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- ¿Los Amos del Cielo? - Al no estaba acostumbrado a oír aquella expresión, si bien la conocía -.
- Sí, les gusta que los llamen así - aclaró Faruq dejando entrever un gesto de mofa -. También son los Señores de la Luz, los Redentores o, si tienes la ocasión de dirigirte a ellos en persona, cosa que deberías evitar, los buenos hermanos. Para muchos simplemente son Ellos.
- Para mí siempre han sido el Enemigo - atajó el teniente -, aunque para otros son los innombrables.
- Es curioso, ya casi nadie los llama guiberiones, el nombre con el que se dieron a conocer en un principio.
De aquello hacía ya demasiado tiempo, tanto que casi nadie lo sabía con exactitud. Una época remota, posiblemente anterior a los abuelos de los abuelos de los que entonces vivían, en la que aquellos que terminaron teniendo tantos nombres se presentaron como los mejores amigos de las potencias de antaño. Habían venido desde muy lejos para ayudar a preservar el orden establecido e impedir que nuestra civilización colapsara ante la gran crisis mundial que se avecinaba. Nos entregarían su prodigiosa tecnología a cambio de encontrar refugio en nuestro mundo, pues decían ser proscritos injustamente perseguidos.
Resultaba difícil saber qué ocurrió exactamente, pues los registros del pasado se perdieron en su mayor parte en la indecible devastación que sobrevino al inicio de la Guerra. Muchos decían que los innombrables embaucaron a los poderosos de entonces, sellando así la perdición de todos. Otros aseguraban que fueron esas mismas élites las que nos abocaron al desastre, cegadas por sueños de ambición y codicia desmedidos, y que el Enemigo únicamente aprovechó la oportunidad de ocupar su lugar asestando un golpe letal en el momento preciso. En realidad para alguien como Al conocer la verdad de lo sucedido no importaba demasiado, si todo obedeció a un plan meticulosamente trazado siglos atrás por poderosas inteligencias no humanas o si simplemente fue el azaroso devenir de la Historia. Sea como fuere el resultado no variaba y a él, como a tantos otros, le tocó sobrevivir a sus consecuencias. No podía permitirse el lujo de entregarse a disertaciones, destinaba la mayor parte de sus energías a mantenerse con vida un día tras otro.
- Tengo muchas preguntas que haceros, pero descuidad, todas están relacionadas con el viaje - el teniente siempre se guiaba por su sentido práctico -.
- Y todas serán respondidas a su debido tiempo - le hizo saber Faruq -. Aunque no necesariamente por nosotros. Te dejaremos en buenas manos, Kassim y su gente ya han hecho esto otras muchas veces.
- Me llama la atención que digas nosotros cuando tú has sido el único que ha hablado - miró a los demás, enfrentando especialmente la penetrante mirada de un solo ojo de la anciana negra. Acto seguido quiso dirigirse a ella -. Tú por ejemplo, ¿quién eres?
- No necesitas saber quién soy, tan solo da gracias por el hecho de que esté dispuesta a ayudar a alguien como tú - replicó la mujer con hostilidad y empleando el inlingua -.
Al no supo cómo tomárselo ¿Era una advertencia para que no volviera a dirigirle la palabra o había algo en él que la irritaba de verdad?
- Este hombre es imprudente, nadie va a creer que procede de Sudáfrica - ahora la anciana se dirigió a Faruq -. Ha cambiado a la lengua prohibida sin tomar la menor precaución, si hace eso en cualquier otro sitio más le valdrá ser tan bueno matando como presuponemos. Aunque al final ni tan siquiera eso servirá.
- Es un recién llegado amiga mía - repuso éste también en inlingua -. Debemos darle la oportunidad de adaptarse.
- ¿Cuál es el problema? - Al persistía en el uso de su idioma materno -.
- La primera y más importante de todas las lecciones que has de aprender es ésta, a partir de ahora bajo ningún concepto vuelvas a emplear la lengua prohibida - le hizo saber Faruq sin volver a usar el inglés -.
El teniente no era estúpido y lo captó al instante. Bien sabía que de no seguir esas instrucciones podía buscarse problemas con extrema facilidad, aunque por otra parte regresar al inlingua era todo un fastidio y la verdad era que no se le daba especialmente bien.
- Vosotros u… usado conmigo mi propia lengua, por eso yo hablado en ella.
- Y tú confiadamente has continuado la conversación como si nada - replicó Faruq -. No vuelvas a hacer una cosa así aunque alguien vuelva a dirigirse a ti en tu propia lengua, porque casi con toda seguridad se tratará de una trampa para intentar descubrirte. En este continente ya son pocos los que la hablan y en un hombre blanco como tú resultaría más sospechoso que en ningún otro. Llevas la frase “soy un maldito agente de enlace aliado” escrita en la frente, así que hagamos todo lo posible por borrarla ¿Lo comprendes?
- Sí, perfectamente ¿Más consejos?
- Sabes lo básico, los detalles restantes te los facilitarán Kassim y los suyos - y antes de que Al abriera la boca su interlocutor interrumpió -. Sé que hay muchas más dudas, pero no nos necesitarás a nosotros para resolverlas. Aunque no lo creas en cierta forma te acompañaremos en tu viaje, será como un aliento para tu ánimo, te guiará, te dará fuerzas y te protegerá en la medida de lo posible de la mirada de El Ojo. Ahora descansa unos días antes de la partida, aquí estarás igualmente seguro porque tampoco pueden verte.
Las palabras resultaban enigmáticas, como casi todo en aquel hombre. No obstante dejaban entrever ciertas cosas, como que sus sospechas al respecto no eran infundadas. Aquella gente era mucho más de lo que aparentaba.
- ¿Ocasión habrá de hablar más contigo? - inquirió no sin torpeza -.
- Lamento decirte que no - le hizo saber Faruq -. No es que nos resultes antipático o desagradable, por mucho que alguno de los presentes haya dado esa impresión - inevitablemente se giró hacia su compañera -. Lo que ocurre es que nos vemos obligados a permanecer en constante movimiento, por seguridad, imagino que lo entenderás. Pronto nos marcharemos y será como si nunca hubiéramos existido. Nadie, ni siquiera Kassim con el que tanto hemos colaborado, ha de saber cuál es nuestro próximo destino. Así ha de ser para que todo funcione como es debido.
- Comprendo.
- ¡Pero vamos, disfruta un poco del descanso, ni tan siquiera has probado tu té! - lo apremió entonces -.
Al tomó un pequeño sorbo, ya se había enfriado y no quería ser descortés. Así que dejando el vaso dijo:
- Gracias, muy dulce para mí. Lo mío otras cosas - e incorporándose añadió -. Si nada más decir prefiero marchar para descanso. En barco mal dormía y ahora ya muy cansado. Gustaría dormir. Gracias, gracias.
- Disculpado estás - sonrió Faruq -. Descansa bien y reponte, aquí podrás comer cuanto desees y estrenar ropas nuevas que te resultarán mucho más cómodas y útiles que esos harapos que ahora llevas encima. Puede que la cocina local te resulte un tanto exótica, pero te puedo asegurar que es muy saludable. Te acabará gustando.
“Es imposible que sea peor que la bazofia que nos daban cuando servía en Alaska. Y eso que podíamos sentirnos afortunados, otros ni comían”, no pudo evitar pensar el teniente. Y así se fue despidiendo, mientras retrocedía saludando y sonriendo torpemente, como si considerara un insulto darle la espalda a aquel cuarteto ¿Por qué dos de ellos ni tan siquiera se habían dignado a decir una palabra? Suponía que no porque fueran mudos, si bien tampoco tenía una respuesta clara. No supo por qué, pero mientras abandonaba la estancia no dejó de sentirse ciertamente insignificante, hasta se diría que inferior a todos ellos. Y eso era algo que no tenía nada que ver con sus ropas de vagabundo, sucias y desgastadas como estaban al no haber tenido la ocasión de cambiarlas en toda la travesía.
- ¿Qué opinión os merece en realidad? - habló finalmente el otro hombre vestido al estilo de las gentes del desierto, una vez Al hubo desaparecido -.
- No es más que un asesino - respondió la mujer -. Alguien así es muy útil para realizar trabajos sucios, que es a lo que se dedicaba cuando estaba en Norteamérica. A pesar de eso lo tendrá realmente difícil para llegar hasta Argel, no digamos ya a Europa. No se pueden emplear blancos como agentes de enlace, es demasiado descarado. Lo habitual es que manden a afroamericanos, tal y como los llaman, asiáticos o incluso a hispanos. Pero un blanco… nos exponemos demasiado. Si lo relacionan con nosotros habrá complicaciones.
- Mucho tiempo llevamos haciéndole el trabajo a los aliados mientras ellos miran hacia otro lado como el que no quiere preguntarse quién diablos ayuda a su gente a cruzar el océano y llevarla a destino - expresó Faruq -. De una u otra forma han de saber que estamos detrás de esto aunque no quieran reconocerlo oficialmente ¿Quién sabe?, quizá envíen blancos para probar hasta dónde alcanza nuestra destreza.
- Tampoco se los puede culpar a ellos de todo - opinó el hombre negro, uno de los que tampoco había hablado hasta ahora. Y dirigiéndose directamente a Faruq añadió -. Tu gente no ha hecho demasiado por establecer un contacto formal y no será porque no lleváis mucho tiempo entre nosotros.
- Eso es algo que no se puede hacer siguiendo los procedimientos a los que la Alianza está acostumbrada - replicó él -. De actuar así haríamos precisamente lo que los guiberiones siempre han querido que hagamos, mostrarnos para que les resulte más sencillo acabar con nosotros.
- De todas formas es el momento, una nueva candidata pronto se revelará y deberá entregarse a las fuerzas aliadas antes de hacer su ofrecimiento. Tarde o temprano habrán de implicarse en nuestros planes quieran o no quieran. Aunque quizá nos rechacen tal y como ya ha sucedido en otras ocasiones.
- Si en el pasado nos rechazaron, Wadie, fue por miedo. Miedo a los cambios que están por venir - aclaró Faruq al compañero que iba ataviado igual que él -. Pero como bien dices es el momento, tengo depositadas muchas esperanzas en esta nueva candidata.
- Querrás decir en tú candidata - añadió la mujer remarcando el pronombre personal posesivo -. Aunque te ocupaste de ella personalmente no es la primera mentaith que enviamos.
- Esperemos que sea la última, pues de los errores se aprende y con ella tal vez lleguemos donde otras no pudieron.
La anciana tuerta le lanzó una mirada incendiaria con su único ojo útil. Era como si el comentario la hubiera ofendido en cierto modo.
- No te confundas, de verdad espero que ésta sea la definitiva - dijo -. Pero de ser así no atribuyas todo el mérito a tu labor y a lo que esa jovencita sea capaz de hacer. Antes que ella otras muchas abrimos camino y hemos sacrificado nuestras vidas en esta empresa que parece no acabar nunca. Yo he envejecido en la lucha y ni tan si quiera sé si llegaré a ver el final.
- Ningún mal ha de durar eternamente querida amiga - puntualizó Faruq en tono apaciguador -. Perdona si he dado la impresión de menospreciar vuestro sacrificio, al igual que tú llevo tanto tiempo implicado que ya me resulta difícil separar el deber de los sentimientos y afectos personales.
- Llevas librando esta batalla desde mucho antes que cualquiera de nosotros, hermano - aceptó de esta manera ella las disculpas -. Salvo quizá Wadie, que también estaba en esto antes de que yo sangrara por vez primera.
Éste hizo una leve reverencia en señal de agradecimiento y, mirando a Faruq, le hizo saber:
- Volvamos al tema del enlace americano, sé lo que estás pensando.
- Oh sí, supongo que coincidiréis conmigo en que su inlingua es espantoso, otros que hemos recibido parecían más preparados - ante la obviedad no hacía falta comentario alguno y dejaron que prosiguiera -. Sólo se maneja bien en la lengua prohibida porque apenas ha empleado ninguna otra durante toda su vida, así que el destino que deberíamos recomendar a la gente de Argel está bien claro. Que lo envíen a las Islas Británicas, más concretamente a la zona del frente, a Edimburgo. Al menos allí el idioma no supondrá ningún hándicap y además tal vez podamos emplearlo indirectamente para nuestros propósitos.
- ¿Estás seguro de lo que dices? - el tal Wadie dudaba -. No parece más que un bruto, no sé si será el más apropiado.
- ¿Vosotros qué opináis? - solicitó Faruq -.
- Podría ser tan bueno a tan malo como cualquier otro - indicó el hombre negro -. De todas formas no soy la persona más adecuada para decidir sobre esas cuestiones. Estoy aquí para servir igualmente de enlace.
Después de meditar unos segundos la anciana dio su veredicto.
- Ese hombre tiene las manos manchadas de sangre y el corazón repleto de veneno. Tiempo atrás tomó la decisión de no entregarse a causa alguna, de preocuparse únicamente de sí mismo, de entrada no parece alguien de fiar. Sin embargo en su interior he visto algo más, hay dolor, un dolor inconmensurable. Se podría decir que aceptó este destino para salvar el pellejo, a primera vista eso parece porque de haber permanecido en su país, o mejor dicho en lo que queda de él, habría terminado convirtiéndose en un hombre perseguido. Sabía demasiadas cosas y es alguien de recursos, lo que automáticamente lo convertía en un sujeto peligroso. Ese peligro se desvanece al enviarlo a la otra parte del mundo en un viaje sin retorno, pues todos los enlaces saben que lo es. Ha aceptado el destierro sin cumplir con los requisitos que se exigen a otros en su misma situación, en cierto modo es como si lo considerara una penitencia con la que lavar sus muchos pecados. Tal vez no crea en el dios de la cruz, pero toda una vida escuchando su mensaje deja un poso indeleble en la conciencia de cualquiera.
- ¿Qué pretendes decir? - quiso saber Wadie -.
- Pues sencillamente que, aunque no estoy segura, tal vez sí sea el apropiado. Sabemos que la nueva candidata está en Escocia y, si por casualidad llegaran a encontrarse, de alguna forma podría sernos útil.
- Deberías saber, querida amiga, que somos auténticos maestros en eso de provocar casualidades - afirmó Faruq no sin sonreír -. Sin ánimo de parecer presuntuoso predigo un encuentro antes o después y podemos condicionar a ese hombre sin que se dé cuenta para que esté preparado. Todavía tenemos tiempo de hacerlo antes de marcharnos.
- En realidad tampoco es tan difícil - aseguró su compañero -. El teniente McDonnahugh no será consciente de nuestra pequeña manipulación hasta que no llegue el momento. Entonces, sólo entonces, tomará su decisión. Esperemos no equivocarnos.
- Aquí hay algo que no entiendo - intervino de nuevo el hombre negro -. Por lo que he oído ibais a enviar a alguien ¿Acaso no está ya de camino?
- Claro que lo hemos enviado amigo mío - repuso Faruq -. Pero uno más no vendrá nada mal. De hecho ella va a necesitar toda la ayuda que seamos capaces de ofrecerle, porque la tarea a la que se enfrenta es algo que nadie puede afrontar en solitario. Un desafío como ese sobrepasa todo lo imaginable y aun así ella lo aceptó sin dudarlo.
- Lo aceptó porque confía plenamente en ti y es demasiado joven como para ser consciente de lo que significa - replicó la anciana casi a modo de reproche -. Con el dolor aprenderá el verdadero significado del camino que ha emprendido.
- Es una mentaith y ha convivido con el dolor desde que tiene uso de razón - dijo convencido Faruq -. Está preparada.
- No, te equivocas - concluyó ella -. Nadie puede estar preparado para algo así.
Capítulo III
La primera vez que oí hablar de las arcas de los derámicos era poco más que un mocoso que aún mojaba la cama. Todo sonaba tan fantástico, tan difícil de creer… y sin embargo parecía ser cierto (…). Como a menudo suele suceder la realidad poco tiene que ver con la (ciencia) ficción; nada de naves espaciales o platillos volantes. La única similitud se encontraba en esa capacidad, ciertamente mágica para la mayoría de nosotros, de viajar a través del espacio interestelar burlando las leyes físicas conocidas. Un logro extraordinario si pensamos que estamos hablando de algo no muy distinto a unos simples microbios venidos a más, o al menos eso es lo que dicen (…).
Y decían que las arcas de los derámicos eran como fabulosos asteroides autopropulsados, totalmente macizas por dentro. La esencia de aquellos seres impregnaba su interior como un imperceptible manto, viajando aletargada hasta llegar a destino. Así fue como los náufragos accidentales de una época increíblemente remota terminaron convirtiéndose en auténticos navegantes de las estrellas. Porque Navegantes les llamaron y ese habría de ser el nombre por el que iban a ser conocidos a partir de entonces.
De los Archivos Generales del Blaker
(Subsección IX, tomo 116)
Fragmento de un diario fechado aproximadamente
hacia finales del siglo XXI
(según el calendario antiguo).
Autor desconocido.
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