El principio de laicidad es un eje fundamental sobre el que se desarrollan las relaciones Iglesia-Estado en las sociedades democráticas contemporáneas. Sin embargo, un trasfondo ideológico pretende erradicar el factor religioso de todo espacio público.
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El colorante laicista presenta los procesos seguidos por el laicismo para erigirse como doctrina dominante y ser la única voz autorizada en la configuración socio-política actual. Al mismo tiempo, otras voces -entre ellas, la católica- reclaman el derecho de intervenir en la vida pública, más aún cuando las propuestas parecen afectar a la libertad y a la dignidad de la persona. El debate está abierto, y exige conocer qué está realmente en juego.