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3- Girl (2018), Belga, dirigida por Lukas Dhont.
4- Lacan, J., “La significación del falo”, Escritos 2, Siglo Veintiuno, Bs. As., 1985, p. 665.,
5- Ver también Álvarez,, P., “La elección inconsciente del género”, Aperiodico Psicoanalítico 31 Género y Trans 2, Bs. As.,
6- Laurent, E.,. El reverso de la biopolítica, Grama, Bs. As., 2016.
7- Lacan, J., El Seminario, Libro 23, El sinthome, Paidos, Bs. As., 2006, p. 64.
8- Laurent, E., El reverso de la bioplítica, op. cit., p. 119.
9- Ibíd., pp. 104-8.
10- Lacan, J. El Seminario, Libro 23, El sinthome,op. cit., p. 151.
11- Ibíd., p. 64.
12- Laurent, E., El reverso de la bioplítica, op. cit., p. 112.
13- Lacan, J. El Seminario, Libro 23, El sinthome, op. cit., p. 64.
14- Ibíd., p. 151.
15- Laurent, E., El reverso de la bioplítica, op. cit., pp. 120-121.
16- Miller, J.-A., “El inconsciente es político”, Revista Lacaniana de Psicoanálisis 1, Grama, Bs. As., p. 14.
17- Miller J.-A. y Laurent, E., El Otro que no existe y sus comités de ética, Paidos, Bs. As., 2005.
18- Ibíd., p. 77.
19- Cf. Lacan, J., El Seminario, Libro 19, …o peor, Paidos, Bs. As. 2012, capítulo III “De la anécdota a la lógica” y capítulo XIV “Teoría de las cuatro fórmulas”.
20- Miller, J.-A.; Laurent, E., El Otro que no existe…, op. cit., p. 77..
21- Ansermet, F., (entrevista por Edith Tendlarz) Aperiódico psicoanalítico 31 Genero y Trans, Bs. As.,
22- Ibíd.
La epidemia de las mujeres PABLO RUSSO
Muchas gracias queridas Mónica y Blanca. Intentaré ser lo más breve posible y no reiterar lo que ya han dicho. Es la primera vez que lo hacemos de modo virtual pero dada cierta práctica que tenemos hace bastante tiempo, en general combinamos bien.
Buenas tardes y noches a todas, todos, todes, a los que pudieron incluirse y están conectados y a los que su inscripción llegó fuera del cupo que nos impone esta plataforma –como dijo Mónica–, al menos por esta vez, afectuosos saludos cuando logren ver el video.
Puse como título a estas notas introductorias para el trabajo de este año: La epidemia de las mujeres.
No sé si sería mejor decir “las feministas”, “los feminismos”, o “lo femenino”, creo que por ahora es mejor así, dejarlo del lado de un colectivo bien particular, o incluso paradojal, en tanto, como también situó Blanca, (1) el de “las mujeres” es un conjunto abierto. Y además de minimizar el termino epidemiológico, de pandemia a epidemia ¡no se alarmen!, intentaré situar en y para ellas la peste de la no-relación en tanto podría continuar siendo auspiciosa, productiva.
En este tiempo de casi absoluta dis-continuidad, hay que encontrar momentos y ocasiones para continuar. Nunca olvidando ni descuidando la función que encarnamos, seguir trabajando, pensando, conversando. También atendiendo y por las vías que sean. Son modos de encontrar salidas que, dando lugar a los modos singulares, no sean ni irresponsables ni banales.
Muchos pensadores, filósofos, hasta gurúes de hoy, como dijo Rita Segato en una reciente aparición televisiva, se disputan atrapar la lectura certera del acontecimiento presente en el que estamos. Pero también en nuestro campo muchos colegas y amigos, de todas latitudes, han tomado el compromiso de pronunciarse, de intentar bien decir o escribir ciertas lecturas, de ofrecernos parciales elaboraciones que no nos alivian pero que nos sostienen y acompañan con sus palabras en la incertidumbre de un dilatado instante de ver. Leemos todo o muchos de estos aportes y los agradecemos, cada vez, pero experimentamos también, al mismo tiempo –una amiga analista me hablaba de la “experiencia de la espesura del tiempo”–, experimentamos también que irrumpe en el pensamiento, es decir en el cuerpo, la encerrona que nos dificulta continuar pensando y hablando sobre otros temas, por ejemplo los de nuestro seminario. Diría entonces aquí que en particular el tema de este seminario, por muchas consecuencias y transformaciones que produzca este real sin ley que no acosa, en tanto seres hablantes sexuados, no solo continuará vigente sino que seguirá ocupando un espacio central, nodal y también para las mujeres o para los feminismos.
Hace bastante, no sé ya cuánto, a principios del verano quizás –y parece ya otro tiempo y otro mundo–, había pensado en intentar asomarme a lo que pensaba titular “La epidemia de las identidades” –de algo de eso habló Blanca–, como vía en lo actual de ir distinguiendo o no dimensiones de la invención que, como hemos trabajado en varias ocasiones, es siempre singular. Pero pensando luego en las consecuencias que ellas vienen produciendo y que, creo, tampoco se detendrán, decidí que mi sesgo para este año –los que me conocen sabrán o recordarán que siempre intento proponerme un rasgo o hilo desde el cual ir siguiendo, tejiendo los diversos abordajes que nos propongamos a lo largo de los encuentros del año– será repensar las posibilidades de conversación, hoy y en Buenos Aires, entre el psicoanálisis de la orientación lacaniana y los feminismos.
Bien, con esta propuesta quisiera en primer lugar recordar el comienzo del aporte, entre muchos otros, de Miquel Bassols, que pueden encontrar en el blog de Zadig España –hay también aportes en el del Zadig Argentina y la mayoría de ustedes recordaran que éste eligió como tema para su primer Foro del año pasado una conversación con los feminismos y especialmente representados por mujeres. Allí estuvo incluso participando Mónica. Lo que recorto ahora de ese aporte de Miquel no me parece ni tan lejano ni indiferente a nuestro tema. Dice: “La naturaleza es epidémica” –hoy, podríamos agregar, globalizando caóticamente un real sin ley. Y agrega: “El ser humano es epidémico por ser hablante y estar habitado (en su extraño cuerpo sexuado, de cuya imagen ya nos habló Blanca) por esa sustancia gozante que llamamos significante”. (2) Agregaría también que en muchos de los aportes que circulan se propone, para este asedio y de ser posible, dignificar la respuesta inventiva en cada sujeto.
Luego, recomenzaría este renovado intento de conversación, con los feminismos y en nuestro seminario, recordando aún que cada sujeto –de la ‘identidad’ sexual que sea–– experimenta en su cuerpo, del modo que puede pero ineliminablemente, que no hay objeto adecuado para la pulsión, que no existen la complementariedad y armonía sexuales entre los seres infectados de lenguaje.
Por lo cual, lo que me parece primario para insistir, volver a intentar ser escuchados por las feministas, o por las feministas más abiertas, lo cual creo que será cada vez más vital tanto para ellas como para nosotros, es resituar en el centro de la epidemia identitaria de hoy que, puesto que “no hay relación sexual” hay arreglos más o menos contingentes y siempre sintomáticos. Que no hay identidad sexual –como ya tomó Blanca– sino posiciones o identificaciones respecto del goce. Que desde el psicoanálisis no hay norma alguna respecto del buen arreglo, del buen modo de responder a esta imposibilidad. Que –y esto retornará muchas veces seguramente en nuestras conversaciones de este año– las respuestas estables o soluciones serían siempre del orden de la invención.
Como nos enseñó Lacan sobre el espacio no-todo y una por una, en tanto más ‘cercano’ o afín de las mujeres o de lo femenino al impasse de goce respecto a la proporción sexual que no existe, me parece pertinente distinguir o valorizar especialmente respecto de las varias y diversas presentaciones discursivas y reivindicaciones llamadas de un modo general “de género”, la revolución que, desde el abanico de feminismos, están produciendo hoy lo que podemos llamar las mujeres. Esas pibas de las que habló Mónica, pero las de hoy.
Imaginaré una especie de juego como punto de partida para el valor que le supongo a una conversación posible con nuestros feminismos como si, por ejemplo, nuestra interlocutora fuese una Rita Segato e intentáramos transmitirle, ponerla a debatir con el Lacan ‘feminista’. Ese Lacan que va de fines de 1971 a mediados de 1974, es decir, de El Seminario 19, …ou pire, pasando por el 20, Encore o Aún, hasta el 21, “Los no incautos y-erran” o “Los nombres del padre”. Es el Lacan inmediatamente anterior al que tomó Blanca, sería el último y no el ultimísimo. Y sostener, en estas primeras notas, este simulacro imaginario de escucha y conversación vía algunos recortes del mismo Lacan o apoyados por algunas otras referencias que encontré como iniciales. Solo voy a abrir la cuestión, a presentar una línea de trabajo.
Me parece que en ese amplio movimiento que podemos ya tildar, caracterizar de histórico y nada reciente! pues con vaivenes lleva cerca de 150 años aquí en la Argentina, Segato no es cualquier voz. Por su apertura a pensar el contexto contemporáneo y local –o latinoamericano– de violencia producida por el capitalismo –sobre todo occidental–, por su posición respecto de que la revolución no debe pasar por abolir ni a los varones ni a la diferencia sexual, así como por su disposición a incluir en sus siempre lúcidas, filosas, singulares lecturas un lugar para el psicoanálisis. Por ejemplo, en uno de sus más importantes libros, Las estructuras elementales de la violencia: ensayos sobre género entre la antropología, el psicoanálisis y los derechos humanos, que es del 2010 –que si luego queda tiempo o quieren conversar retomaré–, propone que debatir con el psicoanálisis permitirá a los movimientos feministas –que ella misma intenta abarcar, englobar en sus enormes investigaciones– “…que el género se muestre apto para pensar […] el poder y la sujeción (además) en otras trincheras de la vida social”. (3)
Aun así, aún con esta apertura, su lectura de Lacan no va mucho más allá de “La significación del falo”, es lo que suele citar, y suele estar mediatizada por lecturas angloparlantes en general norteamericanas. Es decir, toma académicas norteamericanas que han traducido a su modo a un temprano Lacan y toma eso como si fuera Lacan, finalmente reduciéndolo a permanecer como un mero estructuralista. Todo lo cual más que un déficit me pareció al entrar en este tema… un enorme desperdicio! Tan es así que al conversar, por ejemplo, de tú a tú con una Judith Butler uno puede reconocer en las referencias de esta, que Segato cita o extrae, a un Lacan posterior y mucho más… ¿cómo decir? más lacaniano, y más feminista! Pero no lo conoce. He iniciado, quiero contarles, un cierto contacto con ella, con Rita Segato, que ha aceptado con mucha amabilidad, anticipándoles que tal vez podamos entrevistarla y contar con alguna presencia de su pensamiento “epidémico” en el próximo número de la Revista Enlaces, creo que sí, veremos si lo conseguimos finalmente. (4) Y estoy empeñado en hacerle conocer ese Lacan al que Jacques-Alain Miller llamó tempranamente, por ejemplo en sus Matemas, “Otro Lacan”.
Respecto de la también enorme, notable y probablemente no tan conocida historia del feminismo en la Argentina
–recién estoy comenzando a zambullirme–, encontré algunas perlas, eventos, mujeres activistas, que se remontan a fines del siglo XIX y primeros años del siglo XX. Es decir, no han leído siquiera a Freud, tal vez alguna –si llegó– la icónica novela de la que nos habló Mónica, Mujercitas, y están en simultáneo con lo que se suele ubicar como el comienzo de la segunda ola o sufragismo en el mundo pero agregándole reivindicaciones muy de avanzada y aún hoy no satisfechas. Y mucho antes de las figuras más renombradas de la historia del feminismo argentino: Alicia Moureau, las escritoras Gabriela Mistral y Alfonsina Storni, la misma Eva Perón, etcétera, que suelen ser las más conocidas. Incluso antes de lo que fue un hito en 1910, que fue el primer Congreso Femenino Internacional en la Argentina. En 2010 se hizo un congreso recordándolo, pues además se consiguieron y publicaron las actas de aquel un siglo anterior.
En esa Buenos Aires y en la ciudad de La Plata mucho más coloniales y patriarcales que hoy, muchísimo, en las que mujeres trabajadoras, obreras o con algunos oficios en particular, ya habían realizado variadas y numerosas huelgas en la calle, existieron mujeres como por ejemplo la de origen uruguayo María Abella (de Ramírez), quien en 1902 fundó la revista Nosotras, en 1903 participó de la creación del Centro Feminista –creo que es el primero–, en 1905 fundó con otras la Liga Feminista Nacional (o Partido Feminista Argentino, que incluía mujeres anarquistas en sus filas) y en 1908, dos años antes de ese primer congreso, compiló y prologó una publicación que se llamó Ensayos feministas cuyo título inicial era En pos de la justicia, publicación que fue difundida en varios países de América del Sur –creo que fue incluso traducida al portugués. Algunas de estas mujeres, ligadas en general a la educación o a las letras, vivían sin mostración pero sin ocultarlo con otra mujer, o eran decididamente solteras. Pedían no solo la igualdad jurídica y laboral con los varones sino cambiar las condiciones económicas, además del ingreso al mercado laboral, poder divorciarse libremente, etcétera. No andaban muy lejos de exigir el aborto libre, legal, gratuito y seguro.
Teresa vuelve a Tiresias o lo femenino del lugar del analista
“Teresa vuelve a Tiresias” es una frase que Lacan extrae, en la primera clase de …ou pire, del drama de Apollinaire Las tetas de Tiresias. (5) Recordarán que Lacan había dicho ya que no bastaba con que el analista haga el muerto, interprete de vez en cuando o corte la sesión, sino que además tenía que saber que tenía un cuerpo, y vivo, que su boca era de carne, a lo cual le agrega en esta época de su enseñanza que tenía que tener tetas. Y lo agrega tomando esta obra de teatro que se puede tildar de grotesca, porque a la vez es una especie de absurdo de Apollinaire, una provocación. Y además Tiresias, recordarán, en la tragedia griega edípica es aquel que por un tiempo se volvió mujer y los dioses querían saber algo de esa experiencia, de cuando tuvo tetas. Precisamente el analista debe tener algo de ese Tiresias.
En su reciente e inolvidable presencia en Buenos Aires, Eric Laurent nos orientó con su conferencia de diciembre
–precisamente en el Foro Zadig– titulada “Reflexiones sobre tres cuestiones del feminismo con la no relación sexual”. (6) En lo que ubicó como la “…particular coyuntura actual de los discursos que merece ser explorada”, planteó “una renovación del discurso feminista” y –más allá de su variedad– de los diversos y coexistentes movimientos que “convergen para producir una nueva urgencia, la de un debate más allá de la diferencia de los sexos, sobre lo que es una mujer”.
Para situar sus tres cuestiones, y de referencias feministas, toma de la publicación Le nouveau Magazine littéraire, de septiembre de 2019, una reseña de Eugénie Bourlet del libro de Aurore Koechlin La révolution feministe (que sintetiza el abanico de los movimientos feministas desde los años 60/70 hasta casi la actualidad). Esta reseña que toma Eric se titula “El feminismo es revolucionario o no (lo) es”. Hay un juego en francés en el título Le féminisme est révolutionnaire ou il n’est pas. Se puede traducir por “o no es” o por “o no lo es”, es decir, o no es feminismo o no es revolucionario. Las dos versiones se pueden leer.
En consonancia con este título, pero desde una declinación analítica, al buscar argumentos que tomen el Lacan de esta última y no ultimísima época de su enseñanza para pensar el feminismo, encontré una ponencia de Mercedes de Francisco (a quien vengo leyendo a menudo porque siempre que la encuentro me parece que vale la pena hacerlo, volveré luego en la conversación o en otro encuentro sobre esta referencia si no alcanzo a contarles mucho esta vez). En esta presentación, comentando en España el libro de Jorge Alemán Lacan en las lógicas de la emancipación (7) y en resonancia con los discursos feministas, pone por título “Lacan y el feminismo”, habla de esto mismo que me y les propongo, y plantea, también a modo de un sintagma similar a la referencia de Eric: “El futuro será femenino o no será”. (8) Es un poco como la estructura de la frase sobre el feminismo pero ahora sobre lo femenino. Y ubica, ya en “Análisis terminable e interminable”, “el rechazo de lo femenino como el obstáculo mayor para un final de análisis y también –agrega–, un obstáculo para un cambio de paradigma social y político” (ponemos nota?), abonando a que sería correcto entonces por ahora dejar en mi título ese paradojal conjunto “las mujeres” así como el modo en que Laurent plantea el posible encuentro alrededor de la pregunta por la mujer. Así, nos dice M. de Francisco: “Lacan, retomando a Freud, subraya que lo imposible por excelencia es encontrar un universal que nombre a la mujer, ese ser enigmático y extranjero que hace presente la diferencia en el mundo […] hecho –de imposibilidad– que atraviesa la historia y que según la época aparece con diferentes ropajes”. Ubica también que dentro del feminismo hay incluso la idea de una oposición entre el capitalismo, el desarrollo del capitalismo, y poder cambiar el trato hacia las mujeres, pues “el neoliberalismo –afirma– es la realización máxima de este rechazo de lo femenino, sistema único que cercena la posible invención frente a lo imposible de curar”. (9)
A su vez, Eric Laurent va declinando hacia las referencias de ese Lacan (feminista) y del Miller de El partenaire-síntoma, tomando en el camino un artículo de Jean-Claude Milner que está publicado (en inglés) en Internet, también de 2019, titulado “Reflexiones sobre el movimiento MeToo y su filosofía”. Pues las tres cuestiones por las cuales Eric propone un encuentro para los feminismos con la “no-relación” son: los femicidios, es decir la violencia extrema hacia las mujeres –hacia el cuerpo de las mujeres–; la promoción del lenguaje inclusivo, lo que también llama feminización del discurso, sobre todo por los colectivos LGBTIQx… (puntos suspensivos, etcétera, como quieran, espacio para nuevos nombres a inventar) y en particular anclados en discursos universitarios/académicos, así lo plantea Eric; y en tercer lugar, la reciente reanudación o el re-empoderamiento del movimiento MeToo con el affaire Weinstein, la denuncia que apareció sobre todo en los círculos del espectáculo y que inundó las redes en Estados Unidos, Inglaterra, etcétera.
Bien, podemos encontrar un Lacan que avanza rápido, preciso y radical en el comienzo mismo de esta época. Recordarán, hay una publicación que saca J.-A. Miller, un librito chiquito titulado Hablo a las paredes. Aquí hay dos clases que pertenecen a El saber del psicoanalista, después vendría la primera clase del Seminario …o peor y después viene la última clase, publicada en este libro que se llama precisamente Hablo a las paredes. Voy a tomar simplemente como punto de entrada estas cuatro clases, alguna referencia a estas cuatro clases. Entonces si bien no ha escrito aún completas en un gráfico sus fórmulas no complementarias de la sexuación, ya las tiene en sus ideas y conceptualizaciones. Aún más, ya de algún modo ha propuesto en este comienzo todo el programa de lo que vendrá en esos tres años, Seminarios 19, 20 y 21. Nunca había prestado atención a la cobertura y cuando me pongo con esto –me parece justamente que El Seminario 19 es un seminario no tan trabajado, además fue publicado establecido hace no tanto tiempo–, me doy cuenta que no había prestado atención a la contratapa de Miller. No suelo prestar atención de entrada a esos alrededores, primero leo el libro y después voy a ver las solapas y contratapa o prólogos. Pero me la encontré y me pareció contundente, impactante. Lo cito:
“Se trata del hombre y de la mujer. Entre los dos, ningún acuerdo ni armonía, no hay programa, nada pre-establecido: todo está librado al azar, lo que en lógica modal se llama «contingencia». Nadie se salva. ¿Por qué esta es fatal, es decir, necesaria? Ven que la contingencia en esto es la regla (es lo que hay). Hay que pensar que procede de una imposibilidad. De ahí el teorema: «No hay relación sexual» –fórmula no sólo ya célebre sino conocida y aún en general resistida por las feministas. […]
En el lugar de lo que así agujerea lo real, hay plétora: imágenes que embaucan y encantan, discursos que prescriben lo que esa relación debe ser. No son más que semblantes, cuyo artificio el psicoanálisis volvió patente […].
(Y) Dado que es un hecho de cultura, se consagran a la invención. Se improvisan otras construcciones por todas partes…”. (10)
No solo me impactó, en unos pocos renglones, cómo caracteriza el comienzo de esta época, sino que este resumen de Miller uno lo puede encontrar en esta primera clase, ya desarrollado, ya presentado por Lacan. Uno encuentra allí no solo lo real del sexo, como dice Lacan, que “…en cuanto a definir qué es el hombre o la mujer, el psicoanálisis nos muestra que eso es imposible”, sino además que “…nada indica especialmente que sea el partenaire del otro sexo al que deba dirigirse el goce”. Así, lo que debe ir al lugar de los puntos suspensivos del título –…o peor, …ou pire–, de entrada en el seminario, será un decir sobre que no hay relación sexual, que “el sexo no define ninguna relación en el ser hablante”, lo que no impide los encuentros, los enlaces…, así los llama Lacan. Pero aún un poco más allá, ya tiene la idea de una variedad de respuestas a lo que enigmáticamente llama el “al-menos-hombre-una-error-común” que –hace un juego de palabras, lo traduzco rudimentariamente– contiene la palabra homme, hombre, adentro del ‘al menos’, y además hay que pronunciarlo en femenino. Esas respuestas o variedad de respuestas al error común, que es también un errar universal, en el que estamos todos, pueden ser el obstáculo –el goce fálico lo es–, el padecimiento, pero también pueden ser pasión, locura… Incluso Lacan dice en algún momento “recibo respuestas muy estándares, me gustaría que me vinieran otras nuevas, distintas”, e incluía entre esta variedad anticipada por ejemplo la pasión o la locura de confundir, en ese error común, el falo en tanto que significante con el órgano, que vendría al lugar del significado natural de ese significante. La suposición del goce llamado sexual como instrumental estaría disponible para ser usado. Por lo cual en la página 17 llegará a situar la pasión del transexual como, y algo de esto tomó Blanca, “…la locura de querer librarse de ese error, el error común que no ve que el significante es el goce y que el falo no es más que su significado”; (11) y además para algunos –en general los neuróticos.
Pero, y leyéndolo en este contexto referencial, Eric –volviendo a su importante conferencia de diciembre pasado–, planteaba, eso entendí, él privilegiaría hoy conversar con este movimiento MeToo, por la combinación que presenta entre la extensión eficaz y el uso del gadget en la difusión en las redes, y en el modo en que allí se pone en juego algo violentado pero no tanto, es decir no asesinado, un poco más metafórico del cuerpo. Algo del abuso no consentido del cuerpo del otro, o de las mujeres y, de allí, extrae lo que me pareció pueden ser las líneas centrales, de lo que en una primera hipótesis, se trataría de plantear(les) en este intento de nueva conversación con los feminismos. Comenzando por hacer escuchar que la ausencia de relación y de definición de la mujer afecta a todos.
Eric Laurent, tomando de Milner que “fuera del discurso universitario –es decir el MeToo se salió del discurso universitario– […], se produce el debate como tal sobre el estatuto de la relación sexual”. El problema mayor que ubica es “que cada uno de los partenaires […] trata al otro como a una cosa, como un medio para su goce”. Esto muestra que “las relaciones están todas basadas en la desigualdad”. A diferencia de las soluciones contractuales, de acuerdos, o de la puja de fuerzas que tendrían en un extremo el sojuzgamiento o la coerción y en el otro la igualdad absoluta entre los seres sexuados, imposible, el psicoanálisis “hace del acoplamiento sexual –sea cual sea su forma– el vínculo de goce que viene al lugar de lo que hace impasse en el significante, y que siempre lo hará” en toda sociedad y en toda época. Con esta “doble lectura –dice Eric– a nivel del significante y a nivel «sexual»” agrega a esto que venía diciendo una dimensión del saber hacer, lo que llama “las practicas eróticas del manejo de los cuerpos”. Quizás algo de lo que Blanca proponía como esto de encontrar la manera de arreglárselas con su propio cuerpo, poder manipularlo. Entonces, con esta doble lectura a nivel del significante y a nivel sexual, es decir incluyendo el saber hacer en esas prácticas eróticas del manejo de los cuerpos, plantea Eric: “Lacan hace del impasse una solución”, lo que lo conducirá en esa conferencia a lo que de allí J.-A. Miller extrajo como “teoría del partenaire-síntoma”.