El rastreo de terror que presenta esta investigación solo puede servir de alerta para comprender por qué hay puntos a los que una sociedad no puede permitirse llegar.
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Y lo que se pretende es demostrar que el compromiso de cada persona, adulto, educador y gobernante es educar a las nuevas generaciones en la contención de la ambición, porque la ambición tiene que tener límites.
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El antioqueño, tan proclive al dinero, tiene que erradicar de su cultura la modalidad del «vivo» o el «avispado», personajes que solo han dejado como consecuencia una sociedad que camina con mucha facilidad en el terreno de la doble moral que sugiere un paralelo entre lo legal y lo ilegal.
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Será un trabajo de educación arduo y dilatado en el tiempo, hasta que nuevas generaciones marquen el cambio. Este libro compendia solo un vistazo de lo que nos pasó, porque no puede volver a pasarnos.