La caída de Tenochtitlan y la posconquista ambiental de la cuenca y ciudad de México

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Se cree que algunos de los ríos que corrían al interior del valle y desembocaban en Texcoco fueron encauzados por los propios lugareños con fines agrícolas, lo cual elevaba el nivel de aguas dentro del lago. La variabilidad en la profundidad y extensión superficial del sistema de lagos del valle de México ha sido hasta ahora interpretada en función del régimen de precipitaciones y del clima estacional, pero debe tenerse en cuenta también que las actividades económicas, domésticas y comerciales desplegadas por las comunidades indígenas del valle de México transformaban permanentemente el paisaje, por lo que cabe pensar en su impacto en las condiciones cambiantes de éste y del ambiente antes de la presencia europea. Teresa Rojas calcula que, en la etapa tardía prehispánica y a lo largo del periodo colonial, el promedio de profundidad de los lagos del valle osciló entre uno y tres metros con algunas zonas, como el lago de Chalco, donde la profundidad alcanzaba hasta cinco metros.
Con base en fuentes documentales del siglo xvi, otros estudiosos estiman que en la época del contacto inicial con los españoles y sus aliados indígenas en 1519, la superficie del lago de Texcoco y de los lagos del norte y sur cubría cerca de 1 132 km2, de los cuales el lago de Texcoco abarcaba aproximadamente 410 km2.
Beneficiada por la audaz y compleja intervención humana en el paisaje a través del sistema hidráulico, cuya operatividad y funcionamiento se valió de su dominio sobre las poblaciones del valle y allende sus fronteras, hacia 1521 la ciudad de Tenochtitlan había alcanzado una extensión de 11 500 hectáreas y de 300 a 350 000 habitantes, mientras que en su conjunto las poblaciones de la cuenca sumaban cerca de un millón de almas.
Semejante concentración humana se tradujo en una creciente presión sobre fuentes de energía localizadas dentro y fuera de la propia cuenca. La creciente demanda de alimentos, por ejemplo, llevó a expandir las chinampas sobre el lago de México y, con ello, aumentó el bloqueo del desagüe natural hacia el lago de Texcoco, disminuyendo el nivel de las aguas y profundidad de éste, así como la humedad del aire. A su vez, la madera empleada en la fabricación de canoas, viviendas y otros bastimentos para la ciudad deforestó paulatinamente las faldas de las serranías, repercutiendo en el azolve de canales y lagos. Estas y otras transformaciones del paisaje y del ambiente se acelerarían tras la caída de Tenochtitlan a manos de los españoles y sus aliados indígenas.

Figura 2. Plano de la ciudad de Tenochtitlan en 1519. Autor: Leopoldo Batres. Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, 1892. Escala: 1: 7 500; 0 m, 001 = 7 m, 50. 100 x 77 cm. Mapoteca Manuel Orozco y Berra, Serie Distrito Federal, Expediente Distrito Federal 2, Código Clasificador COYB.DF.M43.V2.0092.
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