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Los tribunales de apelación son los tribunales de segunda instancia. Reciben las apelaciones de las decisiones de primera instancia, es decir, provenientes de los tribunales regionales. En la práctica, debido a problemas de personal, solo existe un tribunal de apelación en Senegal, situado en Dakar.
La jurisdicción territorial de cada tribunal regional cubre los límites administrativos de la región en la que se encuentra. Existen tribunales departamentales en las siguientes localidades: Dakar, Rufisque, Pikine, Thiès, Tivaouane, Mbour, Diourbel, Mbacké, Kaolack, Kaffrine, Fatick, Gossas, Ziguinchor, Kolda, Vélingara, Sédhiou, Tambacounda, Kedougou, Bakel, Louga, Linguère, Kébémer, Saint Louis, Podor, Matam, Dagana, Bambey, Usui, Foundiougne y Nioro.
Por último, los tribunales laborales son tribunales especializados compuestos por un presidente y una serie de jueces y están ubicados en la capital de cada región del país. Son tribunales especiales cuyas competencias se limitan a la resolución de conflictos individuales derivados de contratos de trabajo.
Partidos
Durante las elecciones presidenciales de 2012, Abdoulaye Wade, líder del Partido Democrático Senegalés (PSD), tenía previsto desempeñar un tercer mandato como jefe de Estado a la edad de 85 años, pero la candidatura fue impugnada. La oposición mantuvo la presión a pie de calle y exigió la retirada de Abdoulaye Wade. Este último prohibió las manifestaciones y envió a la policía a reprimirlas. Los enfrentamientos dejaron una quincena de muertos y más de 150 heridos en tres semanas.
Sin embargo, sí hay democracia en Senegal y, aunque Abdoulaye Wade estaba muy por delante de Macky Sall a la cabeza del partido Alianza por la República en la primera vuelta —con el 35% de los votos frente al 26% de su competidor—, otros tres partidos representaban una parte significativa del electorado y tenían peso en la balanza electoral: Mustapha Niasse, de Fuerza y Progreso de la Alianza, con el 13% de los votos; Ousmane Tanor Dieng, del Partido Socialista, con el 11% de los votos; e Idrissa Seck, de Rewni, con el 7% de los votos. Además, otros partidos minoritarios también estaban en la carrera. De esta forma, Wade obtuvo muy poco apoyo en la segunda vuelta, mientras que Macky Sall logró reunir a los otros partidos de la oposición, que le dieron su apoyo, y dió un vuelco a las elecciones. Las tensiones preelectorales disminuyeron, Wade reconoció la victoria de su oponente e incluso lo llamó para felicitarlo.
Aunque la coalición de Benno Bokk Yakaar en torno al presidente Macky Sall es mayoritaria (125 escaños), debe gobernar con el Partido Democrático Senegalés o PDS, con diecinueve escaños, y con otros diez partidos minoritarios, cada uno con unos pocos escaños. Sin embargo, estas elecciones legislativas del 30 de julio se desarrollaron en un clima de tensión debido a la mala organización, lo que impidió el voto de muchos electores. Esta controversia enfureció a los partidos de la oposición, incluido el expresidente Abdoulaye Wade, que anunció que no se presentaría a ninguna elección organizada por el presidente en el poder, Macky Sall.
Retos actuales
Durante la presidencia de Abdoulaye Wade, se habían fortalecido los poderes regionales y la descentralización del país. Esta política fue confirmada por el nuevo presidente, que puso en marcha consejos de ministros descentralizados como símbolo de su compromiso con las regiones. Senegal está dividido en catorce regiones, cuyas principales ciudades son las más importantes del país: Dakar, Diourbel, Fatick, Kaffrine, Kaolack, Kédougou, Kolda, Louga, Matam, Saint-Louis, Sédhiou, Tambacounda, Thiès, Ziguinchor. Matam, Kaffrine, Sédhiou y Kédougou fueron creadas bajo el régimen wadista.
En cuanto a las relaciones interafricanas, Senegal demostró muy pronto su voluntad política de acercarse a sus vecinos y de reunir las entidades que fueron separadas al final de la colonización.
En los albores de la independencia, el país luchó por crear la Federación de Mali, aunque su existencia fue efímera. Se puso en marcha un segundo experimento con la creación en 1982 de la Confederación de Senegambia, que se disolvió en 1989.
Estos fracasos no han frenado en modo alguno la voluntad del país de crear espacios de integración regional y subregional. Senegal trabaja activamente para fortalecer los órganos regionales y subregionales existentes:






Economía
Principales recursos

KAOLACK - Mercado de sal en Kaolack.
© Tom Pepeira – Iconotec
En Senegal, la economía está basada en un sistema económico de pequeña escala: el 13,7% del PIB proviene del sector primario —pesca y horticultura—, el 20,5% del secundario —petróleo, conservas, cervecería, jabón, textiles y refinerías de petróleo— y el resto, un 65,7%, del terciario —administración, transporte y sectores «informales» —. Senegal exporta, sobre todo, a Mali, India, Suiza, Guinea y Francia, mientras que las importaciones proceden de Francia, Nigeria, China, Países Bajos y Estados Unidos.




El cacahuete, característica económica
Antes disfrutarlos como aperitivo o en la salsa de un maafe, sobre carne de cordero, los cacahuetes, que aparecieron en Senegal en el siglo XVI provenientes, sin duda, de Brasil, se utilizaban para alimentar cargas de esclavos en los barcos portugueses. Más tarde, cuando los franceses se dieron cuenta del fracaso del programa agrícola probado en Senegal, basado en la colza y otras semillas oleaginosas, las empresas de Marsella y de Burdeos no se quedaron sin ideas. De hecho, algunos estudios realizados en Senegal habían demostrado que los cacahuetes producen un aceite de calidad, además de poder utilizarse como aglutinante para la industria jabonera. Claro, ahora entendemos la razón de todas esas fábricas de aceite y de jabón...
Posteriormente, los cacahuetes se convirtieron en el vínculo entre los morabitos y el Gobierno, puesto que este último presionaba a los primeros apelando a la cultura por su carisma y su autoridad sin oposición. En ocho años, la producción se triplicó. El proceso dio otro paso adelante cuando, en la década de los años treinta, época de crisis, Francia se apoyó en sus colonias. Textiles, azúcar, ferretería..., todas estas nuevas necesidades, que aumentaban cuanto más cerca de la metrópoli, llegaron a Senegal mientras en la pequeña vaina germinaban las semillas. Buscando apoyo en tidjanes y muradís, Francia se estableció a través de los jabones de Marsella y de Lesieur, que habían desembarcado en 1944. Convertida en el producto comercial número uno, la pequeña semilla de cacahuete, que representaba el 87% de las exportaciones, constituía base y materia de fortunas no siempre morales, construidas y a veces perdidas de una estación a otra.
Tras unos años de independencia, el asunto no terminó de arreglarse: las estructuras nacionales y las cooperativas pusieron fin a algunos abusos, pero las oligarquías tomaron con frecuencia el relevo del poder colonial. Además, las fluctuaciones de las divisas internacionales desalentaron de forma gradual a los inversores. En 1980, su participación en las exportaciones era de solo el 50%. Actualmente, es inferior al 10%.
Se han encontrado alternativas, en particular con la llegada del cultivo de azúcar al mercado nacional y del arroz en las proximidades de Richard-Toll. Las Niayes, una región cuyas aguas medianamente salobres se encuentran al nivel del suelo, y Casamance, aunque en menor medida debido a conflictos internos, también han atraído inversiones significativas en cultivos alimentarios y frutales.
En mayo de 2003, el Gobierno canceló la deuda de los agricultores. Esta donación, de más de ocho millones de euros, tenía como objetivo revitalizar las zonas rurales más afectadas por la sequía. Otra medida de apoyo fue el suministro de semillas gratuitas para futuras campañas. En 2015, se produjeron más de un millón de toneladas de cacahuetes, una cantidad muy elevada en comparación con años anteriores, gracias a una buena temporada de invernada. Vendidas a 210 FCFA por kilogramo, las cosechas fueron favorables a los productores, al tiempo que permitieron la venta del excedente de producción fuera de las fronteras senegalesas, principalmente en Asia.
Importancia del turismo
Senegal es uno de los destinos favoritos de los franceses que buscan el sol en invierno. Proporciona el calor que tanto le cuesta dar al Magreb y permite evitar el fuerte desfase horario de las Antillas. La historia, el idioma y los estrechos vínculos que se han mantenido con la antigua metrópoli también explican por qué alrededor del 50% de los visitantes del país son franceses (fuente: Seneplus Economy, 2014). Les siguen belgas, españoles, italianos y otras nacionalidades africanas.
El turismo senegalés se ha mantenido en la cumbre gracias, sobre todo, a sus playas. Muy lujosas y alejadas de la cultura del resto del país, las grandes infraestructuras son las preferidas de los turoperadores. Casamance era el lugar preferido por los inversores, con sus playas de arena fina y el color de sus aguas perfecto para que las fotografías parezcan postales. Sin embargo, este panorama cambió en 1982 con el estallido de una rebelión armada independentista por parte del Movimiento de Fuerzas Democráticas de Casamance (MFDC). En 1992, los hoteles se vieron obligados a cerrar sus puertas, haciendo sonar la campana de la muerte para la temporada turística, que entonces estaba en pleno apogeo. Una temporada perdida. Mientras que el invierno anterior el turismo había aportado 46000 millones de francos CFA (setenta millones de euros) en ingresos brutos, apenas se había alcanzado el 20% ese año. El año 1993 cambiaría el sector turístico en el país; un alto al fuego firmado en julio estabilizó Casamance, y la llegada de un nuevo ministro de Turismo, Tijane Sylla, reorientó el sector hacia Petite Côte, cerca de Dakar, cuyas aguas son menos agitadas que las de Grande Côte. También se hizo hincapié en los contrastes culturales que dan valor al país: Dakar y sus museos, Saint Louis y su atmósfera colonial y los parques nacionales interiores —Djoudj, Niokolo Koba—, donde los albergues, establecidos al estilo anglosajón, podían acoger a los visitantes.
Los esfuerzos dieron sus frutos: en 1994, 346000 turistas llegaron a la zona, frente a los 300000 de 1993. La aparición del sur de África como polo de atracción cambiaría significativamente la situación, pero el flujo turístico no se detuvo. El resurgimiento de los conflictos en Casamance pareció presagiar otro invierno lleno de obstáculos, aunque, curiosamente, a pesar de los más de cuatrocientos muertos a finales de septiembre y octubre de 1997, los turoperadores se aseguraron de que el turismo no sufriera ninguna consecuencia. A priori, sus clientes no cancelaron nada.
En 2008, la crisis económica mundial redujo el número de visitantes en Senegal entre un 20 y un 30%. En Casamance, la deficiente frecuencia aérea que unía la región con el mundo y el resto del país, combinada con algunos disturbios de alto nivel, obligaron a más de una docena de hoteles a cerrar en Cabo Skirring, una zona balnearia, y en Ziguinchor, principal ciudad de Casamance.
La epidemia de ébola, que se extendió a varios países de África Occidental a partir de diciembre de 2013, también contribuyó a la disminución del número de turistas en Senegal. Sin embargo, solo se diagnosticó una infección en todo el país en 2014 y el paciente fue dado de alta en noviembre del mismo año.
Con la apertura del aeropuerto Blaise Diagne, el tráfico aéreo se ha recuperado, con un aumento del 6%, gracias en particular a la llegada de cuatro nuevas compañías aéreas. En el momento del cierre de la guía, ya se había registrado la llegada de un millón de pasajeros. Además, las infraestructuras viales siguen mejorando, ofreciendo bellas carreteras para los visitantes que deseen descubrir el interior de Senegal. Dado que el Ministerio de Turismo suprimió el visado de pago en 2015, ahora se puede acceder a Senegal mediante la simple presentación del pasaporte. En cualquier caso, los profesionales confían en que el turismo se recuperará en el futuro próximo.

Barrio Abattoirs
Carretera hotel Asta Kebe.
TAMBACOUNDA
✆ +221 33 981 59 17
www.icd-afrique.org
sangareard@yahoo.fr
La asociación lleva a cabo programas de cooperación y solidaridad internacional. Toda su actividad se centra en el turismo —justo y solidario— y, en particular, en torno a Tambacounda. Miembro de la ATES (Association pour le Tourisme Equitable et Solidaire), ICD es la asociación a la que dirigirse en Tambacounda si desea saber más sobre la integración del desarrollo rural.
Retos actuales
Si bien la política, y en particular su democracia, sitúa a Senegal a la vanguardia de muchas naciones africanas, su economía no se mantiene a la par. Dakar está lejos de liderar a los países de África Occidental en este campo, un papel que se atribuye más fácilmente a Abiyán, Costa de Marfil. Su PIB, a pesar de registrar una tasa media de crecimiento anual del 6,5%, sigue siendo demasiado bajo.
Senegal, a pesar de ser uno de los países más favorecidos de África, está luchando por superar su deuda externa, estimada en tres billones de francos CFA en 2015. Los grandes centros industriales de Dakar, que albergan al 90% de la industria, no compensan la tasa de desempleo, que incluye a un 15% de la población, una tasa que aumenta hasta el 27% entre los menores de veinticinco años.
El éxodo al extranjero tampoco es un asunto nimio en ciertas provincias, porque existe la creencia de que el trabajo hace la vida más fácil en los países europeos. Esto explica por qué las personas que se echan en falta en Podor o Bakel se levantan antes que el resto de habitantes de España y se visten de verde para recoger la basura o para hacer un trabajo difícil y poco saludable, todo con el fin de enviar un cheque a final de mes para mantener a la familia que dejaron atrás. Es importante saber que aquellos que emprenden la gran aventura hacia Europa se comprometen, en cierto modo, a ganar dinero suficiente para enviar de forma regular a aquellos que se han quedado en el país. No volver a casa a bombo y platillo, en vacaciones o para siempre, es a menudo sinónimo de no volver nunca a casa: la reputación es lo más importante. El éxodo no solo afecta a la clase media, por lo que el país sufre mucho por la falta de minorías selectas. En lo que respecta al Estado, es difícil acabar con esta rutina cuando se estima que «los fondos enviados por la diáspora senegalesa son mayores que los recursos financieros de la ayuda internacional, pues envían al país unos 690000 millones de francos CFA», según el Fondo de Apoyo a la Inversión Senegalesa en el Extranjero (FAISE).
La economía del país tiende a ser propiedad de organizaciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). Los resultados estructurales están ahí, pero los fabricantes denuncian modelos inadecuados importados de otros países que no se aplican bien al contexto senegalés. A pesar de todos estos obstáculos, la tasa de crecimiento del país se sitúa ligeramente por encima del 6%, una cifra envidiada por muchos países europeos en el contexto actual.
Población e idiomas

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Senegal es un caleidoscopio cultural en el que grupos étnicos, religiones, lenguas y sistemas de valores coexisten en un mismo territorio en un juego constante de espejos e identidades. Con una fuerte carga simbólica, la etnia y los apellidos permiten, cuando se encuentran y se codean, volver a dibujar árboles genealógicos y lazos de parentesco, releer la historia bajo el prisma de las relaciones interétnicas, y afirmarse y redefinir su identidad en el día a día. Wólofs, sereres, diolas, tuculores, mandingas, fulanis y bassaris conforman un pueblo senegalés que tiene mil caras, demostrando una convivencia relativamente ejemplar, y que no solo se encuentra con motivo de los partidos de fútbol. Cuando surgen conflictos y desacuerdos, son más políticos o económicos que tribales, como se tendería a creer a causa del estereotipo más difundido.