- -
- 100%
- +
–Tranquilo, Cristóbal: no venimos contra vosotros. Solo quisimos hacer unas preguntas a tu mujer sobre lo del señorito Antonio, de parte de este hombre, que viene de Granada.
–Q... qu... qué ocurre –acertó a decir, totalmente desubicado.
–Nada, Cristóbal, créeme.
Castillo me guió hacia la puerta, pero antes de salir se paró en seco, pareció pensar un momento, giró sobre sus talones y puso la mano sobre el hombro del chatarrero, que acababa de coger a Laurita en sus brazos para besarla en la mejilla.
–Bueno, sí que pasa... Pasa que vives con una mujer que te quiere mucho, Cristóbal. Tenlo siempre presente, haz el favor.
El interpelado le miró y, por primera vez, pareció situarse bien en la escena que le rodeaba. Entonces, agarrando a Laurita con fuerza, atrajo con su brazo libre a Lola, a quien besó fuerte en la frente para añadir después, emocionado:
–Lo sé. Gracias, inspector.
Salimos de aquel lugar, y yo pensaba en lo poco que se necesita para ser feliz, y en cuánta gente es rica sin saberlo.
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.