Sociedad y costumbres
La sociedad actual en estas regiones que hemos agrupado bajo la denominación de la España Verde muestra una cultura rica y viva, que se sustenta en las tradiciones propias de cada región o comarca pero que ha incorporado, evidentemente, lenguajes contemporáneos. En las cuatro regiones le sorprenderá la simbiosis entre costumbres, elementos o referencias tradicionales y las formas de vida más estandarizadas o globalizadas. Tradición y modernidad, en definitiva.

En Galicia, la influencia celta y el Camino son dos aspectos de su historia que marcan profundamente la cultura y la idiosincrasia de esta región. Un tercero es, por supuesto, la lengua propia, que se ha mantenido viva durante siglos, con frecuencia apartada de la alta cultura y el poder político. La lengua es el principal eje vertebrador de la sociedad gallega. Su riquísima cultura oral ha permitido mantener vivas costumbres ancestrales y transmitir entre generaciones una memoria colectiva y una lengua. En cuanto al Camino, desde la Edad Media facilitó la penetración de las corrientes de arte y de pensamiento europeas, un hecho de especial trascendencia dada la situación geográfica extrema, casi aislada, de Galicia en el mapa de Europa. Aunque, ciertamente, también los contactos con los demás países atlánticos europeos es elemento importante en la modulación de la sociedad gallega, así como la influencia de la emigración a América a partir de la primera mitad del siglo XX.
Por otro lado, Galicia ha superado plenamente una larga historia marcada, hasta bien entrado el siglo XX, por un predominio absoluto de la población rural, un desarrollo débil de la cultura urbana, una industrialización escasa que diera pie a los movimientos sociales y políticos modernos, un caciquismo enquistado y una sociedad extremadamente enraizada en la tierra y en las viejas costumbres y supersticiones. Hoy podemos decir que ha entrado de lleno en la modernidad sin que ello haya significado una renuncia a su cultura ancestral. Junto a las expresiones culturales más vanguardistas y las formas de vida modernas podrá ver y vivir en Galicia numerosos aspectos que son herencia de su particular desarrollo cultural, desde la lengua (hoy más viva que nunca) hasta las fiestas, mitos y tradiciones, la música y los instrumentos tradicionales (la gaita, por supuesto), la artesanía, etc.

Algo similar ocurre en Asturias, aunque aquí la historia contemporánea dejó un poso algo distinto: la minería del carbón dio pie en esta región a una fuerte industrialización a partir de mediados del siglo XIX. A pesar de que siguió manteniendo un fuerte carácter rural y tradicional en muchas zonas, la industrialización supuso en general una evolución acelerada en materia económica, social y cultural. No solo con la introducción de nuevos hábitos de vida más urbanos y modernos, sino también con la implantación de corrientes políticas e ideológicas ligadas al obrerismo (socialismo, anarquismo,…), en muchos casos manifiestamente opuestas al tradicionalismo cultural y religioso. Fruto de ello, Asturias vivirá episodios de fuertes tensiones políticas, especialmente la revolución obrera de 1934 que llevó incluso a la implantación de una nueva forma de organización social y política, la denominada Comuna Asturiana, duramente reprimida por el gobierno. Todo ello fue configurando una sociedad quizás más abierta a los cambios y a la evolución, menos atenazada por el tradicionalismo que en la vecina Galicia.

También en Cantabria hay un fenómeno histórico que determina intensamente la idiosincrasia moderna de la región. Se trata en este caso del turismo, que dio aquí sus primeros pasos ya en el siglo XIX y que recibió un impulso fundamental con los famosos baños de olas del rey Alfonso XIII, aún hoy fuente de una celebración en la ciudad de Santander. Este fenómeno configuró en Cantabria una marcada dicotomía entre la tradicional vida rural en los valles del interior, entonces pobres y escasamente desarrollados, y un litoral (no solo Santander) que fue durante décadas el destino elegido por la alta sociedad española y que dio lugar a la creación de algunos paisajes urbanos de carácter elegante y aristocrático, aún hoy bien evidente. En Cantabria las manifestaciones culturales, paisajes, gastronomía y formas de vida más enraizadas con la tradición hay que buscarlas en estos valles montañeses, mientras que en el litoral, habiendo dejado ya atrás aquel carácter aristocrático y de elevado nivel económico, el turismo ha seguido en gran medida moldeando tanto el paisaje como la implantación de unas formas de vida modernas y estandarizadas.

Y finalmente, el País Vasco. Un caso único y admirable. Es difícil hallar, no solo en España sino en todo el continente europeo, un territorio donde la conservación de un patrimonio cultural propio de raíces tan antiguas haya perdurado sin conflictos con un desarrollo económico y social tan potente como el que ha vivido el País Vasco. ¿Cómo ha podido la comunidad vasca convertirse en una sociedad tan avanzada sin haber dejado atrás sus tradiciones y costumbres de origen ancestral? No es fácil responder esta pregunta. Lo primero que llama la atención, evidentemente, es la lengua. De origen aún hoy desconocido, el euskera parece haber sido el eje fundamental de la conservación de la cultura vasca en general. Una lengua que, sin embargo, ha pasado por largas etapas históricas en que quedó relegada a los espacios rurales o domésticos y fuera de los ámbitos de poder político y económico. Hoy, en su visita al País Vasco podrá apreciar que el euskera es una lengua bien viva (con un mayor o menor uso dependiendo de la zona) y con un decidido apoyo institucional.
Pero no solo es la lengua: deportes, música e instrumentos musicales, danzas, literatura oral… se mantienen igualmente vivos y en muchos casos están presentes en la vida cotidiana de los vascos. La pelota vasca, las traineras, los bertsolaris, el txistu… no son elementos del folclore que emergen una vez al año para tal o cual festividad, sino aspectos casi del día a día de la vida local. No es memoria de la tradición, sino la propia tradición perfectamente integrada en una sociedad moderna. Por tanto, podrá vivir todo esto en su visita al País Vasco, topará con ello. Y luego está la gastronomía, los pintxos, el txacolí, la sidra, las rutas del tapeo o de los vinos… tantos y tantos elementos que configuran la personalidad única de este pueblo y que forman parte de su cotidianidad.
Religión
Religión - Pelerin delante de la catedral de Santiago de Compostela.
© Robepco – Fotolia
Galicia, escribía Emilia Pardo Bazán, es el país de las ánimas. El culto del pueblo gallego a los muertos (que da lugar a algunas de las celebraciones más singulares en la región) se alimenta de la creencia religiosa cristiana de la vida eterna, pero también de ancestrales mitos y ritos precristianos. La Santa Compaña, una procesión de almas muertas o tristes, es el ejemplo más sorprendente de todo ello. Pero, de hecho, esta es una constante en la concepción religiosa de los gallegos: los celtas dejaron profundas huellas en la cultura de la zona, con sus rituales relacionados con la naturaleza. Culto a los árboles y a los animales, a las aguas y a los difuntos. Quizás por ello esta sea la región española que más relación ha tenido históricamente con la brujería. Bruxas, meigas y feiticeiras realizan amuletos contra el mal de ojo y curan enfermedades con hierbas medicinales.
Todo esto está profundamente arraigado en la concepción gallega de la religión. No deja de sorprender que en la tierra del apóstol Santiago, en el final del Camino donde ha confluido durante siglos el fervor cristiano de toda Europa, la influencia de la cultura pagana sea aún tan intensa. Incluso en las celebraciones, como en el conjuro de maleficios con el rito de la queimada que ya realizaban los celtas.
La mitología gallega de origen más ancestral se hace patente en el culto de sus gentes a los montes, como el Pico Sacro (cerca de Santiago), a las grandes piedras como las de Queiroás en Allariz, a las aguas como las de las Burgas de Ourense, a los ríos como el Miño, padre de Galicia y a orillas del cual nace la lengua gallega, a las fuentes como las de Santa Marina de Aguas Santas, a los caminos como el de Santiago que señala la Osa Menor y a ciertos lugares mágicos que ocultan tesoros y donas.
No es este un fenómeno único de Galicia, aunque allí se pueden encontrar sus expresiones más evidentes. También en Asturias y Cantabria, en sus ámbitos rurales más tradicionales abunda la mitología popular de origen pagano que el cristianismo a duras penas ha sabido asimilar. Conviven. En Asturias, las adivías son parecidas a las brujas: son vecinos o vecinas de los pueblos a los que se atribuye la capacidad de hablar con los muertos y de tener facultades premonitorias respecto a la muerte; es solo un ejemplo de cuan cerca está la mitología asturiana de la gallega, de la fuerte influencia celta precristiana en la región. Hay muchos más casos: las bruxas, los diablecos, las guaxas… la lista de seres mitológicos, creencias y supersticiones es larguísima también en Asturias. Y, como en Galicia, conviven con un cristianismo perfectamente enraizado. En Cantabria, por ejemplo, en algunas aldeas montañesas las anjanas no han sido sustituidas por santos y vírgenes, y se le siguen atribuyendo ciertas buenaventuras a esta hada buena.
En muchas zonas del País Vasco no solo la romanización fue débil, sino que ello implicó una cristianización sorprendentemente tardía: se sabe de ciertos asentamientos paganos al pie del monte Aralar ¡aún en el siglo XIII! No es de extrañar, pues, que un pueblo que ha sabido conservar su lengua y tantos rasgos de su cultura ancestral propia, también mantenga ciertos vínculos con un pasado religioso precristiano, aunque ciertamente se trate de una antiquísima mitología hoy ya muy poco presente en la vida espiritual o en las costumbres de la ciudadanía.
Arte y cultura
Los mejores recuerdos
Es difícil traerse de vuelta a casa un pulpo a feira, unas langostas u otras exquisiteces gastronómicas que haya disfrutado. Pero siempre se puede aprender a cocinar una merluza a la sidra o a hacer una quesada pasiega (vea las recetas del capítulo «Cocina de la región»), y presentarlas en un bonito plato de porcelana de Sargadelos o en una mesa decorada con Oleiros. Si se siente tentado por las compras más clásicas, no olvide visitar las tiendas de Oviedo, Gijón, Santander o San Sebastián. Encontrará extraordinarias creaciones en ropa o zapatos, a precios a veces muy interesantes.
Cesta gourmet. Pero no tiene por qué descartar todo el capítulo gastronómico. Comenzando por los quesos: no olvide abastecerte del tetilla, el queso de formas sugerentes que encontrará en Galicia, de un cabrales asturiano, un queso de nata recuerdo de su paso por Cantabria o un idiazábal en el País Vasco. Y puesto que no hay buen queso sin buen vino, recuerde traerse vinos de las
Rías Baixas, tintos o blancos, o alguna botella de
txacolí; sin descartar alguna botella de sidra. Y para alegrar algún plato, guarde un rinconcito para los pimientos... de Padrón, y para unas anchoas de Santoña.
Artesanía local. Las que les sugerimos a continuación son algunas interesantes propuestas para poder huir de los recuerdos
Made in China. Un cuchillo de Asturias. Después de ver el trabajo de estos grandes expertos en acero de Damasco en la comarca de Taramundi, podemos afirmar que se equivocaría si no considerara la posibilidad de comprar allí algún cuchillo. Más aún sabiendo que un solo euro intercambiado ya es garantía contra cualquier maldición en esa zona. Mire también los bolsos de cuero, otra especialidad local de Asturias.
Encajes de Camariñas. Deben comprarse en la propia localidad de Camariñas, o también en las tiendas o mercados de Santiago. Podrá escoger desde el objeto más simple, como un pañuelo, hasta bonitas blusas y adornos de mesa... encontrará lo que busca.
Joyas de azabache. En Santiago o en Oviedo, verá magníficos ejemplos de estos trabajos realizados con
azabache en los aparadores de todas las joyerías. Los hay de todos los precios. Y también piense en las famosas
cigüas (manos negras), los amuletos de azabache.
Zuecos de madera decorados (abarcas). Se realizan en el valle del Saja-Besaya, en Cantabria. Si va allí, aproveche la oportunidad para adquirir otros objetos, como lecheras
(
jermosos) o tazones
(
cocinas). También las encontrará en Galicia y en Asturias, aunque con sus matices.
Porcelana de Sargadelos o cerámica de Oleiros. Los diseños de Sargadelos, esta verdadera institución gallega, son diversos, algunos particularmente minimalistas, y se adaptan a cualquier casa. También los objetos realizados en Oleiros, para cocinar o decorar.
En el País Vasco, el objeto más original de la artesanía local es la
makila, un bastón que oculta una punta de acero dentro de su pomo, donde suele grabarse el nombre del propietario, lo que lo convierte en un objeto único. Tradicionalmente es ofrecido de padre a hijo como regalo honorífico. También puede optar por las alpargatas o la boina y el lino vasco.
Arquitectura
SAINT-JACQUES DE COMPOSTELLE - Santiago de Compostela.
© Alamer – Iconotec
El patrimonio prerrománico situado en los alrededores de Oviedo le transportará a lo que se ha denominado el arte prerrománico asturiano, del siglo IX, una refinada y original arquitectura resultante de la mezcla de técnicas romanas, visigodas, carolingas y bizantinas. Las dos joyas principales que debe visitar se hallan al pie del monte Naranco; son las iglesias de San Miguel de Lillo, el «milagro vertical», y Santa María del Naranco. En Oviedo puede observar la Cámara Santa de la catedral o la iglesia de San Julián de los Prados, a las afueras.Ya más avanzada la Edad Media, la arquitectura cisterciense es particularmente destacable en Galicia. El patrimonio románico, por supuesto, está representado principalmente por la mítica catedral de Santiago. A principios del período románico, la peregrinación a Santiago de Compostela acabó redibujando el paisaje de la región con la construcción de numerosos edificios religiosos (iglesias y hospitales). Otros ejemplos de interés, en diferentes zonas de Galicia, son los monasterios de San Martiño de Mondoñedo y San Estevo de Ribas de Sil, o la colegiata de Santa María del Sar. Pero el románico está presente, con ejemplos de gran valor, en toda la España Verde, con el monasterio de Santo Toribio de Liébana como principal ejemplo en Cantabria, el de Santa María de Valdediós en Asturias o el de Santa María de Estíbaliz en Álava. La arquitectura tradicional. Desde los pazos gallegos, que requieren una visita, hasta las mariñas de Gijón, pasando por los numerosos hórreos, gallegos o asturianos, o los caseríos vascos, en estas regiones del norte peninsular se despliega toda una diversidad de hábitats tradicionales. El modernismo ha dejado su huella en muchas ciudades, pero sobre todo en Ferrol, donde el Mercado de Ucha, un magnífico mercado de pescado construido en 1923, es un fabuloso ejemplo; también la plaza del Mercado de Avilés es uno de los puntos culminantes de la arquitectura modernista de hierro. Verá aportaciones modernistas por el centro de Gijón, con obras de Miguel García de la Cruz, el arquitecto de la ciudad, y Rubio Bellver, cuyo estilo puede hacer pensar en el de de Gaudí. Aunque para ver realmente una obra del genial arquitecto catalán hay que ir a la localidad cántabra de Comillas para conocer El Capricho. También los ensanches de Bilbao y San Sebastián están repletos de interesante elementos modernistas. La arquitectura contemporénea merecería por sí sola un viaje a estas regiones. Con la Ciudad de la Cultura, un edificio deconstructivista que corona la montaña de Gaiás, en Santiago de Compostela, con el Centro Niemeyer de Avilés, que domina la ría, o con los edificios vanguardistas de A Coruña, todos ellos cubiertos de cristal. También el Palacio de Festivales de Cantabria y el Centro de Arte Botín en Santander. Y, por supuesto, está el Guggenheim, en Bilbao, quizás el exponente más emblemático de toda esta arquitectura vanguardista. Tampoco hay que perderse, en la Rioja alavesa, el increíble edifico del hotel Marqués de Riscal, obra de Frank Gehry. Artesanía
El arte del encaje es la especialidad tradicional de Camariñas. Este pequeño pueblo situado en la Costa da Morte es, en efecto, la meca de los encajes de bolillos manejados por las palilleiras, que alcanzaron su apogeo en los siglos XVII y XVIII. Se utilizaban hilos de lino, que se podían encontrar en abundancia en Galicia. Afortunadamente, esta tradición no se ha perdido y está encontrando nuevos seguidores en las generaciones más jóvenes. El encaje tiene su propio museo, que puede visitarse para completar el recorrido por la localidad. La cerámica de Oleiros ocupa un lugar importante en esta localidad del norte de la provincia de A Coruña. Es la capital de la alfarería y la cerámica gallegas, donde se elaboran las famosas Olas, con su forma redonda y su color amarillo claro, así como toda una gama de artículos de cocina. Podrá comprarlos directamente a los artesanos o admirar las mejores creaciones en el museo que tienen dedicado en Oleiros. Cada año se organiza en esta localidad una gran feria sobre el tema, a principios de agosto. El trabajo del azabache también es muy característico de la artesanía gallega y asturiana. El azabache es un carbón fosilizado, extraído en Asturias y luego trabajado en los talleres de Santiago de Compostela para crear joyas o amuletos. Lamentablemente, el museo que desde 2004 tenía dedicado en Santiago, cerca de la plaza de Cervantes, tuvo que cerrar sus puertas en junio de 2013 debido a la retirada de las subvenciones que le permitían funcionar. Centro de artesanía de Taramundi. Creado en 1980 por el gobierno de Asturias a partir del patrimonio existente, permite ver todo tipo de artesanos trabajando, extremadamente hábiles en su oficio. Hay talleres especializados en la molienda de la harina, el tejido y también en la herrería. El taller de Juan Carlos Quintana, que es particularmente renombrado, merece una visita. Pero no es el único. Pero como la artesanía está relacionada con los trabajos más comunes, principalmente en las zonas rurales, podemos encontrar objetos en cualquiera de los mercados que se celebran a lo largo de la cornisa Cantábrica: albarcas y otros utensilios de madera en Cantabria, Asturias y Galicia, cestas de diferentes hechuras y estilos, según los husos, como los cuévanos empleados en Cantabria para transportar todo tipo de mercancías, txapelas y zapias en el País Vasco.
Arte moderno
Moda y creación. Galicia es la cuna de muchos grandes diseñadores de moda, al frente de los cuales, por supuesto, está Adolfo Domínguez. Tras haber pasado por Londres y París, abrió su primera tienda en 1981 y se dio a conocer fuera de España vistiendo a los actores de la serie Miami Vice. Recibió la Aguja de Oro del Ministerio de Cultura como reconocimiento a su contribución a la cultura y a la creación artística. Hoy en día, es el presidente de una compañía con 600 tiendas en todo el mundo. En este vivero de diseñadores de moda que parece ser Galicia, especialmente la provincia de Ourense, encontramos también a Roberto Verino, una de las figuras más destacadas. Él también pasó por París y también fue premiado con la aguja roja. Sus modelos se venden en todo el mundo y desfilan en París y Milán. En esta misma línea, podemos incluir a Antonio Pernas. Tras haber diseñado uniformes para la marina, abrió su primera tienda en Ourense y hoy ya tiene más de veinte en toda España y cuatro en el extranjero. Luchó para que los estudios de moda se integraran en los planes de estudio de las universidades públicas. Como consecuencia, o coincidencia, el campus de Pontevedra ofrece actualmente un curso de postgrado en moda. Estos son los precursores, seguidos actualmente por un nutrido grupo en el que destacan nombres femeninos como Montserrat Álvarez, Elena Ferro, Marta Anastasia Formentera, Patricia Casás o Rosa Corredoira. ¿Suficiente para asegurar que estas figuras de la moda puedan ser reemplazadas? Pero antes y como precursor de todos ellos, no podemos olvidarnos de Balenciaga, que nació en Getaria en 1895. Cristóbal Balenciaga es el mayor diseñador de moda español de todos los tiempos, y sus creaciones de alta costura vistieron a personajes como Grace Kelly, Greta Garbo, Jackie Kennedy, la reina Fabiola de Bélgica... Para disfrutar de sus creaciones y poner su obra en valor, se puede visitar su museo en Getaria.
Galerías de arte. La Fundación La Caixa hace un gran esfuerzo para promover el arte contemporáneo. Esto se puede ver en la Fundación Centro Cultural La Caixa en la calle Cantón Grande, en A Coruña. En un edificio llamado popularmente La Ola por los coruñeses, la fundación ofrece un seguimiento bastante regular de las últimas tendencias del arte contemporáneo. Cuando llegue a la ciudad, infórmese sobre su programa: siempre es interesante. Su vecina, la Fundación Pedro Barrie de la Maza, es otra referencia en este campo, con una programación deliberadamente de vanguardia. Pero la principal pinacoteca de la España Verde, por nombre, es el Museo Guggenheim inaugurado en Bilbao en 1997 y que expone piezas de la colección del museo homónimo de Nueva York. El museo, diseñado por Frank O. Ghery, ha dado una nueva vida e imagen a la ciudad, y es uno de los responsables del crecimiento de la imagen de Bilbao.