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El trasfondo de la guerra es también una novedad con respecto a las novelas picarescas anteriores, femeninas o no, en concreto, la Guerra de los Treinta Años. La literatura del Barroco conoció de forma sucesiva tres grandes plagas: la pobreza, la persecución de la brujería y la Guerra de los Treinta Años. Los autores barrocos más reconocidos adoptaron una postura crítica al respecto porque estaban convencidos de que no eran posibles ni el progreso ni la reconstrucción de la nación alemana si no se acababa con estas lacras (Battafarano, 1994: 10). Para estos autores, la degradación antropológica del ser humano en la guerra corre paralela a un retroceso histórico y cultural, y la ética cristiana del amor al prójimo pierde valor frente al avance tecnológico de las armas. El ser humano se convierte en un monstruo y la guerra, desde un punto de vista existencial, en el suicidio del género humano. Grimmelshausen se queja de que desde la poesía y la filosofía se ha alabado la guerra, como aventura y como progreso, de forma que el lector común encuentra en ella un modelo atractivo de vida y una teoría seductora. Alcanzar el amor y el honor mediante el heroísmo, y el dinero y el poder mediante la violencia, hace olvidar la monstruosidad de la guerra. Desde esta perspectiva, según Battafarano, la obra de Grimmelshausen es un ajuste de cuentas con la literatura que alaba la guerra, y el autor traza en sus novelas diferentes personajes bélicos que denomina «Martialische Gemüther», naturalezas marciales, que sucumben en la guerra porque son víctimas de una ideología que tiene su origen en escritos teóricos o en la literatura (Battafarano, 1988: 49 y ss.).
Y para mostrar el horror de la guerra Grimmelhausen utiliza el viaje de sus protagonistas a través de la misma, en el tiempo y en el espacio. Sus personajes son individuos sobre los que la guerra ejerce una gran fascinación, aunque sobre ninguno como sobre Coraje, que generalmente es vista desde una perspectiva misógina como objeto de la sátira de Grimmelshausen, no como sujeto. La monstruosidad de Coraje es la monstruosidad de la guerra. La heroína, si es que la podemos llamar así, lleva al lector a un mundo que ni interpreta ni discute, recordemos que en la realidad que ofrece la literatura del siglo XVII no es el héroe el que da un sentido al mundo, sino que lo acepta como un status quo: su función es sacar a pasear al lector por los diferentes ámbitos de la vida.
La crueldad, la impiedad, la codicia, el saqueo y la destrucción eran las características de la soldadesca, y junto a los campesinos, quienes más tenían que sufrir en la guerra eran las mujeres. Con frecuencia, las afrentas y violaciones a las mujeres en la literatura barroca representan el aniquilamiento de cualquier norma moral, el desprecio a la dignidad humana: niñas violadas hasta la muerte, embarazadas a las que arrancan los pechos o rajan el vientre, incluso las mujeres muertas eran ultrajadas. No olvidemos que en última instancia Coraje empieza sus andaduras al tener que disfrazarse de chico para evitar ser violada. También por esta razón es importante la perspectiva femenina de Coraje, las alusiones a la guerra, las descripciones y los comentarios en boca de una muchacha disfrazada de soldado, o de una capitana o una mosquetera, tienen un valor históricodocumental poco frecuente en la literatura barroca (Battafarano, 1988: 36).
Coraje se siente copartícipe de la guerra aunque el entusiasmo disminuye a medida que aumentan los reveses y las atrocidades, que encuentran su punto álgido en la batalla de Nördlingen, una de las más crueles de esta guerra, donde tuvo lugar «tal sangrienta carnicería, [que su] desenlace no se podrá olvidar mientras el mundo exista» (182). Después de esta batalla, cuando parecía que la paz se había firmado definitivamente, Coraje decide vivir tranquila el resto de sus días y disfrutar en paz del dinero y los bienes almacenados. Sin embargo, la reconquista de Praga por las tropas de Fernando II le hacen ver cómo ni las más grandes e imponentes ciudades, con todas sus fortalezas y torres, sus murallas y sus fosos, podían protegerla ni a ella ni sus bienes de la vorágine guerrera de aquellos que, sin embargo, dormían al raso, en barracones o en tiendas, vagando de un lugar a otro. Por ello decide unirse de nuevo a un ejército (181).
Coraje conoce la guerra con apenas trece años y está fascinada por su apariencia festiva: los tambores, las trompetas, los silbidos, el ir y venir de los soldados, sin apercibirse de su lado negativo. Y tal es su atracción, que no tarda en querer ser realmente un hombre para poder participar plenamente en ella. Y de forma paralela a su amor a la guerra se desarrolla su amor por el otro sexo, y descubierto su engaño, desprovista ya de sus ropajes masculinos, adquiere plena conciencia de lo que significa ser una mujer, ser dependiente. Descubre las reglas que rigen en el campamento, unas reglas que ella no establece, sino que sufre:
«¡Pobre Coraje!», me decía a mí misma, «¿cómo querrás huir de tantos enemigos como tienes, si cualquiera tiene reservado para ti su mejor golpe? ¿No basta acaso con los hermosos caballos que tienes, tus preciosos vestidos y tus armas, no basta la certeza de que te sobre el dinero, para que tengas enemigos de sobra que echan sobre ti a quien con sigilo pueda quitarte de enmedio? ¿Cómo? ¿Cuándo te matarán?, ¿en qué ocasión te aplastarán? ¿Quién será el gallo que cante en tu auxilio?, ¿quién vengará tu muerte? Pero, ¿es que puedes fiarte siquiera de tus propios criados?». Con estas cuitas me atormentaba, y buscaba en mí misma consejo, porque no había otro que me prestase fidelidad, por eso debía llevar yo sola el peso de mis propias decisiones (114).
El mundo para ella es un mundo invertido, un mundo de hombres, el mundo de la guerra. Y para poder vivir en él, y no sólo sobrevivir, tiene que conocer sus leyes y saber utilizarlas a su favor. Coraje tiene una inteligencia estratégica excepcional, y de forma consciente desarrolla como mujer un comportamiento diferente en la guerra. Ha entendido y experimentado que ante la violencia de la guerra sólo valen la astucia y el engaño para sobrevivir. Ella engaña a todos porque es engañada por todos: a hombres, maridos, sirvientes, enemigos, rivales, nobles y burgueses, alemanes e italianos, a todo un pueblo e incluso a su escribiente y biógrafo, que no puede escapar a su fascinación. En la guerra, y esto lo ha aprendido Coraje muy pronto, no se deben buscar acciones heroicas, ni a la guerra se le debe una obediencia ciega; mucho más: hay que vivirla de forma egoísta, buscando el botín y la supervivencia. Y para lograrlo debe adaptarse a patrones de comportamiento masculinos: como los hombres en la guerra, vende su cuerpo por dinero. Sin embargo, como mujer se le niega el éxito y es acusada de brujería, violada y torturada (Battafarano, 1988: 55).
No obstante, Coraje no es una figura trágica: se adapta a las circunstancias e intenta utilizarlas en su propio beneficio, no se queja cuando es violada, no se lamenta cuando pierde sus bienes o a sus maridos. Acepta la guerra con su lado positivo y su lado negativo.7 Desde la niña inocente lanzada en brazos de la guerra hasta la orgullosa gitana vagabunda, Coraje permanece constante en su determinación de enfrentarse directamente a las vicisitudes de la vida y de intentar ver siempre el lado positivo, de sacar provecho material y espiritual, de no cejar en su empeño de seguir viviendo, de no abandonar. Su espíritu es el que no se conforma con sobrevivir, sino que elige vivir, vivir lo mejor posible. Finalmente, Coraje llega al convencimiento de que creer que se puede engañar a la guerra es engañarse a uno mismo, de forma que se contenta con acabar sus días como una reina gitana, que en Der Seltzame Springinsfeld (otra novela del ciclo en torno a Simplicissimus) se describe como una gitana esplendorosa, una hembra rutilante, espléndidamente vestida y enjoyada. Y como reina gitana, se cierra el ciclo. Recupera su verdadero nombre, Libuschka, y adquiere majestad: al contrario que la niña Libuschka, la mujer Libuschka es ahora dueña y señora.
La guerra caracteriza un mundo que el autor critica duramente. Nunca se representa como algo natural ni pretende despertar sentimientos heroicos. El modelo satírico que muestra el mundo al revés excluye cualquier glorificación de comportamientos o virtudes guerreras (Breuer, 1999: 51). Grimmelshausen utiliza a sus personajes para mostrar un cuadro de los horrores de la guerra, de la ruina material y moral de Alemania. Esta novela muestra lo que es la guerra, y mostrar lo que es la guerra es mostrar su monstruosidad, y qué mejor manera de hacerlo –recordemos que nos encontramos en el siglo XVII– que negando a la protagonista el arrepentimiento. Grimmelshausen utiliza un gran número de técnicas para desacreditar a su protagonista, quien renuncia al arrepentimiento como forma de absolución y se convierte, en el esquema mental, cristiano y patriarcal, de la época, en un alma perdida. Coraje no actúa de modo amoral en tiempo de guerra, ella representa la guerra, la guerra es lo que es amoral y provoca ese tipo de comportamientos; carece por lo tanto de sentido juzgarla o mostrarla como un ejemplo negativo. En esta novela Grimmelshausen le roba a la guerra cualquier atisbo de heroísmo: la guerra es un monstruo que no admite héroes.
Y junto con la guerra, en esta novela y en la vida de Coraje, el viaje es el protagonista. Más mobilis que nobilis, la denominó Simplicissimus, aunque evidentemente no se refería a la movilidad geográfica. El viaje, del cual la huida es una variante, es consustancial al género de la picaresca, y las características, el alcance y la duración de esta guerra casi imponen la itinerancia. El viaje en Coraje es parte de su vida, es más, su vida, desde que a los trece se la llevaran los soldados, ha sido un viaje, un hecho que acaba interiorizando.
Dieser Gemeinsame Markt der Unsicherheit und der Brutalität reicht von Flandern bis zum Balkan, vom Baltikum bis zur Lombardei, und die Courasche ist, als Regimentshure, Marketenderin und Zigeunerfürstin in Preßburg und Mailand ebenso zuhaus oder vielmehr obdachlos wie in Jütland und Böhmen; mit ihrem Bagagenwagen, ihren Männern, ihrem Plunder, ihre Beute zieht sie von einer Schlacht zur andern, büßt einmal ums ander alles ein, raubt, hurt, stiehlt und rafft von neuem zusammen, was sie zu ihrem Handel und zu ihren Händeln braucht (Enzensberger/ Grimmelshausen, 1970: 178).
Huye con los soldados y de los soldados, como mercader se mueve siguiendo a las tropas, regularmente emprende el viaje a su hogar y acaba sus días llevando una vida errante como reina gitana; y en cada una de sus paradas muestra en su propio destino un aspecto distinto, pero siempre deplorable y reprobable, de la guerra. Los personajes de Grimmelshausen no hacen sino reflejar las actitudes de sus gobernantes, que son quienes promueven la guerra y quienes han adquirido su poder y sus posesiones por los mismos medios, y el hecho de que el individuo acabe actuando como el señor no es sino la última perversión de la guerra. La Guerra de los Treinta Años se representa claramente como una lucha por el poder, en ningún caso como una guerra de religión, como a menudo se intentó justificar; no lo veían así ni Grimmelshausen ni sus coetáneos, y tampoco Brecht la trasladó como tal en el siglo XX en su Madre Coraje. La guerra es ahora todopoderosa y acaba sustituyendo a la religión. Ya no es Dios quien da y Dios quien quita, y esto se puede ver claramente cuando Coraje, al final del capítulo XXIII, al recordar a su primer capitán, exclama: «Praga me lo dio y Hoya me lo quitó». Dios, en este escenario, no tiene cabida.
BIBLIOGRAFÍA
BATTAFARANO, Italo Michele (1988): «“Was Krieg vor ein erschreckliches und grausames Monstruo seye”: Der Dreißigjährige Krieg in den Simplicianischen Schriften Grimmelshausens», Simpliciana X, pp. 45-59.
— (1994): Glanz des Barock. Forschungen zur deutschen als europäischer Literatur, Berna, Lang.
BREUER, Dieter (1999): Grimmelshausen Handbuch, Múnich, Fink.
— (2002): «Kontroversen um Grimmelshausens Courasche. Vorbemerkung», Simpliciana 24, pp. 11-14.
GRIMMELSHAUSEN, Hans Jacob Christoffel von (1967-1976): Gesammelte Werke in Einzelausgaben, edición de Rolf Tarot, 13 vol., Tübingen, Niemeyer.
— (1970): Die Lebensbeschreibung der Erzbetrügerin und Landstörzerin Courasche, epílogo de Hans Magnus Enzensberger, Frankfurt a. M., Gutenberg.
— (1992): La pícara Coraje, traducción de José Manuel Esteban, Madrid, Cátedra.
JACOBSON, John W. (1968): «A Defense of Grimmelshausen’s Courasche», The German Quaterly 41, pp. 42-54.
KELLETAT, Alfred (ed.) (1958): Simplicianische Schriften, Múnich, Winkler.
MEID, Volker (1984): Grimmelshausen: Epoche-Werk-Wirkung, Múnich, Beck.
PARKER, Alexander A. (1975): Los pícaros en la literatura. La novela picaresca en España y Europa (1599-1753), Madrid, Gredos.
STRELLER, Siegfried (1957): Grimmelshausens Simplicianische Schriften. Allegorie, Zahl und Wirklichkeitsdarstellung, Berlín, Rütten & Loening.
1. Hans Jacob Christoffel von Grimmelshausen (1992): La pícara Coraje (traducción de José Manuel Esteban), Madrid, Cátedra. Ésta será la edición que citaremos, indicando únicamente el número de página.
2. Esta novela es asimismo la primera de la literatura alemana con una protagonista femenina.
3. «Ich gestehe gern / daß ich den hundersten Theil nicht erzehlet / was Krieg vor ein erschreckliches und grausames Monstrum sey / dann solches erfordert mehr als ein gantz Buch Papier (...) / Mein Simplicissimus wird dem günstigen Leser mit einer andern und zwar lustigern Manier viel Particularitäten von ihm erzehlen» (Grimmelshausen, 1967-1976: 161).
4. Battafarano (1988: 46 y ss.). Véase también Hans Magnus Enzensberger, en el epílogo de una edición de Courasche de 1970: «ein Denkmal (...), nämlich wie es in der gravitätischen Sprache unserer Urgroßväter heißt, ein Denkmal der deutschen National-Literatur» (Grimmelshausen, 1970: 177).
5. En Praga tuvo lugar la insurrección que provocó el inicio en mayo de 1618 de la Guerra de los Treinta Años, la llamada Defenestración de Praga. También el verdadero nombre de Coraje, Libuschka, la legendaria fundadora de Praga, la asocia a esta ciudad.
6. «Sie ist Eva, die Urmutter der Sünde. Ja sie ist sogar als die Verkörperung der Welt schlechthin aufzufassen, eine Nachfahrin der mittelalterlichen Frau Werlde, die von vorn schön und ‚glatthärig’, von hinten aber von Würmern zerfressen erscheint» (Streller, 1957: 54). «Sie ist das Urbild der Verführung, der Sünde, die ‚Frau Welt’ des Mittelalters, ja ‚ein Ebenbild der Dame von Babylon’, der großen Hure Babylon der Offenbarung, die dort ‚eine Behausung der Teufel’ genannt ist» (Kelletat, 1958: 816 y ss.).
7. Cf. Enzensberger/Grimmelshausen, 1970, p. 182: «Niemandem untertan, auf eigene Rechnung und Gefahr bringt sie ihre Zeit hin. Sie ist unbelehrbar, aber auch unbeugsam. Selbstmitleid ist ihr fremd. Mit allen ihren Mitteln schlägt sie sich durch die barbarische Landschaft der Epoche, spart weder ihre Schönheit noch ihren Witz, nimmt Betrug und Hexerei zu Hilfe, wenn es sein muß, und ist durch kein Unglück zu brechen. Ihre Rivalen, ihre Feinde, ihre Liebhaber steckt sie schließlich allesamt in den Sack, sogar den Simplizius (was das Motiv für ihre Lebenserzählung abgibt). Wie eine Katze fällt sie immer auf die Füße, und wie eine Katze hat sie sieben Leben. Sie ist unbußfertig bis in den Tod und läßt sich keine ihrer Taten gereuen. Ihrer Jungfernschaft weint sie keine Träne nach, alle Verluste kann sie verschmerzen, nur nicht den ihrer anarchischen Freiheit: die verteidigt sie mit Zähnen und Klauen. Ihre erotische Kraft, ihre animalische Pracht bändigt nichts. Ihr Geheimnis und ihr Triumph ist, daß sie sich nicht fangen läßt: das macht sie, all ihrer Untaten nicht geachtet, liebenswürdig, ja unwiderstehlich für immer».
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