- -
- 100%
- +
Misná: colección de discusiones rabínicas en cuanto a la interpretación de la ley de Moisés; la Misná forma una parte importante del Talmud judío.
Talmud: colección de sesenta y tres libros (incluso la Misná) que contiene la ley judía civil y canónica, con base en las interpretaciones de las Escrituras.
Parece que muchos fariseos habían sido escribas, y es posible que algunas referencias del Nuevo Testamento a «los escribas» se refieran a los escribas que eran fariseos (cf. Mr. 2:16; Lc. 5:30; Hch. 23:9). Lo mismo probablemente sea cierto de los «intérpretes de la ley» de quienes nos enteramos de vez en cuando (cf. Mt. 22:35; Lc. 11:45); ellos eran expertos en la ley (es decir, Torá) y de esa manera probablemente fueran fariseos. Muchos fariseos eran líderes de sinagoga, y a algunos se les decía «rabinos», es decir, maestros (cf. Mt. 23:6-8). Jesús (a quien también se le llamaba «rabí») probablemente tuviera más en común con los fariseos que con cualquier otro grupo judío de su época, lo cual podría explicar por qué la mayoría de sus argumentos fueron con ellos: tenían lo suficiente en común como para hacer posible un debate. El apóstol Pablo fue educado como fariseo y siguió considerándose fariseo, incluso después de que llegara a ser misionero para Cristo (véase Fil. 3:5).
ley: «la ley de Moisés» o cualquier regulación que el pueblo judío entendía que delineaba la fidelidad a Dios en relación con el pacto que Dios había hecho con Israel.
Los saduceos
Los saduceos probablemente hayan sido el grupo judío más poderoso de la época. Son menos prominentes en nuestras historias de los Evangelios porque parece que ellos estaban centrados en Jerusalén, y Jesús pasa la mayor parte de su tiempo en Galilea (pero véase Mr. 12:18-23). Parece que ellos controlaban el sistema del templo y frecuentemente dominaban el Sanedrín, el organismo rector judío. El sumo sacerdote y los sacerdotes principales, de quienes nos enteramos en el Nuevo Testamento, probablemente hayan sido saduceos. Los fariseos y los saduceos eran capaces de cooperar entre sí en asuntos de interés común, pero estaban divididos por una variedad de asuntos teológicos y políticos. Por ejemplo, se dice que los saduceos no creían en la vida después de la muerte y que eran escépticos de las historias no bíblicas en cuanto a los ángeles y demonios. Solamente consideraban el Pentateuco (los primeros cinco libros de nuestro Antiguo Testamento) como Escrituras sagradas y veían los demás libros, que los judíos y cristianos ahora consideran Escrituras, simplemente como escritos religiosos.
sacerdotes: en el judaísmo del Segundo Templo, la gente autorizada para supervisar el sistema sacrificial en el templo de Jerusalén; estrechamente relacionados con los saduceos.
En tanto que los fariseos eran maestros que hacían énfasis en la Torá y las sinagogas, parece que los saduceos estaban más dispuestos que los fariseos a acomodarse en cuanto a asuntos políticos, siempre y cuando el templo y el sistema sacrificial pudieran continuar sin cesar. (Para una comparación de los fariseos y los saduceos entre sí, véase el cuadro 2.3; véase también la historia en Hch. 23:6-9.)
Cuadro 2.3
Los fariseos y los saduceos
Fariseos Saduceos Generalmente de clase media Mayormente de clase superior Base de poder fuera de Jerusalén Base de poder en Jerusalén Relacionados estrechamente con la sinagoga Relacionados estrechamente con el templo Principalmente maestros y eruditos Principalmente sacerdotes Comprometidos teológicamente con mantener la relación de Israel con Dios a través de la obediencia a la ley Comprometidos teológicamente con mantener la relación de Dios a través del sistema de sacrificios Aceptaban como Escrituras la mayor parte de lo que los cristianos llaman «Antiguo Testamento» Aceptaban solamente la Torá (el Pentateuco) como Escrituras Creían en la resurrección de los humanos a la vida después de la muerte No creían en la resurrección a la vida después de la muerte Reconocían la existencia de seres espirituales, como los ángeles y demonios Eran escépticos de las creencias en cuanto a los distintos seres espirituales Eran considerados moderados socialmente, que objetaban la imposición de la autoridad romana, pero no abogaban por las revueltas armadas en contra del poder romano Eran considerados conservadores socialmente, que buscaban la colaboración con las autoridades romanas, de maneras que asegurasen su propio lugar en el statu quo Fariseos prominentes: Shammai (interpretaciones estrictas de la ley), Hillel (interpretaciones más indulgentes de la ley) Saduceos prominentes: Caifás y Anás, identificados como sumos sacerdotes durante la vida de Jesús En el Nuevo Testamento, discuten con Jesús por asuntos de la ley, pero se les relaciona solamente de manera periférica con la trama para ejecutar a Jesús En el Nuevo Testamento, ellos son los principales arquitectos de la trama para ejecutar a Jesús Los antepasados principales del judaísmo moderno Desaparecen de la historia después de la desastrosa guerra judía con Roma 66-73 e. c.Los esenios
Los esenios eran separatistas ascetas que vivían en comunidades privadas. Probablemente han de relacionarse con el grupo que vivía en el desierto de Qumrán y que conservó la biblioteca que ahora se conoce como los Rollos del Mar Muerto. Los esenios abogaban por leyes alimenticias estrictas y otros senderos rigurosos hacia la santidad, incluso, para algunos de sus miembros, el compromiso con el celibato; también practicaban baños rituales y comidas sagradas similares a los sacramentos cristianos del bautismo y la eucaristía. Adoptaron creencias mesiánicas y abrigaban ideas apocalípticas acerca del juicio inminente y la liberación divina. Los esenios no se mencionan nunca en el Nuevo Testamento, y no hay indicación segura de que cualquier personaje del Nuevo Testamento supiera de ellos o tuviera algún contacto con ellos. Sin embargo, a los eruditos les gusta comparar y contrastar las creencias y prácticas esenias con las del cristianismo. En particular, Juan el Bautista ha sido evaluado a la luz de esto: al igual que los esenios, vivía en el desierto, demandaba un arrepentimiento radical y bautizaba a la gente. Es imposible saberlo con seguridad, pero la mayoría de los eruditos hoy día no encuentra ninguna prueba directa para sugerir que Juan fuera esenio (o que alguna vez lo hubiera sido), pero pudo haber sido influenciado por algunas de sus ideas.
asceta: estricto o severo religiosamente, en especial en cuanto a la abnegación o renuncia de los placeres mundanos.
ideas apocalípticas: ideas influenciadas por un pronóstico pesimista para el mundo en general, combinadas con una perspectiva optimista de un remanente favorecido, que será rescatado del mundo maligno a través de algún acto inminente de intervención divina.
Los zelotes
Los zelotes eran judíos radicales opositores de Roma, que abogaban por la rebelión armada en contra de las fuerzas romanas. Entre ellos estaban los sicarii, asesinos que portaban cuchillos, que se mezclaban entre las multitudes y apuñalaban a los judíos sospechosos de colaborar con los romanos. En última instancia, los zelotes y sus simpatizantes serían los responsables de dirigir a los judíos a una guerra desastrosa en contra de Roma en 66-73 e. c. Probablemente no se mencionen en el Nuevo Testamento en sí, aunque uno de los discípulos de Jesús se llamaba «Simón el zelote» (el término simplemente podía significar «Simón el fervoroso»). Los zelotes quizá no aparezcan como una fuerza organizada en Palestina, sino hasta unos cuantos años después de la época de Jesús.
Los herodianos
Los herodianos eran una coalición política de judíos que apoyaban a la familia y dinastía de Herodes, e incluía a muchos líderes romanos que gobernaban varias áreas de Palestina en diversas épocas. En el Nuevo Testamento dice que colaboraron con los fariseos para hacer tropezar a Jesús políticamente y para establecer las bases para hacer que lo desterraran o destruyeran (véase Mr. 3:6; 12:13).
Cuadro 2.4
Cita de la Misná
Sobre tres cosas se sostiene el universo:
sobre la Torá,
sobre el culto,
y sobre la caridad.
—Misná, Padres (Abot) 1:2
Carlos del Valle, La Misna, Edición preparada por Carlos del Valle, (Editora Nacional: Madrid, 1981).
Los samaritanos
Los samaritanos vivían principalmente en Samaria, la región situada entre Judea (donde estaba Jerusalén) y Galilea (donde Jesús vivió y llevó a cabo la mayor parte de su ministerio; véase el mapa 1.2). Ellos afirmaban que eran el verdadero Israel (los descendientes de las tribus «perdidas» que fueron llevadas al cautiverio asirio alrededor de 722 a. e. c.) y que los judíos representaban a un grupo de disidentes que había iniciado cuando Elí estableció un santuario rival en Silo (véase 1 S. 1:3). Los samaritanos tenían su propio templo en el monte Gerizim y afirmaban que era el santuario original; consideraban el templo de Jerusalén como un santuario secundario, construido por los heréticos (véase Jn. 4:19-22). No aceptaban nada como Escritura aparte del Pentateuco (los primeros cinco libros de la Biblia), y tenían su propia versión del Pentateuco, que difería en puntos clave del de los judíos (p. ej., uno de los Diez Mandamientos afirma que se debe adorar al Señor solamente en el monte Gerizim). Los samaritanos afirmaban que su versión del Pentateuco era la original y que los judíos habían falsificado el texto producido por Esdras durante el exilio babilonio.
Según los judíos, los samaritanos no eran hijos de Israel en absoluto; más bien, eran descendientes de colonos extranjeros que los asirios habían llevado a la tierra después de la conquista en 722 a. e. c., en el mejor de los casos, la descendencia de Israel que habían abandonado sus tradiciones y se habían casado con extranjeros. Los líderes religiosos tanto judíos como samaritanos enseñaban que era incorrecto tener cualquier contacto con el grupo opuesto. Idealmente, los judíos y los samaritanos no debían ingresar al territorio de los otros, ni siquiera hablarse los unos a los otros. Sin embargo, durante el período del Nuevo Testamento, Samaria estuvo bajo el gobierno romano y los romanos no reconocieron a Samaria ni a Judea como países separados; simplemente los agruparon (junto con Idumea) como un reino con un solo gobernante. El historiador judío romano Josefo narra numerosas confrontaciones violentas entre los judíos y los samaritanos a lo largo de la primera mitad del siglo I.
En el Nuevo Testamento, a Jesús frecuentemente se le representa con una actitud compasiva, por no decir amistosa, hacia los samaritanos: sorprende a una mujer samaritana al tener una conversación con ella (Jn. 4:3-26), e incluso señala a samaritanos individuales como buenos ejemplos para que sus seguidores los sigan (Lc. 10:30-37; 17:11-19). El libro de Hechos indica que algunos samaritanos llegaron a ser cristianos (Hch. 8:5-17).
Los gentiles
Los gentiles también eran prominentes en Palestina en esta época. Grandes cantidades de romanos, griegos y persas se habían trasladado al área y establecido allí, contribuyendo a la urbanización de áreas que tradicionalmente eran rurales. En efecto, las dos ciudades más grandes de Galilea en la época de Jesús eran Tiberias y Séforis, pero no se dice que Jesús alguna vez hubiera visitado alguna de ellas. A medida que viaja por la zona rural, demuestra una preferencia obvia por las aldeas, y evita completamente los grandes centros urbanos, donde vivía la mayoría de los gentiles. Las actitudes judías hacia los gentiles variaban: entre los fariseos, se narra que el rabí Shammai había adoptado una intolerancia hacia los gentiles, en tanto que se dice que el rabí Hillel había sido más conciliador. La evidencia en cuanto a Jesús es mixta (para una actitud negativa hacia los gentiles, véase Mt. 6:7; 10:5; 18:17; 20:25-26; para una actitud positiva, véase Mt. 8:5-13). Incluso Pablo, que dedicó la última parte de su vida a llevar la salvación a los gentiles, parece que no siempre pensó muy bien de ellos (véase, p. ej., Ro. 1:18-32).
gentil: persona que no es judía.

Figura 2.2. El templo de Jerusalén. El templo era el centro de adoración y vida religiosa del pueblo judío. Este modelo exhibe el edificio y sus patios externos como se veían en la época de Jesús. La plaza externa estaba abierta para toda la gente, pero al complejo amurallado en el centro de la plaza solamente los judíos podían entrar. El edificio alto en el centro es la parte interior del santuario, o «lugar santísimo», al que podían entrar solamente los sacerdotes designados en ocasiones concretas. (Craig Koester)
La actitud de los gentiles hacia los judíos también fue un poco variada. El antisemitismo era alto, con muchos gentiles (incluso los que vivían en Palestina) que abiertamente odiaban a los judíos y despreciaban su cultura, costumbres y religión. Pero también hubo una buena cantidad de gentiles que se sentían atraídos hacia la religión judía. De particular interés para el estudio del Nuevo Testamento son aquellos gentiles que se les llamaba «temerosos de Dios». Los temerosos de Dios eran medio convertidos: gentiles que adoptaban la teología, adoración y moral judía, pero no seguían las leyes rituales de pureza, que consideraban como específicas para los judíos étnicos. Se les permitía asistir a las sinagogas, pero típicamente no eran circuncidados (lo cual habría constituido una conversión completa y los habría hecho «judíos»). Con el tiempo, estos temerosos de Dios llegaron a ser candidatos de primera clase para la conversión al cristianismo (véase Hch. 10:1-2).
temerosos de Dios: gentiles que simpatizaban con la teología y moral judía.
Los efectos del helenismo en el mundo del Nuevo Testamento
El «helenismo» se refiere ampliamente a la influencia de la cultura griega, que era prominente en el Imperio romano (o en lo que a veces se llama el mundo grecorromano). Durante el período del Nuevo Testamento, se decía que la gente judía en todo el mundo estaba «helenizada» porque habían sido influenciados en mayor o menor grado por la cultura de Grecia y Roma.
Las influencias helenistas incluían asuntos culturales sencillos. Por ejemplo, mucha gente judía de la época, incluso Jesús y sus discípulos, habían adoptado la práctica griega de reclinarse en una mesa para comer (es decir, comían recostados, sobre cojines en el suelo). Por supuesto, el grado de helenismo variaba; en algunos casos se había adoptado, en tanto que en otros casos se había rechazado. Josefo, el historiador judío romano, narra un ejemplo extremo de la influencia helenista que dice que, en algunas ciudades, los jóvenes judíos pagaban para que les hicieran operaciones quirúrgicas en sus penes, para que cuando los vieran desnudos haciendo ejercicios en el gimnasio, pareciera que eran incircuncisos; aparentemente, la circuncisión estaba pasada de moda, y los varones judíos no querían que los gentiles los ridiculizaran. En el otro extremo, algunos judíos rechazaban hostilmente cualquier cosa que pareciera venir del helenismo, buscaban aislarse del mundo secular y denunciaban prácticas sociales aparentemente inocentes como ejemplos de infección pagana.
paganos: gentiles no convertidos; los judíos y los cristianos frecuentemente los relacionaban con la idolatría, el politeísmo, las creencias religiosas erradas y un estilo de vida inmoral.
Las influencias helenistas eran evidentes en Palestina, pero eran más prominentes en la «diáspora». Este término (que significa «dispersión») se refiere a los judíos que vivían fuera de la tradicional tierra natal de Palestina. Algunos judíos de la diáspora eran descendientes de gente judía que no había vuelto del exilio babilonio. Muchos otros eran judíos que descubrieron que la Pax Romana les permitía emigrar y vivir libremente en otra parte. Lo hacían por una variedad de razones: oportunidades de negocios, educación o un simple deseo de ver más del mundo. Pero debido a que los judíos de la diáspora frecuentemente estaban lejos de Jerusalén (en efecto, muchos no vieron nunca la ciudad), el sistema del templo perdió un poco de su prominencia y significado para ellos. Los judíos de la diáspora tendían a acudir a las sinagogas en lugar del templo para sus necesidades religiosas, con el resultado de que, con el tiempo, los rabinos llegaron a ser más importantes que los sacerdotes, y la obediencia a la Torá era más prioritaria que ofrecer sacrificios (que se permitía solamente en Jerusalén).
rabinos: maestros judíos, muchos de los cuales tenían discípulos o seguidores; estrechamente asociados con los fariseos.
Los efectos del helenismo también se sintieron de otra manera muy práctica: el hebreo dejó de ser el idioma principal del pueblo judío. Fue casi olvidado en la diáspora y tendía a usarse solamente en los servicios religiosos en la misma Palestina. El idioma común para Jesús y otros judíos palestinos fue el arameo. De esa manera, en Palestina se usaban ampliamente las paráfrasis de las Escrituras llamadas «tárgumes». Fuera de Palestina, el idioma común de los judíos de la diáspora era el griego, el idioma en el que se escribirían todos los libros del Nuevo Testamento. En efecto, mucho antes del tiempo de Jesús, durante el siglo III a. e. c., las Escrituras judías se habían traducido al griego. Esta traducción griega de la Biblia Judía se llama la «Septuaginta» (la palabra significa «setenta», y la abreviatura común de la Septuaginta es «LXX», el número romano para setenta). ¿Por qué ese nombre? Según la leyenda, la traducción fue hecha por setenta (o setenta y dos) eruditos quienes, al trabajar independientemente, produjeron setenta (o setenta y dos) traducciones idénticas. La Septuaginta se usaba ampliamente en toda la diáspora y también parece que se usó en muchas partes de Palestina. Notablemente, la mayoría de los autores del Nuevo Testamento citan la Septuaginta en lugar de traducir de la Biblia hebrea cuando hacen referencia a algo que se dice en las Escrituras.
La Septuaginta contenía quince libros adicionales, escritos en griego en los años después de que se escribieran las Escrituras hebreas (lo que los cristianos generalmente llaman el «Antiguo Testamento»). A estos libros adicionales, los cristianos protestantes frecuentemente los llaman «apócrifos», aunque once de ellos los católicos los clasifican como «escritos deuterocanónicos». Su condición como Escrituras fue disputada entre los judíos en la época de Jesús, así como ocurre hoy día entre los cristianos. En el Nuevo Testamento, los apócrifos nunca se citan como Escrituras, pero Pablo y otros autores parece que sí habían leído algunos de estos libros y los consideraban favorablemente en sus enseñanzas.
El helenismo también aportó un aumento generalizado de sincretismo religioso. A medida que las poblaciones se mezclaban, las ideas religiosas se iban intercambiando. Por ejemplo, algunas personas judías llegaron a creer en la inmortalidad del alma, la idea de la filosofía griega de que cada persona tiene un alma que sigue viviendo después de que su cuerpo muera. Hay material en las Escrituras judías que podría interpretarse como apoyo a esa opinión, aunque no se había entendido de esa forma previamente.
sincretismo: la combinación o fusión de distintas creencias, y perspectivas religiosas o culturales.
Otras tendencias de la religión judía se amplificaron y modificaron a través del sincretismo judío. Aquí damos un breve vistazo a tres.
La teología de la sabiduría
La teología de la sabiduría llegó a ser más popular que antes. La tradición de la sabiduría de Israel se enfocaba menos en la verdad revelada divinamente (los profetas declaraban palabra del Señor que frecuentemente iba en contra del pensamiento humano) y más en el sentido común (la verdad que se obtiene a través del conocimiento general de la vida y la condición humana). Hay una buena cantidad de material de sabiduría en las Escrituras judías (en libros como Proverbios, Job y Eclesiastés), y los judíos helenistas quizá encontraron una teología basándose en este material que estuviera en consonancia con la vida en un mundo secular, orientado más en la filosofía. En el Nuevo Testamento, la influencia de la teología de la sabiduría es evidente en las enseñanzas de Jesús (véase Mt. 5-7) y en los escritos de algunos de sus seguidores (véase especialmente la Carta de Santiago).
El dualismo
El dualismo pasó a primera plana como un aspecto más prominente de la perspectiva religiosa. El dualismo refleja la tendencia a separar los fenómenos en categorías pronunciadamente opuestas, con poco espacio para algo intermedio. Por ejemplo, una perspectiva dualista tiende a materializar el «bien» y el «mal» como realidades dentro de la naturaleza. La religión judía originalmente se había resistido al dualismo extremo, haciendo énfasis en que toda la gente y las naciones tienen tendencias tanto buenas como malas. Sin embargo, en el mundo del Nuevo Testamento encontramos que ha llegado a ser común pensar que hay «gente buena» y «gente mala» en el mundo (cf. Mt. 5:45; 13:38), y que también hay espíritus buenos (ángeles) y espíritus malos (demonios). Además, la religión judía tradicional le había atribuido prácticamente todo el poder a lo que era bueno, a lo que se derivó del Dios todopoderoso y justo que gobernaba sobre todos. El impulso dualista le concedía mucho más poder a Satanás. De esa manera, en el Nuevo Testamento descubrimos que los cristianos influenciados por el judaísmo helenista han llegado a ser tan dualistas que en realidad se refieren a Satanás como «el dios de este mundo» (2 Co. 4:4; cf. Lc. 4:6; Jn. 14:30; 1 Jn. 5:19).

Figura 2.3. Torá. La cultura helenista valoraba la belleza, el honor, la fortaleza y la aceptación del destino, pero en la mentalidad tradicional judía no había nada más precioso que la Torá: la revelación de la voluntad de Dios que era más dulce que la miel y que se deseaba más que el oro (Sal. 19:10). (Randy Zucker)
El apocalipticismo




