- -
- 100%
- +
Por supuesto, Dios puede existir o no, y se puede ser creyente o monista de muy distintas maneras. Sin embargo, en muchos casos los prejuicios teóricos, ideológicos y religiosos, suelen nublar la mirada del observador. Y suelen generarles "puntos ciegos", impenetrables para su propia mirada. En el ámbito de la psicoterapia, este sesgado estilo de procesamiento, vía "anteojeras perceptivas", no ha constituido la excepción sino la regla. El desafío pasa a ser, entonces, el lograr tranquilizar los afectos y el poder ampliar la mirada.
Se hace esencial entonces, levantar la mirada por sobre las rencillas cotidianas, para detectar con precisión el conocimiento válido, dondequiera que este esté. El alcanzar conocimiento válido, pasa a ser entonces un norte orientador permanente y central. Y lanzar una mirada certera en busca del conocimiento, requiere de una actitud tranquila y abierta, de un criterio preciso acerca de lo que es conocimiento, y de un método que nos permita alcanzarlo, dondequiera que se encuentre.
En un sentido genérico, unmétodopuede ser descrito como un proceso autocorrectivo, para plantear preguntas y para observar las respuestas. Más específicamente, el método científico involucra un procedimiento regular, explícito y repetible, para alcanzar conclusiones válidas y compartidas. "El método científico es un grupo de procedimientos, de pautas guiadoras, y de actitudes, requeridos para la recolección sistemática y organizada de los datos, para su verificación e interpretación, y para el descubrimiento de evidencia reproducible, para posibilitar a su vez el ir decantando o el ir modificando leyes y principios" (apa,Dictionary of Psychology,2006, p. 818). Cuando el método está bien planteado, permite ir zanjando las discrepancias y va haciendo posible acumular un conocimiento validado. "Aunque los científicos mismos tienen sesgos y valores, el ideal o la lógica del método científico es trabajar para eliminar estos sesgos y valores, ya sea a través del control experimental o de las mediciones precisas, o de alguna combinación de ambas" (Slife, 2004, p. 49). La validación científica no solo implica justificación en términos de un razonamiento riguroso; involucra también una justificación en el ámbito de los hechos. Todo esto, obviamente, involucra a su vez opciones de progreso.
En un sentido de fondo, la teoría determina el método, y éste marca en una medida importante las opciones de avanzar. Cuando la teoría es deficiente, el método también lo será, y el avance se verá perjudicado. Es lo que nos ha ocurrido con frecuencia en el ámbito de la psicoterapia.
El que los psicoterapeutas no somos Budas ha venido quedando más que claro. Cuando la teoría restringe la mirada, cuando se mira tan solo lo que conviene mirar, cuando no se mira lo que cuestiona o molesta, ycuando lo que importa es elconvencer por sobre el conocer, la neutralidad se desvanece, y la figura del Buda se diluye en la distancia. Y nuestras creencias pasan a teñir muy fuertemente el siguiente "conocimiento".
Sin embargo, esto no es todo. Desafortunadamente, nuestros problemas metodológicos van incluso más allá.
Nuestros problemas metodológicos
En un sentido genérico, nuestros problemas metodológicos comienzan antes de comenzar. Es decir,, comienzan con nuestras disposiciones previas, con nuestraactitud. Esto dice relación con algunas características predominantes entre los psicólogos y los científicos sociales.
En un estudio realizado en el contexto del Congreso "Integración en Psicoterapia", organizado por nuestro Instituto en 1991, se encontró que el 62,6% de los 720 asistentes encuestados, optó por considerar más importante y más aportativo el predominio del hemisferio derecho. Solo el 28,7% optó por el hemisferio izquierdo; el resto no contestó la encuesta. Esto, que no tiene nada de "malo", puede concordar bien con el hecho que los psicólogos prefiramos el arte por sobre la ciencia.
Pareciera ser un hecho, el que nuestras actitudes no han venido contribuyendo en el ámbito de la investigación Es así como muchos mostramos desinterés por la investigación, muchos tendemos al "todo vale", muchos tendemos a validar lo que vaya en contra del "sentido común", muchos tendemos a sobrevalidar lo que favorece a nuestro enfoque, y muchos nos mostramos como muy impresionables cuando se nos habla "en difícil".
En una clásica investigación, J. Scott Armstrong (Armstrong, 1972; Ware y Williams,1975), asumió la siguiente hipótesis: "Una comunicación ininteligible, emitida por una fuente legitimada por el receptor, incrementará las evaluaciones que el receptor haga acerca de la calidad del mensaje comunicado". Se trataba de evaluar el esnobismo del receptor; la idea era que entre menos entendía el receptor, más valoraba lo que escuchaba. La hipótesis fue testeada ante una audiencia de psicólogos, psiquiatras y trabajadores sociales. El Dr. Myron L. Fox les dictó una conferencia de 1 hora sobre el tema "La Teoría Matemática del Juego Aplicada a la Educación Médica". El Dr. Fox fue presentado como una eminencia; en realidad, se trataba de un actor, instruido para hablar puras incoherencias en un lenguaje ininteligible. Después de la incomprensible conferencia, y a través de un cuestionario anónimo, los auditores encontraron que la conferencia había sido "clara y estimulante". Poco después Armstrong replicó la investigación, ahora por escrito. Esta vez los Journals mejor evaluados, fueron los que hablaban "en difícil"; adicionalmente, en una investigación complementaria, las mismas ideas – expresadas "en difícil" – fueron mucho mejor evaluadas que cuando fueron expresadas en lenguaje claro y directo.
En años posteriores, el profesor de la Universidad de Nueva York, Alan Sokal (1996), experto en física cuántica, se burló de diversos ensayistas en ciencias sociales, incluyendo al propio psicoanalista Jacques Lacan. Para ello, envió un artículo a la prestigiosa revistaSocial Text, de la Universidad de Duke. El artículo se titulaba "Transgrediendo los Límites: Hacia una Hermenéutica Transformadora de la Teoría Cuántica de Campos"; en el artículo, la física y la teoría cuántica aparecían respaldando los planteamientos posmodernos. El artículo fue acogido con enorme entusiasmo, con comentarios elogiosos de los cientistas sociales, y con notas especiales desde la dirección de la revista. En un artículo posterior, esta vez en la revistaLengua Franca, Sokal confesó que su artículo original constituía un "cazabobos" para el esnobismo imperante entre los cientistas sociales; se trataba de puras incoherencias rimbombantes; "una auténtica colección de disparates, armada minuciosamente y repleta de palabras difíciles" (Sokal, 1997, p. 23). El objetivo era claro: "poner al desnudo la falta de rigor en el discurso posmoderno, posestructuralista y social-constructivista de moda" (Sokal, 1997, p. 24). Junto con criticar a quienes sostienen que los objetos científicos son meras construcciones sociales y lingüísticas, Sokal y su colega belga Jean Bricmont, calificaron a Jacques Lacan de charlatán: "Escribió en difícil para que nadie lo entienda; usó un lenguaje tan oscuro, para disfrazar sus disparates, como si tuvieran una presunta profundidad" (Sokal, 1997, p. 22).
La idea de fondo de todo esto, es que el hablar "en difícil" pasa a ser rentable; al menos en el ámbito esnob de las ciencias sociales. Un lector esnobista encontraría sabias las siguientes palabras de Lacan, citadas por Sokal: "Es así como el órgano eréctil viene a simbolizar el lugar del goce. No tanto por sí mismo ni en tanto que imagen, sino en tanto que parte faltante de una imagen deseada. Por eso, el órgano eréctil es igual a la raíz cuadrada de (-1)". Lacan no lo dice en broma, pero Sokal hace un festín de todo esto; concluye que los cientistas sociales se dejan impresionar por palabras rimbombantes, carentes por completo de toda significación comprensible.
Viene al caso aquí una pequeña comparación entre Maturana y Lacan; asumiendo que en estas páginas no compartimos el fondo de ambos planteamientos. Al menos desde mi óptica, Maturana manifiesta una coherencia muy superior a Lacan. Aunque no comparto su postura epistemológica, considero que Humberto Maturana es una persona brillante, que comprende lo que expresa y que cree en lo que dice. Me pregunto, sin embargo, acerca de cuantos de sus entusiastas seguidores lo comprenderán realmente: "Desde ahí se hace aparente que el vivir humano ocurre en este fluir de coordinaciones de coordinaciones conductuales, que tienen que ver con el hacer, es decir,, son coordinaciones de coordinaciones del hacer, en un devenir de cambios estructurales congruentes que van resultando justamente de ese mismo devenir en interacciones recurrentes, que en el caso humano son coordinaciones de coordinaciones de haceres, y que la estructura va cambiando según ese fluir" (Maturana, 2003, p. 286). Es probable que el propio Humberto se haya preguntado acerca del porcentaje de esnobismo imperante entre quienes suelen aplaudirlo de pie.
Las repercusiones metodológicas de lo anterior no son lejanas. Cuando las palabras oscuras y complicadas resultan satisfactorias, va quedando poca motivación para que la investigación nos entregue datos simples y más claros. Y, puesto que no están todos en la misma actitud, resulta tentador el suponer cuales enfoques de la psicoterapia se ven beneficiados por este efecto de "lenguajear en difícil"; podríamos adelantar que el conductismo no es uno de ellos.
El "lenguajear en difícil", va muy de la mano del "preferir el camino difícil". Ya en el siglo xiv, William de Occam sostenía que lo que puede ser hecho con pocos medios, es absurdo hacerlo con muchos. Esteprincipio de la parsimonia– que involucra la conveniencia de elegir la hipótesis más simple cuando hay varias que explican un fenómeno – tiende a ser ignorado por muchos clínicos. "Por la vía de ignorar esta alternativa de sentido común, dice Crews, Freud violó la navaja de Occam, el principio de que las mejores explicaciones son las que involucran menos supuestos. Freud nunca hizo esto. En todos sus escritos no hay un solo caso en el que opte por la explicación obvia" (Crews, citado por Horgan, 1999, p. 62). La premisa "el camino complicado es el mejor", suele avenirse bien con el aplauso de los colegas; el problema es que suele avenirse mal con el conocimiento.
Por otra parte y en un sentido genérico, es importante enfatizar el queuna mala teoría perjudica más que laausencia de teoría. Una mala teoría restringe la mirada y sistemáticamente va forzando a los hechos a comportarse de una manera compatible con la teoría. Por su parte, la ausencia de teoría nos desordena la búsqueda, nos desordena la práctica y nos desordena la acumulación.
Las ventajas comparativas, en estos territorios, pueden quedar bien expresadas en la siguiente formulación:
RECUADRO 6: PRIORIDADES

La formulación anterior es de la mayor importancia; deja en claro que, así como una buena teoría puede aportar mucho, una mala teoría puede perjudicar mucho. Una mala teoría estrecha la mirada, conduce a sobreobservar ciertos ángulos y a subobservar otros; una mala teoría aprisiona y desorienta. Aporta una seudoseguridad la cual termina asegurando el tránsito por el camino del error; y, a medida que nos empapamos de una mala teoría, este camino equivocado se va haciendo inescapable. A mayor reduccionismo de la teoría, y a mayor fanatismo de quien adscribe a ella, mayor daño a la investigación y al conocimiento. Y, a la hora de investigar, las teorías deficientes perjudican víasobreenfatizar aspectos poco relevantes,vía nuestro conocido "allegiance effect", vía"cree yconstruirás", vía"busca y encontrarás";y, a través de la "determinación reduccionista del método".
Elsobreenfatizar aspectos poco relevantesse facilita cuando la teoría es reduccionista, y cuando insiste en la relevancia de lo no tan relevante. Un ejemplo de esto podría ser el tiempo, el esfuerzo y la dedicación, invertidos en el tema de la interpretación de los sueños. "Freud consideró a los sueños como la llave para comprender nuestros conflictos internos. Sin embargo, sus críticos sostienen que ha llegado el momento de que nos despertemos de la teoría de los sueños de Freud, la cual es hoy en día uno de sus más grandes fracasos. La interpretación de los sueños, dicen los críticos, es una pesadilla" (Myers, 2001, p. 258). Al respecto cabe señalar que, en un reciente estudio acerca del futuro de la psicoterapia, un Panel de 62 psicoterapeutas usando la metodología Delphi, evaluó a la interpretación de los sueños como una de las intervenciones terapéuticas con menor futuro (Norcross, Hedges y Prochasca, 2002). No obstante todo esto, son muchos los psicoterapeutas, del más alto nivel intelectual, los que han invertido e invierten horas y horas en el abordaje de una temática resbalosa, altamente especulativa, poco verificable en su precisión, y poco aportativa al cambio en psicoterapia. No se trata de ser rígidos, concretos o hiperpragmáticos; pero sí resulta necesario evaluar el beneficio que los pacientes obtienen a partir de nuestros esfuerzos y de nuestras investigaciones.
Lo anterior no cierra las puertas a otros aportes clínicos, relacionados con el estudio de los sueños. Pero esos aportes requieren ser constatables y verificables, más allá de las meras convicciones personales de terapeutas y pacientes.
Pero nuestros problemas metodológicos continúan. En términos generales, a muchos psicoterapeutas les ha resultado difícil tolerar que otros piensen distinto; o el que cambien de enfoque. Ejemplos de esto los encontramos por doquier, incluso en nuestras figuras más insignes. Cuando a Hans Eysenck se le hablaba del psicoanálisis, era como "nombrar el diablo en misa"; simplemente se descomponía. El mismo Freud no toleró muy bien los cambios teóricos de sus seguidores cercanos; digamos los de Jung y Adler, por nombrar algunos. Joseph Wolpe habló de "cambio de cara", para referirse a la supuesta "traición" de Bandura; simplemente Wolpe no pudo tolerar la evolución de Bandura desde el conductismo clásico hacia posturas más cognitivistas. Recordemos que el mismo Wolpe y Arnold Lázarus habían llegado desde Sudáfrica a los Estados Unidos; habían trabajado juntos por años, y se habían hecho muy amigos. Según cuenta Lázarus, sin embargo, el propio Wolpe le habría "echado el auto encima" en un estacionamiento, a raíz de los cambios teóricos que alejaron a Lázarus del conductismo clásico. No resulta sorprendente entonces, que estos desmedidos compromisos de los psicoterapeutas con su propio enfoque, deriven en uno de nuestros defectos metodológicos más dañinos: el "allegiance effect".
El "allegiance effect" emerge con facilidad, cuando el investigador está seguro de que su enfoque es el mejor. Su investigación subsiguiente no se justificará tan solo por el conocer; tendrá por objeto también demostrar a otros aquello que el "investigador" ya sabe. Al comprometerse con su propio enfoque la persona tiende a instalar unsesgo autoperpetuante;la información disconfirmatoria se desperfila, la confirmatoria se sobreenfatiza y la persona queda predispuesta a emitir conductas que generen nuevas "evidencias" confirmatorias.
Un interesante ejemplo de "allegiance effect" se muestra en las conocidas investigaciones de la antropóloga Margaret Mead. Aun cuando este caso fue explicitado en una publicación anterior (Opazo, 2001), su aporte es tan ilustrativo que amerita retomarlo.
En 1928, Margaret Mead escribió su muy difundido libroComing of Age in Samoa. En la formación de Mead, el antropólogo Franz Boas había tenido un rol protagónico. Este antropólogo inculcó en su discípula una teoría de la naturaleza humana muy consistente con las ideas de Rousseau: el hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad la que lo corrompe. La teoría postula que los seres humanos son, genéticamente hablando, muy parecidos unos a otros; las diferencias derivan de la cultura. En su viaje a Samoa en 1925, Mead encontró las evidencias que estaba buscando; en Samoa las personas no luchaban por el poder, no eran competitivas, eran muy pacíficas, muy permisivas con sus hijos, etc. Dada la maleabilidad de la naturaleza humana, un estilo educativo diferente, había logrado que las personas de Samoa fueran casi lo opuesto que los norteamericanos.
En 1983, es decir, 55 años después de la publicación del libro de Mead, el autor Derek Freeman publicó el libroMargaret Mead y Samoa. Sobre la base de hechos, Freeman encontró que las estadísticas gubernamentales de la época, los registros policiales, los testimonios escritos de los turistas, etc., arrojaban un cuadro – no tan solo distinto – sino que diametralmente opuesto al cuadro descrito por Margaret Mead. De este modo, "Samoa sonaba a demasiado bueno para ser cierto y, de hecho, no era cierto" (Wright, 1999, p. 162). Y si bien nadie acusa a Mead de deshonestidad intencional, al parecer vio lo que quiso ver, generó "evidencias" autoconfirmatorias, y simplemente no registró la información disconfirmatoria de sus creencias. Vía "allegiance effect", parece haber causado un daño enorme al conocimiento; recordemos que Margaret Mead es la antropóloga que más libros ha vendido en la historia de la antropología.
A través de estas páginas, hemos enfatizado reiteradamente el daño que la psicoterapia recibe vía "allegiance effect". Desde mi punto de vista, el deseo de constatar que su propio enfoque es "el mejor", tiñe y nubla la mirada de muchos psicoterapeutas. E interfiere también en sus conductas, a la hora de investigar. De este modo, el "allegiance effect" constituyeuna de las variables más perjudiciales para el desarrollo de la psicoterapia.
Pero la teoría suele mal conducirnos también en la línea del "cree y construirás" y del "busca y encontrarás". Al desclasificarse la información de Alemania Oriental – tras la caída del muro de Berlín – afloraron datos interesantes acerca de la "metodología" de investigación de los nazis. Luego del incendio del Reichstag, el gobierno de Hitler ordenó investigar "solo a pirómanos comunistas". No se podían encontrar culpables a no comunistas. En esos tiempos, en Alemania, la ideología nazi obligaba a encontrar culpables a los judíos o a los comunistas. El "busca y encontrarás" era un asunto de doctrina.
Por nuestra parte, en nuestro Instituto, investigamos este tema a finales de los ochenta. Replicando una investigación más antigua, utilizamos como sujetos experimentales a nuestros alumnos de postítulo; es decir,, alumnos del entonces Centro Científico de Desarrollo Psicológico (cecidep). Lo primero que requería nuestra investigación, era encontrar a la persona más "normal" posible; no era tarea fácil. Luego de activar nuestros "contactos", y luego de evaluar y entrevistar a diferentes personas, emergió el vencedor indiscutible: el "Guayo".
La psicometría había corroborado la salud mental de Guayo. Tenía 28 años y estaba felizmente casado. Su esposa y sus amigos hablaban maravillas de él; en el ámbito de su equilibrio emocional, de su capacidad de compromiso afectivo, y de su buen criterio. Cuando Guayo se molestaba, lo hacía en el momento exacto, de la manera exacta y con la duración exacta. Si se reía, era porque la situación lo ameritaba; y lo hacía de un modo por lo demás auténtico. Si miraba hacia el norte, era porque allí estaba ocurriendo algo que realmente requería de su atención. El encontrar defectos en Guayo, no resultaba tarea fácil.
El paso siguiente consistía en entrevistar a Guayo, esta vez utilizando el espejo de visión unilateral; me fue asignada esta importante tarea. Al otro lado del espejo, se ubicó el equipo docente de cecidep, y todos los alumnos del postítulo. Mi misión consistía en mostrar un Guayo con fuerte patología mental; y con patología de etiología eminentemente cognitiva. La entrevista cursó más o menos así:
R: Cuéntame, Guayo, ¿alguna vez te has sentido mal?
G: Sí, a veces.
R: ¿Por errores que has cometido?
G: Por errores, o porque simplemente me ha pasado algo malo.
R: Y cuando has cometido errores, ¿piensas mal de ti?
G: Muchas veces.
R: Y en esas veces, ¿te has puesto triste?
G: Por supuesto, a veces muy triste.
R: ¿Has llorado incluso?
G: En ocasiones he llorado, y con mucha pena.
R: En esas ocasiones, ¿has tenido pensamientos negativos, respecto a la vida, respecto a ti mismo?
G: Sí, respecto a todo, como que los horizontes se me nublaran.
R: ¿Como que la vida misma perdiera sentido?
G: Exacto. Como que nada valiera nada.
Sugerí respuestas, no le di espacio alguno para lo positivo, no exploré en dirección alguna que no fuera cognitiva. La misión de los alumnos – completamente ciegos a las condiciones de la investigación – consistió en evaluar el grado de patología que presentaba Guayo; y las posibles causas de su eventual problemática. Resultado: Guayo fue evaluado como muy depresivo; y esta depresión tenía un origen eminentemente cognitivo. Una consecuencia del "cree y construirás" y del "busca y encontrarás".
Como terapeuta, asumí a ultranza una teoría cognitiva, guiadora de intervenciones y preguntas. Por esa vía "fabriqué" un "Guayo cognitivo", en el sentido de mostrar y enfatizar una etiología cognitiva. Por esa misma vía, podría haber "fabricado" un "Guayo psicodinámico", un "Guayo conductista", etc. Es lo que hacemos los psicoterapeutas todos los días;esentonces cuando la teoría nosestrecha la mirada. De un modo u otro, cuando la teoría de trasfondo es estrecha, la exploración es estrecha también; va generando evidencias estrechas, y va conduciendo hacia conclusiones también estrechas. Desafortunadamente, esta dinámica obvia, que al lector le podrá parecer caricaturesca, constituye la tónica metodológica predominante del accionar cotidiano de los psicoterapeutas.Nuestras teorías nos estrechan el campo del preguntar, y nuestras preguntas nos estrechan el campo del responder.Tal y como se han administrado hasta la fecha, las teorías han constituido especies de "anteojeras", que han obligado a mirar en ciertas direcciones y han impedido mirar en otras; adicionalmente, han contribuido fabricar "evidencias" destinadas más a satisfacer al enfoque que al conocimiento.
Una evidencia adicional – en la línea que la teoría fabrica la "evidencia" – surge de sesgos generados a partir de otra teoría; esta vez a partir de una teoría psicodinámica. Es así como diversas acusaciones de abuso infantil han surgido en terapia; a partir de la forma de preguntar del terapeuta, y de la forma de ir reforzando los "recuerdos" del paciente (de Rivera, 1997). Muchas de estas acusaciones son posteriormente desvirtuadas. En estas ocasiones, la teoría del terapeuta se traduce en la realidad del paciente (Lynn et al., 1997).
Pero se han presentado situaciones aún más graves. En 1990, Eileen Franklin Lipsker acusó a su padre de asesinato; con ayuda de su psicoterapeuta, había logrado "rescatar" el recuerdo reprimido del asesinato de la niña Susan Nason, muerta "a manos de su padre" en 1969; Susan había sido asesinada cuando tenía tan solo ocho años de edad. El "recuerdo" de la escena del crimen, había permanecido reprimido durante 20 años. Eileen informó, adicionalmente, que su padre la había amenazado de muerte si le contaba esto a alguien. Encarcelado por asesinato en primer grado, George Franklin fue liberado posteriormente. "A los clínicos les preocupa que los terapeutas que creen en los recuerdos reprimidos, puedan implantar dichas creencias en sus pacientes, a través de los mecanismos de la psicoterapia" (Gerrig y Zimbardo, 2005, p. 516).