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Tercera etapa: Composición de los Evangelios
Los escritores de los Evangelios compilan sus libros, y se inspiran tanto en la tradición oral como en las primeras fuentes escritas para formar narraciones de la vida y obra de Jesús.
Cuarta etapa: Conservación de los manuscritos
La gente hace copias de las narraciones del Evangelio y las distribuyen.
Quinta etapa: Traducción
Los eruditos traducen copias de las narraciones del Evangelio a otros idiomas, que incluyen, con el tiempo, el nuestro.
Sexta etapa: Recepción
En las ediciones modernas de los Evangelios, escuchamos o leemos de lo que Jesús dijo e hizo.
Segundo, había cristianos en el siglo II que comenzaron a producir escritos nuevos y a atribuirlos a la gente que había pertenecido al círculo original de testigos apostólicos. En prácticamente cada caso, estos escritos nuevos eran versiones que imitaban los libros que habían sido escritos en el siglo I: alguien escribía una carta que promovía ideas gnósticas y afirmaba que era una carta de Pablo recién descubierta; alguien más escribía un evangelio que presentaba a Jesús como un seguidor importante del gnosticismo y afirmaba que era una obra de uno de sus doce discípulos recién descubierta. Estos libros siguieron produciéndose hasta buena parte del siglo IV. Sus anacronismos e idiosincrasias hacen que las atribuciones ficticias de autoría sean fácilmente obvias hoy día, pero la producción de esos escritos sí ocasionó confusión entre los cristianos de los primeros siglos.
Por esa razón, el problema doble: por un lado, la mayoría de las iglesias cristianas querían usar solamente aquellos escritos que pudieran estar razonablemente relacionados con la tradición apostólica; por otro lado, querían usar todos los escritos que estuvieran relacionados con esa tradición, no solo los que encajaban con las preferencias ideológicas de algún maestro en particular. De esa manera, para el final del siglo II comenzaron a aparecer listados que especificaban qué escritos se pensaba que satisfacían esos criterios. Según esos listados, llega a ser evidente que la mayoría de los escritos que ahora se encuentran en nuestro Nuevo Testamento eran aceptados universalmente como testigos confiables de la tradición apostólica. Sin embargo, a siete libros les resultó difícil obtener esa aceptación: Hebreos, Santiago, 2 Pedro, 2 Juan, 3 Juan, Judas y Apocalipsis. No tenemos ningún indicio de que estos libros alguna vez fueran denunciados o rechazados directamente, pero parece que los líderes eclesiásticos más cautelosos fueron renuentes a considerarlos a la par con los otros (es decir, como obras que debían ser consideradas como Escrituras). Sin embargo, con el tiempo surgió un consenso, y para inicios del siglo V, el canon de nuestro Nuevo Testamento actual de veintisiete libros estaba bien establecido.
Dos conclusiones en cuanto al canon de los escritos del Nuevo Testamento serían aceptadas por la mayoría de los eruditos hoy día. Por un lado, todos los libros de nuestro Nuevo Testamento actual son libros que fueron encontrados compatibles con lo que llegó a considerarse como «cristianismo apostólico»: hay ciertos asuntos básicos de fe en los que parece que hablan con unanimidad. Por otro lado, la selección de los escritos canónicos no fue estrecha, que eliminara la diversidad de opinión: los veintisiete escritos del Nuevo Testamento presentan una amplia variedad de puntos de vista, incluso posturas que a veces son difíciles de reconciliar. En efecto, si todos los autores de estos escritos se hubieran reunido en un solo salón en un momento y tiempo determinado, es casi seguro que ellos habrían discutido entre sí muchos asuntos que han seguido siendo de interés para los cristianos a lo largo de los siglos. En pocas palabras, los escritos del Nuevo Testamento demuestran una unidad básica, pero también una diversidad extraordinaria.
Cómo estudian los eruditos el Nuevo Testamento
El campo académico del estudio del Nuevo Testamento se ha desarrollado en una disciplina que abarca distintos enfoques y emplea una variedad de métodos.
La crítica textual
Los críticos textuales analizan los diversos manuscritos del Nuevo Testamento que se han conservado a través de los siglos y los comparan, los fechan y emplean diversas técnicas para determinar cuáles son los más confiables. Su meta es reconstruir lo que los manuscritos originales probablemente decían, y también observan las «variantes de un texto» cuando una o más de las copias que se han hecho a través de los años dicen algo distinto. Las variantes de texto significativas, a veces, se observan en las notas al pie de página en las Biblias en español (p. ej., véase la nota al pie de página de Mt. 10:3 en la NTV, que indica que al discípulo de Jesús que se llama «Tadeo» se le llama «Lebeo» en algunos manuscritos).
variante: en la crítica de texto, otra interpretación de un texto, apoyada por algunos manuscritos.
La arqueología
Los arqueólogos excavan las ciudades antiguas y otros sitios importantes del mundo del Nuevo Testamento, y han descubierto una enorme cantidad de pruebas físicas que proporciona información de contexto para interpretar estos textos. También han descubierto documentos antiguos de este período. Los hallazgos más importantes son la biblioteca de los Rollos del Mar Muerto, que nos dice mucho de la diversidad de la religión judía del siglo I, y la biblioteca gnóstica Nag Hammadi, que nos dice mucho de la diversidad del cristianismo primitivo.
La crítica sociológica
Los eruditos examinan el Nuevo Testamento con perspectivas y herramientas que se derivan de las ciencias sociales, como el campo de la sociología. Prestan atención a varios asuntos que caracterizaban al mundo social del Imperio romano durante la era del Nuevo Testamento: el fenómeno de la Pax Romana; las migraciones de la diáspora del pueblo judío; la ocupación militar de Palestina y un sistema económico que prácticamente eliminó la clase media, dejó a poca gente rica y pobres a casi todos los demás. Los eruditos del Nuevo Testamento que están especializados en sociología examinan los escritos del Nuevo Testamento para ver cómo se tratan los efectos de estos fenómenos sociales.
La antropología cultural
La antropología cultural, que se deriva de las ciencias sociales, busca entender lo que ocurre en determinada cultura por medio de la comparación con lo que se sabe de otras culturas. Los antropólogos culturales estudian asuntos como las relaciones familiares, las estructuras de poder, los roles establecidos en función del sexo, los sistemas económicos y las estrategias para la educación. En cuanto al Nuevo Testamento, ellos han analizado los códigos de pureza que definían lo que la mayoría de la gente consideraba que era «puro» e «impuro» y el sistema de valores sociales que hizo que la gente valorara la adquisición de honra por encima de todo lo demás.
La crítica histórica
La «crítica histórica» se ha usado a veces en los estudios del Nuevo Testamento como un término genérico para aquellos planteamientos que se enfocan en las circunstancias de la composición del texto (p. ej., la crítica de las fuentes, la crítica de las formas, la crítica de la redacción [todas se discuten a continuación]) a diferencia de la «crítica literaria», que abarca planteamientos que se enfocan en la interpretación del texto que ahora tenemos enfrente (p. ej., la crítica narrativa, la crítica retórica, la crítica de la recepción, la crítica ideológica [también se discuten a continuación]). Sin embargo, en un sentido estricto, la «crítica histórica» se refiere a las formas en las que un historiador puede usar el Nuevo Testamento para aprender acerca de la historia. Los historiadores (ya sean cristianos o no) ven a Jesús, a Pablo y a otras figuras del Nuevo Testamento como personas importantes e interesantes, y entienden que el surgimiento del cristianismo es uno de los desarrollos más significativos de la historia humana. De esa manera, usan el Nuevo Testamento como un recurso para entender las vidas y circunstancias de estas personas y para reconstruir los acontecimientos que ocurrieron concernientes a ellas.
La crítica de las fuentes
La disciplina de la crítica de las fuentes intenta desplazarse detrás de los textos del Nuevo Testamento para postular hipótesis en cuanto a los materiales que los autores bíblicos pudieron haber usado al componer sus documentos. Pablo habla de una liturgia cristiana primitiva en 1 Corintios 11:23-26 y parece que incorpora un himno cristiano en su carta a los filipenses (véase Fil. 2:6-11). Al parecer los autores de nuestros cuatro Evangelios también poseían algunos materiales escritos en los que se inspiraron cuando escribieron sus libros (véase Lc. 1:1). Los críticos de las fuentes tratan de identificar estos materiales y a veces, incluso, tratan de reconstruirlos.
La crítica de las formas
La disciplina de la crítica de las formas busca clasificar distintos materiales que se encuentran en el Nuevo Testamento, de acuerdo al género o tipo literario («forma») y sacar conclusiones pertinentes a la interpretación, con base en estas clasificaciones. Se pueden distinguir distintos tipos de material: genealogías, parábolas, historias de milagros, discursos, himnos, credos, proverbios y muchos más. El fruto de esas investigaciones se hará obvio en este libro cuando consideremos «Tipos de material en los Evangelios» (en el cap. 5) y «La estructura o formato típico de una carta» (en el cap. 11). Los críticos de las formas generalmente están interesados en identificar el sitz im Leben («situación en la vida») en que cada uno de estos tipos de literatura habría encajado, lo cual implica ciertas suposiciones en cuanto a propósito: una broma podría emplearse para entretener, mientras que una oración podría emplearse para adoración. Los críticos de las formas han practicado su disciplina en conjunto con la crítica de las fuentes, pero con la visión de discernir las fuentes orales que están detrás de los textos del Nuevo Testamento.
La crítica de la redacción
La crítica de la redacción, que se usa principalmente en los estudios de los Evangelios, trata de determinar las intenciones particulares de los autores del Nuevo Testamento al analizar cómo ordenaron y editaron su texto fuente. La disciplina típicamente involucra dos métodos: (1) el análisis de la composición considera cómo están ordenadas diversas unidades dentro del libro en particular, el orden o ubicación de las unidades individuales, la secuencia del material y la organización general del libro; y (2) el análisis de la enmienda considera las alteraciones que el autor del Evangelio probablemente haya hecho en el texto fuente: adiciones, omisiones y otros cambios que revelan las prioridades y preferencias del autor. Para los resúmenes de los análisis de la crítica de la redacción de los Evangelios de Mateo y Lucas, véase el cuadro 6. 2 y el cuadro 8.2.
análisis de la composición: el estudio de cómo las unidades están organizadas en un libro particular, orden o ubicación, secuencia y arreglo estructural.
análisis de la enmienda: el estudio de las alteraciones que el autor probablemente hacía al texto fuente, adiciones, omisiones y otros cambios que revelan las prioridades y preferencias del autor.
La crítica de la narrativa
La crítica de la narrativa, que también se usó principalmente con los Evangelios (y el libro de Hechos), se inspira en la comprensión del análisis literario moderno, para determinar los efectos particulares que se espera que las historias bíblicas tengan en sus lectores.
Al igual que en la crítica de la redacción, la crítica de la narrativa se interesa en tratar cada libro por sí solo y en tratar de discernir lo que es característico en él, pero en tanto que la crítica de la redacción se enfoca en su composición (la forma en que el autor organizó y editó el material), la crítica de la narrativa se enfoca en la recepción (cómo se espera que la obra impacte o afecte a los lectores). La crítica de la narrativa frecuentemente analiza un Evangelio de la forma en que los críticos literarios interpretan una historia corta: le ponen atención a la forma en que avanza la trama, en que los personajes se desarrollan, la forma en que se presenta o resuelve el conflicto y la forma en que las características de la retórica, como el simbolismo y la ironía, afectan la percepción del lector de lo que está ocurriendo.
La crítica de la retórica
El foco de la crítica de la retórica está en las estrategias empleadas por los autores bíblicos para cumplir propósitos particulares. Los críticos de la retórica se interesan no solo en el punto que una obra quiere aclarar, sino también en la base en la que ese punto se establece (los tipos de argumentos o pruebas que se usan): a veces se cita la evidencia externa o documentación; a veces se nombra a un personaje confiable para el autor; en otras ocasiones se apela a las emociones o sentido de lógica del lector.
La crítica de la recepción
El acercamiento a los textos del Nuevo Testamento conocido como crítica de la recepción se enfoca en la forma en que los lectores han entendido y podrían entender el texto, quienes los emplean de diferentes maneras y en diversos contextos. Típicamente, a los críticos de la recepción les interesa la «polivalencia», es decir, la capacidad de que cualquier texto signifique cosas diferentes para personas distintas. La mayoría de los críticos de la recepción se interesan en explorar la forma en que los lectores contribuyen al proceso de interpretación, les dan su propia perspectiva y presuposiciones a los textos y los leen a la luz de eso. Por ejemplo, analizan cómo los factores de la ubicación social (edad, sexo, nacionalidad, condición económica, etc.) inevitablemente afectan las formas en que los lectores emplean los textos y ayudan a determinar lo que creen que esos textos significan. Un tipo de crítica de la recepción conocido como Wirkungsgeschichte («historia de la influencia») busca documentar y explicar cómo determinados textos se han leído a lo largo de la historia, cómo se han usado en las discusiones teológicas, en la liturgia, en la predicación, en el arte y en otras formas de recepción, tanto académica como popular.

Figura 3.2. Estudiantes de las Escrituras. La inclinación cristiana a estudiar las Escrituras de una manera académica y seria se deriva del judaísmo. Los rabinos judíos establecieron primero los estándares para la interpretación de las Escrituras, muchos de los cuales todavía se respetan hoy día. En las casas judías, la instrucción en las Escrituras puede comenzar en la niñez; en efecto, muchos niños judíos aprenden hebreo para entender mejor la Biblia. (Bridgeman Images)
Las críticas ideológicas
Hay una cantidad de enfoques al Nuevo Testamento, un poco relacionados con la crítica de la recepción, que buscan explorar la forma en que estos escritos podrían interpretarse cuando se leen desde perspectivas ideológicas particulares. Las diferentes críticas feministas exponen lo que los distintos libros o pasajes quieren decir cuando se leen desde un punto de vista feminista. Un campo relacionado interpreta los textos desde una perspectiva específica de las mujeres afroamericanas, y un campo en desarrollo llamado «crítica mujerista» hace lo mismo desde la perspectiva de las mujeres latinoamericanas. La «crítica poscolonial» resalta las interpretaciones desde las perspectivas de la gente marginada y oprimida en el mundo, especialmente de Asia, África o América Latina. Estos enfoques y otros similares (marxista, jungiano, etc.) buscan presentar interpretaciones que otros eruditos pudieron pasar por alto debido a las limitaciones de sus propias perspectivas ideológicas, generalmente no reconocidas. Ellos también hacen preguntas en cuanto a las perspectivas ideológicas de los mismos autores bíblicos, y buscan exponer suposiciones ideológicas que puedan ser inherentes en los textos producidos en culturas y contextos particulares.
La deconstrucción
El enfoque a los textos llamado «deconstrucción» es más bien un modo extremo de interpretación que surgió a finales del siglo XX y llegó a ser popular con eruditos influenciados por la filosofía posmoderna. Trata de demostrar que todas las interpretaciones propuestas son constructos ideológicos que no tienen ninguna afirmación objetiva de legitimidad. El proceso de interpretación inevitablemente favorece ciertas posibilidades a expensas de otras. De esa manera, los eruditos posmodernos frecuentemente sostienen que la interpretación revela más acerca del intérprete que del texto, y emplean el método de la deconstrucción para demostrar que las interpretaciones propuestas de cualquier texto determinado dependen del criterio subjetivo: pueden ser interpretaciones correctas desde un punto de vista en particular, pero cualquier cantidad de otras interpretaciones tendrían que considerarse como igualmente válidas. Desde la perspectiva posmoderna, el significado en cualquier sentido absoluto es inalcanzable. Aun así, los intérpretes pueden «jugar» con los textos, y eso puede valer la pena si aprenden cosas de sí mismos y de otros intérpretes en el proceso. De manera positiva, la deconstrucción frecuentemente resalta posibilidades olvidadas para el significado bíblico y hace preguntas en cuanto a por qué no se han explorado más completamente esos enfoques.
filosofía posmoderna: el enfoque relativista a la vida y pensamiento que niega los absolutos y la objetividad.
Exégesis y hermenéutica
Los eruditos bíblicos a veces hacen una distinción entre exégesis y hermenéutica. El primer término, exégesis, se refiere al estudio académico de la Biblia, con un énfasis en la explicación propiamente dicha de los textos; los enfoques académicos descritos anteriormente implican el uso de los métodos exegéticos. El segundo término, hermenéutica, se refiere más ampliamente a la reflexión filosófica en el proceso de interpretación, incluso la consideración de preguntas en cuanto a cuál debe ser la meta de la interpretación, y a las diversas formas en que los pasajes bíblicos pueden considerarse significativos o acreditados. ¿Debe estudiarse el Nuevo Testamento como una colección de documentos históricos para determinar qué revelan acerca de los orígenes de la religión cristiana? ¿Debe analizarse y evaluarse por sus cualidades estéticas y artísticas? ¿Debe abordarse como un recurso para el desarrollo de dogmas religiosos? ¿Debe estudiarse (académicamente) como Escrituras, como un libro que revela los propios pensamientos de Dios? Y, si así fuera, ¿qué significa eso? Una persona puede creer que el Nuevo Testamento es la palabra inerrante de Dios; otra puede considerar que contiene libros que retienen las marcas tanto de inspiración divina como de falibilidad humana. Claramente, la interpretación del Nuevo Testamento puede verse afectada por las distintas suposiciones hermenéuticas que los intérpretes hacen en cuanto a estos escritos.
Uno de los errores más comunes que comenten los estudiantes cuando son nuevos en el campo de los estudios bíblicos académicos es asociar los métodos exegéticos particulares con posturas hermenéuticas específicas. He aquí algunos ejemplos: (1) el estudiante lee un libro de un arqueólogo que afirma proporcionar prueba de que ciertas historias bíblicas son fácticas y correctas, por lo que el estudiante llega a la conclusión de que los eruditos que quieren demostrar la exactitud de las narraciones bíblicas típicamente usan la arqueología; (2) el estudiante lee un libro de un crítico de la redacción que afirma que los autores de los Evangelios editaron su texto fuente de maneras que revelaban que tenían motivos inconsecuentes y opuestos, por lo que el estudiante llega a la conclusión de que los eruditos que quieren hacer énfasis en puntos contradictorios de las Escrituras típicamente usan la crítica de la redacción; (3) el estudiante lee un libro de un crítico de la retórica que sostiene que el argumento de Pablo en una carta en particular es tan persuasivo que todos deben aceptarlo hoy día, por lo que el estudiante llega a la conclusión de que los eruditos que quieren animar a los lectores a aceptar lo que los autores bíblicos enseñaron como válido para nuestra época típicamente usan la crítica de la retórica; y (4) el estudiante lee un libro de un crítico de la narrativa que considera que los Evangelios son cuentos ficticios, por lo que el estudiante llega a la conclusión de que los eruditos que no creen que los Evangelios dan relatos exactos históricamente de los acontecimientos del siglo I típicamente usan la crítica de la narrativa.
Todas estas conclusiones son falsas. Todos los métodos exegéticos y las disciplinas académicas descritas anteriormente son utilizados por personas que funcionan con suposiciones e intereses distintos. Los métodos en sí son simplemente herramientas que se emplean con propósitos muy distintos, por personas con actitudes y metas diferentes. El estudiante principiante debe ser cuidadoso de no evaluar la legitimidad o el valor de un método con base en una exposición limitada a su uso. Adicionalmente, la mayoría de los eruditos usan estos métodos, combinándolos entre sí; ellos examinan un texto con un enfoque para responder un conjunto de preguntas y usan otro enfoque para responder un conjunto distinto de preguntas. Usan un método un día y otro método el día siguiente.
Conclusión
Los escritos del Nuevo Testamento no solo se leen; se estudian. De hecho, probablemente sea seguro decir que estos libros han sido investigados más cuidadosamente y analizados con más detenimiento que cualquier otro escrito de la historia. El campo académico de los estudios del Nuevo Testamento ha llegado a ser una disciplina que abarca muchos enfoques distintos y emplea una variedad de métodos. Algunos eruditos están más interesados en las preguntas históricas; dependen de la arqueología para reconstruir los escenarios en los que se escribieron los libros del Nuevo Testamento, y sacan provecho del entendimiento de la sociología, de la antropología cultural y de otras disciplinas para entender lo que se reporta dentro del contexto del mundo antiguo. Otros eruditos tienden a estar más interesados en comprender los mensajes que los libros transmiten o en los efectos que los mismos esperan tener en sus lectores, por lo que dependen más de los métodos que analizan las características retóricas y literarias de los textos. Y, por supuesto, muchos eruditos del Nuevo Testamento están interesados en los asuntos teológicos, por lo que estudian estos escritos a la luz de los intereses específicos ideológicos y doctrinales. En un sentido general, los distintos enfoques metodológicos al Nuevo Testamento se pueden comparar a las llaves en un aro: las distintas llaves abren puertas diferentes y conceden acceso a distintas clases de conocimiento. Es difícil saber al principio qué puertas uno quiere abrir. Por consiguiente, el mejor consejo para los intérpretes bíblicos incipientes generalmente es este: Traten de obtener un juego de llaves tan completo como sea posible.




