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©Copyright 2021, by Isabel del Rosario Cortes Tabilo
isabelcortestabilo@gmail.com
Colección Versos & Poemas
«Catarsis de la humanidad: Poesía reflexiva con temas de la contingencia actual» Poesía Chilena, 186 páginas Segunda edición: febrero del 2021 Edita y distribuye Editorial Santa Inés Santa Inés 2430, La Campiña de Nos, San Bernardo de Chile +56 9 42745447 Instagram: santaines editorial Facebook: Editorial Santa Inés librosdelaeditorial@gmail.com www.editorialsantaines.cl Registro de Propiedad Intelectual N° 156.414 ISBN: 9789566107057 eISBN: 9789566107064 Edición General: Patricia González Edición Gráfica y Diseño de Portada: Benjamín Vergara Edición de Estilo y Ortografía: Tania Guzmán Edición electrónica: Sergio Cruz Impreso en Chile / Printed in Chile Derechos Reservados
«Queda prohibido no hacer las cosas por ti mismo, no creer en Dios y hacer tu destino, tener miedo a la vida y a sus compromisos, no vivir cada día como si fuera el último suspiro».
Pablo Neruda
Agradecimientos
A Dios y a la Virgen Santísima por regalarme el maravilloso don de escribir y por la inspiración que me da el Espíritu Santo, para ser un instrumento útil en la evangelización del mundo.
A mi padre Benito Cortés Araya, a quien agradezco el ímpetu de la perseverancia, la fortaleza para vencer gigantes, y los molinos de la vida diaria, para lograr las metas más legendarias.
A mi madre Noemí Tabilo Ortiz, por ser la doncella maravillosa que nos enseñó a volar tras los sueños más inverosímiles.
A mi amado esposo Mario Araya Fritis, por ser el jinete valiente que rescató a su damisela del castillo encantado, y encendió el crisol en mi corazón con inciensos de frenesí y amor.
A mis preciosos hijos: Mariana, Gabriela y Paulo, por ser una bendición sagrada del cielo, la luz que ilumina mi existencia, y con su presencia perfuman cada recoveco de mi alma.
Con amor y admiración a mis hermanos: Benedicta, Julián, Rosalba, Patricia y Deisy, a mis amigos del grupo «Voces del desierto», principalmente a Amanda Fritis Soto, por ser el hada madrina que con su incondicional apoyo, hicieron realidad mis más adoradas quimeras.
Dedico este libro a mis amigos lectores, por la acogida que han brindado a todas mis obras literarias: «Un milagro en medio del sufrimiento», «Ángeles vestidos de negro», «La magia de la vida», «Una pincelada al mundo onírico», «Ángeles en un trébol de cinco hojas» y «Despertar consciente por la dignidad de un pueblo». Ahora, estoy segura recibirán con el mismo entusiasmo «Catarsis de la humanidad».
Isabel Cortés Tabilo Escritora y Poeta
Prólogo Nos hace soñar con mariposas azules y frescos paños de hierba
Isabel Cortés Tabilo, que ayer nos deleitara con su libro de testimonios y realismo mágico: «Un milagro en medio del sufrimiento», hoy nos hace ver lo versátil que puede ser el escritor, cuando lo cogen las palabras que vertidas en metáforas, suelen ser hermosos poemas.
Hablar de Isabel es entrelazar el amor en todas sus formas y expresiones, en el concepto que ya se ha dicho, siempre habrá diferentes signos para expresar, como es la fuerza que mueve al mundo maravilloso del amor.
Mientras Isabel se despoja de todos los prejuicios, y nos muestra su alma desnuda, vestida solamente con los recuerdos que la poseen a la hora de escribir, mientras el sortilegio de sentimientos le abrigan el aterida alma, del tiempo actual que exige consumismo y materialismo, Isabel nos hace soñar con mariposas azules y frescos paños de hierba, mojados por el rocío de su querida tierra de Canela, dándole la forma a las remembranzas, y a las palabras antojadizas con que los describe, pues, sólo a través de ellas logra el ritmo nuevo y sincopado de sus poemas.
Isabel catártica, Isabel buscadora del tiempo pasado para unirlo con el presente, Isabel cotidiana, trasladando lo rico y bueno de su lugar de origen, para impregnar el árido desierto que es su amado hogar, lo envuelve el verdor, olor a pasto después de la lluvia y balar de ovejas idas a otro tiempo, así decantar en sus poemas paisajes ensoñados, acercando el misterio a la realidad.
El destino ha querido que esta hija dilecta y protegida por la Divinidad Suprema, cultive la poesía auténtica, de mujer que emerge desde la aguda y relevante observación, de las personas que forman su entorno; sin embargo, Isabel ha llegado más lejos aun bebiendo el néctar de lo trascendente, en busca de una respuesta a su inquietud de lo infinito de las cosas.
Dentro de sí, Isabel lleva la ancestral raigambre de poetas, que vibra en sus venas, haciendo sus poemas más humanos y profundos, para dejar atrás las tinieblas que atan las ansias de sentir, amar y escribir con libertad.
Por su natural sensibilidad hay personas que se resisten al acontecer de esta época, adoptan indiferencia ante la vida, la que impacta ante la dulzura y carisma de Isabel.
El poeta es el espejo viviente de metáforas, que entibian la conciencia del ser humano, haciéndolo creador de bellezas, a esa raza de seres especiales, de donde brotan musas con sus murmullos interiores, cautivando en transparentes y sedosas manos al escritor, que no puede sustraerse al encanto de escarabajear en un papel sus ideas.
Isabel agradecida de Dios, por haber alcanzado la cima de sus sueños y la poesía con estos dones, nos demuestra su condición humana con humildad, nos pasea por mundos fantásticos de verdes valles de amor, fe y esperanza, para lograr un mundo más sensible, comprensivo y amable.
Amanda Fritis Soto Escritora y Poetisa
Prólogo La catarsis de la humanidad comienza en uno mismo
Es un privilegio tener en nuestras manos «Catarsis de la humanidad», obra poética de Isabel Cortés Tabilo, a quien el desierto del norte de Chile le ha servido como fuente de inspiración para su vasta producción literaria.
La palabra catarsis (del griego khátharsis) plantea una invitación a la purificación emocional, corporal, mental y espiritual. Según la propia definición de tragedia en la Poética de Aristóteles, los espectadores experimentarían la purificación del alma al ver reflejadas sus propias falencias en los personajes y el castigo que estos reciben. De modo que, después de presenciar la obra teatral, cada uno se entenderá mejor a sí mismo y no repetirá la cadena de decisiones que llevaron a los personajes a su fatídico final. Entonces es, por esencia, una limpieza mediante la experiencia de la piedad y el temor.
Justamente, este propósito de purificación lo encontramos en cada uno de los capítulos que componen este libro llamado «Catarsis de la humanidad» porque es preciso tomar mejores decisiones en beneficio propio y de nuestro entorno:
Te enfrento y te daño
estallo de furia y no sé por qué
¡me juzgas enfadada,
frunciendo el ceño!
Han cortado cruelmente mis extremidades,
sin contemplación alguna.
Dime, ¿cómo te daré de comer?
¡No ves, no sientes remordimientos!
Sentir mejor la vida
tras la aburrida espera,
¡Dios, ilumina el camino pronto!
No dejes que muera la esperanza.
A diferencia de la tragedia griega, los versos de Isabel Cortés Tabilo connotan que la purificación de la humanidad (la felicidad plena) se puede alcanzar mediante el amor verdadero, hacia Dios y la familia:
Te confiaré un tesoro de valores cristianos,
impulsarán mis manos la cúpula de la felicidad,
sembraré el amor en cada huerto de tu alma,
y serás para este mundo la mejor semilla.
Como violines encendidos se escuchó,
el romance de aquella reconciliación,
el éxtasis de pasiones prendidas,
sonrientes y felices como recién casados.
Más allá del entorno cercano, se halla una humanidad que sufre, pero que encuentra una voz en el manto de los versos de Isabel Cortés Tabilo:
Terminar con este tormento de fuego,
mal que empobrece como rata,
tan solo pido, respeten mi última voluntad
el derecho a fenecer con dignidad.
¡Exijo el derecho de elegir mi eutanasia!
Y no prolongar más esta agonía.
¿Cómo se puede amar
a quién nos hace tanto daño,
a quién nos trizó el alma en mil pedazos?
¿Cómo se puede amar?
Mis besos rozaron la miel de tus labios,
mi cuerpo buscó tu sexo,
y viajamos en el tren de las pasiones furtivas,
se calcinaron poco a poco y desaparecieron,
como una efímera luciérnaga.
Esta catarsis implica un antes y un después; un dejar atrás lo que hace daño, enterrarlo en la sepultura de los recuerdos difusos y tener la certeza de que es posible y necesario atreverse a ser el ave fénix:
Del orgasmo de una alpaca,
sale un cactus con cara de tiburón,
comiéndose lo infectado de la humanidad,
escondiéndose dentro del huracán furioso.
El aire apretado en el pecho del avión del tiempo,
acariciando las alas fúnebres de la muerte,
quisiera comer langostas antes del aterrizaje forzoso,
e hilar las nubes, tejer una manta, para cobijar el planeta.
Cuando te vi partir mi preciosa hija,
con las entrañas heridas,
y tu alma quebrantada
por los prejuicios y el miedo.
Tras la fe de un mañana, una nueva ilusión,
un camino diferente para recomenzar,
colmado de un caudal de optimismo,
mundos de mentalidad positiva por descubrir.
Danos un día más de vida,
para demostrarte que podemos cambiar,
que aún es tiempo de purificar el alma,
llorar con humildad como Magdalena.
«Catarsis de la humanidad» termina en prosa con reflexiones de la propia Isabel Cortés Tabilo, con reflexiones anónimas y con proverbios cristianos; todo lo cual viene a ratificar la capacidad escritural de esta autora nortina que nos invita a vivir y a ser felices: «Ama la creación con su rostro agridulce, y amarás tu mundo interior con sus penas y alegrías; porque, no se puede amar el verano si primero no has vivido un invierno».
Patricia González Sáez Periodista-Profesora de Lenguaje-Escritora-Editora
Mi poesía
Quisiera ser un sueño
que marcara todo un tiempo,
quisiera ser sonetos
grabados en tus recuerdos.
Quisiera tornar ideales,
transformar cienos en cristales,
escribir tantas cosas…
Que muchos olvidaron.
Mientras la vida avanza
tocando las estrellas,
mientras mi mundo fenece
sepultado en quimeras.
O idealismos ridículos
como muchos los llamaron,
que se va fugaz el siglo
tras el torrente infinito,
¿cómo se pierde triste?
mientras el universo duerme.
¡Oh, despierten!
Aún se escucha el suave trino del amanecer
con su estela maravillosa,
que nos invita a sentir
que el cielo podrá besar la tierra.
Los campos abrazan la naturaleza,
¡que aún se puede vivir!
Que Dios es alfa y omega
amor, justicia y verdad.
Que aún eres tú, buscando una identidad,
que se pueden desatar cadenas de odios
y bañar generaciones de paz,
que aún se puede amar.
Devolver a las alas su libertad,
olvidar quizás…
Que el mundo gira en capitales inertes,
inmerso en un semáforo de escarlata,
un cigarro que se apaga silente
ahogado en el licor del abandono,
mientras niños perecen
famélicos, en el portal del siglo XXI.
Escucha… ¡Escucha!
Aquella voz muy niña
que rompe las escarchas
suplicando un trocito de amor,
mendigando el derecho a vivir.
¡Por favor, siente!
No permitas que los peces
se conviertan en armas,
que los astros se vuelvan máquinas.
Encendamos el horizonte con sabiduría…

Mañana de julio
La calle del barrio, infinita y lejana,
se pierde en el horizonte enigmático,
despiertan joviales ensueños,
apasionado atisbo de esperanzas.
¡Nace euforia desconocida!
Un invierno de sol, perenne como Dios,
calles inolvidables de evocaciones,
fantasías de chiquilla soñadora.
¡Grita, resuelta sonrisa!
La juventud que germina,
imagino alegría en los árboles,
pinto de magia casas heterogéneas.
Poetizo anuncios publicitarios,
juego en el cielo impregnado de nubes mágicas,
encanto de la candidez de niña,
cascabeles saltando de júbilo en mi corazón.
Simplemente es la vida
que excitada me atrapa,
no poseo nada y lo tengo todo
…una mañana de julio.
Canela, tierra bendita
La noria de un recuerdo de infancia
refleja la cascada de la lluvia,
canales verdes, bellas praderas,
árboles frutales asombrosos en primavera.
Quebrada vestida de flores azuladas,
en un pañuelo de henos y quimeras,
siembra fatigada al rayar la aurora,
cosecha estrellada de merecidos frutos.
El brasero, hoguera de invierno,
acompañando a mis maravillosos abuelos,
mientras disfrutaban el mate de antaño,
con queso blanco y tortillas de rescoldo.
Contemplo mi abuelita tejiendo
un chal mágico de hierbas,
quincho de madera, escalera al cielo,
acunando margaritas y azucenas.
Lilas, violetas, quiscos y tunas silvestres,
flores preciosas perfumadas de Canela,
linaje distinguido de mis antepasados,
quienes me vieron nacer,
meciendo el lápiz del tiempo.
Murmullo de aves trinando en la ventana,
pavos correteando gallinas lobas,
ovejas desprendidas de nubes blancas,
cabras jugando entre cerros empinados.
Abejas dadivosas de panales amarillos,
vacas overas colmadas de miel blanca,
la abuela hilando las nubes del campo,
…soñando una descendencia cristiana.
El abuelo acarreando cebada al alba,
cabalgando nobles caballos,
trillando sueños, el fruto bendito del pan,
arando aquella fabulosa tierra.
De aromas mágicos, impregnados en el alma,
de cada coterráneo oriundo de Canela,
tierra bendita, vestida de encantos
y noches sublimes de constelaciones misteriosas.
Mamita, ¿no sé lo que me pasa?
Si tú supieras, ¿cuánto te quiero?
¿cuánto añoro tu presencia?
Si tu adivinaras las veces
que pido a Dios por ti.
Sentirás que te amo
con todo mi corazón,
pero, mamita, ¿no sé lo que me pasa?
Mientras en casa tu amor espera…
Te enfrento y te daño
estallo de furia y no sé ¿por qué?
¡Me juzgas enfadada,
frunciendo el ceño!
Mi pavor grita
culpándote de mis desgracias,
y tú comienzas a llorar.
Mamita, ¡no llores!
¡No llores, por favor!
¡No llores, por favor!
no quise herirte,
no fue mi intención
¡de verdad, lo siento!
Es lo que quisiera decirte
pero, el valor me falla.
Tu clamor, mi alma calcina
y se me enmudece el habla.
Sin poder pedirte perdón
por cada lágrima de amargura
que envejeció tu corazón.
Mamita, ¿no sé lo que me pasa?
Pero… ¡No me quites el aliento
de tu amor!
Llovía milagrosamente en Calama
Milagrosamente, llovía en mi norte,
diáfanos como los ojos del río Loa,
que baña de sol radiante cada mañana,
entre pastizales perfumados de alfalfa.
El cielo lloró un caudal de aguas cristalinas,
mojando el aguayo del desierto dormido,
y el cabello de choclos nortinos
ondula feliz al alero de un pueblo encantado.
Lluvia, pasión regada de invierno altiplánico,
campanas jugando en el corazón de la gente,
¡el canto del río Loa! mojaba su ropaje nuevo
fantaseando atolondradamente con agua bendita.
Llovía orgasmos de nubes y cielo,
cerros bañados de cristales benditos,
volcanes traviesos amando la puna,
¡júbilo calameño que renueva la faz del desierto!
Minero
Yo no sé de ¿dónde viene? Pero lo que veo es un hombre
que se pierde en las manos de la naturaleza,
la sencillez parece un mito impregnado en él.
Siente que la madre riqueza no vendrá nunca,
aunque en sus sueños, parecen haber nacido con él,
admiro su entrega, su tenacidad, el amor a la tierra.
Yo no sé, ¿quién es? Pero veo en él un aire de tristeza,
absorbido por un paño de esperanzas o tal vez quimeras,
es tan solo su forma de ser, un minero nortino.
Es una fuerza que se percibe cuando se interna en la mina,
sin miedos, valiente, solitario, me confundo con él,
quisiera ser minero, ser tu reflejo fiel.
O, quizás, simplemente, sea mi imagen y no yo la suya
porque cuando él sufre, siento zaherir mi alma,
con lágrimas de vehemencia que envejecen su corazón.
Y se vuelven sobrevivencias cansadas de sudor,
inmerso, a veces, en un mar de ignorancia,
y frustraciones que asoman como ferviente dolor.
Obreros entregados a nuestras minas,
valientes guerreros en los brazos del yacimiento,
amadores de la patria, sus raíces, vividores de la vida.
A veces, muy hombres; otras veces, niños,
más bien jóvenes, enamorados del peligro,
amantes del mañana y del progreso de la nación.
Mineros de corazón.
Añoranzas
El brasero envejecido de nostalgias,
ese olorcito mágico a queso asado,
tortillas de rescoldo de un pueblo encantado,
el delicioso mate de unión familiar.
Dime, ¿qué fue de aquel paraíso perdido,
escondido entre verdes cerros empinados,
el establo imaginado, la noria del recuerdo,
un paño de hierbas impregnados de Canela?
¿Qué fue de aquellos corrales de ovejas de algodón,
graznidos de animales que aún juegan en mi corazón,
fantaseando todavía en el carrusel de infancia,
acunada en el tibio regazo de tu amor?
¿Qué fue de ti, amada viejecita?
¿Emprendiste tu último vuelo hacia la eternidad?
¿Es por eso que no te puedo encontrar?
Sin ti, no imagino aquel prodigioso lugar
y se me va la vida sin poderte olvidar.
¿Qué fue de ti, sacerdotisa del Señor?
La tierra aún clama el arado mágico,
el trigo añora los tiempos de trilla en el campo,
y los cielos maravillosos de colores místicos.
Imagino tus manos de artesana de la vida,
manos de musa inspiradora de los sueños,
sin tener riquezas, nos heredaste tanto,
donde estés, cúbrenos con tu chal de invierno.
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