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«¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva!» (Mr. 1:27).
«¿Por qué habla este así?» (Mr. 2:7).
«¿Quién es este?» (Mr. 4:41).
«¿De dónde sacó este tales cosas?» (Mr. 6:2).
Todos esos versículos proceden de solamente un libro: el Evangelio de Marcos. Entonces, a medida que esta historia continúa (en Mr. 8:27-28), Jesús les pide a sus discípulos que respondan a esta pregunta: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Y luego les pide que respondan otra pregunta: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?». Con todo, la tarea académica puede ser aprender acerca de cómo varios autores, historiadores y teólogos del Nuevo Testamento identifican a la persona e importancia de Jesús. Pero la mayoría de los estudiantes finalmente terminan queriendo responder las preguntas por sí mismos.

Manolis Grigoreas
5
Los Evangelios
Piense en los dibujos, pinturas y otras fotos de Jesús que haya visto. ¿Cómo lo representan? ¿Qué le atrae a usted? ¿Hay fotos que en realidad le gustan o le disgustan? ¿Por qué?
¡No tiene que buscar ejemplos muy lejos! Este libro contiene una amplia variedad. Por ejemplo, en el último capítulo hay un retrato de Jesús que intenta lograr realismo y trata de describir al hombre como en realidad pudo haber sido. Y luego hay ejemplos de obras de arte que van por otro camino; intencionalmente, presentan a Jesús de maneras que ayudan a la gente contemporánea a relacionarse con él. Estos artistas no tratan de ser literales; quieren pintar a Jesús «como lo vemos hoy día».
A medida que comenzamos nuestro estudio de los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento, puede ser útil pensar que los libros proporcionan «retratos de Jesús», y es posible que usted desee pensar un poco la pregunta de qué clase de retrato se proporciona. ¿Se esforzaron los autores del Evangelio en describir a la persona y obra de Jesús con una exactitud precisa, literal e histórica, o estaban más interesados en presentar a Jesús de una manera que lo haría pertinente para una audiencia proyectada? No se sorprenderá al escuchar que los eruditos no concuerdan en este punto, pero la discordia puede ser exagerada. Muy pocos eruditos sostendrían que los escritores del Evangelio no tenían interés en la representación históricamente exacta, y prácticamente ninguno negaría que le dieron forma a sus relatos de Jesús de maneras que resaltarían su importancia para sus lectores. La pregunta es si un interés dominó al otro.
Podemos seguir adelante con esta analogía porque «la reconstrucción histórica versus la pertinencia contemporánea» es solamente un asunto que considerar. Observe los cuadros de Jesús y encontrará obras que exhiben a Jesús en términos muy espirituales, mirando hacia el cielo, con un halo sobre su cabeza; otras veces se ve como cualquier otro hombre, como «uno de nosotros». Algunos artistas lo representan como gentil y tierno, con un corderito en su pecho o con niños en su regazo. Pero eso no se parece mucho al Jesús que les gritó a los fariseos («¡Camada de víboras!») o que sacó a los cambistas de dinero del templo. Las preguntas que los artistas enfrentan inevitablemente son estas: «¿Cuál Jesús quiero presentar? ¿Qué aspectos de su persona multifacética quiero enfatizar?».
De igual manera, cada uno de los cuatro Evangelios presenta un retrato de Jesús que es distinto a los otros tres. Cerca del final del siglo II (como cien años después de que se escribieron los Evangelios), Ireneo, obispo de Lyon, sugirió que los Evangelios fueran simbolizados por las cuatro «criaturas vivas» que se mencionan tanto en Ezequiel 1:4-14 como en Apocalipsis 4:6-8. Esto llegó a ser una práctica estándar en el arte cristiano a lo largo de los siglos. A Mateo se le representa como hombre, a Marcos como león, a Lucas como buey y a Juan como águila. De esa manera, la iglesia reconoció desde el principio que cada Evangelio era único.
La tentación para los lectores de la Biblia es combinar los cuatro retratos para obtener un cuadro de Jesús tan completo como sea posible. Pero hacer eso nos hace perder la imagen particular que cada escritor del Evangelio quería presentar. La meta del estudio del Evangelio debe ser primero reconocer los cuatro retratos separados que dan estos libros individuales (véase el cuadro 5.1). Cuando nos enfocamos en cualquiera de los Evangelios, y solamente en ese Evangelio, ¿cuál es la imagen que surge? Esa es la imagen que el autor (un artista literario) quería mostrarnos. Una vez que vemos a ese Jesús, podemos continuar con otro Evangelio y obtener una segunda imagen, y luego una tercera y una cuarta.
Cuadro 5.1
Cuatro retratos de Jesús
•El Evangelio de Mateo presenta a Jesús como el que mora siempre con su pueblo hasta el fin. Jesús funda la iglesia, en la que se perdonan pecados, se responden oraciones y se vence el poder del pecado (Mt. 16:18-19; 18:18-20).
•El Evangelio de Marcos presenta a Jesús como el que anuncia la llegada del reino de Dios, en el que los humildes son exaltados y los orgullosos son humillados. Obediente a esta regla, muere en una cruz y da su vida como rescate por muchos (Mr. 10:45).
•El Evangelio de Lucas presenta a Jesús como alguien cuyas palabras y obras liberan a los oprimidos. Jesús viene a buscar y a salvar a los perdidos y a liberar a todos los que él describe como «cautivos» (Lc. 4:18; 19:10).
•El Evangelio de Juan presenta a Jesús como el que revela cómo es Dios en realidad. Jesús es la Palabra de Dios hecha carne, y revela con sus palabras y obras todo lo que se puede saber de Dios (Juan 1:14; 14:8).
Género
A fin de cuentas ¿qué es un «Evangelio»? La mayoría de los lectores modernos están familiarizados con muchos tipos distintos de literatura, un recorrido por una librería moderna revela secciones dedicadas a historia, ficción, viajes y así sucesivamente. Podríamos preguntarnos: si hubiera habido librerías como esta en el mundo antiguo, ¿dónde habrían colocado el Evangelio de Mateo? ¿O el de Marcos, el de Lucas o el de Juan?
La palabra evangelio se usó primero para describir no una clase de libro sino el contenido de la predicación cristiana. La palabra significa literalmente «buenas noticias» (evangelion en griego) y por esta razón a los autores de los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento frecuentemente se les ha llamado «los cuatro evangelistas», porque escribieron buenas noticias (esencialmente las mismas buenas noticias que otros «evangelistas» estaban predicando). En un sentido, entonces, nuestros Evangelios escritos solo son predicaciones, en forma indirecta, pero en realidad no se leen como sermones. ¿Qué son?
evangelista: en los estudios del Nuevo Testamento, el autor de cualquiera de los cuatro Evangelios; Mateo, Marcos, Lucas y Juan son los cuatro evangelistas.
Muchos eruditos modernos piensan que los Evangelios se pueden introducir libremente en el género de «biografía antigua». Los libros que pertenecen a ese género eran especialmente populares en el mundo romano, y muchos de ellos han sobrevivido hasta el día de hoy. El historiador griego Plutarco (45-125 e. c.) escribió más de cincuenta biografías de griegos y romanos prominentes. Alrededor del mismo tiempo de Plutarco, Suetonio y Tácito relataron las vidas de emperadores romanos. Había biografías de generales y héroes militares y también de filósofos y líderes religiosos. Una librería o biblioteca romana probablemente habría puesto nuestros Evangelios del Nuevo Testamento en el mismo estante de Las vidas de los filósofos más ilustres por Diógenes y de Vida de Apolonio de Tiana por Filóstrato.
Entender los Evangelios como biografías antiguas es útil, pero es necesario decir por lo menos cinco cosas más en cuanto a esto.
1.Son compilaciones. Aunque los Evangelios, como productos terminados, podrían ser identificados como biografías completas, ellos incluyen otros géneros de literatura dentro de sus páginas: genealogías, himnos, parábolas, historias de milagros, discursos, historias de pronunciamientos y más.
2.Tienen la influencia de la literatura judía. Los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento están escritos en griego, el idioma del mundo grecorromano, pero fueron escritos por personas muy versadas en las Escrituras de Israel. Esas Escrituras también contienen narraciones semibiográficas de personas como Abraham, Moisés y Elías. Aunque nuestros Evangelios fueron escritos para el mundo grecorromano, sus autores sabían estas historias del Antiguo Testamento y tuvieron la influencia de ellas.
3.Son biografías antiguas, no modernas. Los Evangelios no pretenden, en absoluto, dar perspectivas objetivas o equilibradas de la vida de Jesús. No revelan sus fuentes ni ofrecen ninguna manera en que los lectores corroboren la confiabilidad de lo que ellos narran. Su enfoque no es nada detallado: dan poco conocimiento de la personalidad o motivación de Jesús; casi no dan información de su vida temprana; ni siquiera se molestan en describir su apariencia física. También carecen de la clase de datos —referencias a nombres, fechas y lugares— que serían estándares para cualquier biografía: el Evangelio de Marcos nos dice que Jesús sanó a un hombre en una sinagoga (3:1-6), pero no nos da el nombre del hombre, ni nos dice cuándo ocurrió esto, ni qué pasó después (¿Fue permanente la curación? ¿Llegó a ser seguidor de Jesús el hombre? ¿Siguió asistiendo a la sinagoga?). Aunque puede parecernos extraño, las audiencias del mundo antiguo no esperaban que se hicieran esas preguntas en las biografías. El propósito de las biografías antiguas era narrar relatos que presentaban el carácter esencial de la persona que era objeto de la obra. En efecto, el propósito de la biografía era definir el carácter de esa persona de una forma que invitara a la imitación. Además, el estilo anecdótico de las biografías antiguas permitía que los acontecimientos se relataran sin mucho interés en la cronología. Los acontecimientos no necesariamente se presentaban en el orden en que ocurrieron; más bien, se narraban en una secuencia apta para tener el efecto retórico deseado en los lectores del libro. Esta característica puede explicar por qué nuestros cuatro Evangelios frecuentemente relatan acontecimientos en secuencias distintas (p. ej., el relato en el que Jesús vuelca las mesas en el templo de Jerusalén se encuentra cerca del inicio del Evangelio de Juan, pero está cerca del final del Evangelio de Marcos). Véase el cuadro 5.2.
Cuadro 5.2
Características de las biografías antiguas
•Sin pretensión de una objetividad separada
•Sin interés de establecer hechos (p. ej., al citar pruebas o fuentes)
•Poca atención a los datos históricos (nombres, fechas, lugares)
•Poca atención a la cronología de los acontecimientos o desarrollo del pensamiento del sujeto
•Sin interés psicológico en las motivaciones internas del sujeto
•Estilo de narración anecdótico
•Énfasis en el carácter y rasgos que definen al sujeto
•Foco constante en la filosofía de vida del sujeto
•Un fuerte interés en la muerte del sujeto, como algo consecuente con su filosofía de vida
•Presentación del sujeto como un modelo digno de imitación
•Descripción del sujeto como superior a sus competidores o rivales
•Interés general en el legado del sujeto, evidente en los seguidores que continúan con la tradición
4.Ellos emplean un estilo ficticio («semejante a la ficción») de narración. En muchos sentidos, el estilo literario de los Evangelios del Nuevo Testamento se acerca más a la ficción moderna que a la presentación moderna de información histórica. Decir esto no es difamar la exactitud de lo que se relata: los eruditos que consideran que el contenido de los Evangelios es confiable históricamente todavía pueden reconocer que el estilo de escritura es bastante similar al de las obras que ahora clasificamos como ficción histórica. Los autores de los Evangelios conocían el arte de contar historias y emplean los instrumentos literarios como la ironía, el simbolismo y los presagios. Piden nuestra empatía para que, a medida que sus historias se desarrollan, nos sintamos atraídos al drama. De esta manera, los eruditos que emplean la «crítica de la narrativa» (véase «La crítica de la narrativa» en el cap. 3) frecuentemente hablan de la «trama» de un Evangelio en particular, o de cómo las características de su retórica llevan la historia a un clímax, de una forma que pretende generar efectos específicos en los lectores. El género de la biografía antigua permite ese análisis, porque las biografías del mundo antiguo tendían a tratar la historia como una anécdota y a relacionar los acontecimientos con un estilo que los lectores modernos asocian con la ficción.
5.Son abiertamente evangelísticos. La mayoría de las biografías escritas del mundo antiguo eran evangelísticas en un sentido amplio. No solo transmitían información acerca de personas interesantes; más bien, informaban sobre las vidas extraordinarias con una esperanza obvia de que los lectores fueran inspirados por lo que se presentaba, y se motivaran a cambiar sus valores o conducta como consecuencia. Nuestros Evangelios del Nuevo Testamento exhiben esa tendencia a un extremo. Sus autores cuentan la historia de Jesús de una manera que pueda inspirar a la gente a aceptar sus enseñanzas o practicar su estilo de vida. Pero hay más: la afirmación de los Evangelios es que lo que ha ocurrido en y a través de Jesús ha alterado el mismo curso de la historia y la naturaleza de la existencia humana. Estos autores están contando una historia de gran importancia, y relatan cosas que ellos afirman que afectarán las vidas de toda la gente, ya sea que crean en Jesús o no.
Tipos de material en los Evangelios
Como se observó anteriormente, los Evangelios se ven mejor como compilaciones. Sus autores los compusieron para que fueran biografías de Jesús, pero al hacerlo, incorporaron muchos tipos distintos de material a la estructura general de la «biografía». Algunos de estos son específicos en Evangelios particulares: las menciones de los cumplimientos son especialmente populares en Mateo; solo en Lucas y Juan hay himnos; solo en Mateo y Lucas hay genealogías. Pero otros tipos de material se encuentran en la mayoría o en todos los Evangelios. Estudiaremos aquí algunos tipos de material que son particularmente penetrantes.
mención de cumplimiento: una categoría de la critica de las formas para una declaración que alguna cosa ha ocurrido para cumplir lo que fue profetizado en las Escrituras (p. ej., Mt. 2:15).
Cuadro 5.3
Parábolas en los Evangelios

Resumen
9 parábolas de Marcos (todas, menos una, también están en Mateo o Lucas)
6 parábolas de material que frecuentemente se le atribuyen a Q (que se encuentran en Mateo y Lucas, pero no en Marcos)
10 parábolas únicas de Mateo
17 parábolas únicas de Lucas
42 parábolas en total
Parábolas
Jesús es famoso por contar parábolas. Más de cuarenta parábolas se encuentran en los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas (véase el cuadro 5.3). No hay parábolas en el Evangelio de Juan, pero incluso allí vemos ejemplos del lenguaje figurado, no muy alejados del género de las parábolas (4:35-37; 8:35; 10:1-5; 12:24; 16:21).
¿Qué exactamente es una parábola? Las historias y los dichos que se clasifican como parábolas en los Evangelios son de muchos tipos distintos. Un par de las parábolas más conocidas de Jesús se presentan explícitamente como alegorías: él explica la parábola del sembrador (Mr. 4:3-8; cf. 4:13-20) y la parábola de la mala hierba (Mt. 13:24-30; cf. 13:36-43) e indica que cada elemento de estas historias significa algo más (la semilla es la palabra, las aves son el diablo, etc.). Sin embargo, la mayoría de estas parábolas no son alegorías. Unas cuantas son simplemente frases ingeniosas que más parecen «ideas para parábolas» que parábolas propiamente dichas (véase Mt. 15:13; cf. 15:15). Jesús compara lo celestial y espiritual con las realidades mundanas: el reino de Dios es como una semilla de mostaza (Mr. 4:30-32), o una perla (Mt. 13:45-46), o un tesoro escondido en un campo (Mt. 13:44). Muchas parábolas son anécdotas cortas que funcionan como ilustraciones de sermón: la parábola del rico necio en Lucas 12:16-21 ilustra lo absurdo de igualar la calidad de vida con la adquisición de posesiones. Pero en otros casos, las parábolas no ayudan a aclarar un punto difícil; hacen exactamente lo opuesto, e introducen un elemento de complicación en cuanto a lo que de otra manera sería claro. Dios prefiere usar a los que cumplen la Torá que a los que no, ¿verdad? Pues no en el caso de un fariseo en particular y un cobrador de impuestos en particular (Lc. 18:10-14). En efecto, en algunas ocasiones las parábolas presentan acertijos para que la gente los resuelva (Mr. 3:23), y en ciertos casos, funcionan como una clase de lenguaje en clave para hablar de asuntos divinos en términos que los no iluminados no comprenderían (véase Marcos 4:11-12, 33-34; 7:17). C. H. Dodd, un experto en parábolas, decía que una parábola tenía la tendencia de «dejar la mente con suficiente duda acerca de su aplicación precisa para provocarla al pensamiento activo» (Parables of the Kingdom [Las parábolas del reino], [Londres: Collins, 1961], 16).
alegoría: una clase de lenguaje figurado en el que los elementos o personajes que forman una historia denotan conceptos u otros entes en el mundo real.
Cuadro 5.4
Perspectiva judía en cuanto a las parábolas
Con tus ojos no debes considerar a la ligera la parábola, ya que por medio de la parábola uno llega al verdadero significado de las palabras de la Torá.
—Midrás, Cantar de los Cantares Rabbah 1.8
Harry Freedman y Maurice Smith, eds., Midrash Rabbah (Midrás Rabbah), (Londres: Soncino, 1939).
En general, los eruditos buscan discernir el punto básico que se esperaba que cada parábola aclarara y advertir en contra de inferir mucho de las historias. Jesús dice una parábola acerca de la oración, y usa el ejemplo de una viuda persistente que busca justicia de un juez corrupto e indiferente (Lc. 18:2-5). El punto básico es que la persistencia es importante en cuanto a las búsquedas espirituales; malinterpretaríamos al pensar que Jesús quería que la gente viera a Dios como corrupto e indiferente. Él cuenta otra parábola acerca de unos obreros a quienes se les paga lo mismo, aunque trabajaron distintas cantidades de horas (Mt. 20:1-16). El punto básico parece ser que Dios puede ser sorprendentemente generoso de una manera que ofende a los que se ven a sí mismos como más merecedores; es menos probable que Mateo conservara esta parábola en su Evangelio porque él quisiera proponer alguna nueva escala de pagos para los jornaleros. Dicho eso, los intérpretes a veces sí tratan de ir más allá del «punto básico» de las parábolas para preguntarse por qué Jesús expondría estos puntos de esta manera particular. ¿Dan las historias anteriores algún indicio en cuanto a la opinión que él tenía de los jueces o de las relaciones laborales?

Figura 5.1. Jesús expulsa un demonio. (The Bridgeman Art Library International)
Historias de milagros
Jesús también es famoso por hacer milagros, y nuestros cuatro Evangelios contienen numerosos relatos de él haciéndolos (véase el cuadro 5.5). El término griego preferido para «milagro» en los Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos, Lucas) es dynamis, que significa «poder» u «obra de poder» (p. ej., Mt. 11:20-23; Mr. 6:2, 5). En el Evangelio de Juan, a los milagros frecuentemente se les llama sēmeia o «señales», porque apuntan más allá de sí mismos a la verdad acerca de Dios que Jesús ha venido a revelar (p. ej., 2:11; 12:37).
Las historias de milagros más comunes son los relatos de Jesús cuando sana a los enfermos o discapacitados físicamente; en unos pocos casos incluso se dice que resucita gente. Muchas de estas historias centran la atención en la fe, ya sea la de la persona afligida (Mr. 5:34; 10:52; Lc. 17:19) o de otros (Mr. 2:5; 7:29; 9:23). A veces, las historias de curaciones tienen el propósito de que se lean con un grado de interpretación simbólica. Por ejemplo, la historia de Jesús cuando sana a un ciego lleva al comentario sobre la capacidad de Jesús de conceder conocimiento espiritual (Jn. 9:39).
Cuadro 5.5
Historias de milagros en los Evangelios

Las historias de curaciones se traslapan considerablemente con los relatos de exorcismos. En la Biblia, la posesión por un espíritu inmundo no hace que una persona llegue a ser pecadora o inmoral; más bien, hace que la persona enceguezca o enmudezca, que tenga convulsiones o que quede lisiada, o que experimente alguna otra clase de aflicción física o emocional. Las historias de exorcismos del Nuevo Testamento generalmente se enfocan en la interacción de Jesús con el espíritu inmundo, la persona afectada aparentemente es incapaz de acción o reacción independiente, lo que puede explicar por qué ninguna de esas personas en el Nuevo Testamento alguna vez pide un exorcismo (observe cómo el padre pide ayuda para su hijo poseído por un demonio en Mr. 9:18, 22).
espíritu inmundo: demonio, ser espiritual que habita en las personas y las hace estar enfermas o discapacitadas.
También hay un puñado de historias de milagros en los Evangelios, en las que Jesús rescata a la gente del peligro (el apaciguamiento de la tormenta en el mar) o provee para las necesidades físicas de las personas (la multiplicación de hogazas de pan, la transformación del agua en vino, la producción de una gran pesca). Y, finalmente, hay un par de ocasiones de lo que a veces se llaman «milagros de epifanía», porque sirven para manifestar la presencia divina de Jesús (caminar en agua, la transfiguración).
epifanía: manifestación de la divina verdad o presencia.
En nuestro mundo moderno, las historias de milagros frecuentemente parecen presentar a Jesús como alguien que viola las leyes conocidas de la naturaleza o, de alguna otra manera, hace lo que los científicos consideran imposible. Semejante actitud sería anacrónica para el mundo del Nuevo Testamento, en el que casi todos creían que había fuerzas espirituales y mágicas que podrían permitirle a la gente hacer lo que no podrían haber hecho por su cuenta. De esa manera, la reacción más común a los milagros en el Nuevo Testamento no es incredulidad sino asombro (véase, p. ej., Mt. 9:33-34). Los espectadores reconocen que un poder extraordinario está en marcha; la pregunta supone qué poder y con qué fin.



