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“El profesor/a gradúa la dificultad de las tareas y proporciona al alumno los apoyos necesarios para afrontarlas, pero esto sólo es posible porque el alumno, con sus reacciones, indica constantemente al profesor/a las necesidades y su comprensión de la situación”. (Coll, 1990, p. 450).
Este principio se traduce directamente en las estrategias del Programa AILEM, lo que puede observarse en el siguiente esquema:

1.2.2Importancia del ambiente para el aprendizaje El aula como recurso de aprendizaje
La sala de clases es más que el simple fondo del escenario en que se trabaja; se constituye en un elemento vital que favorece o dificulta el aprendizaje en los estudiantes. La ambientación que se construye influye directamente en las actividades y actitudes de las personas que interactúan ahí dentro, lo que tiene impacto directo en el aprendizaje de los alumnos/as.
En diversas investigaciones se ha descubierto que los niños/as que se inician en la alfabetización antes de ingresar a la instrucción formal provienen de ambientes letrados. En estas casas se valora la lectura y la escritura, los libros se asocian con el placer y el lenguaje escrito se utiliza para comunicarse entre sus integrantes, en acciones como el dejarse recados escritos o hacer listas de supermercado. A partir de estas observaciones se desarrolla una teoría de aprendizaje de la lectura y escritura que busca trasladar el ambiente de esos hogares a las salas de clases, creando espacios de trabajo autónomo, con mucha interacción entre pares, y ricos en materiales escritos.
Otros estudios demuestran que los niños tienen una conexión concreta y personal con lo que está impreso en el ambiente que los rodea. Ellos son capaces de reconocer una señal de “pare” en la calle, el nombre escrito de su bebida favorita o el precio del helado que quieren comprar; es por esto que se recomienda incorporar textos auténticos, tales como letreros o afiches, en la sala de clases y usarlos como recurso de aprendizaje, ya que de este modo las experiencias de los alumnos/as resultan significativas y estimulantes, porque pueden comprender mucho mejor las funciones y convenciones de lo impreso.

Al considerar la ambientación de la sala como algo más que una simple decoración hecha por el profesor/a, se estará invitando a los alumnos/as a participar activamente en este proceso y a usar sus propios trabajos como recursos de aprendizaje; para esto, las paredes de la sala van a cumplir un rol fundamental, para lo cual se debe incorporar en ellas diferentes elementos. (Ver listado en página 25)
Otro aspecto importante dentro de la ambientación de la sala es el uso y distribución del mobiliario. Para promover aprendizajes es clave tener un arreglo práctico y flexible, donde se maximice el potencial de los muebles. Es fundamental, además, que se puedan llevar a cabo actividades de grupo completo, de grupos pequeños y también individuales. Los escritorios o mesas se pueden distribuir de muchas maneras, pero lo ideal es que permitan formar pequeños grupos y que exista una alfombra grande para que todo el curso se pueda reunir y sentar con comodidad.
Finalmente, es interesante referirse a los materiales que se deben utilizar dentro de la sala de clases. En su selección hay que tener presente el contexto, los intereses y necesidades de los niños, además de los aprendizajes que se quiere lograr. Es importante que los materiales estén distribuidos en forma lógica y al alcance de los estudiantes, promoviendo así la autonomía y el mejor funcionamiento de la sala.
Los materiales deben reflejar quiénes son los niños, de dónde vienen, cuál es su cultura y su edad; igualmente, y como ya se sabe, el aprendizaje es mejor cuando es interdisciplinario, y los materiales deberían escogerse en función de este principio. Por otra parte, es importante que ellos sean de buena calidad para que así perduren en el tiempo y además puedan aprovecharse para diferentes usos.
MATERIALES NECESARIOS EN LA SALA DE CLASES

























1.2.3Clima del aula

El clima de aula tiene gran importancia porque influye directamente en los aprendizajes. Un clima ordenado, estructurado y armonioso disminuye las tensiones, facilita la convivencia, invita al trabajo y potencia aprendizajes.
Tanto en el colegio como dentro de la sala de clases los estudiantes están forzados a convivir con otros. Esta convivencia puede ser mejor o peor y va a depender mucho del actuar del profesor/a el que exista un clima adecuado de respeto y compañerismo entre los integrantes del curso. Este clima tiene gran importancia, no sólo por razones sociales y cívicas, sino también porque influye directamente en los aprendizajes de los alumnos/as. Un mal clima de trabajo hace que los niños/as no quieran estar en el colegio y se concentren más en los conflictos que en los contenidos que se están desarrollando. Por otro lado, un buen clima de trabajo repercute positivamente en los resultados, tanto en la convivencia como en cuanto al avance de los niños en sus aprendizajes.
La comunicación cumple un rol fundamental en el buen funcionamiento de la escuela. Si el profesor/a crea con sus alumnos/as y alumnas un ambiente donde todos se sientan cómodos al expresar sus sentimientos y se escuchen unos a otros se logrará una sala donde exista la empatía y la amistad.
Es importante destacar que, desde esta perspectiva, la creación del clima es una de las tareas centrales al inicio del trabajo con un grupo, y también debe ser una preocupación permanente durante el proceso del curso.
El instrumento más efectivo para el profesor/a en la creación y mantención del clima es el modelaje a través del ejemplo de sus actitudes y conductas, las que serán el primer indicador de las conductas y actitudes adecuadas para relacionarse en el grupo.
Algunas actitudes que facilitan la creación de un clima adecuado en la sala de clases y que pueden ser modeladas por el profesor/a son:







En este contexto, un clima adecuado en la sala de clases promueve:



Por otro lado, trabajar con grupos numerosos de alumnos/as no es una tarea fácil y lograr un clima de convivencia positivo y tener un manejo adecuado de los conflictos es una meta difícil de alcanzar.
Se necesita liderazgo para que un grupo se constituya en un espacio real de trabajo y aprendizaje; sin embargo, un liderazgo exageradamente directivo inhibe el desarrollo de la autonomía, y un liderazgo ausente no les entrega a los niños/as las herramientas para aprender a convivir y a trabajar colaborativamente. Se requiere un liderazgo flexible que incorpore prácticas en el aula que promuevan la autorregulación de los estudiantes.
Esta autorregulación se desarrolla en la medida que el profesor/a reduce su autoridad e invita a los niños a participar de las decisiones que se toman dentro de la sala de clases. De este modo, además, se obtiene el que ellos se sientan más involucrados en el quehacer escolar y que asuman parte de la responsabilidad de lo que sucede en la sala. Se les da, entonces, la posibilidad de tomar la perspectiva del grupo como una comunidad (De Vries y Zan, 1995).
Pero, ¿cómo se hace este traspaso de responsabilidad en forma sana y eficiente? Una de las maneras en que se puede lograr este objetivo es a través del establecimiento de normas (contrato) que regulen el trabajo del grupo entre sí y con el profesor/a. Sin embargo, estas reglas deben surgir del mismo grupo de niños/as y no ser impuestas por el profesor/a. Cuando las reglas se crean en respuesta a los problemas que los mismos niños/as identifican, es más probable que las sientan como propias. Al sentir que las reglas les pertenecen, es más factible que no sólo las respeten, sino que también ayuden a que todos sus compañeros y compañeras también lo hagan.
La redacción de las normas también puede ayudar a obtener mejores resultados. Se recomienda:






Todos los aspectos mencionados influyen en el clima dentro de la sala de clases y tienen que ver con la formación de hábitos y el desarrollo de capacidades para el trabajo colaborativo. Estos elementos serán claves para el buen funcionamiento del grupo curso y para los aprendizajes que se desea lograr. Será también indispensable que el profesor/a invierta tiempo en formar los hábitos necesarios y en el desarrollo de habilidades de convivencia y colaboración para permitir, a mediano y largo plazo, un trabajo más productivo y un aprendizaje más efectivo del grupo.
De más está decir que el desafío de conducir a un grupo-curso en el proceso de aprendizaje, buscando el desarrollo de la autonomía, requiere que el profesor/a trabaje sus competencias de liderazgo y conducción de grupos, de manejo de dinámicas de comunicación y resolución de conflictos, por lo que estas áreas se constituyen en espacios fundamentales de desarrollo profesional.

1.2.4Organización del tiempo
Cada vez que los niños llegan a la sala de clases, se enfrentan a un mundo de oportunidades para aprender, y si este espacio se encuentra claramente distribuido, con normas que se han establecido como acuerdos entre los diferentes actores, si el tiempo se ha organizado y ellos conocen las rutinas, las posibilidades de lograr aprendizajes de calidad se multiplican, porque un ambiente organizado con sentido pedagógico posibilita los desafíos diarios, los cuales han sido previamente planificados.
Las rutinas diarias favorecen un ambiente ordenado y potenciador de aprendizajes, y si se logra generar un ambiente de clases cuando se contemplan rutinas tales como llegadas y salidas, clases sistemáticas, elementos y estrategias de enseñanza o tiempos para el descanso, y éstos son respetados y trabajados constantemente por todos los profesores, entonces se podrán constatar fácilmente avances progresivos en la autonomía de los alumnos, en la organización para trabajar en grupo y en el aprovechamiento del tiempo.
El uso de situaciones conocidas o de rutinas establecidas proporciona oportunidades para que los estudiantes puedan aprender más sobre sí mismos, el mundo y las personas; conozcan lo que se espera de ellos; sepan los propósitos de realizar determinada actividad, y se guíen por las normas de conducta que requiere cada una de las estrategias.
Las rutinas diarias también ofrecen a los niños/as un sentido de estabilidad y seguridad. El desafío para el profesor/a consiste en identificar, planificar y desarrollar rutinas apropiadas para los niños/as y el curso, las cuales les ofrecen un sentido de pertenencia, de estado coherente y de seguridad; sin embargo, también ellas deben ser flexibles para responder a las necesidades del grupo-curso.
Para establecer rutinas, la mayoría de las salas de clases siguen un horario diario básico que, entre otras cosas, puede ayudar a asegurar el orden que los niños/as necesitan y también contribuir a que los profesores tengan oportunidad de trabajar con todas las áreas del currículo, planeando una amplia gama de actividades para los distintos subsectores o áreas de aprendizaje y la totalidad de los elementos del Programa AILEM.
El aprendizaje se produce cuando los alumnos/as discuten entre sí las tareas propuestas; cuando se dispone del tiempo suficiente para aprender la tarea; cuando la tarea se relaciona con su contexto o con sus expectativas; o cuando a los estudiantes que no han aprendido totalmente la tarea, se les evalúa con intención formativa.
En la creación de los horarios, es importante también proporcionar un equilibrio para los niños, seleccionando aquellos momentos en que se utilizarán elementos en los que participa todo el grupo (lectura en voz alta, lectura compartida y escritura interactiva), otros en que se requiera funcionar con grupos pequeños (lectura y escritura guiada, centros de aprendizaje) y también aquellos en que los alumnos/as y alumnas pueden trabajar solos (lectura y escritura independiente). Todos estos momentos se pueden combinar con otras actividades, tales como discusiones grupales, trabajos de rincón (en educación parvularia) o con instancias de trabajo colaborativo en parejas u otras actividades realizadas al interior o exterior de la sala de clases.
Se ha observado que el desarrollo diario de los elementos del Programa AILEM produce los siguientes beneficios:
En el grupo:







A nivel personal:








1.2.5Elementos del Programa
El Programa AILEM propone la utilización de elementos que son transversales a todo el currículo y a los que se puede recurrir en los distintos niveles educativos.







