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A partir de aquí Norrick (284) ofrece un esquema en el que los ítems quedan distribuidos en términos de valores positivos o negativos (lo que nos recuerda a Perelman): el agente / valora / X (paciente) (observador). Así, en disculparse un agente expresa sentimientos negativos hacia paciente-oyente para tranquilizarlo; en agradecer, el hablante expresa sentimientos positivos hacia el oyente para hacerlo sentir bien. Norrick continua (1978, pp. 285-288), explicando las felicitaciones, las condolencias, deplorar, lamentar, bien recibir (bienvenida), perdonar, auto felicitarse.
A partir de aquí investigadores contemporáneos vinculan esta teorización derechamente con las emociones. Así Guiraud et al. (2011) definen los actos expresivos como expresiones públicas de estados emocionales. Los autores dividen los estados emocionales en dos: emociones básicas y emociones complejas. Las básicas derivan de creencias, metas e ideales de una agente. Cuando un agente cree que algo es verdad, siente alegría con el hecho de que lo que cree sea verdad. La alegría está definida, en esta perspectiva, como la situación en la que la creencia del agente de que su caso sea verdad coincide con el deseo del mismo agente por el que quiere que su situación/caso sea verdad. Por su parte, las emociones complejas están basadas en normas, responsabilidades u otros factores de carácter institucional. Estos autores, siguiendo a Norrick (1978) y a Vanderveken (1990), formalizan estos actos abrazando la idea de que en todo expresivo hay emociones contenidas. Así, los autores ofrecen las siguientes definiciones (Guiraud et al., 2011, pp. 1035-1036):
• Being delighted is defined as an agent expressing joy about reaching a goal to a hearer.
• Being saddened is defined as an agent expressing to a hearer sadness about an outcome that has not been aimed for by the agent.
• Approving is defined as an agent expressing approval to the hearer about an ideal that has been reached
• Disapproving is defined as an agent expressing disapproval to the hearer about something that is not considered ideal.
• Being sorry is defined as the agent expressing to a hearer regret that the hearer did not reach a goal.
• Sympathizing is defined as an agent expressing to the hearer regret that the hearer did not reach a goal and the agent has the same goal as the hearer.
Las emociones complejas, a su vez, en tanto producto de responsabilidades hacia nuestras metas y/o ideales, quedan de manifiesto en expresiones de agradecimientos, arrepentimientos, frustraciones, admiración, culpabilidad, satisfacción. Protesta, recriminaciones. Como el lector podrá intuir, una larga lista de expresiones prístinas de emoción.
3.3. Acto de habla complejo en la argumentación
¿Qué ha hecho la teoría de la argumentación con esta bibliografía a disposición? Lamentablemente, muy poco, para no decir nada. Se ha insistido en un acercamiento retórico elemental, vinculado a la normatividad de (encontrar) las falacias.
La pragma-dialéctica es un caso en particular. Con insistencia, han señalado (2002, p. 152) que, en relación con alguna de sus reglas (ya no es necesario indicar cuál), nos debemos remitir al uso, en nuestra defensa, de una argumentación estrictamente dirigida al punto de vista que hemos avanzado. Esta regla se viola cuando manipulamos las emociones. Es sintomático está expresión manipular la emoción.
Desde el punto de vista de la estructura de un argumento, la pragma-dialéctica subsume los actos de habla expresivos bajo la idea de un acto de habla complejo, y pueden cumplir distintos tipos de roles (2002, p. 69), pero todos indirectos, al servicio de un asertivo. Vale decir, se le otorga un papel secundario, subsidiario. Así sostienen:
Expresiones indirectas de un punto de vista
¡Cuánto le debemos al comunismo! (expresivo)
…
Expresiones indirectas de una argumentación
…
6. porque me siento pésimo (expresivo)
Expresiones indirectas de duda
…
9. ¡Qué extraño! (expresivo)
Desafíos indirectos
…
12. ¡Me gustaría ver cómo lo haces! (expresivo)
Solicitudes indirectas de uso de declarativos o de argumentación
…
14. ¡Me encantaría saber qué argumentos tienes para apoyar eso! (expresivo)
Nótese el uso de los signos exclamativos, como si allí estuviera la totalidad de la gramática de los enunciados emocionales.
El panorama es triste (¡hablando de los expresivos!) porque van Eemeren y Grootendorst (2002, p. 60) sostienen:9 “Puesto que los actos de habla expresivos manifiestan los sentimientos del hablante y no conducen a ningún compromiso específico que sea relevante para resolución de la disputa, no hay lugar para ellos en una discusión crítica. Esto no significa, obviamente, que no puedan afectar en absoluto el proceso de resolución. Un suspiro del antagonista, dando a entender que está descontento con los argumentos del protagonista, es un comentario emocional que puede desviar la atención de los argumentos y del hecho de que el protagonista efectivamente respeta todas las reglas de la discusión establecidas de común acuerdo”.
La verdadera forma de comunicar un argumento, para la pragma-dialéctica, es reconvertir estos actos de habla indirectos a declarativos, asertivos, a través de una convencionalización que simplifica la diversidad de juegos con el lenguaje a partir de supuestas funciones comunicativas que solo a veces, de acuerdo con van Eemeren y Grootendorst (2002, p. 77), requiere del contexto para reconvertirlas. Incluso en el desarrollo retórico de esta teoría queda así estipulado. Se puede ver con claridad en la siguiente cita (van Eemeren, 2010, p. 120):
Implicit presentations are indirect if, in the context in which the move concerned is made, the communicative function or the propositional content of the speech act conveying the move is only a secondary function or content of the speech act that is literally performed whereas the primary function or content of the speech act is a different one. This is, for instance, the case when a standpoint is presented as having the communicative function of an expressive (“what a beautiful movie!) but is later defended by means of argumentation, so that it becomes clear that it is a standpoint after all…
4. ACTOS DE HABLA EMOTIVOS: DIALÉCTICA Y COMPROMISOS
Hasta donde llega nuestra revisión bibliográfica, se desconoce que la propuesta de Hamblin (2017) relativa a las emociones haya sido reflexionada. En realidad, lo que el autor australiano propone está expuesto en el capítulo 5 de un monográfico póstumo que parece reúne pensamientos inacabados.
En las primeras páginas de este capítulo, el autor, como muchos, se queja del vacío conceptual que ha existido para generar un modelamiento, una aproximación mecanizable, sobre las emociones. Comienza por dar importancia a las interjecciones, esas construcciones lingüísticas que comunican muchas cosas a la vez, pero que son a veces inclasificables (o fácilmente despachadas) por las teorías gramaticales estándares.
Para comenzar a apreciar la prosa del autor, léase el siguiente pasaje con el que comienza a dar forma a su argumento principal:
A large proportion of Darwin’s list f emotions can be covered in some way or other by means of this expanded list of interjections. However, the question arises whether the list is really as wide as we want it to be. The word emotion my itself be a little narrow here: feeling is broader. I can feel conspicuous, confident, inadequate, friendly and various other things but I would not say that I can have emotions of conspicuousness and so on, though theses feelings clearly border on emotions and ought to be considered… I also have desires, wants and wishes. And I feel pain, which is like an emotion but different. Finally, let us consider what would rather be called attitudes: the principal attitudes are various kinds and shades of approval or disapproval, but I can also take up a hostile, distant, friendly, menacing or equivocal attitude. Emotions, feelings, desires and attitudes overlap to some extent and we should be interested in the widest field, at least until we discover distinctions (p. 69).
Esta invitación a realizar distinciones, previo su análisis de las interjecciones que comunican emociones en el lenguaje, le permite ofrecer la primera entre expresar una emoción y describir una emoción. La explicación de la distinción sigue el siguiente derrotero: cuando decimos Me da pena, se comunica un enunciado respecto del que el oyente puede acordar o desacordar, diciendo algo como No te creo; pero si en vez de aquello alguien dice Oooow (o algo por el estilo), que comunica el mismo significado del enunciado, el oyente puede acusar al hablante de estar fingiendo, pero no puede decir que se estaba diciendo una verdad o una mentira. La diferencia para Hamblin es dialéctica. Con el enunciado el hablante queda comprometido con una expresión indicativa, mientras que con Oooow, el compromiso adquirido tiene otra naturaleza.
Hamblin nos pide que consideremos el siguiente ejemplo para que veamos el problema con mayor detenimiento. Están cenando dos amigos, y uno dice: ¡Delicioso!, y el otro manifiesta su acuerdo. ¿En qué ha acordado el oyente? No solo que es delicioso para el hablante. Tampoco que la cena sea deliciosa para ambos, que no fue lo que dijo el hablante. Solamente que el oyente ha indicado que tiene la misma actitud o sentido (feeling), que la expresión ¡Delicioso! comunica. Recuérdese que ¡Delicioso! es perfectamente reemplazable por: ¡Mmmmm! Enunciados como: Esto está delicioso, o Siento pena, describen los sentimientos, mientras que Oooow, y Mmmm, los expresan. Hamblin sostiene en este punto que el analista puede estar tentado en decir que las cuatro fórmulas declaran un hecho objetivo, y que por tanto las cuatro pueden ser tomadas en cierta forma como indicativos (asertan). Pero también es posible decir que la asociación entre ellas (Está delicioso = Mmmm; Siento pena = Oooow), sugieren que Está delicioso y Siento pena no son realmente indicativos, sino lo que Hamblin llama emotivos, actos de habla emotivos.
La diferencia entre ¡Delicioso! y Está delicioso la sigue explicando Hamblin como sigue. La primera (¡Delicioso!) es similar a Mmmm, pues posee una inmediatez, denotando la presencia real de la emoción, mientras que el enunciado sin exclamación puede usarse para indicar un hecho de forma no emocionalmente. En ¡Delicioso! el hablante revela la experiencia y no solo la recuerda.
Según la posición de Hamblin, lo que realmente caracteriza a los emotivos es que el grado de responsabilidad (compromiso) varía según la emoción considerada. Según Hamblin (2017, p. 71), expresar ¡Delicioso! puede ser rápidamente retirado con otra expresión como, Bueno, es rico para mi, que claramente siendo indicativo (aserción) solo admite, en este caso, un gusto y por tanto el compromiso relativo al peso de la prueba es menos urgente que una aserción estándar. Pero aquí Hamblin introduce la idea de que incluso las actitudes pueden correr la misma suerte. Las razones para ser hostil o amigable son comúnmente materia de racionalidad. Pero puede ser el caso que la hostilidad que se siente sea expresada vía un No me gusta, esto es, el enunciado reafirma la actitud, pero de una forma muy debilitada y no llega a ser una razón. Por esto es por lo que Hamblin sostiene que tal tipo de debilitamiento muestra que nuestros actos compromisorios dependen a veces del estado del hablante. Para mostrar esto último, que evidencia cómo las expresiones varían en sus grados compromisorios y los convierten en otros tipos de actos de habla, Hamblin ofrece el siguiente análisis:
… Thus a dialogue such as Why do you advise me to do that? -Because I approve of it. – But why do you approve of it? -I just do., gives some cause for objection: the advice-giver is not really entitled to be a cavalier. Unrationalised approval might be grounds for a request, but hardly for advice; or perhaps it should not, in the first place, be dignified with the title “approval”, but should be regarded as a predilection or quirk. We have an analogue here of the change of meaning of an obstinately held statement. What is the difference between a request (or command or demand) and the expression of a wish? It is not, I think, negligible; though, as so often in this field, idioms merge. I may wish you would come and see me, and say so, yet refuse to request you to do so —and certainly to command or demand that you do so, or even invite you— on grounds such as that I think you have more important preoccupations. Or I may request or command you to do a thing, because it is my official duty to do so while personally hoping, known to you, that you will not. The difference, in short, is a difference of commitment. An emotive commitment is not to be equated with an imperative one. (2017: 72)
Una reacción espontánea de dolor (cuando nos cortamos al cocinar), o de amor o belleza (cuando lloramos viendo una escena de una película) tiene una diferencia sustancial con los actos de habla emotivos, que son lingüísticos, comunicados intencionalmente, y hasta cierto punto aprendidos. Una reacción de dolor repentina puede ser resultado de una emoción, pero no puede decirse de la persona que está comprometida con tener tal emoción. Tal persona no está bajo ninguna obligación dialéctica, no puede ser contradicha ni puede ser requerida para que provea de la racionalización de tal reacción espontánea. Los oyentes, aunque podemos quedar emocionalmente afectados, no podemos ser tomados como comprometidos con un estado de creencia o acción particulares, y nuestro fallo en reaccionar (críticamente) no nos expondrá como comprometidos con el reconocimiento de, o en acuerdo con, la reacción emotiva. Pero en el caso de una locución verdadera, la cosa cambia. Si estilísticamente alguien emite, ¡Ay!, la expresión es entendida intencionalmente como un intento de hacernos entender que el agente intenta que entendamos que él tiene dolor. Dada esta cadena de intenciones en un circuito recursivo, la expresión va al registro de nuestros compromisos emotivos (emotive commitment store). La conclusión de Hamblin es que las locuciones comprometen, mientras que mensajes espontáneos que pueden contener emociones, no.
A diferencia de los actos de habla estándares que están sujetos a reglas dialécticas claras y distintivas, los actos emotivos tienen, de acuerdo con el acercamiento de Hamblin, una característica especial. Esta característica está del lado de los compromisos del oyente. Hamblin (2017, p. 74) propone la distinción entre emociones subjetivas y objetivas. Para apreciarla Hamblin ofrece el siguiente ejemplo: ¡E! es un emotivo genuino. Cuando H dice ¡E! a O, ¡E! va al registro de compromisos de H. Pero ¿va también al registro de O?, ¿si O recibe ¡E! que enuncia ¡Qué dolor!, debe O sentirse con el dolor tal como H? En realidad, sostiene Hamblin, O puede reaccionar de varias maneras. Puede aceptar ¡E! porque las circunstancias en que el dolor ha sido enunciado son objetivas, apropiadas paras sentir lo mismo; puede admitir tales circunstancias, pero rechazar la actitud de H y decir NO, y obligar a H a revisar su comportamiento; o incluso puede a O darle lo mismo (ni acepta ni rechaza) incorporando un indicativo (H está en dolor), esto es, considera la actitud y enunciado de H subjetivo. Hamblin, en una reflexión de carácter antropológico, frente a su propio análisis admite que la reacción del oyente puede variar por múltiples razones: circunstancias, estilo social, características personales. Cualquier reacción comunicada por el oyente, no obstante, tendrá consecuencias dialécticas, independientemente de cómo se sienta la emoción misma que H haya comunicado.
Si los emotivos tienen consecuencias distintas en el oyente en términos de compromisos, pareciera ser que también habría que revisar las reglas dialécticas que estarían rigiéndolas, ya que serían en algo distintas a las reglas de los indicativos e imperativos. Las locuciones emotivas son compromisorias, ya que se podrían esperar razones cuando un hablante las emite, pero no significa ello que se hagan de uno (esto es, que el oyente las incorpore). Un agente, deduce Hamblin, tendrá en paralelo un registro de compromisos de indicativos, imperativos y emotivos. Estos últimos estarían categorizados de acuerdo con el vínculo a cosas particulares (como en ¡Viva la cueca!), o tipos de cosas (como ¡Odio las sábanas de plástico!), o tipos de acciones (como en Qué divertido el partido), o a tipos de estados de cosas (como en Qué miserable el clima). En relación con estos últimos (estados de cosas), el registro de compromisos emotivo estaría acompañado por un compromiso indicativo. Habría un tipo de correlación entre ellos. Es muy común que ambos estén insertos en un enunciado único. Y, muchas veces, los emotivos pueden reemplazarse, en las interacciones vía racionalización, por indicativos normales y comunes. Pero ello no debiera eliminar el hecho de que, finalmente, esos indicativos deben tratarse como emotivos.
Esto último le hace pensar a Hamblin que debiéramos distinguir entre creencias y creencias-sentimientos. Obviamente, las creencias-sentimientos no son, para Hamblin, parte esencial de las creencias, ni los sentimientos son la falta de creencias. Y también es engañosa la gramática de ciertas expresiones, como Siento tal y tal, que puede significar Pienso tal y tal. Pero también es cierto que puede haber momentos, estados mentales, en los que se siente una creencia sin la creencia (como, por ejemplo, estar parado en el borde de un acantilado y sentir que puedo caminar por el aire, lo cual no genera evidencia para atribuir la creencia de que puedo caminar por el aire). La diferencia entre creencias y creencias-sentimientos es que las primeras son estados de todo o nada y, para Hamblin, no tienen grados. Decir Tengo la mitad de la creencia tal y tal dice más de una introspección y reporte en tono de sentimientos. Ciertamente, en tercera persona se puede decir de alguien Él cree la mitad que tal y tal, y justificar la expresión indicando su comportamiento vacilante. Se puede decir Creo hasta el 50% que podría volar, pero se debe estar preparado para, a continuación, completar con Sabía en realidad que no podía volar. Las creencias del 50% lo que hacen es mostrar el tono emotivo, de cómo el hablante se siente con tal semi-creencia, la que claramente no lo compromete como una aserción estándar, ya que: ¿me puedo comprometer con lo que enuncia mi expresión en un 50%? Sí, puedo, pero solo cuando admito que he avanzado un emotivo.
5. OBSERVACIONES FINALES
¿Dónde nos deja la reflexión de Hamblin? A nuestro juicio, nos deja en dirección de dos caminos que convergen. En primer lugar, en la constatación de que las expresiones emotivas son actos de habla por derecho propio, por lo que deben ser tratados como tal y, sobre todo, requieren una especificación mayor que la tentativa de Hamblin impulsa. En segundo lugar, y a nuestro juicio de mayor importancia en lo relativo a la función de los actos de habla emotivos en el contexto de prácticas y discursos argumentativos, el perfil de los diálogos (Krabbe, 1999, 2002) donde ellos participan son distintos, y deberían generar un cambio actitudinal (orientando una revisión epistémica (Kirsch, 2020)) y un cambio en la concepción de la normatividad involucrada.
En lo que queda de este trabajo, solo se abordará el segundo aspecto que es un compuesto de tres líneas de investigación, y se hará de forma breve para efectos de sugerir desarrollos sucesivos. Las tres líneas son: 1) perfiles de diálogo con actos de habla emotivos; 2) una noción renovada de normatividad en diálogos argumentativos en los que se utilizan actos de habla emotivos; y 3) cambio actitudinal orientado a la revisión epistémica gatillado por emociones y actos de habla emotivos.
Las tres líneas serán tratadas conjuntamente a partir del análisis de los perfiles de diálogos ya que, curiosamente, en esto Hamblin (1970, p. 256) también ya había influenciado a los teóricos de la argumentación, en el entendido de que toda reconstrucción modelizada apunta tanto a la dimensión descriptiva como a la formal o normativa. En la primera, se observan las reglas y convenciones que operan en casos reales de discusión, y en la segunda se construye un set simple pero preciso de reglas y se despejan las propiedades de los diálogos que funcionan a partir de tales reglas. Siguiendo en esto a Krabbe (1999, 2002), se asume que los perfiles de diálogos representan de forma elemental los movimientos básicos que contiene un diálogo, el que se inicia con un desacuerdo a partir de algún acto crítico por parte del oyente. El punto de vista teórico a partir del que Krabbe concibe los perfiles de diálogos (2002, p. 155), es que la argumentación es una actividad orientada a una meta, siendo la meta la resolución de una diferencia, ya que argumentar es un hecho del mundo real que emerge por las diferencias de opinión que la gente posee y porque la gente comunica sus opiniones y otros las retrucan. Un perfil de diálogo gráficamente expuesto es como sigue10:

Esta representación reconstruye varias posibilidades dialógicas a la vez. Todo comienza con el avance de un punto de vista (p) por un agente J (Juan) que se entiende como protagonista, y el antagonista A (Ana) avanza una pregunta simple: por qué (p); J puede no hacer honor a su compromiso de hacerse cargo del peso de la prueba de todo aquel que avanza un aserción, terminando allí el diálogo; pero J puede avanzar al menos una r (razón) para apoyar su punto de vista, respecto de la que A puede reaccionar críticamente de, al menos, cinco formas diferentes (por ahora tomadas separadamente): 1) A puede preguntar por qué r (esto es, preguntar por la aceptabilidad de r); 2) o A puede preguntar por la relación entre r y p (esto es, preguntar por la relevancia, conexión, de r con p); 3) o A puede avanzar una razón distinta que va en contra del punto de vista (esto es, A asume una postura activa de contraargumentación); 4) o A puede declarar inadmisible r (esto es, según A, J con r comete algún tipo de falacia); 5) o A simplemente puede conceder p a partir del momento en que J avanzó r.
¿Cómo se reconstruye el perfil de un diálogo crítico argumentativo que comienza con un acto de habla emotivo?, ¿cuáles serían las posibilidades dialécticas que reflejan algunos de los compromisos por parte de J y A? Son interrogantes difíciles que a partir de la reflexión de Hamblin no se lograría responder completamente. No obstante, en la siguiente reconstrucción, como respuesta tentativa, solo se añade un estado previo en el que se apunta una actitud del hablante que pone entre paréntesis el paso directo y obligado de cargar con el peso de la pueba. Véase el siguiente diálogo:

Primero que nada, en esta reconstrucción deliberadamente se dejan todas las variantes de los movimientos críticos de O, pero más tarde se verá que se requiere una modficación. En segundo lugar, y como Hamblin mostró, el oyente de un acto de habla emotivo no debiera en principio sentirse afectado por el enunciado, pues no dice relación con la predicación de un estado de cosas veritativo; del mismo modo, el hablante no corre con el peso de la prueba estándar de una aserción. Entonces, ¿qué pasa en este contexto? Se sugiere que lo que sucede es que cuando el oyente desafía dialécticamente al hablante a partir de la pregunta por qué tal enunciado (que tampoco podría llamarse sin más punto de vista)11, lo que hace es generar una perplejidad que podría conducir a la reflexión de que, en general, los sentimientos enunciados no se desafían con los criterios que evalúan una creencia comunicada vía un aserción o,12 como segunda posibilidad, se abre paso una racionalización que obliga al hablante a transformar el acto de habla emotivo en uno indicativo atenuado (como Hamblin lo sugiere). Y es aprtir de tal derroterio dialéctico que podría seguir luego una diálogo crítico para resolver una diferencia de opinión de, se puede llamar, segundo grado. La exigencia, en otras palabras, estaría del lado del oyente, ya que estaría llamado a distinguir bien el acto de habla emotivo de acuerdo a un contexto que muestra las circunstancias, fuerza y alcance de tal enunciado, esto es, el oyente cargaría con algún tipo de obligación de detectar que se trata de un acto de habla emotivo respecto del que el hablante no está comprometido de forma estándar y no se le puede exigir consecuentemente. Nótese que cuando se sigue el derrotero dialéctico de la racionalización y transformación del acto de habla emotivo, se asiste a una manifestación del desarrollo básico de la experiencia emocional que, en la sección 1, se tematizó bajo la noción de contradicción intrapsíquica: las personas muchas veces requerimos experimentar la contradicción social de nuestras experiencias emocionales para generar internamente una observación sobre ellas. En la representación gráfica, ambas vías (no aceptar compromiso, o transformar a indicativo) se han enfatizado en color para indicar que ellas son posibilidades dialógicas del hablante que se explicitan críticamente. Si el hablante acepta el desafío de transformar el acto de habla emotivo en uno indicativo, ¿cuál sería su beneficio? La transformación generaría, se sugiere, un cambio de actitud con algunos beneficios importantes, que a continuación se elaboran brevemente para cerrar estas observaciones.