registradas, al final del segmento de artículo dedicado a esta acepción (Obs:) (véase 16. 1). Con cierta frecuencia también puede estar integrada a una definición del tipo comentado en 9. 2. 5. Las acotaciones elegidas tienen en cuenta la convergencia de diferentes factores que pueden determinar el uso de una unidad léxica. Es bien sabido, por ejemplo, que el uso de muchos elementos léxicos puede estar determinado alternativamente por la pertenencia del hablante a un tipo o grupo de personas definible según criterios sociales (capa social, nivel de cultura o de educación, etc.), por la intención comunicativa del hablante (por ejemplo, la de subrayar una relación de confianza) y por el contexto situacional (situación informal, relación no jerárquica entre los interlocutores, etc.). La confluencia de criterios de marcación de diferente índole en la realidad lingüística justifica categorizaciones que no separan nítidamente, por ejemplo, marcaciones diastráticas (según criterios sociales) y diafásicas (según criterios situacionales o de función comunicativa).
Las acotaciones presentadas en forma de lista en 10. 2 son solo de relativa validez también debido a las diferencias en el uso de los diversos elementos léxicos dentro de la comunidad lingüística. Lo que, por ejemplo, en el caso de un hablante tiene a todas luces que ser atribuido al lenguaje “coloquial” (coloq) no puede, con frecuencia, ser adscrito tan claramente o no puede ser adscrito en absoluto a esta categoría en el caso de otro hablante. Lo que un hablante considera grosero, para otro puede carecer de cualquier tabuización. Y lo que en boca de un hablante siempre encierra un matiz despectivo (desp), puede dejar de causar la respectiva asociación en boca de otro hablante o por lo menos no causarla regularmente. El modo y el grado de marcación pueden fluctuar según criterios como la edad, el sexo, el nivel de educación, las convicciones morales o simplemente el concepto de lo que requieren los buenos modales. Por lo tanto, las acotaciones formalizadas no pueden ser empleadas en el sentido de atribuciones fijas a categorías de validez absoluta, sino que están concebidas sencillamente como información sobre tendencias que pueden observarse en el uso de una unidad léxica. Le señalarán al usuario del diccionario en primer lugar simplemente que, debido a restricciones en el uso de un elemento léxico u otras convenciones lingüísticas relacionadas con su uso, debe tener cuidado para evitar un uso inadecuado de este elemento léxico al incorporarlo en su propio discurso o para entenderlo apropiadamente cuando lo lea en un texto o lo oiga de otra persona. Solo en segundo lugar le ayudarán a formarse una idea aproximada sobre la naturaleza de la restricción de uso o sobre las implicaciones funcionales en cuestión.
La validez de las acotaciones se halla restringida también por las condiciones empíricas en las que se ha elaborado el diccionario. Ellas no solo reflejan una realidad heterogénea y fluctuante, sino que además son producto del juicio de los que han redactado el diccionario. Para llegar a este juicio, los redactores no pudieron atenerse a parámetros absolutos u objetivamente cuantificables, sino que dependieron, por una parte, de su propia interpretación de los textos en los que encontraron documentados los elementos léxicos que fueron escogidos para ser consignados en el diccionario y, por otra parte, del juicio de un número reducido de informantes con competencia nativa en la variedad lingüística a la que pertenecen dichos elementos léxicos.
Las consideraciones que acaban de exponerse destacan la validez solo relativa de las acotaciones, pero no invalidan su función informativa. Entendidas con las debidas reservas, estas acotaciones pueden resultar muy útiles para el usuario del diccionario, especialmente si este consulta para su interpretación las explicaciones ofrecidas a continuación.
10. 2 Explicación de las diferentes acotaciones
10. 2. 1 El orden de las explicaciones en esta introducción
Algunas de las acotaciones explicadas a continuación podrían ordenarse por grupos, adoptando como criterio para la agrupación el hecho de que se refieran a factores de comunicación análogos (diacrónicos, diastráticos, diafásicos, etc.). Otras acotaciones, sin embargo, se refieren a restricciones demasiado particulares como para reunirlas en un grupo más amplio que las englobe. Aunque pudiera encontrarse un denominador común, por ejemplo, para las acotaciones infant (lenguaje infantil) y delinc (jerga de los delincuentes), esto no sería oportuno puesto que, mientras que delinc se refiere al uso lingüístico propio de personas con características comunes (véase 10. 2. 4), infant se refiere a un código usado quizás más en la comunicación entre niños y adultos que de niños con niños (véase 10. 2. 9). También podrían reunirse las acotaciones hist (historicismo) y obsol (obsolescente) bajo un solo grupo, adoptando para ello el criterio de que ambas acotaciones se refieren a factores “cronológicos”. Sin embargo, del cotejo de las respectivas explicaciones (véase 10. 2. 7 y 10. 2. 10) resulta evidente que se trata de criterios bastante heterogéneos. De este modo, una agrupación sistemática, más que contribuir a aclarar las diferencias entre los criterios en que se funda cada acotación, causaría una visión demasiado simplificada de estas. Además, si se optara por la agrupación de distintos tipos de acotaciones bajo un grupo más amplio, el orden en el que se presentaran los diferentes grupos de acotaciones establecidos, de los que algunos se compondrían de solo dos acotaciones, resultaría algo arbitrario, a no ser que se estableciera un complejo orden jerárquico con grupos y subgrupos, de relativamente escasa utilidad práctica para quien quiera informarse sobre la función de una acotación determinada. Atendiendo a esta finalidad de consulta práctica, las explicaciones de las distintas acotaciones se presentan, a continuación, en orden alfabético según las siglas en que consisten las acotaciones.
10. 2. 2 coloq: lenguaje coloquial
Los elementos léxicos calificados como coloquiales son aquellos que son propios de la comunicación informal, sin considerarse vulgares o groseros. Es más fácil caracterizar las condiciones en las que suelen evitarse que las que favorecen su uso, el cual no se considera adecuado, generalmente, en situaciones de carácter oficial o público. Están limitados al lenguaje oral y, en el escrito, a textos de carácter puramente informal (por ejemplo cartas privadas). El hablante tiende a evitar su uso en la comunicación con personas de un rango social superior al suyo con las que no tiene relaciones íntimas, familiares o de amistad. Cuando se usan, sin embargo, en situaciones formales, en el trato con personas de rango social superior o en textos escritos que no tienen un carácter familiar, su ocurrencia se interpreta, con frecuencia, como indicio de falta de cultura, a veces incluso como falta a los buenos modales o, según la presencia de otros factores comunicativos, hasta como infracción deliberada de normas sociales, deduciendo de ello una actitud ofensiva o despectiva del hablante ante su interlocutor. Lo dicho en 10. 1 sobre la validez solo relativa de las acotaciones estandarizadas afecta de modo especial a las acotaciones coloq y coloq!. Por lo tanto, estas acotaciones tienen que interpretarse con las debidas reservas.
Si bien la acotación coloq, por una parte, le proporciona al usuario del diccionario solo una información aproximada, este puede, por otra parte, establecer una relación entre la acotación y la información que le brindan los sinónimos indicados. Especialmente el usuario que domine bien el español peninsular podrá deducir de los sinónimos indicados para el español peninsular (entre corchetes, antecedido de E: o de E, Ec,:) el registro estilístico al que pertenece la unidad léxica del español ecuatoriano, con las acepciones a cuya explicación antecede la sigla coloq (compárese 9. 5. 4 y 15. 1). Ejemplo:
agarrón m 1 coloq Lucha física entre dos o más personas [E, Ec: bronca, camorra, pelotera, trifulca; Ec: agarre, chamusca, engarce, furrusca; E, Ec ≈ gresca; refriega; encontrón; ñequiza; pedo; puñetiza]. | 2 coloq Discusión fuerte entre dos o más personas [E, Ec: bronca, trifulca; Ec: agarre, berrinche, bonche, engarce, furrusca; encontrón; pedo]. En E, solo de uso regional.
La marcación estilística de agarrón corresponde aproximadamente a la que tienen, en el español peninsular, bronca, camorra, pelotera, trifulca (primera acepción), bronca, trifulca (segunda acepción), con las acepciones con respecto a las que son sinónimos de agarrón.
10. 2. 3 coloq!: lenguaje coloquial (¡especial atención: alto grado de tabuización!)
En principio, la acotación como coloq! se adjudica, en este diccionario, a elementos léxicos considerados como groseros o vulgares por los hablantes. Lo mismo que los elementos acotados como coloq, también los acotados como coloq! tienden a evitarse en situaciones formales y en el trato con personas a las que se quiere mostrar respeto. Pero no solo suelen evitarse, sino que, además, cuentan con un alto grado de tabuización. Para muchas personas su uso resulta chocante. Con frecuencia, su uso se debe a la intención de infringir el tabú. También puede corresponder a una intención ofensiva o a una actitud despectiva. No existe ningún límite claro entre las categorías simbolizadas por coloq y coloq!, dependiendo la delimitación, en alto grado, de los factores mencionados en lo dicho sobre la relatividad de las acotaciones (véase 10. 1). El carácter de “grosero” que se atribuye a este tipo de elementos léxicos no es una cualidad intrínseca de ellos, sino que lo adquieren solo por la actitud de los hablantes ante las unidades léxicas o ante lo que significan. Por esto, sería algo problemática una acotación lexicográfica que consistiera en una etiqueta del tipo grosero. También puede resultar problemática la acotación vulgar porque con esta pueden asociarse, por lo menos al pensar en su origen histórico, criterios primordialmente diastráticos, es decir, la condición social de los hablantes que usan los respectivos elementos léxicos. En el DEEc, se ha optado por la forma coloq! para subrayar la delimitación muy fluctuante y variable según el tipo de hablante, y muy relativa con respecto a su base empírica, entre las categorías coloq y coloq!. Estas dos acotaciones son las que con más reservas tienen que interpretarse.
Como en el caso de coloq, la relatividad de la acotación coloq! va compensada, para el usuario que domine bien el español peninsular, por la aproximada equivalencia estilística entre la unidad léxica del español ecuatoriano que figura como lema y las voces del español peninsular indicadas como sinónimos (compárese 9. 5. 4 y 15. 1). Ejemplo:
paloma f ⊕ coloq! Pene [E, Ec ≈ miembro, picha; barenga, barraganete, chorizo, flauta, huevo, maduro, maqueño, mazo, muñeco, órgano, paquete, pieza, pinga, pishco, salchicha, tripa, tuco]. mansa ~ sust(m/f)/adj Persona extremadamente inocente e ingenua.
Quien, al consultar este artículo, esté familiarizado con el uso, en el español peninsular, de las palabras miembro o picha, con la acepción explicada por la definición “Pene”, podrá deducir de ellas aproximadamente el registro estilístico al que pertenece paloma en el español ecuatoriano. Para este tipo de usuario del diccionario, la acotación coloq! resultará redundante, ya que le subrayará solo la información pragmática contenida también en la indicación de los sinónimos.
10. 2. 4 delinc: jerga de los delincuentes
Con la acotación delinc se llama la atención, en este diccionario, sobre el hecho de que una unidad léxica, con una determinada acepción, es típica de lo que se designa tradicionalmente con la expresión jerga del hampa. Los elementos léxicos caracterizados por la sigla delinc son muy populares en la jerga usual en ciertos ambientes sociales relativamente cerrados y en los que la delincuencia es un importante vínculo social. Se cultivan, por ejemplo, entre presos. Por una parte, estos elementos sirven como medio de identificación con un grupo social caracterizado por la presencia cotidiana de la delincuencia, por otra parte, son usados también, con frecuencia, por personas que no pertenecen a los respectivos ambientes, pero que tienen una relación profesional con gente procedente de estos. Así, pueden observarse, por ejemplo, en la comunicación entre la policía y delincuentes o en la comunicación entre presos y el personal empleado en una cárcel. Muchas personas sin ningún vínculo social ni profesional específico con los respectivos ambientes tienen un conocimiento pasivo de elementos léxicos marcados como típicos de la jerga de los delincuentes y se sirven de ellos, ocasionalmente, en el lenguaje coloquial, aludiendo, a veces en tono humorístico, a conceptos temáticamente relacionados con el mundo de la delincuencia o con la persecución de crímenes. Ejemplos de palabras acotadas con delinc, en una determinada acepción, son pasador y patemesa:
pasador, -a m/f ⊕ delinc Reo que goza de ciertos privilegios y de la confianza de los guardias, y que, en una cárcel, está encargado de realizar pequeñas tareas, hacer mandados y llevar recados.
patemesa m ∅ delinc Cigarrillo grueso de marihuana. Obs: Forma que resulta de la pronunciación popular de pata de mesa.
10. 2. 5 deport: tecnolecto y jerga de los deportes