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Una Propuesta Inmodesta: el liderazgo de las tres “d”
¿Cómo empezamos? ¿Qué hacemos después de habernos alejado de todos los modelos mundanos de liderazgo y de la imposición irreflexiva de líderes y liderazgo centrados en el hombre? ¿Cómo identificamos e implementamos un liderazgo bíblico en nuestras denominaciones y congregaciones locales? La respuesta: En lugar de seguir los caprichos y el “espíritu del mundo” (1 Cor. 2:12), debemos buscar intencionadamente un compromiso estratégico a tres iniciativas que provienen de la verdad eterna de la Palabra de Dios y confirmadas a través de la historia. Yo llamo a estas iniciativas “Las Tres D” del liderazgo bíblico: Primero, debemos definir claramente el liderazgo bíblico; segundo, debemos desarrollar líderes piadosos y tercero, debemos estratégicamente desplegar los líderes en la iglesia y en el mundo.
Definir
Ahora que “quitamos” el liderazgo mundano antibíblico estamos ahora en posición de “ponernos” el liderazgo bíblico. Así que vamos a definir liderazgo bíblico. Una tarea fácil, ¿verdad? En realidad, este es un gran desafío, porque la verdad de la Palabra de Dios sobre el liderazgo ha sido ignorada, cambiada o descartada en las últimas décadas. Hace un siglo, tal vez hasta una generación atrás, conceptos bíblicos como “muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros” (Marcos 10:31) eran entendidos al instante y reconocidos por las personas asistentes a los servicios. Esto ya no es así. La falta de un sistema bíblico sólido para hacer discípulos, ha producido congregaciones contemporáneas que son asombrosamente ignorantes, bíblicamente hablando. Afortunadamente muchos quieren que se les enseñe, y muchos tienen celo y hambre por la verdad. Además, hay un deseo ardiente por auténticos líderes en la iglesia de hoy a pesar de que el modelo bíblico ha sido descartado y/o abandonado. El reto es también una oportunidad; los líderes actuales que tienen una pasión por el liderazgo bíblico genuino, fiel y efectivo pueden transformar sus congregaciones en fábricas de liderazgo y centros de distribución.
Hacerlo demandará sin duda un compromiso reflexivo y paciente. Los líderes bíblicos deben ser líderes de sacrificio, líderes siervos, líderes valientes, líderes benéficos, líderes que alimenten, líderes de combate, líderes compasivos y líderes visionarios. Deben ser todo esto y pueden serlo por la gracia soberana de Dios. Y al poner en práctica ese tipo de liderazgo bíblico, cambiarán los corazones y las mentes de la iglesia. Es el “cuerpo de Cristo” –así es como la Escritura describe principalmente a la iglesia- (1 Cor. 12:27) y la iglesia responderá al llamado de reforma del liderazgo. El resultado será una renovación de la unidad -una unidad en el llamado, una unidad en la salvación, una unidad en la Palabra inspirada de Dios, una unidad en un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. Y esta renovación de unidad fomentará también una armoniosa diversidad de llamados, pasiones, dones y habilidades dentro del Cuerpo de Cristo.
Hay dos palabras griegas utilizadas en la Biblia para tiempo: kairos y cronos. Cronos es la palabra usada para denotar el paso cronológico del tiempo, en tanto que kairos denota una temporada o momento oportuno de tiempo. El momento kairos del liderazgo es ahora y la iglesia no debe flaquear. A medida definimos el liderazgo bíblico en la iglesia, debemos movernos al mismo tiempo y de manera estratégica para definir ese mismo concepto para el mundo. Tenemos que revertir completamente lo que hemos estado haciendo. En lugar de recibir a los líderes mundiales definidos y desarrollados por modelos mundanos de liderazgo, ha llegado el momento de definir el liderazgo piadoso para un mundo cínico, desarrollar líderes piadosos que puedan ser cuidadosamente desplegados en el mundo de acuerdo con las pasiones y deseos dados por Dios. Este es el momento para recuperar el terreno perdido. Existe un vacío de buen liderazgo y desesperación y escepticismo en lo tocante al liderazgo. Nótese que yo no he dicho que hay un vacío de liderazgo, sino un vacío de buen liderazgo. Dios nos ha llamado a producir y propagar líderes que van a ser sal y luz y bendecirán a la sociedad con un liderazgo valeroso, confiable y beneficioso. Ha sucedido en la historia y ha sido demostrado por la iglesia Norteamericana en los siglos pasados. No debemos soltar la batuta de un discipulado en el liderazgo Bíblico que se desborda en la sociedad penetrándola con gracia y verdad.
Desarrollar
Cuando se define el modelo bíblico de liderazgo en nuestras iglesias y a nivel de sede denominacional, una nueva generación de líderes se puede desarrollar mediante el discipulado. A medida que la iglesia norteamericana comprenda de nuevo lo que Dios espera del liderazgo, se levantará una nueva ola de líderes, líderes que han sido transformados por el entendimiento bíblico de su tarea. Y ya que los líderes bíblicos son por definición multiplicadores ellos desarrollarán más líderes. Dichos líderes habrán sido preparados en la iglesia de Dios para su distribución en el mundo. Un liderazgo transformado transformando a otros así como ellos mismos han sido transformados, con cada uno multiplicándose y reproduciéndose una y otra vez. Así es como trabaja el modelo de liderazgo de Dios. Nosotros debemos reclamar este modelo nuevamente y debemos hacerlo ahora.
Desplegar
Después que la iglesia ha definido el modelo bíblico de liderazgo y ha comenzado el desarrollo de líderes en base a ese modelo a través del discipulado, entonces la iglesia debe estar lista para desplegar estos líderes emergentes en el mundo. Cada institución de nuestra cultura contemporánea debe estar influenciada por estos líderes transformados, quienes estarán armados con el evangelio de Jesucristo, la verdad de la Palabra de Dios y el amor de Cristo. Si se sigue el modelo bíblico de hacer discípulos para el liderazgo, los líderes cristianos por necesidad serán desplegados en cada esfera honorable de la sociedad. Estos líderes cristianos serán desplegados de acuerdo a los dones, talentos y pasiones que Dios les ha dado. Si algunos de estos nuevos líderes están en los negocios, se convertirán en líderes de negocios cristianos. Si algunos son padres de familia, producirán familias centradas en Cristo. Si un líder es un esposo, será el líder espiritual de su esposa en Cristo. Los miembros de la policía y los militares van a entender cómo proteger a aquellos bajo su cuidado desde una perspectiva bíblica. Los abogados cristianos estarán preparados defender la causa de la justicia con base en la cosmovisión judeo-cristiana histórica y se esforzarán para restaurar la una vez noble vocación y regresarla a una posición de respeto. Los funcionarios electos y otros funcionarios públicos estarán preparados para ejercer un liderazgo bíblico para el bienestar general de la sociedad y gracias a Dios los estadistas reemplazarán a los políticos. La cultura contemporánea podría ser transformada en un lapso asombrosamente rápido. El cambio de cosmovisión que se dio en el siglo XX en Estados Unidos pasando de una visión centrada en Dios a una centrada en el hombre podría ser revertido. Qué excepcional don de gracia de Cristo resucitado a través de su iglesia. Pero no podemos tener dos señores. O lideramos de acuerdo con el mundo o lideramos de acuerdo a la Palabra. Esas son nuestras únicas opciones. La iglesia norteamericana puede o no, alejarse del precipicio y evitar la caída libre mortal a la que ahora nos enfrentamos. Por la gracia de Dios aún tenemos tiempo y es un momento oportuno. Una puerta abierta está ante nosotros. La falla del liderazgo mundano ha desmoralizado a nuestra cultura, y a la iglesia de hoy le está siendo ofrecida una oportunidad maravillosa. Por la gracia de Dios, podemos y debemos aprovechar el momento.
El libro de los Hechos nos dice que cuando líderes cristianos como Pablo y Silas llevaban la verdad de la Palabra de Dios al corazón de la cultura Greco-Romana del siglo I, se encontraron con esta queja: “Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá” (Hechos 17:6). Como me gustaría escuchar estas palabras una vez más. “Nuestro problema”, observó C.S. Lewis en The Weight of Glory (El Peso de Gloria), “no es que nuestras pasiones sean demasiado grandes, sino que son demasiado pequeñas”.1 La Palabra de Dios nos explica este punto con la mayor sencillez en Filipenses 4:13: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” A través del amor de Jesucristo, estamos llamados por el Dios de la Biblia a combatir hasta el fin la muerte y la decadencia que ahora cubren nuestra cultura. Y su manual de liderazgo está listo y disponible. La espiral de la muerte cultural se puede parar, revertir y ser transformada por líderes cristianos dirigidos por el Evangelio y centrados en Cristo.
Definir. Desarrollar. Desplegar. “Por tanto, id,” Dios nos ordena, “y hacer discípulos” (Mateo 28:19). Ahora bien ¿qué características tendrán estos líderes que trastornan el mundo y de dónde vendrán y qué es lo que harán?
2EN EL MUNDO, PERO NO DEL MUNDO
“Vosotros sois la luz del mundo. …Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.”Mateo 5:14-16
Aparentemente era una pregunta sencilla.
“¿Dónde está tu iglesia?,” me preguntó una persona que acababa de conocer.
“No lo sé,” le respondí honestamente.
“Bueno, ¿cómo esperas que visite yo una iglesia si el pastor ni siquiera sabe dónde está?,” preguntó de buen humor.
“Yo conozco el lugar donde se reúne nuestra iglesia,” le expliqué. “Ahora bien, en cuanto a donde está la iglesia ahora, no lo sé. Una parte puede que esté en la escuela. Algunos pueden estar en un centro comercial. O en casa. O tal vez viajando en coches o en avión. Algunos están en otras partes del país, y algunos incluso en otras partes del mundo.”
Lo que quería expresar, algo que mi nuevo amigo captó de inmediato, era que la iglesia es el pueblo de Dios y que están en todas partes, ocupados en evangelización y discipulado de acuerdo con su estilo de vida. Nuestra congregación se reúne en un lugar determinado en diferentes ocasiones, pero son los miembros, no una estructura de ladrillo y concreto, quienes constituyen la iglesia. Y a la iglesia como a cada cristiano, se le ha ordenado estar en el mundo, pero no ser del mundo. (Juan 17:11, 16)
Ningún aspecto de este mandamiento es fácil de cumplir. Es un verdadero desafío el seguir a Cristo de forma efectiva en el mundo que nos rodea, sobre todo en una cultura norteamericana contemporánea donde los cristianos son considerados una insignificante minoría en un entorno cada vez más hostil. Y en esta sociedad de la información mejorada tecnológicamente, es también cada vez más difícil evitar conformarse al mundo que nos rodea, tanto como creyentes individuales y como congregaciones. Un aspecto de nuestra naturaleza creada por Dios, es nuestro deseo inherente de comunión unos con otros, y parte de nuestra naturaleza humana pecaminosa es la búsqueda constante de recibir afirmación unos de otros. La tentación permanente es pensar que el estar “en Cristo” no es suficiente y que debemos tener la afirmación y aprobación de otros seres humanos. Este impulso es tan grande que con frecuencia nos puede conducir a buscar agradar al hombre antes que a Dios.
Trampas que Vienen del Mundo
Buena parte del liderazgo de la iglesia de hoy puede tener buenas intenciones, pero está condenado al fracaso. ¿Por qué? Porque es un liderazgo que ha caído hasta el punto de adaptarse culturalmente impulsado por el deseo de ser bien recibido por esa cultura. En la cultura de hoy “dios” está de moda pero Jesús no. Se acepta la espiritualidad pero no el Cristianismo. Se busca la religión pero se rechaza el Evangelio. De hecho Jesús, el Cristianismo y el Evangelio están más que fuera de moda: son un escándalo. El resultado de líderes que desean la afirmación de esta cultura contemporánea es que redefinen a Jesús como un terapeuta o un consejero para el éxito; redefinen el Cristianismo en términos de éxito y auto-promoción y redefinen el Evangelio en términos de prosperidad material, terapia, sicología popular y una guía de auto-ayuda para la vida. Además, estos líderes tienen miedo a nadar en contra de la encrespada ola de la oposición cultural y, lo que es peor, en su búsqueda de la afirmación cultural, comprometen la esencia del Evangelio y el llamado de la iglesia. El liderazgo de hoy ha perdido la confianza en el poder de la Palabra de Dios, y más específicamente en el poder del Evangelio. En su temor al rechazo y con una incesante necesidad de la aceptación popular han inyectado a la iglesia con esteroides culturales para hacerla “pertinente y aceptable”, con la esperanza de que de alguna manera el resultado sea que entonces la gente “acepte” a Jesús y la iglesia sea más grande y más fuerte y por lo tanto más influyente. El mundo del deporte nos ofrece el ejemplo de algunos atletas que en su deseo de ser más fuertes o más rápidos recurren a la solución rápida de los esteroides. Obtienen rápidamente los resultados deseados pero a un gran riesgo de su futuro y su salud. Del mismo modo, las tácticas de adaptación cultural en la iglesia mediante la inyección de los valores dominantes de la cultura pueden inflar temporalmente los números en los asientos pero llevan a las congregaciones a su eventual destrucción. “Hay camino que parece derecho al hombre,” de acuerdo con Proverbios 16:25, “pero su fin es camino de muerte.” La iglesia, “el cuerpo de Cristo” inyectada con estos esteroides culturales puede, como el atleta, ganar un inmediato embellecimiento de tamaño y aclamación pero en la realidad, estos líderes habrán inyectado una enfermedad y muerte eventuales en el cuerpo de creyentes que dirigen.
Por supuesto que queremos comunicación efectiva dentro del contexto cultural que nos rodea, ya sea que nuestra congregación esté en Kenia o en Kansas, pero debemos estar decididos a no sustituir la fidelidad bíblica por una adaptación cultural, todo esto bajo el pretexto de una contextualización cultural y eficiencia misionera. Por ejemplo, cuando la adoración pasa de estar centrada en Dios a estar centrada en el hombre, es porque ha ocurrido una adaptación cultural y el liderazgo de la iglesia eligió la aceptación y una supuesta eficacia sobre la fidelidad y los principios. Cuando una iglesia se aparta de la adoración centrada en Dios, incluso por motivaciones aparentemente nobles, con el tiempo se apartará del mismo Evangelio. ¿Cómo puedo estar tan seguro de eso? Es muy sencillo: el evangelio está diseñado para discipular creyentes y llevarlos a un punto de madurez en el que aman “la alabanza de la gloria de su gracia” (Efesios 1:6). Cuando el cuerpo de Cristo pierde la adoración centrada en Dios, también pierde el propósito del llamado del evangelio que es traer adoración y gloria a Dios. Las tácticas centradas en el hombre pueden acarrear grandes números, pero la realidad es que esa será solamente una ilusión de crecimiento. El hecho de usar el mismo concepto que atrae una gran multitud a un evento deportivo o a un concierto de rock no garantiza la efectividad si los medios son contraproducentes al contenido y finalidad del mensaje y de la misión. Esta clase de crecimiento se describe en 1 Corintios 3:12 como “madera, heno, hojarasca” (RVA) en lugar de el “oro, plata, piedras preciosas” que es creado por un discipulado centrado en Cristo.
Eventualmente llega la destrucción al perder la iglesia su mensaje y su misión. Los métodos siempre afectan el mensaje. La Biblia nos da muchos ejemplos de adaptación cultural y de su seguro fracaso final. Consideremos a Lot, quien aparentemente fue un creyente bien intencionado (2 Pedro 2:8). En primer lugar, Lot “fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma” (Génesis 13:12). Después nos encontramos que vivía en una “casa” dentro de la ciudad. Eventualmente se le halló sentado a las “puertas de Sodoma,” lo que al parecer significa que se había convertido en un anciano de la ciudad. Los insistentes cantos de sirena de la cultura de Sodoma lo integraron gradualmente a esa cultura, sofocó su testimonio y cuando finalmente habló en defensa de sus huéspedes surgió con creces la falta de respeto de la población de la ciudad y reveló un odio vehemente a este hombre disminuido, que si bien estaba abrumado en su alma justa, perdió todo testimonio y fue de hecho un objeto de burla. No sólo su adaptación falló en tratar de influir en la cultura que lo rodeaba sino que también perdió el respeto de sus conciudadanos. Eso es obvio por la forma en que los sodomitas se burlaron y amenazaron cuando trató de proteger a los ángeles a quienes Dios había enviado para rescatarlo a él y a su familia. (Génesis 19:4-11) En lugar de actuar como la bíblica luz del mundo, fue asimilado completamente en la cultura secular sin resultados positivos. No sólo fracasó en tratar de transformar la cultura, sino que tanto él como su familia se conformaron a ella.
Adaptación Cultural
Este fenómeno le está ocurriendo a una velocidad asombrosa a la iglesia norteamericana de hoy. En el nombre de la relevancia cultural, muchas congregaciones han sido llevadas por sus líderes más allá de la línea de la adaptación cultural. Han plantado su tienda cerca de Sodoma. De hecho, algunos líderes de la iglesia han comprado una casa en Sodoma, pensando que están haciendo relevantes a la iglesia y su mensaje cuando en realidad es todo lo contrario. Así como Lot, los líderes de iglesia que eligen los modelos mundanos de liderazgo, con el tiempo sufren la pérdida de respeto y pérdida de voz así como también lo perderán sus iglesias. En el trayecto, aunque tal vez aumente la asistencia, estos líderes rebeldes también habrán comprometido su capacidad de equipar a sus miembros a evitar caer en la adaptación personal con el mundo. ¡Qué trágica es esta inevitable consecuencia para los miembros de la iglesia y sus familias! Los cristianos en Estados Unidos necesitan desesperadamente que la iglesia local se mantenga en su tarea: dar testimonio al mundo sin llegar a ser como el mundo y por lo tanto hay una necesidad urgente de líderes que marquen el paso.
La Adaptación Cultural es fácil hoy en día. Atrás quedó el día en que la cosmovisión judeocristiana definía nuestra cultura alentando así a las personas a hacer lo que era correcto y desalentar lo que estaba mal. Vivir para el Señor día a día es hoy más difícil que nunca en la cultura de Estados Unidos. Los cristianos apasionados y fieles nadan contra la corriente cultural en cuanto a una multitud de temas, nacionales y personales también. La batalla no es sólo con los llamados temas sociales: la amenaza del matrimonio entre personas del mismo sexo o la pérdida de las libertades religiosas, por ejemplo, sino también con cuestiones domésticas, cercanas y personales. Por ejemplo, algunos padres de mi iglesia se acercaron a mí con un dilema de la vida real que si bien nunca aparecería en el noticiero de la noche, era muy importante para ellos. Era también típico de las cosas que los creyentes norteamericanos y sus familias están combatiendo hoy.
“Pastor Reeder”, me explicaron, “queremos honrar el día del Señor, pero los programas deportivos de nuestros hijos son el domingo.” Nos sentamos y escuché su historia. Su liga deportiva local programaba práctica los domingos. ¿Debían sus familias faltar al culto para asistir a la práctica de pelota? ¿Debían sacar a sus hijos de los equipos? Finalmente decidieron, correctamente, que la obediencia a la Escritura y la adoración de la familia en el día del Señor era mucho más importante que los equipos deportivos. Esto puede parecer una opción obvia para algunos lectores, pero no es la norma. En las familias de la cultura actual, centradas en los niños, se necesitó valor y convicción para tomar la decisión correcta; la clase de valor y convicción que los líderes de la iglesia deben tener de modelo si desean animar a los miembros y sus familias.
Al dirigir a estos padres a la resolución de su problema mediante las Escrituras, pensé en mi propia infancia en el Sur de Estados Unidos en la década de 1950. Teníamos algunas cuestiones importantes que necesitaban tratarse en aquel tiempo y lugar, pero tener que elegir entre el culto dominical y la práctica deportiva no era una de ellas. De hecho, los programas deportivos no sólo son actividades que deben evitarse los domingos, sino que ni siquiera se deben programar prácticas o juegos los miércoles por la noche cuando se llevan a cabo de forma rutinaria los servicios religiosos entre semana. ¿Por qué no? ¿La cultura de los años 50 era más sensible al calendario de adoración y la oración de la iglesia cristiana? Sin duda lo era, hasta cierto punto, pero esa no fue la razón principal por la que los equipos deportivos cancelaron los juegos y prácticas de domingo y miércoles por la noche. La razón principal fue que no habrían tenido suficientes jugadores para desarrollarlas si los cristianos comprometidos estaban ausentes. Y la mayoría habría de hecho estado ausente. Los cristianos se conectaban con la sociedad al jugar en las ligas de la comunidad de la época, pero también tenían como prioridad su obediencia bíblica y su compromiso con la iglesia de Cristo y la adoración del Día del Señor. En respuesta, la cultura imperante se vio afectada por su fe y se conformó a ella. Los líderes de la Iglesia de la época enseñaban que el día del Señor es sagrado, es un don de Dios y es un medio esencial de la gracia en la vida de un cristiano. Bajo la influencia de un liderazgo basado en la Biblia, los cristianos usaban el día del Señor para adorar, descansar y estar con sus familias. A diferencia de lo que hoy ocurre, la necesidad que tienen los padres de una relación con el niño no se imponía a su deber de ser un padre y tomar la decisión correcta aún si no contaba con la aprobación de su hijo. No ponían todo de lado para ir a jugar a la pelota. Y si los cristianos no se presentaban, los equipos no funcionaban. Por lo tanto, las ligas deportivas ajustaron sus horarios a las necesidades de los creyentes, no a la inversa.
Hoy no es así. La adaptación cultural por parte de la iglesia realmente disminuye nuestra oportunidad de influir en la cultura que nos rodea. Sí, algunos líderes argumentan que esta adaptación mejora el evangelismo. ¡Pero por favor recuerden que la verdadera efectividad nunca se logra a costa de la fidelidad! Cuando el deseo de un niño de jugar a la pelota llega a ser más importante para los padres cristianos que la adoración del domingo, es una falla de la iglesia local y sus dirigentes. La familia está siendo “discipulada” por la cultura, en vez de ser discipulada por la iglesia. Claro que se nos manda a conectarnos con la cultura que nos rodea, pero debemos hacerlo en obediencia, no en desobediencia a la Palabra de Dios. Recuerden, estamos llamados por Nuestro Señor a estar “en el mundo” pero no “del mundo”. ( Juan 17:11, 16) Eventualmente, la adaptación irreflexiva al mundo se convierte en una capitulación ante el mundo y nuestro testimonio del Señor se vuelve inútil.
Tradicionalismo
Por otra parte, los líderes de la iglesia no deben permitir que sus congregaciones reaccionen a la tendencia de adaptación con una caída en la pendiente resbaladiza del tradicionalismo. La tendencia reaccionaria de hacer de la iglesia local un museo religioso solo concentrado en logros pasados es tanto anti-bíblica como ineficaz. La iglesia debe ser un movimiento del Reino de Dios para transformar el presente y cambiar el futuro, no un monumento del pasado o un museo de nostalgia religiosa. Considéralo de esta manera: un hombre decide poner su lancha en un cobertizo porque no quiere que se hunda. Tiene razón, la lancha no se hundirá si está en el cobertizo. Pero también se vuelve absolutamente inútil como lancha. Si la iglesia se sale del mundo en un intento de evitar el compromiso, no se la puede culpar de acomodarse a él, pero se volverá inútil, al igual que la lancha. Este tipo de liderazgo antibíblico y reaccionario en la iglesia norteamericana contemporánea aísla del mundo a sus miembros a fin de mantenerse “puros” y fieles al mensaje o los alienta a adaptarse al mundo con la noción equivocada de ser “relevante y eficaz”. En lugar de este liderazgo deficiente, los cristianos de Estados Unidos necesitan líderes transformadores que confíen en el Espíritu Santo y en el poder de la Palabra y que sean ejemplos vivientes de ello.