7 mejores cuentos de Rafael Ángel Troyo

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El Autor
De blanco y de rosa
Después del crespúsculo...
Los luceros
Los primeros versos
Nela
Supremo instante
Las manzanas
About the Publisher



El Autor

Rafael Ángel Troyo Pacheco fue un novelista, cuentista, poeta y músico costarricense. Se le considera uno de los introductores del modernismo en el país, y uno de las figuras más excelsas de la cultura costarricense y cartaginesa surgida durante finales del siglo XIX e inicios del siglo XX.
Nació en Cartago en 1870, siendo el tercer hijo de José Ramón Troyo y Dolores Pacheco Ugalde. Se casó con Lidia Jurado Acosta en 1903, con la que procreó tres hijos. Realizó sus estudios de primaria y secundaria en el Colegio San Luis Gonzaga de su ciudad natal. De acomodada posición social, viajó a los Estados Unidos para estudiar ciencias económicas, luego de lo cual pasó a Europa. Gastó su fortuna entre la vida bohemia y los artistas amigos. Instalado en Cartago, fue dueño de un rico chalet construido por el arquitecto ecléctico italiano Francisco Tenca y decorado por Paolo Serra, donde recibía políticos, artistas, músicos y bohemios, entre ellos Rubén Darío y José Santos Chocano.
Fue editor de la revista Pinceladas junto al escritor guatemalteco Máximo Soto Hall. Otras publicaciones periódicas que dirigió fueron La selva, La musa americana y Revista nueva.
Falleció trágicamente a los 39 años durante el terremoto de Cartago de 1910, al caerle una viga de madera de la Iglesia de María Auxiliadora, a donde había entrado para escuchar un coro de niños huérfanos. Sus restos se encuentran en un mausoleo en el Cementerio General de Cartago.
Rafael Ángel Troyo fue un poeta romántico, acogido a la tendencia cosmopolita del modernismo, en contraposición a la tradición nacionalista de la Costa Rica de su época, pero en boga por todo el continente americano dada la influencia de Rubén Darío. Los trabajos que publicó:
Terracotas, cuentos breves (1900).
Ortos, estado del alma (1903).
Poemas del alma (1906).
Topacios, cuentos y fantasías (1907).
Corazón joven, novela psicológica (novela, 1904).
Entre sus obras inéditas, figuran Christian (poema en prosa); Diario de mi juventud; El libro de la vida (novela); La ermita del ensueño (poesía lírica); Los príncipes del arte (semblanzas); Manojos de seda (poesía lírica). En el ámbito musical, compuso piezas como Mi Princesita, Día de Bodas, Marcha Triunfal y Los Cascabeles.



De blanco y de rosa

A Enrique Gómez Carillo
Nora vestía de blanco y Lesbia de rosado. Nora era morena y tenía los ojos negros, grandes y bellos, y daba sombra a su busto gentil una sombrilla color de rosa, floreada con blancas margaritas de corolas de oro.
Lesbia era rubia, de lindos ojos azules, y se resguardaba del sol, bajo una sombrilla blanca que adornaban claveles de color de rosa.
Y en aquella mañana de venturosa primavera, caminaban las dos amigas por el sendero que bordeaban altos castaños de ramajes umbríos. En el cielo, de un límpido azul de zafiro, se veía entre las nubes, la luna blanca, como una apagada lámpara de alabastro. En el campo, el Hada Primavera regaba su coruscante alegría, y vestía de luz, las praderas verdes, y las praderas de oro, donde los trigales al beso de la brisa, se mecían con la blanda ondulación de un lago; y de azul se veían las lejanas montañas, el humo de las chozas de la aldea, y el río que con perezosa lentitud de serpiente, iba discurriendo por quebradas y llanuras. Y felices, con el contento que les daba su juventud, iban las dos compañeras diciéndose cosas de amor y de dicha entre la ronda ideal de las mariposas que pasaban. A poco llegaron frente al portón de hierro, que rechinando se abrió para darles paso al inmenso jardín, de donde emergía la deliciosa fragancia de las flores.
–¡Ah! que dulce el perfume de las violetas –dijo Nora, en tanto que Lesbia, encantada, contemplaba aquel ensueño de flores, que en una rara y bella variedad de matices, se extendía por la luminosa pradera. Y entre tantas flores, había rosas tan rojas que parecían purpuradas por la sangre de un ave herida que hubiese caído entre las ramas del rosal; y blancas había, como hechas de porcelana 6 de espuma; y otras rosas pálidas, casi anémicas. Las magnolias lucían la pureza de sus copas de alabastro, llenas de los diamantes del rocío; y las crisanthemas de rizados pétalos, eran como crespas cabecitas de nulos. Y violetas muchas, en tupidas alfombras de perfumes.
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