Un Grito De Honor

- -
- 100%
- +
Akorth y Fulton corrieron, mientras Godfrey saltaba de la cama y todos se abrazaron.
Akorth se dirigió entonces a Gwen, con seriedad.
"Mi lady, lamento molestarla, pero vimos a un contingente de soldados en el horizonte. Vienen apresuradamente hacia nosotros en este momento".
Gwen lo miró alarmada y luego corrió afuera, y todos ellos tras sus talones, agachando su cabeza y entrecerrando los ojos ante la fuerte luz del sol.
El grupo estaba parado afuera, y Gwen miraba hacia el horizonte y vio un pequeño grupo de Los Plateados corriendo hacia la cabaña. Media docena de hombres cabalgaban a toda velocidad, y no había ninguna duda de que corrían hacia ellos.
Godfrey estiró la mano para desenvainar su espada, pero Gwen puso una mano reconfortante en su muñeca.
"Estos no son hombres de Gareth – son de Kendrick. Estoy segura de que vienen en son de paz".
Los soldados se acercaron y sin pausas, desmontaron de sus caballos y se arrodillaron ante Gwendolyn.
"Mi lady", dijo el soldado líder. "Le traemos buenas noticias. ¡Hemos hecho retroceder a los McCloud! Su hermano Kendrick está a salvo, y me ha pedido que le envíe un mensaje: Thor está bien".
Gwen se puso a llorar ante la noticia, abrumada de agradecimiento y alivio, dando un paso adelante y abrazando a Godfrey, quien también la abrazó. Sintió como si su vida hubiera sido restaurada dentro de ella.
"Van a regresar hoy", continuó diciendo el mensajero, "¡y habrá una gran celebración en la Corte del Rey!".
"¡Sin duda son buenas noticias!", exclamó Gwen.
"Mi lady", dijo otra voz ronca y Gwen vio a un lord, a un famoso guerrero, Srog, vestido con el rojo distintivo del oeste, un hombre a quien ella había conocido desde la juventud. Él había estado cerca del padre de ella. Se arrodilló ante ella, y ella se sintió avergonzada.
"Por favor, señor", dijo ella, "no se arrodille ante mí".
Era un hombre famoso, un poderoso lord que tenía miles de soldados respondiendo ante él, y quien gobernaba su propia ciudad, Silesia, la fortaleza del oeste, una ciudad inusual, construida en un acantilado al borde del Cañón. Era casi impenetrable. Era uno de los pocos en quien su padre confiaba.
"He venido aquí, con estos hombres porque he oído que ha habido grandes cambios en la Corte del Rey", dijo intencionadamente. "El trono es inestable. Un nuevo gobernante – un gobernante firme, un verdadero gobernante – debe ser puesto en su lugar. Me han hecho saber que el deseo de su padre era que usted reinara. Su padre fue como un hermano para mí, y su palabra es mi compromiso. Si ése era su deseo, entonces también es el mío. He venido para hacerte saber que, si usted debe gobernar, entonces mis hombres le jurarán lealtad a usted. Le insto a actuar pronto. Los eventos de hoy han demostrado que la Corte del Rey necesita un nuevo gobernante".
Gwen se quedó ahí parada, desconcertada, sin saber cómo responder. Sentía una profunda modestia y un sentimiento de orgullo, pero también se sentía abrumada, era más de lo que podía soportar.
"Gracias, señor", dijo ella. "Le agradezco sus palabras y su ofrecimiento. Debo reflexionarlo muy bien. Por ahora, sólo deseo darle la bienvenida a mi hermano – y a Thor".
Srog inclinó la cabeza, y una trompeta sonó en el horizonte. Gwen miró hacia arriba y ya podía ver la nube de polvo: iba apareciendo un gran ejército. Ella subió una mano para bloquear el sol, y su corazón se aceleró. Incluso desde aquí, ella podía sentir quién era. Eran Los Plateados, los hombres del rey.
Y cabalgando al frente iba Thor.
CAPÍTULO ONCE
Thor cabalgó con el ejército, miles de soldados yendo como si fueran uno, de vuelta hacia la Corte del Rey, y se sentía triunfante. Él apenas podía procesar lo que había sucedido. Estaba orgulloso de lo que había hecho, orgulloso de que cuando las cosas parecían estar en su punto más bajo en la batalla, él no se había rendido a su temor, sino que se quedó y enfrentó a esos guerreros. Y estaba sorprendido de haber sobrevivido, de algún modo.
La batalla entera había parecido surrealista, y estaba tan agradecido de haber sido capaz de invocar sus poderes – aunque también estaba confundido, ya que sus poderes no siempre funcionaban. No los entendía, y peor aún, no sabía de dónde venían o cómo reunirlos. Le hizo darse cuenta más que nunca tenía que aprender a confiar en sus habilidades humanas, también – en ser el mejor luchador, el mejor guerrero que podía ser. Estaba empezando a darse cuenta de que para ser el mejor guerrero que podía ser, necesitaba ambas partes de sí mismo – al combatiente y al hechicero – si es que eso es lo que era.
Viajaron toda la noche para volver a la Corte del Rey, y Thor estaba ahora más que agotado, pero también entusiasmado. El primer sol estaba saliendo en el horizonte, la vasta extensión de cielo se abría ante él en tonos amarillos y rosas, y se sentía como si estuviera viendo el mundo por primera vez. Nunca se había sentido tan vivo. Estaba rodeado de sus amigos, Reece, O'Connor, Elden y los gemelos; de Kendrick, Kolk y Brom; y por cientos de miembros de La Legión, Los Plateados y el ejército del rey. Pero en lugar de estar en las afueras de él, ahora él iba al centro, acogido por todos. Sin duda, todos ellos lo miraban diferente desde la batalla. Ahora, él notaba la admiración en sus ojos, no sólo sus compañeros miembros de La Legión, sino también en los ojos de los guerreros reales, adultos. Se había enfrentado al ejército entero de los McCloud él solo y cambió la marea de la guerra.
Thor estaba feliz de no haber decepcionado a ninguno de sus hermanos de La Legión. Estaba contento de que sus amigos hubieran salido ilesos en su mayoría, y sintió remordimiento por aquellos que murieron en la batalla. No los conocía, pero deseaba haber podido salvarlos también. Había sido una batalla sangrienta y feroz, e incluso ahora, mientras Thor cabalgaba, cada vez que pestañeaba, tenía imágenes en su mente de la lucha, de las diferentes armas y guerreros que se le habían acercado. Los McCloud eran feroces, y había sido afortunado; quién sabe si volvería a tener suerte si se enfrentaran otra vez. ¿Quién sabía si él sería capaz de invocar sus poderes otra vez. No sabía si alguna vez volverían. Necesitaba respuestas. Y necesitaba encontrar a su madre. Necesitaba saber quién era realmente. Necesitaba buscar a Argon.
Krohn gimió detrás de él, y Thor se inclinó y acarició su cabeza, mientras Krohn lamía su mano. Thor se sentía aliviado de que Krohn estuviera bien. Thor lo había sacado adelante en el campo de batalla y lo había colgado sobre el lomo de su caballo detrás de él; Krohn parecía capaz de caminar, pero Thor quería que él descansara y se recuperara del largo viaje de regreso. El golpe que Krohn recibió fue poderoso, y Thor creía que se había roto una costilla. Thor apenas podía expresar su gratitud a Krohn, que parecía ser más como un hermano para él que un animal, y que había salvado su vida más de una vez.
Cuando subieron a la cima de una colina y la vista del reino se extendía ante ellos, apareció la extensa y gloriosa ciudad de la Corte del Rey, con decenas de torres y agujas, con sus antiguas paredes de piedra y su enorme puente levadizo, con sus puertas arqueadas, con sus cientos de soldados haciendo guardia en los parapetos y en el camino, con sus onduladas tierras de labranza revistiéndola y por supuesto, el Castillo del Rey al centro. Thor pensó inmediatamente en Gwen. Ella lo había sostenido en la batalla; ella le había dado una razón y propósito para vivir. Sabiendo que le habían tendido una trampa, que había sido emboscado, Thor temió de repente por su destino, también. Él esperaba que ella estuviera bien, que cualesquiera que fueran las fuerzas que habían puesto en juego su traición, la hubieran dejado intacta.
Thor escuchó una ovación distante, vio algo brillando en la luz, y cuando entrecerró los ojos en la colina, se dio cuenta de que se estaba formando una gran multitud en el horizonte, ante la Corte del Rey, en el camino, agitando banderas. La gente salía vigorosa para darles la bienvenida.
Alguien hizo sonar un cuerno, y Thor se dio cuenta de que estaban dándoles la bienvenida a casa. Por primera vez en su vida, él no se sentía como un intruso.
"Esos cuernos suenan para ti", dijo Reece, montando a caballo junto a él, mientras le daba unas palmadas en la espalda, mirándolo con un nuevo respeto. "Tú eres el campeón de esta batalla. Ahora eres el héroe de la gente".
"Imagínate, uno de nosotros, un miembro de La Legión, haciendo retroceder a todo el ejército de McCloud", añadió O'Connor con orgullo.
"Eres la honra de La Legión entera", dijo Elden. "Ahora tendrán que tomarnos a todos, mucho más en serio".
"Sin mencionar que salvaste nuestras vidas", añadió Conval.
Thor se encogió de hombros, lleno de orgullo, pero también negándose a permitir que nada de esto se le subiera a la cabeza. Él sabía que era humano, frágil y vulnerable, como cualquiera de ellos. Y que el curso de la guerra pudo haber sido al revés.
"Sólo hice lo que me enseñaron en el entrenamiento", respondió Thor. "Lo que todos fuimos entrenados a hacer. No soy mejor que nadie. Solamente tuve suerte este día".
"Yo diría que fue más que suerte", respondió Reece.
Todos siguieron con un trote lento, por la calle principal que conduce a la Corte del Rey, y al hacerlo, el camino se empezó a llenar de gente, saliendo del campo, vitoreando, ondeando banderas con el azul y amarillo de los MacGil. Thor se dio cuenta de que esto se estaba convirtiendo en un desfile completo. Toda la Corte había salido para festejarlos y pudo ver el alivio y la alegría en sus rostros. Él podía entender el porqué: Si el ejército de los McCloud hubiera llegado más cerca, podrían haber destruido todo esto.
Thor cabalgó con los demás a través de las multitudes de personas sobre el puente levadizo de madera, los cascos de sus caballos pisando fuerte. Pasaron por la puerta de piedra arqueada, a través del paso subterráneo; el cielo estaba oscureciendo, luego por el otro lado, hacia la Corte del Rey – donde fueron recibidos por las masas que los vitoreaban. Agitaban banderas y lanzaban dulces, y una banda de música empezó a tocar, sonaban los címbalos, golpeaban los tambores, mientras que la gente empezó a bailar en las calles.
Thor bajó de su caballo con los demás ya que se hizo demasiado difícil cabalgar, y él subió la mano y ayudó a Krohn a bajar del caballo. Observaba atentamente mientras Krohn cojeaba, luego caminó; parecía estar bien para caminar ahora, y Thor se sintió aliviado. Krohn se dio vuelta y lamió su mano varias veces.
El grupo caminó por la Plaza del Rey, mientras Thor era abrazado por todas partes, personas que ni siquiera conocía.
"¡Usted nos ha salvado!", gritó un hombre mayor. "¡Ha liberado a nuestro reino!".
Thor quiso responder, pero no pudo, su voz se perdió por el estruendo de cientos de personas gritando y vitoreando alrededor de ellos, la música era cada vez más fuerte. Pronto, los barriles de cerveza rodaban en el campo, y la gente empezó a beber, a cantar y a reír.
Pero Thor tenía una sola cosa en mente: Gwendolyn. Tenía que verla. Analizó todos los rostros, desesperado por encontrarla, seguro de que estaría aquí – pero se sintió decepcionado al no poder hallarla.
Luego sintió un golpecito en el hombro.
"Creo que la mujer que estás buscando está por allá", dijo Reece, girándolo y señalando hacia el otro lado.
Thor se dio vuelta y sus ojos se iluminaron. Allí, caminando rápidamente hacia él, con una enorme sonrisa de alivio y con apariencia de no haber dormido en toda la noche, estaba Gwendolyn.
Se veía más hermosa que nunca, y ella corrió hacia él y se apresuró hacia los brazos de Thor. Dio un salto y lo abrazó y él también la abrazó, firmemente, girándola en la multitud. Ella se aferró a él y no lo soltaba, y él podía sentir sus lágrimas corriendo por su cuello. Pudo sentir el amor de ella y lo sintió enseguida.
"Gracias a Dios que estás vivo", dijo ella, muy contenta.
"No pensé en nada más que en ti", dijo Thor, sujetándola firmemente. Mientras la sostenía en sus brazos, todo se sentía bien en el mundo, una vez más.
Lentamente, la soltó y ella lo miró y se inclinaron y se besaron. Se besaron durante mucho tiempo; la multitud giraba a su alrededor.
"¡Gwendolyn!", gritó Reece complacido.
Ella se volvió y lo abrazó y luego Godfrey se acercó y abrazó a Thor, luego a su hermano Reece. Fue una gran reunión familiar, y Thor sintió de alguna manera, como si fuera parte de ella, como si ya fueran su familia. Todos estaban unidos por su amor por MacGil – y por su odio a Gareth.
Krohn dio un paso adelante y saltó encima de Gwendolyn, y ella se reclinó con una carcajada y lo abrazó mientras él le lamía la cara.
"¡Creces cada vez más, cada día que pasa!", exclamó ella. "¿Cómo puedo darte las gracias por mantener a Thor a salvo?".
Krohn saltó sobre ella una y otra vez, hasta que finalmente, riendo, ella tuvo que bajarlo.
"Vámonos de aquí", dijo Gwen a Thor, siendo presionados de cada lado por la multitud. Ella extendió la mano y tomó la de él.
Thor estiró la mano y tomó la de ella y estaba a punto de seguir – cuando de repente, varios guerreros de Los Plateados llegaron detrás de Thor y lo levantaron en el aire, por encima de sus cabezas, colocándolo sobre sus hombros. Cuando Thor estaba en el aire, se escuchó un gran grito de la multitud.
"¡THORGRIN!", la multitud vitoreó.
Le dieron vueltas y vueltas a Thor, mientras le empujaban una jarra de cerveza en su mano. Él se reclinó y bebió, y la multitud aplaudió como salvaje.
Bajaron a Thor con rudeza y tropezó, riendo, mientras la multitud lo abrazaba.
"Ahora nos dirigiremos a la fiesta del vencedor", dijo un guerrero que Thor no conocía, un miembro de Los Plateados, que le dio unas palmadas en la espalda con una mano carnosa. "Es una fiesta solo para los guerreros. Para los hombres. Vendrás con nosotros. Habrá un lugar reservado para ti en la mesa. Y tú y tú", dijo él, dirigiéndose a Reece, O’Connor y a los amigos de Thor. "Ya son hombres. Y se unirán a nosotros".
Se escuchó una ovación cuando todos fueron sujetados por miembros de Los Plateados y llevados arrastrando; Thor se soltó en el último segundo y se dirigió hacia Gwen, sintiéndose culpable y no queriendo defraudarla.
"Ve con ellos", dijo ella, abnegadamente. "Es importante que lo hagas. Festeja con tus hermanos. Celebra con ellos. Es una tradición entre Los Plateados. No puedes perdértelo. Más tarde nos veremos en la puerta trasera del Salón de Armas. Luego volveremos a estar juntos".
Thor se inclinó y la besó una última vez, durando lo más que pudo, hasta que sus compañeros soldados tiraron de él.
"Te amo", le dijo ella a él.
"Yo también te amo", dijo él, diciéndolo con la mayor seriedad de lo que ella podría imaginar.
Todo lo que se le ocurrió, mientras era llevado arrastrando, mientras veía esos hermosos ojos, tan llenos de amor por él, era que él quería, más que nada, ofrecerle matrimonio, hacerla suya para siempre. Ahora no era el momento oportuno, pero pronto, se dijo a sí mismo.
Tal vez incluso esta noche.
CAPÍTULO DOCE
Gareth estaba parado en su habitación, mirando por la ventana a la luz del amanecer, mientras se elevaba sobre la Corte del Rey, observando a la multitud que se reunía abajo – y sintió náuseas. En el horizonte estaba su peor temor, la imagen de lo que más temía: el ejército del rey regresando, victorioso, triunfante, de su enfrentamiento con los McCloud. Kendrick y Thor iban a la cabeza, libres, vivos – como héroes. Sus espías ya le habían informado de todo lo que había ocurrido, que Thor había sobrevivido a la emboscada, que estaba vivo y bien. Ahora todos esos hombres estaban envalentonados, regresado a la Corte del Rey como una fuerza solidificada. Todos sus planes habían salido terriblemente mal y le dejó un agujero en el estómago. Sintió que el reino lo arrinconaba.
Gareth escuchó un chirrido en su habitación y giró y cerró sus ojos rápidamente al ver lo que había delante de él, lleno de miedo.
"¡Abre los ojos, hijo!", dijo la voz retumbante.
Temblando, Gareth abrió sus ojos, y estaba horrorizado al ver a su padre ahí parado, un cadáver en descomposición, con una corona oxidada en su cabeza, un cetro oxidado en su mano. Lo miraba reprendiéndolo, como lo hacía en vida.
"La sangre llama a la sangre", proclamó su padre.
"¡Te odio!", gritó Gareth. "¡TE ODIO!", repitió y sacó el puñal de su cinturón y se dirigió hacia su padre.
Cuando lo alcanzó, empuñó su daga – y no le dio a nada más que al aire – y tropezó por la habitación.
Gareth giró, pero la aparición había desaparecido. Estaba solo en la habitación. Él había estado solo todo el tiempo. ¿Se estaba volviendo loco?
Gareth corrió hacia la esquina lejana de la habitación, buscó en el gabinete de su tocador y extrajo su pipa de opio con las manos temblorosas; rápidamente la encendió e inhaló profundamente, una y otra vez. Sintió el golpe de las drogas en su sistema, se sintió perdido temporalmente por el consumo de la droga. Había estado consumiendo opio cada vez más y más en los últimos días – parecía que era la última cosa que le servía para ahuyentar la imagen de su padre. Gareth se sentía atormentado por estar ahí, y empezaba a preguntarse si el fantasma de su padre estaba atrapado en esas paredes y si debía mudar su corte a otro lado. De todos modos, le gustaría derribar ese edificio – este lugar que guardaba cada recuerdo de su niñez, que él odiaba.
Gareth regresó a la ventana cubierto de un sudor frío, y secó su frente con la palma de su mano. Observó. El ejército se acercaba y Thor podía ser visto, incluso desde ahí; la tonta multitud se acercaba a él como si fuera un héroe. Hizo que Gareth se pusiera lívido, lo hizo arder de envidia. Cada plan que había puesto en marcha, se había derrumbado: Kendrick fue liberado; Thor estaba vivo; incluso Godfrey había logrado, de alguna manera, escapar al veneno – y era veneno suficiente para matar a un caballo.
Pero por otra parte, sus otros planes habían funcionado. Al menos, Firth estaba muerto, y no quedaba testigo vivo para demostrar que él había matado a su padre. Gareth respiró profundamente, aliviado, dándose cuenta de que las cosas no estaban tan mal como parecían. Después de todo, el convoy de los Nevaruns seguía en camino para llevarse a Gwendolyn; para llevarla a algún rincón horrible del Anillo y casarla. Sonrió ante la idea, empezando a sentirse mejor. Sí, al menos ella se iría lejos, muy pronto.
Gareth tenía tiempo. Él encontraría otras maneras de lidiar con Kendrick y Thor y Godfrey – tenía innumerables planes para matarlos. Y tenía todo el tiempo y todo el poder en el mundo para que esto ocurriera. Sí, habían ganado esta ronda, pero no ganarían la siguiente.
Gareth oyó otro gemido, giró y no vio nada en esa habitación. Tenía que salir de aquí – ya no lo soportaba.
Se volvió y salió furioso de la habitación, la puerta se abrió antes de que llegara a ella; sus sirvientes estaban atentos a anticiparse a cualquiera de sus movimientos.
Gareth tiró el manto y la corona de su padre y recogió su cetro, mientras caminaba por el pasillo. Caminó por los pasillos hasta que llegó a su comedor privado, una habitación de piedra, muy elaborada, con altos techos arqueados y vitrales, iluminada por la luz temprana de la mañana. Dos asistentes estaban esperando en la puerta abierta, y otro estaba parado esperando detrás de la cabecera de la mesa. Era una mesa larga de banquetes, como de quince metros, con docenas de sillas alineadas a ambos lados de la misma; el asistente jaló la de Gareth para él cuando se acercó; era una silla antigua, de roble, en la que su padre se había sentado en incontables ocasiones.
Gareth se sentó y se dio cuenta de lo mucho que odiaba esta habitación. Recordó que se veía obligado a sentarse aquí cuando era niño; su familia se sentaba alrededor de ella, y era reprendido por su padre y su madre. Ahora la habitación estaba completamente sola. No había nadie más que él – ni sus hermanos ni sus hermanas o padres o amigos. Ni siquiera sus asesores. En los últimos días, había logrado aislar a todo el mundo, y ahora él cenaba solo. Prefería que fuera de ese modo, de cualquier manera – hubo demasiadas veces en que había visto al fantasma de su padre aquí con él, y se había sentido avergonzado de llorar delante de los demás.
Gareth tomó un sorbo de su sopa matutina; y después, repentinamente, golpeó su cuchara de plata en el plato.
"¡La sopa no está lo suficientemente caliente!", exclamó.
Estaba caliente, pero no lo suficientemente caliente como le gustaba, y Gareth no toleraría un error más cerca de él. Un ayudante se acercó corriendo.
"Lo siento, mi señor", dijo el asistente, inclinando la cabeza mientras corría para quitarla. Pero Gareth tomó el plato y arrojó el líquido caliente en la cara del asistente.
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.