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En segundo lugar, y en diálogo con autores que han seguido otros circuitos de apropiación del saber científico e indagado en la potencialidad de nuevos escenarios para la transferencia del conocimiento, nos importa explorar aspectos de la conformación y legitimación de ciertos proyectos médicos, para revisar de qué manera los doctores de la región intentaron hacer valer sus prerrogativas y estudiar esos ensayos en su relación con otras fuerzas como el mercado y la recreación.13 Si bien este propósito se anuda a la pregunta sobre el desarrollo de la hipnosis, se distancia en cuanto conduce la reflexión hacia otras fuerzas que operaron en la conformación del aparataje y anclaje médico de la temprana modernidad. ¿Qué relación existió entre el mercado y la terapéutica?14 ¿Qué cruces se dieron entre las prácticas médicas y las de los hipnotizadores itinerantes?
En tercer lugar, creemos relevante poner en cuestión categorías como charlatán, curandero, médico y práctico, como respuesta a una interpretación binaria del proceso de conformación de lo médico sustentado en la academia y en el Estado. De esta forma, a través del estudio de las formas de recepción de los taumaturgos itinerantes por parte de la comunidad médica y de algunos órganos del Estado, como el judicial, interesa identificar y analizar los esfuerzos de las autoridades y de los propios médicos por dar contorno y definición a la medicina, estableciendo los límites de lo permitido. Este anhelo de purificar la medicina se implementó por medio de la identificación de algunos de sus elementos como ajenos, entre ellos, aquellas figuras que parecían extrañas al perfil profesional de los médicos titulados. ¿Qué normativas existieron y cómo se usaron para ordenar lo médico? ¿Dónde operaban esos resguardos y en qué direcciones? ¿Qué espacios de gestión se les permitió a los llamados charlatanes? Bajo este marco, pese a que los itinerantes quedaron subsumidos a la categoría de charlatanes, y su propuesta a la de charlatanería, sus historias dan cuenta de las dificultades para establecer estas divisiones y la influencia que la supuesta periferia médica seguía teniendo en legos y expertos. En este sentido, se reconoce que la especialización médica y el desarrollo terapéutico no surgió sólo desde la unión dentro de las comunidades científicas, sino también desde la diversidad y, en momentos, desde el caos y el conflicto.15
La evocación del tenor caótico y conflictivo de los procesos que marcaron el destino de la medicina práctica invita a rehuir de los reordenamientos asépticos que se desesperan por acuñar clasificaciones y catálogos de consistencia indeleble. La historia de la ciencia, o al menos la versión de ella que aún puede prometernos algo, ha sabido prescindir del ademán del botánico que todo lo encasilla: de un lado médicos y de otro quienes no lo son, en una esquina los científicos y en la otra el púbico lego, en un vértice lo que es ciencia y en el otro lo que no puede serlo. Sin afán militante ni aspavientos contestatarios, este volumen aspira a reconocer la naturaleza irreductible de quehaceres e identidades, y desconfía de toda lectura que intente armonizar o integrar experiencias disímiles. Ni los médicos que aparecen en estas páginas, ni menos aún los hipnotizadores no diplomados, caben en las etiquetas rudimentarias de médico, charlatán, curandero o farsante. Si éstas recorren el texto, ello es el resultado de un ejercicio narrativo y no de un uso que propone una definición única, ni una aproximación binaria. En este sentido, no sería sensato cuestionar la existencia de esos rótulos. Lo que está en juego, simplemente, es sopesar las ventajas de una forma de narrar el pasado que, sin diluir la disparidad esencial de las experiencias históricas, se siente más seducida por la figura del inventario que por la del clan.
El libro se inicia con la trayectoria de un médico viajero que cruza el Atlántico para llegar a Buenos Aires a mediados de 1889. Alberto Díaz de la Quintana es su nombre y prontamente se hace un espacio de ejercicio particular de la hipnosis, al inaugurar un gabinete hipnoterápico y promover proyectos editoriales relacionados a la sugestión. A sus andanzas se suma, en el segundo capítulo, un adivinador en fuga, el conde Baschieri, cuya seducción y malicia lo llevan de Buenos Aires a Santiago bajo el lente policial. El despliegue de su arte hipnótico y su vocación espiritista lo enfrentan a la justicia en 1907, dentro de una red de comunicación policial transnacional. El tercer capítulo se centra en el escurridizo conde de Das, hipnotizador ocultista que en 1892 llega a Buenos Aires desde Madrid, y que en los años venideros será un incansable difusor del esoterismo así como un obstinado prófugo en muchas ciudades del continente, incluyendo las de Chile; durante su estadía en Argentina, que se prolongará hasta 1894, estará al frente de muchas empresas: será el fundador de un pionero Instituto Psicológico Argentino y más tarde abrirá las puertas de la primera rama local de la teosofía. Acompañado por su esposa Antonia Martínez Royo, pondrá a prueba la paciencia de los higienistas y logrará construir alianzas con más de un médico porteño. El capítulo siguiente continúa con la figura de Leovigildo Maurcica, un antiguo homeópata presentado como profesor de filosofía hipnótica, cuya historia despliega las nuevas instituciones educativas que intentan dirigir la formación en el ámbito de la sugestión. Finalmente, el libro cierra con los itinerarios realizados por el hacendoso ilusionista Enrique Onofroff en Chile y Argentina, cuyas pausas y avances en el tiempo permiten seguir la trayectoria de la hipnosis en términos más amplios, ajustados a las dinámicas personales e institucionales que guiaron su aplicación y legitimación.
Este libro resulta de un proyecto realizado a cuatro manos. Si bien cada uno de nosotros estuvo a cargo de la búsqueda documental y del análisis inicial de los materiales relativos a cada región, el producto final revela el efecto de un abordaje mancomunado, hecho de repetidos intercambios y reescrituras. Tan intensa fue la colaboración entablada, que nos resulta imposible e improcedente deslindar qué fragmentos deberían llevar la firma de cada cual.
MARÍA JOSÉ CORREA16 Y MAURO VALLEJO
ENTRE SANTIAGO Y BUENOS AIRES
JULIO DE 2018
1 Sander Gilman, “The image of the hysteric”, en Sander Gilman, Helen King, Roy Porter, George Rousseau & Elaine Showalter, Hysteria beyond Freud (Berkeley: University of California Press, 1993), pp. 345-436.
2 D. Younger, The magnetic and botanic family physician, and domestic practice of natural medicine, with illustrations showing various phases of mesmeric treatment (London: E. W. Allen, 1887), p. 53.
3 La bibliografía histórica acerca de la hipnosis ha crecido de modo acelerado en los últimos años, y son cada vez más numerosas las monografías sobre su desarrollo en contextos y períodos bien recortados. Hay textos clásicos que siguen brindando un panorama general y razonado: Adam Crabtree, From Mesmer to Freud. Magnetic sleep and the roots of psychological healing (New Haven: Yale University Press, 1993); Alan Gauld, A history of hypnotism (Cambridge: Cambridge University Press, 1995); José María López Piñero, Del hipnotismo a Freud. Orígenes históricos de la psicoterapia (Madrid: Alianza Editorial, 2002); Luis Montiel & Ángel González de Pablo, En ningún lugar, en ninguna parte: estudios sobre la historia del magnetismo animal y del hipnotismo (Madrid: Frenia, 2003); Judith Pintar & Steven Jay Lynn, Hypnosis: A brief history (Chichester: Wiley-Blackwell, 2008); Alison Winter, Mesmerized: Powers of mind in Victorian Britain (Chicago: The University of Chicago Press, 1998). Entre las propuestas recientes está el dosier coordinado por Andreas-Holger Maehle & Heather Wolffram, “History of hypnotism in Europe and the significance of place”, The Royal Society Journal of the History of Science, 71(2), 2017.
4 Desde hace unas tres décadas, la propuesta de estudiar los procesos y agentes que hicieron posible la movilidad o el tránsito de la ciencia o del conocimiento ha significado una fecunda renovación en la agenda de trabajo, las hipótesis y las conclusiones de esa parcela de la labor historiográfica. Una reciente compilación de Carlos Sanhueza sirve de excelente muestrario de los alcances de dicho proyecto en lo que hace a la historia de la ciencia en nuestra región. Cf. Carlos Sanhueza (ed.), La movilidad del saber científico en América Latina. Objetos, prácticas e instituciones (siglos XVIII al XX) (Santiago: Editorial Universitaria, 2017).
5 En tal sentido, nuestro libro dialoga con las variadas investigaciones sobre “charlatanes” o “curanderos” que, amén de moverse a sus anchas en la región, fueron actores significativos en las tramas culturales o científicas que los alojaron. Cf. Jorge Márquez & Victoria Estrada, “Culebrero, tegua, farmaceuta y dentista. El Indio Rondín y la profesionalización médica en Colombia, 1912-1934”, Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, 45(1), 2018, pp. 79-104; Steven Palmer, “La voluntad radiante del Profesor Carbell: medicina popular y populismo médico en Costa Rica en el decenio de 1930”, en Diego Armus (ed.), Entre médicos y curanderos. Cultura, historia y enfermedad en la América Latina moderna (Buenos Aires: Editorial Norma, 2002), pp. 259-292; Irina Podgorny, Charlatanería y cultura científica en el siglo XIX (Madrid: La Catarata, 2015); Ramón Velásquez, Joaquín Crespo. El último caudillo militar del liberalismo venezolano. Andanzas caraqueñas del curandero tachirense Telmo Romero (1884-1887) (Caracas: Ediciones Teura, 2011).
6 Oliver Hochadel, “The business of experimental physics: Instrument makers and itinerant lecturers in the German Enlightenment”, Science & Education, 16(6), 2007, pp. 525-537.
7 Pese a que la historiografía médica se ha expandido considerablemente en los últimos años en Chile, aún es reducida y acotada a ciertas problemáticas. Para una entrada al estado de esta producción, cf. María Soledad Zarate & Andrea del Campo, “Curar, prevenir y asistir: Medicina y salud en la historia chilena”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos [Online], Debates, junio 2014.
8 Ricardo Cruz-Coke, Historia de la medicina chilena (Santiago: Editorial Andrés Bello, 1995). Cf. Ricardo González Leandri, Curar, persuadir, gobernar. La construcción histórica de la profesión médica en Buenos Aires, 1852-1886 (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1999).
9 Cf. Diego Armus (ed.), Entre médicos y curanderos, op. cit.; María Silvia Di Liscia, Saberes, terapias y prácticas médicas en Argentina (1750-1910) (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2003); José Allevi, Adrián Carbonetti & Paula Sedrán, “Médicos, administradores y curanderos. Tensiones y conflictos al interior del arte de curar diplomado en la Provincia de Santa Fe, Argentina (1861-1902)”, Anuario de Estudios Americanos, 75(1), 2018, pp. 295-322; Patricia Palma, “Sanadores inesperados: medicina china en la era de migración global (Lima y California, 1850-1930)”, História, Ciências, Saúde-Manguinhos, 25(1), 2018, pp. 13-31.
10 Quien probablemente ha avanzado con mayor acierto en esa dirección es Valeria Pita en su estudio de la heterogeneidad de actores sociales, representaciones e intereses que rodearon el tratamiento y la interpretación de la locura femenina en Buenos Aires en la segunda mitad del siglo XIX. Cf. Valeria Pita, La casa de las locas. Una historia social del Hospital de Mujeres Dementes, Buenos Aires, 1852-1890 (Rosario: Prohistoria, 2012).
11 Las fronteras y definiciones de la medicina y la charlatanería han sido revisadas y problematizadas desde fines de los años 80. Cf. Roy Porter, Quacks: Fakers and charlatans in English medicine (Stroud: Tempus, 2000); Waltraud Ernst (ed.), Plural medicine, tradition and modernity, 1800-2000 (Londres: Routledge, 2002); y Roger Cooter (ed.), Studies in the history of alternative medicine (Londres: Palgrave Macmillan, 1988).
12 Cf. Sofie Lachapelle, Conjuring science. A history of scientific entertainment and stage magic in modern France (Nueva York: Palgrave Macmillan, 2015); Annette Mülberger (ed.), Los límites de la ciencia. Espiritismo, hipnotismo y el estudio de los fenómenos paranormales (1850-1930) (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2016); Heather Wolffram, The stepchildren of science: Psychical research and parapsychology in Germany, c.1870-1939 (Nueva York: Editions Rodopi, 2009). Respecto de la pregunta por el cruce entre los procedimientos e instancias de la ciencia y aquellos de lo teatral, cabe recomendar la lectura de un reciente volumen que recoge ensayos históricos sobre esa temática en la región: María José Correa, Andrea Kottow & Silvana Vetö (eds.), Ciencia y espectáculo. Circulación de saberes científicos en América Latina, siglos XIX y XX (Santiago: Ocho Libros, 2016).
13 La investigación de Diego Armus acerca de la tuberculosis en Buenos Aires continúa siendo el proyecto más ambicioso y esclarecedor en lo relativo a la localización de las empresas médicas en dinámicas culturales más extensas, incluyendo el mercado. Cf. Diego Armus, La ciudad impura. Salud, tuberculosis y cultura en Buenos Aires, 1870-1950 (Buenos Aires: Edhasa, 2007).
14 A ese respecto, vale mencionar un volumen que compila ensayos históricos sobre la comercialización y difusión de medicamentos en la región, así como sobre los conflictos judiciales que ese proceso acarreó. Cf. Yuri Carvajal & María José Correa (eds.), Historia de los medicamentos. Apropiaciones e invenciones en Chile, Argentina y Perú (Santiago: Ocho Libros, 2016).
15 Alison Winter, “The construction of orthodoxies and heterodoxies in the Early Victorian life sciences”, en Bernard Lightman (ed.), Victorian science in context (Chicago: The University of Chicago Press, 1997), pp. 24-50.
16 Esta investigación se vincula con el proyecto Fondecyt 3130335, ejecutado entre 2013 y 2015, y con el Bakken Visiting Research Fellowship realizado durante el año 2014. Agradezco el apoyo prestado por Pablo Chávez y Nicolás Araya en el trabajo de fuentes.
CAPÍTULO 1
SONÁMBULAS VIAJERAS, PATENTES DE INVENCIÓN
Y REVISTAS DE HIPNOSIS. ALBERTO DÍAZ DE LA
QUINTANA EN BUENOS AIRES, 1889-1893
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