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Bien, dejaré por el momento estas líneas de trabajo e investigación para continuarlas veremos cómo y cuándo en esta nuestra nueva conversación con los feminismos y en este nuestro Seminario de Enlaces de este año. Gracias!
No he podido leer nada de lo que han ido escribiendo en el chat mientras les hablaba, así que tendrán que retomarlo para la conversación.
¡Muchas gracias!
1- Cf. Sánchez, B., “Cuerpo de baile”.
2- Bassols, M., “La ley de la naturaleza y lo real sin ley”, también publicado en Virtualia #38.
3- Segato, R., Las estructuras elementales de la violencia. Ensayos sobre género entre la antropología, el psicoanálisis y los derechos humanos, Prometeo, Bs. As., 2010, p. 58.
4- Entrevista “Ser un canal a través del cual habla algo que sirva”, realizada con Alejandra Antuña y Mariana Dopazo, publicada en Enlaces Nro. 26, Grama, Bs. As., 2020, p. 98.
5- Lacan, J., El Seminario, Libro 19, …o peor, Paidós, Bs. As., 2012, pp. 17 y 18; y Apollinaire, G., obra de teatro habitualmente situada como surrealista estrenada en 1917, se puede encontrar en https://templodeeros.files.wordpress.com/2019/08/las-tetas-de-tiresias-guillaume-apollinaire.pdf.
6- Laurent, E., “Reflexiones sobre tres encuentros entre el feminismo y la no relación sexual”, 13-12-2019, 1er Foro-Zadig Argentina, Bs. As., en https://www.lacanquotidien.fr/blog/wp-content/uploads/2019/12/LQ-861-1.pdf.
7- Compilación, Lacan en las lógicas de la emancipación, Miguel Gómez Ediciones, Madrid, 2018.
8- De Francisco, M., “El feminismo y Lacan”, 14-01-2019, en https://www.mercedesdefrancisco.com/2019/01/el-feminismo-y-lacan.html.
9- Ibíd.
10- Miller, J.-A., contratapa a El Seminario, Libro 19, …o peor, op. cit.
11- Lacan, J., El Seminario, Libro 19, …o peor, op. cit., p. 17.
Conversación
Blanca Sánchez: Hay una pregunta sobre qué sería tener un cuerpo antes del estadio del espejo y alguien en ese punto retoma alguna presentación de Juan Carlos Indart, en donde él ubica el júbilo del niño entre imaginario y real. Yo me manejé con el texto de Eric Laurent para poder pensar esto y, en realidad, él ubica dos dimensiones de ese “tener el cuerpo”. Una que es en relación al impacto del decir y otra que sería ya cuando el cuerpo tiene forma, que sería más la del estadio del espejo. Esto es algo anterior al estadio del espejo porque el estadio del espejo más bien va por el lado de la forma, va por el lado de la imagen, va por el lado de la identificación. Este “tener el cuerpo” diría que, por ahí relacionándolo con esa cita que tomaban de Juanqui, es realmente lo que se siente en ese cuerpo que se puede tener. Quizás ahí sería el cruce entre imaginario y simbólico. Pero es la posibilidad de pensar una relación al cuerpo muy, cómo decirlo, muy estructural, muy de la base, muy del primer momento de la estructuración. Hay otra referencia que es el capítulo de El ultimísimo Lacan que se llama “Un-cuerpo”. Miller nombra ese momento primero en el que el cuerpo se tiene como el momento del “Un-cuerpo”, de tener “Un-cuerpo”. Me parecía interesante porque en relación al transexual Patricio Álvarez lo tomaba como ese momento en el que hay un rechazo de ese “Un-cuerpo” que se tiene, de ese primer tener el cuerpo y a mí me parece que si bien en el transexual se juega así muy claramente, es un trabajo que cada quien tiene que hacer, para hacer de ese cuerpo el propio cuerpo, aun cuando se tiene.
Ivana Bristiel, en el chat, propone pensar el cuerpo en la danza, en relación al acontecimiento, a una emergencia del goce imposible de atrapar.
Eso me hace cierta pregunta, si en ese uso del cuerpo en la danza, ya no es por el lado de la adoración, sino el uso del cuerpo para otra cosa, Ivana lo toma por el lado del goce, también lo pensé por ese lado. No podría dar una respuesta sobre eso. Me parecen interesante los aportes que van haciendo y en ese sentido avanzaría un poco. Laurent lo toma más por el lado de la danza del cuerpo con el sinthome, a mí me gustaba más pensar quizás en un uso del cuerpo distinto en la danza.
Mónica Torres: Blanca fue desde el primer Lacan al último Lacan, entonces por ende es un trabajo muy importante y a la vez es un poco difícil seguirlo. Yo creo que es nuestra primera clase de apertura y es la teoría del espejo. El cuerpo para el último Lacan ya no es el cuerpo del estadio del espejo y esa teoría de la forma, como decía Blanca, ya no aparece en el último Lacan. Se trata de dos momentos distintos de la teoría. El último Lacan no toma el cuerpo de la misma manera. Lo plantea como Blanca lo relacionaba, tomando las elaboraciones del Seminario 23 y de Eric Laurent. Son elaboraciones muy complicadas En la significación del falo, cuando aparece el falo como significación, como señaló Pablo al final, tener, ese tener un cuerpo está más referido al hombre y cuando digo al hombre no digo en genérico, me refiero al sexo hombre, y estamos ya en la lógica del significante, está más referido a ser el falo. Cuando volvés a ese “tener un cuerpo” no es ya esa lectura.
Blanca Sánchez: No, justamente es la idea de poder pensar la relación al cuerpo por fuera de esa lectura de la sexuación, si vos querés. Cuando Laurent dice que la idea de tener un cuerpo es poder pensarlo por fuera de la sexuación y que quizás por eso es lo que nos puede servir en la clínica del trans o en la clínica en general, es justamente pensarlo por fuera de esa lógica, por ejemplo, de ser o tener el falo. Me parece que la idea es esa. Es realmente ubicar el cuerpo de otra manera.
Pablo Russo: eso permitiría pensar las nuevas sexuaciones, más acá del falo. La próxima vamos a trabajar más allá del falo. En el momento en el que Lacan decía “lo que ebulle en el cuerpo de Juanito”, con lo que no sabe qué hacer, aunque Juanito es un poco más grande, uno podría decir que, ahí en el momento mítico del encuentro con la lalengua hay algo que sucede en el cuerpo que no hay con qué darle una significación. Mariela Lavia hace un aporte en el chat. Dice que pensando desde el texto de Miller La invención del partenaire, si la relación sexual no está escrita en un programa anticipado, entonces debe haber una invención. Entonces hay que pensar cómo entra la invención que cada uno hace en esa ausencia de programa, y si lo que veníamos trabajando es que quizás lo primero que uno se inventa es un modo de relación con ese cuerpo con el que no se sabe qué hacer. Digo, cómo se hace, cómo se manipula, cómo se lo tiene a ese cuerpo que duele, goza, se manifiesta, tempranamente.
Mónica Torres: A mí me parecería muy interesante pensar que esta adoración del ser hablante por su cuerpo y que el tener que ahí está en juego nada tiene que ver con el falo ni con la diferencia sexual. O sea un tener el cuerpo a la manera, no solo de tenerlo sino adorarlo, tenerlo en tanto que se lo adora.
Blanca Sánchez: Claro, porque el tener no es sin la adoración. Ese es el punto.
Pablo Russo: Bueno pero ahí hay en juego una dimensión de la imagen, o de lo imaginario del último Lacan que no es la del estadio del espejo. Es eso que Blanca tomaba como lo que hay que resolver al final de un análisis, la relación de un sujeto con una imagen, con su propia imagen en tanto que, casi como uno podría decir, que sello, que gestalt, que relación primera con la imagen misma del cuerpo.
Mónica Torres: Es el tema de lo imaginario en Joyce. Porque en el seminario, siempre que empezamos, un poquito articulamos todo lo que vamos a seguir diciendo. Son temas que vamos a trabajar todo el año y me parece que hicimos un primer pantallazo y está bueno que se puedan dar también estas conversaciones casi como si estuviéramos sentados.
Pablo Russo: Acá María Leonor Solimano comenta lo mismo que estamos diciendo, me parece. “Tener un cuerpo previo a la imagen: ¿no podría tener que ver con pensar al cuerpo como sede de un goce anterior a la elección sexuada en relación al falo?”.
Mónica Torres: A mí no me gusta la palabra previa porque previa remite a una cronología y justamente no estamos en una cronología. Entonces ¿previa en qué? ¿Evolutivamente?
Blanca Sánchez: Podría ser lógicamente.
Mónica Torres: Claro sí, podría ser. Pero yo diría que en realidad es otra manera de pensar lo imaginario. Que Lacan abandona la manera de pensar lo imaginario que tiene el estadio del espejo.
Blanca Sánchez: Claro, el estadio del espejo es una manera de pensar lo imaginario absolutamente ligada a la imagen. Mientras que acá lo imaginario es más la mentalidad. La mentalidad como la imaginería, la elucubración que se produce mentalmente incluso con el propio cuerpo. Me parece que esa es la idea de tomar otra manera de lo imaginario. No es el cuerpo, sino el amor propio a nivel de la mentalidad. Por eso es interesante esa otra dimensión de lo imaginario, que además está muy presente en la clínica porque aquellos que están diciendo que no pueden parar de pensar en determinadas cosas, no es simbólico eso, eso es bien imaginario. Me gusta más la expresión “la imaginería” que hay en juego ahí.
Mónica Torres: Sí, porque no es el imaginario tal como estamos acostumbrados a pensarlo en el goce imaginario del primer seminario o del primer paradigma del goce, no es ese goce imaginario. Se trata del goce en relación al propio cuerpo, se trata del goce del Uno, pero es un imaginario distinto y eso siempre me ha parecido particularmente complicado en el Seminario 23 al cual Eric Laurent, en El reverso de la biopolítica, se dedica a pensar. Así que me parece súper importante esto. Es una manera distinta de ver lo imaginario, es otro paradigma.
Antes de cerrar, agregaría, si me permiten, que desde este último Lacan hasta hoy han pasado cosas con la dimensión de lo imaginario en este mundo. Así que quizás haya que también repensar eso hoy, que lo imaginario además tiene una presencia enorme, el ojo absoluto, hemos trabajado mucho eso pero lo podemos retomar con alguna otra cuestión.
DESGRABACIÓN: ILAN BRONSTEIN
CAPÍTULO 2 Más allá del falo (*)
*- Clase del 20 de abril de 2020.
Más allá del falo (*) ARGUMENTO MARÍA LENOR SOLIMANO
Las mujeres no están castradas por las mejores razones,
porque ellas el falo no lo tienen.
Jacques Lacan (1)
Hay un goce, ya que al goce nos atenemos,
un goce del cuerpo que está
si se me permite […] más allá del falo.
Jacques Lacan (2)
Como ustedes saben, Lacan antes de enunciar las fórmulas la sexuación, pensaba que el sexo se definía por una identificación con el falo: ser o tener el falo. Más tarde, en el Seminario 17, prepara el camino hacia las fórmulas, encarando la cuestión del Edipo femenino a partir de una relectura de Dora. En esa lectura cuestiona al padre idealizado freudiano y ubica la castración, no como un fantasma sino como la operación real del lenguaje sobre el cuerpo.
A partir del Seminario 19 ya no piensa la sexualidad como la identificación a los ideales de la masculinidad y la feminidad, sino que la sexuación se hace a partir de una elección de goce. Ubicarse del lado masculino o femenino es siempre una decisión del sujeto. En la parte superior de las fórmulas, Lacan ubica cómo se posicionan hombres y mujeres respecto del predicado fálico.

Las relaciones entre una mujer y un hombre se inscriben en la lógica fálica, ya sea porque ella es tomada como objeto de su deseo o o porque hace que el le dé esos objetos a de los cuales ella se ocupará de manera materal.
Lacan va a decir que la lógica masculina es que para todo hombre es posible predicar el falo y que existe al menos uno para quien el falo no se puede predicar, y es por extraer algo del conjunto que el conjunto se arma.
Pero, a diferencia de Freud, para Lacan esto quiere decir que todos están castrados, hombres y mujeres, tomando como punto de partida que nadie lo tiene. Porque, en todo caso, lo que se tiene es un órgano y este órgano no es el falo.
Pasando al lado femenino lo primero que hace es negar la excepción: si del lado masculino existe al menos uno que se exceptúa, de este lado no existe “al menos uno que no”. Son todas excepcionales. Ninguna tiene nada en común con la otra. No hay universal femenino.
O sea: no existe ninguna que no sea excepción, son todas excepcionales. La lógica femenina es completamente dispersa, proveniente de un conjunto abierto. Es lo que decimos: una por una. Por eso el hombre se las tiene que arreglar con una.
Este goce más allá del falo es una respuesta singular a lo femenino y escapa a la lógica binaria.
Ahora, en la parte de abajo de las fórmulas, del lado masculino Lacan coloca al sujeto tachado (

Del lado femenino, a La mujer tachada (


Alguien que, respecto del predicado fálico se ubica del lado hombre, asegura que la castración vale para todos, salvo para el Uno de la excepción, independientemente de cual sea su sexo biológico, anatómico, imaginario o real. El ejemplo máximo de esta posición es el soltero casado con su falo. A que Lacan atribuya lo que llama el goce del idiota.
La degradación de la vida erótica sería el trayecto que va desde el

Para pensar qué es lo propiamente femenino hay que considerar una posición totalmente desinteresada en el tener, también en el ser porque el ser es para tener. Lacan lo ejemplificaba con Medea, con Madeleine Gide y con La mujer pobre de León Bloy.
Lacan insiste en la contingencia fálica en el campo de la sexualidad femenina que es no-toda fálica. Es decir que puede haber interrupciones; como el acto de Medea que no obedece a la lógica fálica. Una verdadera mujer se revela cuando el sujeto está dispuesto al sacrificio de todos los bienes, como la madre para quien los hijos tienen un valor fálico y son objetos a. (3) Sin embargo, Medea logra vengarse así de Jasón matando a sus hijos para romperle el corazón y destruir lo más valioso para él. Su acto rompe con la lógica fálica y es una encarnación de la castración aunque no la realice, apunta a herir al hombre en lo que tiene de más precioso.
En el caso de Madeleine, Gide amaba a su esposa pero no tenía con ella relaciones sexuales, tenía numerosas relaciones con hombres jóvenes. Un día Madeleine vio que él tenía un nuevo amor, entonces quema sus cartas a las que Gide llamaba “sus hijos”; este es el signo del desencantamiento provocado por la única traición intolerable.
A Clotilde, que es el personaje de León Bloy en La mujer pobre, le pasa de todo: se queda sin trabajo, se muere el hijo, el marido y ella termina como mendiga. A fuerza de sufrir la eliminación del registro del tener, ella solo existe en la pobreza, ni siquiera esperando la recompensa divina. Es sin nada.
La conexión de


“Hay allí hombres que están tan bien como las mujeres. Son cosas que pasan” dice Lacan en el Seminario 20, refiriéndose a Juan de la Cruz, “a pesar […] de lo que a guisa de su falo les estorba”. (4)
Podemos pensar la escritura mística como el intento de obtener un testigo de eso que se experimenta a nivel del cuerpo y ese es un pasaje por el Otro.
Allí existe la idea de un goce Otro, a partir del cual se puede intentar esclarecer el goce femenino. Leyendo a los místicos vemos que se indica un goce en el que la opacidad del cuerpo gozante le dice que no a la función fálica. Este goce excede toda localización y pone fuera de circuito el soporte de la imagen o del significante.
*- Trabajo publicado en Lecturas on-line Enlaces 26, 2020, en línea: https://www.revistaenlaces.com.ar/wp-content/uploads/E26-3-maria-leonor-solimano-mas-alla-del-falo.pdf.
1- Lacan, J., “El saber del psicoanalista”, Charlas en Saint Anne, i nédito.
2- Lacan, J., El Seminario, Libro 20, Aún, Paidós, Bs. As., 1991.
3- Morel, G., Ambiguedades Sexuales. Sexuación y psicosis, Manantial, Bs. As., 2002.
4- Lacan, J., El Seminario, Libro 20, Aún, op. cit., p. 92.
Más allá en la intimidad VIÑETA ELIANA AMOR
Aquí soy despojada de todo porqué.
Quienes jamás comprendieron la Escritura
no podrán razonando explicar
lo que yo he encontrado en mí misma, sin miedo,
sin velo, más allá de las palabras.
Hadewijch de Amberes, Mgd.XXIX
Para trabajar el más allá del falo, en la clase “Dios y el goce de La mujer”, Lacan nos convoca a leer a una mística diciendo: “Tengo que escribírselos […]. Se trata de Hadewijch d´Anvers, una begüina, lo que con toda amabilidad se llama una mística”. (1) Inspirado por esta referencia que le fuera recomendada por una religiosa que tuvo en análisis –Marie de la Trinité–, (2) refiere: “Estas jaculaciones místicas no son ni palabrería ni verborrea; son, a fin de cuentas, lo mejor que hay para leer –nota a pie de página: añadir los Escritos de Jacques Lacan, porque son del mismo registro”. (3) Recordemos que unas clases antes advertía que “Lo escrito no pertenece en absoluto al mismo registro, no es de la misma calaña […] el significante” (4) y además, “lo escrito no es para ser comprendido”. (5)
Invocación del Otro
Hadewijch de Amberes es precursora del movimiento de las “beguinas” –de fines del siglo XII y principios del XIII–, a las que más comúnmente conocemos como místicas. Respecto del origen del término, para algunos autores viene del neerlandés beggen (charlar), también béguin, en francés, podría referirse al tocado que usaban, y también puede aludir a la expresión popular “avoir un béguin pour” que significa capricho amoroso, enamoramiento o persona amada.
Por otro lado, la palabra “mística” refiere a la actividad espiritual que aspira a conseguir la unión con la divinidad. (6) Se trata del camino trazado hacia Dios, no como Dios padre, sino entendido como lo impensable e indecible. Se trata de la deidad, la divinidad, el Amor, lo inconmensurable, fuera-de-Universo que podemos ubicar como lo Otro que no es el goce fálico. El mismo se dirige de modo frecuente a la Minne, Amor, nombres femeninos a los que se entrega la existencia, al punto que Lacan dice: “…naturalmente, quedarán todos convencidos de que creo en Dios. Creo en el goce de la mujer”. (7) La mística es así un constante decir a Dios como lo Otro. Resulta oportuno considerar la densidad que el decir va a adquirir en el Seminario siguiente, donde Lacan sostendrá que “El amor no es otra cosa que un decir, en tanto que acontecimiento”. (8) Por su parte, en el Seminario 22 Lacan trabajará la “jaculatoria” para pensar la intervención analítica entre lo oral y lo escrito, decir que “pasa por las tripas”. (9) Del latín jaculari, ‘lanzar”, es una breve oración o invocación lanzada en una emisión de aire; una exhalación; que en tanto lanza; caza, atraviesa, hiere, alcanza más allá de las palabras.
Más allá de lo normativo, recrear el lenguaje
Entre los escasos escritos que se poseen de las beguinas, la obra de Hadewijch es quizá la más antigua. Se compone de Visiones, Poemas y Cartas –de las que se desprende que fue “maestra”. Las cartas estaban dirigidas a un grupo no organizado de mujeres, amigas queridas, de las que tuvo que separarse, perseguida y amenazada con el destierro y la prisión. En 1838, esos textos acallados empezaron a ser rescatados de su ocultamiento por investigadores de poesía medieval que encontraron el nombre de B. Hadewigis de Antwerpia escondido en los márgenes de manuscritos en la Biblioteca Real de Bruselas. (10)
El amor cortés y la poesía trovadoresca –que nacieron en la misma época– influyeron en su escritura inaugurando el género de la “poesía cortés espiritual” o “mística cortés”. Más allá de dar cuenta de conocimientos bíblicos y teológicos, está desvinculada de lo dogmático. (11) Como otras místicas, escribió sobre lo que sentía, “Y si bien las que lo sienten son en su mayoría mujeres, hay hombres que se encuentran ahí muy bien”. Fue influencia del maestro Eckhart, a quien Jacques Lacan menciona en su Seminario 7 para ubicar, a través del misticismo, la relación con das Ding en algún lugar más allá de la Ley. (12) Incluso allí, por 1959, refiere: “Freud nos dejó ante el problema de una hiancia renovada en lo concerniente a das Ding, la de los religiosos y los místicos, en el momento en que ya no podemos colocarla para nada bajo la garantía del Padre”. (13)
María Tabuyo, que se dedica a la traducción e investigación teológica y es editora de dos de los libros de los que me he servido para esta clase, señala que Hadewijch escribe desde la experiencia, “recreando el lenguaje” y que, si bien la mística no tolera definiciones reductoras, Hadewijch en sí misma rompe el marco habitualmente trazado. (14) Es decir que si bien nos referimos a “las místicas”, Hadewijch de Amberes, como cada una, es una por una.
Un movimiento de mujeres, entre experiencia y escritura
En la misma clase del Seminario 20 Lacan refiere “No empleo la palabra mística como la empleaba Péguy. La mística no es todo lo que no es la política. Es una cosa seria, y sabemos de ella por ciertas personas, mujeres en su mayoría…” (15)