La competitividad de la región centro del estado de Guanajuato y valoración de su capital territorial

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Es evidente que las innovaciones tecnológicas en el transporte, información y comunicaciones permitieron cambios en la producción, impulsaron el crecimiento económico e intensificaron el comercio internacional y el movimiento mundial de capital financiero, político (desarrollo de acuerdos internacionales, liberalización de los mercados, normas sociales, debilitamiento del Estado) (0bservatorio Europeo Leader, 1999).
En suma, podemos decir que son elementos característicos de la globalización: la intensificación de las relaciones sociales a escala mundial, el surgimiento de una forma de organización de la actividad económica de alcance transnacional, la formación de redes trasnacionales de generación, flujo e intercambio de patrones culturales, la emergencia de problemas de dimensión planetaria.
Como hemos mencionado, la globalización es un fenómeno multidimensional, por lo que tiene implicaciones económicas, políticas, sociales, culturales, medioambientales, geográficas o territoriales, enseguida hacemos referencia a estas dimensiones.
Dimensiones de la globalización
La dimensión económica ha sido la más estudiada por la influencia que ejerce en las demás dimensiones, más adelante la abordaremos con mayor profundidad, basta mencionar aquí que dicha dimensión ha consistido en cambios en la producción, el mercado, la mano de trabajo y las finanzas.
En la producción, los cambios están marcados por el advenimiento de las nuevas tecnologías aplicadas a la electrónica, la informática y las comunicaciones, el fortalecimiento de los servicios, la emergencia de nuevos sectores, actores, de nuevos países líderes, de nuevas configuraciones de la geografía productiva y en la organización de la producción mediante la firma global (Cuervo, 2006, p. 33).
En lo comercial se caracteriza porque la principal fuente de crecimiento económico son las exportaciones, las cuales se han incrementado significativamente gracias a los acuerdos comerciales, uniones aduaneras, y a los procesos de integración económica. Se ha generado una nueva división del trabajo a escala mundial basada sobre todo en la competitividad y la inserción de cada sector en los flujos y redes del nuevo sistema económico (Caravaca, 1998, p. 13).
En su dimensión social la globalización se caracteriza por la intensificación de las relaciones sociales a escala mundial. Como señala Giddens (2004, p. 68), esto ha permitido que lugares lejanos se enlacen y que acontecimientos locales sean configurados por aquellos ocurridos en lugares distantes y viceversa. Las relaciones sociales se expanden, en y, a través de nuevas dimensiones de actividad (tecnológica, organizacional, administrativa, legal, etc.) y la intensificación de la interconexión impulsada por las redes de comunicación e información modernas. Con lo que el movimiento de bienes y capitales, el flujo de comunicación, el intercambio cultural, así como la movilidad de personas se han intensificado (Held, 1997 citado por Serna, 2016, p. 55). Para Boisier (1998) la intensificación de las relaciones sociales ha modificado la inserción laboral de una gran proporción de la población.
En su dimensión política, la globalización ha debilitado la noción tradicional del Estado nacional y fortalecido los estados supranacionales y subnacionales, lo que ha modificado el patrón de las relaciones internacionales con el surgimiento de nuevos actores e instituciones con una gran influencia política, tales como empresas multinacionales, organizaciones inter y suprarregionales, organizaciones no gubernamentales y particulares. Los Estados Nación ya no están solos en la política internacional, Serna señala que “ahora tienen que compartir el escenario global con un número creciente de actores globales […] generando una estructura policéntrica del poder” (2016, p. 57). Por otro lado, siguiendo con el autor, se observa que la demarcación entre la política interior y la política exterior se hace más difusa; ahora las relaciones transnacionales permiten que los actores externos tengan injerencia en los asuntos internos de los Estados.
Respecto a su dimensión cultural, Boisier (1998) señala que la globalización lleva a la propagación a escala mundial de patrones o modelos culturales. La evolución de los massmedia ha eliminado las fronteras geográficas y acortado las distancias permitiendo el acceso a nuevas experiencias y significaciones sociales, culturales e incluso a discursos que antes no eran posibles. Con lo cual se ha intensificado la escala, la intensidad, la velocidad y volumen de las comunicaciones culturales (Held, 1997 citado por Serna, 2016, p. 58).
Globalización económica y reconfiguración territorial
Ciertamente, la dimensión económica de la globalización ha sido la dimensión que más se ha analizado, y enseguida abordamos sus efectos espaciales, o territoriales.
La globalización ha generado importantes cambios en el orden económico mundial que se pueden enunciar de la siguiente manera: 1) el surgimiento de patrones de integración productiva que cruza las fronteras nacionales; 2) este nuevo patrón de organización productiva da lugar a lo que se ha llamado “economía global”, la cual implica la operación de una red global de operaciones especializadas para la producción, reproducción, mantenimiento y financiamiento de esa economía global; 3) surgen las ciudades globales, como espacios estratégicos que concentran los actores clave para la realización de esas funciones especializadas que requiere la economía global (Serna, 2016, p. 56).
Con respecto a los patrones de integración productiva, podemos señalar que la incorporación masiva de las innovaciones tecnológicas a la producción, generaron cambios en la fabricación de los bienes, así como en la organización de las empresas y en la localización de las actividades económicas (Caravaca, 1998, p. 6). Uno de estos cambios fue la subcontratación internacional de tareas que requieren del uso intensivo de mano de obra, dando paso a la segmentación y especialización de la producción. En efecto, la producción se divide en distintas etapas permitiendo que algunos componentes sean realizados por otras empresas, las cuales pueden incluso estar localizadas en otro país, y que son contratadas por que se han especializado en la realización de ciertas fases del proceso productivo y el ensamble de algunos modelos. Lo cual ha conducido a una nueva división espacial del trabajo estructurada entre agentes económicos que operan en redes (CEPAL, 2002, pp. 18-19; Bervejillo, 1995).
Esta automatización, flexibilidad, segmentación y descentralización productiva fueron posibles gracias a las innovaciones tecnológicas, dando lugar a la formación de sistemas de producción integrados que trascienden las fronteras nacionales. Con ello aumentaron los flujos de comercio y de inversión extranjera directa, así como el protagonismo de las empresas transnacionales, gracias indudablemente a la liberalización del comercio, de los flujos financieros y de las inversiones en los países en desarrollo (Caravaca, 1998; CEPAL, 2002, p. 19). Todo ello contribuyó a la progresiva terciarización del sistema productivo, que como señala Caravaca (1998), condujo a la formación de una economía de servicios, con la consecuente decadencia o pérdida e importancia económica de los otros sectores.
Por todo ello, se considera que la globalización ha sido un proceso que ha llevado a la interdependencia económica entre los países, a través del comercio internacional, flujo de capital y producción internacional. Como señala Müller (1995, citado por Boisier, 1998), “la globalización empuja a poblaciones e individuos, a países, regiones y localidades, a nuevas formas de interdependencia” (p. 757), la cual no es solo económica, sino también política.
Sin duda la globalización económica conlleva una reconfiguración territorial, que va más allá de la formación de instituciones globales y de la interdependencia entre los Estados-nación del mundo, o con la disminución del papel del Estado en la actividad económica. Para Sassen (2000), la globalización requiere una nueva estructura organizativa, es decir, un espacio global que configura lo que ha sido llamado una economía global.
Los espacios globales son territorios estratégicos en donde se materializan los procesos globales y los vínculos que los conectan, siendo así un espacio de interdependencias, de flujos y movilidades de productos, de personas, de capital. De acuerdo con Bervejillo (1995) en estos espacios globales se despliega un conjunto de sistemas globales, cuyos componentes funcionan de una forma muy integrada, a pesar de la dispersión y la distancia. Se trata pues, de sitios estratégicos para producir y reproducir las actividades especializadas requeridas para el funcionamiento y coordinación de la economía global.
En estos espacios se materializan las nuevas dinámicas globales, las cuales implican la operación de una red mundial de fábricas, oficinas, subsidiarias y empresas de servicio que conforman un sistema (Sassen, 2000, p. 373). Los nodos de la red son las ciudades globales entre las que ocurren los principales flujos, concentran cada vez más las funciones de dirección, gestión, producción de conocimientos e innovación, convirtiéndose en los centros rectores del nuevo modelo económico. De esta forma, como apunta Caravaca (1998) en las ciudades globales, se gesta la forma espacial dominante de articulación y concentración del poder y de la riqueza (p. 9).
Vemos que la globalización lleva a una reestructuración en el modo de producción económico, el cual se caracteriza por presentar al mismo tiempo procesos de dispersión-descentralización y de concentración de actividades económicas. Esta reestructuración económica tiene importantes consecuencias socio-culturales y espaciales, pues el espacio global generado por la globalización no es un espacio homogéneo, al cual se han integrado en su totalidad y de la misma manera todos los territorios. Es más bien un espacio en el que se han agudizado las desigualdades existentes entre los territorios. Es, de acuerdo con Caravaca (1998, p. 7), un espacio desequilibrado y muy cambiante en el que se distinguen y contraponen áreas innovadoras y bien conectadas a la red, con áreas marginadas o excluidas por su falta de innovación y deficiencia de su conexión.
Si bien la globalización pretendía conformar una economía global, con la integración de la economía a nivel planetario, esto no ha ocurrido. Como afirma Braudel (1986), la integración económica lograda ha sido parcial e incompleta, desigual y jerarquizada. Es un hecho que no todos los territorios se han incorporado de la misma manera en el mercado global, ni han podido aprovechar las ventajas que la liberación del comercio para ampliar las oportunidades de desarrollo y por lo tanto para ser territorios competitivos.
Las economías no han crecido de la misma manera, con las mismas tasas, algunas se han estancado, e incluso algunas han experimentado procesos de desaceleración (retroceso) económica. Es notoria también una diferencia entre los territorios y al interior de ellos en su capacidad de lograr una mejora en la distribución del ingreso y en los niveles de vida de la población, generando mayor polarización sociodemográfica y económica, así como tensiones sociales. Lo que queda evidenciado por las grandes desigualdades que muestra el Producto Interno Bruto (:PIB) en los territorios y al interior de estos. Tan solo el :PIB de territorios como Argentina, Brasil o México es 10 veces menor que el :PIB generado por los países más ricos del mundo (Llisterri, 2000).
Como resultado de la dinámica económica global, se ha conformado una nueva geografía económica caracterizada por espacios ganadores y espacios perdedores, dando lugar a una tipología de territorios ricos, pobres, ganadores y perdedores. De acuerdo con Silva, los territorios ganadores (y los potencialmente ganadores o en marcha) son aquellos cuyas economías han crecido por arriba del promedio nacional al igual que su :PIB y que tienen un comportamiento exitoso frente a los procesos de la globalización (Silva, 2005, p. 92). Se trata de los territorios que han sabido aprovechar sus ventajas comparativas, o han concentrado en sus territorios gran actividad económica, transformándose en centros financieros y de capitales, en otras palabras, son los que se encuentran bien articulados a la red global.
Los territorios potencialmente ganadores, pero en marcha, son aquellos que se encuentran en un proceso de crecimiento económico asociado al uso de las nuevas tecnologías y a procesos de reconversión productiva, que les ha permitido aprovechar las ventajas competitivas que permanecían latentes para impulsar su sector primario-exportador o agregar valor a sus procesos productivos a partir de los recursos locales.
Los territorios potencialmente perdedores, estancados o en retroceso, son aquellos no dinámicos con bajo o alto :PIB que han crecido por debajo de la media nacional. En esta categoría encontramos a territorios que han pasado por procesos de desindustrialización que no se han acompañado de una reconversión productiva, o es el caso también de territorios con economías rurales de muy baja productividad y escaso capital humano que no han podido insertarse en la economía global. Finalmente, los territorios en retroceso son aquellos que han pasado por periodos de contracción económica derivados del agotamiento de sus recursos naturales o pérdida de su competitividad o mercados, por lo que han perdido sus ventajas comparativas (Silva, 2005, p. 93-94).
De tal manera que algunos países, los más desarrollados y productivos, han tenido las mejores ventajas en el escenario mundial, mientras que los menos desarrollados se encuentran desconectados de las redes, por lo que no han logrado entrar de manera favorable para sus economías locales y su población, y se quedan al margen y son excluidos del sistema global, reforzando así las desigualdades existentes entre los territorios. Pues como señala Caravaca (1998), en la economía global solo quedan articulados y se integran aquellos territorios que son necesarios por ser funcionales y rentables, los demás territorios y sus pobladores, ineficientes y poco competitivos son excluidos (p. 21).
Como se puede observar, la globalización afecta de manera diferente a los territorios, de acuerdo con su historia y a las dotaciones y capacidades acumuladas con las que entran al juego de la economía global, pues de ello depende la forma en que estos territorios logran articularse y formar redes en la economía global. Es decir, depende de la dinámica de la relación entre lo local y lo global. Como argumenta Sassen (2007:5), la globalización es un proceso con dos dinámicas, una global y la otra local, las cuales llevan a analizar la interacción entre lo nacional y lo global, pues las dinámicas globales generadas inciden en los territorios y sociedades locales y con ello esa relación entre lo local-global aumenta la complejidad territorial y la incertidumbre respecto a sus posibilidades de desarrollo en las nuevas reglas del juego global establecidas (Bervejillo, 1995).
Pues en efecto, la globalización no tiene efectos iguales en todos los territorios, para algunos representa una oportunidad de desarrollo, mientras que para otros representa una amenaza. Es una oportunidad de desarrollo al brindar la posibilidad de promover y comercializar esos productos y servicios específicos del territorio. Para algunos territorios constituye una amenaza por varias razones:
1. Porque elimina las barreras (geográficas, legales, identitarias) que daban protección a los productos y cultura local, promoviendo la competencia directa entre los productos similares procedentes de distintos territorios (Observatorio Europeo, Leader, 2001).
2. Implica la amenaza de una integración económica subordinada y frágil dependiente de las inversiones de actores globales externos, los cuales pueden retirarse atraídos por condiciones más ventajosas en otros territorios, por lo que representa pérdida de autonomía e irrupción de nuevos actores globales o desaparición de actores locales (Bervejillo, 1995).
3. Representa marginación o exclusión, para aquellos sectores de la población que dejan de ser necesarios o relevantes para la economía global.
Ello conduce a la pregunta ¿De qué depende que los territorios conviertan las condiciones generadas por la globalización económica en amenazas u oportunidades? La ciencia económica ha tratado de responder esta pregunta desde la fase de globalización del capitalismo. Por otra parte, desde hace mucho tiempo, varios enfoques teóricos han brindado explicaciones sobre las causas o factores determinantes que inciden en el logro del crecimiento económico de los territorios y recientemente sobre su competitividad.
No cabe duda de que, en la actualidad, los territorios buscan ser competitivos en el marco de una economía capitalista globalizada, porque ello significa conseguir una mejor posición en ella, conseguir un mejor desempeño económico, para lo cual despliegan una serie de estrategias competitivas. Cabe señalar que los territorios en sus distintas escalas: ciudad, región y país persiguen esta competitividad (centrada principalmente en su dimensión económica). Pero, es preciso señalar que durante muchos años, la ciencia económica en gran medida no consideró a la variable espacial, con excepción de algunos trabajos, como el de Von Thünen, como lo señala Cuadrado
…la Economía tendió casi desde un principio a minimizar el papel y la influencia del ‘espacio’ en los procesos económicos, entendiendo como ‘espacio’ el territorio que soporta la actividad económica y que influye y se ve influido por los procesos de producción, circulación y distribución de los bienes, servicios, factores y rentas (2014, p. 7).
Ciertamente, las teorías económicas durante muchos años no tomaron en consideración la variable espacial, aunque algunas de ellas empezaron a incorporar la variable distancia, para analizar el comportamiento de empresas y consumidores. El objetivo principal de estos marcos teóricos-conceptuales era identificar cuáles eran las causas o factores que influyen para lograr el crecimiento económico, lo que conducía de alguna manera al esclarecimiento de la ampliación de las disparidades económicas entre países y regiones.
No obstante, en las últimas décadas ha habido numerosas aportaciones de economistas y geógrafos quienes han contribuido al desarrollo del Análisis Económico Regional (aun cuando se reconoce que hubo varios trabajos precursores tales como los de Walter Isard, Christaller y Losch), en los que la variable espacial cobra gran relevancia, especialmente con las contribuciones recientes de Paul Krugman, Masahisa Fujita, Anthony Venables, Roberto Camagni, Roberta Capello, entre otros. Sin duda, las más recientes teorías económicas y de análisis económico regional consideran al territorio en su examen de los procesos económicos y sociales, no sólo por ser contenedores de factores de producción y de procesos productivos, sino porque se toman en cuenta los agentes económicos y sociales que en él actúan.
De tal suerte que existen varios planteamientos y enfoques de la corriente principal de la teoría económica, y especialmente del análisis económico regional, que no sólo han establecido explicaciones distintas sobre las disparidades regionales y determinado los factores que consideran pueden detonar un desarrollo regional, sino, que como lo señala Cuadrado (1995, p. 5) también han tenido implicaciones en el terreno de las políticas regionales, porque han servido de soporte para las propuestas y acciones de los políticos en torno a los problemas regionales.
A continuación, presentamos un breve recuento de los principales postulados de algunas teorías económicas y de los análisis económicos regionales1 con el propósito de comprender algunos elementos que ellas plantean y especialmente los factores que consideran determinantes para el logro del crecimiento económico o bien del desarrollo económico.2
Teorías económicas y análisis económico regional: factores determinantes del crecimiento económico
a) La Tesis sobre las Etapas de Crecimiento. Esta tesis postula que el proceso de crecimiento económico es consecuencia de la evolución interna de la división social del trabajo, que los cambios que se producen en la economía dan lugar a una secuencia de fases casi determinística de la fase agraria, a la manufacturera y luego a la de servicios. (Fisher, Clark y Rostow). De acuerdo con Cuadrado, las fases que establece esta tesis son:
a) una fase de economía de subsistencia, autosuficiente; b) una fase de crecimiento merced a la especialización de la producción en actividades primarias y al comercio interregional, que se produce gracias a las mejoras introducidas en la infraestructura de transportes; c) el despegue de los sectores secundarios, vinculado a la elaboración de los productos primarios (agrícolas, forestales y minería) y a las necesidades derivadas de una población en aumento (construcción, industria ligera), lo que a menudo va unido al empleo de capital y conocimientos técnicos foráneos; d) la diversificación del sector industrial, basada en las relaciones internas entre los distintos sectores (producción de bienes de capital y de inputs intermedios y especializados), el aumento de las rentas –cambio en el consumo– y la aparición de nuevas actividades, y por último, e) la evolución hacia actividades terciarias avanzadas, con la posibilidad de exportar servicios, capital y personal especializado (1995, p. 7).
b) Teoría Centro-Periferia. Esta teoría plantea que existe un sistema económico mundial que al mismo tiempo genera desarrollo en los centros y subdesarrollo en la periferia. Existe una desigualdad entre las economías de los centros y las de la periferia en cuanto al grado de avance tecnológico, penetración y difusión, así como en los niveles de productividad del trabajo e ingreso real medio. La periferia está formada por economías cuya producción permanece rezagada desde el punto de vista tecnológico y organizativo. Los centros experimentan una fase de desarrollo hacia afuera y la estructura productiva de la periferia adquiere un carácter especializado, generalmente del sector primario-exportador, e importador de bienes y servicios (Rodríguez, 1977, p. 206).
c) La Teoría de la Base Exportación. Esta teoría sostiene que la demanda externa (las exportaciones) son el motor del crecimiento local y/o regional, estableciendo su alcance por medio del efecto multiplicador que las exportaciones generan sobre actividades locales, especialmente en los servicios y en la construcción (North
y Friedman). Esta teoría contempla las relaciones comerciales entre regiones como vínculos interregionales, y el hecho de que cada región compita con el resto en determinados sectores especializados. La capacidad competitiva de la producción local resulta un elemento clave y los factores de la oferta son de primer orden (Cuadrado, 1995, p. 9).
d) Modelo Neoclásico de Crecimiento Regional. Este modelo aborda las cuestiones relativas a los determinantes en el nivel del producto, las diferencias en las tasas de crecimiento entre países y dentro de un país a través del tiempo. Enfatiza la importancia del ahorro, la tasa de inversión y la razón capital-producto determinada tecnológicamente (Harrod y Domar). Posteriormente Robert M. Solow construyó un marco de referencia contable para medir los factores determinantes del crecimiento, así como un modelo para analizar la relación entre ahorro, acumulación de capital y crecimiento económico. En este modelo, el crecimiento económico se debía en gran medida al progreso tecnológico, la tasa de cambio tecnológico determina la tasa de crecimiento del ingreso per cápita, es decir, el crecimiento del producto por persona. De manera cuantitativa se mostró que la inversión en tecnología era más decisiva para el crecimiento que otros factores, tales como inversión en mano de obra o en capital fijo, además, la tecnología debilitaba los rendimientos decrecientes. Para Solow, la función de producción tiene rendimientos constantes a escala, esto es, que al aumentar los insumos trabajo y capital en una determinada proporción, el producto se incrementa en la misma proporción.
La variable básica es la fluctuación regional (y la tasa de crecimiento) del capital per cápita, lo que determina el nivel (y la tasa de crecimiento) de la productividad de la mano de obra, de los salarios y de la renta por habitante. En condiciones de mercado, y en ausencia de fricciones o limitaciones a la movilidad, se piensa que el trabajo se desplazará desde regiones atrasadas hacia las regiones avanzadas, y el capital lo hará en dirección opuesta, ya que la tasa de rendimiento marginal suele ser mayor en aquellas regiones en que los salarios y el capital per cápita son más bajos (Cuadrado, 1995, p. 10).