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Pero la Europa cristiana también era un espacio geopolítico cercado y en competencia con otros poderes. El Mediterráneo había sido desde el siglo vii un escenario de disputas con el mundo islámico. Las conquistas árabes habían avanzado desde el norte de África adentrándose en la península Ibérica y en la Itálica. Por el este, el Imperio cristiano oriental con capital en Constantinopla (actual Turquía) había sufrido un asedio de siglos que terminó en su derrumbe definitivo en 1453, a manos de los turcos otomanos. Pero estas victorias musulmanas en el oriente —que llegarán incluso a poner en peligro a la mismísima Viena durante los años de la Reforma— tuvieron su contrapartida en Occidente, donde los musulmanes serán paulatinamente expulsados de Sicilia (1072) y España (1492); reconquistas que quedarán consolidadas con la decisiva victoria de Lepanto (1571), la cual volvería a convertir el Mediterráneo en un mar “cristiano”.
Hacia el siglo xv y xvi, Europa estaba experimentando una serie de fenómenos que impactaron sobre su vida política, económica y social. Las naciones europeas comenzaron a salir de su encierro medieval mediante los viajes de exploración marítimos que llevarían a los portugueses hasta la India, y a los españoles a las costas americanas, aún inexploradas por ningún europeo. En el plano político interno, se produce un retroceso de la fragmentación política que llevó a la formación de Estados más fuertes y centralizados, en detrimento de la nobleza rural. Se formaron así las grandes cortes, se consolidaron las capitales y los reyes obtuvieron un poder cada vez más importante sobre la nobleza. De la mano de estos cambios, se desarrolló un incipiente sentimiento “nacional”; si bien las naciones como hoy las conocemos aún no existían, los “alemanes” o los “italianos” (sin saber muy bien cuáles podían ser sus fronteras) empezaron a sentirse parte de un proyecto común.
Sólo nos resta discurrir sobre los principados eclesiásticos, respecto a los cuales todas las dificultades existen antes de poseerlos, pues se adquieren o por valor o por suerte, y se conservan sin el uno ni la otra, dado que se apoyan en antiguas instituciones religiosas que son tan potentes y de tal calidad, que mantienen a sus príncipes en el poder sea cual fuere el modo en que éstos procedan y vivan. Éstos son los únicos que tienen Estados y no los defienden; súbditos, y no los gobiernan. Y los Estados, a pesar de hallarse indefensos, no les son arrebatados, y los súbditos, a pesar de carecer de gobierno, no se preocupan, ni piensan, ni podrán sustraerse a su soberanía. Son, por consiguiente, los únicos principados seguros y felices. Pero como están regidos por leyes superiores, inasequibles a la mente humana, y como han sido inspirados por el Señor, sería oficio de hombre presuntuoso y temerario el pretender hablar de ellos. (Nicolás Maquiavelo [1513])
Cómo influyó el contexto político en el desarrollo de la Reforma
La fragmentación política generó disputas de intereses entre estos distintos poderes en lucha, donde aparecieron distanciamientos y fisuras en las se crearon espacios para romper la hegemonía religiosa del papado. Si el Emperador Carlos v, por ejemplo, hubiera tenido el poder político para intervenir de manera directa sobre los territorios alemanes, probablemente Lutero y otros reformadores hubieran sido quemados como herejes y la Reforma se hubiera frustrado. Pero las tensiones políticas entre el Imperio y sus súbditos más encumbrados abrieron una oportunidad inédita.
La lucha del papado por mantener su poder temporal como un gobernante secular, como árbitro de Europa, utilizando al mismo tiempo su influencia espiritual para alcanzar sus metas políticas, también es un elemento político para considerar. La presión religiosa, política y económica del papado sobre muchos monarcas le había ganado el recelo de éstos, muchos de los cuales buscaban oportunidades para cambiar la relación de fuerzas. El caso más notable, en este sentido, será el proceso reformador en Inglaterra liderado por la misma corona a partir de la ruptura de Enrique viii con el papado.
Ciertas estructuras políticas que se habían desarrollado lentamente (y que en esta época alcanzaron madurez) también favorecieron el desarrollo reformador. Tomemos como ejemplo las grandes ciudades europeas, gobernadas por una burguesía artesana y comerciante en ascenso. Estos nuevos grupos sociales peleaban hacía siglos con la nobleza por un lugar político bajo el sol, por autonomía para sus ciudades y por libertades ciudadanas por fuera de las relaciones de vasallaje feudales. Fueron en muchas de esas ciudades —con sus consolidadas libertades— donde se afincó la primera Reforma, a salvo de los poderes de la iglesia y de los monarcas dispuestos a restaurar el orden medieval. Así, el desarrollo de la Reforma tuvo una dimensión política que explica por qué, en esa época y no antes, triunfó un movimiento de reforma religiosa donde otros habían sido aplastados en el pasado. Finalmente, un incipiente nacionalismo (al menos regional) permitió anteponer los intereses de la población local o de un reino a los proyectos globalizantes del papa o del Imperio romano-germánico.
Preguntas para reflexionar en comunidad
* ¿Qué relación guarda nuestra fe con los procesos políticos y sociales que viven nuestras sociedades?
* ¿De qué modo esos procesos políticos impactan sobre lo que creemos y practicamos?
* ¿Qué oportunidades para la práctica del evangelio aparecen en las crisis que viven nuestros países?
* ¿Cómo podemos enriquecer nuestra mirada cristiana sobre las realidades políticas y sociales?
* ¿Cómo podemos incidir como iglesia en los procesos políticos de América Latina para promover la paz y la justicia?

Capítulo 2
La modernidad está por llegar: Colón mira más allá
¿Has viajado hasta las fuentes del océano, o recorrido los rincones del abismo? ¿Te han mostrado los umbrales de la muerte? ¿Has visto las puertas de la región tenebrosa? ¿Tienes idea de cuán ancha es la tierra? Si de veras sabes todo esto, ¡dalo a conocer!
—Job 38.16–18
Concluyendo, dice el Almirante que bien dijeron los sacros teólogos y los sabios filósofos que el Paraíso Terrenal está en el fin de Oriente, porque es lugar temperadísimo. Así que aquellas tierras que había descubierto —dice él— es el fin de Oriente.
—Cristóbal Colón. Diarios de viaje
La Reforma fue un proceso histórico dentro de otro más vasto: la modernidad. Cuando ampliamos la perspectiva histórica, podemos colocar a la Reforma en ese contexto de larga duración y entenderla mejor. Sin embargo, no es fácil definir con claridad y sencillez qué fue o qué es la modernidad. Aun así, trataremos de destacar los elementos clave para comprender su relación con el tema que nos ocupa. No es posible señalar una fecha para el inicio de la modernidad, pues ésta es un proceso cargado de lentas transformaciones y no una mera sucesión de acontecimientos. Si recurrimos a los manuales, encontramos que se ha hecho habitual marcar su comienzo a partir de la caída de Constantinopla en 1453; esto se explica por el hecho de que el Imperio cristiano oriental —sobreviviente a la caída del occidental en 476 d. C.— sirvió como una especie de “cronómetro paralelo” de la historia medieval. Pero si esas fechas sirven para ordenar una cronología, otros procesos que no pueden ligarse a una fecha puntual explican mejor las transformaciones que afectaron las concepciones culturales, políticas, económicas y religiosas en esta época.
En este capítulo, queremos considerar un proceso que comenzó con un acontecimiento y que es quizás el de mayor impacto en la historia del cristianismo en la modernidad: la llegada de los españoles a América, liderados por Cristóbal Colón (1492). El proceso de exploración y conquista que se inició con ese acontecimiento impactó profundamente en todos los aspectos de la vida y la cultura europea. Rompió de una vez la concepción medieval del mundo y generó nuevos desafíos teológicos y filosóficos. En la conciencia religiosa del cristianismo europeo, la aparición en escena de una realidad tan diversa a la conocida hasta ese momento produjo una verdadera revolución. ¿Cómo comprender a esas nuevas tierras y seres humanos en el marco del cristianismo medieval? En primer lugar, ¿debían ser los habitantes de América considerados humanos? ¿En qué modo estaban incluidos en la cosmovisión bíblica y el mensaje de la cristiandad? ¿Qué derechos y obligaciones tenían los monarcas europeos con ellos? Aunque ahora nos parezca extraño, esas preguntas fueron las que desvelaron el sueño de los teólogos de las grandes y prestigiosas universidades europeas. Y son una muestra de las dificultades que las cosmovisiones existentes tenían para incorporar esas nuevas realidades humanas a su comprensión del mundo.
Cuando nos fueron concedidas por la Santa Sede Apostólica las Islas y Tierra Firme del mar Océano, descubiertas y por descubrir, como así se lo suplicamos al Papa Alejandro vi, de dichosa memoria, que nos lo concedió, nuestra principal intención fue procurar inducir y traer a los pueblos de allá y convertirlos a nuestra fe católica, y enviar a las dichas Islas y Tierra Firme prelados, y religiosos, y clérigos y otras personas doctas y temerosas de Dios, instruir a los vecinos y moradores de ellas en la fe católica, y enseñarles y adoctrinarles en las buenas costumbres, y poner en ello la diligencia debida, según en las letras de la dicha concesión se contiene, por tanto suplico al rey mi señor, muy afectuosamente, y encargo y mando a la princesa Juana, mi hija, y al príncipe Felipe, su marido, que así lo hagan y cumplan, y que este sea su principal fin, y que en ello pongan mucha diligencia, y que no consientan ni den lugar a que los indios, vecinos y moradores de las dichas Indias y Tierra Firme, ganadas y por ganar, reciban agravio alguno ni en su persona ni en sus bienes, sino que manden que sean bien y justamente tratados, y si algún agravio han recibido, lo remedien y provean por manera que no se exceda en cosa alguna lo que por las letras apostólicas de la dicha concesión nos es mandado. (Isabel i de Castilla. Testamento [1504])
De una parte, los europeos vieron a los pueblos originarios como la prueba palpable del Paraíso Terrenal descrito en el Génesis. Idealizaron ese mundo lleno de olores y sabores nuevos y de paisajes ignotos: una tierra poblada por personas viviendo en la edad de la inocencia. Parecía una versión medieval de “La Biblia tenía razón”. Pero, por otra parte, las concepciones medievales sobre el pecado, el diablo y la idolatría alentaron otras miradas. Las nuevas tierras, lejos de ser el Edén en tiempo real, eran también el reservorio del diablo, de un mundo pagano ya extirpado de Europa. Un mundo atravesado de prácticas repulsivamente incomprensibles para el etnocentrismo europeo. La Reconquista española, que se llevó a cabo para expulsar a “los moros” —llamados infieles— permitió proyectar los ejes de ese combate a muerte por la pureza doctrinal sobre un nuevo telón de fondo, con consecuencias nefastas.
Pero ese análisis teológico no se realizaba en un vacío teórico, pues la incorporación de estas tierras y poblaciones generó —entre otros impactos— la primera globalización del capitalismo mercantil, transformando profundamente las relaciones sociales imperantes hasta ese momento en el mundo. Las potencias europeas desarrollaron pronto un sistema de poder y comercio mundial que terminó de minar el sistema de producción feudal dominante en Europa. El desarrollo de la explotación en masa de los pueblos originarios en América y el inicio de la esclavitud a gran escala de los pueblos africanos se convirtieron en las nuevas realidades lacerantes. Estos nuevos contextos no fueron ajenos a los debates en torno a la Reforma. Si bien las primeras potencias en colonizar América fueron las católicas, pronto las naciones que abrazaron la Reforma se sumaron al proceso e incluso aventajaron a las que habían sido pioneras. De manera que, tanto para católicos como para protestantes, América se convirtió en una especie de “piedra de toque” para sus creencias y sus prácticas cristianas.
Por un lado, para las naciones europeas, las nuevas tierras se convirtieron en una fuente de riquezas inagotables. Por otro, las poblaciones originarias se consideraron desde un principio un desafío misionológico, un campo virgen abierto a la evangelización. Pero ambos objetivos —enriquecerse de modo rápido y llevar el evangelio— se volvieron incompatiblemente contradictorios. Las empresas comerciales, por lo general, ejercieron una evangelización superficial, opresiva y violenta. Asimismo, el escándalo de la evangelización ejercida con la espada generó la reacción de movimientos profundamente cristianos (tanto católicos como protestantes) que intentaron con distinta suerte cambiar el sino de un proceso que había comenzado con mal pie.
El papa dona América
Alejandro Obispo, Siervo de los Siervos de Dios: A los ilustres carísimo hijo en Cristo Fernando Rey y carísima en Cristo hija Isabel Reina de Castilla, León, Aragón, Sicilia y Granada, salud y apostólica bendición. Hemos sabido ciertamente, como vosotros, que desde hace tiempo os habíais propuesto buscar y descubrir algunas islas y tierras firmes remotas y desconocidas, no descubiertas hasta ahora por nadie, con el fin de reducir sus habitantes y moradores al culto de nuestro Redentor y a la profesión de la fe católica, ocupados hasta hoy en la Reconquista del Reino de Granada, no pudisteis llevar al deseado fin, tan santo y loable propósito vuestro. Mas, reconquistada por fin el predicho Reino por voluntad divina, y queriendo poner en ejecución vuestro propósito, designasteis al caro hijo Cristóbal Colón, hombre apto y muy conveniente a tan gran negocio y digno de ser tenido en mucho, no sin grandes trabajos, peligros y gastos para que nos navíos y hombres aptos y preparados a tal empresa, buscase las tierras firmes e islas remotas y desconocidas, por el mar donde hasta ahora no se había navegado: quiénes con el auxilio divino, navegando por el Mar Océano han descubierto ciertas islas remotísimas y además tierras firmes, jamás halladas hasta ahora por nadie; en las cuales habitan muchas gentes, que pacíficamente viven, y que según se dice andan desnudos y no comen carne; a lo que vuestros enviados antedichos pueden conjeturar, las tales gentes, habitantes de las antedichas islas y tierras, creen en un Dios Creador que está en los Cielos…
…Y para que más libre y valerosamente aceptéis el encargo de tan fundamental empresa, concedido liberalmente por la Gracia Apostólica ‘motu proprio’, y no a instancia vuestra ni de otro que Nos lo haya sobre esto pedido por vosotros, sino por nuestra mera liberalidad, de ciencia cierta y con la plenitud de nuestra potestad apostólica, por la autoridad de Dios Omnipotente concedida a Nos en San Pedro, y del Vicario de Jesucristo que representamos en la tierra, a vosotros y a vuestros herederos y sucesores los Reyes de Castilla y León, para siempre según el tenor de las presentes, donamos, concedemos y asignamos, todas las islas y tierras firmes descubiertas y por descubrir, halladas y por hallar hacia el Occidente y Mediodía… (Bula Inter Caetera del Papa Alejandro vi [1493]).
¿Cómo impactó sobre la Reforma el llamado “Descubrimiento de América”?
De manera indirecta, fue generando las condiciones para quebrar los modelos cosmológicos vigentes durante el feudalismo. De ese modo, contribuyó a crear condiciones para la difusión de nuevas ideas y nuevos paradigmas teológicos y filosóficos. Asimismo, aceleró los cambios de la modernidad, ampliando la repercusión que podrían tener las ideas reformadas. En los primeros siglos de la Reforma, se convirtió en un tema de la polémica catolicismo-protestantismo, dado que los polemistas protestantes muchas veces usaron la llamada “leyenda negra” de la colonización para acusar a sus adversarios de los crímenes horrendos que se produjeron durante la conquista y colonización del Nuevo Mundo, aunque, como se señaló, las potencias protestantes rivalizaron con las católicas en sus políticas de explotación colonial. A mediano plazo, abrió un nuevo escenario para la acción evangelizadora; también ofreció un horizonte insospechado para que las minorías religiosas perseguidas en Europa durante las guerras de religión posteriores a la Reforma encontraran espacios nuevos donde desarrollar su fe.
Preguntas para reflexionar en comunidad
* ¿Cómo lidiar con lo culturalmente diverso?
* ¿De qué modo sería posible pensar en un cristianismo desplegado sobre una infinidad de culturas con sus propias improntas?
* ¿Hemos reflexionado sobre el carácter cultural de nuestras prácticas cristianas?
* ¿Qué elementos de nuestra fe y práctica son ajenos a la cultura popular de nuestros pueblos?
* ¿Dónde nuestro cristianismo aparece en un sano diálogo con la cultura circundante?
* ¿De qué modo nuestro cristianismo se ha vuelto más latinoamericano?

Capítulo 3
Lo humano renace con el Renacimiento
Moisés les dijo a los israelitas: “Tomen en cuenta que el Señor ha escogido expresamente a Bezalel, hijo de Uri y nieto de Jur, de la tribu de Judá, y lo ha llenado del Espíritu de Dios, de sabiduría, inteligencia y capacidad creativa para hacer trabajos artísticos en oro, plata y bronce, para cortar y engastar piedras preciosas, para hacer tallados en madera y realizar toda clase de diseños artísticos y artesanías. Dios les ha dado a él y a Aholiab hijo de Ajisamac, de la tribu de Dan, la habilidad de enseñar a otros. Los ha llenado de gran sabiduría para realizar toda clase de artesanías, diseños y recamados en lana púrpura, carmesí y escarlata, y lino. Son expertos tejedores y hábiles artesanos en toda clase de labores y diseños”.
—Éxodo 35.30–35
Nunca he renegado de la Iglesia Católica, sé que en esta iglesia que ustedes llaman papista, hay muchas cosas que no me gustan, pero veo cosas semejantes en vuestra iglesia. Uno soporta con más facilidad las faltas a las que está acostumbrado. Por tanto, yo soporto esta iglesia hasta que encuentre otra mejor, y ella a su vez estará obligada a soportarme a mí, hasta que yo mismo me vuelva mejor. Y no navega mal aquel que pasa a igual distancia entre dos males diferentes.
—Erasmo de Rotterdam. Cartas
En diciembre de 1576, salía de los calabozos de la Santa Inquisición el catedrático de Salamanca Fray Luis de León. Había sido encarcelado en febrero de 1572, acusado de diversos “crímenes”. Traducir el texto del Cantar de los Cantares, y expresar críticas al texto de la Biblia en latín conocido como La Vulgata, de San Jerónimo, habían sido algunas de sus “fechorías”. Destacado teólogo y poeta, Fray Luis era esencialmente un místico amante de la Biblia y de la vida retirada. Su legendaria brevedad en el hablar y su piedad cristiana quedaron inmortalizadas con la frase con la que retomó las clases en la universidad, después del atroz trato de varios años en las mazmorras del Santo Oficio: Al introducir su clase sólo atinó a decir: “Como decíamos ayer…”. Luis de León es representativo de un proceso amplio, rico y complejo que se produjo en casi toda Europa a partir del siglo xiv y que se consolidó en el xvi. Se trata del desarrollo de dos movimientos sociales y culturales estrechamente emparentados: el Renacimiento y el humanismo.
Le debemos al arquitecto, escritor y pintor italiano Giorgio Vasari (1511–1574), la palabra Renacimiento (rinascita). Es este uno de esos casos en los que una persona es llamada por la providencia a ser protagonista e historiador de su propio tiempo. Apasionado admirador de Leonardo da Vinci, y habiendo estudiado él mismo con algunos de los más grandes artistas de la época, se convirtió en uno de los destacados representantes de la revolución artística que se estaba produciendo entre el siglo xiv y el xvi. Con su libro Vidas…, de 1568, intentó explicar las técnicas y los motivos de los creadores que por medio de su arte estaban transformado la manera de imaginar el mundo, verlo y vivirlo. Este movimiento artístico y cultural se inició en el siglo xiv, pero llegó a su apogeo durante el siglo xvi; es decir, de manera sincrónica con los acontecimientos centrales de la Reforma. El Renacimiento y el humanismo buscaban superar el teocentrismo, el clericalismo y el enfoque en el más allá típico del cristianismo de la Edad Media para volver a colocar lo humano y este mundo en el centro de las preocupaciones del arte y la literatura. Se renovaba con ellos la curiosidad científica, el lugar para el cuerpo, lo sensorial, las formas de la naturaleza, la libertad para pensar, la crítica, la ciencia.
Preguntas de amor
Si pan es lo que vemos, ¿cómo dura,
sin que comiendo de él se nos acabe?
Si Dios, ¿cómo en el gusto a pan nos sabe?
¿Cómo de sólo pan tiene figura?
Si pan, ¿cómo le adora la criatura?
Si Dios, ¿cómo en tan chico espacio cabe?
Si pan, ¿cómo por ciencia no sabe?
Si Dios, ¿cómo le come su hechura?
Si pan, ¿cómo nos harta siendo poco?
Si Dios, ¿cómo puede ser partido?
Si pan, ¿cómo en el alma hace tanto?
Si Dios, ¿cómo le miro y le toco?
Si pan, ¿cómo del cielo ha descendido?
Si Dios, ¿cómo no muero yo de espanto?
Fray Luis de León (1527–1591)
Buscaban ambos —Renacimiento y humanismo— su inspiración en el pasado clásico precristiano de Grecia y Roma, considerado un ideal artístico y cultural del que se había retrocedido al oscurantismo medieval generado por la iglesia. La enseñanza de los clásicos fue revalorizada, así como el significado de los procesos formativos en todas las áreas del saber. Por ello, una de las notas distintivas de los humanistas fue el sentido crítico de las instituciones y la separación entre la vida cívica y las normas religiosas, para así poder generar un espacio separado de la iglesia donde se pudiera pensar y crear sin tener que someterse a sus dogmas e inquisiciones.
El arte pictórico, escultórico y arquitectónico floreció en Italia recuperando y renovando las formas clásicas. Se volvió a colocar la figura humana en el centro de la escena, casi de una manera simbólica del proceso social que se vivía, en el que el ser humano tornaba a ser la medida de todas las cosas. Las pinturas de temas religiosos siguieron vigentes, pero los artistas se atrevieron a retratar otros temas y la naturaleza comenzó a ser presentada en toda la crudeza de su realidad. Los artistas de este periodo fueron literalmente miles; nos quedan en la memoria solo los nombres más legendarios: Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Rafael Sanzio, el mencionado Vasari, Andrea del Sarto, Caravaggio, Botticelli. En la literatura, apareció la novela como un nuevo y transgresor modo de contar la vida en este mundo y sus pasiones. Cervantes, Boccaccio, Rabelais, son algunos de los creadores de una nueva manera de decir la vida humana. Se renovó la poesía con la monumental obra de Petrarca y del Dante, además de los trabajos de Pietro Bembo, Garcilaso de la Vega, y Camoens. La poesía mística alcanzó su cenit en este periodo con Fray Luis de León, Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz. El teatro repiensa sus formas y sus motivos atreviéndose a reflejar ese mundo en transición y crisis (Shakespeare) a partir de los cambios de paradigma que se vivían. Aparece la literatura picaresca para reírse también de la religión y de las convenciones sociales (El lazarillo de Tormes; La celestina). La filosofía política, mientras tanto, sufre una escisión definitiva con la obra de Marsilio de Padua, Maquiavelo y Tomás Moro. Erasmo de Rotterdam, probablemente el más famoso de los humanistas, (¡también en su época!) escribe El elogio de la locura, obra en la que se ríe a voluntad de sus contemporáneos, haciendo equilibrio para no terminar en la hoguera.
¡Los teólogos!
“Quizá sería mejor pasar en silencio por los teólogos y no remover esta ciénaga ni tocar esta hierba pestilente, no sea que, como gente tan sumamente severa e iracunda, caigan en turba sobre mí con mil conclusiones forzándome a una retractación y, caso de que no accediese, me declaren en seguida hereje. Con este rayo suelen confundir a todo el que no se les somete. No hay, ciertamente, otros protegidos míos que de peor gana reconozcan mis favores, a pesar de serme deudores de grandes beneficios, pues lisonjeándose con su amor propio puede decirse que habitan en el tercer cielo, desde cuya altura consideran a los demás mortales como un ganado despreciable y digno de lástima que se arrastra sobre la tierra. Se hallan tan fortificados con definiciones magistrales, conclusiones, corolarios, proposiciones explícitas e implícitas y tan bien surtidos de subterfugios, que no serían capaces de prenderles ni las mismas redes de Vulcano, pues lograrían escurrirse a fuerza de estos distingos que cortan los nudos con la misma facilidad que el acero de Tenedos; hasta tal punto están provistos de palabras recién acuñadas y de vocablos prodigiosos. Además, son capaces de explicar a su capricho los misterios más profundos: cómo y por qué fue creado el mundo; por qué conducto se ha transmitido la mancha del pecado a la descendencia de Adán; cómo concibió la Virgen a Cristo, en qué medida y cuánto tiempo le llevó en su seno; y de qué manera en la Eucaristía subsisten los accidentes sin sustancia”.






