El trabajo de tu vida

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IAM Creo que una frase tuya fue: «Por gente como tú, la gente deja de hacer las cosas». ¿Es así?
VS Tal cual. En mis charlas les digo a los chavales que cuando quieran hacer algo, los primeros que lo tienen que tener claro son ellos. Los demás no lo van a ver, porque cada uno tiene su vida. Un emprendedor ve algo avanzado a su tiempo. También hay que tener suerte. Yo anticipé el tema de las pajitas comestibles, pero a la vez hemos llegado en un buen momento con toda la concienciación respecto al problema del plástico. En el emprendedor con éxito se junta el ser visionario, disruptivo, pero también el tener suerte. En la vida, para tener éxito hay que echarle mucha cara y romper reglas escritas y tabúes que no sirven para nada.
IAM Sorbos, tu organización, ha recibido un premio de la prestigiosa empresa Pascual, de manos de su presidente, Tomás Pascual. Para ti fue un momento muy especial.
VS Así es. Nosotros tardamos dos años en desarrollar nuestra patente y en tener nuestro propio proceso de producción. Hacía tres años nos habíamos apuntado al Concurso de Calidad Pascual para start-ups de Jóvenes Emprendedores Sociales. Presentamos nuestro proyecto y ganamos de entre más de 170 empresas participantes. Era el verano de 2016; me acordaré toda mi vida. Hicieron un acto muy solemne al que asistieron grandes autoridades: la ministra de Medioambiente, el presidente de Telefónica, etc. Tomás Pascual tenía que mencionar el nombre del ganador. Dijo «Sorbos», y ahí ya se me puso la piel de gallina. Pero a continuación comentó: «Sorbos reinventa la manera de consumir las bebidas». Ahí me eché a llorar. Es una frase que creo que me tengo que tatuar. Es indescriptible la sensación que tiene uno después de estar luchando durante tres años por algo en lo que crees firmemente y que alguien como Tomás Pascual, con su experiencia y su responsabilidad, te diga algo así. Era la primera vez que yo escuchaba de alguien externo a Sorbos decir algo así. No pude hablar al recoger el premio, lo hizo mi compañero Quique, yo me desmoronaba. Una vez recogido el premio y finiquitado el acto, me encontré llorando en los pasillos, media hora rompiendo a llorar, llamando a mi padre, a mi abuela, a toda la familia que había estado pendiente de mí y de Sorbos. Tenía la cara hinchada de tanto llorar; no estaba para salir en fotos. Era un llanto de felicidad.
IAM Y ese llanto, ¿de dónde venía?
VS Cuando empecé con Sorbos, yo tenía una mano delante y otra detrás, que es lo que nos pasa a la mayoría de los emprendedores. La gente de mi entorno, amigos como Quique o Carlos, me daban sus ahorros y los invertían en esto. Yo los había embaucado con mi idea. Tomando un café en una terraza, al lado de donde nos entregaron el premio, con mis amigos, yo seguía llorando. Les dije que ellos no sabían la presión que yo había soportado hasta ese momento, de tener su dinero, sus ahorros, su carga. A partir de aquel día empecé a disfrutar realmente de mi proyecto.
IAM Hasta hace nada, según creo, habéis estado cobrando sueldos mileuristas.
VS Nosotros siempre hemos tenido muy claro que nuestro proyecto no puede dejar de crecer, porque estamos haciendo algo bueno y muy necesario para el mundo. Así que eso supone tener que reinvertir todo una y otra vez. Eso conlleva enormes sacrificios para poder llegar a fin de mes, pagar a los empleados. Hemos pedido ayuda a familiares, sin ser ellos ricos ni mucho menos. Hasta hace cuatro meses, que las cifras de ventas han empezado a subir, no hemos tenido financiación de bancos. Ahora tenemos la sensación de que hacemos lo que nos gusta; seguimos siendo mileuristas, pero somos más felices que nunca. Si hubiéramos orientado Sorbos como un negocio sin más, sin tanta ambición por crecer, yo podría estar ganando bastante dinero ya. Pero no es nuestro fin ni nuestro sentido. Nosotros queremos contribuir a erradicar el consumo de plástico en el mundo. Por eso nuestro gran objetivo es no parar de crecer. Tampoco queremos ampliar capital con nuevos socios que nos hagan perder el control de lo que hacemos.
IAM Volviendo a ese valor tan importante para ti en tu vida, la pasión. ¿Cómo detectas y mides la pasión en los demás, en la gente que te rodea?
VS El primer día que conoces a alguien no detectas esto. Yo les pregunto a mis empleados por qué quieren trabajar aquí y una de las razones más comunes, lógicamente, es el dinero. En esta industria se paga mejor que en otras y eso es una motivación para mucha gente. Yo lo que les digo es que traten de que al menos un 10% de su motivación venga de su corazón. Les digo que necesito que ellos crean en lo que aquí hacemos y que si eso no es posible, les invito a que busquen cubrir su necesidad económica en otro lado. Yo no quiero tener a gente que trabaja por trabajar en mi empresa, quiero gente que crea en lo que hacemos. También eso conlleva explicarles en lo que estamos, lo que queremos, proyectos, planes de expansión… Para motivar a la gente hay que mantenerla informada e implicada. En una cadena de producción cada uno tiene su posición. Por otro lado, nosotros no dejamos de innovar y de crecer. Para mí, por ejemplo, el tipo que tengo en empaquetado es la persona más experta de Sorbos, porque en Sorbos no dejamos de innovar en esas máquinas. Siempre les pido ideas de cómo podemos producir más y mejor, ser más eficientes, más ágiles. De esta forma se van involucrando más en el proyecto.
IAM ¿Cuándo sabes si alguien encaja o no?
VS A los ocho días. Un sueco que se ha incorporado como nuestro último socio se iba a venir por un año. Al poco tiempo compró un piso en Barcelona y ahora lo tenemos aquí cada dos semanas porque le encanta el proyecto. Este es un sueco que no se hace el sueco.
IAM ¿Cómo le conociste?
VS En una gira por Asia, presentando nuestro proyecto. Se acercó una persona y me dijo que se le había puesto la piel de gallina al escuchar mi presentación. Me puso en contacto con un amigo suyo que quería invertir en temas de salud y medioambiente; era el sueco.
IAM ¿La pasión se contagia?
VS Tal cual. Yo no soy de etiquetar, ni de entrevistar a la gente durante largo tiempo. A las personas se las conoce en lo que valen una vez que están desempeñando su función en su puesto de trabajo. Yo les digo que somos emprendedores y que yo necesito guerreros. Trabajamos al límite, echamos muchas horas extras y además necesitamos innovar. Pedimos mucho a nuestros empleados pero también se lo pagamos. Están encantados; aquí ganan más y además se sienten muy involucrados.
IAM En los comienzos todo es más difícil, y es cuando más se aprecia conectar con gente que te entiende y que te apoya, aliados. ¿Tuviste tú esos aliados?
VS Sí, claro. Recuerdo especialmente el caso de David Ventura. Cuando yo conocí a David, estábamos en un momento en el que no sabíamos cómo producir nuestras pajitas. Fue viendo la tele que supe de él y decidí contactarle. Él es presidente de una empresa que se dedica a desarrollar aromas para otras empresas del sector de alimentación. Llamé directamente a su secretaria y al poco hablé directamente con él y quedamos en vernos. Una vez reunidos, él se mostró bastante impresionado por dónde estábamos y lo que estábamos haciendo, lo primero que hicimos es mostrarle a David un pliego de condiciones de confidencialidad y derechos de propiedad sobre nuestro producto. No queríamos que nadie nos copiara y robara nuestra idea. David lo leyó y me dijo que no podía firmar nada de todo eso. En ese momento, mis socios y yo nos miramos y decidimos confiar. Así que sacamos nuestra pajita y se la enseñamos a David. Nos tiramos a la piscina. Al día siguiente ya estábamos reunidos con el responsable de producción de la empresa y ocho personas más con batas blancas. A día de hoy, considero a David un amigo. Nunca tienes que olvidar de dónde vienes y quién te ha ayudado. Cuesta mucho encontrar gente y organizaciones que te ayuden de manera filantrópica.
IAM ¿Cómo influye cómo eres en lo que has conseguido?
VS Mucho. Yo soy mucho de dar abrazos, soy efusivo. Yo conecto con las personas de primeras, con una sonrisa, un apretón de manos. Mi nivel de inglés es muy bajo y a veces me veo interactúando con gente en ese idioma. A pesar de no hablarlo bien, sigo teniendo el mismo nivel de conexión. Cuando tú rompes barreras, la gente se muestra más cercana. El inglés de turno es raro que no me salude con un «hola amigo». La parte humana nunca hay que perderla, no podemos dejar de ser personas. Por cierto, ese inglés es el responsable de sostenibilidad de una de las empresas alimentarias más grandes del mundo.
IAM Me imagino pues que valoras mucho la comunicación dentro de tu organización.
VS Así es. Me gusta el contacto con las personas, cara a cara, transparente, de forma abierta, con todos. Al menos una vez al mes, por si hay algo que no funciona, nos reunimos con todos los empleados y hablamos de cualquier tema pendiente directamente; así evitamos la rumorología, los chismes y los malentendidos.
IAM ¿De dónde te viene a ti la pasión?
VS Para mí, ser emprendedor no es montar una fábrica, sino que tienes que creer en aquello que haces. Yo empecé en todo esto hace cinco años como brand ambassador, embajador de una marca. Era un comercial con gracia que tenía que promover la marca que me estaba pagando. Yo quería vender el producto, la ginebra, de otra forma, con algún toque diferente. Mis clientes me comentaron que el coste extra de hacerlo así no entraba en su presupuesto, así que decidí cubrir los costes yo mismo. Yo ganaba unos 120 euros en cada una de esas acciones y me tocó poner unos 60 de mi parte para darle el toque especial que yo quería. Perdía dinero haciendo eso, pero ganaba el sentirme realizado en lo que hacía, sabiendo que se podía hacer mucho mejor. Empecé a transmitir una experiencia a través del gintonic, haciendo las escenificaciones en la cara de la gente, que se quedaba embobada. ¿Problema? Que la gente le ponía la pajita de plástico. Aquello no podía ser, no pegaba. Entonces se me ocurrió hacer una pajita de pomelo que se pudiera comer, a base de caramelo, y se lo comenté a un amigo mío. Lo probamos y la gente solo hablaba de la pajita de pomelo. En ese momento se me encendió la bombilla. Le dije a mi amigo que teníamos que producir un millón de pajitas. Su respuesta, «tú estás loco». Miré en Internet y me di cuenta de que no había nada sobre pajitas comestibles. Al mismo tiempo, en aquel momento ya existían movimientos en contra del plástico, tipo Straw Wars. Luego vino la imagen de la tortuga con una pajita de plástico trabada en la nariz que dio la vuelta al mundo, otros movimientos como Lonely Whale, el Horizonte 2020 en la Unión Europea… Por cierto, un miembro de la Comisión Europea que está en este Horizonte 2020 nos ha contactado interesándose por nuestro proyecto. Hoy tengo claro que quiero que Sorbos sea una marca de referencia en la defensa del medioambiente y en la lucha contra el plástico.
IAM Así que, de alguna manera, tu pasión nace de tu creatividad y de la necesidad de aportar valor añadido y estético en lo que haces. Y es así como llegas, casi sin querer, a la preocupación por el consumo excesivo de plásticos, la lucha por el medioambiente y la sostenibilidad. ¿Estoy en lo cierto?
VS Así es, así empezó todo. Todo comienza en el espíritu constante de intentar hacer las cosas de manera diferente y lo mejor posible. Aún hoy me gusta apartarme de los stands en las ferias y ver la expresión de ilusión e impacto en la gente que ve las pajitas. Todavía sigo llorando cuando compruebo esas reacciones de la gente. Ahora tengo embajadores de mi producto por todo el mundo, como por ejemplo dos azafatas de las líneas aéreas Emirates que llevan un muestrario de mis pajitas y se las enseñan a quien pueda estar interesado. El otro día me comentaban la cara de ilusión de los niños cuando descubrían mis pajitas. Ahora voy por todo el mundo mostrando mis pajitas a los niños. Cuando seamos una empresa más grande y tengamos mayores ingresos, tengo claro que parte de los beneficios los dedicaremos a obras sociales. Para mí esa es la esencia de un emprendedor social: emprender para aportar a la sociedad, ir más allá del puro negocio.
IAM ¿Qué pasará cuando otros os copien y produzcan pajitas como las vuestras a gran escala?
VS Por mi parte encantado. Necesitamos copias, entre otras cosas para abrir mercado. Es muy difícil abrir mercado. Nosotros solos no podemos acometer todo el consumo potencial de pajitas en el mundo. Hay que conseguir que la gente se acostumbre a consumir pajitas comestibles. Solo en España se consumen 5.000 millones de pajitas al año; son más de 13 millones al día. A nivel mundial, son más de 1000 millones de pajitas diarias; es imposible abarcar todo eso nosotros solos. Mi orgullo siempre será haber sido los primeros y haber abierto los ojos a otros. Mi gran ilusión es que acabe convirtiéndose en un movimiento.
IAM ¿Qué consejo les darías a jóvenes que están empezando su carrera profesional con inquietudes similares a las tuyas?
VS Todos somos mecánicos. Durante nuestra vida nos dan herramientas y nos enseñan a utilizarlas. Yo creo que no hay que etiquetar a la gente, sino conectar con cada persona, con su esencia, con aquello que está preparada para hacer mejor. Hay que conectar con aquello que cada persona está predestinada a hacer. Por otro lado, lo más importante en esta vida es ser buena persona. Mi padre me decía: «Ojalá, cuando tengas setenta años, te mires en frente de un espejo y ese sigas siendo tú».
1 Safeguarding human health in the Anthropocene epoch. Report of The Rockefeller Foundation-Lancet Commission on planetary health
www.thelancet.com. Vol 386 November 14, 2015.
2 Global warming of 1.5°C. Summary for Policymakers, IPCC-Intergovernmental Panel on Climate Change. www.ipcc.ch, October 2018, Switzerland.
3 http://strawwars.org
https://www.strawlessocean.org/lonelywhale
https://oceanconservancy.org/blog/2018/06/06/know-plastic-goes
4 https://wearesorbos.com
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Auara
Empatia con los mas desfavorecidos
de la aldea global
Si el amor está en tu corazón, cada pensamiento, cada palabra y cada acto pueden dar lugar a un milagro.
Thich Nhat Hanh, Hacia la paz interior
Algunos se enfrentan a dificultades desde el instante en que nacen. Esas son las personas más especiales de todas, que necesitan el mayor cariño, atención y comprensión, y nos recuerdan que la única finalidad de la vida es el amor.
Kübler-Ross, La rueda de la vida
Amar es creer que todas las personas heridas en su memoria, en su corazón o en su cuerpo, pueden transformar su herida en fuente de vida.
Amar es depositar expectativas en el otro e inocularle el virus de la esperanza.
Tim Guénard, Más fuerte que el odio
Un pozo para Ahmed
17-2-17
De: José Ramón Zunzunegui
A: Daniel Cortiñán
CC: Jaime Villamor
Querido Daniel,
No te conozco, no me conoces, y aun así me siento muy a gusto escribiéndote estas líneas. Soy José Ramón Zunzunegui, médico destinado en Sudán, donde ejerzo mis funciones en diferentes lugares infradesarrollados del país, rodeado de problemas cotidianos que tienen que ver con la falta de higiene, la desnutrición y la ausencia de las mínimas condiciones de salubridad.
La razón de esta carta se llama Ahmed. Él quiere que sepas cómo es su día a día ahora en comparación con lo que era antes. Ahmed tiene nueve años, vive con su madre y dos hermanos menores que él. A su padre se lo llevó la guerrilla hace tres años y no han vuelto a saber nada más de él. Ahmed va a la escuela todos los días; la tiene a una hora de donde vive. Se siente muy orgulloso y optimista; sabe que ahí aprenderá cosas con las que poder ayudar a su familia más adelante. Antes no podía ir a la escuela, no tenía tiempo. Se levantaba muy temprano, a las 5:00 h, y partía en su larguísimo viaje por el desierto que le llevaba seis horas en total, tres de ida y tres de vuelta. ¿Cuál era su destino? El agua. Hoy el agua la tiene a media hora, así que, entre ida y vuelta, en una hora ya está listo para ir a la escuela.
El agua siempre ha sido un problema para Ahmed, su familia y el poblado en donde viven. Ahmed perdió a dos hermanos pequeños recién nacidos. Murieron de cólera, como más habitantes de la aldea; fue una epidemia tremenda. Aquel año, la escasez de agua fue especialmente intensa y la gente, desesperada, recurrió a cualquier vía para intentar sobrevivir, consumiendo agua contaminada que a la postre fue la que les mató. La madre de Ahmed aún no se lo perdona; estaba desesperada, no sabía cómo calmar la sed de sus pequeños.
Gracias a tener más agua y más accesible, Ahmed y su familia hoy pueden lavarse, tener una higiene mínima y comer cosas que antes no podían, o al menos no con la asiduidad y seguridad con que ahora lo hacen. Es impresionante ver la cara de satisfacción y de gratitud de Ahmed ahora que recorre cinco kilómetros a diario, una sexta parte de lo que hacía antes. Es increíble, pero la falta de agua, saneamientos e higiene mata cada día a casi 1.000 niños menores de cinco años en todo el mundo.
¿Sabes cuál fue la solución? Tu pozo, Daniel, el pozo que tú has financiado, y por tanto ayudado a construir. Sabemos que has creado una fundación que se dedica a posibilitar que más pozos como este se construyan en el mundo, especialmente en África. Ahmed quiere que te transmita que tu pozo es especial. Tu pozo es fuente de vida, les da la vida, a él, a su familia y al resto del poblado; ese pozo es un regalo cotidiano para ellos. Tu pozo además es punto de encuentro y de reunión, donde la gente habla, saben los unos de los otros, se ponen de acuerdo para hacer cosas juntos. Tu pozo es el centro del mundo, de su mundo, todo te lo deben a ti. Bueno, a ti y a Jaime, que fue el ingeniero que lo construyó. Jaime está copiado en este correo por explícito deseo de Ahmed, ya que para él Jaime es tan responsable del pozo como tú. No hay un solo día en que Ahmed no le dé las gracias a Jaime de una u otra forma por el pozo, tu pozo.
Ahmed me ha pedido que te escriba esta carta de agradecimiento; yo simplemente he hecho de traductor y emisario. He de reconocer que redactarla y enviártela ha sido un ejercicio muy reconfortante. Como te decía al principio, aunque hasta hace un rato no sabía nada de ti, siento como si nos conociéramos de toda la vida. Ese pozo mágico que has ayudado a construir de alguna manera nos ha conectado y, como el agua que contiene, nos da la vida dando sentido a nuestras vidas. En el caso de Ahmed y su familia no se trata de una metáfora: el agua de tu pozo les ha devuelto a la vida.
Un fuerte abrazo y hasta siempre
José Ramón
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18-2-17
De: Jaime Villamor
A: Daniel Cortiñán
CC: José Ramón Zunzunegui
Querido Daniel,
Soy Jaime Villamor, el ingeniero. A mí esto de escribir no se me da bien; como buen ingeniero de Caminos, entiendo más de números, cálculos volumétricos y materiales de obra. Lo cierto es que, leyendo la carta de mi amigo José Ramón, me ha surgido un impulso y el resultado de ese impulso son estas letras.
Tengo algunos mensajes que compartir contigo. El primero es que no sabes lo que reconforta ver la cara de Ahmed estos días, su satisfacción profunda, su rebosante felicidad porque un amigo de España les ha regalado un pozo, tu pozo. Creo que si vieras ese rostro angelical solo unos segundos cargarías tus pilas al menos diez años más.
Mi segundo mensaje tiene que ver conmigo, y seguramente algo te toca a ti también. La mayor obra de ingeniería del mundo, la más desafiante y complicada, en el lugar más interesante de la Tierra, encargada por el mejor y más prestigioso cliente, no tendría el más mínimo valor comparado con la inmensa satisfacción de haber puesto al servicio de esta pobre gente mi humilde conocimiento construyéndoles ese pozo.
El tercer mensaje, seguramente es el menos importante por innecesario, pero por si acaso ahí va. Sigue con tu obra y con tu fundación. Hay muchos pozos de agua que construir, muchas vidas que salvar. «Los Ahmed» del mundo esperan y desean que tu labor no cese.
Un abrazo
Jaime
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22-2-17
De: Daniel Cortiñán
A: José Ramón Zunzunegui; Jaime Villamor
Queridos José Ramón y Jaime,
Ayer fue uno de los peores días de mi vida. Uno de los proyectos más importantes que estamos financiando en Nigeria se ha venido completamente abajo porque la persona encargada de supervisarlo allí ha resultado ser un ladrón; se ha llevado todos los fondos que teníamos destinados al lanzamiento inicial. Por otro lado, una institución financiera española con presencia internacional nos ha denegado unos fondos que eran importantes para cofinanciar con un socio local en Somalia una obra de ingeniería básica que facilitaría el día a día de miles de personas que tardan horas en llegar a sus lugares de trabajo. Por último, y para rematar la faena, uno de mis socios, con el que originalmente me embarqué en esta aventura, va a dejar la fundación pues le han diagnosticado un cáncer muy agresivo en estado muy avanzado de repente, de un día para otro.
Vuestras cartas han sido el socorrista que te saca de la última ola cuando estás a punto de ahogarte. No podéis imaginaros el bien que me habéis hecho con ellas. Sudán es un país en el que sin duda tendremos más proyectos que financiar y gestionar. Os aseguro que aprovecharé la más mínima ocasión que tenga para dejarme caer por allí y conoceros personalmente. No me perdería la sonrisa de Ahmed por nada del mundo. Esa sonrisa la necesito hoy más que nunca.
Hace cinco años se murió un hermano mío, el mayor. Mi hermano fue ejemplar en vida y también lo fue a su muerte. Cuando supo que le había llegado la hora, fue llamando a cada uno de sus tres hermanos, yo entre ellos, para despedirse. En mi caso, el mensaje fue tan tierno y tan potente que lo llevo grabado en mi corazón. «Daniel, ya sabes que te quiero y que siempre te he querido. Quédate en paz cada vez que pienses en mí porque así me voy yo, en paz. Creo que después de esta vida nos espera algo bueno en compañía de los seres queridos que nos han adelantado en la marcha. Finalmente, por favor, en la medida que puedas cuida de mi mujer y de mis hijos. Marta es fuerte, lo sabrá encajar pero le vendrá bien sentirse acompañada. Tus sobrinos son buenos chicos, ya lo sabes, pero esto les ha tocado muy pronto en su vida; les llevará un tiempo entenderlo plenamente. Para ellos sí que es una putada. Adiós, hermano, te quiero, gracias por todo».
Recuerdo haber hablado alguna vez con este ser tan excepcional, mi hermano, sobre si había algo en la vida de lo que se arrepentía. Se quedó pensando y, después de unos segundos, me comentó que tenía la sensación de no haberla exprimido plenamente en cuanto a dedicación profesional. Su trabajo estaba bien porque pagaba su nivel de vida, que no era poco, pero sin más.
¿Por qué os cuento esto? Porque hace cinco años fue cuando decidí dedicarme a lo que ahora me dedico, básicamente a ayudar a gente que ha tenido mucha peor suerte que yo en la vida. ¿Cómo? Haciendo lo que creo que se me da mejor: buscar fuentes de financiación a proyectos viables en manos de personas muy competentes y profesionales como vosotros.
Ahmed y vosotros, vuestras cartas, me reafirman en que, aunque a veces los nubarrones aparezcan o las cosas se tuerzan, estoy donde debo estar y hago lo que debo hacer. Muchas gracias a los tres por recordármelo. En breve espero estar allí para agradecéroslo personalmente. No me perdería la sonrisa de Ahmed por nada del mundo.
Un fortísimo abrazo
Daniel
AUARA5, El agua con valores
Auara es una marca de agua mineral que invierte el 100% de sus dividendos en llevar agua potable a personas que no la tienen, y que además fabrica sus botellas con un 100% de plástico reciclado R-Pet.
Su reto es llevar agua potable a las personas más necesitadas y reducir el impacto ambiental de las botellas que consumimos.
Auara convierte un hecho cotidiano como beber agua en un acto extraordinario.
Entrevista a ANTONIO ESPINOSA DE LOS MONTEROS, presidente y fundador de Auara
IAM ¿Qué valores personales han sido piedras angulares en tu vida?









